¡Pilotos Deathmatch! «Tom Jones», «Unicorn: Warriors Eternal» y más

Madremía. Bupkis (USA) es… Centrémonos en lo bueno, mejor centrémonos en lo bueno… Lo mejor de Bupkis es Joe Pesci. Por mucho, y sin rivales. Que es parte del problema. Esta especie de cosa quiere ser muchas cosas y no logra ser ninguna: No es Curb Your Enthusiasm, no es Senfield, no es Atlanta, no es Entourage… aunque esta última acaba siendo a la que más se parece pese a todo. No es que piense que Pete Davidson no puede ser divertido, o no podría tener una serie propia. El problema es que nada de lo que hace aquí parece divertido, interesante o mínimamente relevante.  Y no estamos faltos de cómicos auto-interpretándose o haciendo versiones de si mismos y de la industria del espectáculo o de su vida como famosos. Reales o falsos. Especialmente después de que hace unos años tuviéramos algunas realmente buenas, muy conocidas o no tanto.  Porque lo del principio de nombrar series podría seguir, hay incluso de cómicos que no se han convertido en gente de la que no hablar. Yo qué sé: One Mississippi, I’m Sorry, Doll & Em… Que no es que sea una cosa trillada, trilladísima, es que lo fue hará una década y media, y aunque ya no tengamos tantos seguimos teniéndolo. Que intenten volver a esto a estas alturas y con pretensiones de estar haciendo algo nuevo, cuando comienza con ‘una persona usa su sistema de VR -otra cosa que hace que suene a viejo- para ver porno sin ser consciente de que su madre está ahí’ y meta otra serie de anécdotas más o menos sexuales pero siempre pochas… No. No, no, no. Por favor, ya está bien. Ni Joe Pesci ni los espectadores nos merecemos esto.

Hay tanto que no me gusta en esta Fatal Attraction (USA) que probablemente tendría que hacer una lista de todo lo que me parece innecesario o molesto. Pero lo que más me molesta es que lo que querían hacer está claro que no es tanto Atracción Fatal como Presunto Inocente. Incluso si quisieran jugar a que la serie continúa a la película a la vez que la vuelve a contar. La decisión de convertir una obra negra en un policíaco, como si no se pudiera ir de lo uno a lo otro, es realmente estúpida. Precisamente porque juega con el final de la película original, así que intentar que hay un culpable diferente… en fin. Y eso de darle dos momentos temporales y que el pasado sea con luz amarilla todo el rato -lo que significa que prácticamente todo el capítulo está en luz amarilla-, o el intento de que parezca que existe en el momento en el que salió la película -o bastante antes, que muchas veces ‘finales de los ochenta’ parece el futuro lejano- pero luego que tengan ordenadores modernos. Nada tiene algo de sentido aquí porque, una vez más, convertir una obra de dos horas escasas en una serie de 8 capítulos de una hora cada uno es confiar en la paciencia del espectador. Es decir, en estos momentos hay liberadas más horas de serie que lo que duró la película. Y los actores… Joshua Jackson está irreconocible, no en un buen sentido. Con Lizzy Caplan eso no pasa porque no tenemos su imagen tan fijada. Pero, de verdad, si querían a Phoebe Waller-Bridge y Peter Krause haberles preguntado. Salvo que estén intentado imitar a Glenn Close y Michael Douglas, en cuyo caso se parecen casi tanto como a la película original. El resto del reparto se divide entre los infrautilizados y los que están mal. Así que casi mejor infrautilizados, como Amanda Peet. La serie entera es una mezcolanza que solo puede justificarse desde la esperanza de los canales de que si el nombre suena alguien se animará a verla. Mi duda es si alguien se molestará en pasar del piloto.

Dejando claro desde el principio que los hechos históricos son de importancia secundaria ante la posibilidad de hacer un drama histórico, esta serie extraída de Los Bridgerton tal y como te dicen desde su título –  Queen Charlotte: A Bridgerton Story (USA) -, expande y refina los temas y estilos principales de esa a partir de una doble línea argumental. Una en la ‘actualidad’ bridgerton con la Reina ocupándose de conseguir que su descendencia tenga descendencia, la otra en el pasado en la que la vemos lidiar con la boda concertada. El asunto es que no es otra aburrida historia de intrigas y mugre, sino un acercamiento en el que hay toques de humor, un centro de romance y por extraño que suene, un aprovechamiento de las decisiones de casting de la serie madre para hablar sobre la raza y su impacto en estas fabulaciones. Lo que ya la hace más interesante de la mayoría que se limitan a cambiar racializaciones sin ser consciente de su peso. Así que, supongo, gustará a los que gustaron de la serie original. Y el resto podrá tolerarla con más o menos gracia según lo que busque en una serie.

Cuando uno cree que la calidad de las series animadas de Netflix ha tocado suelo siempre llega una serie nueva para demostrar que no, y la de esta semana es Larva Family (USA) con una animación espantosa, unas decisiones de diseño de personajes horrorosas, una historia que son todo malas ideas y la sensación de que no saben ni a qué público se están dirigiendo. ¿Es esto para menores? ¿para adultos? Con tantos ‘chistes’ de pedos es difícil de saber. ¿Para nadie en absoluto? Es el tipo de desastre que uno solo puede esperar que dentro de una década sea ‘de culto’. En el hipotético caso de que para entonces la haya visto alguien.

Hace unos meses tuvimos la serie de Sumo Do, Sumo Don’t, pero viendo el retrato del sumo que hacen en Sankuchuari -seiiki- (O) (JP) o Sanctuary parece que están intentando que nos olvidemos totalmente de ella y de su visión de comedia adolescente que transmitía amor por ese deporte. Porque aunque aquí tengamos también una cierta parte de spokon y de reflexión sobre el sumo todo lo que aquella tenía de tierna y brillante lo tiene esta de violenta y oscura. Desde la primera imagen, para que nos quede claro. Y para continuar esa escena con sangre, sudor, lágrimas y también mugre, remiendos y refuerzos ortopédicos. Se nos muestra también la cotidianidad y una cierta imagen de grupo. Más tóxico que solidario, debo decir. Pero grupo. Los tópicos asociados a las producciones ‘adultas’ se van cumpliendo todos -incluyendo, claro, los sexuales y escatológicos-, del tratamiento de los personajes femeninos mejor ni hablar y, por si fuera poco, además dura una hora el piloto. En fin. Supongo que hay un momento en mostrar todo lo desagradable que se les ocurre para fingir que están siendo realistas. Que en la realidad solo hay cosas malas, no una mezcla de buenas y malas. Que todo lo que puedan sacar escabroso será por tanto memorable. Es un punto muy triste desde el que mostrar algo. No porque cause dolor, sino porque dan lástima. Da lástima que a estas alturas sigamos en las mismas, pensémos que los colores tienen que ser oscuros para ser serios, que todo tiene que ser malo para ser tenido en cuenta, y que ‘la verdad tal cual’ es desasgradable. Es una pena que tengan que vivir en ese mundo, pero no tengo intención alguna de dedicarle mucho más espacio a las pretensiones de adolescente edgy de esta gente. Si solo tienes mugre pero no personajes o trama cualquier ganas de recomendarla o verla va a concluir aquí.

Un nuevo ejemplo de serie para la que no soy público. Normalmente no puedo con las historias de ‘pueblo encerrado’, con las historias postapocalípticas, con los misterios-misteriosos que los gobernantes han montado porque patatas. De todo esto tenemos en Silo (USA), en la que Apple se ha gastado mucho dinero para adaptar unos libros que recogían todos estos tópicos y alguno más. No tiene nada malo, tampoco nada bueno, es sólida en ser más de lo mismo. Así que supongo que a los que les gusten estas cosas lo disfrutarán mucho. Casi tanto como sé que yo suficiente he tenido.

Una historia curiosa esta de A Small Light (USA) que busca una manera nueva de contar una historia conocida. En este caso la de Anna Frank. Pero aquí desde el punto de vista de las personas que la acogieron y escondieron. Es verdad que por un lado todo lo que suena ha sido contado ya en varias ocasiones y que se ha optado por una versión… digamos que ‘para todos los públicos’ en términos de lo que se cuenta y cómo se cuenta. Pero supongo que lo uno va por lo otro, así es más fácil que llegue a un público mayor y, supongo,  que se conozca también el papel de estos secundarios de la historia principal. Reconozco que la serie, sin encontrarle ningún fallo grave -episodios de una hora, a estas alturas empiezo a resignarme, supongo-, me ha provocado cierta ambivalencia. Pero quiero creer que es culpa mía, no de la serie.

El éxito de las telenovelas turcas tiene buen material en este Terzi (O) (TU), uno de esos dramas de amor, moda y lujo, que para eso se llama también El Sastre. Incluye un poco de todo: Protagonista aparentemente íntegro, mejor amigo que es también el probable villano, damisela en apuros para el interés romántico, problemas familiares en un lado, familia problemática en la otra, y muchos secretos. Fundamentalmente familiares, pero probablemente no solo. Todo eso y una realización tirando a clásica, una buena producción y, en fin, todo lo suficientemente agradable como para pasarte unas cuantas sobremesas viendo unos capítulos de entre 30 y 47 minutos que lo hacen todo más fácil aún. Una obra sencilla, ordenada, un tanto anticuada en su estilo y planteamiento, pero con ello en mente, realmente bien hecha.

Es bastante interesante esta versión de Tom Jones (UK), que ha estrenado primero la estadounidense PBS pese a que esté co-producida (y muy claramente siendo responsable de la producción) la británica ITV, pero lo más interesante, al menos para mi, es cómo cogen la novela original y deciden acercarla al S XXI desde el S XVIII. Esto significa no solo decidir la parte en la que se centran -que en este caso es la romántica con un cierto tono bridgertonesco aunque supongo que lo suyo sería hablar de la versión de Vanity Fair que hizo la propia Gwyneth Hughes y que ya mostraba muchos de los puntos fuertes de esta-, sino también cómo cambian personajes y trasfondos. Entre otras cosas para, quiero creer, hacer más amable para el público actual la figura de su protagonista. Que pasa de ser un pícaro que está enamorado de una mujer pero no puede evitar ir liándose -e incluso teniendo hijos- con otras a una persona víctima de las circunstancias que no conocía a su interés romántico, Sophia, hasta después de estos líos. Así que debemos de suponer que para otros líos buscarán explicaciones y excusas distintas. En cualquier caso, las decisiones pueden ser más o menos discutibles pero el resultado es muy bueno. En parte también porque el trabajo actoral es magnífico, especialmente entre los secundarios de carácter, pero también porque la pareja protagonista tiene toneladas de química. En resumen, otra brillante obra de Hughes basada -con cierta libertad- en un clásico de la literatura picaresca inglesa.

Espero que esta vez dejen a Tartakovsky hacer sus cosas, porque este  Unicorn: Warriors Eternal (USA) ofrece una dualidad más allá de su otra dualidad. Esto es, por un lado es una serie sobre la dualidad interior. Por otro lado, está claro que el propio Tartakovsky está haciendo una reflexión meta sobre el hecho en sí, por un lado por la sensación de Grandes Éxitos que tiene la serie en la que se nota que ha decidido revisitar ideas y situaciones propias – hay rastros claros de Sym-Bionic Titan, pero también podemos entrever Samurai Jack o incluso Las Guerras Clon, y no me extrañaría que pasado este piloto doble fuéramos viendo cosas de otras de sus series- pero más aún de los ajenos. Yo diría que la inspiración principal tiene que ser Tezuka porque, bueno, desde los diseños de personajes a las mezclas de lo serio y lo bufonesco están ahí. Pero también hay rastro de Fleischer, Bakshi, Miyazaki o Disney. Hasta el punto de que puede llegar a parecer una obra sobre esa reivindicación de la animación más allá de la historia en sí. Lo que pasa es que la historia en sí también habla sobre las diferentes encarnaciones a lo largo de la historia, lo que cambia y lo que queda, la dualidad de lo actual en la que hay algo antiguo dentro, y cómo ha evolucionado. Cómo esa mezcla entre la fantasía, los superhéroes y el steampunk es a la vez una misma todo el rato y, por otro, bien diferente. Pero, además, parece una lucha y reflexión sobre el estado actual de la situación de la animación, no solo porque resulte mucho más abrupta – como si hubiera tenido que hacer recortes-, también porque de la sensación de que está planeado de una manera que pueda funcionar con diferentes extensiones de capítulos y temporadas, en lugar de hacer un plan a mayor plazo y verse apartado del proyecto como de costumbre. No sé si irán por ahí los tiros realmente o si simplemente se ha cansado de luchar contra sus jefes. Sea como sea, logra ser una serie apreciable aunque con un poco más triste de lo habitual, que hablando de Tartakovsky ya es decir, y no tanto por lo que cuentan o cómo lo cuentan sino por lo que es y cómo parece serlo. Al fin y al cabo es la melancolía -quizá hasta con un punto de nostalgia- que uno esperaría de unos Grandes Éxitos.

Supongo que lo que querían con White House Plumbers (USA) era montar una comedia política. No tanto por el resultado como por echar un ojo a los responsables intentando decidir qué es lo que intentaban. Está claro que no quieren ser serios-serios pero no queda muy claro si se trata de una mirada ligera a un hecho histórico o si realmente esperaban montar una comedia. Y parece que es esto último. Cogen un libro real, en el que una persona cuenta su participación en los hechos, e intentan… no sé… ¿hacer una versión Veep? Lo cierto es que creo que esperan que Harrelson y Theroux nos parezcan hilarantes. Pero está claro que yo no lo comparto. Porque al final este teatrillo que mezcla lo personal con lo político, momentos de glosar el chapucerismo de la operación y unas interpretaciones digamos que particulares solo da para lo que da.


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