Conformismo premiador primerismo seriero

Son casi las tres de la madrugada, la gala de los Emmy lleva ya casi una hora y mi paciencia terminó hace ya bastante. En general no creo en los premios, claro. Sobre todo cuando ves locuras como que alguien piense que se le puede dar un premio a Jon Cryer como si fuera lo más normal del mundo.

La verdad es que la cosa esta es bastante ridícula. Así, en global. Pero demuestra cómo funcionan las cosas en USA. Algo que también se nota en los modos de estrenos de series. La persona que decidió que la semana del 24 al 31 de septiembre tuvieran lugar el grueso de series y estrenos merecía un paseo por el campo.

Hasta 45, entre regresos y novedades, que se une a lo que ya ha salido durante el mes, en un arranque notablemente flojo como ya veremos la semana próxima.

No hay mucho más que pueda, quiera o deba decir. En comedia ha sido, una vez más, el año de Modern Family, hundiendo a los demás competidores y, ya puestos, demostrando una vez más que la mejor serie cómica del momento, Community, y a todo el resto de talento que hay por ahí desperdiciado. Es tan obvio que uno sólo se lo podría explicar si los premios estuvieran dirigidos por Robert Greenblatt.

Entre lo bueno de la gala estuvo un Tracy Morgan que parece preparado para cuando deje el 30Rock y los varios momentos de Kimmel que demostró su buen momento actual y que, lamentablemente, no logró superar el aburrimiento de los ganadores.

Modern Family, Homeland y Game Change se hicieron con una cantidad inusitadamente alta de premios mientras gente a la que dificilmente le daría la hora como Kevin Costner o Jon Cryer lograban galardones a mejor actor en sus respectivas franjas. Creo que hay cosas que no comprenderé nunca.

Es difícil justificar el visionado de las tres horas de aburrimiento para ver unos ganadores con lo que difícilmente pueda estar nadie de acuerdo. ¿Por qué hacemos esto? Vale,por qué lo hago yo? ¿Es el culto a las galas? ¿Es por los trajes? — Juliane Moore llevaba un traje amarillo que marcaba todo lo necesario—

Son muchos los premios que se dan a lo largo del año, desde los Globos de Oro o los OscarTM a los que se dan unilateralmente en posts de Lo mejor del año. Y todo tiene el mismo motivo, destacar algo. Separar lo bueno de lo no tan bueno, darle relevancia a lo que nos interesa transmitir a los demás o, simplemente, que la gente sepa que nos gusta lo que hacen. Quién sabe.

Mientras nos vamos a descansar sabiendo que hemos hecho el tonto algún motivo debe haber nos queda aún una idea sobre al que reflexionar: ¿Hay alguna manera de que nos sintamos representados por un palmarés? Más aún, ¿existe alguna forma de que eso sea posible?

Confiar en el boca a boca, dar las gracias a la gente y difundir el mensaje parece menos interesante que buscar estatuillas para repartirlas de manera colegiada. Votando entre varios y, por eso mismo, logrando que los premios que tienen un público votante mayor parezca elecciones de un comité.

Ahora, si me disculpan lo corto y poco interesante de la columna de hoy, aprovecharé que son poco más de las cinco de la mañana para irme a dormir. Quizá así me convenza de que todo ha sido un sueño. O un capítulo especialmente raro de Revenge.


Informaciones anualidosas cabalgando sorkinismos

Ya ha pasado otro año desde que comenzara esta columna en Libro de Notas, y se van desarrollando con normalidad los temas a tratar. Columnas de novedad por un lado, con reflexiones sobre asuntos actuales o los Pilotos Deathmatch, mientras que las columnas de fondo van desgranando e indagando en diferentes aspectos televisivos.

Precisamente son estas últimas columnas las que más se prestan a ser organizadas para poder tratar los temas con la debida profundidad y extensión, o al menos intentarlo, pues siempre queda la sensación de que se podría haber hablado con mayor detenimiento y hondura de cualquier tema, en lo que reconozco que espero sean unas series temáticas interesantes.

Con eso en mente y todo un listado de temas es simplemente cuestión de encontrar la entrada adecuada para tratar los diferentes cuestiones, por ejemplo en la serie de columnas que empieza ahora la excusa era The Newsroom.

Con la separación tradicional Ficción / No-Ficción uno de los temas obvios para tratar en la No-Ficción es la imprescindible Información. Cómo llegó, se desarrolló, se convirtió en entretenimiento o se reflejó en la Ficción… Un tema siempre interesante para quien esto escribe, consumidor de información en grandes dosis y bastante cínico —que le vamos a hacer— con lo que nos presentan. La forma en que se trata y explota no sólo es algo fascinante sino, además, algo que deberíamos tener en mente a la hora de aceptar o analizar la información que recibimos.

Convertido en referencia inexcusable en la televisión y con una serie, El Ala Oeste, que se ha convertido por derecho propio en el paradigma de la ficción política española, Aaron Sorkin parecía tener casi todos los triunfos en la mano para tratar el mundo de la información, algo que ya había tocado desde fuera en la serie antedicha y desde dentro aunque de manera tangencial en la estupenda Sports Night. Las dos candidaturas consecutivas a los OscarTM, ganando la primera por La Red Social, parecían demostrar que pese al tropiezo menor que acabó siendo Studio 60 —serie que, por otro lado, tenía ideas interesantes— podíamos seguir confiando en él. El resultado, sin embargo…

The Newsroom ofrecía unos pros y contras en su piloto que se han ido concretando durante toda la primera temporada y, con pesar lo digo, han ahondado más en los aspectos negativos que ya se podían ver en el piloto. El tratamiento de las relaciones románticas en historias absolutamente prescindibles, la escasa relevancia y calado de los personajes con una sección femenina compuesta de mujeres torpes, de pocos conocimientos y necesitadas siempre de rescate, se enfrentaban a unas contrapartidas masculinas que tenían su intento de igualar las tornas en un protagonista más idiota a cada capítulo —cuyo punto más bajo sería la escena de los pantalones— y un chaval aún más tonto encargado de otra de las bestias negras de Sorkin: Internet.

Por difícil que parezca, la forma de hablar y tratar lo que internet nos muestra y consigue es tratada siempre con desprecio y odio, odio hacia el anonimato, odio hacia la posibilidad de una información sin fuentes o —peor aún— a tener que dialogar con gente poco educada intelectualmente.

Sin embargo el peor aspecto lo daba precisamente su forma de tratar la información. En principio parecía que era porque la idea de meterse en el mundo real limitaba su fuerza. Y es cierto. The Newsroom jamás podrá contar con los personajes reales o influir en el resultado. Eso es algo que limita tremendamente lo que nos ofrece Sorkin o el crecimiento y movilidad de los personajes. Pero pronto vimos que no era lo único.

Aaron Sorkin disfrutaba jugando con las cartas marcadas. Más aún, el público al que iba dirigido, tan culto e informado como es de presumir, sabía a qué personaje se podía apoyar y quién decía sólo tonterías: Los buenos tenían una presciencia más que notable siendo capaces en todo momento de entender por dónde iba a seguir la noticia.

Y si no lo tienen claro siempre recibirán llamadas providenciales de implicados directos a los que conocen de primera mano en casi todos los casos y en los que confían plenamente. Algo aceptable en una narración para hacer avanzar la trama por motivos de tiempo pero que, vaya, no encaja en una filípica sobre la información actual.

Porque ese es otro de los graves problemas de The Newsroom. Los periodistas no investigan. Oh, sí, recogen datos y sacan citas, navegan (siempre por fuentes oficiales o medios de comunicación, claro) y telefonean, pero siempre con resultados directos, sin tener que desenmarañar ningún hilo o descubrir ninguna doblez —total, ya sabemos cómo avanzará la historia así que ¿para qué esforzarse en ello pudiendo meter más minutos de espantosos melodramas sentimentales?— haciéndolo tan fácil que uno casi entendería que se enfadara tanto con los periodistas de la realidad…

…Si no fuera porque todos esos datos que tan sencillamente encuentra son las investigaciones de los periodistas de verdad. Todo aquello que les llevó semanas encontrar, unir, relacionar y montar hasta ofrecer una información seria y fiable a sus clientes. Es decir, las quejas de Sorkin no incluyen ninguna información adicional. De manera que al final parece que no odia tanto la calidad de la información o sus resultados como que no sucedan las cosas más rápidas. Algunas de las veces con informaciones que se han dado y difundido principalmente por Internet, aunque aquí se deje bien claro que sólo se tienen en cuenta cuando son respaldados por un gran grupo demostrando que no ha entendido cómo la política de bloques mediáticos se puede combatir con más facilidad desde fuera de esos canales de distribución de la información.

Quizá odia también el rumbo hacia el entretenimiento, pero no reflexiona sobre ello de una manera real sino que se queja ofreciendo un ideal informativo que inevitablemente polarizaría a sus espectadores debido a que en otro de los tics de dinosaurio de Sorkin se encuentra obviar el paso de las tres grandes a una multitud de cadenas que incluyen algunas especialistas en información. De manera que la gente pasa de tener tres posibilidades sólo a poder informarse no donde mejor información se dé —y, seamos francos, tampoco parece que el programa de McAvoy esté muy mesurado, parece más que esté no muy lejos de un programa estilo Limbaugh— sino donde se le dice lo que quiere oír.

De manera que, pese a todos los esfuerzos de Aaron Sorkin, lo único que ha logrado es un repaso por algunas de las noticias más importantes —y no menciono ya el asunto de que en un grupo de personas teóricamente inteligentes y progresistas no haya ni uno sólo que considere erróneo asesinar a otro ser humano o permitirle un juicio, pero se ve que eso no interesaba— y un cierto sentimiento de superioridad moral por ser los que están en el lado correcto —incluso cuando luego se ven tonterías como su propia cobertura del asunto Casey Anthony y su ridículo intento de debate con McAvoy leyendo la cartilla a los niños y sin dejarle hablar, algo que, por cierto, contrapone manipulando el auténtico debate— en lugar de la reflexión o las posibilidades de exponer los distintos puntos de vista de una noticia. Incluso el proceso para llegar hasta ella.

En lugar de eso olvida Lou Grant y saca de su radar The Newsroom —la canadiense— o Dreap the dead donkey (que era capaz de tratar noticias de la misma semana), series valientes, interesantes y que trataban la actualidad de manera más directa incluso la que no lo llamaban por su nombre. Por contra, recicla sus anteriores series con alegrías —el capítulo del psiquiatra es muy parecido a otro de El Ala Oeste, por poner sólo uno de los ejemplos más claros— y también obras ajenas como la enorme y clarividente película Network. Película que ordeña en varios momentos sin molestarse en reconocer la deuda —algo que, por contra, sí hizo en el primer capítulo de Studio 60 y sí, hablo de esta misma película—, dejando claro el declinar de Sorkin.

A la vez que demuestran, con enorme claridad, la importancia del tema. Motivo más que sobrado para que le dediquemos nuestra atención hasta final de año. O, al menos, eso me parece.


Excelencias pilotales veraniegas

Tantos años ya de sentir predilección por el verano, la temporada de las series sencillas y los estrenos a escondidas, se justifican con años como este en el que hemos podido ver algunas de las mejores series del año.

Por si os lo estáis preguntando, esta vez toca repasar los estrenos de Julio y Agosto dejando los pilotos de la nueva temporada para cuando realmente vayan a emitirse. Con eso y con todo salen unas pocas series. Así que no lo retrasemos más:

¡Que comience la lucha!

Bad education
Agradable comedia británica sobre un profesor desastroso, estilo Bad teacher, y sus sufridos y sufribles pupilos. Quizá el joven protagonista ocupe demasiado espacio, le vendría bien respirar en el resto de secundarios pero, en fin, por lo menos aburre.

Bad sugar
Uno de los pilotos de los que voy a hablar porque surge dentro del programa de Channel 4 de repaso cómico en el que hablaban de su pasado y presentaban algunas de sus ideas para el futuro. Dentro de esos pilotos posibles este es el que más me gustaría ver. Parodia de los culebrones con una familia inglesa de clase alta y muchos problemas empezando desde el momento en que una extraña se une a la familia y apoyándose en tres grandes actrices cómicas —y también un gran reparto masculino, no vayamos a minimizarles— construyen una enorme farsa. Es decir; Olivia Colman, que lo mismo sale enormísima en la segunda temporada de Accussed —una nueva historia que incluye a Sean Bean como el travesti más improbable del mundo— que hace aquí de muchacha inocente e infantil, Julia Davis, disfrutando una vez más haciendo de mala como la hermana tiránica, y Sharon Horgan, llegada directamente desde la primera temporada de Dead boss, para hacer aquí de la esposa-con-un-plan que demuestra estar en el mismo nivel de locura que su nueva familia. Me parecería una lástima que esta serie se limitara a un único especial porque precisamente la acumulación de vueltas de tuerca es lo que hace grande este tipo de series.

Bikini barbershop
Ah, parece que era la semana pasada cuando hablaba de Realities Infames y ya tengo otro para la lista. Veréis, Jeff Wulkan es todo un EMPRENDENDOR. Se le ha ocurrido una idea magnífica: Una peluquería atendida por chicas en bikini. Y ya que están en ello también pueden grabar sus discusiones, o cuando se van de fiesta a emborracharse y toquetearse y… ¿Qué podría salir mal con una premisa así?

Black Dynamite
Novedad de los chicos de Adult Swim inspirada en la película de mismo título, requiere cierto conocimientos de blaxploitation así como de cultura popular USAka de los sesenta y setentera, el estilo por su parte es bastante aceptable y tiene algún ramalazo de influencia de Lupin III aunque no el suficiente para justificar un visionado continuado.

Blackout
Un policía, el siempre estupendo Christopher Eccleston, despierta sin recordar nada de la noche anterior provocado por su alcoholismo, lo que no sería tan grave si no se hubiera cometido un asesinato mientras del que quizá sea responsable. Como son ingleses parte de los tres episodios los ocupan reflexionando sobre la psicología de los personajes y los cambios que llevan a alguien honrado e ilusionado a corromperse hasta este extremo. Así que bien.

The Bletchley Circle
Interesante serie de época ambientada en los años ’50 sobre una mujer que descubre un código oculto tras unos asesinatos y ante el nulo caso de las autoridades decide reunir a su grupo de compañeras de cuando trabajaba en la sección de códigos para la inteligencia militar y así resolver el caso a la vez que vemos la evolución que cada una de ellas ha tenido y su relación con sus tiempos, tras haber sido útiles gracias a su inteligencia y que el mundo haya vuelto a sus cauces. Un gran entretenimiento.

Bullet in the face
Otra de las enormidades que nos tenía reservado el verano. Creación de Alan Spencer, el hombre detrás de la grandísima Sledge Hammer que en ciertos aspectos funciona como antecedente de esta. Si en la primera serie se exageraban los rasgos violentos de Harry el sucio, Mike Hammer y toda la forma de hacer cine de acción en los ochenta, aquí tenemos un nuevo giro que lleva directamente a Sin city de forma muy obvia y a los policiacos violentos estilo Tarantino por otro. Con esos mimbres —y un extraordinario tratamiento de imagen— tenemos una pequeña maravilla con policías, gangsters y una ciudad hundida en el fango, todo ello orbitando alrededor de un criminal reconvertido a la fuerza interpretado por un desconocido Max Williams en un papel que debería asegurarle interpretar al Joker antes o después. A su alrededor una mezcla de ilustres desconocidos tan lejanos a una carrera en cine o televisión como el propio protagonista como Kate Kelton y muy especialmente Neil Napier, enormísimo como el compañero justo y honrado, a los que añadir a Jessica Steen y los actores de culto Eric Roberts y muy especialmente el cómico Eddie Izzard. Incluso sin la historia sobre las oscuras maniobras para emitir la serie ya se merecerían toda la atención que pudiéramos conseguirle. Una de las series del año.

The Burn
Jefrey Ross es un cómico experto en insult comedy, especializado en roasts sobre los que ha escrito un par de libros y por lo que es Roastmaster General del Fryars Club y uno de los nombres fijos cuando Comedy Central presenta los suyos. De manera que su programa no podía ser otra cosa que una revisión del concepto dedicándose a roastizar la actualidad. Lamentablemente el primer programa se nota realizado con muy poco dinero y aún lejos de estar afinado, lo que al compararlo con los programas de actualidad que ya tiene el canal —que a este paso va a parecer la MSNBCXD — se convierte en un decepcionante punto muerto intermedio. Otra vez será.

Citizen Khan
Estaría hablando del peor piloto de este año de no haber existido Work It a principios de año poniendo el nivel por los suelos. Aquí tenemos algo que podría haber salido de un armario en los años sesenta, con una trama que muestra a los inmigrantes pakistaníes con una forma de actuar digna de Los Ropers, porque su creador, Adil Ray, se ha ido a la creación de un personaje caricaturesco tan antiguo que parece inspirado por W. C. Fields. Y su puesta en escena no es mucho mejor. Casi que la representación de una cultura diferente —la propia de los implicados, todo sea dicho— que es lo que le ha valido la mayor parte de las críticas, es casi lo de menos.

Coma
Nueva versión de la novela de Robin Cook tras la película de Michael Crichton, la historia es, por tanto, sobradamente conocida, y el resultado… ahm… el resultado no vale demasiado la pena. Si no conoces la obra original y te apetece ver una producción bastante ramplona imagino que puede estar bien gracias al manejo del suspense que realizaba Cook en la obra original. Para lo demás… Un preparado para su emisión en las largas tardes de domingo. Y ya.

Copper
Le tenía muchas ganas yo a esta serie, están implicados profesionales muy valiosos como Tom Fontana, creador de OZ y parte creativa en Homicidio: Vida en las calles o St. Elsewhere, Barry Levinson o Christina Wayne, todos reunidos para la primera serie creada especialmente para BBC America… El resultado no es realmente malo, simplemente es muy convencional. Un policía de origen irlandés en Nueva York durante los últimos años de su Guerra Civil, investigando y tratando de hacer justicia en un mundo lleno de corrupción y sordidez. Habrá que esperar que mejore.

Dragons: Riders of Berk
Serie infantil inspirada en Cómo entrenar a tu dragón pero, como suele suceder en estos casos, más un exploit de la película que algo dotado con la gracia de la original.

Family time
Bounce TV, emisora de Atlanta para público afroamericano que está tratando de expandirse a nacional, ha creado con esta serie su primera incursión en la ficción. Y no. La idea de una familia de clase baja que gracias a la lotería puede pasar a ser clase media y mudarse al sur de California… Es difícil saber por qué nadie querría que su primera incursión en la ficción parezca un resto de aquellas comedias por y para negros de los años noventa, pero ahí estamos de nuevo, enfrentados a un innecesario anacronismo.

Gates
Espanto inglés sobre un colegio, sus profesores y los padres de los alumnos en el que todo el mundo subactúa los ratos que no está sobreactuando. A evitar.

Good cop
Otro de esos encantadores policíacos ingleses llenos de personajes torturados y cielos grises. UN policía se enfrenta al cabecilla de una banda callejera en lo que resulta una espantosa idea que termina con su compañero muerto. A partir de ahí la culpabilidad y los cadáveres se van acumulando en ambos bandos mientras nuestro héroe se pregunta si habrá alguna forma de terminar con la pesadilla en que se ha convertido su vida. De momento va muy bien.

House husbands
Lo que parecería la respuesta australiana a Mujeres desesperadas no estuviera tan desfasado todo. Sigue una de las tendencias del año pasado —y mucho me temo que este también— con padres que se ocupan de cuidar a sus hijos. Por fortuna resulta mucho mejor de lo que su premisa podría hacernos creer, quizá incluso logre hacerse interesante en cuanto pasen unos capítulos y puedan cogerle el pulso pero, me temo, es más un producto para el gran público que otra cosa, con una intenciones de combinar naturalismo y un punto intermedio de comedia y drama que hace temer un nuevo Parenthood.

Howzat! Kerry Packer’s War
Esta mini de dos capítulos es una cosa curiosa, una producción australiana sobre un tema que jamás creí que llegaría a ver: La historia de cómo el cricket dejó de ser un deporte amateur y logró popularizarse gracias a la intermediación de un tipo, el Kerry Packer del título, que decidió arreglar este deporte permitiendo que sus jugadores pudieran vivir de él y —ya en ello— asegurándose los derechos televisivos.

Hunderby
Lo primero que debería hacer aquí es decir lo mucho que me está gustando a mí. Lo segundo es explicar que es una serie un poco especial. Y por un poco quiero decir bastante. Julia Davis, el cerebro tras Nighty Night entre otras, es la responsable de dar rienda suelta —una vez más— a su gusto por la maldad humana y la crueldad, esta vez mediante una parodia de las series de época inglesas. Con un fondo cercano en cierto modo a Rebeca y un humor más soterrado, podemos llegar a sospechar que es simplemente una rareza. Pero, en verdad, una rareza muy interesante.

The Inbetweeners (USA)
Intento americano de reciclar la serie inglesa. Dado que la inglesa no me gustaba demasiado y que los americanos funcionan de esa manera que funcionan ellos podéis imaginar lo que ha salido.

The Last weekend
Más british noir, más. En este caso parecido a Mad dogs pero en un contexto más cerrado, dos parejas pasando una pequeñas vacaciones y desatando sus tormentas internas. Bien también.

Line of duty
A continuación cambiamos de tema con un… ah, no, espera, es otro british noir. Quizá el mejor del lote, a espera de ver cómo termina Good Cop. Un joven y ambicioso policía recibe un encargo especial, descubrir que hay de cierto tras las acusaciones de corrupción recibidas por el policía estrella del cuerpo.

Major Crimes
Cuando Kyra Sedgwick anunció que dejaba The Closer las encantadoras cabecitas del canal TNT decidieron que no se podía desperdiciar esa audiencia así que un cambio por aquí, otro por allá y… Ponen a un personaje secundario recurrente — La Capitana Sharon Raydor, interpretada por la enorme Mary McDowell— en su lugar y todos a seguir como antes, o casi.

Mangoes
Un extraño caso entre las series canadiense, una historia sobre un grupo de asiáticos compartiendo casa, cada uno con su familia y su historia. Con un estilo similar a las series orientales hibridado con los trucos y costumbres occidentales logrando una serie dramática realmente singular.

The Midnight Beast
Otro de los grandes estrenos no ya de la temporada, sino del año. Una comedia sobre un grupo de música —real e integrado por sus miembros reales— que tratan de abrirse camino. Con todas las singularidades inglesas. Es decir, el referente más claro es Flight of the Conchords y el mismo grupo se declara deudor de Lonely Island pero el ambiente que trasmiten es el de Skins. ¿Qué más podríamos pedir?



A mother’s son
Estamos otra vez con una serie inglesa… Aunque esta no sea exactamente lo que esperamos al hablar del british noir pues si bien el centro es un asesinato y maneja una notable cantidad de suspense estamos en los campos del drama psicológico, con un planteamiento que se encuentra más cercano a La cena de Koch. Una mujer descubre las pruebas que señalan que alguien de su familia, muy posiblemente su hijo, podría estar relacionado con un terremboroso asesinato. Imaginad lo que viene detrás.

Murder: Joint Enterprise
Aunque esté más cerca del telefilm que de la serie estamos ante una pieza notable de serie negra británica, una vuelta de tuerca a los clásicos conceptos de investigación criminal o narración que presenta uno de esos casos complejos que tanto les gustan. ¿Cómo podría dejarlo fuera?

Parade’s End
Empiezo a sospechar que sólo los ingleses han estrenado series este verano. Quizá por eso me ha parecido el nivel tan alto. En este caso estamos ante una adapación del novelón El final del desfile de Ford Madox Ford por parte de algunos sospechosos habituales, con Benedict Cumberbatch y Rebecca Hall como protagonistas y Tom Stoppard encargado de convertir el texto original en una serie. Imagino que a los amante de las adaptaciones de época esto les encantará.

Parents
Comedia inglesa bastante ramplona sobre una familia que se ve obligada a mudarse a casa de los padres de ella. El tipo de argumento que —aunque haya ido haciéndose habitual los últimos años— parece que este esta temporada se le ocurrió a todo el mundo.

Political Animals
Intento aceptable de serie política en la televisión americana. Con un trasunto de Hillary Clinton decidida a arreglar a su familia y presentarse a la presidencia mientras todo tipo de tramas palaciegas, románticas o humanas se suceden. Y con buenos actores. Podría haber sido mejor, sí, pero tampoco vayamos a quejarnos muy alto.

Puberty Blues
Esta, ahm… serie juvenil australiana, trata sobre dos amigas adolescentes que quieren ser más populares uniéndose a un grupo de surferos. Que debe ser algo que pasa mucho ahí. Las chicas, de clase baja, aprovechan que están a finales de los años setenta y todo es más… algo… En fin, adolescentes y sus divertidas historias…

Sinbad
Intento de serie de aventuras con exotismo y blablabla. Intento porque es bastante cochambrosa e indeterminada, qué le vamos a hacer, los británicos también tienen estas cosas a veces.

Stars Earn Stripes
Esto es un concurso-reality pero vamos a hablar de él pese a todo. Se ha vendido la idea de que es una glorificación del ejército mediante documental y que promueve la idea de que las guerras son buenas. Como ser es bastante tontería, pero tampoco es que la serie sea mucho mejor idea. Es la clásica glorificación, no una excepcional, y los concursantes son especialitos también, desde el actor Dean Cain a la diva de la WWE Eve Torres pasando por Todd Palin, el marido de Sarah. ¡ALÍSTATE! Perdón, ha sido un pronto tras ver el programa.

Sullivan and son
El descendiente de un irlandés y una koreana decide dejar su lucrativo trabajo como abogado para dedicarse al negocio familiar: Un bar. Lleno de gentes estereotípicas y chistes usados, tampoco muy buenos, útil para rellenar las tardes y poco más.

Thirteen Steps Down
Novela de Ruth Rendell adaptado a serie sobre un hombre con dos obsesiones, un asesino psicópata y una bella modelo. La evolución de su historia estará marcada por la exploración psicológica de los personajes por un lado y los crímenes con sordina por el otro.

A touch of Cloth
Terminamos por todo lo alto. Charlie Brooker es conocido ahora gracias a su Black mirror pero su labor como guionista de comedia es más larga y profunda, desde los tiempos de The 11 O’Clock Show, aquí lo usa para lo que podría definirse como un British Noir como Puedas. El espíritu de humor excesivo y acumulativo: juegos de palabras, carteles, gags visuales y todas las barrabasadas que se os ocurran usando como base todos los tópicos de ese policíaco británico lleno de profesionales sufridos y problemáticos. Si os gusta os encantará, si no… Bueno, podréis evitarla… Surely.

Como veis un par de meses más que estupendos. Lástima que vuelvan de las vacaciones también las nuevas series y, con ellas, los pilotos asesinos. No me hagáis hablaros de Elementary tan pronto, dejadme fingir que no lo he visto al menos un par de semanas más.


Reality Infame Inverecundo

A lo largo de estas semanas hemos revisado la idea de Reality Infame y los más destacados desastres que han causados en los últimos años. Tanto nuestra introducción como los repasos a Muslim drivin school , Who’s your daddy? o Toddlers & Tiaras han dejado bastante claro algunos de los más sórdidos aspectos de esta parte baja de la televisión. De hecho, la pasada semana —aunque después del artículo del lunes— la más reciente bronca en Toddlers & Tiaras; consistente en la decisión de una de las madres de poner un cigarrillo en la boca de una de su hija de cuatro años; llegó a las noticias españolas demostrando los estrechos límites de lo audiovisual.

Pero que esas tres historias destaquen no significa que no queden más, muchos más, que si bien no justificarían uno de los tres lugares de honor sí al menos echarles un ojo. Así que vamos a ver algunos otros programas que merecen un poquito de relevancia.

Britney & Kevin: Chaotic

Quizá el de peor fama entre los realities más convencionales, esos de famosos, sus vivencias e historias, la tiene con bastante diferencia este. Una serie centrada en la vida de la entonces —2005— superestrella de la música Britney Spears y de su amado Kevin Federline, compuesto de vídeos caseros y comentarios posteriores recomponía la historia de su romance hasta acabar en la boda. El problema iba más allá de lo que estas líneas puedan transmitir. La imagen de la cantante sufría un duro golpe retratándola fielmente como una cabecita hueca narcisista, su novio no parecía mucho mejor en un estilo a medio camino entre uno de esos espantosos monumentos al ego adolescente —del estilo del cargante realitie de la MTv My Super Sweet 16 — y un ejercicio de Found Footage que dejaría El proyecto de La Bruja de Blair al nivel de Vídeos de primera.

[Una vez más, entrad en los comments del YouTube bajo vuestra responsabilidad]

La verdad es que meter famosos en un reality por mucho que lo sean, no garantiza el éxito —como bien demuestra el desastre que fue The Hasselhoff — y son muchos los ejemplos de podría poner de esto. ¡Pero hay que elegir!

Y no será por falta de candidatos, oigan, que entre Taking on Tyson —programa en el que el exboxeador se revela un experto en carreras de palomas, y si no me creéis pinchad el enlace— y Tommy Lee goes college —Que va a la Universidad pero da lo mismo, sobre todo porque gran parte es falsísimo— aunque quizá lo más sencillo sería ir a por lo fácil.

Steven Seagal: Lawman

La simple idea pudo hacer suspirar a muchos ante las capacidades del coletas en su actual informa física, la realidad era que ya llevaba siendo ayudante en reserva con su… ahm… habitual seriedad. Precisamente la distancia entre lo que está pasando y lo que él debe pensar que está pasando hace esta serie alejada de COPS y facilitando que el enorme Alan Sepinwall dijera que era la cosa más divertida que había hecho desde el discurso final de En tierra peligrosa. Y no es para menos, para el final de la temporada la asistente de Seagal le había demandado por cosas que iban desde acoso sexual a tráfico de mujeres, otros problemas se fueron añadiendo a lo largo de la segunda y la tercera, ya gravada, aún no ha visto la luz.

Armed & Famous

Parecía bastante obvio que una estupidez sólo podría superarse por otra mayor de manera que la CBS decidió reunir a algunos famosos y pseudofamosos como La Toya Jackson, Erik Estrada o Jason Acña, el Wee Man de Jackass, darles algo de entrenamiento policiaco y lanzarles a las calles. Bueno, la verdad es que la cadena canceló bastante antes pero os podéis imaginar que les dio tiempo a hacer cosas divertidas como estas:

H8R

Nada mejor para terminar que los famosos que mediante este… ahm… eh… reality en que Mario López reúne a varios famosos con gente anónima que les critica en la red para que los primeros traten de convencerles de que su odio está mal enfocado. Para ello hacían exhaustivas búsquedas en Internet entre los Una idea tan descabellada que parece de Aaron Sorkin, o del Jay & Silent Bob contraatacan de Kevin Smith… Una vez más fue cancelada antes de tiempo y nadie ha visto aún los episodios que quedan. Una lástima, sí…

La verdad es que cuesta dejar a los famosos, pero ya va siendo hora de hacer transición entre los famosos y los concursos. Lo más sencillo sería usar algo como Kill Reality! pero no tenemos tiempo para hablar de un concurso espantoso que mezcla la grabación de una película con un registro de convivencias… Así que vamos a pasar a algo incluso peor.

Secret Talents of the Stars

La idea original era hacer el clásico concurso de talentos pero con famosos. Ah, cuántas cosas extraordinarias podrían hacer durante estos capítulos. Por ejemplo:

Si habéis sido capaces de verlo bien, si no, jamás sabréis que hay una grabación de George Takei tocando el banjo que justificaría cualquier cosa que le pasara. Y no fue el único desastre. De hecho, tras la emisión del primer episodio fue fulminada de la parrilla. ¡Ah, tantos famosos se quedaron sin poder demostrar su valía!

Pero esto nos da el pase a la sección de concursos. Originalmente había pensado en poneros algo tan ridículo como Touch the truck — imaginad, un concurso de ganar un camión siendo el último en dejar de tocarlo, ¡emitido en televisión! — pero hay cosas más divertidas. Pongamos por caso…

The will

Una herencia, una familia, la búsqueda de la riqueza y un testamento… ¿Poner a toda una familia a pelearse por un testamento no es algo inmoral? Bueno, pues si la cadena se dio cuenta sería después de emitir el primer y único capítulo que vio la luz de esta… cosa…

Man vs. Beast

Por contra aquí luchan humanos contra bestias. Literalmente. Bueno, vale, quizá no es luchar, luchar, es más enfrentarse. Campeones de comer perritos contra osos o corredores contra jirafas, cebras y chimpancés…

Lo que podría haber sido una curiosidad descendía peldaños por los intentos de presentarlo como algo serio y sensato con pretensiones educativas. Si hubieran incluido explosiones lo podrían haber vendido a Cazadores de Mitos, pero no.

Aunque si esto os parece tonto deberíais ver todas las variaciones posibles que se hicieron de The Bachelor, o, al menos, los más ridículos. Por ejemplo:

Boy meets boy

Cuando Bravo decidió hacer una versión del programa sólo con chicos gays la cosa no parecía que fuera peor que el original. Pero, claro, aún no habían contado que parte de los participantes eran… bueno… heteros de pago. No ese tipo. Heteros a los que se les había prometido una recompensa si eran elegidos. CLaro que el resto de participantes gays tampoco lo sabían. Los espectadores sí, claro, porque al final de cada capítulo se revelaba. Si le añadimos asuntos como concursantes militares que eran expulsados del cuerpo al hacer pública su orientación.

En realidad no es nada que otros programas como Playing It Straight —Una mujer debe encontrar el amor entre una variedad de candidatos, gran parte de los cuales son gays — o Gay, straight or taken —Una mujer debe elegir entre tres pretendientes, gana si elije al hetero soltero, pierde en cualquier otra situación— pero por lo menos estos lograron emitir una temporada completa, que ya es.

The Littlest Groom_

Esta es casi autoexplicativa

Sí, la FOX es lo que tiene. Coge el mismo concepto de The Bachelor y deja las mujeres de tamaño real para poner en el centro a un enano, discapacitado verticalmente o como sea que se les llama de manera políticamente correcta. Os puede parecer peor o mejor pero no cabe duda de que es la FOX.

Mr. Personality

De este no hay vídeo pero sí hay imágenes. Y es que nada sorprende más que un programa centrado en que la chica elija por la personalidad. No por el transfondo o el físico. ¿Y cómo se puede evitar esto? Pues…

Efectivamente, con máscaras. En una especie de The Bachelor: Latveria con la mayor cantidad de imitadores del Dr. Muerte que se pueda encontrar en televisión y el consejo de esa chica de negro que tenéis ahí: Monica Lewinsky. Sí, no acabo de entender cómo es posible que no quede rastro de esta idea tan obviamente de FOX. Y hablando de la FOX

Joe Millonaire

Si ya parecía malo Who wants to marry a multi-millonaire?, con todas sus disputas alrededor, la creación de Joe Millonaire logró darle una vuelta más. Ya no se trataba de un grupo de chicas detrás de un soltero de oro. Ahora era un grupo de chicas detrás de un soltero de oro que, en realidad, era un tipo de clase media —y ex-modelo de bañadores, pero en fin— lo que le sirvió para armar cierto revuelo y, a la vez, volatilizar la posibilidad de éxito de sucesivas ediciones, aunque no se puede decir que no lo intentaran…

My Big Fat Obnoxious Fiance

Vamos con un cambio más. Dos personas que no se conocen tienen que convencer a sus familias y amigos de que se van a casar, si lo logran sin que nadie se interponga o proteste sacarán un rendimiento económico. Por desgracia para la chica de la pareja el otro es, en realidad, un actor. De hecho, toda su familia son actores y todos, especialmente él, tienen la intención de ponérselo lo más difícil posible, saboteando desde dentro la historia y portándose de la más insoportable de las maneras.

[Con un par de minutos vale, eh, que luego os enceláis]

De nuevo funcionó la primera vez, de nuevo la pobre chica logró sacar el premio y, de nuevo y como no podía ser de otro modo, era un programa de la FOX. ¿Pero qué le pasa a esta gente en la cabeza? —Podríamos haber añadido otro reality de la misma cadena, Married by America, un programa en el que las votaciones populares deciden quién tiene que salir con quién, pero vamos a no hacernos demasiado daño—

Y vamos a dejarlo ya, mencionaré sólo de pasada Megan wants a millionaire en el que la chica —exconcursante de reality — decide entre varios candidatos posibles (y con posibles) pero que fue cancelado al descubrirse que uno de los candidatos había… bueno… asesinado a su mujer. ¿A quién no le ha pasado alguna vez? Y no, tranquilos, no era el elegido. Era el tercer puesto. Pero qué le vamos a hacer, esto es lo que pasa cuando uno tiene que valorar a la gente.

Hablando de lo cuál, ¿nos fijamos un rato en lo físico?

The Swan

Si bien Bridalplasty —el reality de hacer cirugía estética a mujeres que están a punto de casarse— parecía una clara candidata parece que la anterior y más genérica The Swan podría merecer esta mirada externa. Y es que un programa en el que varias mujeres compiten para hacerse operaciones e ir mejorando no parece precisamente algo muy sensato tuvo cierto éxito. Quizá por insistir en la idea de que con autoayuda y operaciones todo era mejorable. Quizá porque la cadena era FOX.

En cualquier caso el paso lógico tras esto era un programa de limitado éxito y presentado por Lorenzo Lamas

Are you hot?

Que la verdad es que no tenía mucha dificultad. Salía la gente, los jueces votaban y.. ahm… ya esté. Bueno, Lamas estaba por ah´para hacer comentarios llenos de sabiduría, claro.

Estaba claro que hacía falta un giro para hacerlo más interesante aún así que… ¿Por qué no convertirlo en una competición más directa?

Hotter than my daughter

Es un programa inglés en el que algunas madres deciden que son más peligrosas que sus hijas y van a por todas. Pero todas todas…

Al final ambas se colocan juntas con los trapitos y secretos de belleza del día y se pide al público presente que decidan quién está mejor, ¿la madre o la hija? Muy poco digno.

Claro que podría ser peor si fueran para el lado contrario, hacia My 600 pounds life que como su propio nombre indica es un reality de gordos.

Que a su vez es algo comparable a los horrores que presentan My strange addiction con sus personas compulsivas, desconcertantes y —en líneas generales— bastante asquerosas y los extraños fetiches de Strange Sex que lleva a la gente a Sexual Healing el programa sobre ayuda sexual que parece… de tanta ayuda… un motivo tan bueno como otros para que termine la cosa en…

Cheaters

Un grupo televisivo que investiga a gente que engaña a sus parejas, con cámaras ocultas y confrontaciones en directo. Una evolución del programa de Jerry Springer, que no tardó en dar lugar a versiones amateurs que armaron líos —el clásico dar ideas — y, por supuesto, acabaría causando algo más peligroso.

El presentador acabó siendo apuñalado —no de gravedad, nunca hay tanta suerte— lo que demuestra que estamos de nuevo llegando al final del barril.

Llegamos al final de nuestro pequeño repaso con los docu-realities que pretenden ofrecernos una versión documental de algo suficientemente sensacionalista como para interesar a las televisiones, de ahí programas como Amish in the city — que sigue a los adolescentes amish en su estancia en la ciudad antes de decidir si se integrarán en su comunidad — o 1000 formas de morir —ejemplo de la entrada de Spike en esto con una recreación de muertes reales tan poco creíbles que lo raro es que no saquen otro programa para demostrar las posibilidades— aunque el premio se lo lleva la deriva del canal Historia al que el éxito de El código Da Vinci pilló a contra mano, y en lugar de hacer documentales haciendo un repaso a lo que había de cierto decidieron ser algo más… libres… en su interpretación. De ahí a repasar la Biblia había un paso y desde ese paso pudieron llegar todas las formas amarillistas de superchería, desde las profecías revisadas en Nostradamus Effect hasta…

Ancient Aliens

Efectivamente, los extraterrestres. En su loca carrera por sacar ideas extrañas lo mismo le daba al canal Historia que fueras ángel u hombrecillo ver… gris. Pero, eh, esta por lo menos tenía una finalidad histórica. Sí. Es decir, si aceptamos como histórico repasar la historia y decidir interpretar algunos de sus datos para que cuadre la teoría de que estuvieron implicados astronautas antiguos integrando así en la historia de la humanidad las visitas alienígenas. El tipo de cosas que los historiadores harían, claro.

Este es el nivel real y actual de este canal centrado en contarnos los sucesos de nuestro pasado. Y si lo comparamos con la situación actual de TLC aún han tenido suerte. Pero si de verdad queréis saber cuál es el reality que más se merece que hablemos en esta columna final de él que sepáis que os he guardado para acabar la mejor historia de todas.

Welcome to the Neighborhood

Tranquilos, aquí no toca vídeo. No toca porque estamos ante un caso realmente excepcional en esto no ya de los realities sino de la televisión en general. La idea era mostrar las reacciones de un barrio mayoritariamente WASP —es decir, de blancos protestantes— ante la llegada de un grupo de extraños, la idea es que esos mismos vecinos blanquitos decidieran al final de la temporada a qué vecinos querían conservar de entre los hispanos, los asiáticos, los negros, los gays, los paganos, los white trash o una familia cuya madre es stripper.

Según se emitió el piloto y un par de capítulos a los críticos televisivos y un par de asociaciones de derechos —con la idea de que estas asociaciones de minorías estarían encantadas de poner al descubierto la hipocresía de los barrios residenciales— empezaron a escuchar cosas malas. No sólo el veredicto fue que era muy flojo y bastante estúpido, además la mayor parte de asociaciones anunciaron acciones de protesta por los estereotipos. Prácticamente sólo la GLAAD, la organización pro-derechos homosexuales, anunció que apoyaban con ciertas reservas la idea global que intentaba trasmitir la serie. Y estos eran los más favorables. ¿Resultado?

La serie jamás llegó a emitirse.

Aún hoy sigue encerrada en algún armario, alguna caja o el equivalente en una televisión al almacén de Indiana Jones. Sólo los ejecutivos y aquellos que acudieron a los pases de prueba la han visto. Y es que eso puede acabar siendo, finalmente, lo mejor que le pase a uno de estos Relities Infames, porque una cosa es fallar y otra convertirse en leyenda.

¿Qué mejor forma de cerrar la sección y terminar de una vez con Agosto que acompañandoos mientras cerramos la puerta de esta cripta televisiva? ¡Adiós a todos, y recordad, la realidad nunca se interpone en un buen Reality! ¡Nos vemos de nuevo la semana próxima! ¡Si logramos salir de aquí! ¡NYA-HA-HA!


Reality Infame Infrapoteósico

Como decíamos la semana pasada, si triste era encontrarse con estas extrañas creaciones, estos realities infamesl de limitada repercusión ante los que uno podía aferrarse a su escaso éxito para confiar aún algo en los seres humanos —o, cuanto menos, en el Homo Audiente —, la aparición de un éxito entre ellos elimina de un barrido muchas de las vanas esperanzas de supervivencia ética.

Pues bien, el siguiente ejemplo no es sólo uno de los más sórdidos y controvertidos de la historia de la televisión —y lo digo completamente en serio, os veo hasta relameros— sino, además, una constante fábrica de historias, escándalos y broncas varias relacionados con él.

Y no me refiero a Sálvame, que va.

Todo empezó con un canal educativo. Tan educativo que se llamaba The Learning Channel y fue cocreado a principio de los ’70 por el Departamento de Educación y la NASA con la intención de difundir material educativo. La administración Reagan —¿quién si no?— decidió privatizarlo a principios de los ochenta y eso dio lugar a una sucesión de propietarios hasta terminar en manos del grupo Discovery en 1991, ya reducido a sus siglas: TLC. A Discovery le faltó tiempo para ir arrinconando la programación didáctica, fundamentalmente de procedencia extranjera, y pasar de los documentales de la BBC a los docurrealities de estilos de vida y profesiones. Para 2008 estaban tan establecidos que tenían varios de estos éxitos basura como Jon & Kate plus 8 o la incluso más desmadrada 17 Kids and Counting que, en estos momentos lleva 10 temporadas, no parece que vaya a acabarse y se llama ya 19 Kids and Counting; no sólo ellos, también había lugar para una familia que tras dos pares de mellizos tuvo sextillizos o una familia de enanos… en fin, ese tipo de programación.

En su persistente búsqueda de temas y ante los éxitos de su programación, decidieron que tenían que buscar un nuevo formato. Algo que les permitiera estar cada semana sin centrarse en una sola familia. Quizá también algo que les permitiera acercarse al género de los concursos… Y ahí prendió la llama. ¿Qué mejor que grabar una competición con participantes infantiles? ¿Cómo no va a mejorar la mezcla el no ser ellos los que den los premios? ¿Qué podría ser lo más controvertido y además permitirles fingir cierta dignidad? De este tipo de lodos acabaría saliendo el auténtico monstruo.

Toddlers & Tiaras

Si bien los toddlers serían literalmente los niños de uno a tres años, la verdad es que los jóvenes protagonistas eran algo mayores… siendo el límite los seis años. En cuanto a las tiaras… ¿He dicho ya que el programa es una competición de belleza?

Vaya. Cada semana el programa sigue las evoluciones de tres concursantes de este tipo de eventos y de su familia. Sobre todo de su familia. Retratos todo lo aparentemente externos que pueden, pero siempre con cierto punto de malicia al mostrarnos las interioridades. Esas madres que buscan una victoria o una belleza que ya no tienen, los padres que oscilan entre los ausentes, los adoradores y los desentendidos y las pobres niñas, confusas en la mayor parte de ocasiones, realizando estos extraños juegos para agradar a sus mayores. Historias que suelen ser más cercanas al gótico americano que a la competición de ideales, con Gypsy como musical de fondo.

Y si no me creéis a mí, echadle un ojo a estos vídeos:

[Pero no mucho tiempo, eh, con un minuto sobra]



Tan constructiva programación pronto tuvo sus frutos. Un nuevo éxito para el canal, que lleva ya cuatro temporadas y contando mientras las broncas surgen a su alrededor. Tantas que resulta complicado saber cuál es la primera, cuál ha sido la última y por dónde vendrá la siguiente.

Desde el inicio hubo discusiones sobre la conveniencia, no tanto de los concursos en sí mismos —que llevan ya décadas en entredicho— como de la conveniencia de dar popularidad a los que se centran en niños pequeños. Y ése fue el problema principal de la serie, motivo de la mayor parte de disputas y auténtico punto candente ante la posibilidad de que se las estuviera sexualizando pese a su corta edad; asunto éste que terminó explotando después de que ocurriera esto:

Para los que no puedan o no quieran ver el vídeo, que sepan que en él una de las concursantes, la pequeña Paisley Dickey de tres años, aparece vestida con una reproducción del —mínimo— vestuario que Julia Roberts usara en Pretty Woman, desde las largas botas negras a la estridente peluca. La pequeña realiza su actuación bailando —es un decir— entre los acordes de la canción de Roy Orbison, ante los ojos de una audiencia dividida entre los sorprendidos por la audacia de la idea y los directamente encab… disgustados.

Allí mismo algunas de las otras madres mostraron su disconformidad. (de hecho, aún se lo siguen recordando de forma más o menos civilizada cada cierto tiempo). No fueron las únicas, varias organizaciones aprovecharon para cargar contra el programa, desde la derechista Parents Television Group a un grupo de madres australianas tratando de reventar un tour el programa, muchas fueron las voces que se alzaron en su contra. Eso no impidió que los padres de Paisley la siguieran montando —la bronca— eligiendo un atuendo más que discutible para Halloween o sacando en subasta el traje de Pretty woman para apoyar a un grupo pro-vida (el primero de los cuales, por cierto, se negó a aceptar el traje o el dinero), lo que llevó a la joven protagonista de la historia al final lógico: negociar su propio reality con varias cadenas de televisión.

Por supuesto esto llevó a otras madres a tener que sacar cabeza, no sólo acusando a los medios de ser ellos los que sexualizaban a las niñas sino con todo tipo de broncas variadas, desde las que se centran en los procesos de belleza de las niñas, como ponerles corsé , darles baños de pintura bronceadora o tener recetas propias de bebedizos para que sus hijas rindan , motivos todos ellos de diversos escándalos, o escandalillos, por la forma en que las madres trataban y usaban a sus retoñas.

Como decíamos antes, esto llevó a todo tipo de especiales y series propios para algunas de estas niñas. De ahí que alguna pudiera incluso retirarse de las competiciones a los seis años…

Uno de estos spin offs, el dedicado a Honey Boo Boo, no sólo es el más cercano a una continuación oficial del programa —que sigue en antena y sin muestras de que vaya a concluir en breve—, sino que fue presentado entre comentarios adversos y una cierta sensación que nos invade con sólo ver el trailer.

Concretamente, en el AV Club Ryan McGee postulaba la posibilidad de entenderlo todo como una historia de terror, de una nueva forma de American Horror que iba más allá del American Gothic para crear una nueva definición. Yo sugiero llamarlo American Reality para que se pueda comprender de un vistazo todo el horror que ello encierra.

Mientras tanto, durante la redacción de esta columna, ha estallado el último eslabón de la cadena de broncas. Hasta que toque el siguiente, claro. En este caso se trata de que un padre ha presentado un capítulo de la serie como prueba en una demanda para lograr la custodia de su hija aprovechando la mala imagen y, por supuesto, los distintos escándalos asociados al programa. Habrá que ver cómo termina este culebrón legal que, de momento, ya le ha servido a la madre para arrastrarse por distintos medios ofreciendo la imagen de una madre que lucha por su hija y su derecho a presentarse a estos extraños concursos…

Como vemos, mucha explotación y de muchos tipos, una mezcla de repulsión y extraño atractivo y alguno de los seres humanos de moralidad más dudosa en un programa que hace dudar de la existencia entre la raza humana de algo parecido a la moral. Sobre todo porque aquí lo que tenemos son una pila de casos de corrupción de la inocencia, o, al menos, de su degradación al ser usadas niñas inocentes que difícilmente han podido pedir participar en estos eventos o salir en televisión por parte de unos familiares que han visto en su instrumentalización la posibilidad de lograr una cierta repercusión.

Todo lo cuál me lleva a preguntarme cómo será el futuro que les espera a estas niñas dentro de unas décadas.


¡Nos vemos la semana que viene! ¡Último lunes de Agosto! ¡Repaso final a los Realities Infames!


Reality Infame Indignablizador

Si la semana pasada repasábamos a esos realities que podían considerarse infames por cuestiones morales relacionadas con el subtexto que nos traían esta semana vamos con un caso tan claro de explotación sentimental y —a qué negarlo— hijoputismo televisivo que llevó el concepto mismo de pornografía sentimental hasta un nivel de explosión.

Y se podría decir que la culpa de todo la tuvo la cadena. Pero es que esa cadena era la FOX, reconocida y alabada siempre por su capacidad para saltarse los límites cuando era necesario. Por lo mismo, denigrada por su falta de escrúpulos a la hora de sacar temas o desenchufar series. En el más puro estilo de supervivencia de los fuentes, oportunismo y amor por el dinero la cadena de Rupert Murdoch saltó sobre la moda de los realities como Will E. Coyote sobre el Correcaminos.

De varios de esos ingenios para el mal, y sus habitualmente poco exitosas carreras, ya hablaremos en el cierre de esta serie, dentro de dos semanas, pero si tuviera que quedarme con sólo uno de ellos como ejemplo —que, curiosamente, es lo que ha sucedido— no tendría dificultad alguna. Tal es su malicia.

The Bachelor es uno de los más exitosos realities de la época en la que se puso de moda, a principios de los ’00, su formato con un concursante que tiene que elegir entre varios candidatos al amor de su vida —o de los próximos meses al menos— fue un éxito instantáneo para la cadena ABC que aún hoy, 10 años más tarde, sigue emitiéndolo. Fue, además, como Gran Hermano, The Amazing Race o Survivor, uno de esos formatos seminales que darían pie a múltiples copias, imitaciones o replanteamientos. No es algo nuevo, este mismo año la CBS ha denunciado que el formato Glass House de la ABC es una copia de Gran Hermano.

En cualquier caso, la gente de FOX sabe cómo darle una vuelta de tuerca tóxico a la premisa. A casi cualquier premisa. Y de ahí a darle luz verde a Who’s your daddy?

Quizá estéis pensando que no es más que una versión más zafia, o una versión étnicamente motivada o algún tipo de perversión limitada a las fronteras de lo decente. Y estaréis tan equivocados.

Who’s your daddy? parte de un concepto similar a The Bachelor porque hay una concursante y una buena cantidad de señores que pueden ser elegidos. Señores de edad avanzada, sea todo dicho. Pero no es ese el momento en el que todo se vuelve sucio. Tampoco son los 100 mil dólares que pueden ganar por elegir correctamente. No. El asunto es que…

El asunto es que la concursante no está buscando a un novio. Está buscando… A su padre. Las concursantes eran niñas adoptadas, personas que quieren descubrir quién es su padre biológico y, en circunstancias como esas, nada mejor que acudir a la FOX, claro. La FOX investiga, encuentra al padre y consigue que participe. Al fin y al cabo si ella le elige cada uno se lleva 100 mil dólares.

Sí, elegirle. Porque una vez que ella lleva el asunto al programa, que estos rastrean y le encuentran y que ambos se presentan a realizar el programa la FOX añade a la ecuación dos docenas de señores mayores que fingirán ser el padre de la concursante y lograran los 100 mil dólares —y que ella se quede sin nada— si son elegidos.

De manera que se prepararon para emitir el primer episodio, en forma de evento especial de 90 minutos y… bueno… casi no lo logran. Las asociaciones de derechos de los adoptados, tanto los chavales como los padres, montaron una bronca enorme. No sólo por el asuntillo de los derechos, también por lo ético del programa. El boicot funcionó lo suficiente —es decir, el follón, más la presión sobre las afiliadas más el desastre de audiencia que tuvo— como para que nunca se emitieran los otros cinco capítulos grabados. Mucho menos para hacer más. De hecho el formato en sí jamás llegó a verse teniendo en cuenta que sólo se emitió un especial más largo que tenía por protagonista a una actriz de tercera fila, T. J. Myers, que aprovechaba para hacerse algo de publicidad. De la manera más estúpida posible. Echadle un ojo:

¿Os ha gustado? Pues es el momento de seguirlo a YouTube y leer que se trata de uno de los padres falsos demostrando cómo estuvo cerca de engañar a la chica, y cómo los comments se llevan de gente comentando no sólo la jugada sino el programa entero y su concepción. Disfrutadlo.

Volviendo a nuestro tema, es difícil establecer qué pudo ser lo peor de todo, lo más ruin y rastrero de todo el programa. ¿Ofrecer la pornografía de convertir un momento de tensión emocional en un programa? ¿Convertirlo en un concurso? ¿Convencer a varias personas para que traten de engañarla? ¿O quizá el hecho mismo de que sus actores pensaran que era una plataforma de lanzamiento? ¿Cómo podemos elegir sólo un aspecto? Aunque imagino que los señores de la FOX aún deben estar preguntándose qué pudo fallar. Quizá en su caso deberían empezar a preguntárselo cuando algo funciona.

Puede que penséis que el que fallara demuestra que no hay realmente un espacio para estos Realities Infames… Pues que sepáis que la semana próxima podréis ver uno que es todo un éxito. NYA-HA-HA!!!


Reality Infame Insultante

Es difícil establecer cuál es el punto en el que un Relity se convierte en Infame, yo suelo ponerlo en el momento en que el insulto a la inteligencia del espectador y el abuso del sensacionalismo sobrepasan cualquier límite. Aunque, en fin, muchos son los que juegan a mirar irónicamente el material que tienen a su cargo, subrayando en montaje y música la estupidez misma de lo que presentan como si así fueran menos cómplices de darle difusión.

Hay, sin embargo, otro tipo de infamia que a mi vista es peor porque se camufla más con los clásicos documentales o busca una justificación de valores positivos tales como la integración y la superación cunado, en el fondo, explota los prejuicios de su público. Por algún motivo, sin embargo, mi opinión parece minoritaria y es, por tanto, este el primer tipo de Reality Infame que veremos.

Es complicado escoger uno sólo, especialmente en un campo en el que hay dos formas de entenderlo tan persistentes como contrapuestas, por un lado los programas documentales que con excusas históricas promueven la primera locura que se les pone por delante haciendo que los ya vetustos intentos de Jiménez del Oso parezcan fragmentos escolásticos. El éxito de El código Da Vinci facilito la entrada y posterior difusión de docenas de ellos, especialmente en los canales históricos que más lejos deberían estar… Pero eso es otra historia.

La segunda posibilidad es la de los teóricos documentales en los que la finalidad aparente incluye un subtexto más que obvio. No hablo de los risibles documentales propagandísticos —especialmente los de corte evangelizador— sino de aquellos que usan una historia para contarnos otra, como si no fuéramos a darnos cuenta. Y precisamente ahí, en la recolección de tópicos y el subtexto sospechoso, es donde encontramos a nuestra estrella del día Muslim driving school o como podríamos haberla llamado aquí Mujeres musulmanas del sudeste asiático aprendiendo a conducir.

Sé que algunos hubierais preferido un repaso por esos programas científicos o de profesiones raras, incluso con todos esos buscadores de fantasmas que tanto abundan. Pero, la verdad, son mucho menos dudosos, es menos complicado confundirlos con un programa documental real.

En este caso, sin embargo, ya desde el título vemos las costuras. Muslim driving school resulta estar centrada en exclusiva en mujeres, y dentro de estas en un tipo bastante concreto. Tanto da que procuren hacer intercambiable musulmán y asiática, las mujeres en las que se fijan sirven para poder debatir sobre la diferencia oriente/occidente. Taslima está cerca de los sesenta y sólo ha logrado que la dejen aprender a conducir porque su marido ya no puede y siempre para que pueda transportarle y Samia es una joven de dieciocho que aprende a conducir y va a tener un coche sólo después de que haya fallado su matrimonio concertado, Zaida es instructora y precisamente su papel es fundamental todo ello por permitir a estas mujeres no tener que tratar con un hombre, lo que no evita que emita opiniones discutibles sobre la forma en que estas viven su vida. Aunque quizá el caso en que más claro quede todo y más ambigüedad muestre el docu-reality es el de Aysha, una joven inglesa conocida como Stacey que decidió dar un giro radical a su vida de fiestas y excesos adoptando la religión musulmana como se podría haber metido a monja y cuya apariencia y decisiones, uso del niqab incluido, se presentará más como una forma de romper con el pasado y alejarse de su madre que como una decisión mor motivos religiosos.

Es difícil imaginar cómo podría haber sido más manipulada la situación, no sólo por haber dejado de lado todos los musulmanes no-asiáticos de Reino Unido, también por la elección de historias que parecen primar la idea de la mujer contra el islam aunque podrían haberse encontrado también en otras religiones.

No hubo jamás una segunda temporada, ni parece que ideas como la de Asiáticos aprendiendo a conducir, que lanzaron como sarcasmo respuesta para ahondar en los clichés, pero que no se nos olvide que un programa así, tan aparentemente inocuo pero con tanto fondo, se emitió en una ocasión.

Aunque, como veremos en las próximas semanas, es más fácil ser infame cuando se va a por todas sin complejos.


Reality Infame Introductivo

Llegó agosto y con él las paradas técnicas y los programas de refritoso de contenido ligero. Un año más esta columna no se tomará vacaciones pero sí modificará su procedimiento. Muchas eran las posibilidades en la que podría haberme centrado durante este mes como la historia de los grandes canales estadounidenses. O de la carta de ajuste española. O podría… En fin, muchas posibilidades.

Pero, al final, ha prevalecido esa idea de necesidad de descerebrarse. Idea que, francamente, ni entiendo ni comparto. Sea el que sea el material a enfrentarse creo posible una reflexión al respecto y una necesidad de crítica. Lo que pasa es que luego pongo fotos de culos y los editores de esto se me quejan. Así que he pensado que podría echar un vistazo en la parte más denostada de la televisión.

Bueno, vale, una de ellas… que la televisión es un no parar. Me refiero a los Realities. Aunque ya hemos hablado de que muchas veces el uso de Reality como etiqueta es demasiado generalista. Teóricamente significa no-ficción pero en realidad suele equivaler a un cierto amarillismo que busca el morbo fácil apelando a las circunstancias reales de lo que se va a mostrar. Que, obviamente, tienden a estar tan guionizadas como las propias series de ficción. Suele asociarse a una narración pseudodocumental que, en el fondo, está más cerca de un reportaje. De esta manera se cuentan biografías, fingen suspense en concursos o se bordea el límite en tre la información y la pura tontería.

Dentro de estos realities hay también grados y no resulta tan sencillo como uno podría pensar en un primer momento llegar hasta la categoría de Infame. La simple acumulación de amas de casa, actores de saldo, tareas ingratas o competiciones idiotas . Hace falta una vuelta de tuerca que es, precisamente, la que vamos a ir buscando y resumiendo durante estos cinco lunes de agosto.

Hoy, por ser el primer día y respetar la brevedad requerida por la época, vamos con un breve listado de algunas cosas que no se han estrenado aún pero que están en charlas o producción. Tres ejemplos de Realities Infames que podrían haber aparecido aquí de haberse escrito esta sección otro año.

Prezilla ¿Qué podría desear nadie más que reunir en un sólo programa dos de los grandes éxitos de la MTv? Unir el formato de historia por semana y parte de la temática de Embarazada a los 16 con Bridezillas y las historias de mujeres desinhibidas y ¿fiesteras? de Jersey Shore mostrando a embarazadas arrasando ciudades a su paso. Claro que ahora que Snookie está embarazada quizá nunca llegue a ver la luz.

King of the nerds Apoyándose en la… fama… de los protagonistas de La venganza de los novatos, Robert Carradine y Curtis Armstrong, a pelear entre ellos en una especie de concurso que sólo ellos saben en qué consistirá porque pruebas de inteligencia y cultura general suenan al tipo de desastre que está esperando a que suceda.

My Daughter: The Teenage Nudist La única que se ha emitido, pero como un especial que no ha dado lugar a series. Si a algo recuerda la ejecución es a esas películas nudistas que antecedieron al porno, salvo que aquí la coartada intelectual del auge del nudismo —la misma que entonces— apuesta más fuerte al contraponerla con la actitud de los padres que es… bueno… tradicional.

A cosas como estas, y bastantes peores, tendremos que hacer frente durante las próximas cuatro semanas. Por lo menos mientras intentemos acotar lo que es realmente infame.