Mucho he leído estos últimos años que «Hay demasiada televisión hoy en día». Más de las que me parecen razonable, sobre todo cuando el motivo que se da para afirmarlo es que hay ahora más que antes y que no da tiempo a verlo todo. Reconozco que en ocasiones incluso me sorprende. ¿Realmente alguien tiene el interés o la intención de verlo todo? Pongamos que sea no un Todo de TODO sino de Lo que me podría interesar. ¿Realmente alguien cree que esto es malo? ¿Que solo ocurre en la televisión? ¿Que el resto de críticos, comentaristas y opinantes en distintas áreas sí que se conocen ese Todo de lo suyo? Más aún, ¿no entienden los problemas asociados? ¿Los problemas filosóficos incluso?
Una de las Leyes Universales -al menos de las que yo considero como tal- es «Nunca podràs abarcarlo todo, y no debería preocuparte». Da igual los buenos propósitos que te hagas, en cuanto tengas un mínimo de curiosidad veràs como una cosa lleva a la otra y siempre hay màs que conocer. Así que no tiene sentido agobiarse por no llegar, es un imposible. Puede que sea un imposible alentado socialmente, pero sigue siendo un imposible y, por tanto, solo saldrá de esa idea un sentimiento de frustración que tampoco merece la pena.
Ahora bien, volvamos a la frase para desmontarla. «Hay demasiada televisión hoy en día». Podemos empezar por el final para señalar que esa idea de que es hoy cuando la hay en realidad podríamos haberla dicho durante muchos años, esos gráficos de cantidad de series producidas ponen números, sí, pero no explican lo fundamental. ¿Es que antes la gente se veía TODO? Mi experiencia -y esto puede ser un sesgo, lo sé- es que no. Que ni en los tiempos en los que en España había una única cadena la gente veía toda la programación de ficción. No digamos ya según fueron aumentando.
Porque ese es el segundo punto «televisión» suele querer decir «series», pero no hay una correlación real. Televisión emitida para cubrir el día hay dese hace años. Sí, al principio eran solo unas horas, en España y fuera, pero eso cambió en poco más de un par de décadas. De nuevo el sesgo me hace sospechar que ni con el VHS se hubiera visto todo. Y es que ese todo rara vez es TODO y muy a menudo Lo que me gustaría ver. Pero, ¿realmente no hubiera descubierto otros programas que ver? Sospecho que sí, pero el trabajo de la crítica televisiva se ha fijado siempre en otras cosas. Incluso cuando se puedan encontrar textos noventeros quejàndose por el mal horario de emisión de Dimensión Desconocida por parte de alguien inesperado. Las emisiones en horario ‘de trabajo_ o ‘de sueño’ causaba diferencias entre lo que unos y otros veían e, incluso, conocían.
Más aún, vayamos a ese «Hay», ese verbo de existencia que nos sirve para recordar el carácter no degradable de los programas. Sí, muchos de los más antiguos se emitieron en directo, algunos se perdieron al regrabarse en las cintas que los contenían, no todo es accesible de manera sencilla… No lo dudo. Pero ese «Hay» nos recuerda también que ha habido una acumulación. Que esto existe pero existe como dice lo otro «hoy en día», que el año pasado algunas series acabaron. Y el anterior, y todos los que vinieron. Existieron series antes y si es difícil no entender cuando se dice que la multiplicación de canales y series, de ofertas incluso fuera del formato tradicional y el canal típico, es elevado imaginad si además la gente se parara a considerar como lógico que también en el pasado se creaba. Que muchas de esas obras merecen ser revisadas. Que, por gustos incluso, hay varias que más valdría conocer. Sobre todo si después quieres hablar de las que tenemos o de sus cambios e innovaciones. Algo a lo que espero más que sospecho que nos acabarán llegando los medios modernos, la posibilidad de almacenar una serie antigua. Espero que algún día esa oferta sea real, que se pueda recuperar Los Grant o Urgencias o lo que nos pida el cuerpo. Métodos hay, por supuesto, pero la cosa es: ¿No será la existencia sumada de todo lo que vino antes de nosotros un motivo más que sobrado para considerar que ya había mucha màs televisión de la abarcable?
Quizà ese es el asunto màs serio. «Demasiada». ¿Por qué demasiada? Volvamos a la comparación interdisciplinaria, y si «Demasiada» es la televisión, ¿que es lo que hay en el cine? Otro medio con producción amplia y con la posibilidad de crear y que la obra no pase del circuito de festivales, o vaya directa al VoD como nueva versión del Directo a Vídeo. -Sin que desaparezca ninguna de las dos, claro-. ¿Y los libros, cuando la cifra de publicaciones tiene una novedad anual de títulos muy por encima no ya de los 50 sino incluso de los 70 mil? De nuevo, ¿por qué es «Demasiada»?
Miremos a nuestro alrededor por un momento. Miremos incluso en esos medios que ya empezamos a tener. En Netflix el número de series es bastante amplio. Algunas de ellas ya no son anglosajonas. Incluso aunque USA siga siendo la cabeza de león y UK produzca sin parar y el resto venga detrás a ofrecer cosas. Hay series europeas, sudamericanas, asiáticas… orientales sobre todo pero confío en que vayan incorporándose del resto de Asia igual que espero que vayan apareciendo africanas. De nuevo series a unir a la pila, series que a su vez tienen su propia pila histórica detràs.
Establecido, confío, que ya hace tiempo que podríamos haber hablado de que hay cantidubi mogollón pasemos a considerar lo que este aumento de la producción ha significado. Más canales, más producciones, diferentes públicos. Diversidad. A la hora de crear series para distintas franjas de edad y de interés, para reflejar familias y tradiciones fuera de lo normativo, para intentar buscar otros tonos. Y sí, Sturgeon dice lo que sabemos. Pero igual que no vivimos una edad dorada tampoco estamos superados por la oferta. Simplemente, hay más para escoger y eso significa que si a alguien le hubiera apetecido ver vampiros gays hubiera tenido The Lair igual que Underground, Power, Insecure, Atlanta o Greenleaf permiten ofrecer distintas historias con protagonistas afroamericanos. Que puede que a ellos no les parezca suficiente. No me lo parece a mí de lo que a mi me gusta pese al aumento de series de terror y asociados los últimos años, imaginad lo que puede opinar un asiático-americano o una discapacitada de la enorme variedad ofertada. A veces hablar desde el privilegio de la normatividad produce estos efectos.
El problema es, por tanto, que queremos llegar a todo. Pero en eso pasa como con los libros y tantas otras cosas. Más nos vale aceptar que tenemos un conocimiento razonable que tener la arrogancia de creer que nada se nos escapa. Sí, esto puede producir que tardes -o peor aún, que no llegues- a obras que te hubieran podido encantar, pero sospecho que no te tranquilizará saber que eso ya pasa porque ni la exposición publicitaria, ni el dinero de las cadenas, ni lo que la crítica tiene como temas recurrentes consigue captarlo todo.
Cómo siempre, quizá una crítica más centrada en descubrir que en sancionar podría ayudar. Pero seguiría sin dar para todo y, además, tanto lo que ofrece necesita análisis -no todo va a ser resúmenes y catálogo- y necesita también un modelo económico viable, con los problemas aparejados a ello.
Quedémonos, por tanto, con la idea de que hay lo que hay, que no hay que olvidar que muchas veces es más de lo que creemos, que podría haber más o menos pero lo importante es aceptación y tratar de conocerlo en la medida de lo posible.
Y que no es un tema de cambio en la oferta, es un cambio en todo el sistema y tenemos que aprender a aceptarlo y usarlo en nuestro provecho. Mientras tanto, cuanto màs, mejor.