Esperaba muchas cosas de The Driver (UK), más por el protagonismo del siempre enorme David Morrissey que por su creador. Y aquí es cuando toca reivindicar a los creadores porque sí, Morrissey hace un magnífico trabajo tratando de levantar esta historia de un taxista que decide buscar solución a sus problemas ganando dinero como conductor en el golpe que preparan unos conocidos, pero ni con esas puedo recomendarlo. El inicio y la premisa parecen las de una película que mezclara el drama con la acción, un hombre superado por sus circunstancias y metido en mitad de un acto delictivo que le sobrepasa; un clásico del género negro. En lugar de eso -o además- lo que tenemos es mucho drama familiar que se resume en largas escenas de reproches y miradas vacías, tantas que la fluidez de la narración se resiente por el paso de bronca a bronca y de mirada de cordero degollado a incomprensión de sus hijas. Quedan aún un par de episodios, pero mucho tiene que mejorar.
Pese a toda la polvareda levantada con
How to get away with murder (USA) lo que esperaba era otra de las series marca de la casa de
Shonda Rhimes: Mucho lío emocional/emotivo, diversidad etnico-racial y sexual y tramas locas desde el principio con algún atisbo de trama general por detrás. Pero, sobre todo, aburrirme como un tronco. Me equivoqué. Es decir, sí, todos los tópicos de sus series están aquí. Podríamos decir que incluso elevadas al mil. Pero, además, hay una trama y un tema, y resulta que ambos le van como anillo al dedo. Es más, ¿cómo ha podido tardar tanto en caer? Porque esta serie es en realidad dos, por un lado una historia de jóvenes profesionales y curtidas figuras de poder que se entremezclan con alegría, salero y locura; por el otro es una serie de juzgados. Gracias a una loca mezcla de historia universitaria con ejercicio de la abogacía tenemos algo así como la mezcla de
Harry’s law con
Pretty Little Liars. De hecho, a partir de ahora para mí es
Pretty Little Lawyers. En este piloto se nos presentan a los locos, locos, locos personajes, se nos muestra la estructura de
Caso de la Semana, las dinámicas de grupo, la mezcla de actualidad con
flashback -que tiene su utilidad indudable pero que es lo más insufrible de todo- y se nos deja clara la trama que durante la primera temporada -o trece capítulos, o a saber, pero hasta navidades llegamos fijo- va a estar funcionando de fondo como si de un
Murder One despendolado se tratara. Y es que al final soy un fácil, me das unos pocos cadáveres, varios sospechosos y un locurón de trama y me tienes todas las semanas. O eso espero.
Si paras el
telefilme que estás viendo para tratar de entender qué carajo es eso -No tanto lo que es como por qué te están contando esta historia- tienes que asumir que tal vez no fueras el público original para ella. Yo lo tengo asumidísimo. Porque este
Marvellous (UK), sobre la figura de un hombre con ciertos
problemas de aprendizaje que se prepara como payaso y acaba formando parte de un equipo de fútbol en el que juega el papel de ser el corazón -y quizá también la mascota, pero eso quizá suene demasiado duro-, es una de esas historias inspiradoras basadas en hechos reales que por muchos y buenos actores que tenga, en este caso un
Toby Jones inmenso, no soy capaz de apreciar. Otra vez será.
Pereza me da hasta escribir sobre ella, pero en fin…
NCIS: New Orleans (USA) es como cuando sacan las patatas fritas procesadas de megacorporación y te anuncian que salen con un Nuevo y Diferente Sabor. Tú sabes que es falso, ellos saben que es falso, todos tenéis claro que será una reducción artificial. Pero lo sacan porque, eh, ¿no es mejor ocupar hueco en las estanterías con algo que ya sabes que funciona? Así que más ideas populares -Nueva Orelans,
Scott Bakula– perdidas en algo que solo es medianamente tolerable de ver si antes has decidido jugar al bingo haciendo una lista de tópicos de la ciudad. Sí, un bingo y no un juego de beber, por vuestra propia salud.
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