«In the Heights» vs «In the Heights» o todos mis problemas con la película

Ya lo sé. Ya lo sabemos todos. Cada adaptación tiene sus problemas y esta no es menos.

Siempre pienso en la posibilidad de mejorar una obra teatral, de arreglar sus problemas -y siempre hay posibilidad de mejora, y siempre hay problemas- pero normalmente me conformo con que no creen problemas nuevos.

Por supuesto no quiero estropearle a nadie la diversión. Qué más me hubiera gustado a mí que el que me gustara la obra, no digamos ya que no me hubiera provocado tremenda
bajona por las decisiones tomadas.

Hay tres partes en las que creo que podemos dividir esto, y como va a ser largo -sospecho- quizá sea mejor explicarlo en ese orden. 1) Los problemas de las adaptaciones, 2) los problemas de la obra original y, por supuesto, 3) los problemas de esta adaptación de esa obra original.

1) Los problemas de las adaptaciones tienden a ser menos las propias adaptaciones que las decisiones que se toman en ellas. Porque siempre hay que tomar decisiones.

Hay veces que se hacen versiones lo más cercanas posibles y no funcionan, como pasó con «Sweet Charity» -Que sigo pensando que fue una mezcla de mala suerte y falta de Gwen Verdon– una de cuyas críticas más habituales era que parecía que estuvieran grabando el musical original.

A veces el problema es que se hacen demasiados cambios, como la probablemente peor adaptación de todas: «Rock of Ages». Una película terrible a partir de un musical que no era gran cosa: Y no lo digo por incluir un mono que lanzaba excrementos, sino por todos los otros cambios que incluyen eliminar a buena parte de los personajes y de sus historias y cambiarlos por otras más convencionales.

Entre medias estaría, digamos, «Nine», que solo toma algunas malas decisiones, solo hace algunos cambios -para peor casi siempre- y en general mantiene la historia excepto donde no -es decir, quita todas las mujeres en posiciones de poder, yo qué sé-. Digamos que entre irte todo «Rock of Ages» siempre será mejor un «Nine» si no puedes tener «Sweet Charity».

Todo lo cual nos llevaría a 3, pero para entender las decisiones que se han tomado conviene que conozcamos primero la obra original. O su slime. Tanto da.

Así que vamos con el 2) ¿Qué problemas hay en la obra original? Bueno, yo creo que podemos hablar de tres cosas distintas.

La primera es algo hasta cierto punto lógico siendo la primera obra de Miranda. Hay muchas cosas cogidas con alfileres, se le nota que hubo partes que se estuvieron cambiando hasta poco antes del estreno -fundamentalmente el cómo llevar la relación de Benny y Nina, dónde debía de terminar este último personaje, cuál es la motivación para irse de Vanessa y, desde luego, cuál iba a ser la decisión final de Usnavi. De todo esto se habló en su momento y se ha hablado después. Del destino de Kevin Rosario no he leído nada, pero suena a apaño de última hora.-
Lo segundo es propio del autor, casi un rasgo característico, en el caso de Miranda ese ese activismo blandito de ‘tenéis que querer a los inmigrantes porque somos trabajadores y sonreímos, la sal de la tierra‘. Eso y una creencia sobre manera en que El Sistema funciona que, sinceramente, ni siquiera alguien tan estatalista como yo entiendo de dónde puede sacar.
Finalmente están los problemas ajenos y propios de la obra. En algunos estaba de acuerdo (96 mil dólares dan para lo que dan, lo reconoce el propio Miranda en su canción) y otros lo veo más complicado (que promoviera la ludopatía porque los personajes mejoraban gracias a la lotería).

Ahora sí, llegamos a ese 3).

La principal queja -en el sentido de que es la única en la que ha habido disculpas- es en la falta de representación de afrolatinos de piel oscura. La historia es bastante larga e incluye a Bill Maher diciendo que los que se quejan son llorones, lo que supongo que explica bastante del ordenamiento de la misma. Personalmente creo que Carmen Phillips, la editora jefe de Autostraddle, en este hilo de twitter en el que hablaba de más cosas: De la gran representación para algunas personas y la falta de representación para otras, de cómo te puede gustar algo y encontrarle problemas. Una situación muy cercana a la mía. Y en esos aspectos no creo que tenga necesidad de añadir nada.

Sí tengo opiniones sobre el reparto: Daphne Rubin-Vega está maravillosa y excede cualquier expectativa, es una lástima que al lado tenga a Stephanie Beatriz que está bastante por debajo de la marca probablemente porque el viejo ‘play dumb‘ suele ser más difícil de lo que la gente está dispuesta a reconocer. Pero con ellas pasamos a otro momento.

La producción se ha puesto una medalla por introducir una pareja queer. Es cierto que en la obra original no había ninguna explícita -recuerdo en su momento leer sobre si Sonny y Graffiti Pete -que en la obra original parecen tener una edad similar- eran en realidad algún tipo de pareja. Tanto da, el asunto es que aquí nos presentan esta otra pareja… si sabes que lo son. De nuevo, lo comenta Carmen Phillips en su hilo. Bien está que la haya, pero hacerlo al estilo Disney en escenas equívocas, segundos planos y similares… en fin, están haciendo algo que no se les ha pedido. Con que no presumieran de ello como si realmente hubieran hecho algo podría valer.

Ninguno de estos han sido mis problemas principales con la película, solo los secundarios. Igual que es un problema -mío- secundario esa necesidad de parecer visualmente rompedora que parece sacada de «Across the universe» y se queda viejo antes incluso de que termine el número, logrando parecer más un anuncio de compresas o una hipoteca o algo así que un número musical.

Mis problemas son las decisiones que cambian la trama. Ni una sola de las cuales me parecen para bien. De entrada todo el pulido que se le da a los personajes y que elimina las partes más controvertidas de dos de ellos.

Para mí los tres centros emocionales de la obra son Abuela Claudia, Camila Rosario y Daniela. La primera decisión evidente del musical es eliminar a Camila Rosario. Me parece un error no solo porque nos priva de «Enough«, también de todo el arco de Kevin Rosario enfrentándose al fantasma de su padre, queriendo hacer lo mejor para su hija, fallando, equivocándose y aceptando esos errores. No solo su relación con su hija se ve afectada, también la discusión sobre racismo en la obra – su rechazo a Benny por ser negro y por no ser latino, a la vez- que tiene mucha más fuerza en la obra original hasta el punto de que la última escena entre ambos, esa no-reconciliación pero sí-acercamiento describe claramente una aspiración hacia la mejora.

Que la catalizadora de todo esto fuera Camila lo hacía especialmente interesante porque su papel general como mediadora y cuidadora se complementa en ese «Enough» con la de persona capaz de ponerle las cosas claras a los otros dos personajes, a cada uno sobre el otro, además de dejar bien claro uno de los mensajes de la película: «When you have a problem you come home/ As long as we’re alive, you’re never on your own».

La traición a todo esto no solo hace que la parte de Benny y Nina sea muy secundaria, también hace que la propia Nina quede como muy secundario. La idea estúpida de arreglar el si vuelve o no haciendo que Sonny sea ahora un simpapeles y eso lleve a que ella decida volver a la universidad para luchar por todos los DACAs es muy Miranda pero, sobre todo, esencialmente estúpido por -de nuevo- un intento de hablar de ese luchar duro porque los emigrantes blablabla pero si trabajas incluso más duro entonces… En fin.

Lo que nos lleva a la Abuela Claudia. Que tiene a la vez varios problemas. Uno es de dirección. La forma de enfrentar «Paciencia y Fe» es espantosa. Entiendo que es parte de la decisión del director de que las canciones sean yo qué sé, porque parece estar a medio camino entre que de de vergüenza que la gente cambie y que quiera usarlo alegóricamente. Eso puede hacer que funcione mínimamente como en «No me diga» -entretenido pero no muy informativo- o la inexplicable escena de la piscina de «96000» que parece diseñada para sacar a gente en traje de balo y mostrarnos otra vez esa Sal de la Tierra a la vez que se nos presenta una magnífica piscina a disposición de los habitantes del barrio. Algo que no ayuda precisamente a entender esa olla-a-presión que se nos presentaba en la obra de teatro. ¡Que se vayan a la piscina y ya está!

Pero volvamos a «Paciencia y Fe», Suficientemente malo es tener que ver la escena de los manteles que se han inventado para, francamente, no sé para qué… pero convertir «Paciencia y Fe» de un repaso y una historia de la emigración en una especie de ensoñación de una señora que se está muriendo… Pocas ideas peores se me ocurren. Excepto, por supuesto, el hecho de que no acaba como la obra. Aquí han decidido eliminar lo de ella hablando del boleto premiado. Ese boleto premiado y ese dinero que cambiaba la suerte y hacía que las cosas fluyeran de otra manera… Subrayado con un «qué más da quién lo hubiera ganado«. Claro que sí, porque el dinero no es un problema para los pobres. Pudiendo trabajar duro y sonreír. Seguro que El Sistema permite que la gente mejore dentro sin tener un dinero adicional.

Ya puestos nos quitan «Hundred of stories», la otra gran canción de Abuela Claudia en la que habla con Usnavi sobre su futuro. ¿Y qué pasa con ese futuro? Bueno, ahora en lugar de mujeres tenemos hombres. El abogado Alejandro y el padre de Sonny, que no cantan pero ocupan el lugar de Abuela Claudia. Ah, sí hay una mujer nueva, Cuca del Salón que le hace roargh a Usnavi. *suspiro*

No solo eso, pasamos del orden original en el que tenemos «Carnaval de barrio» y estando ahí con al fiesta llega la noticia de la muerte de Abuela Claudia («Atención«) llevando al barrio a hacer una elegía en su nombra en «Alabanza» a colocar su muerte tras «Paciencia y Fe» porque, claro, la Abuela Claudia está ahí solo para morir. Y no cansados de eso aprovechan para unir el insulto de que ahora «Carnaval de Barrio» sea una reacción a su muerte. Sí, todos los ánimos están bajos así que vamos a reír y a bailar.

Y entonces llegamos al descubrimiento de que Abuela Claudia SÍ tenía el boleto y SÍ se lo deja a Usnavi. ¿Por qué no hablaron? Bueno, supongo que lo mismo pagaban a la actriz por palabras o algo. Pero da igual porque en realidad Usnavi no necesita ese dinero porque tiene el trabajo y la sonrisa y blablabla… así que lo van a usar para pagar la regularización de Sonny. Porque cuando alguien tiene una mala idea para adaptar una obra propia no puede parar hasta llevarlo a tope.

¿Podría ser peor el asunto? Pues claro que sí, pero ya volveremos a ello.

De momento vamos a dejarlo ahí porque ya que hemos hablado de cómo han eliminado la importancia de personajes femeninos, incluido nuevos personajes masculinos sin demasiada función, dulcificado otros, parece un buen momento para hablar de la pareja central. Entiendo que el intento de que Vanessa tenga algo más de agencia así que en lugar de tener problemas para alquilar porque su madre alcohólica se ha bebido el dinero en lugar de ingresarlo resulta que la han rechazado. Y no es un personaje cuyo único sueño es salir del barrio. Que no era gran cosa, poco menos que un florero, en la obra. Pero ahora es incluso peor. Resulta que lo que quiere es ser diseñadora o algo así. ¿Qué tiene que ver eso con salir del barrio? Pues nada, claro, pero es su motivo para salir del barrio. Yo tampoco tengo muy claro cómo lo uno justifica lo otro pero, eh, dentro de ese pulido resulta que se ha quitado de en medio a su madre alcohólica. una sombra menos que queda en el relato. Que tengan que justificar que se quiere ir del barrio creo que es un ejemplo a la vez de los problemas de la obra y de Miranda. Trata de venderte lo bueno que es el barrio a la vez que te habla de que se está gentrificando y con eso se tapa algo que parece básico: Que hay gente que lo que quiere es largarse de allí. Por eso Nina es ‘la que se escapó’ y por eso Vanessa se quiere ir. Pero, claro, es un poco como querer hacer a la vez una obra sobre lo que mola tu pueblo metiendo a personajes que lo que quieren es largarse. ¡Pues claro que quieren largarse! Pero si lo dices explícitamente pierde mucho la defensa que quieras hacer. Como decía, los problemas de una obra que no estaba del todo pulida cuando se estrenó.

Y del personaje de Vanessa al de Usnavi. Que ya no se dedica a insultar a Graffitti Pete y a llamarle cosas -Punk, sobre todo-, entre otras cosas porque en «Blackout» ya no hace falta que defiendan la tienda de los robos. Puf. Magia. Ya no les roban cosas. Ahora Pete y Sonny ponen fuegos artificiales porque son bonitos o algo así. «To iluminate the comunnity». Tócate las narices. Lo que sí tiene es un encuentro con Vanessa, porque ahora no es él el que va a comprobar que Abuela Claudia esté bien. para… no sé… hacer una fiesta y jugar al bingo. Pese a que ahora han decidido que viven juntos que es otro de esos detalles que tienen poco sentido. En lugar de eso se encuentra con Vanessa y, entre otras cosas y para disfrute de, sobre todo, la generación TikTok que le está pegando pero bien, la insulta diciéndole cosas como que ha estado agitando su culo para todos los hombres del barrio.

De verdad que lo que más me sorprende de todo esto es que detrás esté Miranda. No solo porque esté como productor, es que sale en la película en una de las situaciones más inexplicables que se me ocurren. Su personaje, un secundario que no tiene ni nombre, mantiene todas sus canciones del original. Y mucho tiempo en escena. Lo que no mantiene es el tono. El original es más o menos raro pero fundamentalmente majo. Te alegras de su ‘victoria’ porque le has visto trabajar todo el día, intentar ayudar siempre, perseverar y todo eso de inmigrantes trabajadores con una sonrisa que tanto le gusta a Miranda. Y justo cuando es Miranda el que está en el papel resulta que el Piragüero se comporta como un completo gilipollas, causando problemas, arruinando los helados de la gente que no se los ha comprado a él… Todo lo que puede hacer que alguien no empatice con un personaje y que no solo no te alegres con su triunfo sino que esperes a cuando las tornas vuelvan a su puesto original lo tenemos en el paso al cine de este personaje.

Y el problema es que todo el espacio que se le dedica sabes que podría haber tenido más sentido dejándoselo a casi cualquiera de los otros personajes desdibujados porque, por ridículo que suene, estamos antes una película que logra ser más larga que el musical en el que se basa. Por unos 15 minutos. Y lo hace, eso sí, a costa de eliminar zonas oscuras, de desdibujar personajes, de darle más importancia a unos hombres salidos de ningún lado y por empeñarse sobre todo en dos cosas. La película se hace larga. Muy larga. Y no es por los quince minutos tanto por cómo los hacen funcionar.

La primera, que Usnavi le hable ahora a una audiencia de niños que son algo así como el público. Y es que eso es lo que nos queda, somos un grupo de niños escuchando una historia. Así es como se nos trata.

Lo segundo está en el final. El resultado es muy cercano al de la obra original. Solo que ahora se nos muestra algo más del futuro de los personajes. Y descubrimos así que lo que hace ahora Usnavi es… llevar una tienda gentrificadora. Sí, su solución a todo el asunto es un absolutamente increíble espacio entre el Primark y el Séfora en el que tienes los trajes de Vanessa y más product placement de productos latinos que en todo Médico de Familia (que es un poco el resumen general de la presencia de marcas generales en la película) en una tienda a la que soy incapaz de verle futuro, mucho menos en comparación con la tienda de alimentación tradicional a la que sustituye. Si la solución a La gentrificación nos hecha -que está incluso más subrayado en la película que en la obra (al fin y al cabo en la obra es más una sombra que se cierne que una realidad)- es Gentrifiquemos mejor nos podemos ir todos para casa porque nada habremos aprendido de todo esto.

Dicho todo esto, creo que puedo hacer el resumen de mis problemas con la película frente a la obra: Elimina de la obra mujeres o su importancia, añade hombres, desdibuja, blanquea (en todos los niveles) y acaba demostrando no ser capaz siquiera de entender los problemas que tenía la obra en primer lugar. No digamos ya aquellos nuevos que ellos mismos crean.

Me parece bien que le guste a la gente, que la vean bonita, que vean mujeres latinas, que las canciones están bien… Pero a mí me ha defraudado. Muchísimo. Y espero que eso también pueda respetarse.

No es un «Rock of Ages», pero sí se parece mucho a los problemas de «Nine». Y es una pena, porque «In the heights» parte de una obra original mucho mejor.

Eso sí, que no tenga que oír una puñetera vez más lo de El Sueñito. Me cago en el copón bendito.