Rivales Doctor: Gente Mañanera

Termina agosto y con el mes termina también este breve monográfico a las series inglesas que rondaron a Doctor Who, de manera que parece razonable terminar con la más exitosa de ellas en lo que a público se refiere.

A finales de los años sesenta Roger Price trabajaba en televisión mientras preparaba su propio programa infantil, un campo en el que acabaría destacando, la premisa juntaría ciencia ficción y aventuras con un reparto fundamentalmente infantil y juvenil. Incluso tenía un nombre para designar lo que eran los protagonistas: Homo Superior. Esta definición, asociada generalmente con los X-Men de la Marvel, acabó también en una canción de David BowieOh! You Pretty Things —por una charla mantenida entre ellos en el que Price le explicó su idea para la serie.

Hasta 1973 no se llegaría a estrenar la serie, tras ser ofrecida primero a Granada, ser rechazada y presentada entonces a Thames que la vio como su posible respuesta al éxito de Doctor Who. Price no tenía esto en mente cuando la creó sino crear una serie familiar dirigida principalmente a un público juvenil pero sin tomar por tonto a nadie. Desde el momento en que se estrenó fue un enorme éxito de público, y también de parte de la crítica, todos ellos deseosos de saber qué era lo que iba a suceder con los héroes del título: The Tomorrow People.

Los chicos y chicas son el siguiente escalón de la evolución, hijos de padres humanos que en un momento dado tienen una explosión evolutiva que les dota de poderes, fundamentalmente mentales. Es imposible predecir quién será uno de ellos ni a qué edad se producirá el salto ni, por supuesto, qué poderes vendrán asociados, si bien la telepatía es general entre ellos, y la telekineses es bastante habitual.

Su cuartel general —secreto, claro— es The Lab, en el que está la computadora biotrónica sentiente TIM, que les ayuda con los teletransportes. Actúan de forma secreta para los seres humanos normales, a los que llaman sap —de sapiens—, pues saben que son odiados y temidos por la mayor parte de la humanidad, que no les entiende, y que habrá personas que quieran aprovechar sus capacidades para su propio beneficio. Precisamente por ello tratarán de localizar a los nuevos Homo superior según se produce esa explosión.

Eso no quita para que tengan amigos humanos pero no precisan de ninguno de ellos para organizarse igual que la cercanía de la fecha en que se empezaron a producir estas explosiones hace que no tengan un adulto al cargo. —Si bien la voz de TIM la pondría Philip Gilbert, que estaba al inicio de sus cuarenta— De manera que lo más cercano que habría a un control parental serían las apariciones de la Federación Galáctica, una organización cósmica con la que el mayor del grupo, John, habría contactado y que se dedica a colaborar y apoyar a los organismos con capacidades mentales avanzadas que habitan en el universo.

La serie podía mostrar a los chavales metidos en un asunto de alienígenas o de seres fantásticos pero también oponerlos a organizaciones criminales de humanos o cualquiera otra de las caracterísiticas aventuras juveniles. Porque frente al Doctor aquí puedes ser no sólo un amigo de los protagonistas sino, quizá, un Homo Superior a punto de explotar.

Además, el cambio continuo de actores, con entradas y salidas todas las temporadas, permitía no sólo ofrecer la imagen de cambio continuo y renovación, también ayudaba a demostrar que cualquiera podía acabar siéndolo.

Mientras tanto, Roger Price, que había sido ayudado la primera temporada por la productora Ruth Boswell —que tenía experiencia al haber trabajado en series como Timeslip—, el autor dramático Brian Finch y el director Paul Bernard —que venía de trabajar precisamente en Docto Who —, se encontró más libre tras la segunda con sólo Boswell involucrada, si bien más como agente de la cadena para impedir que Price hiciera algo indebido como matar a un actor principal.

Porque Price quiso darle un aire más inocente y cómic pronto pero se encontró con que eso no funcionaba en el contexto creado, de manera que fue perdiendo interés rápidamente e intentando cerrar la serie para trabajar en otros proyectos que le interesaban más. La ITV, viendo el éxito que tenía entre manos, llegó a un acuerdo con él: Temporadas más cortas para que tuviera tiempo de dedicarse a otros proyectos pero sin cerrar este y ya se encargarían ellos de decirle qué hacer para que siguiera siendo una serie de éxito.

Su primera idea brillante fue la inclusión de una estrella adolescente nacional, Mike Holoway, como nuevo Homo Superior, para reemplazar al personaje de Stephen, que había sido lo más cercano que había tenido la serie a un protagonista las anteriores temporadas. Además, la edad de John y de la maternal Elizabeth había entrado poco a poco en la veintena así que le daban vueltas a como hacerles parecer más jóvenes de lo que eran, algo a lo que no ayudó el embarazo de la actriz Elizabeth Adare durante la sexta temporadas, que llevó a Price a enviar a Elizabeth de embajadora especial para disimular.

La conjunción de problemas de producción, hastío de Price , los actores principales queriéndose dedicar a otra cosa y las conocidas huelgas de la ITV acabaron logrando que en 1978 se grabara la última y mínima temporada, la octava, consistente en un sólo serial que se emitiría a principios de 1979 y no sería continuado pese a un par de tímidos intentos por parte de la ITV.

Richard Price, por su parte, logró así pasar por fin a un proyecto más de su gusto, un programa de sketches

Aunque los Homo Superior hubieran sido tratados por los mutantes de la Marvel antes, el estilo diferente de The Tomorrow People le hacía más cercano al desarrollo que tendrían cuando Chris Claremont llegara a guionista y, después, los Nuevos Titanes de Marv Wolfman y George Perez, toda una anticipación que, una vez pasado su enorme éxito, dejaría un poso en la memoria de serie de culto que serviría para ser revivida en un telefilme y tres temporadas cortas de 1992 a 1995 y, finalmente, una continuación en radioteatro por parte de Big Finish que les permite reunir a algunos de los actores habituales y continuar con cinco temporadas más, aunque una sexta parecía preparada pero quedó en pendiente.

En el recuerdo queda The tomorrow people como un clásico, que este mismo año verá una versión estadounidense en el canal The CW que, desde luego, mostrará a unos protagonistas más… mayorcitos, como es norma del canal. Aunque no lo veremos en el Pilotos Deathmatch de la próxima semana sino, al menos, en el siguiente. Pero deja clara la importancia de la serie.

Como hemos visto durante todo este agosto, la televisión inglesa aprovechó para oponer a Doctor Who o crear a su sombra toda una variedad de series de género fantástico —al que podríamos añadir títulos tan conocidos como los de Gerry Anderson de quien ya hemos hablado por aquí — que permitió cimentar y continuar con una tradición de fantástico durante las siguientes décadas en su televisión.


Rivales Doctos: Selección Múltiple

Elegir a algunos de los rivales de Doctor Who no es tan sencillo. Algunos no tuvieron la oportunidad de enfrentarse, otros fueron antes o después y algunos, simplemente, trataban temas diferentes. Pero todos ellos fueron producidos por los rivales de la BBC, en Inglaterra, a la vez que se emitía al Doctor y con una temática fantástica que les hacía destacar por uno u otro motivo, haciéndolas merecedoras de un poco de atención.

Así que vamos a repasar brevemente cinco series que pudieron ser una opción:

1) Sky

Siete episodios —una temporada inglesa— duró esta serie de 1975 en la que el protagonista era un alienígena que podía viajar en el tiempo COF, aunque en este caso es un jovencito con una pinta bastante extraña y un pelucón oxigenado. La historia muestra al extraterrestre, Sky, buscando una unión con el planeta que no se puede conseguir y que lleva a la misma alma de la naturaleza a crear un anticuerpo para quitárselo de enmedio, el malvado Goodchild, de manera que Sky, con la ayuda de tres jovencitos, debe evitar que le maten y regresar al momento apropiado en que la Naturaleza no estaba corrupta. Porque si puedes meter un mensaje ecologista todo queda mucho mejor.

La historia original fue creada por dos antiguos conocidos, Bob Baker y Dave Martin, guionistas de Doctor Who que buscaban un público más juvenil y una historia que comparte elementos y sería su puerta de entrada en las series fantásticas juveniles.

2) The Champions

Entre 1968 y 1969 la ITV emitió la serie The Champions, conocida en España como Los invencibles de Némesis las varias veces que se ha emitido, la última en los años noventa —equivocando el país, pero tampoco podemos extrañarnos en exceso, hay cosas que no cambian— , en la que un grupo de agentes de la organización de espionaje Némesis sufrían un accidente en su primera misión al estrellarse su avión en el Himalaya. Por suerte allí había una civilización secreta avanzada que les daban superpoderes.

De esta manera se reunían temas en una variación del espionaje fantástico que servían para combatir a malvados dictadores, fascistas ocultos, genios del mal y todo tipo de razas extranjeras; a menudo de manera combinada, en una mezcla propia de la época. Detrás de la serie se encontraba Dennis Spooner, otro viejo conocido de Doctor Who que estuvo encargado del paso del Primer al Segundo Doctor. Al final, parece que no hay tanta gente trabajando en estos negocios.

3) Into The Labyrinth

Como muestra de ello, regresamos a Bob Baker, acompañado en esta ocasión por Peter Graham Scott en una serie que duraría tres series, entre 1981 y 1982. La historia parte de la lucha de dos magos inmortales, Rothgo y Belor, por lograr la posesión de un objeto mágico de enorme poder, el Nidus1, que era la fuente del poder y la vida del primero —el bueno, claro—, al que le había sido arrebatado y enviado a través del tiempo y el espacio por el segundo —obviamente, el malo… bueno, la mala, que es maga— para acabar con él. Por suerte los niños entrometidos andan siempre cerca y al encontrarse con un agonizante Rothgo dentro de un… laberinto… reciben la tarea de buscar el Nidus y devolvérselo a su dueño. El objeto iba pegando botes por el tiempo, disfrazándose de objetos distintos y siendo sólo posible descubrirlo mediante su reflejo, que mostraba su auténtica naturaleza. El moribundo Rothgo se dedicaba a mandar a los chavales de época en época detrás del artefacto permitiendo así, además, que los jovenzuelos aprendieran —poca— Historia. Belor aparecía cuando parecía que lo habían encontrado y, dado que no podía tocarlo mientras el otro mago viviera, se limitada a lanzar un complicado hechizo: “Te niego el Nidus” y hasta la siguiente parada. Así toda la primera temporada.

En la segunda, recuperado ya el Nidus, Belor usaría su propia fuente de poder para destruirlo en partes que los chavales debían recuperar y unirlo y… bueno, eso, que la trama de la temporada variaba, pero aún encontrarían una forma de hacer una tercera serie buscando por el tiempo un objeto mágico. El caso era mantener un poco más una serie juvenil y educativa * COF * que había demostrado un gran éxito entre los espectadores, sobre todo su público objetivo. Y si no, que se lo pregunten a los espectadores españoles que en 1982 se dispusieron a ver Dentro del laberinto y aún no han dejado de preguntar por ella.

4) Star Maidens

La única de las series que no tiene ningún creador ligado a Doctor Who, debido a que Eric Paice venía de ejercer de guionista en la saga Target: Luna, conocida también por Pathfinder gracias a las continuaciones que examinaban el Espacio, Marte o Venus —si bien es cierto que el serial fue creado por Sydney Newman a principios de los sesenta, años antes de crear Doctor Who —. Tras ese paso por el fantástico se estuvo dedicando a series policíacas hasta que en 1976 le llegó la idea para hacer una coproducción que habían tenido los alemanes —de la República Federal, claro— Von Hardenberg con el apoyo de la productora Jost von Hardenberg Corporation. Pice y la ITV se pusieron rápidamente a ello para sacar esta coproducción.

El punto de partida era la llegada a nuestro mundo de dos hombres procedentes del planeta Medusa, que se encontraba en la galaxia Próxima Centauri, y que venían huyendo de un mundo con los roles reversos en los que las mujeres ocupaban todos los puestos de importancia y los hombres se veían reducidos a meros objetos de adorno. La idea detrás de la serie era ofrecer un espacio para la reflexión mostrándonos este mundo distinto del nuestro y aprovechar el auge del Movimiento de Liberación de la Mujer para apoyarlas y apoyarse en ellas. El problema es que la falta de presupuesto —incluso siendo una coproducción—, que les llevó a reutilizar parte de los decorados de Espacio: 1999, y las actuaciones principales acabaron acercándola más a una farsa, una suerte de versión de las Amazonas del Espacio que en los cincuenta impulsó La reina del espacio exterior, aunque aquí en formato televisivo. Lamentablemente nunca continuó la primera temporada y no se pudieron explorar en más profundidad las ideas que se proponían.

5) Children of the Stones

Terminamos con otra serie juvenil producida en 1976 y emitida en 1977 por la ITV —en su división Gales y Oeste, la HTV— creada por el ex-guionista de Doctor Who Trevor Ray, y por Jeremy Burnham, actor pasado a escritor, que habían decidido poner en marcha otra historia juvenil con fantástico de por medio. En aquel momento parecía que había un montón, así que esta tenía vocación de miniserie. Es una pena que ahora parezca que nadie piense en hacer estas cosas. Para darle más interés aún, el papel principal adulto lo interpretaría Gareth Thomas, que a continuación pasaría a protagonizar Los 7 de Blake.

La historia, sobre un astrofísico y su hijo que se mudan a un pueblo para estudiar un círculo megalítico y se encuentran con algo más que un pequeño pueblecito encantador —que, por cierto, no era Stonehenge aunque en España la serie se llamara Los chicos de Stonehenge, porque total qué más da— debido a la relación de las piedras con un agujero negro del firmamento y el clásico poder omnímodo y ominoso. Mientras tanto se tejía una red de ciencia y paraciencia, se examinaba la integración en la comunidad y las ganas integradoras de la misma y se producían escenas e imágenes sugestivas que podían cargarse de tensión y que llevaron a algunos críticos a considerarla —de manera para mí exagerada, son palabras mayores— la respuesta en ficción audiovisual juvenil a The Wicker Man. Una historia en la que el tiempo tiene una función primordial y decisiva, sobre la que descansan gran parte de los secretos de este círculo de piedras.

Como veis, los responsables de los guiones y producción de Doctor Who se iban esparciendo, facilitando una gran cantidad de series fantásticas —muchas de las cuales incluían a viajeros temporales—, así como producciones juveniles que les trataban como a seres inteligentes, logrando en ocasiones las inevitables quejas que aseguraban que eran para adultos; algo que la fascinación que les causaba hacía difícil de creer.

Precisamente por ello es tan complicado elegir una única serie de este periodo. Aunque, una vez repasadas éstas, concluiremos la próxima semana con uno de los ejemplos más exitosos de la ficción fantástica británica que pudo ser rival del Doctor.

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1 Durante años, desde al menos mi paso por el TV a Gritos de Dreamers hace ya más de una década, he podido comprobar como un sinnúmero de personas preguntaba por esta serie recordando sólo lo del Nidus o algo así y lo del laberinto. Un clásico de las series mencionadas en las webs de recuerdas esa que así como en los foros y MLs relacionadas. Hasta el punto de que los que aquello sufrimos, como Viruete , acabamos desarrollando una cierta aversión —por no decir otra cosa— a tener que explicar, una vez más, el nombre de la serie y su disponibilidad. Así que espero que lo dicho aquí sirva para no tener que volver a tratar el tema ni a resolver esa machacona pregunta.


Rivales doctos: Acero azafirado

De entre los intentos de lograr un rival para Doctor Who los ha habido con más, menos o ningún punto en común. Ha habido los que lo tenían en el tono, en la intencionalidad o en el desarrollo que había terminado dando a luz el programa… Pero prácticamente ninguno logró reunir todos estos puntos en común, añadirle además un nivel de calidad tan alto como el de la serie a imitar y, además, que no fuera más que casualidad.

Quizá sea ese el auténtico motivo de que haya pocas series que puedan parecer nacidas a partir del Doctor y, sin embargo, tengan una entidad propia tan interesante como la que hoy nos ocupa: Sapphire & Steel.

Pensada originalmente por su creador, Peter J. Hammond, como un programa infantil o juvenil, fue ofrecida a una de las cabezas que la ITV tenía en los 70 tras el éxito de la serie juvenil fantástica Ace of Wands, en la que trabajó de guionista y que le facilitó colaborar en la serie antológica de historias sobrenaturales juveniles Shadows. Sería trabajando en esta segunda serie cuando propondría la idea de The Time Menders, una serie en la que el tiempo juega un papel fundamental y que estaba originalmente pensada para emitirse los fines de semana.

Pero el desarrollo de la serie hizo que, originalmente, se mandara entre semana; por un lado para no contraponer sus temas con los de Doctor Who —y, de paso, evitar una competencia para la que originalmente estaba ideada pero a la que haría falta Buck Rogers in the 25th Century para hacer mella—; por otro porque el jefe de la ATV, Lord Lew Grade, había decidido que hacía falta un par de actores no sólo de calidad y experimentados sino, además, conocidos por el público. Gracias a su intermediación, Joanna Lumley y David McCallum interpretaron a los protagonistas. Lumley era conocida por su participación en The New Avengers, McCallum volvía de haber hecho en USA The man of U.N.C.L.E. y cine. Tras su participación en esta serie ,Lumley acabaría siendo más conocida gracias a Absolutely Fabulous, mientras que él acabaría siendo un importante secundario en NCIS.

La inversión en actores y el cambio de día llevó a la cadena a decidirse por un acercamiento más ambicioso y a sugerir a Hammond que le diera un tratamiento más adulto, con mano libre para hacer lo que quisiera mientras se mantuviera dentro del presupuesto. Algo que aprovecharía para ofrecer una visión completamente diferente a partir de esa idea inicial.

Este rumbo final fue lo que le dio un aspecto peculiar, lo que, unido a la particular forma de encarar los efectos especiales por motivos tanto de presupuestos como de realización, logra una sensación de extrañeza incluso superior, convirtiéndola en un clásico de culto de la ciencia ficción británica, con una gravedad similar a la de Doctor Who o Los 7 de Blake; si bien su pesimismo, su tono oscuro, la emparenta más con la segunda.

Se produjeron seis Encargos, repartidos en dos temporadas —de 1979 a 1982—, que podrían haber sido más de no haberse producido una de las frecuentes huelgas de la televisión inglesa —esta vez en la ITV— durante la emisión del segundo serial, que obligaron a suspender su emisión y luego reanudarla desde el principio, retrasando la emisión de capítulos. Aunque, por otro lado, ello sirvió para lanzar la versión en cómic dentro de Look In, la versión infantil/juvenil del TV Times, respuesta de ITV al clásico Radio Times de la BBC. Y también el lanzamiento de un libro que adaptaba la primera misión, escrito por el propio Hammond. El único que tuvieron. Aunque en 1981 sufrieron la edición de un Annual originado por su popularidad y por la venta de derechos por la ITV de sus programas en propiedad, lo que facilitó la creación de productos que eran cualquier cosa menos canónicos.

Pero, volviendo a la serie, cada capítulo comenzaba con una voz explicando:

“Todas las irregularidades serán manejadas por las fuerzas que controlan cada dimensión. Los transuránicos, elementos pesados, no pueden ser utilizados donde hay vida. Los pesos atómicos medios están disponibles: Oro, Plomo, Cobre, Azabache, Diamante, Radio, Zafiro, Plata y Acero. Se han asignado Zafiro y Acero.”

Esa voz, de alguien que no llegaría a ser identificado en la serie, marcaba el punto de entrada en la historia y, a la vez, el estilo de la misma; poco o nada se diría de la naturaleza de los agentes, sus empleadores o casi las amenazas que combatían, pues el presupuesto escaso y la creencia en una ambientación por encima de los efectos especiales hacían que en esta serie fueran especialmente dados a no explicar nada y a manejar la acción a través de poderes invisibles —telepatía, conocimiento instantáneo e incluso la posibilidad de bajar la temperatura de una habitación— que no requerían de grandes despliegues y sí añadían atmósfera a la historia.

La sequedad de los personajes, especialmente de Steel, lograban centrar el modelo de la serie y darle un toque extraño a los protagonistas. Su forma de encarar los casos, de una manera completamente lógica y desapasionada pero en absoluto falta de tensión, así como su relación de superioridad y hasta desprecio por los humanos, hacía que fueran más las dudas que surgieran al verlos actuar. Aquí la corta duración de la serie ayudó también; al fin y al cabo en Doctor Who se tardarían años en conocer exactamente los sucesos de su marcha —si es que podemos decir ahora que los conocemos realmente— e incluso la existencia de Gallifrey o sus características físicas que les alejan de los humanos. Aquí, con apenas tres años y seis misiones, sólo pudimos conocer a nuestros protagonistas y a otros dos apoyos: Lead, un enorme forzudo negro interpretado por Val Pringle y Silver, especialista técnico que puede manipular los metales interpretado por David Collings. Sin duda, de haber durado más la serie podríamos haber conocido a más, como Jet, que era mencionada en uno de los capítulos.

Ese misterio alrededor y en la línea de lo que se contaba servía para reforzar la serie y convertirla en un referente de las series fantásticas con componente paranormal, por mucho que la fantaciencia de alrededor explicara finalmente lo ocurrido. Logró así convertirse en un antecedente de lo que años más tarde veríamos en series como Expediente X. El mismo concepto inicial resulta intrigante: El tiempo no es un conducto, como en Doctor Who, una sopa en la que nadan los hechos. Aquí el Tiempo es una fuerza, y no precisamente una benigna. Como explicaba Sapphire en su primera misión:

“Hay un pasillo, y ese pasillo es el tiempo. Rodea todas las cosas y pasa a través de todas las cosas, usted no puede verlo ? solamente a veces y es peligroso. Usted no puede entrar en tiempo, pero el tiempo puede intentar a veces entrar al presente. Irrumpir en él. Crear una brecha y llevarse cosas. Llevarse a la gente. El pasillo es muy fuerte; tiene que ser. Pero a veces, en algunos lugares, se debilita. Como si fuera tela, tela raída, y cuando hay presión aplicada sobre tela? El tiempo entra??”

Así que será el mismo tiempo, sus acciones, o aquellos seres que viven más allá de él o en paralelo a nosotros y usan sus agujeros para entrar hasta nuestro universo, los que ejercerán como malvados, usando en muchas ocasiones puntos de entrada a través de anacronismos, acciones pasadas de los hombres y, sobre todo, la ayuda de las rimas de guardería y las frases hechas.

Durante esas seis misiones iremos viendo situaciones normales convertirse en cuentos espeluzantes, giros en premisas habituales hacia lo desconocido y una redefinición de la idea de antihéroes menos basada en una apariencia de perdedores que en una ética y moral ajena a la norma.

Su final, altamente climático, no fue culpa de la audiencia sino de los cambios al convertir la cabeza de la ITV llamada ATV a una nueva versión conocida como Central —que acabaría dando lugar a ITV Central, como se la conoce oficialmente desde 2004—, con el subsiguiente cambio de jerarquía y problemas con los programas antiguos; hasta el punto de que el Encargo 6 estuvo a punto de no ver la luz porque a los nuevos jefes no les hacía gracia que Central emitiera algo de la ATV, por ridículo que suene. También la agenda cada vez más complicada de los protagonistas, con McCallum viviendo y trabajando en USA y Lumley cada vez más solicitada, ayudó a disolver la serie, dejándola en un cliffhanger que, en cierto modo, era lo más consecuente que podía pasar con la serie. En años posteriores, tras el éxito de su publicación primero en VHS y luego en DVD, se crearían un par de series de radionovelas —con otros actores en los papeles principales— a partir de ese final de la serie, aunque Hammond —que pasó a centrarse en thrillers y mysterys televisivos como el enormemente popular Midsomer Murders — nunca ha querido decir cuál era la solución que guardaba para la situación en la que quedaban las cosas.

Los seis seriales, en total 34 episodios, quedan como un clásico de culto que muestra un estilo capaz de poder ser creado teniendo en mente un público juvenil y llegar a los adultos convirtiéndose en una de las grandes series de culto del género fantástico.


Rivales Doctos: Empezando esmeralda

Un año más, la llegada de agosto lleva consigo un cambio en estas columnas, pasando de todo lo demás para dedicarle una temporada a un tema concreto e intentando hacerlas de una longitud menor. ¡Todo por vosotros, silentes lectores!

En años anteriores repasamos miniseries o realities infames, como podéis ver en el Índice de esta columna, que acaba de ser actualizado para facilitaros las cosas. Éste toca volver a la ficción para complementar los artículos sobre Doctor Who, con una mirada a las series que sufrían un doble castigo como villanas y víctimas, aquellas que colocaba la ITV para tratar de combatir a la serie y que, generalmente, acababan sucumbiendo al clásico.

Como, al fin y al cabo, la finalidad de esta columna es divulgativa —y no tengo intención de enrollarme demasiado—, he pensado que es mejor dejar fuera los rivales estadounidenses. Da igual que Star Trek sea la única serie de ciencia ficción que pueda oponerse por influencia y duración a Doctor Who, sería injusto dedicarle sólo una columna, y de Buck Rogers en el siglo XXV ya habrá otra ocasión para hablar. Incluso entre series inglesas como The Prisioner, de la que, todo sea dicho, hay gente que ya ha escrito mejor y mejor, sin contar con que se emitía los jueves, no los sábados, invalidando ese concepto de oposición que, por eso mismo, impide que haya series de la BBC en este lío.

Como la intención de estas columnas agostinas es ser cortas, vamos ya con la primera serie elegida, más por ser la primera rival del Doctor que por los criterios para las próximas semanas. Y es que Emerald Soup llevaba en emisión desde el 9 de noviembre de 1963, como ejemplo de programa infantil o juvenil —si bien su creador, Bill Bain, decía que era una serie familiar centrada en los niños— y una trama que seguro que hace que muchos sepan encuadrar con rapidez qué tipo de historia se estaba contando: Unos chavales de un pueblecito costero descubren que unos científicos están haciendo pruebas radiactivas en unas cuevas cercanas y decidirán detenerles antes de que ocurra algo peor. Salvo porque quizá ya ha sucedido. Y porque hay tres recién llegados sopechosos en el pueblo que parecen estar tras ese descubrimiento…

Parte del invento consistía en ofrecer un producto que poder vender a Australia, país del que era originario Bain y del que aprovechó ideas para hacerlo menos de campo, más de playa y, ya de paso, traerse a buena parte del reparto.

Concebido como un entretenimiento familiar con moraleja ecológica, no llegó a tener segunda temporada y se encuentra entre las muchas viejas series cuya totalidad se haya perdido; parece que nadie estuvo muy interesado en guardarla.

Pero tranquilos, el resto de semanas os sonarán más, y serán revisitables.