Ayer sacó Amazon su primera tanda del año de pilotos. El resumen que os hago ya de ellos es que para esto se podrían haber quedado quietos una temporada. Igual que la anterior vez había bastantes posibilidades y estilos en esta ocasión tenemos un batiburrillo bastante indigesto que, en demasiadas ocasiones, saca lo peor de la ficción estadounidense a relucir. Pero ya que me he visto los trece pilotos estaría feo que siguiera debajo de la mesa sollozando por el trauma así que vamos a hablar un poco de ellos.
– Buddy: Tech detective (USA)
La manía de integrar a los niños en cosas tecnológicas sigue rechinándome, la de empeñarse en hacer «interactivo» lo que no lo es no deja de parecerme una extraña mezcla con los títeres antiguos -¡y sin poder medir su reacción!- pero por lo menos estos tienen una animación más cuidada, esbozos de personajes diferentes y una clara pretensión inclusivista. Vamos, que no es especialmente bueno pero por lo menos no dan ganas de prenderle fuego al ordenador.
Hablando de prender fuego al ordenador. Quizá una de las series más… ni siquiera ofensiva, simplemente triste, es esta cosa con Jason Lee cada vez menos en forma -y más relegado- en la que una familia de fabricantes de armas tiene que tirar del hermano que huyó de su tiránico padre y abrazó el lado Izquierdista USA de la vida para evitar que una malvada, malvada compañía -de otro familiar- quiere terminar con ellos. Se supone que es una dramedia en el que la comedia lo pone las dos idiosincrasias chocando y el drama es tener que soportar esto.
Si creías que lo anterior era estúpido espera a esto. Un tipo que se supone lleva sobreviviendo toda la vida de ser guapo y relajado -¿?- pero que nunca ha hecho de modelo tiene una ruptura y entonces decide reiventar su vida o algo. Yo que sé, es como una cosa de parodia del yoga y el estilo de vida californiano que no sé ni qué público esperan que tenga. Ay.
Entre los pilotos infantiles de Amazon hay dos series juvenil/infantil que no tienen NINGUNA presencia femenina. Pues casi me parece peor para las chicas esta que tiene multitud. Tres niñas que sospecho debieron coger en la calle por lo mal que actúan -Vale, no voy a pedir el Nivel Granja Británica pero ¡al menos un Nickelodeon!- tratan de arreglar problemas o algo con un libro de cocina que tiene recetas mágicas en lo que parece el corto que rodarían un par de de amateurs con lo que escribieron cuando iban a primaria. O peor.
No veo el motivo de remakear la británica Mad Dogs para el público americano, pero se ve que estoy en inferioridad opinativa. El caso es que Shawn Ryan es particularmente extraño porque esperaba -quizá con ingenuidad- que ya que se metía fuera para darle su sello particular al asunto. Pues no. Se repite con cambios mínimos -en lugar de Mallorca se van a Belice, los lugareños son incluso más… más… que en la británica y los personajes son más bros– y, peor aún, con peores actores. Y esto no va por Billy Zane, que total para lo que hace. Una oportunidad perdida en general cuyo mayor aprovechamiento será que alguno decida echarle un ojo a la británica. Aunque no es algo que espere.
Llegamos a la mejor del lote, aunque sea solo por demérito de los rivales. Sé que esta novela de Dick es una de las que mayor polarización produce pero la serie decide ir por unos caminos claros, acercándose sobre todo a las miniseries de la BBC: Un gran trabajo de producción con un estilo cinematográfico magnífico. Quizá por ello lo irregular del reparto y algún problemilla menor en el manejo de los tiempos llaman más la atención. Pero viéndolo en global -no digamos ya comparado con el resto de desastre- estamos ante la única propuesta que deja ganas de seguir viendo cómo hacen avanzar la historia.
Batiburrillo. Supongo que ellos hubieran preferido considerarlo como «Programa mixto de artes» o algo similar, pero lo que tenemos aquí es un batiburrillo que ofrecía ideas en principio interesantes: Relatos, viñetas, entrevistas, documentales, poemas… El resultado es… en fin. La microadaptación de un relato de Simon Rich interpretada nada menos que por Alan Cumming y Brett Gelman es correcta sin más, Gelman hace todo lo que puede pero la versión de Dios de Cumming resulta demasiada alejada de lo que ofrecía el relato original, de la misma forma que el documental que Jonathan Demme hace sobre el profesor Tyrone Hayes y su lucha parece a ratos más propio de un competidor de reality que de una denuncia fundada, muy lejos del artículo de Rachel Aviv que tanta fama tuvo hace unos años. Las viñetas de Emily Flake están más que son y solo la entrevista de Ariel Levy a la siempre extraña Marina Abramović parece lograr un acercamiento diferente propio del semanario. Lo peor, sin embargo, es el poema de cierre, una versión del sentido King de Matthew Dickman que Andrew Garfield masacra sin piedad en una pieza que parecería una parodia de las ideas locas de James Franco si creyéramos capaz a Garfield de algo así. La idea de este programa no era mala, los nombres envueltos tampoco, el resultado es, por tanto, más decepcionante. Quizá con más rodaje…
Ramplona serie que con una buena premisa y un trabajo de animación superior a la de de sus diseños generales -que parecen dividirse entre los inspirados por otros y los que simplemente no sabían cómo realizar- que acaba dejando con la sensación de que alguien sabía lo que hacía y lo que quería conseguir pero no fue capaz de explicárselo -o imponérselo- al resto. Por cierto, además del protagonistas salen varios enemigos, varios secundarios y unos cuantos encuentros ocasionales pese a lo cuál esta es una de las dos series sin presencia femenina.
¿Es posible intentar hacer una versión de Norte y sur con una fracción de su presupuesto y tratando de arreglarlo al estilo blanquito? Sí, como posible es. Ahora, el resultado… será como este que logra molestar a todo el mundo no por hacer las cosas bien sino justo por lo contrario. Una familia del sur tiene -resumiendo- un cuñado que les convence de liberar a los esclavos. El cuñado acaba en el ejército del norte, el otro en el del sur. El trato de los blancos terratenientes con los esclavos bordea la comedia de puro ridículo -la escena de Os liberamos y os ofrecemos contrataros, casi entra en el esperpento-, las batallas bajan del recreacionismo tirado a directamente la pachanguita dominguera y cualquier atisbo de intensidad o pasión en los protagonistas es más falsa que una portada de Harlequín. Un completo desastre.
Esta podía haber estado bien. Una ex-supermodelo deja la rehabilitación para volver al mundillo, para lo que busca a su antigua asistente para que la ayude. Lamentablemente ya no estamos en los años noventa y por mucho que los implicados –Leslie Bibb en el papel de la insufrible diva, Rachel Dratch como su sufrida ex-ayudante, Harry Hamlin en un brevísimo papel como su agente- hagan lo que puedan ni el tono pretendidamente abrasivo ni la insoportabilidad del personaje central y el patetismo de su ayudante encuentran redención siendo divertidos, cercanos o sinceros. Que lo intentan, sin duda, pero a estas alturas hacer chistes sobre el Sida para intentar parecer incorrectos es… bueno… TAAAAAN de los ’90.
Otro de esos programas infantiles que quieren ser didácticos, interactivos y alegres y que solo me sacan de quicio. Señor, señor, qué sufrimiento de gritos, canciones y repeticiones.
Con un estilo que definiremos amablemente como curioso, esta serie por ordenador narra las aventuras de dos amigos para solucionar algunos problemas en un mundo que está habitado por coches humanizados porque a ese concepto Pixar no puede registrarlo. Teniendo en cuenta que uno es Oloroso, el camión de basura, y el otro es Sucio, la pala-escavadora casi podríamos estar hablando del primer bromance para niños de preescolar, sobre todo teniendo en cuenta que es el otro piloto de Amazon sin presencia femenina alguna. Por suerte no tiene frat-humor, pero vaya.
Terminamos, ¡por fin!, con una comedia juvenil que no estando mal podría haber dado más de sí. Cercana en concepto tanto a las series del Disney Channel o el Nickelodeon como a conceptos más antiguos, fundamentalmente aquella Parker Lewis nunca pierde que con tres temporadas logró una honda impresión que le dicen. Lamentablemente este tipo de series -pongamos también Student bodies para que la siguiente generación no se sienta ajena- precisa de algo de rodaje y un poco más de dinero. Una vez más el ecosistema en que se mueve la convierte en una buena serie, probablemente la segunda mejor del lote, incluso aunque recurra a algunos clichés obvios y necesite un mayor desarrollo. Si deciden darle una temporada os puedo asegurar que la vería.
3 comments to this article
Er-Murazor
on 19 enero, 2015 at 11:40 pm -
En fin, que me sigo quedando únicamente con The man in the High Castle, como estaba previsto al principio. Gracias por el trabajazo, como siempre.
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