Sark de Oro 2014: Repaso al año o Bajo el mismo libro.

Menudo año. También para los libros. Y, por supuesto, para echarle un ojo a cómo se van moviendo las cosas. Parece que no hay una tendencia tan clara como otros años, posiblemente porque el que más cerca ha estado ha sido un libro de hace dos años a cuyo autor la editorial ha exprimido a conciencia. En fin, cosas que pasan. La verdad es que las tendencias, como hemos visto en la Lista de Sandías, ha sido reaprovechar lo que ya había para tratar de sacar más dinero. Pero vamos con el texto de siempre (y sus pequeñas actualizaciones).

Un año más (15 años vamos a cumplir esta vez, y parecía que fue ayer cuando empezamos con la tontería) aprovecho el comienzo de año para entregar el “Sark de Oro” al libro que más me ha gustado del año recién concluido

Comienzo con la clásica advertencia así que quien quiera pasar al resumen del año que se salte este párrafo. Las listas de “Lo mejor de…” acaban siendo los resultados de la intersección de los gustos personales con los libros leídos a lo largo del año. La posibilidad de que haya aparecido un libro revelador y no salga en esta lista puede deberse más a no haberlo leído que a criterios de selección. Recapitulando en estos años y para que quede constancia, los anteriores Sark de Oro recayeron en “El Hada Carabina” de Daniel Pennac“Huérfanos de Brooklyn” de Jonathan Lethem“Cíclopes” de David Sedaris,“La Disco Rusa” de Wladimir Kaminer“La Mosca” de Slawomir Mrozek“El Martillo Cósmico” de Robert Antón Wilson “Pégate un tiro para sobrevivir” de Chuck Klosterman, “Las Ovejas de Glenkill” de Leonie Swann, los“Cuentos Completos” de Connie Willis, “Al pie de la escalera” de Lorrie Moore, “Mi Tío Napoleón” de Iraj Pezeshkzad, “Los amigos de Eddie Coyle” de George V. Higgins, “Hermana mía, mi amor” de Joyce Carol Oates y «Boston. Sonata para violín sin cuerdas» de Todd McEwen

Aviso, también como casi todos los años, de que mis lecturas suelen determinarse por escuderías, es más sencillo que lea algo de Asteroide, EsPopÁtico de los libros o Valdemar que lo haga con lo que sacan PlanetaAlfaguara Anagrama. Vamos, que no pretendo engañar a nadie: No me he leído todo lo publicado ni de lejos. Dicho lo cuál y antes de entrar en los ganadores de este año vamos a repasar lo que han hecho los editores.

Aunque no hay demasiado que contar de las grandes. Pero por suerte este año pasado también tuvimos a las pequeñas editoriales moviéndose, incluso aunque fueran distintas a las que se movía en años anteriores. Lo bueno es que entre las Epístolas Librescas y los Libros que Llegan se puede uno hacer una idea de lo que teníamos sin necesidad de sacar demasiados nombres, pero digamos que este año hemos visto un poco de todo. Desde la constatación de los interesantes proyectos editoriales de La Felguera -como el estupendo Valle-Inclán y el insólito caso del hombre con rayos X en los ojos– o el de Sajalín -con tres libros tan brillantes este año como el libro de relatos Los niños se aburren los domingos de Jean Stafford y los dos de entorno bélico Sin visado de Jean MalaquaisLos favores de la fortuna de Frederic Manning– a un cambio de guardia en la novela negra que veía hundirse a uno de los grandes sellos de los últimos años y aparecer a un avatar que merece mejor suerte para el futuro.

Propuestas mínimas como Siberia y su Le Park, Mr. Griffin con Las aventuras de Jonathan Corncob o Ginger Ape y La nariz de un notario, han  estado ahí para recordarnos lo importantes que son. Incluso alguna otra que se prodiga menos de lo que desearíamos nos ha dejado un gran recuerdo para este año, me refiero a la magnífica Una singularidad desnuda de Sergio de la Pava, que demuestra lo necesario que es apoyar a Pálido Fuego cuando hace las cosas bien.

Aunque reconozco que la editorial que más ha hecho por ganarse de nuevo mi respeto este año es Valdemar, que sigue interesada en diversificarse y, a la vez, siendo fiel a sus principios rectores. De manera que pudimos disfrutar de obras que entran en la línea clásica de la casa -como La araña (y otros cuentos macabros y siniestros) de Hanns Heinz Ewers– unidos a lo mejor de sus nuevos proyectos -véase John muere al final de David Wong – y aún les queda tiempo para sus colecciones de westen o para publicar al apreciado José Maria Latorre un último libro de relatos, Música muerta, y a la siempre magnífica Pilar Pedraza un ensayo de calibre como Brujas, sapos y aquelarres.

Ha sido un buen año para el fantástico y sus cercanías. No solo por recuperaciones estupendas como la nueva edición de El maestro y margarita de Mijaíl Bulgákov por Nevsky Prospects y la magnífica edición, con ilustraciones de Alejandra Acosta, que Sexto Piso hizo de La cámara sangrienta de Angela Carter, posiblemente las dos mejores recuperaciones del año junto a la del imprescindible La noche a través del espejo de Fredric Brown por Reino de Cordelia. También por dos motivos tan diferentes como haber ayudado a apuntalar la recuperación de los bolsilibros y por la variedad que ha llegado a ofrecernos este año.

En cuanto a lo primero, hemos visto aparecer editoriales como DarkLand que recuperaban clasicazos españoles como Rancho Drácula de Silver Kane y El fantasma de Baker Street de Curtis Garland y también continuar proyectos más actuales como el de Memento Mori o, sobre todo, el de Prosa Inmortal, que ha dado lugar a uno de mis libros favoritos del año -aunque quede fea decirlo teniendo en cuenta la amistad que me une a su autor- como es Mataré a vuestros muertos de Daniel Ausente. Pero es que incluso en libros que no eran bolsilibros como La santa de Mado Martínez (ed. Algaida) se podían encontrar restos.

La verdad es que ha sido un buen año para el género fantástico en un montón de frentes diferentes, sobre todo con la multitud del recopilatorios de relatos, bien los de autor como La glándula de Ícaro de Anna Starobinets en Nevsky Prospects y el inicio de la publicación con Nacido de hombre y mujer de los cuentos completos de Richard Matheson, o como las dos antologías que Cátedra ha publicado este año y que no podrían ser más diferentes, por un lado Relatos hispánicos asombrosos y de terror y por otro la de Letras Populares Historia y antología de la ciencia ficción española en edición a cargo de Julián Díez y Fernando Ángel Moreno y se queda un poco en medio el bestiario clásico Guía ilustrada de monstruos y fantasmas de Japón de Sekien Toriyama que ha editado Quaterni y que quedaría como punto intermedio entre las antologías y las obras unitarias. Luego ya un poco de cada en cada campo, ciencia ficción tan opresiva como magnífica en El Marciano de Andy Weir,  space opera cómica en Redshirts de John Scalzi, la ficción metalingüística de Lexicón de Max Barry, el postapocalipsis en el que aún queda la esperanza de La constelación del perro de Peter Heller, el sorprendentemente diferente La comemadre de Roque Larraquy sobre experimentación médica en la nueva colección de Turner, y el homenaje a los terrores de su padre que hace Joe Hill en NOS4A2.

Padre que, mientras tanto y como quien no quería la cosa, se pasaba a las cercanías de la novela negra con Mr. Mercerdes. Este año se han notado esas fluctuaciones de poder en la novela negra y quizá no hayamos tenido la enorme cosecha de años anteriores, pero lejos de significar eso que no haya habido novedades de calidad. Empezando por el final tendríamos la brillante antología American Noir, a cargo Otto Penzler que ha publicado Navona, con una buena muestra de relatos de grandes autores estadounidenses o la negra negrísima barcelonesa de Tomás Salvador en Los atracadores que nos ha recuperado Salto de Página, empezando por el principio podríamos mencionar los Trabajos de amor ensangrentados de Edmund Crispin que nos devuelven a un Fern en plena forma, o ese magnífico tocho antológico que es Cuentos de detectives victorianos en Alba. Y en medio de todo eso una buena cantidad de títulos destacables como la llegada a España del gran Seicho Matsumoto con El expreso de Tokio, la nueva entrega de las investigaciones de Ana Martí con El gran frío de Rosa Ribas y Sabine Hoffman y, por supuesto, dos libros magníficos. Uno de ellos por lo que representa, una antología de autora con protagonista investigadora, reunido en Alrevés con el título de Fundido en negro. Y por encima de todos ellos uno de los mejores libros que he leído este año, mitad fábula afilada, mitad novela negra en género y en humor, me refiero a la muy inglesa aunque notablemente canadiense Matemos al tío de Rohan O’Gary que ha editado para mi solaz y regocijo Impedimenta.

Aprovechemos un momento para señalar que otra de las señas de este año ha sido la houdinixplotation que ha permitido la publicación de títulos muy distintos, desde los de producción directa como Traficantes de milagros y sus métodos -que ha publicado Nórdica con grandes ilustraciones de Iban Barrenetxea– a los que se limitaban a mencionarlo para usarlo –masomenos– de gancho como la mirada al interior del mundillo ilusionista y sus trucos que hace Alex Stone en Engañar a Houdini, en Debate. Pero sin duda los grandes protagonistas han sido dos textos para La Felguera aprovechando el gran año de la editorial. Por un lado contraponiéndole a Conan Doyle en Sherlock Holmes contra Houdini y, por el otro, haciendo un nuevo e inesperado emparejamiento/confrontación en otro de los grandes libros del año, un ensayo magnífico sobre una historia poco conocida en la ya mencionada  Valle-Inclán y el insólito caso del hombre con rayos X en los ojos.

La verdad es que el ensayo ha tenido este año el fuste y la variedad que no han tenido otros campos, bien es cierto que ha habido novedades generalistas tan interesantes como La madre de Edward St. Aubyn y otras de editoriales independientes que han merecido tanto la pena como Los políglotas de William Gerhardie en Impedimenta o Los Reconocimientos de William Gaddis en Sexto Piso, y que algunas editoriales han tenido la buena idea de empezar nuevos proyectos como el mencionado de Turner, la entrada de Principal de los Libros en el cómic publicando Hipérbole y media de Allie Brosh o la de Sexto Piso en la poesía con Alfabeto de Inger Christensen.

Pero mientras tanto en ensayo hemos podido disfrutar de libros tan gozosos como el malévolo recorrido por el mundillo cultural y político español de los años ’60 y ’70 -y también un poco más, hasta 1996- de El cura y los mandarines de Gregorio Morán que tras notable periplo ha terminado sacando Akal y que quien esto escribe ha gozado como cochino en cenagal. O la imprescindible mención a El capital en el Siglo XXI de Thomas Piketty que Fondo de Cultura Económica ha tardado la misma vida en publicar en español.

Además de esto hemos tenido también aquí para todos los gustos. El repaso histórico de ¿Por qué manda Occidente… por ahora? de Ian Morris en Ático de los Libros o las crónicas deportivas que traen mucho más en El Giro de Italia de Dino Buzzati que publicó Gallo Nero demuestra la gran variedad de temas. Biografías como Arte salvaje de Robert Polito -sobre Jim Thompson– en Es Pop o El gran depredador de Lucy Hughes-Hallett sobre D’Annunzio y autobiografías como Nobles y rebeldes de Jessica Mitford , incluso con el sesgo más literario como en Una infancia de Harry Crews en Acuarela, aunque reconozco que en este campo siento aún especial predilección por la historia del padre de Alejandro Dumas (Padre), El conde negro de Tom Reiss.

Grandes libros y un buen trabajo también en editoriales grandes como Debate que nos han traído el recopilatorio Escritor en guerra de George Orwell, el repaso histórico De animales a dioses de Yuval Noah Harari y, por supuesto, otra de las especialidades del año, el acercamiento a la historia social y cultural de la cocina que se centraba en este caso en la italiana con Delizia! de John Dickie. Un buen año este también para la cocina que ha visto publicado también en esa editorial Cocinar: Una historia natural de la transformación de Michael Pollan. Por cierto que también de cocina aunque ya recetarios hemos podido conseguir Jerusalén. Crisol de las cocinas del mundo de Yotam Ottolenghi y Sami Tamimi en Salamandra o  Pan y dulces italianos de las Hermanas Simili en Libros con Miga.

Con esto y todo aún quedó espacio para libros sobre lenguaje y literatura/traducción casi imposibles como La novela múltiple de Adam Thirlwell, o del análisis de datos de La señal y el ruido de Nate Silver, la historia de los voluntarios alemanes de la Legión Cóndor en La guerra como aventura de Stefanie Schüler-Springorum y, siguiendo con la Guerra CIvil y las sorpresas que aún podemos encontrarnos, Hotel Florida de Amanda Vaill , por cierto que este no es el único libro interesante en la sección de no ficción de Turner, ahí están también las extrañas biografías de Inventar en el desierto de Miguel A. Delgado. Todo esto y, además, la aparición estelar de Byung-Chul Han, un nuevo filósofo controvertido de entre cuyos múltiples libro destaco Psicopolítica -todos en Herder– que por un lado trata de explicar los mecanismos de seducción y el uso de la actitud positiva y proactiva que sigue el neoliberalismo para controlarnos y por el otro se empeña en mantener opiniones difíciles de mantener sobre cualquier aspecto negativo o de comunicación social que se nos pueda ocurrir. Pero interesante, en cualquier caso.

Es curioso pero parte de los mejores libros de ensayo que he leído este año han sido en inglés. Ya hablamos por aquí de los libros de entrevista sobre el humor Poking A Dead Frog de Mike Sacks, y debo decir que no ha sido el único libro de ensayo que he leído con gusto este año. Sin salir del humor, American Cornball (A Laffopedic Guide to the Formerly Funny) de Christopher Miller me ha parecido que quizá necesitara algo de edición pero, en cualquier caso, que conocer lo que una vez se creyó divertido dice más de la época y de nuestra evolución social que cualquier otra cosa. En cuanto a la parte cultural ensayística, y por afinidades, hemos podido leer grandes cosas sobre cómics en The Secret History Of Wonder Woman de Jill Lepore, el Xerox Ferox -sobre los fanzines de terror a través de entrevistas a sus responsables- de John Szpunar -del que espero hablar a no mucho más tardar por aquí- , acercarnos al discordianismo a través de sus documentos con la Historia Discordia de Adam Gorightly y a las posibilidades científicas con What If?: Serious Scientific Answers to Absurd Hypothetical Questions respondidas por Randall Munroe -sí, el de XKCD– así como a un true crimen en el Hollywood de los inicios gracias a William J. Mann y su Tinseltown, todo lo cuál me lleva a los -quizá no tan buenos como yo esperaba- ensayos The Empathy Exams de Leslie Jamison y a la autobiografía del mil veces grande John CleeseSo, Anyway… Como decía, un gran año para la no ficción que se ha comido con patatas a la ficción que he leído en lengua inglesa salvo un par de honrosos ejemplos como los cada vez menos fantásticos y más criminales Lauren Beukes (con su Broken Monsters) y Stephen King (con Revival) aunque si de un libro de ficción en inglés tuviera que hablar sería de Bark de Lorrie Moore, una magnífica colección de relatos que tiene la calidad esperable en esta autora.

Termino diciendo que tras el repaso de la Lista de Libros Infantiles y Juveniles Recomendados de 2014 tampoco tiene mucho sentido darle más espacio aquí, aunque la progresión de las recuperaciones -a mí me ha gustado la de Los tres investigadores de Robert Arthur en Molino aunque han sido muchas más-, la búsqueda de nuevos terrenos para el juvenil/young adult/crossover/manzanas traigo que podemos ver en cosas como el acercamiento al suspense de, por ejemplo, Diez de Gretchen McNeil uniendo Diez Negritos de Christie a las películas slasher de los noventa, la presencia de locuras ilustradas como Madama Butterfly de Benjamin Lacombe o el descubrimiento de que un ilustrador puede mejorar cualquier texto como Sempé con la Catherine de Patrick ModianoChris Ridell trayéndonos a Ada Goth o Iban Barrenetxea creando su propio libro con Brujarella, junto con la apuesta renovada por el cómic para todos los públicos – que para mí sigue representando la Hilda de Luke Pearson– sirven de breve demostración de lo bien que va la cosa para los libros para los más pequeños.

Pero ya está bien de tanto título y tanta cosa, ¡que tampoco habéis venido para que os aburra durante todo el día! Así que pasemos a lo que os interesa de verdad. ¡Los Sark de Oro! Y los ganadores son…

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