PostVamps

Ya está bien de tanto vampirear, esto se termina aquí hoy. Sobre todo porque nos vamos a quedar sin años, que ya hemos llegado al 2000.

Buffy fue el referente de finales de los noventa y estuvo en antena siete temporadas, hasta el 2003. Su spin-off vampírico, Angel , empezó en el ’99 y llegó hasta la mitad, 2005. Su reinado es tan absoluto que cuesta no señalarlo como la causa directa de la tranquilidad vampírica en la primera mitad de la década y como inspiración directa de TwilightCrepúsculo, no la peli de Paul Newman — cuyo primer libro apareció en ese 2005.

¿Qué hubo durante ese primer lustro entonces? Pues los canadienses, que siempre están a la suya, decidieron que a ellos este rollo les mola y sacaron Vampire High en 2001.

Que, por si lo dudáis, va de un grupo de jovenzuelos vampiros que van a una especie de escuela en la que… ¿Os acordáis de Hex o de MutanteX ? Pues ese rollo. Lo que tenía ya como cliché era la presencia de un alto, moreno y misterioso vampiro enamorado sin esperanzas de una joven humana.

Una temporada, 26 episodios. Los canadienses son tan especiales que AHORA no han intentado revivirla.

Aprovecho ahora para decir que sí hubo otras latitudes interesadas en vampiros pero que no han sido tratadas en estas columnas por —debo reconocerlo— puro desconocimiento por mi parte. Me temo que mis conocimientos sobre series asiáticas —ya sabéis, lo de los Doramas — y sobre Animes es superficial así que bucear en ello supongo que sacaría un listado para dos columnas al menos con más vampiros. Eso sí, agradeceré cualquier nombre añadido a la lista que queráis dejar en los comments.

Así que hemos llegado a Crepúsculo y al segundo lustro. La actividad vampírica se acelera de forma irremisible y tendremos nueve series, aunque alguna de ellas sea… peculiar.

Las dos primeras aún son herencias del modelo antiguo. Blade: The Series es consecuencia directa del éxito de las películas del mismo nombre basadas en un personaje de los cómics Marvel. Tras las tres películas (1998, 2002, 2004) llegó en 2006 la serie que llevaba al personaje a la pequeña pantalla. eso sí, en la cadena de televisión Spike que se presenta como una cadena para el público masculino pero no deja de ser una especie de cadena redneck con estudios. Resultad: Cancelada a mitad de la temporada.

Los británicos, por su parte, retomaron la idea del alemán Pequeño Vampiro con una serie puro BBC que duró dos temporadas. Young Dracula cuenta las vivencias del jovencito Dracula Jr. y sus relaciones con los humanos de alrededor. Así que, en realidad, parece un pastiche con las distintas series infantiles ochenteras. Incluso el —pretendido— tono cómico podría ser el de una versión infantil de Mr. & Ms. Drácula. Por cierto que la llegada de los canales temáticos al TDT ha permitido que el público español la descubra en Clan TV . Para que luego nos quejemos.

El año siguiente surgió, Blood Ties, se trata de una serie… bueno… Canadiense. Esta vez aliados con los estadounidenses de la cadena Lifetime —básicamente: Amas de casa— crearon una serie de policías en el que una ex-poli, ahora investigadora privada, con serios problemas físicos, hace equipo con un vampiro para resolver crímenes y blablabla. Dos temporadas cortas y Lifetime decidió, en una brillante previsión de futuro, que no les interesaba una serie de vampiros. Eso sí, los canadienses siguen buscando una coproductora. Pero es que lo de los canadienses con los vampiros es para hacérselo mirar.

Mucho más rupturista y original es Moonlight, en el que una periodista hace equipo con un vampiro investigador privado que… ¡Es broma! Claro que es más de lo mismo, pero ya tienen claro que Lo Vampírico —con mis disculpas a Lord Absence — es sexy así que pese a lo endeble de la trama y lo espantoso de la producción —en el primer episodio hay un funeral gótico a plena luz del día que parece más propia de una parodia— logró una pequeña legión de fanes. Fanas más bien.

Y así llegamos a The Lair. Jojojo ¿Por qué tanto cachondeo? Pongamos unas imágenes:

Efectivamente, eso es. The Lair es una serie sobre un club de vampiros gays. Más aún, es una serie con una teórica trama policíaca —una serie de muertes de jóvenes llevan a un reportero a investigar el club— que se basa en realidad en tres pilares: Enseñar cacho —incluye integrales—, haber conseguido un reparto que parecen los rechazados por malos actores de Los Vigilantes de la Playa y tener un diseño estético de, por lo menos, una porno. Con estos ingredientes no hay más que decir dos cosas: Que es un spin-off y que lleva ya tres temporadas y todo hace pensar que el año que viene llegará la cuarta.

Ah, las audiencias.

Una vez más es culpa de un canal con un público muy definido —debería escribir también sobre esto— que se llama here! y lleva desde su creación en 2002 ofreciendo contenidos pensados para un público GLBT, que en lugar de ser un sandwich de lechuga, tomate y bacon con algo de gouda es una abreviatura para gays, lesbianas, bisexuales y transgénero. —Eso dice el canal, yo hubiera puesto transexuales— Decididos a tener su propio culebrón y con Dark Shadows como referente —¿pensabais que no mencionaría a Barnabás esta vez?— crearon Dante’s Cove , una serie sobre un complejo de apartamentos al más puro estilo MePlace elRoce en el que teníamos inquilinos de todas las orientaciones posibles y todo tipo de seres nocturnos. La serie, siguiendo el estilo de pocos capítulo típico del cable americano, —menos incluso, la primera temporada tuvo dos episodios, las siguientes cinco— se convirtió en una de las señas de identidad de la cadena. De ahí a crear un spin-off con vampiros gays parecía haber sólo un paso. Así que cogieron al peliteñido Colin, y su sex club The Lair y crearon… The Lair . Tantos años de chistes sobre los vampiros de Anne Rice no podían dejar de crear algo así. Sólo que en el último momento decidieron alejar la acción de la población de Dante de modo que sí, el personaje —que venía de la serie madre— y su club conservan su nombre, incluso el intérpretes y los decorados son iguales.. pero es algo distinto. Aunque luego, como funcionó, se pusieron a pensar en cómo integrar en la futura cuarta temporada The Lair en Dante’s Cove Bienvenidos al primer spin-in & out .

Pero dejemos el programa de reinserción de actores porno y volvamos a la lista. Porque, como ya os imagináis, 2007 fue el pistoletazo de salida para lo que iba a venir con la aparición de Eclipse, la tercera de la saga Crepúsculo. Así que dio igual que las dos series generalistas vampíricas se cancelaran en su primera temporada, el ritmo productivo hizo que en 2008 hubiera preparadas otras series.

La más importante, sin duda, es Tetas y Vampiros. Perdón, True Blood. Serie que adapta una novelas mitad policiacio, mitad romántico con ambientación sobrenatural. La serie reune las novelas y, a continuación, se mea en ellas. El resultado es un producto HBO que atrae a las Crespusculocas pese a su guión gracias a lo que podríamos llamar Interpretaciones Afortunadas, esto es, de tan estúpidos como son los personajes terminar por los suelos logrando que los espectadores asistan al nacimiento del equivalente en Paranormal Romance de Los Simpsons donde Jason Stockhouse se convierte en el nuevo Homer Simpson. Todo ello llenando de carne y más carne la trama, a ver si así alguien se queda, logrando convertirse en una versión intelectual —pffff…— de The Lair —que, bien pensado, podría llamarse Rabos y Vampiros

La series ha logrado, eso sí, traer algo de vitalidad a las mortecinas audiencias del canal, atraer a muchos espectadores al mundo del Paranormal Romance y demostrar que no se debe dar Oscars a menores, ¿qué más podemos pedir?

Con un piloto emitido en 2008 y los seis episodios de la primera temporada emitidos alrededor de febrero de 2009, podemos decir que Being Human es la resaca de ese año. El punto de partida era interesante, un vampiro y un hombre lobo comparten un piso que está habitado por el fantasma de una joven asesinada allí. —Por culpa de un tanga, lo creáis o no— Esta especie de Apartamento Para Tres Sobrenatural resulta tan terriblemente aburrido a partir del tercer episodio girando sobre los mismos temas. Como ahora lo sobrenatural está de moda ha conseguido una segunda temporada — británica, por cierto, de seis episodios— que, esperemos, aproveche mejor a los actores.

Entre esas dos series hubo posibilidades aún para otra. Esta vez latina. Con todos ustedes… Gabriel, Amor Inmortal .

¿Por dónde empezar? Gabriel es Chayanne, el cantante, un vampiro que lleva años buscando a su amor perdido y blablabla, ella acaba apareciendo reencarnada, pero no lo hace sola ya que en las sombras se encuentra Francisco Pizarro —sí, el conquistador— que fue el vampiro que convirtió a Chayanne, digo, Gabriel en lo que es después de asesinar a su mujer. De él. De Gabriel . El malvado Pizarro está interpretado por Jose Luis Rodríguez . Sí, El Puma . Sí, el cantante. Bueno, ¿qué le vamos a hacer si han decidido apostar por el surrealismo?

La serie en sí es una aburrida sucesión de poses sin nada que haga avanzar la historia, más indicada para los que quieran comprender los mecanismos para que eso termine en la televisión que para alguien que quiera divertirse. Lo mejor es que aún dió tiempo a que saliera otra telenovela de vampiros: Noche Eterna

Para acabar de redondear el asunto en 2009 empezó con gran éxito una serie para el público juvenil con vampiros de por medio The Vampire Diaries, que se inspiran en unos libros que salieron a rebufo de los de la Rice y que volvieron a estar de moda después de que los aficionados mostraran algunas ehem similitudes con los de la Meyers. La serie en sí no es especialmente interesante, sobre todo por el espantoso cast que parece sufrir enormemente, quizá para poder recordar sus frases. O por recordarlas. Lo más interesante aquí es la reaparición del clásico triángulo amoroso que tiene su centro en una jovencita y que se fundamenta en la elección entre dos jovenzuelos incidentalmente vampíricos. Lo interesante es que los dos arquetipos vampíricos de El Bueno y El Malote parecen haber sido extraidos directamente de la dupla Angel / Spike. Una relación comparativa que, recordemos, ya se había hecho tanto en Buffy como en el spin-off de Angel y que aquí nos muestra de nuevo al bobo atormentado y al malote en proceso de redención Barnabas Collins style .

La segunda película de Crepúsculo ha movido la balanza de forma curiosa. Hemos pasado a que —Si los canadienses no lo remedian— los proyectos en preparación: Bitches, Howling, un remake de Teen Wolf se centren en el hombre lobo. Sí, quizá debería hablar de los hombres lobo en la tele… pero mejor otro año.

Disfruten ustedes de su efeméride invernal preferida, decoren su Nakatomi Plaza con las figuritas y tengan un próspero año nuevo. ¡Nos vemos en 2010, ya sin vampiros!


Ilusionantes

Vivamos la Magia del momento. Vivamos unos días llenos de Magia. Vivamos de estas fechas que son entrañables y? ah, sí? Mágicas. Total, que tanto hablar de Magia terminas decidiendo que lo que toca en estas fechas es hablar de Magos. Sí, podría haberlo dejado para la semana de Reyes pero, ¿qué gracia hubiera tenido entonces? ¿Eh?

Acotaré un poco. Lo que me viene a la cabeza cuando pienso en Magos en la Tele no es Sigfrid y Roy ni Penn & Teller. Tampoco es el gran Tamariz. Pienso en Bill Bixby.

Sí, el Increible Hulk tuvo un pasado como mago. Concretamente como El Mago (The Magician) en la que componía al personaje central de una de esas fabulosas series setenteras de acción, aventuras y persecuciones. ¿No han notado como todo eso se ha perdido con los años? Comparen Remington Steel con White Collar y échense a llorar.

A lo que iba, Bixby interpreta a Anthony Tony Blake —sí, en serio— que es uno de esos personajes de pasado intenso, encarcelado sin razón en un recóndito país centroamericano, descubre su capacidad para el escapismo y logra que su compañero de celda le deje un fortunón. En lugar de convertirse en un Montecristo se propone perseguir a los malos. Eso y convertirse en ilusionista. Un gran principio de temporada —¡vive en un avión!— que cambia a la mitad logrando la cancelación. Pero que deja puesta la semilla.

¿He mencionado ya que estoy hablando de ilusionistas? Sí, podría decir mucho de otros magos de las tele, como Harry Dresden —concretamente: ¡compraos los libros, evitad la serie!— o The Wizard. Pero eso sería salirme de la idea de Ilusionistas. Además, hablar de The Wizard equivale a llenar esto de comentarios teacuerdísticos sobre el enano juguetero.

The Magician fue el punto de partida y la siguiente parada vuelve a llamarse Blake. Perdón, Blacke. Completamente distinto, ¿verdad? Este Blacke protagonizaba la serie Blacke, el mago o, para ellos, Blacke?s Magic . Hal Linden es un mago retirado que se ve metido en toda clase de misterios y problemas, algunos de los cuales tiene que ver con su padre timador, el estupendísimo Harry Morgan. Un enfoque más cercano a Se ha escrito un crimen de lo que debían desear los espectadores de la época hizo que durara sólo media temporada.

Que ser Mago es perjudicial para las temporadas, vaya. En el cambio de siglo hubo una versión animada francesa llamada —seamos originales, pensaron— Le Magicien que se acercaba más a El Hombre Enmascarado que a Mandrake. Pero por lo menos duró dos temporadas.

En algún momento alguien debió tomar buena nota porque crearon a Jonathan Creek, que no es mago, es diseñador de trucos para magos. En una serie de misterios centrados en el descubrimiento del truco mediante el que se cometió el crimen tenemos la recuperación del detective que no se mueve, o, si lo prefieren, que se mueve poco. Una de las características más notables de Creek personaje, junto con su carácter poco sociable, es su reticencia a investigar casos, teniendo que ser siempre arrastrado por circunstancias externas. Como esta serie es británica se puede permitir unas tramas más elaboradas —y unos trucos para asesinar increibles— así como un enfoque más oscuro. También la posibilidad de contar esa historia según la cual Hugh Laurie estuvo muy cerca de aceptar el papel protagonista pero no lo hizo al final porque? ¡no entendía a un personaje que se muestra renuente a involucrarse en los casos!. Ah, la ironía, poderosa fuerza.
Como buena serie británica, también, desde su estreno en el 97 hasta ahora ha tenido la locura de? cuatro temporadas. Y unos pocos especiales. De hecho, el próximo especial sale el año próximo

Lo que nos lleva a Japón. Lo tengo menos transitado pero de cuando en cuando asoma alguna serie —o Drama o Dorama o?— que llama mi atención. Imaginad cuando supe que tenían una llamada Trick en la que un profesor universitario de física hacía equipo con una —bastante desastrosa— joven ilusionista para poner en claro los poderes místicos de una serie de dudosos personajes que, habitualmente, acababan matando a alguien pro el camino. Los trucos mágicos es lo que tiene. De nuevo las diferencias culturales permiten que esta serie no tuviera episodios auto conclusivos sino temporadas —la primera, por ejemplo, de 10 episodios— que precisaba de dos o tres capítulos para explicar cada trama. Tres series, un especial, dos películas? ¿no adoran las excentricidades ficcionísticas ajenas?

Con la tontería los americanos tratan de hacer temporadas completas —en el peor de los casos completas significa 13 episodios— y darle una duración regular y constante en el tiempo logrando un abultado número de bajas y un aún más abultado número de series intercambiables. Los modelos británico o japonés demuestran que es más importante tener la idea y buscar luego cómo desarrollarla. Podríamos discutir si es a lo que tiende con los aplazamientos de este año, pero, la verdad, eso tiene otros motivos más sencillos.

Finalmente, la comparación con España, sus series non-stop y su necesidad de apilar horas sobre horas de los mismos personajes hace que nos demos cuenta de lo crudo que lo tenemos aún nosotros.

Menos mal que nos queda la Magia. Con deciros que esta semana casi ni me he pasado de duración de la columna, eso y que la que viene termino a como dé lugar con los Vampiros demuestra que estamos, sin duda, en día especiales. Los solsticios es lo que tienen.


LeVamp

¿Qué cambió en la sociedad para que una cadena de televisión —aunque fuera canadiense— decidiera darle una nueva oportunidad a Nick Knight? Casi podríamos decir que todo, pero dejémoslo en que los Vampiros habían vuelto. No se puede echar la culpa a la Primera Guerra del Golfo, igual que no se le puede echar al ahora olvidado Curro de la Expo de Sevilla . Así que digamos que hubo un interés por los vampiros que vino de tres frentes distintos:

Libros: La culpa es fue de Anne Rice. O quizá sólo fuera una carambola del destino. El caso es que su libro de 1976 Entrevista con el vampiro había logrado no demasiado éxito, que se traducían algunas palabras elogiosas de Stephen King —el hombre que parece tener una palabra amable para todo el mundo— y una base fan de culto. Su siguiente novela, de 1985, Lestat, el Vampiro, aumentó notablemente con toda la ambientación decadente y el cambiazo en la manera de ser de un icono que siempre había sido un privilegiado de la zona oscura. La idea de Condena o Maldición siempre se había asociado con el Hombre Lobo, igual que la Momia solía buscar justicia y a Frankestein le hubiera bastado con alguien que le quisiera por ser como era. Pero ahora Rice decidía que esta aristocracia del barrio era en realidad otra criatura doliente. Luego pasa lo que pasa y tienes Los Viajeros de la noche o Jóvenes ocultos que siguen matizando la condición vampírica desde una reivindicación de su condición de freaks aislados y solitarios. —Que, todo sea dicho, estaban siempre en grupos numerosos. Ese tipo de solitarios seres eran.— lo que poco tenía que ver con la idea de Vampiros roqueros de La Reina de los condenados (1988). Y mucho menos con el genocidio vampírico que allí se nos presenta y que es rápidamente obviado en las siguientes novelas que van a lo que van: Biografías de vampiros maricas célebres que lo pasan muy mal y aburren a las ovejas. En cualquier caso, los años noventa, desde el pistoletazo de salida de El Ladrón de Cuerpos de 1992 pertenecieron a la Rice en lo que al terreno del terror se refiere, sobre todo con la ayuda de la película del ’94.

Cine: Antes que esa adaptación del primer y ya lejano libro de la saga hubo otra revisión desde el gótico romántico de los chupasangres. Me refiero, obviamente, al Drácula de Coppola, que pretendía convertir a un personaje que para su creador era poco menos que la maldad encarnada en un ser solitario en busca de su amor largamente perdido. Esto es, si Rice toma el concepto de Maldición de los Hombres Lobo Coppola se apropia del Amor Reencarnado de la Momia y aquí todos contentos.

Rol: La tercera pata del banco podría parecer una tontería si no hubiera revolucionado los juegos de rol —suponiendo, claro, que admitiéramos el modelo Narrativo como Rol y no como Improvisación Teatral — y la forma en la que se entendía la organización nocturna y las relaciones entre jugadores. Animando a crear unos personajes interpretados y casi sin tirar dados, más cercanos a Mimos de la Ficción Lúdica, la aparición de Vampiro: La Mascarada marcó —profundamente— con sus organizaciones secretas, sus razas de distintos vampiros y sus líos de palacio en los que eran más importante las conspiraciones que las acciones en sí el hervidero para desarrollar la llamada Cultura Gótica y para acabar de propagar el Ideal Vampírico. Esto es, desde la primera edición de 1991, y la rápida segunda en 1992- toda una generación de jugadores quedaron atrapados durante una década entera.

Pero, volviendo a la irrealidad televisiva, toda esta acumulación sirvió para que los canadienses retomaran en el ?92 el proyecto de Nick Knight, que durante sus primeras temporadas se limitó a ser un extraño caso de Misterio de la semana con protagonista raro pero llegó la tercera y decidieron darle un cambio. Desarrollo total de la cosa vampírica y de las relaciones entre su mundo y el nuestro, Resultado: Cancelación.

Ese mismo 1996 que se cancelaba Forever Knight todo el potencial acumulado daba lugar a un curioso intento de serie: Kindred: The Embraced. La adaptación —oficial— a televisión de la ambientación rolera de Mundo de Tinieblas. Una serie centrada en un policía que descubre por casualidad el mundo vampírico, la existencia de los distintos clases y de la camarilla, pero pro una promesa no dice nada ni nadie le daña.

Si os parece complicado tendríais que haber visto el piloto. Auténtica locura de información poco procesada e inconpleta que lograba confundir más que explicar lo que pasaba allí. Digamos que la serie quería reflejar la ambientación perfectamente, pero no tenía el tiempo o la capacidad de desarrollarla, de manera que se limitaba a acumular referencias y datos que se la pusieran dura a los incondicionales pero que a los telespectadores ajenos sólo producían perplejidad. Tampoco hubo para mucho más porque El otro protagonista, el Príncipe de los Vampiros, murió en un accidente de moto. El actor, digo. Esto junto a la pobre audiencia hizo que se grabaran sólo ocho episodios. Más que de sobra.

Sobre todo para dejarle vía libre a una serie nueva que en 1997 adaptaba una película de 1992 que había pasado con más pena que gloria, en opinión de su guionista por culpa de las malas decisiones del director y los ejecutivos. Así que el bueno del creador fue a la tele a vender su idea de que el personaje podría dar más de sí, y expandir su universo. Y vaya si lo dio porque, como estáis imaginando, esa serie era Buffy.

De Buffy podría estar hablando dos minutos o toda la vida, procuraré ceñirme a lo primero. Buffy no es realmente una serie centrada o protagonizada por vampiros igual que no es una serie típica en muchos más asuntos. Su primera temporada es muy autoconclusiva y demasiado ocupada en tratar de arreglar el desastre de la película. Las referencias a la misma se irán perdiendo poco a poco igual que la referencia a la condición de forastera en Sunnydale de Buffy. Gracias, sobre todo, al trabajo vampírico de su segunda temporada. En ella el chico misterioso que la ha protegido desde el primer momento, Angel, que ha resultado ser un vampiro con alma, acaba con la virginidad de nuestra protagonista. Eso, a su vez, lleva a que él se convierta de nuevo en un vampiro malvado, sediento de sangre y se reúna con dos antiguos amigos que parecían ser los villanos oficiales de la temporada, Spike y Drusilla. Buffy se ve obligada a luchar contra sus sentimientos y acabar con Angel. Aunque, la verdad, el asunto se iría liando aún más. Vamos a lo importante: Angel se nos presenta como ejemplo del vampiro con alma, que ama a una chica pero tiene que mantener una cierta distancia porque sabe que lo contrario traería problemas para todos. Tenemos también en esa temporada a Spike, el desalmado y lenguaraz. La desaparición de Angel —hacia su propia serie— le proporcionó la posibilidad de regresar —descontando una brillante aparición previa en la tercera temporada— que hizo crecer al personaje hasta el mismo final de la serie. Si Angel anticipó a Edward Cullen Spike adaptó a los nuevos tiempos a Barnabas Collins. El vampiro inicialmente feroz al que los humanos van ganando para sí hasta lograr desarrollar una relación completamente humana en contra de lo que parecía posible en él.

Angel se desgajó de la serie madre en 1999 y se llevó consigo a uno de los grandes personajes que tenían en el reparto, la pijísima e insufrible Cordelia. Tras —de nuevo— una primera temporada bastante espantosa con Angel convertido en un detective vampiro empezó a desarrollarse una mitología propia y a enriquecerse el uso de personajes al a vez que se incidía en la soledad del protagonista y se sentaban las bases de unos cuantos conatos de relación. Angel, en sus cinco temporadas, fue el triunfo del nuevo Vampiro Angst. Arquetipo que sublima —en heterosexual— las ideas de las novelas de la Rice y que marcaría de forma definitiva la siguiente década.

Que, como os podéis imaginar, y por no exceder la amabilidad de los amigos de Libro de Notas, será en dos semanas. Con un poco de suerte no tendréis que soportar más vampiros y, además, conoceréis The Lair. La semana que viene lo que habrá aquí es magia.


P’alante

El mucho más adecuado nombre familiar Prolepsis fue descartado por pedante, así que vamos con P’alante , esa serie que los americanos tratan de hacernos creer que se dice FlashForward . Así nos va, claro. Serie de total actualidad las últimas semanas por la acumulación de noticias, cada vez más preocupantes, que hacen imposible no hablar de lo externo antes de lo interno pese a que los problemas de un lado vienen de las debilidades del otro.

Todo por culpa de la audiencia. El primer episodio logró los 12 millones. No es gran cosa comparado con los 15 de House o los 20 de NCIS pero ese día, por pura casualidad y unos pocos miles de espectadores, logró ser lo más visto del día. Sólo ese primer capítulo, pero ya era algo. El segundo estaba en 10 y para el siete seguía bajando hasta 8,5. Ahí empezaron a sonar alarmas, el que debía ser sustituto natural de Lost perdía seguidores en sangría y las críticas golpeaban duro en el armazón de la serie. El intento de demolición al evidente determinismo de la serie no sirvió para nada y lo intentos de arreglar la serie amontonaron problemas unos encima de otros. La difusión de un paron en la grabación de los capítulos con la finalidad de mejorar los guiones sólo sirvió para empeorar la situación. Daba igual que afirmaran tener grabados hasta el 12 y muy definidas las líneas fundamentales de la serie.

La interpretación inmediata no se fundamentaba en el mensaje que la productora trataba de mandar, parece obvio que “Tratamos de lograr el mejor capítulo de mitad de temporada” es la clase de basura que los publicistas intentan vendernos de continuo. En lugar de eso los bandazos de la serie y sus problemas de concepción hacían a la gente maliciar sobre el desconcierto de los propios guionista sobre el futuro de la serie y sobre el motivo por el que el público desertaba en masa. Lo peor del caso es que no era necesario hablar del tema, P’alante se emite en jueves en USA y ese jueves concreto era Acción de Gracias. Más aún, el modelo americano de emisión de serie tiene muy arraigado el hecho de ir haciendo miniparones o intercalando capítulos nuevos con los viejos de forma que otras muchas series —que irían desde comedias como The Big Bang Theory a dramas como House— no emiten todas las semanas un capítulo nuevo hasta terminar la temporada o la media temporada. El siguiente problema fue global. Cuando decides que una serie se emitirá lo antes posible en varios paises tienes que aceptar que ellos sllevan distintos ritmos. No necesariamente que vayan a ir más lentos sino que, de hecho, te pueden adelantar. Eso ocurrió con los Canadienses y la espantosamente desarrollada Harper’s Island —otro ejemplo de serie pupas que esperaré a que traten de emitir en España para desarrollar— y eso les ha sucedido con P’alante y los australianos. El décimo capítulo, que debía emitirse esta semana, se estuvo primero las redes de intercambio.

Si los americanos hubieran podido se hubieran llevado a Sinde en ese instante. Como no se limitaron a estrujar sus sombreros y balbucear. El resultado fue que este jueves se emitió el décimo capítulo con una audiencia de 7,3 millones de espectadores. No es que sea un dato especialemente malo pero en el contexto general de ese día significó que fue el 8º programa más visto y el 10º en el grupo de espectadores que interesan a los anunciantes, 18 a 49. Por delante estuvieron: Supervivientes, El Mentalista, Bones, CSI: Las Vegas, dos capítulos de Private Practice y The Office. En el grupo de interés también le adelantó 30 Rock, Fringe y, empatando, Community.

Todo esto teniendo en cuenta que CW sólo emitió repeticiones. Si volvemos al momento en que se estrenó logrando —sí, de chiripa, pero se logró— ser el primero del día podéis entender el ataque de nervios en que andaban. Así que decidieron no esperar a la emisión del 13 y mandarla ya al congelador. Para tener mejorados los guiones en el regreso de invierno, decían. Lo que pasa es que se pusieron a mirar y, vaya, quizá Enero no era tan buen mes… ¿Que tal Marzo? Efectivamente, no sólo han cortado la serie antes de tiempo y de mala manera, además han decidido poner meses de por medio. De tal forma que entre el 10 y el 11 transcurrirán no sólo tres meses y pico sino que el final de temporada ya no coincidirá con el día del FlashForward del 29 de Abril de 2010. Si es que ese día la serie sigue existiendo.

Pero… ¿Tantos problemas tiene? Pues depende. Para mí sí, pero es porque soy un ferviente anti-determinista. Tomemos las teorías clásicas de viaje en el tiempo y veamos que existen tres desarrollos básicos: Determinista, Lo que tiene que pasar pasará y ya te puedes poner como quieras que no hay forma de evitarlo; Multiversal, Lo que pasaba originalmente se puede evitar y el universo cambiará con lo que el punto de partida X será reemplazado por un universo X’ lo que lleva a que X siga tal cual —puesto que lo sucedido es inevitable para causar el viaje— y sólo ha habido un desplazamiento entre universos; Autoregulativo, El universo tiene una serie de pilares inmóviles que se encarga de autoregular, todo lo demás es contenible de tal manera que un viaje en el tiempo no causaría la multtitud efectos mariposa que son imaginables —de hecho, se cazarían unos a otros— y algunos hechos podrían ser cambiados mientras que otros acabarían sucediendo igual tarde o temprano. Esta última explicación es la que sigue la serie Dr. Who , los libros de Connie Willis o mi concepción del espacio- tiempo. También se puede encontrar brillantemente desarrollada en la excelente Misfits que es la serie de la que debería estar hablando yo aquí en lugar de dedicar el tiempo a esta debacle estadounidense, pero para todo habrá su lugar y momento.

Volvamos a la serie determinista y asistamos —atónitos— ante algunos momentos de la misma. Quizá el más brillante de los argumentos circulares se pueda ver en el del viejo Nazi —que ya tiene que ser viejo habiendo pasado 60 años del final de la segunda guerra mundial— que queda libre porque en su visión estaba libre. El detective asiático tiene oportunidad de cambiar esa visión al descubrir a la persona que comparte la historia en posesión de drogas pero el determinismo aplastante les lleva a actuar como piececitas de un reloj que no saben más que dar vueltas sobre sí mismos. No serán los únicos momentos de vergüenza ajena, también estudiarán el hecho de que los chinos hayan tenido un número de problemas menor. Todo ello mientras otros tres problemas quedan sin solucionar, de fondo.

El primero y quizá más grave es el intento de coralidad en la serie que se resume en que hay muchos personajes y cada uno está en una serie distinta. La coralidad no es mala si sabes cómo llevarla, y podría haber sido interesante teniendo en cuenta que todos tuvieron su visión pero el hecho en sí es que tenemos un bloque principal que es un thriller a cuyo alrededor orbitan una serie de médicos, una de mad doctors y… ¿un drama? La verdad es que el segundo problema es que todo es drama. Parece que las visiones de futuro no han servido más que para traer dolor y pesar a los corazones de la gente. Etc. Al ser un Universo Determinista nadie se para a considerar cómo evitarlo, o cómo arreglarlo. Se limitan a lloriquear por lo que les aguarda. Algunos muestran iniciativa y su lloriqueo incluye ir a la iglesia. Por aquello del lloriqueo organizado, supongo. Hasta el séptimo episodio —los bandazos,ya sabéis— no se nos muestra a un personaje estableciendo “su punto”, demostrando que pueden cambiarse las visiones. Lo hace de una manera tan drástica como estúpida, una constante en los —mal dibujados, peor llevados— pobladores de P’alante. Si quieres demostrar que la visión es falsa te basta con, pongamos por caso, cortarte una mano que estés usando o salir a la calle a pegar un par de tiros a vecinos que se creen vivos. Y si alguien descubrió en ese momento que su mujer le engañaba y la identidad del amante… ¿fue tan educado de no ir a por él a disuadirle? El problema final es de casting, no sólo porque el protagonista necesite más bífidus activos, en general los actores no son convincentes en su papel y alguno —*Monaghan* más notablemente— dan más risa que otra cosa.

Volvamos por un momento al problema temporal. Una de las frases recurrentes de la física cuántica —esto es, de las obras en las que toma parte— dice que El observador modifica lo observado. Incluso en el más ridículo sistema Determinista habrá que reconocer que la cotidianidad —teórica— de los actos vistos durante el P’alante se debe a que nadie esperaba que fueran vistos. Por contra, una vez establecido como suceso de importancia mundial nadie podrá realizar un acto cotidiano sabiendo que será un acto Memorable.
Esto es, un día cualquiera puedes ir al baño a las doce de la noche pero, ¿estarías el 31 de Diciembre? Pues eso mismo ocurre con el P’alante. Ese día y a esa hora todo el mundo estará pendiente del reloj. Y la única manera de arreglarlo mínimamente será que sufran otro P’alante pasando a convertirlo en una suerte de pescadilla de Moebius.

Pero habrá que esperar a Marzo del año próximo para descubrir si lograrán salvar la serie o, al menos, la dignidad. Claro que de momento ya han logrado alguna cosa, como torpedear la segunda del Fringe de Abrams y que yo tenga que retrasar el momento de postrarme de hinojos para rememorar la segunda temporada —¡y esa recta final!— de Sons of Anarchy.

Pero todo llegará; por ejemplo, la semana que viene, más vampiros.