Habrá quien crea que me lo estoy inventando. No es para menos. ¿Una obra de 1971 que reúne temas de computadoras y asesinatos? ¿Una trama que incide en el robo -o recreación, según se mire- de identidad cuando apenas acababa de comenzar la década? ¿Protagonizado con un Dean Stockwell en uno de los peinados más locos de su carrera y una Stefanie Powers cuyo papel de más éxito habían sido la serie de una temporada The Girl from U.N.C.L.E. y a la que le faltaba más de un lustro para hacerse popular con Hart y Hart? Pues sí, todo eso y mucho más es lo que se puede encontrar en este inexplicablemente olvidado telefilme.
El éxito de la Movie of the week de la ABC hizo que a principios de los ’70 todas las otras cadenas se pusieran a copiarles. Películas de todo tipo y condición, con cierta predominancia de las de intriga o romance bien es cierto, pero que no dejaba de lado la posibilidad de ofrecer obras de terror como esta que nos ocupa u otros contendientes a este pequeño espacio como fueron Satan’s School for Girls o Gargoyles -de los que, si os portáis bien, ya hablaremos en otra ocasión, jejeje-. En esta ocasión la CBS puso en marcha una historia que nos mostraba a unos teóricos veinteañeros en un grupo muy variadito -un nerd, una asiática, un malote y una ingenua- que ante un error otorgando una tarjeta de crédito deciden aprovecharse y, antes que ser pillados, convencer a un conocido que es informático para crear una personalidad ficticia que se cargue con las deudas, Henry Norman.
El problema es que cuando el informático termina parece que algo ocurre con la máquina y, sin duda, algo pasa con los estudiantes, que empiezan a caer como moscas en extrañas circunstancias -Con mención especial para la escena del pasillo y el ascensor.- victimas de esa extraña personalidad creada, se encuentre detrás quien se encuentre. Pese a tratarse de una creación televisiva; sobre todo en lo corto del reparto, quizá el punto más flojo de la película; estamos ante una muy buen a premisa y un desarrollo con varios puntos fuertes. Un clásico de estas cosas que debería ser más conocido. Y, precisamente para eso, ahí tenéis la posibilidad de echarle un ojo. En inglés y sin subtítulos, eso sí. Pero, ¿quién los necesita teniendo esas computadoras tan inteligente? ¡NYA-HA-HA!