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Sin despreciar al resto de clásicos debo reconocer mi preferencia en películas mudas por dos en concreto. De una hablaré antes o después por sus varias versiones, me refiero a El gato y el canario, que tengo en todas las versiones que puedo ir recopilando. La otra es, por supuesto, este The Bat del que hablo hoy.  En ambos casos con un origen similar como exitosa obra de teatro, algo especialmente notable en el caso de la que nos ocupa pues reunía a la vez a dos grandes autores teatrales estadounidenses de la época: Avery Hopwood y Mary Roberts Rinehart.

Hopwood logró el sobrenombre de autor más exitoso de su época y estaba especializado en comedias y farsas, Rinehart era conocida como escritora de obras de misterio -y se la responsabiliza de culpar al mayordomo en caso de duda- como The circular staircase,  que sería más re-hecha que adaptada a la obra en que se basa esta que nos ocupa, de modo que de la mezcla de ambos no podía salir otra cosa que una farsa cómica de misterio. Precisamente por ello en The Bat hay dos líneas en constante choque que, por fortuna, se van salvando mutuamente y permiten que, a la vez, todos los actores tengan su momento de lucimiento y sus frases. Algo muy de agradecer en una película muda, lo que no impide que casi podamos oír el tono de la magnífica Emily Fitzroy como Miss Cornelia Van Gorder.

Pero, más allá de la ambientación entre el expresionismo alemán y el art decó, más allá de los decorados y las miniaturas e, incluso, más allá de los múltiples sospechosos y de ese villano que da nombre a la película, llevando un disfraz que inspiraría a tantos otros criminales de carnaval y lo mismo te inspira ideas de Scooby Doo que Bob Kane reconoce que fue una de las principales referencias para crear Batman -pero, claro, creete a Kane– está la imagen que la abre y a la que le da igual que sea un éxito de Broadway con innumerables representaciones encima. La advertencia/ sugerencia/ petición en forma de cartel colocada no al final sino al principio, como letrero inicial, de que el público guarde silencio sobre el desenlace de la obra para así permitir que el resto de espectadores que no la han visto la puedan disfrutar. Y si ya lo tenían en cuenta en 1926, ¿cómo no respetarlo hoy? Así que os dejo, Internet Archives mediante, la película por si también a vosotros os apetece verla.

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