Esta puede haber sido la semana de múltiples estrenos en la que unos canales sacan series de otros. Me refiero a cosas como Holly Hobbie (USA), pseudodrama con toques de comedia sobre una ninña/jovencita cantante que intenta vivir en su pueblo y blablablabla que parece una rechazada por el Disney Channel que ha acabado en HULU. No tiene mucho sentido ahí y la sensación es que Disney la rechazó porque no tiene muy claro el tipo de serie que quiere ser, pero bueno, hay suficientes canales, servicios y plataformas como para que este tipo de cosas salgan adelante.


Esta The Kominsky Method (USA) es la nueva serie de Chuck Lorre para Netflix y, cielos, espero que tengan un Plan B. La han llenado de actores conocidos (algunos de ellos buenos) pero al final es la misma serie de rutina cómica algo adocenada que Lorre lleva años haciendo. Y aquí se nota, como en pocas ocasiones, lo que necesita que haya un co-showrunner llevando los aspectos más básicos. Los actores (Arkin sobre todo) intentan hacer lo que mejor pueden, mientras que las secundarias (sí, hay también algún hombre, normalmente como estrellas invitadas, pero aquí los hombres son protagonistas y las mujeres secundarias, se nota el Lorre) hacen lo que pueden con mejor o peor éxito –Edelstein realiza una gran actuación que pertenece a una serie diferente- pero al final lo único que logran es disimular un poco el plato recalentado.

Me gusta esto de que la pluralidad y globalización en las plataformas de streaming nos esté permitiendo ver estrenos de otros países a los que no solemos tener tanto acceso. Es una lástima encontrarse luego propuestas como Mirzapur (O) (IN), demasiado ocupadas en tratar de ser lo que ellos creen que es la versión americana de una serie como para resultar interesante. Episodios demasiado largos, tramas rellenas de paja, todo muy estirado… Bueno, quizá sí que han logrado replicar lo que nos están dando. Pero, vaya, que para este viaje…


No dejan de sorprenderme las propuestas -e intentos- de YouTube Red por hacer comercial su servicio de suscripción. Que sería más útil si permitiera una tarifa plana, pero vaya, ese es ya otro tema. Mientras tanto os puedo contar que Origin (USA) tiene sus dos primeros capítulos -dirigidos por Paul WS Anderson, por cierto- disponibles para que los vea todo el mundo y ya, a partir de ahí, pagando. Es una serie curiosa, con unos flashback tirando a enervantes -como es habitual, por otra parte- que lastran la parte interesante de la trama: Un grupo de personas se despiertan en una nave espacial. Pronto descubrimos que están en un programa de viaje y repoblación de un nuevo planeta y que parecen estar solos en la enorme nave. Bueno… CASI solos. Hay algo, ha pasado algo, por lo que están solos y han sido despertados antes de tiempo… y eso -lo que sea- puede que aún esté rondando. A partir de ahí carreras, gritos y jaqueos. Que, una vez más, estiran la trama y nos meten los flashbacks para explicarnos quién es cada uno y blablablabla. Pero, mira, dentro de toda la hipertrofia hay buenas ideas y una premisa interesante que va más allá de una posible precuela de Tierra2.


Otro que parece rechazado de Disney Channel que está vez acaba en Netflix,Prince of Peoria (USA) coge lo peor de las series de colegas del susodicho canal con un argumento inspirado en el mejor de los casos en El príncipe de Zamunda y acaba sirviendo… bueno… lo esperable en este caso, supongo. El tipo de producto que en esa o en Nick meterían para rellenar emisiones y por si cuela y se convierte en un éxito inesperado. Que no parece el caso, la verdad.

Empezamos con el segmento, ¿ah, no llegué a colgarlo aquí? y es que hay dos series de las que estaba convencido de haber hablado ya pero resulta que no. La vida. La primera es esta The Reluctant Landlor (UK) que es una comedia sencilla, casi clásica, sobre un joven -en uso de la laxitud del término, sí- que hereda el bar de su padre. Así que le toca hacerse cargo del negocio familiar, medirse con la huella que el padre dejó y, además, ambos son de origen de Asia Meridional. Esto último es casi lo más original que tiene una serie que, para todo lo demás, funciona siguiendo los esquemas básicos de este tipo de cosas. Bien llevados, pero básicos.


¡Y aquí está la otra! Estaba convencido de haber hablado ya de Sally4Ever (UK) por aquello de ser de Julia Davis, pero parece que las dos novedades de Sky se salieron de la libreta. En cualquier caso tenemos lo que suele ser habitual en ella, personajes despreciables, tramas malsanas y una idea de lo que es comedia que casi parece más una forma de hacer sentir incómodo al espectador hasta que sus opciones son largarse o reírse. La refinada crueldad de Davies tira esta vez por un registro más cercano al de Camping que al de sus anteriores obras, qué vamos a hacerle. Pero, en fin, al menos hay una serie de Julia Davis en activo y, quién sabe, quizá la próxima salga mejor.


Y terminamos con el que puede ser plato más comentado de la semana. She-Ra and the Princesses of Power (USA) es una serie que coge más de lo que parece de la antigua -pero, claro, habría que recordar algo de la antigua para poder saberlo- para montar un nuevo drama de acción a su alrededor. Personalmente hubiera preferido algo más de la personalidad e ideas de Noelle Stevenson (Nimona, Leñadoras) en la serie puesto que, al menos esta primera temporada, parece muy centrada en colocar a los personajes y explicarnos quienes son y todo eso, siguiendo el guión general de la primera serie. Y tomándose su tiempo para ello, además, en un giro que no sé si es bueno o malo, pero en fin. Por suerte se nota su mano en la diversidad reflejada y en determinados detalles –Scorpia, por ejemplo, fácilmente uno de los MVP de la temporada- que hacen que al final quede la sensación de que no está mal, pero podría haber estado mejor. Quizá para la siguiente temporada.