Mi intención para este repaso de tropos era centrarme en generalidades antes que en concretos, con la intención de poder avanzar todo lo posible, sin embargo la necesidad de hablar en profundidad del término Mary Sue me ha llevado a dedicarle toda la columna de hoy.
La utilización cada vez mayor del término ha hecho que, como siempre, la palabra tenga cada vez más personas usándolo y, por supuesto, muchos significados. Negativos, en su mayoría. Pero precisamente por la variedad y disparidad de esos significados merece la pena echarle un ojo a la historia y aplicaciones del término.
Todo empezó con la divulgación de la ficción fan. Esas obras conocidas como fanfiction o fanfic -incluido aquí, que así tardo menos en escribirlo- llevan existiendo poco menos que toda la vida pero solo desde la creación de comunidades fan han sido compartidas. Esto es, bien mediante fanzines, revistas de socios y con la llegada de la electrónica en foros, listas de correo y demás variaciones web.
En esas historias se podía encontrar de todo: Continuaciones del producto original, ingeniosas explicaciones de los cabos sueltos, expansiones de personajes secundarios y -por supuesto- sexo. Pero además, y en ocasiones reuniendo todas, están las historias de autoinserción, esas en las que el escritor, bien de forma directa o bien a través de un personaje creado para la historias tras el que se enmascara, decide vivir ese mundo.
El problema de esas historias era que tendían a exagerar incluso más que los fanfics habituales uno de los grandes problemas de este tipo de narrativo: la perfección de su protagonista que le lleva a ser no ya el centro de atención de donde quiera que se encuentre sino a lograr el amor, los dones y lo que sea que se proponga, solucionando todos los problemas con su mera presencia o, como mucho, deseándolo muy fuerte, sin importarle las relaciones o reglas establecidas. Que no es algo que sea un problema exclusivo de las obras no-oficiales -y esta va a ser mi única mención a Moffat en toda la columna- pero si un rasgo característico que, por fuerza, tenía que acabar saliendo por algún lado.
El año era 1974. Paula Smith, una aficionada a Star Trek, venía observando que en muchos de los fanzines que se vendían o intercambiaban aparecían estas historias de autoinserción, y que al reunirse en las convenciones -hacer comunidad, como os decía, y que nadie trate de convenceros de que es algo reciente o novedoso-, así que decidió escribir una parodia: A Trekkie’s Tale que procedió a editar en el segundo número de Menagerie, el fanzine que realizaba con su amiga Sharon Ferraro. -Si os dicen que en el fandom no hay chicas tampoco hagáis mucho caso-.
En el relato se mencionaba su belleza, sin demasiados alardes, se hablaba de se excepcional como la más joven de la academia que había logrado su puesto con solo 15 años, su excepcional herencia que la hacía medio-vulcaniana pero que lograba esconder como humana, su relación de parentesco con uno de los personajes principales, su enorme carisma que llevaba a todos a admirarla y su brillantez que acababa llevándole a sacrificarse y a ser llorada por todos la que la conocieron. Esta visión original de Lo Mary Sue era realmente por tanto básica, algo comprensible por ser el inicio del tropo y dado que no duraba más que unos pocos párrafos para demostrar el espantoso estilo y la cortedad de desarrollo.
A partir de ahí ambas empezaron a usar el término Mary Sue en sus reseñas -bueno… a Lt. Mary Sue story a decir verdad- de fanfics, favoreciendo que otros lo hicieran también. Smith había descubierto un tropo, nombrándolo y estableciendo un término para nombrarlo. Por eso dejó de ser suyo. Más aún cuando se empezó a mirar en retrospectiva y a hablar de otras narraciones en las que se pudiera aplicarlo, con ejemplos realmente antiguos como a algunas historias enviadas a las revistas infantiles en el siglo XIX. -El fenómeno fan, que decía antes-.
La mayor parte de estos tics estaban para quedarse pero otros iban a desarrollarse más aún. La belleza de una Mary Sue se iría volviendo más exótica, con colores en ojos y pelo realmente inesperados, casi sobrenaturales, y un mayor detalle a la ropa y lo bien que le quedaba, incluso aunque fuera parte de una tripulación uniformada. Sus talentos serían mayores y más inesperados. Sus fallos, mínimos. A veces ni siquiera fallos, como mucho consideraciones propias de alguien demasiado bueno. Lo que hace que de inmediato todo el grupo de personajes principales se vuelvan chiflados por ella. Reducidos a meros comparsas que cantan sus alabanzas y elogian sus múltiples talentos mientras acatan sin rechistar sus órdenes. ¿Y si alguno de los personajes regulares es un tipo solitario y arisco? ¡La Sue está por encima de eso y pronto le tendrá comiendo de su mano! Pero, tranquilos, que puede que algún personaje no sea así, sobre todo si se trata de la actual mitad de una pareja ya establecida con la que nuestra heroína ha decidido… seguir. Por supuesto el retratar a ese desagradable, insensible y asqueroso personaje con toda la ecuanimidad posible es una tarea imprescindible.
El asunto es que una vez estaba fuera y nombrado el marysueismo comenzó a ser una fuente de problemas. Como los gremlins, fue reproduciéndose en diferentes variedades que hacían más complicado de determinar y que, además, tenía algunos problemas añadidos. Así que antes de seguir vamos con los dos principales:
¿Por qué Mary? ¿Por qué no un hombre? Al fin y al cabo parece que lo que estamos hablando es de un persona que es practicamente El favorito del profesor así que, ¿hay necesidad de referirnos a él con un nombre femenino? Centrémonos en que, efectivamente, ha habido intentos de nombres masculinos: Gary Stu, Marty Stu… pero ninguno ha funcionado demasiado. Quizá porque uno de los problemas es esa idea de que sea un personaje añadido. Independientemente de la discusión sobre si hay más mujeres escribiendo fanfics que decidan autoincluirse tenemos que aceptar un hecho: La mayoría de ficciones, especialmente aquellas de corte más aventurero, tienen un componente hegemónico masculino. Hay una mayoría de aventureros incluso aunque haya también mujeres en el grupo. En el mejor de los casos -pongamos Buffy– es más fácil encontrar una paridad que una superioridad. De tal manera que si se va a incluir un personajes en una ficción ya establecida parece más sencillo por multitud de razones que van de la diferencia al romance pasando por la simple inserción de uno mismo siendo el autor mujer. No quita eso que habrá quien pueda pensar que a la gente le chirría más un personaje que no deja de ser un Capitán Superior McAwesome cuando es una mujer porque es mujer. Vivimos en ese tipo de realidades. Pero precisamente por eso conviene señalar y usar Mary Sue también con los hombres, que se note que no es un peyorativo femenino. Sobre todo porque la gente tiene esos esquemas mentales que nos llevan al segundo punto.
¿Es siempre Mary Sue aquello a lo que llamamos Mary Sue? Pues unas veces sí, otras no. Como todo. El asunto en sí va de lograr que usemos ese nombre cuando más se acerque al término original o, si estamos usándolo en una de sus variantes, explicar qué tipo de modificación respecto al original lleva. Habrá gente que lo use como insulto, peor incluso: habrá quien lo use para referirse a personajes que no le gustan o no le parecen creíble simplemente porque es un término con mala fama, igual que podría llamar al personaje chocarrero aunque no sea tosco o grosero. La gente, a veces, no usa las palabras con el significado que tienen. Da igual lo a menudo que la usen; hay gente que siempre usas esa palabra, y dan ganas de decirle: no creo que signifique lo que tú crees. En ese caso lo mejor que se puede hacer es corregir amablemente y tratar de explicar el significado más adecuado. ¡Todos con el lenguaje!
Hechas estas brevísimas explicaciones, volvamos con nuestra estrella. Porque, como decíamos, el término fue difundiéndose y, con ello, variando. El matiz de autoinclusión del autor en la historia se fue diluyendo, el de favorito del profesor –Ojito derecho era nuestro término pero el inglés Teacher’s pet casi me parece más autoexplicativo- fue ganando espacio mientras la locura a la hora de nombrarlo -frente a la simplicidad de Mary Sue- fue alcanzando proporciones tan épicas como su aspecto exterior, su cada vez más dramático trasfondo, o los dones que iban consiguiendo. Y, por supuesto, cada vez son menos trabajos amateur los juzgados y más obras originales a las que se les ha añadido un personaje -que suelen sufrir el escrutinio del respetable no vaya a ser un Mary Sue, uMary Suen Poochie o, peor aún, un Scrapy– de manera que la primera en aparecer, con enorme rapidez, fue la Canon Sue. -Y esta será la única
Hasta el punto de que en muchos casos la idea que hay del tropo es precisamente esa: El personaje superguay y superspecial que, en general, no es que sea lo contrario del Show, don’ t tell[1], es que lo destruye. Le vienen las cosas tan dadas, sin que el público haya visto que hiciera nada para ganárselas, que provoca un efecto de rechazo. Y no, no estamos pidiendo esfuerzo o penurias, solo de demostrar competencia.
El problema está, claro, en que no siempre es solo competencia lo que debe demostrar. Sobre todo en las muchas variedades que en TvTropes han recogido: Si toda la aventura acaba tratando sobre ella, sobre su vida, sobre su pasado sobre… es una Black Hole Sue; si la cosa va por el lado romántico, con la búsqueda de amor que aquí lo importante es ver con quién se queda de entre toda la gente superguay que se da de golpes por ella por increíble que nos parezca, entonces es puede ser, en caso de Amor pero no de sexo, eh, sin tocarnos,una Purity Sue; personalidad desquiciadilla que, pese a todo, consigue atraerlos, Jerk Sue; y si en realidad solo quiere que un personaje y ella sean novios y ya, entonces es una Relationship Sue. ¡O puede ser un asunto de poder! Bien porque sea capaz de arreglar cualquier situación como buena Fixer Sue; sea una táctica magnífica -normalmente porque todo termina con un Sabía que harías esto desde el principio y que no habría un solo fallo en mi plan– como buena Mary Tzu, cuando no tiene todo tipo de poderes elementales que la sitúan muy por encima de los mortales (tranquilos, no abusará de ellos porque se los olvida constantemente) como buena God-Mode Sue. Luego los podemos organizar en relación con la obra original, si se dedica a usar a un personaje preexistente cambiándolo a su gusto será una Possession Sue mientras que si se limita a ser una copia del mismo estaremos ante una Copy Cat Sue. Si el tema va de utilidad podemos tener a una pobre desgraciada de la que solo puedes sentir pena como la Sympathetic Sue, o peor aún, de un personaje que no tenga talento ni utilidad alguno como la Anti-Sue, lo que no impedirá que todo el mundo esté encantado con ella, claro; que solo podría estar más en el lado contrario si fuera como nuestro último ejemplo, la todopoderosa y diabólica Villain Sue. A ver si os creíais que solo los buenos podían ser Sue.
Este furor por las Sues ha hecho que sea un poco complicado a veces moverse entre tanta categoría cambiante y tanto movimiento. Además, con lo que me enrollo casi mejor terminar con un resumen de lo básico. Como con todos los tropos no se trata de cumplir la lista de cualidades al 100% sino de encontrarse con una mayoría.
Una Mary Sue Clásica: Será una personificación del autor de la historia que se autoincluye en ella, generalmente estableciendo un vínculo con un personaje pre-existente, para interactuar con los personajes y lograr de ellos respeto, validación y quizá hasta romance.
Una Mary Sue Moderna: Será un personaje tratado con preferencia por su creador y, en muchas ocasiones, un añadido de un autor sobre el trabajo de otro anterior.
Cualquier Mary Sue: Será un personaje querido y reverenciado por todos, con múltiples características especiales tanto en su -excepcional- aspecto como en su -trágico- pasado y todo tipo de fabulosas y muy útiles cualidades especiales que lo mismo dará que no veamos en acción o no se usen correctamente. Muy a menudo la historia girará sobre él, bien por acabar dependiendo las decisiones y acciones, por tener que ver con su historia personal o porque resolverá las situaciones aunque sea con su sola presencia.
Los problemas estaban allí esperando, claro. Camille Bacon-Smith le dedica todo un capítulo de su interesante -aunque muy noventero- Enterprising Women: Television Fandom and the Creation of Popular Myth en el que explica entre otras cosas como el nombre pasa a ser utilizado para golpear personajes femeninos protagonistas sin tener en cuenta otras consideraciones y como lleva a algunas autoras a evitarlo a cualquier precio. Reduciendo las protagonistas de su mismo sexo. La misma Paula Smith acabó renegando del término por la forma en la que había sido adoptada y utilizada en contra de las mujeres. Los autores, por su parte, en cuanto se veían venir la queja hicieron lo que se les ocurría para tratar de evitar la denominación. Quitándole alguna parte para que no se pudiera acusar de serlo, como si solo el pack completo valiera para adjudicar la característica; otros trataron de validarlo señalando el problema, algo que no hace mucho por la credibilidad de la historia ni mucho menos por la del autor; unos pocos han decidido jugarlo como parodia, no se trata de que el personaje sea todo eso sino de que es una burla bien dentro de un texto más serio o, más habitualmente, en mitad de una historia que ya es paródica de por sí.
Ofrecer un recorrido en el que un personaje creado originalmente como parodia acaba dando lugar a una versión propia parodiada parece demostrar no solo el enorme éxito del término y la popularidad de lo que representa sino, sobre todo, como el principio puede acabar siendo el final, ejemplo de lo redondas que pueden acabar siendo algunas creaciones.
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1Show, don’t tell posiblemente sea una de las primeras y más importantes reglas de la cosa del narrar. Y lo es porque los autores siguen empeñados en enunciar, bien como narradores o bien a través de personajes, en primera o tercera persona, las cualidades y características de propios y extraños. Esto, que sirve para asuntos físicos y puede resultar útil para temas más complejos como, pongamos, la situación económica o social -que luego se puede reformar mostrándola, eso también- alcanza niveles de delirio cuando se usa para caracterizar psicológicamente o para establecer las habilidades de un personaje. Si se nos insiste en lo inteligente que es pero solo se nos muestra metiendo la pata, o se establece su capacidad de hacer algo una primera vez para olvidarse del asunto para siempre -algo que sirve también con orientaciones sexuales y religiosas, por cierto- , lo que pensaremos es que nos están tratando de vender una moto pinchada. De ahí la importancia del consejo y lo habitual que es que lo incumplan nuestras MarySues.REGRESAR