Fridge, jellybeans, lampshades, idiot balls & a bowl of noodles

Cualquiera diría que el primer enemigo de una obra cultural, al menos de las que tienen o intentan tener una estructura narrativa interna medianamente lógica, es precisamente la capacidad del público de pensar a la vez que está viendo algo. No ya de aceptar las premisas más fantásticas -que siempre estarán ahí para quejarse de ellas- como los problemas internos de la historia, bien por ruptura de sus propias reglas -que siempre es grave, para eso no explicites las reglas- como por los problemas de caracterización o desarrollo de personajes y de situaciones.

Luego ya, además, estarían los Pet Peeves, las quejas propias que tienen algunas personas por motivos personales, ya sean porque analizan la realidad ficcional desde su campo de trabajo o conocimientos –«Un X de verdad nunca haría Y»,»El X no se comporta así, ¡no funcionará!», «Si supieran algo de X no harían que el personaje Y»–  o porque algún tipo concreto de tropo/recurso/ género le moleste tanto que se comporte de manera más crítica. Pero esto es algo privado y propio de personas concretas.

Mientras que pensar en lo que uno ha visto es universal. Se le puede dar más o menos importancia o hablar de ello como algo que cambia tu percepción, y según se sea, que te saca de la obra. Algunos tendemos a hacerlo a la vez que estamos con lo que sea, otros tienen más suerte y se dejan llevar. No es hasta un rato después. recordando y reflexionando sobre lo visto. cuando caen en la cuenta de algún momento molesto en que pasaban cosas que no parecían funcionar como debieran. Esa es la definición habitual de lo que se viene llamando Fridge Logic, el momento en que la gente en sus casas se da cuenta de que «Eh, pero si X, ¿cómo es posible que Y», «¿De dónde sacaron X?»,»Si X era N todo el rato por qué Y», etc…; y -además- un juego de palabras con Fringe Logic. Hitchock la llamaba Icebox Moment, que no tiene juegos de palabras, y Harlan Ellinson jugó con el mismo concepto en su cuento ¡Arrepiéntete, Arlequín!, dijo el señor Tic-tac en el que, además de muchas otras cosas, le dedicaba su atención a las famosas jellybeans como demostración de un uso mal hecho del recurso. Pero lo dejamos con el Fridge.

Sobre todo porque así puedo enlazar tranquilamente con otro tropo que se usa para marcar los problemas de guión: Nuking the fridge. Ese momento tan excesivo que el público decide que la película ha pasado un punto de no retorno, bien por lo increíble que ha sido causando la pérdida de sus suspensión de incredulidad -es decir, la necesaria pausa en los razonamientos para aceptar algunos de los tropos más habituales, por no hablar de cualquier premisa fantástica- o porque consideran que el conflicto o su solución no ha sido bien gestionado. Y se refiere, claro, a la famosa escena de Indiana Jones y la calavera de cristal en la que ante la amenaza de un bombardeo nuclear el arqueólogo se esconde en un frigorífico que sobrevive a la explosión tras ser lanzado por los aires. En realidad no parece una escena mucho peor que otras de esta o anteriores películas del personaje, ni más alocada ni menos improbable, pero sí que se convierte en algo que se cita recurrentemente. Puede que se deba a que aquí Jones adopta un rol pasivo ante la amenaza, puede que tengamos muy interiorizado que las bombas nucleares lo destruyen todo, puede que se deba a la manera en la que la escena está rodada, más cercana a un dibujo animado con la nevera volando por los aires y pegando botes hasta caer en primer plano y así permitir que saliera de dentro el protagonista, algo que nos lleva a los Looney Toones y nos hace considerar de la misma manera la historia que estamos viendo. En cualquier caso, se convirtió en un standar de insatisfacción del espectador.

Si el espectador siente que lo que le están contando no está bien realizado, o es directamente ridículo se salen y pierden interés o, peor aún, juzgan con más dureza la película. Pero no es el único momento tropificado, en las series se habla de Saltar el tiburón por un capítulo de Happy days cuyo objetivo principal es lograr eso mismo, aunque no es lo único que puede pasar en una serie. También puede haber historias ridículas fuera de la trama principal pensadas para mantener a algún personaje que no tiene una función real y a la que los guionistas no pueden -por tiempo, capacidad o ganas- encontrar un modo mejor de mantener así que lo dejan Atrapado por pumas, siguiendo el ejemplo de Kim Bauer en 24 que cuando no era secuestrada por unos lo era por los hasta que llegó el momento en que se pasa todo un episodio poco menos que mirando a un puma. Es difícil decidir si fue su peor problema en ese día porque, en general, ella tuvo el clásico mal día que tiene todo el mundo en que te secuestran y tratan de matar varias veces sin relación entre los unos y los otros.

-Ah, sí, no he olvidado las Women in refrigerator, pero no es el tema de hoy así que vamos a dejarlo para otra semana. Tranquilos, no me olvidaré. Espero.-

En ocasiones podemos explicar lo que ocurre porque un personaje ha cogido la Idiot ball. Es un poco complicado lo de las bolas, pero podemos explicarlo con una patata caliente o con cualquier juego social en el que no te comportas como normalmente harías sino como te ves forzado por las reglas del mismo. Solo que aquí la carta que le ha tocado al personaje es ser el Tonto de turno. No es algo que pase solo con los tontos, claro, también puedes ser el héroe, el villano, el gracioso… ¡hay turnos para todo! El problema es que si te toca ser el Tonto de turno da igual los conocimientos de tu personaje o su forma de comportarse habitualmente, va a actuar con total estupidez bien para hacer avanzar la acción o para hacer reír al público. Que cada cuál decida en qué caso está más justificado. Llevar este turno puede ser útil para que acaben en situaciones estúpidas como las mencionadas antes, o que hagan acciones no muy inteligentes como los Sacrificios Estúpidos.

Expliquemos esto como mejor se entiende: con superhéroes. Si Lois Lane pone su cuerpo en medio para parara una bala de kryptonita lanzada contra Superman está haciendo un Sacrificio, si lo hace porque cree que es de kryptonita pero realmente no lo es, o delante de Clark porque no sabe que es Superman o si cree que Supes no tiene poderes pero sí los tiene y todas esas variantes, está realizando un Sacrificio Inútil, pero no Estúpido. Ahora bien, si Lois Lane se pone en medio de un atracador corriente para llevarse la bala que le van a disparar a Superman, que no solo es más rápido que una bala sino, además, invulnerable… Ahí tenemos el ejemplo de manual de Sacrificio Estúpido. Ella sabe que la persona podría sobrevivir sin problemas pero se pone en medio, ¡por qué? Además de hacer avanzar la trama y blablabla. Del mismo modo, y con menos sangre, podemos tomar a Batman decidiendo que va a aceptar como propios los problemas causados por Harvey Dent. En este caso es estúpido, no tanto porque pueda ser más o menos necesario hacerlo tanto como porque… no es demasiado necesario que los asuma como propios. Si tienes ya a un villano al que culpar y a infinidad de sus ayudantes sería más sencillo dejar que carguen ellos con las culpas también. Pero no, el personaje se tiene que sacrificar porque toca.

Cuando un personaje acaba siendo tan rematadamente tonto puede deberse a algo puntual, una degradación seguida y continuada de la inteligencia puede deberse a un caso de Hiperdefinición del personaje, es decir, los rasgos más acusados de su carácter van siendo estirados para justificar que cada vez la monte más grandes de manera que cosas que no hubiera hecho en la temporada uno las hace en la siete. Sirve para la estupidez, y ahí está Joey Tribianni como ejemplo, pero también para las manías, la bondad, la capacidad de comer o de ser estricto y, en general, cualquier cosa de la que aún puedan sacar un poco más los guionistas.

Lo que nos lleva a regresar por última vez al zoo para hablar del Tiburón vudú. Cuando creas un problema mayor con una explicación especialmente ridícula que lleva a incluso más preguntas que si no hubieras dado ninguna explicación caes aquí. Por ejemplo, la novelización de Tiburón 4. -Sí, sí que hubo-   que decía explicar por qué había un tiburón persiguiendo a la familia protagonista debido a qué… un sacerdote vudú les había maldecido. No, no hacía falta explicar cómo, o por qué, o qué esperaba conseguir. Antes tenías a un tiburón que parecía atacar sin realmente mucho motivo a una persona, ahora tienes una explicación de por qué lo hacía, ¡y la gente quejándose aún! ¡Nunca están contentos!

Precisamente por cosas como estas se crean las lampshades, las pantallas que se ponen para disimular o bien para señalar que se es consciente de lo que se está a punto de hacer. Tanto en referencia al público como para dejar clara una explicación que quizá no se hubiera dado de otra manera. Es una forma de comunicarse entre el guionista y el público que quizá no resulte la mejor de las ideas pero, como en el caso de ¿Quién ha escrito esta basura? dicho por un personaje rompiendo la cuarta pared o criticando un producto cultural similar a aquel en el que se encuentra, es -habitualmente- una rendición asumida y reconocida por el guionista que está aceptando los problemas que tiene el asunto. Y si no los está aceptando él es que algo en su subconsciente le está haciendo señales con banderas.

hay muchos motivo para que esto suceda, a veces se debe al Efecto Coco, ese problema de haber visto demasiadas veces algo falso en la ficción de manera que una aproximación realista haría que el protagonista creyera que lo que ve es falso. ¿Cuándo es más verdadero algo falso que algo real? Cuando llevamos toda la vida educados en esa mentira. De modo que si oímos dos medios cocos chocar lo identificamos con el ruido de los cascos de caballos al correr, pero si oímos el ruido real que realizan nos parece que falta algo. Por supuesto si suficientes películas/series/etc… realizaran el paso a la realidad al final habría un reemplazo, y es la única manera en la que esta realidad ficticia podría desaparecer, pero eso no significa que fuera fácil, por supuesto. Eh, al menos cuando escuchamos a los caballos correr no pensamos que se trate de dos cocos.

Esto puede parcernos todo una sarta de tonterías pero pensemos que a veces ocurren cosas por el bien de la narración que quizá afecten más de lo razonable al público, y no me refiero aquí a cuando se menciona que alguien es de una religión/ideología/GSD/lo-que-toque para un capítulo y luego ya se olvidan hasta el siguiente capítulo de la misma temática sino a cosas como la Inmunidad ETS. Tenemos a un grupo de gente teniendo relaciones los unos con los otros pero como si sale una ETS se convierte en un tema de por sí y en algo importante los personajes ni las sufren ni se preocupan por ellas. Lo que puede dar la idea de que es algo que no ocurre o que solo a la gente que no es tan maja como la de la tele o que los guionistas no tienen experiencia en el campo o lo que se os ocurra. En realidad entra dentro del mismo rango de supresiones que hace que ir al baño entre en una dinámica bien de humor marrón o en una excusa para algún tipo de movimiento en la trama, porque al final la realidad es que el tiempo es limitado como para poner a los personajes haciendo cosas que, digamos, damos como algo supuesto, algo que pasa fuera de los momentos en los que estamos viéndoles.

Todos estos problemas pueden acabar causando que el guionista decida poner un parche, usar un poco de cinta americana para tapar un problema haciéndolo más visible en el proceso. Lo que en USA se llama Hand wave y yo me tomaré la libertad de llamar, a falta de una traducción mejor, Gesticular. Reconoces que tienes un problema -como traducir un tropo inglés al español- y lo arreglas un poco de cualquier manera, con mucho aparato, que la gente se fije en que estás solucionando el problema, aunque sea una chapuza, porque precisamente el moverse mucho mientras hace la chapuza hace que estés trasmitiendo un «Sí, es un problema, lo sé, pero no me importa tanto como para arreglarlo de verdad, y tendría que hacerlo porque es importante a cierto nivel, pero mira, le pongo aquí un algo para tapar y YA».  Si esto os ha parecido fácil os animo a que me deis otra traducción. Y, ya de paso, una explicación de cómo funciona el tiempo en Doctor Who  o los viajes temporales, que son un ejemplo habitual de esta sección de tanto problemas cómo causa a la trama cada vez que alguien los usa, no digamos ya cuando no vuelve a usarlos nunca, eh, JK Rowling, o de exactamente qué era y como funcionaba eso de Dawn en Buffy en la temporada 5. Menos de 3000 palabras, a ser posible.

Todos estos ejemplos no son solo problemas de malos guionistas. Sí, es cierto que puede dar la sensación de que lo son por permitirlos, pero ya decía antes que tienen que lidiar con muchas más cosas. El problema es cuando ocurre de manera reiterada, no un punto de partida difuso o un problema puntual sino una constante. Si se trata de una franquicia de larga duración podemos suponer que el problema es que ha llegado el momento de la Fanfiction Glorificada, debido a que Los internos dirigen el manicomio. Es decir, un fan de largo recorrido ha logrado por fin hacerse con la serie y está haciendo con ella lo que siempre ha querido. Esto, que en principio no parece algo necesariamente malo, puede acabar dando lugar a un reinado si no de terror si de marysueismo y decisiones ridículas. Pero como coger a alguien que no conozca la franquicia tampoco parece la mejor de las ideas acaba siendo visto como un posible problema menor.

Al menos mientras no recurran a los trucos más sucios del catálogo de arreglar tramas, es decir, el Lo hizo un mago. Si la solución a cualquier duda es esa, o su variante tecnológico Usó la máquina de tecnociencia avanzada, sabremos que están tratando de colarnos una solución ex machina dentro del universo de la acción o, peor aún, usando al narrador o la acción para resolver algo irresoluble. Como esa historia sobre el guionista enfadado que decide dejar al protagonista atrapado en un difícil cliffhanger y no lo sacará de allí hasta que los responsables no accedan a X. Cuando estos acceden -y según la historia puede ser desde recontratarle a subirle el sueldo pasando por una amistosa competición entre varios autores que se van turnando al escribir una serie- el guionista se pone en acción comenzando con un Una vez hubo superado los obstáculos. Porque no hay nada más sencillo y tramposo, pero sobre todo efectivo, que Arreglo en offfuera de cámara. Salvo, quizá, los finales tipo Todo ha sido un sueño. Pero de finales ya hablaré en otra ocasión.

Lo que me recuerda que os debo un bowl of noodles desde el título. Y es que a veces hay cosas que no son un fallo del guión tanto como un chiste más o menos recurrente que sirve para señalar un pasado, común o no, y dejar establecido algo sin necesidad de presentarlo. Pero no me hagáis hablar de ello, no pertenece a esta columna. Y, además, siempre es traumático hablar de lo que pasó en Newcastle, y ya explicaré después qué hace esa sandía ahí, todo por culpa de ese Incidente de los fideos.