ToTheRiver

Empecemos por el dato objetivo. En España la nueva temporada de Lost está teniendo en torno a un millón y medio de espectadores, lo que significa poco más de un 7% de share. Para contextualizarlo: Una cuarta parte de los que ven Águila Roja en TVE, o la mitad de lo que hace el último Gran Hermano en Tele5… O el doble de lo que consigue Bob Esponja en sus capítulos para Clan TV. ¿Qué significa esto? Pues que, una vez más, las series extranjeras no funcionan en España.

Vale, lo acepto. Quizá Perdidos no sea el mejor ejemplo de serie americana, pero sí ha sido —con mucha diferencia— la serie que más portadas, artículos y disecciones ha ocupado en las páginas de televisión y —esto es impotante- cultura de los diarios y revistas en los últimos tiempos. Entre su estreno en USA y en España, con sólo una semana de diferencia, todos los grandes diarios y la mayoría de revistas sobre televisión se centraron en ellos. Un despliegue que rara vez se da con ninguna otra serie.

El motivo parece evidente. Se han encargado de decirnos que es una serie innovadoras, distinta a las demás y abiértamente revolucionaria; una serie que demuestra que se puede mantener una trama general de misterio y una narrativa alejada de la linealidad. En resumen: Demuestra que la mayor parte de nuestra crítica ya ha olvidado Twin Peaks.

¿Estoy siendo injusto? Por supuesto. Con Twin Peaks, que fue incluso más innovadora en su momento de lo que compararla con Lost podría hacernos pensar. Después de esta serie hemos tenido otros ejemplos de “trama larga contínua”, quizá el más obvio es el de la serie que parecía destinada a reemplazar Twin Peaks: Murder One. Un caso de asesinato que estaba contado casi en tiempo real y que adelantaba las series “de trama larga” y, especialmente, Damages.

Entre tanto algunos espectadores habíamos tenido la oportunidad de seguir la nueva serie de Jennifer Gardner: Alias. Una serie que parecía un mal exploit de La femme Nikita, serie canadiense basada en la película de francesa de Besson, mezclada con algunas gotas no está claro si de _ Expediente X_ o de Cazatesoros. En esta serie una de las tramas principales era el Enigma Fibonacci. Una trama sin sentido qu eiba ocupando cada vez más tiempo de la serie y apartando y moldeando y retorciendo las tramas de espías. Al final los espectadores estábamos tan aburridos que dejábamos por imposible la serie. Lo que facilitó, claro, que les dieran Lost.

Con Lost estamos ante un problema similar: Es increible que exista una idea planificada, la mera suposición de que no improvisan sobre la marcha nos daría un halo de ingenuidad y sólo el fanatismo más ciego ligaría las salidas y entradas de los personajes a los deseos de los guionistas.

Pese a lo cuál su influencia y seguimiento por una parte importante de los espectadores de series extranjeras es más que notable. Cuenta con una comunidad fan ciértamente organizada. Tiene especial predicamente entre el Freakdom. Puntos todos que podrían hacer subir su share frente a un mínimo de espectadores prevenidos.

¿Cómo puede terminar la noche a doscientosmil espectadores de la enésima película repuesta del siguiente canal y en cuarto puesto que era quinto en algunas comunidades? —Volvemos con esto al pincipio de la columna— Pues porque las series extranjeras no nos interesan. No interesan sus temas, no interesan sus deas y no interesan su forma de planificar las series.

De manera que esto ha demostrado al menos una cosa, darle bombo y publicidad a un asunto en internet, prensa y la red que si el público objetido no traga no va a ir a mejor le pongas lo que le pongas. Habrá quien piense que es porque el espectador expectante se lo habrá bajado de inet, o porque no es tan bueno como lo de aquí. En cualuiqer caso ha servido para demostrar, con mucho aspaviento, que toda esa maquinaria, esos anucios, no había llegado a ser una aventura. Porque, repito, en España no llega al millón y medio.


Neoirrealidad

Antes de liarme en otra interminable sucesión de posts temáticos voy a aprovechar para tratar uno de esos temas sorprendentes de la televisión que me asaltan en ocasiones.

Ya sé que está creada una cierta corriente de opinión que señala a los no-consumidores de programas del corazón como escoria que se cree mejor que las personas normales. Las personas normales son, claro, las que ven estos programas —por más que una audiencia mayoritaria respalde al programa uno se sorprende al comprobar que la lógica elemental de que deberían superar el 51% para presuponer que le interesa a la mayoría no se cumple, misterios de la vida televisiva— por lo que ir contra ellos es meterse con El Hombre de la Calle. Y apostillar Más bien la mujer hace que,a demás, te llamen machista.

No contentos con ello han emprendido una campaña de reformulación, ya no son telebasura, ahora son… otra cosa. Todo esto viene de leer una entrevista a Jorge Javier Vázquez en el que se regocijaba de su Premio Ondas —recordemos, esos premios “de mí para mí por ser yo” que da el grupo Prisa; en este caso poco antes de llegar a un acuerdo con Tele5 para que comprara Cuatro—que aseguraba que lo que él hacía era Neorrealismo Televisivo.

No sé yo si le gusta el título de Neorrealismo y lo que ello implica o que está complétamente desorientado en lo que ello podría tener como razonamiento. Lo que sí puede afirma es que entre el Neorrealismo de toda al vida y esto no hay más que extraños sucesos. Comparar esto —casi cualquier esto—- con Ladrón de Bicicletas llevaría a un debate de horas. Emitir la película en horario de máxima audiencia también provocaría reacciones.

Es, en cualquier caso, una nomenclatura que prefiere a la clásica de Telebasura y, desde luego, un objetivo a lograr. Si reconfigura la realidad de la forma de dirigirse a lo que hacen parecen creer que también el asunto en sí cambiará. Algo tan refrescantemente Wittgensteiniano que casi se nota el interés por saber si lograrán que ocurra.

El concepto anejo eran las quejas del presentador por la forma en que se le trataba por los compañeros, especialmente los de La Sexta. Resulta algo más que curioso que se tenga un programa de éxito en el despellejamiento y la casquería y se sea incapaz de admitir la crítica negativa. Se ve que para él Roma, Ciudad Abierta era un musical feliz con cameos.

Sólo son un par de reflexiones-apunte que me hago, la semana que viene empezaremos duro con el SNL, mientras nos preoguntaremos: ¿por qué no puede darse en España? y quizá esto sea parte de la respuesta.


Doctorandos

Javier Calvo hablaba en Crystal Palace uno de los relatos de Los Ríos Perdidos de Londres, de lo complicado que era lograr capítulos de Dr. Who. La sitúa como un objetivo mítico y resulta lógico. Hablar de Dr. Who es hablar de una serie más grande que la propia vida. Incluso si nos ceñimos a criterios temporales. Poco menos que una creación de laboratorio de la BBC, a principios de los ‘60 el Doctor se convirtió en todo un ejemplo, santo y seña, de un cierto tipo de aficionados durante más de treinta años. Y así fue hasta los noventa. —Comprenderán mis silentes lectores que si me pongo a contar los años iniciales de Dr. Who no termino en un mes, si queréis apunto el tema para después del SNL pero hoy vamos al grano.—

A principios de los noventa decidieron cerrar la serie en su 25 temporada y su 8º Doctor. Uno de los grandes atractivos de la serie, que causaba desconcierto al principio, es la existencia del Doctor como un ente que va cambiando de cuerpo. De esa manera se explica los cambios de actor y se puede expandir la serie. Consideraron que era el momento de un cambio más grande, prepararon un telefim para el mercado UK y americano. En 1996 se presento el piloto/telefim y… ¿Os suena que hubiera algo más? Resulta sorprendente que a estas alturas los británicos no hayan aprendido nada.

Pero de los errores se aprende, por eso decidieron planificar mejor el siguiente paso, centrarse en el mercado UK que ha demostrado ser más inteligente siempre. Y lo primero que necesitaban era un productor. Un productor total.

Russell T. Davies era conocido por una cosa sobre las demás. No se trata de la serie de ciencica ficción juvenil Dark Season ni de la serie de Policiaco Paranormal Touching Evil, lo que le convirtió en una figura reconocida fue Queer as Folk. La serie de temática gay —pongámoslo así— se convirtió en algo más que un éxito planetario, demostró a un autor capaz de tocar distintos palos, hacer un trabajo de creación de personajes intenso y consiguió sacar sacar un éxito de algo que parecía condenado al nicho. En septiembre de 2003 y con la complicidad de la encargada de drama de BBC Gales le fue encomendado recuperar al Dr. Who para el mundo.

Pues claro que fue épico.

Davies podía ser conocido por QaF pero su trabajo principal fue con series de ciencia ficción, a ello se dedicó a continuación con The Second Coming, una recreación de la segunda venida de Jesucristo protagonizada por Christopher Eccleston, lo que sirvió para que le involucrara en el proyecto. La idea era que la presencia de Eccleston, un actor especialziado en pequeños papeles en obras y películas de calidad que incluían el protagonista en un montaje de Hamlet, demostraría que buscaban a actores de carácter y calidad y que ningún actor estaba demasiado por encima del personaje. Además, la corta estancia del actor —excepcionalmente corta y motivo de un agrio cruce de declaraciones en su día—, fue aprovechada para que los espectadores se familiarizaran con el concepto de renacimiento.

Otro asunto importante fue el presupuestario. Davies quería un presupuesto que permitiera desterrar los efectos espciales de plástico y espuma, que con todo el amor que el latex podía ofrecer, parecían ridículos a los espectadores más… Modernos. El gasto propuesto incluía, además, dinero para CGI —sob— que permitiera recrear alienígenas y parajes extraordinarios.

Pero lo que Davies trabajó sobre todo fueron los acompañantes. La relación del Doctor con sus acompañantes siempre ha sido uno de los puntos fuertes de la serie. Especialemente en el caso de Sarah Jane —la mujer que más tiempo le acompañó— y de El Brigadier —genial contrapunto y, por qué callarlo, preludio de la moderna Scully—.

Los Acompañantes podían ir variando dentro de un mismo doctor o ir pasando entre renacimientos; con la llegada de la Etapa Davies se tejió un grupo de nuevos acompañantes, mujeres en su mayoría que acabarían recorriendo los cinco años de la serie. De hecho, el cuarto año está centrado en ellas.

La primera temporada, la de Eccleston, tiene tantas particularidades que resulta difícil resumirlas todas. El Acompañante propiamente dicho es Rose Tyler, la primera, una chica de barrio, inglesa hasta la médula pero en un estilo modelo —no en vano escogieron a la antigua estrella juvenil de pop Billie Pipper— y que permitía a la audiencia joven y femenina conectar con el personaje, ponerse en el lugar del sidekick. Pero con la desaparición de Eccleston resultó ser el acompañamiento y ella el nexo que ayudaba a la audiencia a entender el concepto de renacimiento que indicábamos antes. Su reacción sincera y cálida ante la llegada del 10º Doctor, interpretado en un registro más blando pero igualmente excelente por David Tennant —*_Blackpool_*— ayudaba a los espectadores a entender los parámetros manejados por la serie y, de paso, a crear un sólido grupo de secundarios con la familia de ella, su madre y su novio. Los avatares de esta última relación irían marcando toda la estancia de Davies en la serie convirtiéndose, por tanto, en el personaje central de Los Años Davies.

Como contraste y, en cierto modo, continuación, la tercera temporada estará marcada por la presencia de Martha Jones, una heroína de acción tallada desde una estudiante de medicina, será una chica resuelta que lo mismo tonteará con el Doctor que sabrá hacerse imprescindible de la creación de Torchwood y, a la vez, no quedarse allí. Pero antes de hablar de Torchwood hay que mencionar al Capitan Jack. Jack Harkness, aventurero pansexual —recuerdan lo de QaF, ¿verdad?— y otro de los grandes personajes de Davies que será a la vez aventurero independiente y acompañante insoslayable. Podría haber sido todo el mascarón de la serie si no fuera porque terminó en su propio proyecto. Un proyecto parecido a lo que Davies hacía antes del Doctor y que, de hecho, suena a mimbres reciclados. Torchwood, una unidad de control de los extraterrestres que, francamente, también merecería artículo por separado propone no sólo un tratamiento de lo extraterrestre sino, además, un ejemplo de cómo debería ser una serie coral de componente sobrenatural, incluso si no pareciera estar ahí para dar lecciones sobre sexualidad, integración o fibra moral. Todo lo cual debería dejar claro que para quien esto escribe la tercera temporada es el zenit de la etapa Davies.

Con la cuarta acompañante, Donna Noble, regresamos a las mujeres británicas —*muy británicas*— esta vez de mediana edad. Regresamos también al protagonismo familiar siendo el abuelo de Donna casi tan importante como su nieta. Lamentablemente el proyecto empezaba a sonar a cansado, ideas como la del otro-doctor suenan más a refrito de algo que se podía haber usado con Rose que a propios de la entidad de Donna y, lo que es peor, cuando se vaya cerrando la trama que hace confluir a las acompañantes del Doctor quedará claro que es la más prescindible, un instrumento para lograr algo que parece imposible: Calmar el insondable ego de Davies.

La finalización de su etapa tras la fantástica tercera temporada podría haber sido una excusa perfecta para crear un grandiosa cuarta temporada que sentara las bases para un nuevo doctor. O podría haber sido una historia completa que diera continuidad a la saga. En lugar de eso Davies se pasa toda la cuarta temporada y lo que podría haber sido una quinta y terminan siendo sólo un puñado de especiales, haciendo que todo se quede en una llorica autofelación.

Es aceptable que Davies se sintiera molesto, aplastado ante el exceso de spin-off tras Torchwood y —sobre todo— The Sarah Jane Adventures, la preparación de un programa sobre K-9 o series infantiles animadas como The Infinite Quest y Dreamland. El Doctor era el Lobezno de la televisión británica. Y Davies no quería que se lo tocaran.

Olvidaba que estaba usando un personaje creado hacía más de cuarenta y cinco años, por el que habían pasado los mayores guionistas del Imperio y con el que estuvieron involucrados 8 actores sólo en su papel principal.

El Doctor no era su juguete pero Davies decidió comportarse como el niño malcriado al que obligan a compartir, incluso sabiendo que el nuevo jefe sería Steven Moffat, guionista de grandes capítulos de la nueva época como el inconmensurable Blink.

Por ello la cuarta temporada será un camino hacia lo que Davies parece considerar correcto, como darle un Doctor humanizado a su marysue Rose Tyler, reescribir el pasado de los Amos del Tiempo o acabar convirtiendo al Doctor en una caricatura llorica y enfadadiza capaz de actuar en contra de lo que él ha estado explicando, como en Las Arenas de Marte. Tennant spbreactúa presentando a un Doctor que tienen miedo a la muerte, algo increible para los que conocemos las anteriores reencarnaciones, también inexplicable es que un Amo del Tiempo logre llegar tarde como ocurre en el último especial doble. Y todo porque se resiste a sumir que su tiempo terminó. Si le añadimos un epílogo con tantos finales que El Señor de los Anillos parece su propia versión abreviada para que pueda darse el gusto de repasar a todos los Acompañantes y despedirse de ellos y… en fin. He visto cabreos en el mundo de la mafia llevados con más elegancia.

Con lo magníficas que fueron las primeras temporadas y lo excepcional que es Torchwood, deslucir toda su etapa en los dos últimos años —también es cierto que de cinco— sólo puede entristecer a los fanes del Doctor.

Pero miremos la parte positiva, la Etapa Moffat está a la vuelta de la esquina, en Marzo, y ahí tendremos que ver cuál será el nuevo rumbo y como se comportan el 11º Doctor, interpretado por el jovencísimo Matt Smith —tener éxito en USA trae estos lodos, señores— y que contará como Acompañante con Amy Pond, interpretada por la también extremadamente joven Karen Gillian. Pero eso es otro tema que habrá que sopesar en Abril.


DisLates

Ya tenemos todas las piezas para explicar lo sucedido con los Lates, pero antes, un prólogo de 2004.

En ese año sucedió algo indispensable para entender el posterior movidón: La NBC decidió que no podía dejar escapar a Conan O’Brien.

Acababan de pasar diez años desde su primer programa al frente de Late Night y estaba estudiando otras ofertas. La ABC acababa de cerrar el Late de Bill Mahler tras cinco años y la FOX había pasado de ser la dubitativa cadena que empezó a finales de los ochenta para consolidarse durante los noventa y empezar a lograr audiencias espectaculares con el cambio de siglo, pero aún necesitaban un Late . Por no hablar de la siempre de fondo Comedy Central.

Novios no le faltaban a O’Brien, así que la NBC contraatacó con uno de sus clásicos movimientos: Convencieron a O’Brien que si se quedaba le darían el Tonight Show en cinco años. Y, como ya establecimos la semana pasada, ser el presentador del Tonight es mucho más de lo que pueda ofrecer nadie. Por supuesto eso significaba que en 5 años el presentador que estaba en ese momento, Jay Leno, tendría que despedirse de su audiencia y buscar otro hueco. Pero, eh, eso sería un problema para los directivos de centro de 5 años. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Así que hablaron con Leno, le convencieron —la otra opción era cambiarle en el momento— y así Leno aceptó realizar este cambio. Más aún, salió en la tele, en el Tonight Show, anunciándolo.

Incluso habló de hacer lo correcto y de evitar los problemas que ocurrieron con la marcha de Carson. (Hay quien dice que Carson, a quien aún le quedaban dos años de vida, comentó que el único problema fue el propio Leno) El propio O’Brien comento el anuncio en su programa y todos tan tranquilos, total cinco años es mucho tiempo…

Ya estamos cinco años más tarde. Se pasan volando los años cuando uno los disfruta. Y, la verdad, 2009 no pudo ser una elección más desafortunada. Año post-electoral y, por tanto, sin el tirón de ver a los candidatos dándose de leches, y año de Crisis, de todo tipo de sectores y materias. Con una NBC tan confundida que ni se les pasó por la cabeza cerrar 30 Rock pese a que sus directivos eran frecuentemente satirizados. Para los Late tampoco fue un buen año, David Letterman vivió un escándalo sexual cuando se reveló que habían tratado de extorsionarle a cambio de que no se hicieran públicos sus affaires con mujeres del equipo del programa —¿Ustedes pensaban que Pepe Navarro había inventado algo?— y en la cadena de enfrente…

Jay Leno, tras sus inicios problemáticos el Tonight, volvió a ser el líder de las noches, bien es cierto que con menos audiencia y Leno se resistía a ceder el asiento. No es que fuera algo sorprendente pero sí inesperado para los señores de la NBC. Eso dice mucho de su capacidad de previsión. De modo que contraatacaron ofreciéndole un programa nuevo, al fin y al cabo si bien Leno estababa bastante pasado para Comedy Central sin duda alguna la FOX le aceptaría encantado, e incluso la ABC —que tenía ahora Jimmy Kimmel LIVE!, tras cinco años de programa nocturno de Mahler— no dudaría en ajustar su parrilla y así decidieron que tendría un programa a las 10. En horario de máxima audiencia. Mucho mejor que el del Tonight —salvo, claro, que no era el Tonight— y, parecieron pensar los señores de la NBC, si cuela será un acierto histórico.

Mover a Leno a las 10 significaba dejar una hora entera vacía de series. Es decir, ahorrarse la producción de una serie dramática de 40 —o dos cómicas de 22, pero es raro que tan tarde se emita una serie cómica— . Cada noche durante cinco días. Obviamente los gastos de producción de un espacio de entrevistas son mucho más bajos que los de una serie, no hablemos ya si hablamos de toda una semana. Esta semana, por ejemplo en la CBS CSI:Miami, Good Wife, CSI:NY, El Mentalista y Numbers; en la ABC: Castle , Lost, Ugly Betty, Private Practice y el programa de reportajes 20/20; en la FOX, por contra, es la hora de las noticias —el resto de cadenas echan su informativo nocturno de 11 a 11:30— con lo que la batalla les pillaba algo más lejos. Pero haced un cálculo de lo que cuestan esas series y lo que se ha podido ahorrar la NBC no emitiendo ninguna de la suyas.

Sorprendentemente a los señores de la NBC no se les ocurrió que la gente preferiría ver el CSI de turno, El Mentalista, Lost o cualquiera de las otras grandes series del momento antes que dos entrevistas y un puñado de chistes. Estaban convencidos de que arrastrarían a la audiencia del Tonight a ver un programa una hora y media antes, luego las notivias y luego el Tonight… El tipo de enajenación demente que no funciona ni en las películas de Mad Doctors. Hasta en UHF hubiera sonado descabellado.

Como los tipos que nos entretenemos pensando enla tele tenemos que prever cualquier locura hubo incluso quien dió la voz de alarma por si funcionaba y las cadenas decidían sacrificar una hora de su producción ficcional dramática —en el caso de la FOX, sus noticias— para adelantar sus Lates—, mucho más baratos en tiempos de crisis. Pero no, tras unos buenos datos sus primera semana —ayudado por el hecho de tener de primer invitado a Kanye West tras el revuelo de los premios *MTv*— las audiencias fueron bajando, pasando de pobres a preocupantes hasta terminar su desplome en código rojo. Pero recordemos lo que venía y a dónde iba.

Conan O’Brien llevaba desde junio al frente del Tonight Show, con resultados más bien discretos. Claro que en el Late Show le llevó tres años adaptarse y ahora parecía confuso de nuevo. Al fin y al cabo hay menos libertad según se acerca uno a Prime Time. Si algo le sobraba pues era el lastre que supuso a partir de septiembre heredar las audiencias de Leno.

¿Qué decidió la NBC? Decidió que el programa de Leno sobraba. También decidió hacer un pedido record de pilotos, llevaba más de diez años sin solicitar tantas series, algo que hace recordar el desastre del ’83 cuando ninguna de las series contratadas logró segunda temporada —¡y eso que contaban con Manimal!— y, por descontado, decidió que algo había que hacer. Obviamente volvían al punto de partida. No podían dejar que Leno se largara de la casa. Ya lo habían sufrido antes con Letterman y no parecía buena idea pasar a tener dos peses pesados en contra mientras O’Brien estaba tan verde. La primera opción fue atrasar el programa. El de Leno ocuparía la franja del Tonight, el Tonight el del Late y el Late… en palabras de su antiguo presentador, David Letterman pasadas las doce dejaría de ser el Late Show para volver a ser el Tomorrow Show.

No le hizo gracia a nadie. Bueno, Jimmy Fallon, el sustituto de O’Brien en el Late no dijo nada, pero eso seguía su política de mutismo con todo el problema. Los otros dos sí que hablaron. O’ Brien se negó en redondo. Conservar el nombre no significaba nada si le volvían a poner en su antigua franaja horaria seguido por el programa de Leno. Bueno, sí, significaría que la promesa antigua quedaría en cambiarle el nombre a su programa. Y LenoLeno no quería un sucedáneo, volví a su antigua franja, vale, pero él quería ADEMÁS el nombre. ¿Cómo sorprenderse? Leno siempre ha sido un depredador voraz. La NBC le ofreció todo tipo de cosas,otro programa incluso. Pero Leno estaba decidido, y así lo comentaba en sus monólogos, si no tenía de vuelta el Tonight quizá pudiera pasarse por otros parajes, como Fox.

La bronca empezaba ser demasiado aparatosa para poder gestionarla, el resto de canales se fijaban en ellos y David Letterman, en particular, se lo estaba pasando bomba recordando su propia experiencia y avisando de que Leno era un especialista en robar el Tonight a su legítimo presentador. Pronto las menciones ocasionales pasaron a ser parte de una guerra clara, un todo contra todos al que se apuntó rápidamente Jimmy Kimmel.

Tampoco para él fue un año fácil. Había dado el salto a la ABC después de la marcha de Mahler y tras los rumores que situaban a O’Brien al frente del Late y llevaba en el puesto seis años ya. Durante los últimos cinco había sido novio de la cómica Sarah Silverman pero eso se terminó este año. 2009 no le gustó a nadie. Así que lo último que necesitaba era que, además, se rumoreara que su cadena estaría dispuesta a darle el hueco a Leno o a O’Brien. Independientemente de que la cadena afirmara lo contrario. Eh, ¿quién quiere darle
credibilidad a una cadena? Así que entró duro y a la cabeza, hizo todo un programa imitando ácidamente a Leno para que sus espectadores supieran lo que podían esperar si la cadena le contrataba: Un programa plano, falto de ingenio, egocéntro y despreciativo con los invitados.

La respuesta no se hizo esperar, le invitaron al programa de leno. A una sección en que un personaje público responde diez preguntas del presentador. Preguntas con inquina, claro.

Pero Jimmy Kimmel se las arregló para sacar a colación a O’Brien, recordarle a Leno que prometió en 2004 dejarle el *Tonight* y decirle que dejara de jugar con los programas de los demás, que tanto él como O’Brien tienen hijos y todo lo que depende de Leno es una colección de coches caros.

¿Les he dicho ya que el de Kimmel es mi Late favorito? Pues aquí demostró que, además, tenía suficientes cojones para repartir. Leno fue hundiéndose en el fango, respondió a las críticas por robaprogramas de Letterman haciendo chistes sobre acostarse con su equipo, dijo que O’Brien había fallado en crear un programa durante más tiempo que él y lloriqueó sobre lo malos que eran todos con él. Fue vergonzoso. Sólo fue peor en la entrevista de hace unos días con Oprah.

O’Brien se largaba. Negoció para poder llevarse a sus secundarios, a sus personajes, al Oso Masturboso y Triumph el Perro Insultador, para poder vovler cuanto antes. Al final pasará siete meses en el dique seco. Meseses que la NBC espera que sirvan para tranquilizar el ambiente. Los pobres.

Conan se pasó sus últimos programas dándole caña a la NBC, especialmente a sus ejecutivos, y soltando alguna pulla a Leno. Recuperó la forma de manera instantánea pudiendo hacer y decir casi lo que se le antojara, míticas ya son sus ideas de contratar lo más caro que le llevó a disfrazar un Bugatti de ratón o a buscar formas creativas de meterse con la cadena, un ejemplo:

No tenía pensado incluir más YouTubes para no eternizar esto —sí, lo sé, no se rían— pero creo que esto es necesariopara entender cómo se ha soltado. De tal forma que además de la FOX —recordemos que la ABC ha respaldado a Kimmel— se rumorea también un paso a Comedy Central para acabar de rematar la dupla _Daily Show / Colbert Report _. De hecho, Jon Stewart lanzó también varios dardos a Leno por todo lo que estaba montando. No habló mucho más del tema, algo parecido a la postura de fallon y de Craig Ferguson, aunque por motivos distintos.

En el caso de Stewart era más un asunto de desprecio hacia los gestores de la NBC, hacia esa política que les ha llevado de ser los primeros tras la etapa Tartikoff hasta su actual posición de cuartos. Una serie de malas decisiones de las que este rifirafe sería punto culminante.

Fallon, por su parte, permanecía callado sobre lo que ocurría en su cadena y algunos quisieron ver una estrategia en ello. La pieza fundamental aquí era Lorne Michaels, creador del SNL y productor no sólo de su programa, también de 30 Rock —que tiene unos números flojuelos pero gana premios— todos ellos para la NBC. Recordemos que O’Brien fue guionista del SNL y regresó a la NBC reclamado por él para sustituir a Letterman. Quizá Michaels hubiera podido ayudarle, quizá Michaels esté apoyando a Fallon por despecho. En cualquier caso, y salvo sorpresa de última hora, Fallon seguirá en el Late tras el Today de Leno. Así que el resumen de 2008 a 2010 es que Fallon es el sustituto de O’Brien y el mejor colocado —por tanto— para sustituir a Leno.

Finalmente, Ferguson es el que ha tenido mejor gusto a la hora de explicarse. Permítanme la traducción:

Veo todos estos… problemas en los Lates, ya sabéis, con todos diciendo “Oh, Jay va a ir aquí y Conan irá allá y, quién será, ya sabéis, el próximo blanco de mediana edad que se va a llevar X millones de dólares.” Y yo pienso para mí: “Me parece embarazoso”, porque yo, yo sé que esto no es en realidad un Late Night Talk Show – es algo que ocurre a la vez- pero un montón de veces, muchas veces que me pongo a pensar en esto y me siento molesto, me siento como si estuviera en AIG o algo así, como si fuera un ejecutivo o algo… un ejecutivo de AIG. Así que no pienso hablar más del asunto, hay noticias reales que son más importantes, esas personas de Haiti y lo que les está ocurriendo. Es tan… es tan horrible. Horripilante. Posiblemente sea uno de los peores desastres naturales en, aparentemente, toda la historia. Así que, hum… creo que es más importante.

No es el único parlamento memorable. La despedida de O’Brien, bastante más conciliadora que sus semanas anteriores, es probablemente lo mejor de todo el paso de O’Brien por el Tonight. Lamentablemente ya se han encargado de que no se pueda insertar pero aún se puede ver aquí

Y con esta intervención y la certeza de que a finales de año habrá que volver a tratar el tema lo dejo ¡por fin! por hoy. Creo que debo haber batido algún record negativo. En fin. La semana que viene prometo una columna más corta hablando de vamp… ¡Del Dr. Who! ¡Eso es!