En el momento en que contemplé la posibilidad de esta lista supuse que tendría que acabar sacándola por aquí. La idea principal era ofrecer un repaso a los títulos principales de este subgénero, no es mi intención ser exhaustivo o completista, por tanto. La idea secundaria era tener ordenado en algún lado -y ligeramente anotado, cada uno para lo que da- los títulos, que siempre será más sencillo de consultar.
Para confeccionarla he intentado trazar una definición de Giallo dentro de la cuál poder meter a las películas. Luego de muchas vueltas y disquisiciones me he dado cuenta de que es absolutamente imposible. Así que, como para todo, me he construido una pequeña definición y he decidido que las que no entren en ella pero por poquito también merecen un hueco y… Pero me pierdo..
GIALLO: Película italiana -íntegramente o en coproducción- de misterio con un asesino misterioso, mucho cuidado estético, mucha trama dando vueltas, algunos problemas mentales y truculencia variada, realizada entre 1963 (La muchacha que sabía demasiado) y 1982 (Tenebre)
Al que le vamos a añadir las otras dos salvedades.
POST-GIALLO: Herederos espirituales de los anteriores posteriores a 1982, intentado recuperar el espíritu en la medida de lo posible, cuando no de replicarlo.
PARA-GIALLO: Películas que tocan de manera directa o tangencial el Giallo o que heredan algunos de sus aspectos, completando así la imagen del impacto que causó.
Luego ya podemos empezar a discutir lo acertado o no, pero por lo menos hay unos marcos.
Y así pasamos a la parte central: ¡La famosa lista! Para confeccionarla he partido, además de mi experiencia particular -de cuando empleaba las tardes de verano en el visionado compulsivo de películas de género en lugar de en escribir para un blog- unas pocas fuentes de apoyo.
Sí, lo pongo aquí, que si lo pongo detrás de la lista ni os molestáis en leerlas.
Me refiero a un par de libros como el inesperadamente bueno Teenage Wasteland: The Slasher Movie Uncut de J. A. Kerswell que dedica -para mi sorpresa- no solo su mirada al slasher sino un buen espacio tanto al giallo como al krimi, también útil ha sido el Eyeball Compendium seleccionado por Stephen Thrower con los mejores artículos y reseñas de su fanzine, por último he intentado usar lo aprovechable dentro de El giallo italiano, edición coordinada por Antonio José Navarro para Nuer en la que se pueden encontrar estimables escritos de, por ejemplo, Rubén Lardín.
Además de los libros he acabado confiando en el criterio de algunas webs como Abandomoviez o, sobre todo, Gialloteca, hasta el punto de no solo recomendarla encarecidamente para todos a los que les interese el tema más allá de mi superficial tratamiento, sino confiar en sus decisiones a la hora de colocar fechas y directores a las películas, un tema más delicado de lo que parecería razonable a estas alturas. Y es que aunque tengamos opiniones divergentes sobre algunas cintas y sus valoraciones sus datos son fruto del esfuerzo.
Finalmente aprovecho para agradecer a Mikel Zorrilla que le echara un ojo a la primera versión de la lista. No solo por el tiempo dedicado que ha permitido evitar que se traspapelara La víctima designada (La vittima designata, 1971) sino que ha aportado una enorme cantidad de propuestas que he ido rechazando -Por ejemplo, su sugerencia de que hablara también de los giallos creados para la televisión como la serie antológica La porta sul buio, pero de los acercamientos en esta u otras series, la mini El secreto de la isla de la gaviota, ya habrá tiempo de hablar- por unos u otros motivos que deben achacarse a mí. A él solo mi gratitud.
Han sido ordenadas por orden de año de estreno en primer lugar y alfabético de título en segundo, siguiendo un poco la idea de los Pilotos Deathmatch. Aunque en este caso no voy a poner enlaces o vídeos, que suficiente eterno se os va a hacer ya la lista, las ediciones vivas de muchas de ellas son más que discutibles y no tendría sentido mandaros en cada caso a la Gialloteca, para eso os perdéis en sus páginas, además, aquí tampoco voy a poner enlaces de descarga. Total, que para más información, metraje, dudas, etc… que queráis ampliar pues ya sabéis. Que, además, para algo tienen que estar los buscadores de internet, ¡no querréis que se queden huérfanos de preguntas como el Infoseek! Sí que pondré una frase -no puedo prometer que corta- para cada una intentando dar una orientación básica para que luego sigáis vuestros intereses e instintos.
Dicho todo esto vamos -sí, por fin- a por las listas.
GIALLO
Como decía, vamos con una selección de los que me parecen más cercanos a esa idea general de lo que supongo es el subgénero en esta lista de lo más importante, interesante o recomendable. Al final han salido solo 55.
La muchacha que sabía demasiado (La ragazza che sapeva troppo, Mario Bava, 1963)
Quizá debería haber abierto también una sección de Proto-Giallos, pero creo que esta encantadora historia de suspense merece por méritos propios considerarse como la inauguración del género, aún con una ingenuidad y buen humor que pronto perdería.
Seis mujeres para el asesino (Sei donne per l’assassino, Mario Bava, 1964)
Aquí sí ya que estamos hablando de palabras mayores. El primer giallo propiamente dicho, con un asesino enmascarado, un grupo de mujeres -profesionales de la moda-, maniquíes y una trama enrevesada.
Crimen en la residencia (Nude… si muore, Antonio Margheriti, 1968)
El primero que no fue de Bava -aunque le tocaba- y que está aún en un estilo visual alegre y festivo mientras se van apiolando señoritas.
Homicidio por vocación (Omicidio per vocazione, Vittorio Sindoni, 1968)
Ponte a buscar el título para este, que lo mismo te sale el dado que Herencia mortal o El asesino tiene las manos limpias, al fin y al cabo en italiano también tuvo más de uno. He aquí un giallo que entra en la continuación de las aguas de los krimis, con sus testamentos envenenados y los grupos de familiares y beneficiados decididos a todo por el dinero.
La bambola di Satana (Ferruccio Casapinta, 1969)
Si, encima, lo ambientas todo en un viejo castillo y le pones una vieja maldición familiar ya me tienes ahí, a ver qué problemas mentales tiene la protagonista, quienes son esos encapuchados sádicos y cuanta de la ambientación sobrenatural es real.
Cinco muñecas para la luna de agosto (5 bambole per la luna d’agosto, Mario Bava, 1970)
Una versión extraña -aunque mejorable, y eso que es Bava– de los Diez Negritos. Zooms locos y sangre, que llegan los setenta.
El pájaro de las plumas de cristal (L’ uccello dalle piume di cristallo, Dario Argento, 1970)
¡Aquí llega Argento con sus animalicos! Un clásico por méritos propios, quizá más clásico de lo que ahora esperamos de su director pero perfecto como primera incursión.
4 moscas sobre terciopelo gris (4 mosche di velluto grigio, Dario Argento, 1971)
¡La segunda! Quizá menos interesante que sus compañeras pero… ¡Tiene a Bud Spencer interpretando a «Dios«! así que, ¿cómo pasarla por alto?
La bestia mata a sangre fría (La bestia uccide a sangue freddo, Fernando di Leo, 1971)
Reconozco una predilección por este sindios que muestra el lado más festivo y alocado del género en mutación: una clínica psiquiátrica para gente con posibles, Klaus Kinski como el doctor al cargo, una variedad notable de dolencias y un asesino misterioso que pasa por sus ventanas como Pedro por su casa, todo ello sin aparentes limitaciones.
La cola del escorpión (La coda dello scorpione, Sergio Martino, 1971)
Un giallo de corte clásico y muy luminoso con dos niveles posibles alrededor de una herencia, ¿está el asesino detrás del dinero o de la viuda? ¿Quizás ambos? ¿Quizá ninguno?
El día negro (Giornata nera per l’ariete, Luigi Bazzoni, 1971)
Franco Nero. Bueno, y también una trama sorprendentemente bien hilada con un periodista alcohólico -sí, él- en mitad de una serie de asesinatos inexplicables. Bien.
El gato de las nueve colas (Il gatto a nove code, Dario Argento, 1971)
Uno de los grandes de uno de los grandes. Quizá el más importante de los giallos clásicos de Argento, casi una película a la inglesa revolucionada por el impacto de esta nueva manera de contar.
Homicidio al límite de la ley (Un omicidio perfetto a termine di legge, Tonino Ricci, 1971)
Agradable aunque un tanto rutinario giallo con un piloto deportivo con problemas de memoria, una aparente conspiración a su alrededor y, sobre todo, un buen número de asesinatos tratando de evitar que la verdad salga a la luz.
La iguana de la lengua de fuego (L’iguana dalla lingue di fuoco, Riccardo Freda, 1971)
¡FREDA! Que decide darle un toque curioso a su aproximación metiendo por medio a nada menos que un embajador.
Una lagartija con piel de mujer (Una lucertola con la pelle di donna, Lucio Fulci,1971)
¡¡¡FULCI!! Contenido, cierto es, que aún andamos en la etapa zoológica del asunto. Pero Fulci al fin y a cabo, hasta el punto de que comienza el onirismo, la sexualización y el chimpún. Sobre todo el chimpún.
Una mariposa con las alas ensangrentadas (Una farfalla con la ali insanguinate, Duccio Tessari, 1971)
Ejemplo de película artesanal en la que la investigación va jugándose enroscada, construyéndose a poco y creando una comparación entre lo que estaría más cerca de ser una serie televisiva de misterio y otra que introduce los trucos del nuevo estilo.
La muerte camina con tacón alto (La morte cammina con I tacchi alti, Luciano Ercoli, 1971)
Este enorme embrollo de Ercoli podría ser uno de esos ejemplos de película que causa disensión. Para mí su trama no hace sino mejorar a cada giro de guión, cada más difícil todavía, que apila las posibilidades de la organización tradicional de los mysterys.
La noche que Evelyn salio de la tumba (La notte che Evelyn usci´ dalla tomba, Emilio Miraglia, 1971)
La historia podría parecer más propia de un Para-Giallo, un hombre no ha superado la muerte de su esposa y se dedica a invitar jovencitas y realizar sesiones de espiritismo, a partir de ahí toques de misterio y de fantástico que acaban dando paso a uno de esos múltiples asesinatos.
El ojo del laberinto (L’occhio nel labirinto, Mario Caiano, 1971)
Para mí este es uno de esos títulos que mejor definen lo que es un giallo, con toda esa sensación onírica, y aunque no haya muchos asesinatos ni un asesino con guantes de cuero negro propiamente dicho, sí que hay una trama llena de sospechosos que acaba creando una inesperada espiral psiquiátrica.
La perversa señora Ward (Lo strano vizio della Signora Wardh, Sergio Martino,1971)
Martino aprovecha para poner a una bella mujer en el centro de una complicada historia pasional con crímenes que se va acercando y separando de su protagonista con el tiempo.
La tarántula del vientre negro (La tarantola dal ventre nero, Paolo Cavara, 1971)
Una curiosa situación se da aquí en cuanto que procedemos a observar al inspector en un juego meta que permite al espectador situarse más cerca de un asesino que parece estar un par de pasos por delante.
Angustia de silencio (Non si sevizia un paperino, Lucio Fulci, 1972)
Uno de mis giallos favoritos. Todo un ejercicio por parte de Fulci que incluye una subtrama que podríamos denominar atávica a la vez que ata la parte más psicológica de los personajes para explicar sus movimientos y motivaciones. Para mí, una de las cumbres del género.
La dama rosa mata siete veces (La dama rossa uccide sette volte, Emilio Miraglia, 1972)
Tras Evelyn llega otro castillo maldito de la mano de Miraglia. Un disfraz más elaborado, un guión más complejo y, en general, una superación del anterior.
Delirium (Delirio Caldo, Renato Polselli, 1972)
Una muy particular versión del clásico giallo, doblando las apuestas y subiendo la parte erótica y psicodélica, a la vez. Más compleja de lo que parece.
Detrás del silencio (Il coltello di ghiaccio, Umberto Lenzi, 1972)
Lento pero inasequible iba acercándose el gran Lenzi al giallo más tradicional tras años de hacer su propia versión de este subgénero. Tampoco es que aquí nos encontremos con algo canónico, pues al asesino no duda en añadir una subtrama de sospecha que incluye también lo satánico, los shocks traumáticos y la medicina.
El Dios de la muerte asesina otra vez (L’etrusco uccide ancora, Armando Crispino, 1972)
Los etruscos siempre han echado una buena mano a la gente de los giallos. Sobre todo en películas como esta, con sus toques de sobrenatural y su reivindicación arqueológica.
Joven de buena familia sospechosa de asesinato (Ragazza tutta nuda assassinata nel parco, Alfonso Brescia, 1972)
Al margen de la aparente incapacidad de los españoles para entender el título italiano tenemos aquí otra cinta de buen nivel, una de las mejores de la sección Herencias malditas.
Las lágrimas de Jennifer (Perché quelle strane gocce di sangue sul corpo di Jennifer?, Giuliano Carnimeo,1972)
Podría haber ido mejor pero no nos vamos a quejar demasiado. Que la locura de guión que tiene, con una mujer recién mudada a cuyo alrededor se van cometiendo asesinatos sin parar, sirva de centro de esta película da a la idea de su valor.
La muerte acaricia a medianoche (La morte accarezza a mezzanotte, Luciano Ercoli, 1972)
Ya solo por el arma de elección del asesino merece la pena echarle un ojo a este título. Si le añadimos la famosa droga psicodélica que pone en marcha la acción y la complejidad de un guión que va desplegándose como en una caja de trucos. Una muy entretenida.
La orgía de la sangre (Un bianco vestito per Mariale, Romano Scavolini, 1972)
Una pareja demuestra lo buena idea que es organizar una fiesta de disfraces para demostrar la estabilidad mental de una de las partes. A partir de ahí los inevitables asesinatos y juegos varios alrededor de la identidad del asesino.
¿Qué habéis hecho con Solange? (Cosa avete fatto a Solange?, Massimo Dallamano, 1972)
El enorme Massimo Dallamano se reapropió de las señas de identidad del género en esta película y sus secuelas espirituales, centradas en pobres colegialas de las que abusan y a las que matan. Con un asesino presa de una motivación tan extrema como moral que acaba ofreciendo no solo una de las joyas del género -para mí, al menos- sino un ejemplo de que se puede usar una película para discutir sobre su fondo e intencionalidad.
¿Quién la vio morir? (Chi l’ha vista morire?, Aldo Lado, 1972)
Un asesino con velo de mujer y mucha niña muerta, que no se diga que Lado bajaba la intensidad en este sórdido giallo que realza así su guión.
Los crímenes del gato negro (Sette scialli di seta gialla, Sergio Pastore, 1972)
Por extraño que pueda sonar estamos ante lo más cercano a un exploit de Argento que vayamos a encontrar, y es que casi parece que hubieran decidido remakear El gato de las nueves colas pero sin contar más que con el título y una breve sinópsis porque tarda poco en elegir otros derroteros y ofrecer un espectáculo irónicamente visual.
Siete orquídeas manchadas de rojo (Sette orchidee macchiate di rosso, Umberto Lenzi, 1972)
Película de hechuras clásica, casi canónica. Tanto es así que casi se podría ofrecer como ejemplo del género mediante sus claves básicas y a través de la elevación de las mismas.
Sumario sangriento de la pequeña Estefania (Mio caro assassino, Tonino Valerii, 1972)
Enormísimo giallo, ejemplo de un crimen que se centra en a resolución de otro en el que los muertos se apilan creando una suerte de doble espejo que merece ovación de pie.
Todos los colores de la oscuridad (Tutti i colori del buio, Sergio Martino, 1972)
Uno de los mejores títulos propiamente dichos y también una gran película, rodada de manera intensamente diferente, debido a que el centro de la historia es sin duda la locura, aunque podríamos hablar también de la irrealidad o el onirismo.
Siete muertos en el ojo del gato (La morte negli occhi del gatto, Antonio Margheriti, 1973)
Un giallo francamente gótico, con muchos personajes y diversas relaciones entre ellos. Luego ya tiene un gato marcando las muertes, que siempre tiene sus fanes.
Torso, violencia carnal (I Corpi presentano tracce di violenza carnale, Sergio Martino, 1973)
Enorme y violento, podríamos considerar a esta película no solo un giallo -que lo es, con ese asesino enmascarado y esas chicas asediadas- sino, incluso, un antecedente de algunos de los subgéneros y trucos que se harían populares en las siguientes décadas.
Cinco mujeres para un asesinato (5 donne per l’assassino, Stelvio Massi,1974)
Giallo de estilo clásico que ofrece la novedad de que las víctimas principales son embarazadas.
Spasmo (Umberto Lenzi, 1974)
Coger todos los lugares comunes del género y ofrecer algo nuevo, esa parecía la intención de Lenzi en esta película que incluye un acercamiento a los clásicos maniquíes que no tiene nada que ofrecer a obras más conocidas.
Tejido de seda (Il baco da seta, Mario Sequi, 1974)
Aunque falte el clásico asesino no faltan las muertes, y es que en esta historia de aislamiento y decadencia hay momento en los que parece que no es un giallo lo que estamos viendo sino algún tipo de extraño melodrama con ribetes policíacos, pero por suerte el transcurso del film acaba demostrando su auténtica naturaleza.
Desnuda ante el asesino (Nude per l’assassino, Andrea Bianchi,1975)
Con una muerte por aborto de fondo y una utilización extremada del sexo, los nuevos tiempos se van mostrando en pequeños detalles como este asesino motorista que moderniza algo el arquetipo clásico.
El ojo en la oscuridad (Gatti rossi in un labirinto di vetro, Umberto Lenzi, 1975)
Lenzi tenía tanto oficio que lograba convertir un viaje turístico por Barcelona en una colorista y sangrienta historia de muertos con un juego de colores al que conviene echar un… ojo.
Rojo oscuro (Profondo rosso, Dario Argento, 1975)
¡Todos en píe! Palabras mayores en una de las grandes películas italianas, con un sentido artístico completamente desbocado y una trama criminal que va cerrándose hasta demostrar que lo que parecía metralla suelta era en realidad un mecanismo de relojería.
Extraña muerte de una menor (Morte sospetta di una minorenne, Sergio Martino,1975)
Curioso título este, con mucho de policíaco y un tono casi más cercano al cómico que al terrorífico, pero el director demuestra que las tablas están para algo.
El vicio tiene medias negras (Il vizio ha le calze nere, Tano Cimarosa, 1975)
Un ejemplo de lo que podríamos considerar un giallo de artesanía, posiblemente por encargo para aprovechar el -ya declinante- tirón del género.
Terror infinito (…e tanta paura, Paolo Cavara, 1976)
Un grupo delimitado, un asesino con marca propia y, en esta ocasión, un policía que investiga quién está detrás de los crímenes. El resultado es esta película de solidez rocosa cuando no pedregosa.
El gato asesino (Il gatto dagli occhi di giada, Antonio Bido,1977)
Curioso acercamiento a situaciones más propias de Hitchcok dentro del contexto del giallo con una testigo a distancia del crimen y un presunto culpable.
Siete notas en negro (Sette note in nero, Lucio Fuli, 1977)
Otro Fulci, aquí a punto de mandarlo todo a volar y meterse directamente en esa irrealidad y ese gore que le caracterizaron tanto. De momento tenemos videntes, cadáveres y psiquiatras; todos en un ambiente que es más sórdido que sangriento por difícil que sea de creer.
Investigación sobre un crimen perfecto (Indagine su un delitto perfetto, Giuseppe Rosati,1978)
Película de clara anglofilia y obvios parecidos con la vertiente más clásica del asunto -herencias incluidas- que se va pasando al giallo poco a poco hasta lograr una vuelta de tuerca mixta.
Trafico de menores (Enigma rosso, Alberto Negrin,1978)
Conclusión aceptable y poco más de la trilogía que Massimo Dallamano dejo incompleta por fallecimiento. Una lástima que no llegara a rodarla él, pero al menos hubo un cierre -más cercano a un policíaco clásico, eso sí- para ese trío de películas.
Murder obsession (Follia omicida, Riccardo Freda, 1981)
En esta última película de Freda tenemos un curioso batiburrillo que con hechuras de giallo incluye momentos oníricos con sectas satánicas, una araña más grande que un perro, ataques violentos -normalmente sexuales y contra mujeres, claro- de todo tipo e, incluso, una sierra eléctrica. Los tiempos, que iban cambiando.
El asesino del cementerio Etrusco (Assassinio al cimitero Etrusco, Sergio Martino, 1982)
Otra de mis películas favoritas, si bien lo que tiene de giallo se encuentra metido en mitad de muchas más cosas. Es una cinta que incluye múltiples aventuras, tramas criminales variadas y, por supuesto, etruscos que siempre hacen bonito. Sobre todo si mientras hay un asesino misterioso matando gente.
El destripador de Nueva York (Lo squartatore di New York, Lucio Fulci, 1982)
Fulci, en toda su gloriosa violencia sexualizada, ofrece uno de los ejemplos más burros con giallos cercano al slasher pero que gracias a su director y la clara italianización de la película acaba algo tan pasado de vueltas -¡esa forma de hablar del asesino!- y a la vez tan sórdido y realista que casi podríamos haber hablado del último gran giallo.
Tenebre (Tenebrae, Dario Argento, 1982)
Pero es esta película la que merece por méritos propios el nombre de Último Giallo Clásico en tanto que el ejercicio realizado aquí por Argento es, en realidad, no solo un autohomenaje tirando a meta sino, además, hacer repaso de su carrera y métodos de manera que este Tenebre podría considerarse como el punto final cíclico que redondea el género.
POST-GIALLO
Pasada esa marca inventadísima aún salieron algunas películas que podríamos considerar en mayor o menor medida giallos. Claro que eso mismo podríamos haber dicho hace un par de ellas antes. Pero como posteriores a ella y no tan lejanas a los recursos canónicos como para meterlas en el Para-Giallo pensé que mejor creaba esta tercera lista. Sí, en esta locura me hallo. Ah, sí, han salido 12.
Cuchillos en la oscuridad (La casa con la scala nel buio, Lamberto Bava, 1983)He aquí una serie reconvertida en película. No es la primera vez que eso pasaba, claro -a veces con el rodaje ya comenzado la cadena tenía dudas y había que aprovechar- pero en esta ocasión contaban con Bava hijo de director, de modo que al final queda una historia algo rutinaria sobre un compositor que se retira a una casa demasiado poblada, aunque no por mucho tiempo.
Murder rock: Danza mortal (Murderock – uccide a passo di danza, Lucio Fulci, 1984)
Fulci de nuevo, aunque aquí en su versión más rutinaria, solo el arma del crimen y un par de escenas más oníricas hacen que merezca la pena meterla en la lista.
Bajo el vestido, nada (Sotto il vestito niente, Carlo Vanzina, 1985)
Inesperadamente bien realizada y con un pequeño papel para el gran Donald Pleasance, ambientar un giallo en el mundo de la moda era algo que volvía a hacer falta.
Crímenes en portada (Le foto di Gioia, Lamberto Bava, 1987)
La directora de una revista de fotos eróticas está a punto de perderla a manos de otra mujer, pero como todo puede empeorar encima alguien está matando a sus modelos y dejando una foto suya. Vamos, que hay mucho erotismo y, por encima de todo, un estudio de la personalidad de su protagonista, la Gioia del título original. Así que todo bien realizado aunque seguro que agradecería algo de movimiento.
Demasiado bellas para morir (Sotto il vestito niente 2, Dario Piana, 1988)
Tan bien le fue a Bajo el vestido, nada que aún tuvo dos continuaciones. De la tercera -Algo así como BeVN 3: El desfile final– mejor no decir nada, pero esta segunda aún tiene algo de interés porque se acerca aunque sea solo un poco a las películas de venganza y, a la vez, a las obras de misterio que originaron todo esto. Una modelo es violada en una fiesta descontrolada en mitad del rodaje de un vídeo con otras modelos, no solo eso, también muere en un atropello cuando trata de huir. Así que cuando empiezan a asesinar a los participantes en la fiesta la identidad del asesino es un misterio.
Trauma (Trauma, Dario Argento, 1993)
Argento, que a estas alturas estaba más en asuntos fantásticos, decidió un pequeño regreso al giallo sin abandonar las ambientaciones extrañas que estaba manejando ofreciendo esta algo embarullada obra.
El síndrome de Stendhal (La sindrome di Stendhal, Dario Argento, 1996)
Cuando Argento no tiene claro lo que hacer regresa al giallo, en este caso con una de sus últimas buenas películas, llena de imágenes sugerentes aunque con menos sentido de lo habitual. No íbamos a tenerlo todo.
Almost blue (Alex Infascelli, 2000)
Por difícil que sea de creer aquí el asesino no está oculto de la manera normal sino cambiando su identidad. No solo eso, además lo persigue una inspectora de policía ayudada por un chico ciego obsesionado con una canción de jazz, porque así es como funcionan los giallos en el año 2000, mezclando ideas tanto de géneros adyacentes como el psycho-killer como la inevitable inclusión de ordenadores e ideas más originales como la de los colores.
Insomnio (Non ho sonno, Dario Argento, 2001)
Argento y sus giallos crepusculares, este es de los que supera el nivel de aprobado, quizá más por la cantidad de gente de talento reunida que por un guión o dirección a la altura. Pero algo es.
Ojos de cristal (Occhi di cristallo, Eros Puglielli, 2004)
En el borde con otros géneros con asesinos, la particular forma de acercarse a lo artístico, lo sexual y los trofeos, acaban llevando esta película a los campos más giallísticos. Meritoria en cualquier paso.
Darkness surrounds Roberta (Giovanni Pianigiani, 2008)
Es difícil decidir si estamos ante un gran homenaje a los giallos clásicos o a uno de ellos mismos, salvo por los obvios problemas de falta de dinero que ahora ofrecen una apariencia más barata de lo que hacían hace cuarenta años, pese a que esté tan lejano en el tiempo de ellos la forma de presentar la depravación criminal, los gustos sexuales, el anonimato y las relaciones personales o de poder entre los enredados en esta clasicorra aunque estimable película a la que solo podría pedir que hubiera tenido dinero para una mejor calidad en su producción.
Giallo (Giallo, Dario Argento, 2009)
¿Qué mejor título para terminar? Ah, si además acompañara. Pero me temo que este Argento autoreivindicativo está muy lejos de aquel Tenebre que cerraba nuestra anterior sección. Como una casa en ruinas, así parece el estado del asunto.
PARA-GIALLO
Porque tiene mucho de fantástico, porque se centra más en los líos de faldas que en los asesinatos o porque quizá nunca ha habido un misterio sobre la identidad del asesino tanto como sobre la manera de realizarlos… Muchos pueden ser los motivos para no considerar las siguientes películas -que se mueven desde lo aceptable a las obras maestras- dentro de la lista de propiamente dicho. Pero tampoco quiero dejarlos fuera porque el impacto causado no fue solo en lo exterior, también en muchas películas que no eran exactamente como nos esperábamos pero que era imposible no considerarlas en la misma vecindad. Tantas que al final han aparecido 74 nada menos. Eh, no me miréis así, siempre es más fácil crear derivados que originales.
El horrible secreto del doctor Hichcock (L’orribile segreto del dr. Hichcock, Riccardo Freda, 1962)
Sospecho que no habrá mucha gente que opine como yo sobre el eslabón de Proto-Para-Giallo de esta película pero Freda me parece un director magnífico y esta aproximación no solo reconoce de alguna manera tortuosa la importancia de Hitchcock -muchísimos años antes de que lo hiciera Argento con Ti piace Hitchcock? en 2005- en el desarrollo de lo que vendría después. Al fin y al cabo a estas alturas no habíamos tenido ni a Bava con su muchacha. Pero aquí tenemos, más allá del gótico fantástico italiano -y una magnífica interpretación de Barbara Steele– una historia de perturbación, muerte y locura mental llena de recovecos y límites difuminados entre la realidad y la mentira.
El justiciero rojo (La vergine di Norimberga, Antonio Margheriti, 1963)
Ejemplo también de horror gótico italiano con algunos puntos en común con los giallos que vendrían pero casi más cercano a los krimis alemanes, todo lo cuál queda en segundo lugar ante la revelación del asesino, indudablemente perteneciente al primer grupo. Que no es una crítica, por supuesto, sigue siendo una gran película y casi se podría decir que un antecedente del giallo.
El embalsamador (Il mostro di Venezia, Dino Tavella, 1965)
Cercano más al krimi que al giallo aún, con una mezcla que ofrece a un asesino misterioso aunque en su ambientación y motivos estemos incluso más cerca del horror gótico italiano. Una película más que curiosa.
El secreto de Bill North (Assassinio made in Italy, Silvio Amadio, 1965)
Este tan interesante película en realidad está casi más cerca de un thriller turístico que de un giallo, si bien la complicada trama y la existencia de un asesino -¡que acabamos descubriendo con máscara!- lo mete en el barrio. La historia de una viuda por sorpresa, un periodista que quiere ayudarla a descubrir al asesino de su marido y el comisario -enorme Alberto Closas– encargado del caso.
Blow up, deseo de una mañana de verano (Blowup, Michelangelo Antonioni, 1966)
Lo que se suele considerar un film de prestigio, por su director, su reparto, el punto de partida teórico -un cuento de Cortazar– y los premios a los que optó y que acumuló. Digamos que es lo que podría haber sido una versión De Competición en Festivales de los giallos.
Dos menos uno, tres (La morte ha fatto l’uovo, Giulio Questi, 1968)
Me encanta esta película, es una de mis favoritas, sobre todo dentro de este grupo. Y es que más allá de planes de unos y otros y extraños movimientos tenemos tres formas de seguir la película: Como una crítica a la sociedad de consumo y el capitalismo, como una complicada trama de encuentros y desencuentros amorosos con el dinero como motor y como una aproximación muy artística, casi hasta niveles paródicos, que se va uniendo y separando en una película que se salta tantas reglas del giallo que logra estar cerca de su núcleo ideal.
El dulce cuerpo de Deborah (Il dolce corpo di Deborah, Romolo Guerrieri, 1968)
Aproximación con líos amorosos múltiples y acosos telefónicos con no muchos personajes y una trama que se concentra en el final de la cinta. Quizá demasiado rutinaria pero, sobre todo, eclipsada por nuestro siguiente título:
Así de dulce, así de maravillosa (Così dolce… così perversa, Umberto Lenzi, 1969)
Otra película con varios títulos. Tras Orgasmo, Lenzi sigue con Carroll Baker y sigue también acercándose al giallo una trama que aún tiene algunas divergencias con lo habitual pero que se sigue moviendo en el espacio de sus obras adaptándolas al nuevo subgénero: Gente acomodada y muchos líos de faldas que hacen que la sangre hierva y corra.
La muerte llama dos veces (Blonde köder für den mörder, Harald Philipp, 1969)
Ya imagino que no esperabais ver películas extranjeras por aquí, pero precisamente esas aproximaciones son de las más interesantes. Por ejemplo, en esta versión alemana. con guión italiano, eso sí, y la presencia de grandes actores como Fabio Testi o Anita Ekberg
en mitad de una historia realmente compleja, no tanto por la falta de identidad del asesino como por la culpa de cada personaje en lo que vemos suceder.
Las trompetas del apocalipsis (Julio Buchs, 1969)
En este acercamiento español el principal cambio es que las muertes parecen todas suicidios, pero… ¿quién es entonces el tipo de guantes negros? Por suerte para todas estas cosas están siempre las tramas complejas que van más allá del suspense habitual. Eso y la pila de cadáveres que las acompañan.
Asesinada ayer (La morte risale a ieri sera, Duccio Tessari, 1970)
Una adaptación de Los milaneses matan en sábado de Scerbanenco no es ninguna tontería, más aún porque la trama sexual y la violencia ya están ahí. Por suerte también está el impacto de la época para darle un aspecto gallizado al filme.
Concierto para pistola solista (Concerto per pistola solista, Michele Lupo, 1970)
Un castillo en escocia con un grupo de herederos y alguien dispuesto a quitárselos de en medio. De nuevo Agatha Christie e Irving Wallace son los autores en los que pensar y, una vez más, la influencia modifica la presentación.
Una droga llamada Helen (Paranoia, Umberto Lenzi, 1970)
La tercera de las películas realizadas con Carroll Baker por el gran Lenzi, poco a poco iba acercándose al género con tanto lío amoroso y tantas ansias -homicidas- reprimidas.
Un hacha para la luna de miel (Il rosso segno della follia, Mario Bava, 1970)
¡BAVA! Aunque aquí no hay suspense en la identidad del asesino sí que lo tendremos en el destino de las víctimas y en el desarrollo de la historia, una llena de traumas infantiles, asesinatos violentísimos y maniquíes, claro.
Una maleta para un cadáver (Il tuo dolce corpo da uccidere, Alfonso Brescia, 1970)
Casi, casi una película de humor negro en su sección Cadáver Inquieto que tiene de giallo los tratamientos de personajes y de sus relaciones.
Bahía de sangre (Reazione a catena, Mario Bava, 1971)
No sé si hay mucho que decir de este clasicazo de Bava pero venga: Antecedente de las películas de violencia desatada o quizá punta de lanza de ellas, aquí la violencia no es ejercida por una sola persona sino casi podríamos decir que por la sociedad en general y por eso mismo resulta más importante. Luego ya discutimos su influencia en lo que estaría por venir, dentro y fuera del slasher, pero de momento quedémonos en el magnífico trabajo -una vez más- de su director.
Los fríos ojos del miedo (Gli occhi freddi della paura, Enzo G. Castellari, 1971)
Con un envoltorio visual propio del giallo y mucho de esos guiones de depravación y complicadas maquinaciones, lo que tenemos aquí es casi crítica social mezclada con un juego de puertas giratorias y gentes persiguiéndose. Apartado por tanto del clásico asesino en serie y más cercano a una versión inevitablemente realista de las películas de venganza -no sexual en este caso-, con todo lo malo que ello conlleva.
Jack, el destripador de Londres (7 murders for Scotland Yard, José Luis Madrid, 1971)
Otra película española, con algo que acabaría siendo casi un cliché en si mismo, el regreso de Jack. Pero, eso sí, con un tratamiento al estilo giallo del asunto todo.
Marta (José Antonio Nieves Conde, 1971)
Cercana al giallo pero también a las películas de Hitchcock o al gótico italiano, al final es una película española de maneras italianas para intentar explicar una historia llena de giros sobre, creo, los peligros de rescatar mujeres desfallecidas en el exterior de nuestro castillo, o de desfallecer con nobles herederos mirando.
Pánico en el bosque (Assault, Sidney Hayers, 1971)
Agradecedle a Mikel que haya incluido esta película de Hayers en la lista, que yo no estaba del todo convencido. Y es que este film inglés sobre un grupo de señoritas acechadas y una profesora que se ofrece como cebo tiene muchas cosas buenas pero yo casi la acerco más a otros campos. De todas formas es una cinta recomendable, sea giallo o no.
El techo de cristal (Eloy de la Iglesia, 1971)
Sospecho que la última mujer acosada a la que esperabais ver por aquí era a Carmen Sevilla. O quizá no. ¿En una película de Eloy de la Iglesia? Bueno, quizá no era exactamente un giallo pero sin duda sí un film de suspense con una mujer que oye pisadas en el piso de arriba y sospecha de algún tipo de extraña conspiración. Bien en el apartamento superior, bien en su cabeza.
La ultima señora Anderson (Eugenio Martín, 1971)
¡DIFUNTA! Perdón, siempre que leo el título pienso que está mal adaptado del inglés Late, pero en realidad… en realidad no. Simplemente suena muy raro. Pero la verdad es que lo que aquí importa, en esta película del nunca suficientemente reivindicado Eugenio Martín, es la última de la larga serie de señoras de Arthur Anderson. Tres veces casado, tres veces viudo, todas heredero. Y por si las cosas no sonaran aún extrañas pronto aparece una nueva jovencita que hace surgir la duda, ¿quién está jugando con quién? Puede que no haya muchos más rastros de giallo en la película, pero tampoco es que los necesite, se defiende sola.
La víctima designada (La vittima designata, Maurizio Lucidi, 1971)
He aquí la película que Mikel evitó que se me traspapelara. Colocada en este lado de la lista y luego borrada no recuerdo por qué. Sobre todo porque no tenía intención de eliminarla, que es una buena película aunque no tan giallo como para subirla de sección. Bebe sobre todo de Extraños en un tren, a la que incluye variaciones como una pareja asediada por un extraño *cof* Conde.
Amor y muerte en el jardín (Amore e morte nel giardino degli dei, Sauro Scavolini, 1972)
Scavolini, que habitualmente trabajaba como guionista, se lía la manta a la cabeza para ofrecer esta extraña obra a base de cintas que montar y limpiar que, como piezas de un puzzle, recomponen un rompecabezas para un personaje que sirve de identificador de la audiencia, un profesor que necesitaba una villa aislada y que acaba metido en una reconstrucción de los extraños hechos -más intriga sexual y romántica con traiciones y muertes varias que un asesino a a caza, debo decir-.
El cerebro del mal (Il diavolo nel cervello, Sergio Sollima, 1972)
Una película más que estimable que se va construyendo como en capas, primero presentando los personajes, una vez hecho esto explicando el problema y allí también avanzando como en pequeñas espirales hacia una caída o una solución. Historia de personajes y relaciones en la que Sollima -más conocido en otros géneros- deja claro su buen hacer.
Coartada en disco rojo (Tulio Demicheli, 1972)
Más cercana al poliziesco que al giallo, esta película que parte de un asesinato y los varios sospechosos de él se conecta de nuevo por la parte visual aunque es en el progreso de la acción en lo que gana a los espectadores. Eso sí, tiene alguna imagen que puede ser problemática para los aprensivos.
La mansión de la niebla (Francisco Lara Palop, 1972)
Con un estilo muy clásico ya desde su premisa -un grupo de desconocidos perdidos en la niebla acaban llegando a una mansión solitaria- la película va decidiéndose por unas u otras posibilidades sobre la marcha, a ratos acercándose al horror gótico, al mystery inglés, al fantaterror o, por supuesto, al giallo sangriento y psicoanalítico. Así que hay un poco para todos. Si la encuentran -en SOMOS y poco más, me temo- no la dejen pasar.
La muerte desciende ligera (La morte scende leggera, Leopoldo Savona, 1972)
Película sofocante, llena de presión, que tiene elementos de giallo pero casi más de oscura conspiración, con un personaje intentado entender qué ha pasado, escondido en un hotel, que está menos aislado de lo que uno esperaría, también es cierto. Pero la sensación de que podría adaptarse como una obra de teatro sobre la corrupción de la sociedad sigue ahí.
La muerte llega arrastrándose (Hai sbagliato… dovevi uccidermi súbito!, Mario Bianchi, 1972)
¡Un western! Bueno, algo así. En realidad una mezcla porque la muerte -que ya vemos que no decide cómo presentarse- llega por el lanzamiento de serpientes. Que parece un tipo de conocimiento muy específico pero, eh, de todo tiene que haber en las películas. En fin, que quizá no sea lo más cercano que vayamos a encontrar en la lista pero aún con eso algo hay.
Trópico de cáncer (Al tropico del cancro, Edoardo Mulargia,1972)
De entrada con esta película podemos discutir si la dirigió este director, si fue Giampaolo Lomi o si es fruto de la… colaboración… entre ambos. El caso es que parieron esta obra, muy cercana al giallo clásico más allá de su exótica ambientación y su… bueno… acercamiento por dos flancos aparentemente contrapuestos como son los Mad Doctors y el Vudú, entre ambos se desarrolla esta historia de asesino misterioso y mucha sexualidad -no en vano uno de los centros del relato es una poderosa droga afrodisíaca- que sirve de ejemplo de lo diferente que podía llegar a ser el subgénero.
El asesino está entre los trece (Javier Aguirre, 1973)
Una película de las más conocidas de Aguirre, y no es para menos. No solo es una aproximación doble a los Diez negritos y el giallo, además el nivel y variedad de los actores permiten que -más allá de un guión un tanto rutinario- la película merezca el interés del espectador.
La chica de Via Condotti (La ragazza di via condotti, Germán Lorente, 1973)
Mezcla de géneros, que a ratos es un policíaco y en otros un giallo, con una trama tantas veces vista que es difícil saber si no la sacarían de alguna, las buenas ideas quedan a rato oscurecidas por decisiones más convencionales de lo esperable, pero para haber hecho un híbrido podría haber quedado más churro.
La corrupción de Chris Miller (Juan Antonio Bardem, 1973)
Sí, una película de Juan Antonio Bardem con un protagonismo entre Marisol -que para eso es la que sale en el título- y Jean Seberg, centrándose en un extraño triángulo de cercanías giallísticas, esto existe. Más aún, es una buena película. El inevitable trauma infantil de la protagonista, el resentimiento de su madre y un elemento desestabilizador, la llegada de un joven de oscuras intenciones –Barry Stokes– que acaba de hacer saltar su enfermiza relación por los aires. Todo eso y un misterioso asesino con guadaña y disfraces. Quizá no sea lo que uno esperaría ver pero si es una muestra más que notable de lo que uno puede encontrar.
La muerte sonríe al asesino (La Morte ha sorriso all’assassino, Joe D’Amato, 1973)
¡D’AMATO! Sí, también él se vio tentado por el éxito del giallo, aunque solo un poquito. Porque la cabra tira para el monte siempre que puede y en cuanto nos descuidamos empiezan a aparecer sucesos paranormales, muertos que vuelven en vida y más cosas, pero, claro si cuentas con Klaus Kinski de Mad Doctor tampoco te puede extrañar de todo lo que vaya pasando después, incluso cuando hayas preparado un final como el de esta película. Que recomiendo, claro.
Pena de muerte (Jorge Grau, 1973)
Otro de los grandes de la cosa española hace su entrada en el giallo con una historia que, por fuerza, tenía que navegar la situación política -más abierta eso sí- con un fiscal a cuyo alrededor parecía haber un asesino tratando de echarle en cara algo por su insistencia en usar la pena de muerte. Por supuesto el magistrado era francés -en la ficción, en realidad era Fernando Rey– pero estaba de vacaciones en España, que así nos quitábamos el marrón de decir lo que se estaba diciendo pero se podía mantener la ambientación y al resto del españolísimo reparto Yo encantado, vaya.
Tensión (Macchie solari, Armando Crispino,1973)
Las manchas solares parecen estar en el centro de toda una retahíla de extraños sucesos, muertes sospechosas que parecen suicido pero no y una trama que tiene un aspecto de giallo pero cierto fondo no diremos sobrenatural pero al menos sí más fantástico. Pero con una fuerza y solidez -no digamos sordidez- que hay que reconocerle.
El ultimo escalofrío (Tendre et perverse Emanuelle, Jesús Franco, 1973)
El erotismo en mitad de un grupo de gente con poder y dinero, una muerte misteriosa -pero mucho, y ambigua también- y en medio elementos que Franco, un experto en hacer lo suyo y aprovechar el ambiente, supo agiallizar para provecho propio y disfrute de los espectadores de la película.
Una gota de sangre para morir amando (Eloy de la Iglesia, 1973)
Otro gran título a juego con una película tan estimable como suele ser con el nunca suficientemente reivindicado de la Iglesia. De nuevo tenemos una crítica social, pero mezclada con fantástico tirando hacia la ciencia ficción, con una versión tan inesperada como personal de La naranja mecánica a la que llega a copiar alguna escena entera. Que no os engañe el aspecto de batiburrillo -debida probablemente a tener cinco guionistas, aún cuando se trate de José Luis Garci, Antonio Fos, Antonio Artero, George Lebourg y el propio Eloy de la Iglesia– o la apariencia de que solo algunos aspectos visuales o la idea de ataques a jóvenes problemáticos, es una película completamente recomendable.
El asesino ha reservado nueve butacas (L’assassino ha riservato nove poltrone, Giuseppe Bennati,1974)
Un grupo de amigos encerrados, siendo masacrados poco a poco. Esta vez en un teatro, claro. Lo inesperado, y que se aparta un tanto del giallo, es precisamente lo misterioso de este encierro de raíces sobrenaturales que parece reunir a las inevitables víctimas de unos Diez negritos dentro de El ángel exterminador. El resultado queda en tierra de nadie pero hay que reconocerle la intención.
Atormentada (L’uomo senza memoria, Duccio Tessari,1974)
Lo podían haber llamado amnesia, pero vaya. Un tipo no recuerda nada pero empieza a recibir mensajes, a su alrededor hay alguna muerte -tampoco demasiadas- y para el final tenemos hasta una escena con motosierra. No es que sea gran cosa porque a la que te descuidas se mete en terrenos del thriller policiaco con drogas de por medio, pero tampoco vamos a dejarla fuera.
Corrupción de menores (La polizia chiede aiuto, Massimo Dallamano, 1974)
Dentro de la trilogía de Dallamano, pero probablemente la menos giallesca de las tres, más cercana a un policíaco en que cada pista lleva a la siguiente y se va revelando -a veces hasta deteniendo más que asesinando- la trama de detrás. Una buena película, en cualquier caso.
Una libélula para cada muerto (Leon Klimovsky, 1974)
Paul Naschy, acompañado del gran Klimovsky, decidió meterse también con el giallo. Estilo Argentiano, claro, Y no es mala para ser una copia del modelo, aunque no sea la mejor de ninguna de los dos. Ni su mejor acercamiento a los asesinos en serie.
La noche de los asesinos (Sospiri, Jesús Franco, 1974)
Creo que ya he dicho varias veces lo mucho que me gusta El gato y el canario, y precisamente en esa vetusta obra de teatro -o en sus múltiples adaptaciones cinematográficas, quién sabe- es en lo que se basa el buen Jesús Franco para giallizarla en lo posible -y también pone a Poe como referente, no sé si para justificar cierta cormanización del resultado final o porque no se habían molestado en mirar la obra de teatro que había ido dando distintas versiones. En cualquier caso, un grupo de personas, un legado tenebroso y un asesino en el grupo. ¡¿Pero cómo vamos a pedir más?! Bueno, podríamos pero, ¿para qué?
Los ojos azules de la muñeca rota (Carlos Aured, 1974)
¡Naschy regresa al ataque! A ver si os creéis que con un giallo al año se iba a quedar tranquilo, así que, esta vez con Aured,se centro en otro estilo de giallo, el rural con un grupo de personajes bajo presión y represión, un trío de bellas mujeres, el agente desestabilizante masculino –Naschy, por complicado que sea de creer- y un puñado de secundarios que aguantan vivos más o menos rato permiten una película con grandes momentos fácil de reivindicar. Esta vez habían copiado mejor.
El pez de los ojos de oro (Pedro Luis Ramírez, 1974)
Aparentemente 1974 fue el año internacional de copiar al giallo en España. Por suerte la mayor parte de directores serían tan competentes como Pedro Luis Ramírez que si bien no solía hacer este tipo de películas -tuvo otra al año siguiente, El colegio de la muerte, que ya la he visto tan lejos que ni la he metido en la lista- sí demuestra su competencia a la hora de sacar una película del estilo zoológico.
Il profumo della signora in nero (Francesco Barilli, 1974)
Una mujer asediada por los recuerdos hasta el punto de casi perder la cabeza por muy científica que sea ella, una aproximación al fantástico por el lado de la falta de separación entre lo real y lo onírico con muchos toques grotescos que metemos en la lista por los pelos. No porque no sea buena, sino porque solo tiene en común unos pocos puntos con el giallo.
Huellas de pisada en la luna (Le orme, Luigi Bazzoni, 1975)
Compleja y extraña película en la que su personaje central se descubre con cierta amnesia un día, tendrá que reconstruir lo ocurrido mientras intenta descifrar si lo que le ha pasado es más propio del terror, del fantástico o de qué. Muy sugerente, aunque a un paso de entrar en el terror fantástico italiano al que iba llevando el giallo.
Juegos eróticos de una familia bien (Giochi erotici di una famiglia per bene, Francesco Degli Espinosa, 1975)
Tras este espantoso título que podría llevarnos a suponer una película del destape nos encontramos con un enorme guión lleno de giros y vueltas en el que se satiriza precisamente a la moral reinante mientras se embrollan las relaciones sexuales y afectivas entorno a un moralista cuya familia va introduciéndole en una red de traiciones, asesinatos y relaciones inesperadas que parece más cercano a las intrigas psicológicas que al giallo. Y, sin embargo…
Mal de ojo (Malocchio, Mario Siciliano, 1975)
Un poco de todo: Adoradores del diablo, sexualización a tope, un título alternativo que es como para buscar a su responsable (Eroticofollia) y, ya que estaban, unos toques de El Exorcista que si algo vende hay que aprovechar. En realidad la peripecia de sus protagonistas y las idas y venidas de los secundarios dejan una película muy… salada.
La mascara de cuero (In nome del padre, del figlio e della Colt, Mario Bianchi, 1975)
Probablemente lo primero que uno piense al ver el título en español es que mucha prisa se habían dado para sacar rentabilidad de La matanza de Texas, ¡en apenas un año! Cosas de los tituladores españoles porque como vemos en la versión original del título estamos realmente ante un western. Uno con cercanía al giallo mediante un forajido ¿vengador? que se disfraza con una máscara -de cuero- y va asesinando a personas diferentes porque así es como funcionaban los géneros en estos años. Y es que la hibridación nunca dejará de sorprendernos.
Un par de zapatos del 32 (Rafael Romero Marchent, 1975)
Bajo mi humilde opinión estamos ante una película prodigiosa, tanto por la forma de llevar la historia -llena de giros extraños- como por la finalidad en sí de la misma. No hay suspense en cuanto al asesino, un director de colegio, pero sí en cuanto a la víctima, un niño que usa la 32 y le ha visto asesinando a un hombre lo que, para cubrir su crimen, acaba llevándole al infanticidio. Pero como no tiene muy claro quién es ese testigo la paranoia se apodera de él. En los jardines del género, por tanto, pero ¡que bellos que son estos jardines!
La piel bajo las uñas (Nelle pieghe della carne, Alessandro Santini, 1975)
Otro Mad Doctor con querencia por lo guiállico, pero es que cuando lo que te van son las prostitutas con las que investigar la vida eterna y mientras tanto dedicarte con ellas a tus perversiones y matarlas si te viene en gana… pues es difícil no acabar metiéndote en algún lío influenciado por el género de moda del momento. No es que sea especialmente memorable pero solo por el follón que monta se le puede dar un tiento.
La casa de las ventanas que ríen (La casa dalle finestre che ridono, Pupi Avati,1976)
¡AVATI! Cierto es que no estamos ante el clásico giallo, pero, claro, tampoco estaría entonces en esta sección. Un pintor dispuesto a restaurar un cuadro, la desaparición del pintor original y toda una serie de peripecias detrás de la creación del mismo, a lo que se añade el pueblo en que sucede la acción, a la vez claustrofóbico y fotografiado de manera extraordinariamente luminosa, convierten esta película no solo en una obra absolutamente magnífica, llena de esa extraña manera de tratar la acción que favorece que se borre el contorno entre lo real y lo imaginario, también en uno de esos ejemplos de lo que era el giallo fuera de las pautas más habituales del género. Imprescindible.
Escándalo en la residencia (Una Magnum Special per Tony Saitta, Alberto de Martino, 1976)
Quizá más cercano al policíaco o al thriller de lo que parecería razonable, de Martino juega con sus espectadores como con los personajes, presentándonos primero dos tramas, una más poliziesca y otra más giallésca, por un lado un policía investiga un atraco, por el otro una joven muere en una fiesta, aparentemente asesinada por alguno de los que allí se encuentran, y pese a la disparidad las tramas se retuercen y acaban mezcladas. Aunque quizá no de la manera que esperáramos.
El gancho (To agistri, Erricos Andreou, 1976)
También los griegos querían su propia versión del giallo y para ello se decidieron por la versión triángolo amoroso salido de madre. Poco más que comentar.
La muerte ronda a Mónica (Ramón Fernández, 1976)
Los muchos y variados líos -de todo tipo- de una pareja de buena posición acaban como siempre en estos casos: entre cadáveres. Precisamente cuando empiezan las muertes es cuando coge algo de ritmo tras tanto tonteo y presentación de mi personajes diferentes. Una aproximación española aceptable y ya.
La violación de la señorita Julia (Pensione paura, Francesco Barilli, 1977)
Es complicado explicar la unión de esta cinta con el giallo y no con, por ejemplo, el cine alegórico político o, directamente, el fantástico; porque la historia situada a finales de la Segunda Guerra Mundial y más ocupada de mostrar la depravación del lugar, tanto por la baja catadura moral de los personajes que aparecen como en unos decorados que parecen caerse a cachos o en escenas tan duras como una de las violaciones más crudas que recuerdo, que en intentar crear una trama para la misma. Desde casi el principio se nos ha dicho cuál es el tema y hasta el final que va con él.
Trauma (Leon Klimovsky, 1978)
Más notable como última película dirigida por Klimovsky que como giallo en sí, que no es que esté mal, es una versión normalita de muchos de los tropos clásicos del mismo.
Crimen sin huella (Giallo a Venezia, Mario Landi, 1979)
Ejemplo de la evolución den género y -quizá- de los problemas que iban arrastrando según pasaban los años con la progresiva sexualización hasta llegar a entrar en terrenos del Cine S cuando no directamente del X -o del X por poderes- y es que esta trama de un pervertido que usa los canales para matar a gente acaba siendo usado para lo que les interesa vender a los productores. En fin.
Días de amor y venganza (Giallo Napoletano, Sergio Corbucci, 1979)
Divertida aproximación con muy buenos actores -nada menos que Marcello Mastroianni y Ornella Muti de protagonistas- y el siempre divertido Corbucci que aborda el género como un espectáculo para el público que buscaba una reinterpretación más… digamos que mainstream… manteniendo el suspense pero permitiendo un público mayor con una película realmente agradable.
Night School (Terror eyes, Ken Hughes, 1981)
Muy cerca de quedar fuera ha estado esta película con muchos nombres, y ha sido fundamentalmente porque la parte de giallo ya parecía menos importante que la del slasher de moda en aquellos momentos. Pero aún y con eso tenemos las sorpresas y -ante todo- la presentación de las muertes, de gran influencia visual italiana, ah, y con una coartada casi mondo que se desarrolla. Pero está claro que el género está ya en franca retirada.
Phenomena (Phenomena, Dario Argento, 1985)
Argento sigue a sus cosas presentando aquí un giallo con toques de lo sobrenatural. Un breve regreso que, como ya hemos visto, sería presagio de otros. Eso sí, en este filme aún hay calidad más que de sobra para encandilarnos con sus ideas por fantásticas que resulten.
Delito a la moda (Le couteau sous la gorge, Claude Mulot, 1986)
Tardío homenaje francés al subgénero italiano con una historia llena de puntos habituales de los segundos: Modelos acosadas, asesino misterioso y un desarrollo alambicado salpimentado de crímenes. Además del erotismo, claro. Una buena continuación.
Aquarius (Deliria, Michele Soavi, 1987)
Una Obra Maestra en un momento que no las esperaba. Cierto es que estamos ya un paso dentro de las películas de psycho-killer, con un asesino que no es secreto en ningún momento y que llega a tener incluso momentos slasher, pero el absoluto mimo de la parte visual, con una aproximación realmente artística, lo convierte en el gran híbrido italiano de estas corrientes.
Criatura diabólica (Camping del terrore, Ruggero Deodato, 1987)
¡Deodato! Un grupo de jóvenes van a un campamento y Deodato está por allí para hacer caja acercando aún más el ascua italiana al slasher, y es que son ya pocos los restos de giallo que podemos encontrar, un par de secuencias -fundamentalmente las traumáticas-, alguna elaborada muerte, el maravilloso cartel original y pare de contar.
Terror en la opera (Opera, Dario Argento, 1987)
Argento siempre vuelve al lugar del crimen. Y aquí aún no estaba del todo perdido para la causa. Se nota que ya no está lleno de ideas y sugerencias, que tira de manual para muchas cosas, pero aún y con eso tenemos secuencias, imágenes icónicas por derecho propio, rescoldos de lo que fuera.
Amsterdamned, misterio en los canales (Amsterdamned, Dick Maas,1988)
Ese grande de los Países Bajos que es Dick Maas -sí, el de El ascensor– se acercó al giallo con una historia muy recordada y que bebía de obras anteriores italianas -de alguna como El embalsamador y Crimen sin huella podemos decir que fue un trago largo- que llena de imágenes y momentos de psicología del criminal logrando una obra muy personal que, sin embargo, parece claramente influenciada por el terror italiano.
La sombra de Lester (Quando Alice ruppe lo specchio, Lucio Fulci, 1988)
Otro gran director del pasado que había visto días mejores, Fulci ofrece aquí la historia de un psicópata pasadísimo de rosca -como era de esperar- y con una doble vida realmente curiosa. Una comedia negrísima para despedirse del lado más realista de sus películas.
Pesadilla en la playa (Nightmare beach, Umberto Lenzi, 1989)
Seguimos con nuestra gira de despedida con esta obra de Lenzi que juguetea con una idea sobrenatural mientras nos presenta a un motero -que parece la evolución del asesino con gabardina, sombrero y guantes negros de tantos lugares en los que va apareciendo- dedicado a un plan de venganza con un cierto sentido del gusto. Todo ello con algunas críticas secundarias a los poderes fácticos. Y es que aún lejos de sus mejores momentos Lenzi no se resigna a ofrecernos una obra que no tenga una cierta intencionalidad y transcendencia.
Ojos sin cara (Gli occhi dentro, Bruno Mattei, 1994)
Un cómic acusado de ser demasiado violento y alguien dispuesto a asesinar siguiendo sus pautas, una historia cuyo punto de partida es realmente interesante y que parece más interesada en ofrecer un regreso al giallo que hacer un simple psycho-thriller aprovechando el rescate de los slashers más misteriosos. No seré yo el que se queje.
Perfect blue (Perfect blue, Satoshi Kon, 1997)
Obra magna y magnífica, que sea de animación y japonesa debería ser lo de menos, lo importante es la sensación de irrealidad en todo momento, los problemas psiquiátricos y el juego de personajes, personalidades y dobles, la creación de personajes más que creíbles metidos en situaciones absolutamente improbables… En resumen, una joya que canaliza con enorme éxito la mayoría de claves del giallo y también parte de su estilo.
No mires atrás (La ragazza del lago, Andrea Molaioli, 2007)
Ejemplo de cómo el estilo se puede imponer a la sustancia no como crítica sino desde la observación: El origen de esta película italiana es una novela nórdica -noruega- de misterio, pese a lo cuál el tratamiento que se realiza durante la adaptación reutiliza y potencia las claves italianas clásicas para lograr un inesperado híbrido que si no es giallo al menos será gelato.
Amer (Amer, Hèléne Cattet y Bruno Forzani, 2009)
Preciosa recreación del aspecto visual de los giallos. Lamentablemente no presta tanta atención -diría que de manera premediatada, no le interesa y posiblemente le estorbaría- a los guiones que los apoyaban así que el resultado es sugestivo e interesante pero no sustentado. Se agradece el intento y el homenaje, eso sí.
Masks (Masks, Andreas Marschall, 2011)
Si la anterior nos acerba a Francia cerramos yéndonos a Alemania. Y eso que parte de la inspiración parece proceder del notable slasher canadiense Curtains. Pero adaptado, eso sí, a una recreación del subgénero: Un método de actuación, muertes, mucho sentimiento artístico y cuidado visual. Podría haber buscado también algo más de variedad y puesto más orden en el guión pero, en fin, está claro qué es lo que ha llegado hasta casi nuestros días del giallo. Al menos entre lo aparecido hasta prácticamente hoy.
Estás son. En total 141 películas -y echaréis en falta, sin duda, y probablemente mis motivos para no incluirlas os parecerán tan ridículos como los que os dé cuando os quejéis de haber metido las películas en una lista en lugar de la otra, ¡qué le vamos a hacer!- que espero os sirvan para hacerse a la idea de lo que fue el giallo, del impacto cinematográfico que tuvo y de como se produjo su continuación de manera más o menos directa. ¡Yo qué sé! ¡Esto iba a ser una pequeña lista de consumo interno! ¡¡¡SE ME FUE DE LAS MANOS!!!
9 comments to this article
John Constantine
on 8 septiembre, 2014 at 1:06 pm -
LA definición es tan tan exacta -y acertada- que nos queda mucho más grandota la lista de las post y para. Y, joer, ya acotarlo en el tiempo me parece demasiao.
Jónatan Sark
on 9 septiembre, 2014 at 4:38 pm -
Lo de acotarlo en el tiempo lo veo necesario para crear el Post-Giallo, sobre todo porque la evolución del mismo hubiera hecho posible darle final en un par de Fulcis –Siete notas en negro o El destripador de Nueva York– o incluso en películas que ya se iban saliendo como la Murder obssesion de Freda o el Cementerio de Martino.
También para ayudar un poco a la separación de Post y Para. ¿Por qué Ojos de cristal o Darkness surrounds Roberta son Post mientras que Amer o Masks son Para? Pues por mucho dudar, discutir internamente y dar vueltas. De hecho, mientras redactaba la lista alguna película iba moviéndose de un lado a otro. En fin.
Igual que se puede preguntar por qué no han entrado -en ninguna de las listas- algunas películas como Don’t look now.
Pero es que ese es el problema de hacer listas, incluso las que son tan extensas como esta.
Precisamente por eso viene bien que si hay dudas o si se echan en falta título se mencionen en los comments, y luego ya que cada cuál decida lo que entra y lo que sale.
Maganini
on 9 septiembre, 2014 at 4:52 pm -
Mantengo la falta de Mil Gritos tiene la noche, la ejecución formal de los asesinatos y el desquicie pseudo-onírico lo alejan del slasher y lo acercan al Para-Giallo, a mi entender. Y además es muy buena película.
Jónatan Sark
on 10 septiembre, 2014 at 12:09 am -
Incluso teniendo en cuenta que Mil gritos tiene la noche es una película que me encanta la parte pseudo-onírica me parece muy limitada, más de lo que suele serlo para los giallos y lo coloca más cerca de los slasher, que es a donde creo que miraba Piquer Simón.
De todas maneras queda anotado el título.
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Vira
on 11 septiembre, 2016 at 9:03 am -
Jaja, la parte onírica te parece limitada de la película Mil gritos tiene la noche. He visto varias de D Argento y esas sí que son limitadas, Trauma es lo peor que se haya hecho en el cine. Tenebre me dejó igual, Profundo Rojo es pasable, la única que me gustó de él es Suspiria.
Otro director como Tarantino, ultra-valorado.
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