La llegada de Chicho: «Mañana puede ser verdad» (1964-1965 ) y «Tras la puerta cerrada» (1964- 1965)

La temporada teatral de 1963 tuvo un éxito inesperado que cambiaría la televisión en España. El Teatro Lara de Madrid había conseguido traer el éxito argentino Aprobado en castidad con solo unos pocos cambios como que el título pasara a ser Aprobado en inocencia. No solo se habían traído la obra original, también a los dos actores principales que la habían convertido en un éxito en Buenos Aires, el dúo de madre e hijo compuesto por Pepita Serrador y su hijo Narciso, o Chicho como ya se le empezaba a conocer. Ya que iba a venir a trabajar a España pensó que lo más sensato era traerse una muestra de los trabajos que había estado realizando para la televisión argentina, al fin y al cabo en ya había trabajado en Canal 7 con varias obras antológicas, por un lado Los malditos de la historia (1958) y por otro había tenido un gran éxito en dos distintas: Obras maestras del terror (1959- 1962) y Mañana puede ser verdad (1962- 1963).

El visionado del piloto de esta última convenció al director de TVE, Jose Luis Colina, de darle una oportunidad poniéndole a dirigir algunas entregas de Estudio 3 y, posteriormente, una adaptación de La historia de San Michele basada en el entonces muy conocido libro autobiográfico de Axel Munthe. Con su valía demostrada y TVE iniciando una nueva etapa gracias a la decisión de mostrar un teórico aperturismo creando programas con la intención de que ganaran premios internacionales y proyectaran una buena imagen del país fuera de nuestras fronteras -es decir, lo que se llamaría Operación Premios TV que tenía al frente al ministro Fraga– parecía el tipo de profesional que podía ayudar a cambiar esa percepción y sacarle todo el rendimiento a los recién inaugurados estudios de Prado del Rey.

El relevo de los espacios Enigma y Sospecha comenzaría por Tras la puerta cerrada, programa antológico de misterio similar a los dos antes mencionados en el que se adaptarían obras de diversos escritores, sobre todo de William Irish, y en la que Chicho contribuiría más adelante.

Pero lo fundamental es que el joven creador (en 1964 cumplió los 29 años) logró poner en marcha su nueva versión de Mañana puede ser verdad, esta vez para el público español. La serie original argentina, realizada en 1962, era casi un proyecto de padre e hijo de manera que cuando uno dirigía el otro actuaba. La versión española estuvo más cerca de ser un proyecto completo de Chicho pero eso no significaba, ni mucho menos, prescindir de su padre, el grandísimo Narciso Ibáñez Menta.

Entre una y otra versión habría alguna otra discrepancia, si bien la principal -la cantidad y título de los capítulos- sería difícil de concretar. Digamos que en España se acabaron produciendo alrededor de la docena de episodios frente a la quincena argentina. Pero todo tiene su por qué. De entrada, debido a que no se emitían los mismo capítulos, al fin y al cabo aunque desde 1960 fuera más sencillo guardar copia de lo emitido no era este el procedimiento habitual ni mucho menos. Además, había que adaptar las obras a la idiosincrasia si no del pueblo español sí al menos de su censura. De modo que las historias volvían a ser interpretadas. No sería esta la última vez que algunas de estas obras aparecerían, Los bulbos, una de las más recordadas, se grabaría primero en argentina con Chicho de protagonista e Ibáñez Menta dirigiendo, otra para esta colección invirtiendo los papeles y aún una tercera ocasión en los años setenta en Narciso I. Serrador Presenta a Narciso I. Menta. Algo posible gracias a que tras el Luis Peñafiel que se acreditaba como guionista estaba en realidad Chicho.

La versión más habitual de los episodios de la serie, sacada de la guía de televisión del ABC y encontrable en libros como Spanish Horror Films de Antonio Lazaro-Reboll  señala un total de once. De ellos los tres primeros serían independientes, adaptaciones de Ray Bradbury (La zorra y el bosque, La tercera expedición) y El conjuro. Se supone que también hubo adaptaciones de Robert Heinlein o Mann Rubin pero sospecho que, como en el caso de las obras de los argentinos Agustín Cuzzani y Dalmiro Sáenz, sería en la versión original de la serie que lograría un reciclaje posterior.

A partir de ahí llegaría la emisión de Los bulbos en tres capítulos y después cuatro episodios para El hombre y la bestia, su particular adaptación de El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde de Stevenson. El gran final sería NN23, emitido el 23 de abril de 1965  se trataba de un capítulo de amenazas extraterrestres con Ibáñez Menta de protagonista y un par de particularidades más. La principal es que logró el propósito de lograr premios para España haciéndose con una Mención Especial de Segundo Puesto en el Festival de Televisión de Berlín. La otra es que sirve en ocasiones de enlace entre las series de Chicho pues hay quien lo considera la primera de las creaciones de Historias para no dormir, un error debido a la errática emisión que el programa tuvo en 1965 y la expectación que supuso la participación de Ibáñez Serrador con un par de episodios en Tras la puerta cerrada aa, comenzando por una adaptación -importada directamente de la versión argentina de Obras Maestras del Terror de El corazón delator que con el nombre de El último reloj emitió a mediado de diciembre de 1964. El éxito de esta historia y de El museo de cera, emitido a finales de enero del año siguiente, fue lo que facilitó que se pudiera poner en marcha una versión de estas antologías más cercadas en el terror, algo que el éxito exterior de NN23 apuntaló.

De esta manera la fundamental contribución de Chicho Ibáñez Serrador que había empezado a notarse con esta obra iba a desarrollarse del todo al año siguiente con un título que ya es mítico: Historias para no dormir.