¡Libros que Salen! du Maurier, «Legado Familiar», Strugatski y más

¡Que entre la pila!

Tras el éxito de sus obras juveniles Acevedo va a por un clásico de la adulta, la historia de mujeres de una misma familia que, por suerte y como suele ser su caso, tiene un giro inesperado. Porque sí, se habla de mujeres de distintas edades de una misma familia. Pero se hace no para ir contando de manera más o menos cronológica la historia sino porque una de ellas, que siempre se ha dicho que tiene el don de predecir cuándo morirá alguien, quiere celebrar un velatorio en vida, y para allá que irán sus hermanas y sus -algo más jóvenes- primas. Y de ellas se nos irán contando la vida, la marcha de Santo Domingo, la llegada a Nueva York, las distintas formas de avanzar, retroceder y moverse de lado, y los vínculos familiares que han seguido manteniendo más allá de la distancia.

¡Una nueva obra de du Maurier en Alba! La colección Rara Avis nos trae una historia realmente peculiar, que incluye a un hombre con su vida montada, a una viuda con dos hijos, un profesor de biofísica con una droga para viajar al pasado, una dama caída en desgracia, intrigas y amoríos en el S XIV, desazón y desencanto con el presente, confusión entre realidad y fantasía, y dos corrientes temporales en las que los acontecimientos se van precipitando. ¡Con Daphne du Maurier siempre sabemos que va a haber algo más!

Una nueva recuperación de los Strugatski en la que tenemos una obra dividida en dos partes (La Administración y El Bosque). En su centro hay un burócrata que quiere dejar de serlo, que quiere ir a ese Bosque sobre el que legisla y al que tampoco le dejan acudir. Solo le dejan hablar por teléfono con gente a la que no conoce, dar órdenes para las que no le dejan prepararse y hacer cálculos con máquinas poco eficientes.
Tenemos otra obra de Ginzburg en la que aprovecha para hablar de las expectativas sociales, de género, la diferencia de clase o el matrimonio, además, por supuesto, de la familia. Y es que el personaje central de esta historia, Valentino, tiene una familia que opina sobre él. Sus padres por un lado, sus hermanas por otro. Por eso un anuncio de compromiso con una mujer que parece poco adecuada revolucionará todas las vidas adyacentes y permitirá, por supuesto, a Ginzburg realizar una exploración tan social como de personajes.
Con un título que quizá se podría -y debería- haber formulado de otra manera, pero que transmite perfectamente la idea: Una escritora acude a un retiro para… bueno, para escribir. Allí habrá más escritores que escucharán la increíble oferta que les hacen. Quién escriba una novela en el tiempo que dura el retiro tendrá la oportunidad de ser seleccionada para que se la publiquen. Pero solo se publicará una obra, así que será una lucha entre las autoras que han acudido a ese lugar recóndito y apartado. Aún así parece un premio por el que merece la pena esforzarse, y quizá para alguna de las que están allí… ¡hasta matar!
Comienza el año La Biblioteca de Carfax con esta obra breve de Barron (conocido en España por El rito) en la que lo que parece una historia de violencia entre dos grupos de yakuzas, con la misión de secuestrar a un famoso luchador retirado que vive en las montañas se va viendo como mucho más de lo que parece, porque, a veces, los secretos que se esconden pueden ser aterradores.
Harrison, un veterano de The Haçienda, tenía intención de convertirse en un abogado de derechos humanos. En su lugar fue un miembro fundador del DiY Sound System, que abogaba por la fiesta de los sonidos eléctricos, pero también los la libertad, el colectivismo y el hedonismo. Una forma de abordar una ideología a la vez política y fiestera que aquí se cuenta entre las anécdotas y el manifiesto, con mucho caos e intentando explicar dónde se articulan los puntos comunes entre el activismo y la ruptura comercial de las raves.
A partir de un suceso -la oposición a que Oxford conceda un honoris causa al presidente Truman– se nos habla de la filósofa Elizabeth Anscombe. De ella y de sus compañeras y amigas Philippa Foot, Mary Midgley e Iris Murdoch. Una historia de cuatro mujeres tras la Segunda Guerra Mundial decididas a luchas por unos criterios de moralidad y a expandir más allá de modas en su papel de filósofas, profesoras y mentoras, un cambio en los modos y métodos de la época.
A veces los libro consiguen el éxito por motivos… extraliterarios. Así que podemos estar -y, de hecho, estamos- ante un libro sobre la aviación en la segunda guerra mundial. Un ensayo que investiga y muestra la vida de los hombres encargados de los aviones -más o menos, los sesgos ya sabéis- y que se publicó hará veinte años. ¿Y cómo llega ahora? Pues porque la gente que produjo, por ejemplo, Hermanos de Sangre o The Pacific, ha decidido usarlo como base para su nueva serie. Pese a que las diferentes series partan de distintos libros. En fin, la magia de la tele. Y cuando es para que por fin se traduzcan libros… pues bienvenida sea.
Vuelve Offutt a Sajalín y lo hace con la tercera de las historias protagonizadas por Nick Hardin, en este caso con la muerte de un mecánico metido en otras actividades ilegales y los problemas que su hermana Linda, sheriff en Kentucky, está teniendo. A partir de ahí esa mezcla de investigación y realismo sucio rural que tan conocido ha hecho a Offutt.
Tenemos nuevos títulos dentro de la colección de Cozy Crime de Alma. En esta ocasión los envueltos son un club de lectura, una Domestic Diva y una librería de misterio. De nuevo, con casos sencillos que se pueden leer con cierta tranquilidad… al margen de los cadáveres que surjan.
Pues allá vamos de nuevo con Eduardo Mendoza, novela negra más o menos humorística, algo que podrían ser espías y, en fin, lo que vienen siendo sus novelas estos últimos año. Qué os voy a contar que no sepáis.
Tiffany D. Jackson tiene ya una larga trayectoria en USA, pese a que aquí solo hayamos podido leer algún cuento suyo. Por suerte parece que eso va a cambiar con la llegada de esta novela de casas encantadas en las que huir para empezar una nueva vida no significa que no te encuentres fantasmas. Sobre todo si en la casa hay roces de convivencia, cosas que desaparecen, extrañas sombras. Y es que irse a vivir a un pueblo en el que la tuya es una casa recién reformada y en la que parece que todo el mundo -no solo la casa- esconde secretos tiene también sus riesgos, como demuestra este thriller/ terror juvenil.
Recuperación, tantos años después, de aquel cómic sencillo pero efectivo, y muy cómico, en el que la historia de una muy particular mosca con dientes y zapatos va mutando en todas dirección hacia mucho más allá del colapso.
Nueva aventura de Daniel Pirata, esta vez con un príncipe cautivo y una cíclope en su centro. Ya llevamos suficientes álbumes del personaje como para saber cómo va esta serie infantil, así que lo importante es que se sepa que ha salido.
Un cumpleaños, dos amigos que quieren reunirse para celebrarlo, así que cada uno sale a casa de la otra. Pero tanto las rutas como los desencuentros se irán complicarse. Así, mezclando recursos del álbum, el cómic y los libros de buscar y encontrar se nos van mostrando microescenas mientras sus protagonistas intentan lograr celebrarlo.
Un álbum ilustrado de la gran Tove Jansson, en la que una pequeña encuentra unas gafas mágicas que transforman el paisaje en el que se encuentra. A partir de ahí, intentando regresar a su casa, irá conociendo a personajes, algunos de los cuales se unirán a ella como compañeros de viaje. Porque nada es mejor en mundos inquietantes donde el clima es cambiante y la parte emocional frágil, que intentar hacer piña para apoyarse mientras se vuelve a casa.

Nos leemos.


La capacidad para elegir películas y series de Nicole Kidman es legendaria. En el sentido de que os podría poner media docena de las cosas que ha interpretado y pensaríais que me lo estoy inventando. Sigue teniendo el relumbrón del nombre, pero es difícil destacar algo. Probablemente lo último memorable sea ese Big Little Lies que reunía a un notable reparto femenino a ver si entre unas y otras tiraban del carro. Algo que no tiene pinta que cambie este Expats (USA), que parece más seguir la idea de que lo que funcionó -y funciona- a un cierto tipo de actriz es adaptar un cierto tipo de novela. En lugar de buscar una manera de que la historia -original o adaptada- funcione. Y así tenemos esto sobre ‘la vida de tres mujeres’ que de verdad que parece su propia parodia. Kidman nada más que de sufrí y de sufrí -y casi mejor, porque las escenas que se salen de eso parecen parte de un anuncio de cafés-, hay una joven que lo único que nos muestran una y otra vez es que es una perdedora y una tercera que es la única que logra un mínimo de interpretación pese a contar con otro personaje planísimo. Que decidan vendértelas como ‘expats‘ y sean estadounidenses en Hong Kong tampoco es que ayude mucho, la verdad. Porque da la sensación de que la historia de hay muchas otras cosas que podrían haber sido interesantes, pero no estas. Claramente no estas.

Podría decir aquello de ‘lo mismo pero al revés’. Esta Griselda (USA) es muy claramente un trabajo a mayor gloria de Sofía Vergara. Que está absolutamente magnífica rodeada de la nada. Especie de telefilme de Lifetime que tiene a su favor no ser lo que hizo años ha Zeta-Jones, pero en la que fuera de Vergara… no hay nada. Ni la historia en sí, ni la lucha interna entre convertir al personaje en un héroe y mostrarla como la criminal feroz que fue, ni los secundarios, ni nada… Da igual que sea una serie de Organización Criminal o que te vendan que es de la gente de Narcos. Más te vale ser fans de Vergara, porque es lo que te va a dar.

No sé quién pensó que este In the Know (USA) era buena idea. Supongo que lo mismo antes era un podcast o algo así. El problema general es que la historieta es insufrible, y la entrevista es incluso peor. Lo único que merece la pena es el stop-motion que usan. Y, la verdad, tampoco lo merecen TANTO. Al menos no como para ponértelo con voz.

Supongo que la manera más sencilla de hablar de Masters of the Air (USA) es explicar sus conexiones con otras obras y, a continuación, decir lo que no es. Es el problema principal cuando sacas una serie bélica sobre la segunda guerra mundial que lo más importante que tiene para venderla es eso y un par de actores ya consagrados. Lo cierto es que frente a otras propuestas cercanas -la del SAS de Steven Knight del año pasado, por poner el mejor ejemplo reciente- esta tiene más ambición que resultados, supongo que por ser aún restos de cuando Apple quería ser la nueva HBO en lugar de querer ser Netflix. De ahí que si algo se nota en esta producción es la cantidad de dinero que se han gastado, tanto que van a cancelar a partir de la segunda temporada de un montón de otras series para pagarla. En cuanto a lo que decíamos al principio de Band of Brothers y The Pacific, puedo confirmaros que sí, que en todos los sentidos esta es la tercera.

Curiosa obra histórica esta Sejak (O) (CS) o 세작, 매혹된 자들 o Captivating the King, que parte de un periodo muy concreto de la dinastía Joseon y sus relaciones con las dinastías chinas Qing y Ming para proponernos por un lado una muy clara trama romántica, también -por supuesto- una obra histórica (aunque la recreación sea menos BBC que Antena 3) pero también hablarnos del Go, bueno, aquí llamado Baduk, claro. Lo cierto es que tiene todos los problemas de este tipo de obras, especialmente con una ambientación… de aquella manera… y del exceso de duración del capítulo. Fura de eso, supongo que puede que tenga su público. Pero, desde luego, no soy yo.

Probablemente la peor serie de la semana, que ya es decir, es esta Sexy Beast (USA) que logra el complicado movimiento de hacerlo todo mal todo el rato. Ni el reparto -lo mejor que tenía la película original gracias a un Ben Kingsley que tiraba de ella, y a un Ian McShane que hacía lo que tenía que hacer cuando tocaba. Dos personas intentando salvar un mediocre naufragio.-, ni la trama, ni las decisiones de colocar en el pasado de aquella la historia, ni el ‘golpe’ que les ocupa aquí, ni absolutamente nada ofrece una cualidad no ya redentora sino meramente interesante. Como si fuera un directo a vídeo de algo que hace años que no es popular pero que lo fue en algún momento y el poseedor de los derechos ha pensado que puede intentar sacar un par de billetes vendiéndola en gasolineras.

Las ideas de bombero de las series de Excéntrico Asesor y Recto Policía no dejan nunca de sorprenderme, sobre todo si, como en esta Sight Unseen (CA), es difícil saber quién es quién porque ninguna de las dos parece tener medio dedo de frente. Por un lado tenemos a la poli seria y concienzuda. En cualquier otra versión sería la emparejada con el Excéntrico Asesor. El problema es que aquí necesita ayuda… pero de otro tipo. Sufre una repentina pérdida de visión y en lugar de jubilarse o lo que sea decide que lo más lógico es salirse de la policía pero seguir trabajando gracias a un sistema de lazarillo online. Sí, se va a poner una cámara y un micrófono y así la otra persona le va a ir contando lo que ve. Y a nosotros. Mientras lo vemos. Un asunto bastante cargante. Pero, además, la persona que está ‘narrando’ al otro lado del micrófono es una personalidad completamente diferente: Alegre, Fiestera y… ahm… Agorafóbica. Así que este particular No me chilles, que no te veo, reúne a la que no puede salir de su casa con la que no puede ver.  ¿Son especialmente capaces o dotadas alguna de las dos? Claramente no. ¿Los misterios a su alrededor -¿descubrirán que ha sufrido un problema de visión la ex-poli? ¿quién es realmente la locutora?- logran hacerlo más interesante? La verdad es que tampoco. Más aún cuando nos hemos aburrido de ver detectives ciegos -de Blind Justice a In The Dark– en la televisión. Supongo que porque esperaban que el punto de partida le dire algo de originalidad a la historia. Me temo que no.

Una serie… no exactamente de organización criminal pero se queda muy cerca… que es lo que le gusta a Netflix, y una reexaminación del pasado reciente de Sudáfrica y de lo que podríamos llamar, usando nuestra propia terminología, La Transición. Eso es lo que nos ofrece Soon Comes Night (O) (SA), ambientada en los noventa y usando una forma muy clara de enfrentar miradas. Por un lado hay un antiguo héroe de la liberación que ve que no es recompensado de manera alguna y decide mover su vida hacia la parte criminal. Lo hace sin dejar de ser carismático ni, desde luego, ‘hacer el bien’. Por otro lado tenemos a un policía que es tan el epítome de lo que se supone de un policía que solo le falta el café y los donuts. Es, además, un antiguo oficial de cuando el Apartheid. Por supuesto es retratado menos como una mala persona dispuesta  todo que como alguien que creía en el sistema y que ahora se encuentra perdido ante los cambios. Tremendas narices, pero supongo que es lo que necesitan para que la acción funcione. Mostrarle menos como un malvado que como un pusilánime. A partir de ahí, por supuesto, las trayectorias van moviéndose y, claramente, van a acabar chocando. Más aún porque se supone que es uno de esos Basado en hechos reales. Uno que tiene lo mejor en, precisamente, esa exploración de las zonas grises y de -de nuevo, con terminología española- El Desencanto. Así que aunque no es lo que podría haber sido ni en la parte criminal, ni como thriller, ni como drama, si que es cierto que logra unos mínimos de interés. Que ya es más de lo que esperaba.


¡Libros que Salen! Sosa Villada, «Renata sin más», English y más

¡Que entre la pila!

Tesis sobre una domesticación de Camila Sosa Villada, ed. Tusquets

La llegada de una mujer trans a una casa burguesa y-en apariencia- apacible va a cambiar todas las cosas. Una nueva historia de Camisa Sosa Villada pensada para dar una vuelta los conceptos familiares, en este caso sobre la institución del matrimonio, en la que mezcla erotismo, violencia pero, también, ternura.

Renata sin más de Cathereine Guerard, ed. Tránsito

Una suerte de monólogo imparable por parte de una mujer, una trabajadora, que decide dejarlo, decide reclamar su libertad. Aunque sea para acabar vagabundeando entre comentarios y vueltas sin  dejar de ser rechazada. Una obra dura, reivindicativa y que ofrece una mirada distinta al tema de la libertad.

Todos los ojos de Isobel English, ed. Muñeca Infinita

Una obra breve pero con fundamento, una historia entre Londres e Ibiza en los años ’50s en los que vemos a una mujer, una ‘extranjera de nacimiento’ primero en una extraña relación amorosa con un hombre mayor en Londres, luego casada con un hombre joven en Ibiza. Una vida que parece extraña pero que tiene una explicación porque el punto de vista importa mucho, igual que importan los dos tiempos en que está escrita.

Más Ibargüengoitia siempre está bien, aunque sea solo por poner de nuevo a nuestra disposición, en este caso con lo que podría parecer una obra policíaca o política, pero que sobre todo, es una obra de personajes y de localizaciones. Y es que si es importante el contexto y las tierras que se van recorriendo y enseñando más lo son aún los personajes, las relaciones que tejen y cómo se van enredando. Porque, al final, lo que cada uno considera un crimen puede acabar quebrando cabezas tanto como corazones.
El autor de Elric ha escrito mucho más y mucho más distinto, incluso sin salirse del fantástico. Por ejemplo, esta obra breve en la un Jimi Hendrix resucitado camina entre nosotros para encontrarse con la música, las drogas y el legado de su generación. Si saber cuál de ellas horroriza más.
Una nueva selección de escritos periodísticos de Dickens. Lo bueno de las selecciones, como es este caso, es que siempre vamos a tener nuevos inéditos. Y, así, asistimos a todo lo que el autor pudo ser en prensa, desde periodista a humorista, de la sátira al costumbrismo, de la opinión o el ensayo breve al melodrama y la poesía, a veces desde una perspectiva que pretende informar y otras, sin embargo, pintando viñetas y condenado los mismos males de siempre. Todo un extenso recorrido por lo que le iría formando como autor hasta llegar a ser ese Dickens que conocemos ahora.

La mujer de blanco de Wilkie Collins, ed. Alba

Alba recupera este clasicazo del misterio, obra principal de un cierto tipo de obras. Incluso con el hombre que se ve metido, sin buscarlo, en una intriga en la que la mujer de blanco, la propia dama, el malvado villano. Una historia de aventuras y misterios por parte de uno de los padres -sobre todo en la rama británica- del género criminal.

Pues aquí estamos, con un nuevo caso de Petra Delicado cuatro años más tarde. Supongo que habrá que aprovechar aunque parezca que esto habla de la búsqueda de una mujer, un narcotraficante, en una intriga que parece ir más allá de la resolución de un asesinato.
Parece que Nesbo ha decidido darle una vuelta a sus medios habituales, esta vez con un joven que ha perdido a sus padres, se ha mudado, y ahora en su pueblo nuevo ha desaparecido un compañero de clase. Así que parece que al joven le va a tocar investigar. Porque él es el nuevo y sospechoso compañero, y porque parece que hay una casa vacía no tan vacía y alguien tendrá que encontrarse de la cara en la ventana y los sonidos en la oreja.
A partir de una historia de su propia familia la autora decidió montar una trama criminal. Tiene una explicación: Su madre fue diagnosticada de cáncer y, para pasar el tiempo y realizar una tarea conjunta que la distrajera, se pusieron a urdir esta novela detectivesca en la que una muy activa mujer se ve obligada a pasar la recuperación en un aburrido pueblo con su hija y su nieta. Salvo que aquí, en la ficción, hay crímenes. Por eso pronto empiezan a investigar, sobre todo ella, pero pronto también la hija y la nieta se ven metidas en una investigación cuando la pequeña se encuentra con un cadáver y se convierte en la principal sospechosa. Así que dará igual la apariencia idílica, los ecologistas o los ricos rancheros, la abuela pasa a tener un propósito y la unidad de esta familia se convierte en la rueda que pasará por encima de todo para encontrar al verdadero asesino.
Reedición de la novela de Banks que Anagrama publicara hace un par de décadas, que luego sería película y que ahora se recupera de nuevo. Con un noir rural que se va acercando al western casi tanto como a la tragedia griega. Convirtiendo esto en una nueva oportunidad. De compra, que de lectura siempre han estado ahí las bibliotecas.
Una isla, doce jóvenes, un juego macabro y un misterio… que ampliará cuando resulten ser trece. Un punto de extrañeza ante la ruptura de esas reglas que irá yendo a más cuando se diluya la separación entre ficción y realidad tanto como en el zodiaco. Una obra juvenil de misterio y más en una editorial que, pese a sus problemas de distribución y sus malas decisiones de alianzas con librerías, merece, al menos, que sepamos que existe.
Una serie de asesinatos que parece cerrada, un joven en un pueblo en el que los dos guardan secretos, una mezcla de murder mystery clásico con libro juvenil moderno que incluye representación queer tanto como un asesino que parece haber matado ya a cuatro personas antes de desaparecer. Todo eso nos ofrece Tom Ryan en este libro que supone su presentación por fin en España.
Segundo tomo, mismo texto. Una barbaridad que, resumiendo, son dos tomos de más de 500 páginas en las que se reúnen los quince volúmenes de una obra con personajes, figuras, animales, plantas, objetos, arquitecturas y mucho más, incluyendo escenas cotidianas, humorísticas o sobrenaturales. Un libro de arte, de ilustración, probablemente para muy cafeteros pero también -probablemente- ellos lo gocen enormemente.
Uno de esos clasicazos de la BD, de los de la sección del francobelga que anegaba de texto las viñetas, que se pone ahora -no sé si ‘por fin’, supongo que irá en gustos por el formato- en recopilación mediante eso que llaman ‘integral’ y que no dejan de ser recopilatorios de toda la vida. Supongo que con la ¿intención? ¿promesa? de sacarlo todo… aunque sea una serie abierta. En fin. Sea lo que sea aquí está, quede dicho.
Vuelve el cómic mono, pero con un algo más, de gatitos. Vuelve Buster. Y esta vez tiene un amigo nuevo, Cebollín. Y también una búsqueda, una pérdida, varias búsquedas, algo de aventuras y unos pasajes algo diferentes. Una obra que sigue encantadora en esta segunda aventura.
Partiendo de la idea de que si en un tarro de guisantes se dibujan guisantes en un brik con una vaca dibujada tiene que haber… A partir de ahí, las preguntas y deducciones infantiles van creando una historia divertida, absurda, con un dibujo que ilustra cómo siempre hay otra manera de ver las cosas.
Nos leemos.

Más que agradable esta Death and Other Details (USA) que toma una muy clásica estructura de whodunit con su murder mystery y su Círculo Cerrado de Sospechosos para realizar una investigación que en sus dos primeros capítulos parece tener claro que hay que intentar ir un poco más allá pero en la que espero que no se extienda mucho la trama. Veo que hay muchos personajes y muchas historias -aunque, curiosamente, solo aparecen ocho actores en los créditos iniciales y tres son investigadores- pero estas decisiones de capítulos de una hora y temporadas de diez son… bueno, decisiones. De todas formas lo que se ha visto está bien, te pinta de un brochazo a la mayoría de personajes -con trazos más o menos gruesos-  pero sabes el tipo de historia que vas a encontrarte. Trata de sorprender, con éxito regular, y aunque toma algunas… digamos licencias supongo que para que parezca que esto no es el whodunit que veían tus padres, resulta lo suficientemente agradable como para seguir con la historia. A ver si les va bien.

Comenzar una serie como hace Finders Keepers (UK) con dos personas a las que no vemos echando un cadáver que tampoco conocemos a un agujero y empezar a cubrirlo de tierra es una forma quizá no muy original pero sí muy clara de lanzar la serie. Inmediatamente queda claro qué es lo que se va a buscar, aunque salgas a continuación con una serie de panorámicas y una escena familiar. Como si hubiera sido más planificada que escrita, pasamos a conocer al núcleo principal, sus ocupaciones, y el asunto en sí antes de los primeros quince minutos. A continuación, con la misma diligencia, se presenta el dilema moral, los problemas asociados que pueden llevar al mal camino, los intentos de hacer lo correcto que no funcionan, como si fueran señales del destino y, por supuesto, a más personajes fuera de ese núcleo familiar que van a ser importantes para la obra. A partir de ahí una ronda de decisiones, discusiones y, por supuesto, la policía. El capítulo termina habiendo puesto cada cosa en su sitio y, sobre todo, sin haber respondido a la duda inicial de quién está siendo echado a un agujero y quienes son los que le echan. Aunque, por supuesto, por el camino te han dado ideas más que suficientes que pueden -o no- ser correctas. Sea como sea, un capítulo que está creado con más urdimbre que mañana, como si tuvieran una lista y la hubieran ido tachando. Es fácil de entender todo, y también de seguir, pero da la sensación de estar menos ante un cuadro que ante una pintura por números.

No pensaba yo que una serie libanesa pudiera parecer una película de Hallmark -de Hallmark Movies & Miysteries, de hecho- pero aquí estamos, con esta Girl’s Play (O) (LI) o  لعبة بنات o… bueno, ya me entendéis. Que está claramente hecho sin demasiados medios -hay una escena de atropello como no veía yo desde El Altar (Demasiado Tarde Para Rezar)… y la música que usan para ambientar muchas parece sacada de alguna librería de windows- pero sí con ganas, por mucho que parezca una mezcla entre algo que ha sido claramente preparado con un motivo y el viejo juega a juegos estúpidos, gana estúpidos premios. Al menos, dentro de todos estos problemas, logra hacer algo lo suficientemente… quizá no interesante pero desde luego sí entretenido… como para querer seguir adelante con más episodios. Lo que, supongo, es algún tipo de éxito.

A ver por dónde empiezo yo por esto… Hazbin Hotel (USA) tiene muy buena voluntad y se nota que hay gente trabajando en que el diseño de personajes fuera… original (supongo). El problema es que la trama se basa en una serie de decisiones bastante discutibles sobre lo que son el cielo, el infierno y quiénes van ahí. O cómo se organiza. Y están amenizadas -es un decir- por canción broadway-ishies, que es parte del asunto. Lo completamente genéricas que resultan casan con… bueno… casi cualquier intento general de ‘voy a hacer un musical’ que decide replicar lo que ya hay. Que tiene a gente más que competente detrás –Alex Brightman poniendo la voz a Adam puede ser de lo mejor del episodio- aunque decidieran no recontar ni recuperar el piloto que se hizo hace años con el verkami, pero sí reemplazar a los actores -o los dobladores o como les queráis llamar- por esta gente en general más conocida –Stephanie Beatriz sin duda lo es, Jeremy Jordan, Christian Borle o Keith David muy probablemente lo sean, de Erika Henningsen y Blake Roman tengo mis dudas, pero la productora sabrá- y el resultado… bueno. Pues otra serie de animación para ‘adultos’ pero esta con canciones un tanto genérica, un poco como esas series genéricas que hacen con buenos actores. En fin, al menos aquí hay buenas intenciones… supongo.

De verdad os digo que si no fuera porque les conozco al oír lo de Indian Police Force (O) (IN) pensaría que era algún tipo de parodia. PERO… El gusto por las pelis de acción es muy profundo en La India, hasta el punto de que existe un PolicíaVerso -o PolicíaConBigotónVerso, según- y -sobre todo- están inmersos en un proceso de nacionalismo y agresividad cultural solo comparable a la USA de Reagan. Así que producen un tipo de contenido cultural similar. Incluyendo la creación de un enemigo interno/externo que en este caso son los musulmanes, como si fuera la USA post-11S. Y el resultado es un tanto similar, aunque menos espectacular de lo que uno podría esperar viendo sus películas. En fin, ya sé que las series y el cine son distintos pero estas decisiones de mezclar cámara rápida y lenta, o meter una canción en el segundo capítulo, son… bueno. Supongo que intentan acercarse en lo posible. Incluso con esa manera particular de hacer flashbacks. (Y, por cierto, no tiene nada que ver con Police Force: An Inside Story) En fin, un poco más cerca a que hagan algo como serie y para todo el mundo a la altura de sus películas.

Lo bueno de que el protagonista sea alguien a quien ya has visto dos veces en series en este mismo servicio de streaming -como es el caso de Çagatay Ulusoy en Hakan y en Terzi– es que sabes que no es un problema ni del país ni del actor, que Kübra (O) (TU) no funciona por la propia serie. Que es dispersa, divagante, más vagante que otra cosa, y un tanto espesa. Tuve que parar el primer capítulo a ver si había empezado por donde no tocaba y eso explicaba que estuvieran a su bola con chorradas de tínder cristiano y pachangas de fútbol, como a la media hora hay una mascletá mortal que se supone que tenemos que creernos que es algo así como un tiroteo fuera de plano -y no pueden echar la culpa tanto a la falta de medios como a gastárselos en tonterías- y podría esperarse que ahí empiece algo… pero no. En lugar de eso pasamos a una especie de momento ‘teatro vanguardista’ con droga-porro incluido que… en fin. ¿Hemos descubierto ya cómo da luz verde a las series Netflix? Porque esa es la historia que yo quiero saber de esto.

Otra serie de influencers, esta Late Bloomer (CA) está esta vez protagonizada por un influencer contando su vida. O algo así. Jasmeet Raina es sikh, quiere ser un creador de contenido y cómico, y… No tiene demasiada gracia. Para mí al menos. Es muy parecido a esas series de jóvenes creadores de contenido y lo único que aporta es el contexto que, en realidad, tampoco es muy diferente. Supongo que es de esas cosas que tienes que conocer o haber vivido el contexto o algo. Pero lo cierto es que el resumen debe de ser eso de que busca el dinero del hombre blanco. Mientras no me toque ver la serie por mí que lo consiga.

Muy gratamente sorprendido estoy con este Monsieur Spade (USA), no tenía muy claro qué esperar pero lo han superado con creces. Y lo han hecho manteniendo varios de los rasgos del personaje y sus obras -esa resignación fuera del cinismo, esa decisión de intentar hacer lo mejor, esas aficiones, incluyendo la de los diálogos afilados, ese banter que dicen los anglos y que aquí se ejecuta perfectamente- así como cambiando lo que no les convenía -mandándolo a Francia, haciéndole objetor de conciencia y buscando una manera de que… bueno, mejor que lo veáis- y centrándose sobre todo en personajes, paísajes y, sobre todo, la actuación. Incluso el peor de ellos -que probablemente sea ese Matthew Beard que parece estar en mitad de una imitación de Hugh Grant– lo hace mucho mejor que la mayoría de series. Habrá que ver cómo sigue, por dónde lo llevan y si estiran en exceso la trama – que con seis capítulos más nos vale que no lo hagan- pero, de momento, es un gran inicio.

Cómo será Ponto Final (O) (BR) para que Netflix no le haya hecho ni tráiler. Pues una cosa mitad sketch en programa de variedades de José Luis Moreno, mitad versión en parada de autobuses de Hostal Royal Manzanares… pero con un reparto menos solvente. La verdad es que si me dijeran que es algún tipo de representación que realizan de manera itinerante me lo podría creer, porque precisamente lo que menos funciona son las partes que se suponen más ‘televisivas’. Claro que teniendo incluso el chiste de ‘Vendo Opel Corsa’ reconozco que me cuesta creer que esto se haya aprobado con la idea de que funcione y no por hacer -o pagar- un favor a alguien.

A veces me pregunto cosas viendo series, en el caso de Prosper (AU) es… ¿Cuándo comenzaron a ser indistinguibles las series de Organización Criminal y las series sobre MegaIglesias? Ya, bueno. En cualquier caso… El asunto es que tenemos algo menos… No sé… ¿Menos humorístico que The Righteous Gemstones? ¿Menos camp que Greenleaf? ¿Menos… inexplicable… que Filthy Rich? Quizá ese es el problema. Intentar montar una telenovela en serio, intentar que nos creamos que a los evangélicos realmente les importan los escándalos morales, intentar tratarlo como si fuera una serie oscura y casi triste pero sin excesos… es servir la sopa y esperar que no moje. Que decidan terminar el piloto no con un cadáver sino unas escenas después con al patriarca llorando creo que dice más de lo que podemos esperar de ellos de lo que probablemente crean. Así que, bueno, quien quiera decidirse a verla… va avisado.

No sé si esto saldrá del algún tipo de cómic, pero Killeodeul-ui syopingmol (O) (CS), o 킬러들의 쇼핑몰 o A Shop for Killers, logra la difícil tarea de ser a la vez aburrida y enrevesada. Ni la historia de su protagonista principal tiene mucho interés, ni parece haber ningún misterio en la muerte de su tío, ni el hecho de que tuviera algo que desde el título nos dice parece tener misterio, interés o intríngulis alguno. Da igual las secuencias con disparos o música alta que le metas. En fin, otra vez será.

Tener los ingredientes no es tener el plato, y Seon-san (O) (CS) – o The Bequeathed o 선산 – lo demuestra de forma muy clara. Sobre el papel podría hacer el resumen de la serie y que os interese. Un señor mayor muere, su sobrina va a hacerse cargo de la herencia -las tierras- y un policía estudia lo misterioso del asunto. Además, procuran mostrar las tierras y hay bastante trabajo policía reflejado, además de sobre la vida tanto del policía como de la heredera. Sobre todo porque las tierras que va a heredar son las de un… cementerio.  Pero lo cierto es que un estilo que se mueve entre lo plomizo y lo moroso, más una notable falta de brío tanto en lo que se representa como para decidir cómo se representa nos dejan algunas informaciones perdidas entre un exceso de metraje. Hasta el punto de que considero que si quiero saber cómo sigue este piloto -y lo cierto es que tampoco mucho- sería más fácil leerlo en el libro en el que se pueda basar. O leer un resumen en la wikipedia. Ambas cosas consumirán bastante menos de mi vida.


¡Libros que Salen! Condé, «Beulah», Van Horn y más

¡Que entre la pila!

Historia de la mujer caníbal de Maryse Condé, ed. Impedimenta

Un nuevo libro de Maryse Condé para comenzar el año. Una historia con ciertas trazas autobiográficas en cuando a que presenta a una artista que ha viajado por distintos continentes y no ha acabado de encontrar su lugar en ninguno. Pero aquí con el añadido de un marido muerto, habladurías, dudas no solo sobre la identidad propia, también la ajena, así como el desarraigo y la lucha. Una buena manera de comenzar el año.

Beulah de Christi Nogle, ed. Dilatando Mentes

Georgie ve fantasmas. También es una joven en una familia cuyo padre acaba de morir. Una familia que se ha mudado de pueblo. A Beulah. Lo han hecho por una amiga de la madre y, sin embargo, a Georgie le resulta muy familiar. A partir de ahí muertos persistentes, sospechas, problemas de identidad, encajar en el mundo y la familia y amigos. De ahí esta obra, finalista del Shirley Jackson, ganadora del Stoker, que nos ofrece un giro en el tejido de la realidad.

Aún nos queda el teléfono de Erica Van Horn, ed. Alpha Decay

Partiendo de un momento muy real nos encontramos con dos mujeres, una nonagenaria y su hija, que tienen un particular entretenimiento: Trabajar en el obituario de la madre para que cuando llegue el momento destaque. Un proyecto conjunto que se convierte en la excusa perfecta para mantener el contacto y recordar antiguas historias y nuevas particularidades cuando la pandemia obliga a que tengan que hacerlo por teléfono. Y, con ello, se habla no solo del pasado y del futuro, de los recuerdos y esperanzas, también de dos mujeres particulares, la idea de legado o de marca y todo aquello que nos conecta.

Bárbara de Osamu Tezuka, ed. Planeta Cómic

Sigue la publicación de cosas de Tezuka en Planeta con la reedición de esta particular historia de un autor de… no, espera, esta vez es un novelista, que se encuentra con una mujer que le sirve de inspiración pero también le sorprende con sus cosas estrafalarias. Bueno, un Tezuka más, que supongo que es lo que importa.

La única chica de Robin Green, ed. Liburuak

Con un lápiz afilado y también con esa sensación de ‘pitufinismo’ rodeada de señores en su trabajo, ya fuera en la Rolling Stone o como guionista en, por ejemplo, Los Sopranos, esta especie de vivencias, anécdotas e historias de Robin Green nos ofrecen un punto de vista interno y muchas veces desmitificador, pero también divertido, de varios momentos y creaciones de la cosa del espectáculo.

De una batalla perdida de Svetlana Aleksievich con ilustraciones de Arnal Ballester, ed. Nórdica

Aquí tenemos el discurso de aceptación del premio Nobel por parte de Aleksievich, una pieza sobre las guerras, las mujeres, y cómo siguieron adelante pese al sufrimiento. Que aquí se acompaña con ilustraciones de Arnal Ballester para darle ese empaque de las piezas de regalo. Como la tapa dura. A ver si no de qué vas a poder cobrar 16,50 € por 56 páginas.

Mal de ojo de Cristian Robles, ed. Bang

Una particular mirada a la mitología gallega acercándola a la vez a grandes y pequeños. Con un estilo que se mueve entre el indie y eso que llaman el socal, una oportunidad de mostrar de forma distinta -y divertida- un conocimiento del contexto sobrenatural.

La pequeña criatura de Marjolaine Leray, ed. Tramuntana

Un pequeño y divertido álbum que lleva la interacción con sus lectores hasta convertir la historia en casi un teatro para los dedos de quien va leyendo la historia… o quien quiera participar, claro.

Nos leemos.


Contento con el piloto de este After the Flood (UK), habrá que ver cómo o por dónde sigue, pero ese inicio con una inundación y un muñeco, perdón, un bebé en peligro por el agua sirve como prólogo para la historia real: la aparición de un cadáver, una serie de misterios -ya sabéis, un pueblo pequeño con muchos secretos y complicadas relaciones- y un par o tres de momentos inesperados, no tanto por el guion -que, en ocasiones, puede decidirse por la salida más lifetimesca posible- como por los comentarios sobre el cambio climático o por la magnífica actuación de Lorraine Ashbourne como madre de la protagonista, activista y varias cosas más. A ver cómo o por dónde sigue, pero ya es algo.

Demasiado largos los capítulos de este Boy Swallows Universe (AU) que quizá serían aceptables en otro formato o de otra manera, pero parece que como esto viene de unas memorias y alguien intenta ser o parecer original pues tenemos que darle el tratamiento más serio a algo que, claramente, necesitaba otra manera de presentarlo. Sobre todo porque la mezcla de drama y humor, de circunstancias inesperadas en entornos costumbristas y, en general, de todo eso que recordaremos de haber visto popularizarse en los años noventa. Y que aún hay gente que considera que es innovador. Es una lástima porque los actores se merecen algo mejor. Quizá lo tengan, en otra serie.

A veces una serie parece existir porque tiene que existir más que porque tenga algo que decir. En el caso de Criminal Record (UK) parece que la excusa es que Apple TV+ -que no hace tanto parecía haber encontrado el pulso a sus series, y que ahora mismo parece que sabe lo que quiere pero no cómo lograrlo- buscaba una serie policíaca en la que actores y producción estuviera a la altura. El punto de partida, con dos policías ‘enfrentados’ sobre un caso antiguo, parece una buena idea. Más aún viendo lo diferentes que son Cush Jumbo y Peter Capaldi a simple vista. El problema es que detrás de todo eso hay… nada. Jumbo aún tiene algo que hacer con lo suyo, pero a Capaldi parece que solo le han dicho que sea misterioso por la pura ambigüedad. Y, claro, sin más que rascar vale lo mismo tenerle ahí a que haber puesto un recortable. Es una lástima, porque con un guion en condiciones podría haber sido una buena serie, pero con lo que tenemos aquí, que va para abajo desde la primera escena y solo en momentos puntuales remonta, la sensación general es que es la serie inglesa que logra a la vez demostrar  que ha visto demasiadas y no ha visto el suficiente número de series inglesas policíacas. Otra vez será, espero.

Espero que Echo (USA) le haya mandado una cesta de minimagdalenas a Invasión Secreta para agradecerle el no ser la serie más aburrida de Marvel. Porque es lo único que la salva, instalada en el tedio como está la producción televisiva de Marvel, de ser considerada incluso peor. Es cierto que la idea de que están ‘reivindicando a los nativos americanos’ se supone que es buena, pero eso, como la ‘reivindicando a las personas con una discapacidad’, se nota que se hace desde fuera. Sin darles voz y, quizá, sin preguntarle. De ahí que el personaje central tenga dos apellidos tan nativo-americanos como López y Lincoln. En fin. Hay cosas peores, pero que se anden con ojo que lo mismo alguna vez el oso se queda con hambre tras haberse comido al más lento.

Rutinaria hasta lo increible, este Forst (O) (PO) es uno de esos thrillers que las editoriales intentan vendernos como intensos y rompedores porque hacen lo mismo de siempre. Quizá pensando que sus lectores son adolescentes que van a ver en los Gellida, Jurado y Mola de turno a gente que no lleva siglos repitiendo lo mismo y usando el equivalente de sexo y violencia al caca culo pedo pis para llamar la atención sobre si mismos, en un triunfo más del departamento de marketing que de algo cercano a la escritura. Del mismo modo esta cosa polaca nos presenta a un detective con problemas de todo tipo en una comisaría corrupta enfrentando a un criminal muy listo, parte de una oscura conspiración y yo qué sé qué cosas más de esas que te dan ganas de quedarte esperando a ver quién canta el bingo por haber rellenado todas las casillas. Más aún cuando muchas de las cosas que vemos ni tienen sentido ni es sencillo que se soporten. Rancho, y ni siquiera del bueno, rancho congelado, recalentado a medias y servido con desgana.

En su nueva aberración animada, Grimsburg (USA), FOX llega décadas tarde a hacer una serie de animación «»»»»»»»»»»»»»»adulta»»»»»»»»»»»»»»» con un investigador en su centro. Que yo entiendo que quizá no han tenido acceso a, digamos, Duckman. Pero Velma se estrenó el año pasado y es tan mala como esta. Algo podrían haber aprendido a evitar de aquella. O del remake en película de Chip & Dale que se estrenó antes que aquella. O de Dicktown que se canceló tras dos años justo antes de que se estrenada esta. O de Chuck Steel en stop motion antes que esa. O… Bueno, creo que se me entiende. El resumen es el de siempre: Chistes pueriles para adolescentes que quieran creer que poder afeitarse pelusilla es ser adulto, cero interés por la trama o el misterio y un notable desconocimiento de lo que puede ser el humor.

Poco interesante esta Killer Soup (O) (IN) que supongo que para su segundo capítulo nos contará más de lo que pretende, porque en el primer solo tenemos una serie de personajes a cual más detestable y una excusa argumental en forma de sopa asquerosa. No puedo decir que sea ni una anécdota porque parece que en la cabeza de quien haya guionizado esto tiene un sentido, pero no algo que vaya a compartir con los demás. A olvidar.

Con el característico estilo canadiense, este One More Time (CA) busca una sensación de comunidad y de diversidad desde un punto de partida de humor sencillo y casi amable. Los diferentes estilos de personaje están tan definidos y dentro de su cajita como era de esperar, y el centro de la historia es lo que podemos esperar también de mensaje más o menos positivo dentro de un grupo desastroso en una situación precaria. Supongo que al menos lo han intentado.

Tengo que volver a Work It, hace más de una década, para encontrar un piloto tan horroroso como el de Ted (USA). Es muy difícil de mantener incluso la vista en ese espanto de costumbrismo falso y chistes rancios, tan rancios que una serie ambientada en los ’90s que intenta tirar de los ’70s logra sonar rancio para ambas décadas. Peor que eso, los chistes son viejos, las ideas son incluso más viejas, todo suena extraordinariamente falso, vacío, hecho con tanto descuido como pereza, no hay absolutamente nada salvable ni en unos actores que parece que pasaban por allí y se vieron obligados a trabajar en la serie, ni en una producción que parece ir en piloto automático ni, sobre todo, en unos absolutamente espantosos guiones. Acaba de empezar el año y me cuesta creer que vaya a encontrarme con una serie peor en todo 2024.

Tan agradable como absolutamente nada creíble, esta Wild Cards (CA) es otro ejemplo de canadiensidad en su versión del clásico policía y ladrón resuelven casos. Esta vez ella es la ladrona y timadora mientras que él es el poli con un pasado problemático. Salen, por supuesto, todos esos actores canadienses que estamos acostumbrados a ver en sitios. Y, en general, ofrecen un caso que de puro simple podríamos usarlo de ruido de fondo. Que supongo que es precisamente lo que ellos pensaban, porque esto es perfecto para tener de fondo mientras estás con cualquier otra cosa, prestándole atención a ratos y sin perderte demasiado. Así que puede durar lo que ellos quieran.


Agradable pero no mucho más es el The Brothers Sun (USA), al menos sus dos primeros capítulos, que tienen a Michelle Yeoh pero no le dan demasiado uso. En realidad es una ‘buddie serie’ de hermanos que en tiempos podrían haber hecho… The Rock y Kevin Hart, por ejemplo. Dos hermanos viviendo vidas distintas, uno ‘profesional’ del gangsterismo, el otro un aparente desastre blando, y una misión que les une. Algo de humor, algo de acción… Pues eso, un poco lo de siempre, Yeoh hace muy bien los minutos que le dan, pero su personaje no tiene -de momento- mucho recorrido y la sensación de que esto en película hubiera sido mejor. Aunque fuera una película de Netflix.

Me alegra ver que el terror es ya un tema recurrente en las series que nos llegan de Asia. De modo que Curse Code (O) (TA) puede no ser muy original -un padre de familia en apuros aceptar el dinero que le ofrecen por intentar acabar con una maldición- pero es lo suficientemente agradable dentro de la rutina como para aceptar que parezca beber de aquí y allá, o usar sangre digital. No creo que la recordemos durante mucho tiempo pero, al menos, nos habrá dado algo que tener en la pantalla. Aunque no puedo asegurar que se le vaya a hacer demasiado caso.

Había oído cosas muy buenas del manga Danjon Meshi (O) (JP) o ダンジョン飯 o Delicious in Dungeon o, sobre todo, Tragones y Mazmorras. Y lo cierto es que este anime está simpático, pero con un solo capítulo no parece que haya mucho que decir, además, por supuesto, de que entiendo que algún personaje está en su primer desarrollo, pero que el personaje ‘insufrible’ sea el único en apariencia femenino pues… en fin. Quizá si hubieran subido más capítulos tendría una sensación distinta, y ciertamente la parte culinaria y la taxonomía de los monstruos resulta cercana y original. Pero no sé yo, no sé.

Embrollada hasta el exceso -y quizá sea eso lo mejor que tiene- esta Fool Me Once (USA) continúa con la titánica tarea de Netflix de sacarle provecho al dineral que le soltaron a Harlan Coben por sus derechos. En este caso con un asesinato en el centro y toda una serie de tramas laterales que hace recordar los buenos tiempo (?) de Motivos Personales. Así que muy ajetreado, supongo que ideal para rellenar un rato, pero habrá que ver cómo se asienta el polvo.

Lo que más me sorprende de Mr Bates vs The Post Office (UK) es que no sea una peli inglesa. En su lugar es una serie inglesa. MUY inglesa. Que parece pensada casi más para movilizar al público y quedar en el recuerdo que para contar la historia. Aunque supongo que la idea en sí es también importante, sobre todo para demostrar cómo poner a un buen puñado de actores -o a un puñado de buenos actores, que también- al servicio de la historia.

No sé cómo explicar que Nae Nampyeongwa Gyeolhonhaejwo (O) (CS) o 내 남편과 결혼해줘  o Marry My Husband es enormemente asiática. O, al menos, yo siempre uno esta idea de las vidas que acaban y regresan unos años antes para dar la oportunidad de cambiarlo a la persona… me parecen una idea claramente asiática. Aquí tenemos a una pobre mujer a la que le pasa de todo y con todos: Un cáncer, un marido espantoso, una madre insoportable, un descubrimiento de infidelidad… Y una muerte por asesinato. Así que vuelve diez años antes, cuando aún no estaba casa, pero se encuentra ya en mitad de una relación con ese señor. Todo dentro de lo habitual y moviéndose en lo razonable. Supongo que si sabes a lo que vas no te vas a sorprender mucho pero, desde luego, no te van a defraudar.

Extraordinario ejemplo de cómo no hacer un piloto este Sanctuary: A Witch’s Tale (USA), tremendamente aburrido y sin contar gran cosa durante la mayor parte del mismo. Supongo que la idea es que los hechos del final pongan en marcha la acción. Más porque no hay acción durante el piloto que porque muestren, enseñen o insinúen. Quizá es que le sobra capítulos, pero podrían haber hecho que este, que es el que se supone que tiene que interesar al público, tuviera algo interesante en lugar de dos líneas en alguna wiki.

Una reunión distinta en truelove (UK), que se supone que tendría que ser algo de suspense pero, en realidad, parece más un drama sobre viejos amigos protagonizada por buenos actores ingleses. A mayor gloria de Lindsay Duncan, por cierto, que no parece ni que fuera la idea original. Pero tampoco le viene mal, supongo. Lo cierto es que no tenía muy claro por dónde tenían intención de irse y, al final, ha resultado ser algo igual de inexplicable pero también agradable.


‘Slashers’, mentiras y dominio público.

Las noticias de que se van a hacer películas con el Mickey del Steamboat ahora que ha entrado -con todos los peros y salvaguardas necesarios- en dominio público en USA ha sido recibido con una cierta sensación de ‘pues claro’ y ‘mucho han tardado’. De hecho, llevamos dos pero tampoco nos sorprendería mucho si fueran más.

Y, lo mejor de esto, es que en realidad se basa en una falsa percepción basada, a su vez, en toda una larga tradición tanto de temas, como de decisiones o -incluso- de maneras de hacer las cosas.

Lo cierto es que la charla puede que sea algo larga, así que creo que lo mejor era escribirlo aquí porque tendré que separar esta charla que vamos a tener en, al menos, cinco temas distintos: Lo habitual que es esto, las tendencias actuales que hacen que lo parezca, la tradición del ‘exploit’, los puñeteros muñecos y, por supuesto, el uso de del dominio público para estas cosas centrada en, sobre todo, la subversión de los ‘cuentos de hadas’. Así que vayamos a ello.

1) ¿Pero es que esto no es lo habitual?

O, quizá: ¿No llevamos todo el año con este tipo de cosas? Lo cierto es que no. Todo son tendencias siempre en esto -ya hablaremos luego de ello- pero, en realidad, lo que hemos visto este año es la publicación de UNA película que se nos ha vendido como un ‘evento’. «Winnie the Pooh: Blood and Honey» (2023) es una película que comenzó a moverse en internete como en 2021, cuando el primero de los libros del susodicho oso pasó al dominio público en USA -sus leyes de derechos de autor siempre han sido peculiares- y que tras mucho movimiento buscando convertirse en una sensación similar a l que fuera en 2022 «Terrifier 2» acabó estrenándose en más de 1600 pantallas…

El problema es que si la del payaso recaudó casi 11 millones de dólares superando a películas como «Firestarter» y quedándose a un tiro de piedra de «Bodies Bodies Bodies» la del oso… No. En su momento de mayor número de salas tuvo 100 más que la del payaso y, sin embargo, su recaudación total superó por poco 1,75 M$. Menos de un 16% de lo que recaudó la primera. Por supuesto haberla hecho por poco dinero -y no haber tenido batalla legal, al menos de momento- hizo que diera la sensación de que había sido un auténtico éxito.

Más aún cuando en los últimos años el género de terror ha sido de lo más consistente y rentable. Especialmente las películas con un presupuesto ajustado. Como decía el otro día, en realidad en 2022 le fue mejor al terror que en 2023. Pero no porque haya habido una falta de éxitos sino porque han aumentado los fracasos y, sobre todo, las películas de las que se esperaba más dinero y no han logrado sacarlo. Entre las que entra esta última.

Lo que pasa es que esa percepción ‘de éxito’, creada en parte por todo lo que se ha hablado de ella, ha establecido la idea. Ya he dicho muchas veces que las ‘tradiciones’ son cosas que se crean independientemente del tiempo que lleven existiendo. El Reno Rudolph lleva existiendo menos tiempo que Superman, por poner un ejemplo. Así que la idea de que esto ha sucedido siempre tampoco debería de sorprendernos.

De hecho, si os preguntara por algún ejemplo más allá de Pooh y de Mickey que se haya visto convertido en una película de terror al entrar en Dominio Público, ¿cuál podríais decirme?

 

Exacto.

 

Hay, por supuesto, películas que han salido estos últimos años que usan personajes infantiles para subvertirlos. Es un truco muy clásico. En 2023 hemos tenido «Mary Had a Little Lamb» y en 2022 estuvieron «Nutcracker Massacre» y «The Mean One» -que usa al aún bajo ‘copyrightGrinch-. Como veis, ninguna de ellas entra en lo que decíamos antes. Pero sí que se puede meter dentro de una cierta ‘tendencia actual’.

2) Pero, entonces… ¿Cuál es la tendencia?

Pues hay pocas sorpresas: ‘slashers‘, personajes conocidos que sirvan de reclamo, y trucos clásicos. En este último hueco podríamos meter a las monjas y los muñecos. Las monjas es más difícil meterlo como ‘personaje infantil’ -por lo menos hasta que alguien monte un «Furiosa» con «Sor Citroen», o un «Los pájaros» con «La Monja Voladora»– pero los otros llevan un buen movimiento, aunque… claro… ¿cuándo no?

También es cierto que hay un ‘funcionar‘ concreto, de taquillazos, en la que tenemos a «Five Nights at Freddy’s» (20 M$/ 137,37 M$ recaudados), «Scream VI» (35 M$ / 108,16 M$), «M3GAN» (12 M$ / 95,04 M$), «The Nun 2» (30 M$ / 86,26 M$), «Insidious V» (16 M$ / 82,15 M$), «Evil Dead Rise» (15 M$ / 67,23 M$), etc… Pero creo que veis a lo que me refiero. Lo que pasa es que luego hay más echando la ‘lotería‘, sobre todo entre las ‘independientes‘. Cogen un tema y lo tratan de exprimir. Por ejemplo, el tema navideño está presente en «Nigthmare on 34th Street», «It’s a Wonderful Knife», «Werewolf Santa», «Santa Isn’t Real» y, por supuesto, mi favorita de este año: «Santastein». Y, sin embargo, no parece que haya ‘traspasado’ -al menos no de momento- a la taquilla general.
Aunque lo cierto es que una de ellas, «Five Nights at Freddy’s», no solo parte de un videojuego, también se puede entroncar con toda una tradición. Igual que se puede hablar de sus ‘parecidos‘ y contactos. Este mismo año hemos visto el claro ‘exploit «Freddy’s Fridays» pero echando un ojo para atrás vemos el corto «The Hug» (2018), al siguiente llegaría «The Bananas Splits Movie» (2019) -de la que ya hablaremos un poco más luego y en 2021 ese «Willy’s Wonderland» con Nic Cage. Como veis, toda una línea de ‘reinterpretaciones y versiones’ que surgen de un tronco relativamente similar.

Aquí tengo que hacer un alto para hablar de «The Bananas Splits Movie» (2019) porque es una versión en terror de algo que existía. De una serie de Hanna-Barbera, nada menos. Con todos sus copyrights y sus cosas, de nuevo. Porque se llegó a un acuerdo con Warner -que es quien tiene ahora los derechos de H-B– para que fueran los distribuidores. Así que no es ‘oficial‘ pero tampoco está perseguida. La serie original mezclaba dibujos con imagen real -y si no la recordáis, que sospecho que no lo haréis porque duró poco para estas cosas, pensad en la serie de Super Mario que tenía segmentos con dos señores de verdad (Lou Albano y Danny Wells) y os haréis una remota composición- lo que facilitaba pasar a una representación física pesadillesca.

3) ¿Y esto qué tiene que ver con el ‘exploit’?

Entendiendo el ‘exploit‘ como la película de bajo presupuesto que intenta sacar dinero de algo exitoso y establecido (más que como la película de intención ‘sensacional‘, muchas veces con temas amarillistas… aunque no esté reñido) podríamos decir que están por un lado el éxito como videojuego de «FNaF«, pero también toda una tradición en diferentes frentes. Los dos últimos tendrán su propio espacio, pero aquí podemos hablar de cosas relacionadas o, al menos, no tan separadas.

Por ejemplo, toda la historia de la ‘leyenda urbana’ de Bunnyman, una historia un tanto extraña que a veces se discute si es una leyenda urbana, si es algo que alguien creó y luego se difundió como leyenda urbana o si es algún tipo de ‘creepypasta‘. Aunque, en teoría, está documentada su ‘historia‘ desde los ’70s. Pero parece que el éxito de «Donnie Darko» (2001) y de los ‘pastas‘ sirvió para darle un nuevo empujoncito y en 2011 aparecieron «Easter Bunny Bloodbath» (2011) y, directamente, «Bunnyman» (2011) -que tendría 2 secuelas-, además de una versión femenina: «Bunni» (2013). La cosa duró y tuvimos «Bunny the Killer Thing» (2015), pero creo que os hacéis a la idea.

Ahora es cuando os recuerdo que el videojuego «Five Nights at Freddy’s» apareció originalmente en 2014.

Para entonces no solo se habían usado animatrónicos para más o menos el horror. También habíamos tenido gente disfrazada de oso en clásicos del ‘slasher‘ como «Girls Nite Out» (1982) o «Dolls» (1987). Y pronto volveríamos a tenerlos en «Cheerleader Camp 2 The Death» (2014). Así que no debería de habernos sorprendido mucho ni eso ni películas que fueron apareciendo con más oso de peluche como «Bearry» (2021) o «Night of the Killer Bears» (2022, คืนหมีฆ่า).

Algo que, en mitad de todo esto y atando FNaF con los osos asesinos, justificaría también la aparición en 2014 de «Furry Nights» (2016).

Pero, por encima de lo comentado, se puede explicar también con dos de los más ilustres y habituales recursos del terror: Los moñecos y la subversión de obras ‘infantiles‘ clásicas. Decíamos antes que el tema navideño está fuerte ahora, pero lo cierto es que tampoco es una novedad. En 1984 se estrenó «Silent Night, Deadly Night», creando una bronca tal a su alrededor que se suele considerar a la campaña que tuvo como respuesta de ser una de las culpables de los problemas de los ‘slashers‘. Por supuesto eso no impidió que tuviera un mínimo de éxito, el suficiente como para hacer esa desvergonzada segunda parte pero, además, para seguir adelante con varias continuaciones, incluida «Silent Night, Deadly Night 5: The Toy Maker» (1991) que usa, precisamente, a esos moñecos para el terror. Lo que nos lleva a…

4) ¿Hablamos de muñecos?

Muñecos, muñecas, maniquíes y mil cosas más. Aquí no os voy a dar mucha tabarra porque ya os la voy a dar en la próxima sección y, sobre todo, porque ya hice en su momento un listado de películas de muñecos que podéis ver aquí, pero sí que os voy a recordar que en 1988 se estrenó la serie de «Child’s Play» -la de películas la de televisión es más reciente, por eso está aún en emisión con su tercera temporada reciente, reciente- y para el año siguiente la también aún en activo «Puppet Master» (1989).

En cualquier caso, la idea de que los ‘inocentes compañeros’ de la infancia están ahí para volverse en contra nuestra. Una subversión más de la ‘inocencia‘ tanto como una manera de unirlo o llevarlo con al parte infantil. Y sí, sé que es difícil -aunque ni tanto ni tan imposible- de establecer esto con las historias de ventrílocuos o con la propia «PIN» (1988), pero una vez se va rascando se van viendo los puntos en común.

Como veis, ha sido breve. Porque la idea original era que todo esto fuera el prólogo al tema y, sobre todo, porque la siguiente va a ser larga.

5) Entonces… eso de la subversión de los personajes infantiles…

En realidad es un poco más complicado -Todo lo es. Siempre- pero podemos hacer un intento de corta perspectiva general:

La primera adaptación de un ‘cuento de hadas’ fue «Cendrillon» (1899), que dirigó Georges Méliès basada en las ilustraciones de Doré. Pero probablemente nos interese más es el corto de animación «Barbe-Bleue» (1936), vamos, «Barbazul«. Que ya muestra bastante del sangrante cuento.

Que los cuentos de hadas -o sus versiones o lo que queramos- iban a ser para adultos lo deberíamos de tener más que claro, no solo pensando en «La belle et la bête» (1946) de Jean Cocteau o -desde un punto más… conceptual- «The Red Shoes» (1948) de Michael Powell y Emeric Pressburger. también porque ese mismo Barbazul fue evolucionando con «Bluebeard» (1944) y, sobre todo, con el «Secret Beyond the Door…» (1947) de Fritz Lang. Por cierto, volviendo a Powell, tendríamos su operística -la de Béla Bartók, en concreto- versión de la misma historia, en «Herzog Blaubarts Burg» (1963).

Pero, claro, si uno se para a pensar también «El manantial de la doncella» o «Jungfrukällan» (1960) está entre las inspiraciones del ‘rape’n’revenge’ y media docena de tipos de terror distintos, como Wes Craven no dejaba de proclamar cuando hablaba de «The Last House on the Left» (1972). Algo más fácil de señalar cuando la historia clásica parece para más adultos (como pasa con «Kwaidan» (1964, 怪談) o «Leptirica» (1973, Лептирица). Igual que muchas de las adaptaciones sesenteras tenían la intención de darle un giro a algo conocido. Bien sea por montar un ‘monster mash’ al estilo de aquellas películas de la Universal como en «Caperucita y Pulgarcito contra los monstruos» (1962), para montar un ‘espectáculo musical’ como en la muy particular «Tengo 17 años» (1964) o, incluso, la animada y adulta «The Little Mermaid» (1968, Русалочка).

Por supuesto el cambio de década facilito… otro tipo de interpretaciones, lo mismo desde lo ‘picante‘ de «The New Adventures of Snow White» (1969) y «Alice in Wonderland» (1976) pero, sobre todo, ese ir acercándonos a lo que acabaría llegando, aunque aún fuera de manera bastante indirecta, con la entre onírica y pesadillesca «Blood and Lace» (1971) tanto como por el acercamiento italiano «Baba Yaga» (1973) -que EN REALIDAD lo que se supone que adaptaba era el «Valentina» de Crepax-. Igual que en los ochenta nos encontraríamos con la igualmente onírica y pesadillesca «The Company of Wolves» (1984). Y así llegamos a donde teníamos que haber llegado hace ya un rato. A los años noventa.

En la que lo mismo nos encontramos con la, ahora sí claramente, adaptación terrorífica «Hansel e Gretel» (1990) que aún está regular como ‘adaptación‘ pero que sí que está ya dentro de lo terrorífico -al fin y al cabo es parte de aquellos «Lucio Fulci presenta»– que el indudable locurón de «964 Pinocchio» (1991, ピノキオ√964) o la igualmente peculiar adaptación -más cerca del ‘thriller‘ esta vez- que es «Freeway» (1996).

Pero estos eran, quizá los un poco más distintos. «Rumpelstiltskin» (1995) era abiertamente terrorífico, «Pinocchio’s Revenge» (1996) le daba una vuelta al concepto original de «Muñeco Diabólico», y en «Jack Frost» (1997) teníamos a la vez los muñecos, la navidad y los personajes conocidos. En una película… bueno… supongo que podríamos decir que es memorable.

Todo lo cual nos lleva a «Snow White: A Tale of Terror» (1997) -sí, la de Sigourney Weaver– que era exactamente lo que parecía.

Como veis, había todo un camino antes igual que lo habría detrás. De ahí que nos encontráramos versiones de Caperucita en el corto «Le dernier chaperon rouge» (1998), el ‘slasher‘ italiano «Red Riding Hood» (2003) y el igualmente ‘slasher‘ -lo que os decía antes- de inspiración ochentera «Little Erin Merryweather» (2003). Que encontráramos en los particulares giros coreanos para «The Red Shoes» (2005, 분홍신) y «Cinderella» (2006, 신데렐라). En la extensa -demasiado extensa- serie de «The Gingerdead Man» (2005) el mismo año en el que alguien pensó que era buena idea «The Brothers Grimm» (2005) -es posible que la idea fuera buena, al fin y al cabo luego se hizo «Grimm» (2011-2017), pero no fue un buen desarrollo-. Y en esa, de nuevo, «Red Riding Hood» (2011). Que aunque refleje alguna cosa de «The Company of Wolves» también tenía mucho -muchísimo- de ‘slasher‘. E, incluso, de «La bestia debe morir» (1974), pero ese es otro tema. El asunto es que la directora de «Crepúsculo» intentó también meterse aquí. En taquilla salió mal, pero a mí me sigue gustando. Y el que no fuera un éxito no significa, ni mucho menos, que se dejara de intentar en la siguiente década. Casi al revés.
Si bien el nuevo intento de darle una vuelta terrorífica a «Hansel y Gretel» en «BreadCrumbs» (2011) entra en lo menos conocido, igual que en la muy barata y poco exitosa «Snow White: A Deadly Summer» (2012) en la que lo mejor que podemos decir es que dieron un plato de sopa caliente para Eric Roberts, mucho más conocidas fueron dos películas que se apartaban del terror pero no del ‘giro‘ al cuento clásico. Tanto de «Snow White & the Huntsman» (2012) como de «Maleficent» (2014). Obras de gran presupuesto que justificaron no solo el cachondeo en el SNL con esa adaptación de «Bambie» con Dwayne Johnson (2015), también el imparable asunto con «Hansel y Gretel».

Si en 2013 estabas despierto probablemente escuchaste algo sobre ellos. Bien por la mejor del lote, «Hansel & Gretel: Witch Hunters» (2013), pero quizá también por «Hansel & Gretel: Warriors of Witchcraft» (2013) e, incluso, «Hansel and Gretel Get Baked» (2013). Pero no solo, porque The Asylum sacaría la peculiar «Hansel & Gretel» (2013), Sí, cuatro en un año. Y esta última aún tendría una continuación un par de años después: «Hansel v. Gretel» (2015). El mismo año de la espantosa «Little Red Riding Hood» (2015). (Y también de la mucho mejor «Córki dancingu» o «The Lure» (2015), pero lo cierto es que las sirenas creo que tienden a ir por su propio lado. -Motivo para no incluir, por ejemplo, «She-Creature» (2001), «Killer Mermaid» (2014), «Rusalka. Ozero Mertvykh» (2018)- ) y un año antes de «Little Dead Rotting Hood» (2016). Como os decía, determinados personajes van yendo y viniendo. De ahí que no creo que nadie se sorprenda mucho de «The Curse of Sleeping Beauty» (2016) -que se supone de terror pero, claramente, tiene mucho que ver también con que ese año saliera la continuación «The Huntsman: Winter’s War»– ni, por supuesto, que a alguna mente pensante se le acabara ocurriendo hacer «Avengers Grimm: Time Wars» (2018). Que os puedo decir, hemos vivido unos años interesantes.

Lo que nos lleva de nuevo a «Gretel & Hansel» (2020), mucho más parecida a la versión de The Asylum de lo que sería razonable, pero -además- a otra de esas ideas que os podéis ir imaginando: «The Curse of Humpty Dumpty» (2021) que tiene menos que ver con el personaje de Alicia que con otra de muñecos, pero esto demuestra dos cosas: La facilidad para unir ambos puntos y que a poco dinero que le ganes te acaban haciendo una secuela. Motivo por el que no es de extrañar que «Winnie the Pooh: Blood and Honey» (2023) se suponga que la va a tener. O que en este 2024 ya sepamos que vamos a ver «Cinderella’s Curse» (2024)

Lo de después, lo del final.

Así que ya veis, creo haber explicado tanto la ‘genealogía‘ de esas ideas de subversión de lo conocido, como la utilidad para la venta de que algo sea conocido, como los puntos en común con otros compañeros infantiles como los muñecos, como la situación actual y el hecho de que estas películas necesiten ‘hacer ruido’. Algo para lo que ha servido esa falsa transgresión que explica por qué están moviendo los medios -siempre dispuestos a picar en el primer cebo que les pongan- esta noticia, esta ‘idea implantada’ de que cuando algo entra en dominio público hay que hacerle una película de terror, un ‘slasher‘. Basada en la enorme tradición de una única película a la que tampoco le fue tan bien, y un par de anuncios lanzados a los internetes.

O quizá pase a ser una nueva tradición. Un nuevo ‘claro que esto se hace todo el rato’. Y el año que viene esté aquí charlando de las películas que hayan anunciado del siguiente personaje al que le toca entrar… Popeye el Marino.