Hay cosas para las que uno -yo- es más público, y otras para las que hay que reconocer que menos. La historia de dos personas que se conocen y tienen una conexión especial -amorosa, claro- pero se separan y no vuelven a verse hasta años más tarde, en la que tienen que decidir qué hacer ahora que se han encontrado, que es una historia que hemos visto mil veces y que la mil una es Un Amore (O) (IT), no me ofrece a mí mucho más de lo que tirar. Los actores están bien, intentan mostrarnos dos vidas distintas en la de él y la de ella, y tratan de trazar una diferencia entre el antes y el ahora contándote parte de la historia por separado. Pero, qué puedo decir, claramente no es lo mío. Espero, eso sí, que encuentre a su público.
Tengo tantas dudas con
Bad Dinosaurs (USA), probablemente ni ellos saben quién es su público. Probablemente sean los menores porque es
Netflix Jr., pero podría ser también más mayores o algo porque parece que el diseño y algunos chistes están más cerca de aquellos principios de los ’00s con la diseminación de
webseries. Vamos, que a ratos parece más Ice Age, otras La Fiesta de la Salchicha. En cualquier caso son cortos con unos dinosaurios de diseño humorístico y gags sencillos. No hay mucho más -ni en animación o diseño ni de personajes ni de escenario-, tampoco creo que lo busque.
¿Quién lanza tres temporadas del tirón? En fin, supongo que en Semana Santa se estrenan cosas. Cosas. Como esta
The Baxters (USA), una especie de drama familiar cristiano cuyo argumento resumiré en
Una mujer descubre que su marido alcohólico está teniendo una aventura, así que su familia -su madre sobre todo- la ayuda a salvar su matrimonio. Como
El séptimo cielo pero más. Todo más. Bueno, no, ni los actores ni los guiones son mejores que los de aquellos, aunque sí tiene pinta de que la idea de
cristianismo que manejan es lo suficientemente estúpida como para justificar cualquier decisión familiar que en otra situación se resumiría en ‘huye en dirección contraria’. Y que aquí se reduce a esperar que Dios llegue a resolverte los problemas los días impares que te ha enviado los pares. Pero bueno, lo mismo alguien le encuentra sentido. O un actor de color. Aparecen más o menos en el mismo ratio.
Este
Big Mood (UK) no es tanto que sea
A mayor gloria de Nicola Coughlan –
Lydia West debería de estar al mismo nivel, pero claramente la dejan detrás- como que tienes que aguantar mucho a
Coughlan y su personaje para querer seguir viendo esto. Supongo que es otra de esas series de salud mental con protagonista más o menos joven. Y probablemente en algún lado podría haberme interesado, pero a saber dónde.
A veces se me olvida que los canadienses TAMBIÉN sacan series en francés. Como ha pasado con
Dors avec moi (CA), en realidad más una
webserie de menos de 10 minutos por capítulo, en este caso para equiparar a la culpa con un monstruo que ¿hechiza? ¿aterra? a la protagonista. Bueno, es algo que existe.
A veces hay cosas sueltas que brillan más que la suma de sus partes. Por ejemplo,
A Gentleman in Moscow (USA) tiene hallazgos aquí y allá -no todos sacados del libro de
Towles, a veces de actuación, casting, diseño o… ya me entendéis- pero la decisión de obviar todos los tonos de gris de la obra original a favor de una narrativa más clara para el público americano –
los comunistas son malos, por si os lo preguntabais- unido a una
pedestrización de la misma hasta puntos en los que parece que subestimar a sus espectadores es lo único que ha tenido sentido para el equipo creativo – como si hubieran decidido hacer suya la famosa cita atribuida a
P. T. Barnum– llevan a la única conclusión posible: Si os llama la atención… leeros el libro.
¿Qué decía hace un rato de historias contadas mil veces? Pues vamos con la primera versión de una historia contada un millón de veces. Este
High Country (AU) nos trae a una nueva policía en un pequeño pueblo pintoresco lleno de secretos, un crimen en la actualidad, un crimen en el pasado, circunstancias extrañas que casi parecen sobrenaturales y toda una serie de secundarios que entran tanto en la parte de pintorescos como en la de los secretos, cuando no en ambas. La parte buena es que está hecha con tanta solidez como originalidad le falta. Los personajes logran no ser demasiado planos ni caricaturescos, el misterios actual logra ser algo un poco distintos, el misterio del pasado es una de las dos versiones clásicas -aunque al menos no la más habitual- y la construcción de esa carcasa tiene al menos una mirada de interés. Así que una nueva demostración de que siempre hay quien se puede salir con la suya enfrentada a un clásico.
Aquí debería de ir una introducción similar a la anterior, aunque es cierto que
Inspector Rishi (O) (IN) tiene más claro el no buscar lo de pueblo extraño, en su lugar tenemos una especie de seriedad, de sobriedad, que tampoco es que le haga mucho bien a la serie, incluso aunque los secundarios parezcan estar para intentar demostrar lo consciente que son de lo que están haciendo. Quizá con capítulos más cortos…
Lo que nos lleva a la primera serie de Organización Criminal de la semana, aunque al menos esta
Ourika (O) (FR) busca conjugar varios puntos de vista diferentes, es cierto que el más importante es el del
‘heredero inesperado’ de la banda de turno. Pero también tenemos a su hermano y a un policía, y algo detrás tenemos a la novia del protagonista y el jefe de otra de las bandas, o algo así. La verdad es que es un poco lo de siempre: héroe reluctante forzado a cambiar su ‘inocencia’ por el bien de su ‘familia/etc’, organizaciones criminales más o menos brutales, policía más o menos inoperante, blalblabla. A mí no me ha dicho gran cosa, pero a saber, quizá si te gusta como suena querrás bailarla.
La tercera versión de la serie hecha un millón de veces -en serio, tres en una semana, ni siquiera yo creo estar exagerando- es esta
Passenger (UK) que para mí se queda corta en todo… excepto en los tiempos de lo que nos van enseñando. Demasiado lenta tanto en las escenas como en lo que tardan en contar su historia. Sobre todo porque llega un punto en el que no podría darme más lo mismo lo que va, lo que viene y lo que pasa en medio. ¿Que hay un secreto secretoso en ese pueblo? Bien por ellos, no tiene pinta de que los guionistas sepan lo que es. ¿Que hay un misterioso juego de ordenador al que los jóvenes juegan? Bien por ellos, solo me sorprende que no sea una app. ¿Qué hay un montón de personaje excéntricos, el dueño de una fábrica de pan hace cosas raras y un joven no sabe cómo llegó a su casa después del accidente, sangró todo lo sangrable y tampoco parece que eso le preocupe o moleste? Pues si no le interesa a él imagínate para que me interese a mí.
No sé si llamarla la mejor serie de la semana -aunque probablemente lo sea- pero, desde luego, una que no esperaba encontrarme, menos aún en
Disney, porque esta
Renegade Nell (UK) es un batiburrillo de personajes y situaciones con un fondo histórico, tono humorístico a ratos, dramático otras, un fondo de acción, a ratos de fantástico, según el momento casi de superhéroes o, al menos, de superpoderes, pero lo cierto es que también hay magia, y el trasfondo histórico… Una joven vuelve a su casa tras haber estado en el ejército. Es finales del S XVIII, así que la joven iba disfrazada de hombre. Pero no solo eso, también tiene algo ‘especial’, que se muestra cuando unos bandidos se cruzan en su camino. Lo que pasa es que también tenemos melodrama familiar, intrigas en la corte, tres hermanas bien distintas entre ellas, magia de formas clásicas y no tan clásicas y una progresión de temas y personajes que, sinceramente, parece el resultado de ejecutivos muy preocupados llamando a la autora para saber por qué ha hecho ‘eso’ y si no podría ser
más ‘Disney’ la serie. Porque hay una autoría detrás, la siempre sorprendente
Sally Wainwright, que lo mismo te monta
Happy Valley o
Last Tango en Halifax que
Gentleman Jack… o esta. Que cuenta, además, con un magnífico y variado reparto y una producción igual de peculiar. Hasta el punto de que no quiero contaros demasiado porque creo que parte de la gracia es darte de bruces con ella. Espero sinceramente que encuentre a su público, que no sé si será muy grande pero que estoy convencido de que la disfrutará… y pedirá una segunda temporada.
De nuevo no soy público para una serie, o al menos en parte no lo soy, porque esta
Ronja rövardotter (O) (SU) o
Ronja the Robber’s Daughter, o como hayan traducido el nombre del libro de
Astrid Lindgren, no solo tiene una parte lógica de creación juvenil, casi infantil, propia de un libro que no sacó
El Barco de Vapor porque ya había conseguido los derechos
Juventud, también una serie de decisiones para explicar el mundo de fantasía que hace que no parezcan comprender que precisamente lo que mejor funcionan son los toques fantásticos, aunque ni vayan a ningún lado ni sean el centro de la historia, así que intentar explicar a quiénes robaban los bandoleros o qué organización había fuera de ese castillo partido por un rayo en mitad del bosque es, al menos para mí, contraproducente. Supongo que algo tenían que hacer para distinguirse del anime que hace una década realizaron en
Ghibli sobre la misma historia pero, yo qué sé, este disparar en dos direcciones me deja fuera de juego.
Hablando de no tener muy claro lo que se cuenta, entiendo que esta
Thī thịy thī mạns̄̒ (O) (TA) o
ทีไทยทีมันส์ o
The Believers o como lo hayan llamado en español busca contrarrestar el estreno en la misma plataforma de esa especie de docudrama de
Testamento: La historia de Moises, con una historia sobre unos timadores -bueno, programadores de un juego respaldado por NFTs… así que sí, timadores- que al verse en apuros económicos deciden que la mejor forma de timar a la gente es con la religión. Así que sí, estamos ante otra serie de ‘organización criminal’, una en la que parece mentira la falta de ironía con la que se tratan todos los temas. Porque el asunto es que está ahí.
Esta no es la versión un millón uno porque en
Veronika (O) (SU) prefieren otro clásico: La inspectora metida en un asunto misterioso que debe intentar sobrellevar los problemas de su vida familiar con los de su vida profesional. Aquí no hay un pueblecito curioso sino afición a las pastillas, vaya. ¿Significa eso que no hay elemento pseudofantástico? Jaja, qué cosas tenéis. Si ya os he dicho que la protagonista se excede con las pastillas, así que CLARO que ve cosas. Pero me temo que mucho te tienen que interesar estos policíacos de gente que está mal para aguantar lo lento y deprimentes que son los suecos. Estos suecos, al menos.
Terminamos con esta semana de historias que hemos visto mil veces con una de una familia judía que se encuentra con los nazis de frente y eso les lleva a separarse y repartirse por distintos países, aunque el paso del tiempo permitirá que algunos vínculos regresen y que visiten aún más sitios. Ah, sí, el nombre…
We Were the Lucky Ones (USA) Podría haber sido un grandes relatos, pero no se ha hecho en la época del espacio contenedor de miniseries del mismo nombre, pero como en aquel momento se hicieron varios y nada parece indicar que haya más intención en esta serie que recordar la historia de esta familia y hacer ese combo de
Novela Histórica y
Varias generaciones de mujeres (bueno, y hombres), pues nada, se ve que este año no tocaba
Barrabás. Otro año ya veremos.
∞