Creo que la última vez que vimos por aquí a Aunty Donna era porque acaban de estrenar una serie de sketches en Netflix, así que este Aunty Donna’s Coffee Cafe (AU) supongo que es una decisión más o menos lógica desde el punto de vista de volver a trabajar en los grandes canales de su Australia natal, pero también… bueno… un intento de reinventarse. Que sale regular. Porque intentar mezclar el humor de sitcom con el habitual humor de sketches del grupo… digamos que no suele funcionar. Menos aún cuando parece que las ideas sobre las que hacerlos se les acaban con facilidad, o cuando crean personajes que son poco menos que bocetos. No, me temo que esta versión de Aunty Donna no funciona demasiado bien, pero supongo que quizá así lo próximo que hagan volverá a ser un programa de sketches.
Esta
#BringBackAlice (O) (PO) puede ser polaca -que lo es- pero resulta curioso lo española que puede llegar a parecer. Partiendo de un punto de género criminal -dos muchachas desaparecen, una es una joven de buena familia e
influencer, la otra… no. Parece que ha habido búsqueda de ambas, pero no al mismo nivel porque desigualdades. Un día, más de un año después, la primera reaparece.- nos tejen una historia dentro del género pero hecha más con secretos, silencios y cosas que no se pueden contar. Pero, sobre todo, con muchos jóvenes
juveneando. Bueno, jóvenes de aquella manera porque el papel del novio de la chica parece interpretado por un treintañero de la escuela de interpretación
Al salir de clase. Por lo demás, lo esperable en este tipo de casos. No es especialmente brillante, tampoco especialmente horripilante. Supongo que a estas alturas de
HBO Max podemos decir que Es, que ya es mucho.
Ojalá poder decir cosas buenas de
Florida Man (USA), pero me temo que no es el caso. Con unos mimbres que parecen salir de echar de menos los
sexy thriller noventeros en su sección
Muchos criminales, algunos cuerpos, tenemos a un expolicía caído en desgracia y en la colaboración con un mafioso de poca monta que tiene que buscar a la chica del gangster. Pero todo como con mucho relleno, con mucha complicación, como intentando justificar que lo que podría haber sido una película acabe siendo una serie. Hay que tener ganas de ver este tipo de serie para seguir adelante. Y aquí no puedo ni decir que no sea yo el público objetivo.
Es curioso como en esta serie,
Jane (USA), lo que no acaba de funcionar es algo que en las series infantiles de Apple solía ser lo más sencillo. Y es que parece que se hubiera desbocado la ambición porque lo que en otro momento podría haberse solucionado -mejor o peor- con dibujos, animaciones o mil otras maneras aquí se intenta hacer con una mezcla de efectos especiales e imagen real… que canta en todo momento. El punto de partida es, claro, loable. Una joven con sus amigos, familia, vecinos, etc… tiene aventuras en un doble plano. En el que podemos llamar ‘real’ hay un suceso y una decisión, siempre alrededor de temas ecológicos y con la protección de especies de por medio, por el otro, en el plano ‘irreal’, la joven y sus amigos tienen aventuras con el animal de turno. De esta manera se aprende tanto sobre el animal y su contexto -en la parte dos- como sobre acciones cotidianas que pueden ayudar al medioambiente -en la uno-. El problema es, claro, que la integración de ambos planos necesita de unos efectos especiales que la serie no puede permitirse, así que cuando hay integración de animales o cuando se intentan hacer determinadas transiciones entre uno y otro plano… canta. Y distrae, que es peor.
A veces me pasa con alguna serie, como esta
Kwinmeikeo (O) (CS) o
Queenmaker que acaba de sacar
Netflix, que me parece todo bien pero me da bastante igual. Quizá es porque se trata de un drama político, con un estilo -mujer idealista dispuesta a cambiar la política, inesperado aliado (aliada aquí) que le asegura que combatirá a su lado. ¿Es tan buena la buena? ¿Es tan aliada la aliada? ¿No tendrán alguna de ellas, quizá ambas, oscuros intereses?- que está a estas alturas bastante transitado. Los dimes, diretes, giros y apuñalamientos de la política… bueno, supongo que hacen un buen caldo para estas cosas, pero por mucho que hagan o por bien que estén las actrices principales -que lo están- le falta, para mí, un ‘algo más’ que me haga interesarme por el resultado. Quizá es que, en realidad, ni me creo los dramas ni me creo los políticos. Qué le voy a hacer.
Hablando de películas convertidas en serie, esta The Last Thing He Told Me (USA) puede que esté basada en un libro -que lo está, claro que lo está- pero no sé quién pensó que mejor contarlo como serie/ miniserie. Porque me temo que el material original daba, en el mejor de los casos, para una película de sobremesa. No una particularmente buena, además. Y ni los actores ayudan a hacerlo tragable –Jennifer Garner está particularmente mal, como si siguiera aún en Elektra, claramente necesita pasar por la Donna Mills Soap-Acting School– ni, muchas veces, tienen el tiempo o la oportunidad. No sé qué pinta, por ejemplo, John Harlan Kim interpretando a la pareja de la hija adolescente de Garner. Si difícil es creerse que la actriz tenga 16 años, ponerle al lado a un tipo de 30 al que llevamos años viéndole hacer de adulto… no ayuda precisamente. Por muy bueno en lo suyo que sea. Que lo es. En fin, todo malas decisiones y peores resultados en esta adaptación.
Si hace un rato hablaba de los Sexy Thriller noventeros y Netflix ahora podría repetir mucho -para peor- con este
Obsession (UK) que no tiene ni la excusa del género criminal. Al menos no en su piloto. Porque esta historia de un señor obsesionado por la novia de su hijo en la que en realidad hay como dos personajes y medio -espero que a
Indira Varma le hayan pagado por la serie completa y no por palabra, porque su papel como mujer del señor es casi anecdótico- y lo que da, más que cualquier otra cosa, es risa. Hay un momento en el capítulo en el que la pareja va a tener sexo por primera vez, ella le desnuda y él comienza ahí mismo a hacerle cosas que es cómico. Sólo faltan efectos de sonido y una banda sonora de
Benny Hill. En la parte buena el piloto no dura demasiado, pero, claro, una serie que son cuatro capítulos de una media hora… es una película de dos horas troceada. Se pongan como se pongan. En fin, vaya semanita.
Terminamos por una serie juvenil de música, o con música, o algo así. Reconozco que esta
Tá Tudo Certo (O) (BR) se parece tanto a otras series que
Disney + lleva un año estrenando que me ha costado saber si era nueva, una adaptación de otro país, o qué. Concretamente de
Só Se for por Amor, que ya en su día me pareció algo que Disney podía haber emitido. Aunque es verdad que frente a esta -o a
O Coro: Sucesso, Aqui vou eu,
El Club de los Graves,
@GinaYei,
Entrelazados…- tampoco es que sea exactamente lo mismo. Sólo muy parecido. Jóvenes metidos en la cosa musical, dramas románticos, luchas por encontrar un lugar en todos los frentes posibles -empresarial, exitoso, romántico- y distintos niveles y situaciones entre unos y otros, incluyendo contraposiciones de colores y gestiones inesperadas con objetivos más o menos ocultos. Además de menores de edad traviesos, o algo así. La verdad es que es inevitable pensar en ello como algo que ya hemos visto porque, bueno, no se ha contado exactamente esto así, pero sí se han contado muchas cosas parecidas de muchas maneras similares. Supongo que habrá un público al que le gustará ver estas variaciones. No soy yo, pero puedo entenderlos.