Necesidades televisivas geográficas respaldativas fundamentales

Quizá no lo hayáis oído, pero los políticos han decidido cerrar la RTVV. Cierto es que la quieren cerrar por motivos propios, fundamentalmente que su mala gestión llevó a un ERE tan mal gestionado que se lo han tumbado en los tribunales y ahora tendrán, o tendrían, que pagar una millonada. Pero sobre este caso en particular mejor leen a Andrés Boix en La Página Definitiva o pasan por Valencia Plaza, que les informarán mejor.

Aquí no toca hoy ponerse a informar, sino a reflexionar. Porque en los últimos días he estado leyendo muchos ataques a la necesidad de los medios de comunicación públicos, más aún en caso de ser no-nacionales. Y creo que hay varios puntos sobre los que podemos meditar.

Empecemos señalando lo teórico del asunto de manera que la pérdida de puestos de trabajo —algo siempre de lamentar— no merece ser un factor a tener en cuenta. Mucho menos el comportamiento de los trabajadores entonces o ahora. Cierto es que hacen bueno, una vez más, el slogan de DareDevil de que un hombre sin esperanza es un hombre sin miedo, pero para la consideración global de la necesidad de un medio de comunicación público no-nacional la verdad es que eso no viene al caso.

De la misma manera, la gestión en sí del canal y la creación de múltiples —multiplísimos— canales hermanos no deja de ser más que un concepto político, en primer lugar porque la creación de una deuda o la sobredimensión de la necesidad del mismo por criterios de enchufismo o egomanía lo que deja realmente claro es que es necesario más control sobre los políticos por parte de los ciudadanos; si no votos de castigo, que parecen tan imposibles de lograr en este país, sí al menos protestas, escritas o mediante concentraciones, dejando claro que tanto el derroche —más aún en casos tan obvios como estos— como la manipulación es algo que no se debe tolerar en un medio público. (Y que está feo en uno privado, pero en fin)

Incluso si pensáramos en un medio que no se hubiera dado a estos locos crecimientos como TeleMadrid, al que dos gobiernos de signo distinto y poco interés en crear o controlar convirtieron en un canal sencillo con un segundo canal muy minoritario y casi inexistente en la mayoría de hogares, creado más por presiones externas que por auténtica convicción, de manera que cuando el siguiente gobierno, que repetía signo, entró a saco para demolerlo desde dentro tuvieron que usar una táctica diferente, aunque no por ello menos efectiva, para lograr reducir la audiencia. Como decía, no es tanto un asunto de cómo se ha hecho sino de con qué finalidad; en este caso la demostración de que la gestión pública es ineficaz, de que lo lógico en consecuencia es pasarla a gestión privada y de que la ineficacia no se debe a que la gestión fuera errónea sino a el modelo intrínseco, una mentira burda observando la vida completa del canal pero al que los odiantes de Lo Público parecen agarrarse. Más aún cuando son entrevistados por gente incapaz de escuchar lo que se les está diciendo o de salirse del guión.

Sobre todo porque, desde mi punto de vista, incluso una televisión que estuviera haciendo los datos de audiencia de una privada estaría fallando estrepitosamente en su misión si los consiguiera copiando el estilo y programación de éstas.

No se trata de que dé beneficios ni de que sea el canal más popular del dial; es un servicio público y, precisamente por ello, lo importante es saber si se está sirviendo a ese público que, a su vez, debería hacerse responsable de su buena marcha.

Cierto es que las regiones con lenguas co-oficiales siempre pueden hablar de su utilidad para la difusión y homogeneización del idioma —algo que, en contra de lo que puedan pensar los antinacionalistas, se da siempre con los medios de comunicación hablados incluso en los casos de una única lengua oficial, de ahí los comentarios y las quejas sobre el Inglés BBC y, en mucha menor medida porque en fin, el Español TVE — algo sin duda valorable e importante pero no por ello la única o más importante de sus tareas.

Porque la función principal de un medio no-nacional debe ser informar a sus ciudadanos de lo que pasa en su nivel de influencia. Cuanto más local un medio más debe centrarse en lo suyo. Puede tratar, por supuesto, sucesos externos en varios niveles, pero no olvidar que su función es informar —y educar— sobre lo que tiene más facilidad para hacerlo: Los hechos cercanos que los medios de niveles informativos más amplios no van a tratar porque para eso tienen que atender a más fuegos. La falta de información, igual que la falta de programas o documentales atendiendo a las particularidades culturales e históricas de la misma —y aquí podemos hablar desde las implicaciones más directas a las variedades sobre sus comercios, gastronomía o ritos, por señalar tres obviedades—, es lo que nos da uno de los niveles de fracaso. Modificables según lo manipulados de manera interesada o lo centrados en refocilarse en tipismos promoviendo una imagen estereotipada, propia de los intentos de venta de costumbres al exterior más que del interés real por ellas y su comprensión.

Esas miradas sirven para unir a los ciudadanos y permitirles una comprensión y un tránsito más sólido, facilitando el intercambio y el tránsito, así como el debate, no en los grandes temas —que, de nuevo, nunca es malo tenerlos— sino en sucesos que, por cercanos, podrían afectarles más y necesitar de su intervención más inmediata para evitar, o para apoyar, aquello de lo que se le habla.

Quede claro que no estoy en contra de que haya espacios de esparcimiento, ni mucho menos, pero siempre enfocados a unos niveles de calidad y a la búsqueda de una utilidad, incluso aunque sea un conocimiento mayor de nuestro entorno o una difusión de valores . Es decir: La emisión de películas, series de ficción, series animadas para el público infantil, juvenil y adulto, etc…

Tener un medio de comunicación de amplio alcance significa cargar con unas responsabilidades que precisan de supervisión, si hablamos de uno de vocación pública ello se multiplica y, del mismo modo, la necesidad de que empleados y ciudadanos se impliquen más en su marcha y funcionamiento. Porque en el momento en que este desaparezca, o sea manipulado, la información cercana cesará y dejaremos de estar en contacto e informados de esos extremos de nuestra realidad que, en las sombras, pueden ser manipulados con mayor facilidad. Y de ahí la desaparición de otros servicios públicos o las extrañas maniobras políticas que tanto parecen gustar a los que moran en las zonas alejadas de la vista del público.

Así que ya ven, estoy muy a favor de estos medios en todas sus presencias y niveles, a favor de saber más sobre lo que me rodea y que los demás también puedan acceder a ello, y, desde luego, a que haya un foco de luz sobre los sucesos cercanos como lo hay sobre otros más alejados.

¡Más luz, más cercanía, más implicación!


Moffatiana Doctorización Undécima Matt Smithesca

El traspaso de poderes entre Russell T. Davies / David Tennant y sus sucesores Steven Moffat / Matt Smith fue, según ellos mismos cuentan, al menos curiosa. Terminada de grabar la última escena de Tennant, la de su regeneración, se paró la grabación y todo el equipo se fue dejando que les sustituyera desde ese mismo momento todo un nuevo grupo de gente.

En realidad el principio lo marcaría el primer episodio de la nueva serie The Eleventh Hour, estrenado el 3 de abril de 2010, en el que Moffat, siguiendo a RTD, establecería una historia que atravesaría toda la primera temporada, una extraña brecha que iríamos viendo aparecer por los capítulos, y nos presentaría también a los que serían secundarios recurrentes. Además, como Moffat siempre tira al monte, haría aparecer a una niña perseguida por los problemas que tiene que creer muy fuerte para resolverlos. De forma incidental esa niña sería su futura acompañante, marcada de manera decisiva por ese primer contacto. Esa niña sería Amelia Pond.

Elegir a una nueva acompañante es, como vimos, algo complicado. En este caso se decidió ir a lo sencillo y elegir a una bella pelirroja con carácter, Karen Gillan, que en el momento de regresar el Doctor contaría con un novio, Rory Williams, un personaje aparentemente menor interpretado por Arthur Darvill, un áctor con una larga carrera como secundario a sus espaldas y amigo de Smith desde que coincidieran en una obra tres años antes. Sí, todos blancos, todos heterosexuales, todos jóvenes. Adiós a la diversidad racial y sexual que RTD había logrado incluir en la serie. De manera más consciente Moffat decidió alejarse de Londres, a la que consideraba omnipresente desde 2005, en favor de la campiña inglesa, de manera que se buscó un pueblecito para comenzar allí. Para mejorar la química entre los actores se decidió que sería grabado a mediados de los bloques de realización para que se notara desde el principio una mayor complicidad. Las escenas con la pequeña Amelia servirían para tomarle cariño al personaje y, de paso, al nuevo Doctor; algo que esperaban que se trasladara a las de una Amy ya adulta. También veríamos al Doctor cambiar el Allons-y! de Tennant por Geronimo! en lo que podríamos ver una metáfora de lo que se nos iba a ofrecer, casi lo mismo que antes, sin innovar mucho y buscando fórmulas bien conocidas. También una cierta pose chulesca, colocándose ante la amenaza para gritarles que él era el Doctor y que se largaran. La simple mención e su nombre, como si fuera un héroe que usa su nombre para infundir temor a los criminales, más Batman que El Fugitivo, sería otro de los cambios de tono. Como presentación podía servir.

La siguiente historia, The Beast Below, de nuevo de Moffat, seguía la técnica RTD de viajar al futuro, al espacio porque no habría ningún planeta disponible sino una nave espacial, la Starship UK, de nuevo con niños en peligro. El tono inicial cercano al terror era pronto sustituido por el de la ciencia ficción apocalíptica con un debate moral claro en el centro. Un aún confundido por la regeneración Doctor se mostraba poco capaz de solucionar el problema, por suerte Amy podía echarle una mano. La historia contaba además con Sophie Okonedo en el papel de Liz 10, ofreciendo algo más de variedad y aprovechando para hacer un guiño a Scream Of The Shalka en el que interpretaba a la acompañante Alison Cheney para el Doctor alternativo de Richard E. Grant.

Y tras el viaje al futuro el correspondiente viaje al pasado, esta vez con compañía porque Mark Gatiss había desarrollado una idea que llevaba varios intentos para hacerse realidad, quería colocar a los Daleks durante el Blitz. Victory of the Daleks aprovechaba para ser el tradicional capítulo con personaje histórico sacando a Winston Churchill como responsable de avisar al Doctor de sus nuevos aliados. Una historia con claras reminiscencias a The Power Of The Daleks hasta el punto de cambiar el I’m your servant por I’m your soldier. Su aparición sería aprovechada por Moffat para rediseñar a los Daleks, mucho más grandes que los tradicionales y también más anchos. Aunque lo que encendería un inexplicable debate sería su aparición con toda una gama de colores, similares a los que habían tenido en las películas de los años sesenta. Algo similar a lo que había pasado con el rediseño de la TARDIS, también inspirado por el aspecto de la época Hartnell y los films.

Tras la visita de los Daleks Moffat decidió recupera a los Weeping Angels de la monumental Blink, y puesto a recupera cosas que le gustaban también aparecería de nuevo River Song en un momento que para ella estaría antes de su encuentro anterior, como modo de demostrar los viajes en direcciones temporales diferentes de ambos. El episodio doble The Time Of Angels / Flesh And Stone ofrecía una visión diferente de los monstruos para intentar evitar las comparaciones, con Aliens como ejemplo de continuación y como esquema general, ofreciendo una historia más cercana a las aventuras espaciales.

En 2006 Toby Whithouse había escrito __School Reunion_ y, a continuación, un capítulo para Torchwood, esto le había servido para lanzar su propia serie: Being Human. De modo que Moffat decidió contactar con él para realizar una nueva aportación, que acabaría siendo el guión del siguiente capítulo de la serie. The Vampires Of Venice cuyo punto de mayor importancia era la inclusión como acompañante del Doctor de Rory en un intento de evitar que se rompiera su compromiso matrimonial, y que permitía tener a Darvill de secundario fijo para tratar de crear una suerte de triángulo amoroso.

Más claro aún quedaba el desplazamiento del foco en Amy’s choice, una aventura extraña con la presencia de un extraño tipo dentro de la TARDIS que se llama a si mismo Dream Lord, interpretado por Toby Jones, que recuerda en parte a la historia clásica del primer Doctor The Edge of Destruction con el problema de que en lugar de una Barbara lo que hay aquí es Amy Pond que trata de demostrarnos en este guión de Simon Nye que de quien está y siempre ha estado enamorada es de Rory. Y también que hay una parte oscura en este Doctor.

Una vez establecido ese amor se podía pasar al siguiente episodio doble, The Hungry Earth / Cold Blood, en el que veríamos algo que acabaría convirtiéndose en un chiste recurrente de su estancia: La muerte de Rory. Aunque Arthur Darvill no sabía aún si le iban a pedir o no que regresara a la serie. También, de paso, recuperar a los Silurians con un guión de Chris Chibnall, un guionista de Torchwood que logró hacer méritos para lograr su sueño de escribir para Doctor Who. El argumento seguía los pasos del serial clásico setentero de Malcolm Hulke The Silurians.

Siguiendo ese momento de especial impacto emocional en Amy llega Vincent And The Doctor, un capítulo con pretensiones de delicadeza y emoción que usa gran parte de los trucos sensibleros de Richard Curtis, reconocido guionista y director, que terminaba con una pantalla en negro y un número de ayuda a la gente con problemas mentales porque parecía difícil no encontrar una manera de ir más allá.

De modo que a continuación tocaba una pieza cómica de Gareth Roberts, originalmente pensada por el guionista para haber sido un capítulo de la etapa de Tennant, con Rose y Jackie” atrapadas en la *TARDIS y este viviendo con Mickey, en lugar de eso aprovecharon para librarse de Amy y presentar a un personaje cómico interpretado por James Corden. El resultado es extremadamente barato. En todos los aspectos.

The Pandorica Opens / The Big Bang cerró esta primera temporada con intención de explicar el arco argumental de la brecha mediante la acumulación de personajes y el batiburrillo de situaciones, además de recuperar a River Song y, por suerte para todos, Rory que logra mejorar algo la historia. Si bien la acumulación sin sentido nunca es buena idea, sea para realizar un guión o una paella, al menos el personaje y sus secundarios habían quedado debidamente asentados.


Desconocimiento evolucionativo esperizante gustoso asfixiante

Lo que vemos, lo que dejamos de ver, lo que veíamos y ya no veremos… A estas alturas de la nueva temporada televisiva parece un momento razonable para tratar de entender el consumo televisivo por parte de sus seguidores.

Entendido con el consumo de productos televisivos en sus formas más cercanas a la narración; es decir, la ficción en todas sus variantes de longitud, los inevitables realities, los concursos de talentos eliminatorios, los no eliminatorios, ni casi de talentos, los documentales seriados, las antologías y… bueno, un poco de todo lo que emiten, pese a que terminen siendo englobados en los campos de Series y Realities y siendo motivo de seguimiento por parte de la audiencia. Pues bien es cierto que, sospecho, sería igual de entendido si dijera simplemente Series, pero dado que no es el caso —al menos no el mío— pues sigo con igual interés la famosa ficción audiovisual que programas humorísticos, documentales o concursos de cocina; me parecería erróneo excluirlos.

Yo, que raro es el momento del año en que no sigo cerca de cuarenta programas —en realidad casi todo el mundo sigue alrededor de veinte, pero muchas veces sin intención—, noto menos estas fluctuaciones de cantidad. Pero todos los años me encuentro con gente que no sabe —o no puede— hacer frente al teórico aumento de material a partir de septiembre. Me siento, por tanto, más afectado por las fluctuaciones de calidad.

Mi forma de consumo habitual, creo que es relevante señalarlo, es la siguiente: determinadas obras las veo en cuanto puedo tras su emisión, otras quedan para ir viéndolas durante la semana, alguna más para completarla ese mes —generalmente varios episodios del tirón— y aún hay espacio para alguna carpeta de forraje para lo que queda en barbecho. Cuando algo deja de valer, incluso como mero relleno, desaparece en las profundas simas, muchas veces tras el consabido testeo de episodios: El piloto, los tres primeros, los seis primeros, la primera media temporada y —si logra superar eso— la temporada entera. Cierto es que en los primeros compases de la temporada —es decir, las dos últimas semanas de septiembre— puede llegar a producirse alguna aglomeración, pero en menos de un mes habrán dado cuenta de ellas dos monstruos clásicos: los parones y las cancelaciones.

De modo que, ¿cómo determinar lo que cae en cada grupo? Pues según cómo terminara la temporada anterior o cómo empezara esta en el caso de los regresos y, por supuesto, a partir de los Pilotos Deathmatch para las novedades. Y aún y con eso las siguientes semanas —generalmente ese primer mes— son las que marcarán en cuál de las carpetas caerá. Pongamos el caso de Marvel’s Agents of SHIELD, que no empezó mal pero que ha continuado en línea plana sin desarrollarse o mejorar, o de Trophy Wife que va dando bandazos irregulares sosteniéndose en sus actores. De momento están ambas en “A lo largo de la semana” pero en cualquier momento pueden caer a una de las inferiores. Por contra Brooklyn Nine Nine y Back in the Game, por un lado, y Sleepy Hollow, por el otro, han logrado asentarse e incluso, en el caso de las comedias, ir mejorando. Lamentablemente Sleepy Hollow no ha logrado mantener el magnífico tono del piloto —algo no necesariamente ligado a la duración, también a Utopia le pasó con la mitad de episodios— pero sí continúa con un tono y aproximación irreprochable a las series de temática sobrenatural loca, entre Expedientes X y la propia Sobrenatural.

Se nota más, sin embargo, el cambio en las series continuas: Arrow está en mejor forma que SHIELD mientras que Person of Interest, que tuvo una muy buena segunda temporada, anda por su tercera como pollo sin cabeza. Es curioso cómo hay series, como Sons of Anarchy, que tienen altibajos, mientras otras como Justified o The Good Wife logran ir a mejor con cada capítulo que pasa.

[Edito: Como si respondieran a esta frase, en The Good Wife emitieron ayer Hitting the fan, uno de los mejores capítulos de serie, de cualquier serie, emitidos este año. ]

El problema está en, una vez caída la categoría —o, incluso, empezando en ella— ¿cómo lograr subir de nuevo? Teóricamente un cambio de calidad supondrá que, en el momento del visionado, ascienda en el esquema de carpetas. Pero… ¿cómo enterarnos en aquellas series que han sido desechadas? No parece descabellado suponer que, de la misma manera que una obra puede empezar con fuerza una temporada, pueda ganar fuerza según avancen los episodios.

En mi caso, con tanto que ver, resulta complicada la repesca. Por suerte recurro a lo mismo que todo el mundo: Lo que opinan los demás. Por mucho que parezca diseñado mi sistema —y gran parte de mis maneras de consumo cultural— para ser autosuficiente, la verdad es que siempre habrá productos que se saldrán, bien por no poder abarcarlos o por haberlos dado por perdidos cuando aún tenían cosas que demostrar. Por suerte hay un grupo de gente de cuyo criterio me fío, además de las clásicas valoraciones de medios on line e incluso en papel, de los que ya no me fío tanto. Con eso y con todo mi tiempo es limitado, pero espero algún día poder verme Parks & Recreation tras haberla abandonado al final de su espantosa primera temporada.

Si esto me pasa a mí, que no paro, no puedo más que imaginarme la opresión que puede significar toda esta oferta para gente con su tiempo de ocio más reducido. No digamos ya a aquellos que deciden esperar a otra persona o personas para ver alguna creación determinada.

Y luego están los gustos.

Yo sé lo que me gusta a mí, fuera de valoraciones externas sobre la calidad de una producción o su construcción, y precisamente por ello defiendo en diferentes niveles lo que consumo. Igual que no se me ocurre decir es malo pero te ríes, tampoco me veo algo porque todo el mundo dice que es bueno. Incluso cuando he visto algo cuya valoración global es negativa —pongamos que Smash o GLEE! — o cuando he soportado auténticas temporadas de mierda — y aquí me vale desde Smallville a Sons of Anarchy, pasando por Supernatural, por poner sólo ejemplos recientes— lo importante es preguntarme por qué lo estoy viendo y si merece la pena seguir con ello.

De la misma manera sé que series que a mí me apasionan, como Sleepy Hollow, Bate Motel o Pretty Little Liars, pueden no gustar a un público generalista al que es más sencillo recomendar The Americans… ¡Incluso Brooklyn Nine Nine puede ser demasiado para ese público, igual que lo era antes Psych!

Al final lo único que puedo decir sobre el problema del exceso de material para visionado son dos cosas.

Primero: Que no es algo nuevo. Siempre ha habido mucho que ver y muy poco tiempo. Obviamente, cuantos más canales y posibilidades más opciones. Es algo tan acumulativo como el estudio de la Historia en todas sus variantes, tanto las historias históricas como los aspectos histórico/ político/ social/ cultural/ etc de las mismas. Pero que ahora haya mucho no significa que antes no hubiera, sino que eran menos.

Segundo: Que cada cuál debe tejer su propia red de afinidades que le permita estar informado y, a la vez, juzgando de manera crítica el material que estás consumiendo. Si tienes poco tiempo más vale que haya una buena razón para que veas un producto que no te gusta, aunque sea sólo complacer a mi pareja.

Así que, al próximo que me venga a decir nada de lo que ve y deja de ver, ya sabe lo que le espera: reflexión crítica, desarrollo de afinidades —y examen crítico de lo que le gusta y por qué a ellos, algo que puede ser útil para recomendarles recíprocamente— y, sobre todo, probar sin miedo.

Eso, y pretender que la gente se lea todos los textos y no sólo los resúmenes o notas, es lo que hace que me moleste en escribir algo sobre cada piloto. Y, más importante aún, que decidiera no establecer valoraciones generales reducidas.

De nada.


Conclusivo Doctorismo Tennantiano Russell Davisiesco

El final de la temporada anterior había terminado por todo lo alto tanto por el enfrentamiento contra el Master como por el éxito de público y crítica que arrastraban. Y justo a continuación estaba el especial navideño Voyage Of The Damned que prometía ser todo un acontecimiento.

Pero antes de llegar allí hubo una pequeña parada que estaba completamente en continuidad. De nuevo Children in need pedía ayuda a Doctor Who y este respondía con una pequeña creación que, por decisión de Russell T. Davies estaría en continuidad hasta el punto de enlazar el final de la temporada anterior con el inicio del especial navideño. La salida de Martha Jones de la TARDIS llevaría al Doctor a tocar donde no debía y causa un choque temporal con, nada menos que, la TARDIS del Quinto Doctor, haciendo que ambos compartieran espacio. Es decir: Time Crash

RTD no acababa de tenerlo claro, pero llevaba mucho tiempo evitando incluir a uno de los antiguos Doctores —aunque hubieran aparecido ilustrados en Human nature— y acabó decidiendo que este especial dentro de continuidad pero fuera de la serie y de duración extremadamente corta era la mejor forma de lograrlo. Confió el proyecto en Steven Moffat mientras él se dedicaba al especial Navideño. Así que se llevaron a Peter Davidson, siempre dispuesto, explicando que el Doctor había envejecido al ser apartado de su corriente temporal por la fuerza y realizaron el viejo ritual de que los Doctores se criticaran entre sí —y a alguna encarnación intermedia también, que el Décimo le dice al Quinto que le gusta porque no estaba siempre tratando de parece mayor y cascarrabias e importante como haces cuando eres joven — y jugaran con las paradojas temporales.

El especial fue un éxito y sirvió para reforzar la idea de una continuidad entre la serie antigua y la moderna, además, claro, de presentar el punto de partida del especial navideño, con la TARDIS chocando contra el TITANIC.

Voyage Of The Damned era una historia superespectacular, con un crucero de lujo espacial que había viajado en el tiempo para visitar Inglaterra en Navidad y que funcionaba no sólo como un ejemplo de historia de intriga, también como un enorme espectáculo de catástrofes. Además, la presencia de Kylie Minogue sirvió para potenciar más aún la apariencia de enorme evento y para que RTD decidiera hacer aún más claros sus homenajes a Halo Jones. No se consiguió, sin embargo, que el papel de capitán de la nave la interpretara Dennis Hopper como RTD quería al principio para lograr un reparto aún más espectacular. Tampoco un cameo del Príncipe Carlos. Aunque sí lograron algo más de una hora de emisión, en total tendrían 70 minutos para la aventura.

El resultado se convirtió en un auténtico éxito de audiencias, 13,3 millones de espectadores vieron el capítulo en directo convirtiéndose en la segunda emisión más vista de Doctor Who desde que una huelga de al ITV dejó a la BBC sin competencia en 1979 durante la emisión de City of Death, y además se convirtió en el capítulo de Doctor Who que mejor puesto conseguía en las audiencias semanales quedando como segundo programa más visto de la semana superando por mucho el quinto puesto que The Ark In Space había logrado en 1975. Así que esto lo confirmaba oficialmente, el Doctor Who había recuperado los niveles de popularidad de la primera mitad de la etapa Baker.

El inicio de la siguiente temporada en abril de 2008 nos trajo un regreso entre las acompañantes del Doctor. Regresaba Catherine Tate gracias a una serie de extrañas carambolas. Tras tres temporada en la serie el propio Davies se daba cuenta de que dos acompañantes seguidas enamoradas del Doctor podían desvirtuar la idea misma de acompañante, si además las dos eran mujeres jóvenes se creaba una pauta peligrosa. De manera que pensó en incluir a una mujer de más edad, una persona con un aspecto corriente, que sólo quisiera ser amiga del Doctor, una mujer llamada Penny Carter —sí, otra referencia a Marvel— cuyo modelo sería la Donna Noble de Catherine Tate. Salvo que cuando Tate se enteró de que RTD estaba interesado en traerla de vuelta para el final de la siguiente temporada ella manifestó su interés en regresar no como un cameo sino por al menos un año a la serie. ¿Y quién quiere tener una imitación pudiendo tener el original?

Partners in crime nos presenta a Donna habiéndose arrepentido enormemente de no haber aceptado la proposición del Doctor, algo que trata de arreglar investigando cualquier asunto extraño que se ponga a la vista. La idea de que quiera irse con el Doctor no se nos presenta como ganas de pasar tiempo con él, no es enamoramiento, lo que busca es la aventura, la posibilidad de viajar en el tiempo y el espacio, eso es lo que ella quiera y no se queda mustia a esperar que él regrese, como mujer moderna que es decide ponerse en marcha y buscarle activamente, comportándose como una moderna Sarah Jane Smith.

Pero el Doctor no aparece con ella desde el principio. Al principio él aparece emparejado con una periodista de investigación llamada… Penny Carter. Sí, RTD juega a confundir y a mostrar las dos posibilidades, hasta que el Doctor se reencuentra con Donna.

Los villanos generales serán una nueva creación, monísima por cierto, los Adiposes, extraterrestres creados a partir de —en principio— grasa, y cuidados por una niñera extraterrestre, Mrs. Foster, que les permitía una mezcla de parodia y homenaje a Mary Poppins. La imagen de los bichos fue rápidamente explotada por el departamento de mercadotécnia de la BBC que estaba exultante con el éxito de Doctor Who.

Eso no evitó algún problema grave. Como la imposibilidad de contar de nuevo con Howard Attfield para interpretar el papel de Geoff Nobel, el padre de Donna, como en The Runaway Bride. Sin embargo Attfield había desarrollado desde entonces un cáncer que estaba avanzando sin remisión. En principio se consideró la posibilidad de rodar todas sus escenas de la temporada de una vez. Incluyendo su muerte, que estaba prevista para transformar a Donna en alguien más duro. Sin embargo la salud del actor empeoró rápidamente , incluyendo una pierna rota, que hizo que el actor quedara definitivamente fuera de las posibilidades. De modo que RTD decidió incluir la muerte de su padre entre lo que había sucedido en la vida de Donna desde la última vez que vio al Doctor, su puesto en la vida de Donna lo ocuparía un personaje pensado para Penny Carter, su abuelo. De manera que renombraron el nombre del personaje de Bernard Cribbins en Voyage Of The Damned como Wilfrid Mott el abuelo materno de Donna. Además, el episodio se dedicaría a la memoria de Howard Attfield que fallecería finalmente durante su postproducción.

Como de costumbre RTD aprovechó para enviar al pasado al Doctor y su nueva acompañante, a Pompeya en el caso de The Fires Of Pompeii aprovechando los sets que la BBC había construido para la serie Roma, para los que se lo había llevado a los estudios Cinecittà marcando la primera salida de UK para grabar desde que en 1985 estuvieron en Sevilla con The Two Doctors. Esto y su reparto, que incluía a Karen Gillian y Peter Capaldi, sería lo más destacado.

Y del pasado al futuro y las estrellas. Con Planet of the Ood no sólo se seguía la vieja idea de Davies, además ofrecía una posibilidad para recuperar a los Ood. Keith Temple había visto las posibilidades que The Impossible Planet / The Satan Pit tenía y explicaba no sólo la historia de los Ood sino, Donna Noble mediante, la relación que el Doctor tenía con esos extraterrestres esclavizados y sumisos a los que no se parecía. No sólo demostraba el valor de Donna y su distinta relación con el Doctor, también la importancia de la reflexión de las acciones del mismo y cómo sus movimientos podrían ser distintos y aún mejores. Como una acción invertida, una respuesta a las críticas que sus palabras a Martha Jones habían causado, aquí el Doctor debe ser consciente de su colonialismo y su racismo, de como encuentra natural y no interviene al ver a gente que puede no ser Time Lord pero sí parecida en aspecto someter a otras razas.

Mientras tanto tres cosas se produjeron a la vez: La espalda de David Tennant, que llevaba tiempo molestándole, había empeorado y él no se veía capaz de realizar muchas más acrobacias, además, sentía que tres temporadas en Doctor Who eran suficientes. De manera que había aceptado interpretar a Hamlet para la Royal Shakespeare Company. De modo que al anuncio de que la BBC renovaba la serie otra temporada más lo acompañaba que en 2009 no habría serie propiamente dicha sino una serie de especiales. Además, se abría la posibilidad de que un cada vez más ocupado y repartido Russell T. Davies se fuera también. Y el productor asociado Phil Collinson había decidido tomarse también un tiempo. Parecía que un cambio de ciclo llegaba de nuevo a la serie.

Pero mientras esto se discutía Russell T Davies decidía que de The Two Doctors se podía sacar más que los viajes fuera del país y decidía recuperar para la televisión tras más de veinte años a los Sontaran en el capítulo doble The Sontaran Stratagem / The Poison Sky. Pero no acababan ahí los regresos porque pensando en el final de temporada, y tras el cameo de Pipper en Partners in crime y un segundo aquí, había decidido que Martha Jones apareciera una vez más tras recuperarla para tres episodios de Torchwood. Dada la actual ocupación de Martha trabajando para UNIT esto permitía recuperar el entorno de las primeras apariciones de los Sontaran en la etapa del Tercer Doctor. Al final del episodio Martha seguiría en la TARDIS por uno de los clásicos errores que les llevarían al futuro.

En el que Stephen Greenhorn había guionizado, tras The Lazarus Experiment, celebraba el capítulo 50 de la nueva serie con The Doctor’s Daughter, presentando a una hija del Doctor. Y, mejor aún, tras mucho buscar sería interpretada por Georgia Moffett, hija de Peter Davison, el quinto Doctor, y que tras este capítulo empezaría a salir con David Tennant.

El siguiente episodio regresaría a la idea del Murder Mystery con más fuerza que nunca al hacerlo no sólo histórico sino, además, con un famoso participante, en este caso famosa porque en The Unicorn And The Wasp contarían con la mismísima Agatha Christie. En el periodo en que se encontraba desaparecida. Lamentablemente sería Gareth Roberts, responsable de The Shakespeare Code el elegido con lo que a trama sería por lo demás bastante rutinaria con intentos de comedia trufado de innumerables referencias a la obra de La Reina del Crimen. Eso y a Cluedo, no la película de Jonathan Lynn, lamentablemente, sino el juego de mesa.

Por fortuna para la próxima historia estaba previsto un episodio doble guionizado por Steven Moffat Silence In The Library / Forest Of The Dead. Aún una gran historia, aunque repitiera de nuevo el tema de los miedos infantiles. En este episodio doble se presentaría, además, un personaje muy especial que aseguraría haber conocido antes en su vida al Doctor, pese a que él no la reconozca. Se trata de River Song, interpretada por Alex Kingston, y que pronto lograría la atención de los seguidores de la serie. Debido a que tras la emisión del primero de los dos capítulos se emitiría una comunicación en la que la BBC anunciaba la marcha de Russell T. Davies —además de la de Julie Gardner y Phil Collinson— tras los especiales y su sustitución como jefe de guionistas y productor por Steven Moffat.

Los siguientes dos episodios estaban pensados para aprovechar al máximo el tiempo. Pero en lugar de centrarse en otros personajes creando un capítulo bajo en Doctor decidieron separar a cada uno de ellos con un capítulo propio. En el primero, Midnight, Donna se quedaría disfrutando de las instalaciones de un hotel mientras el Doctor se encontraba metido en mitad de una excursión organizada que iba mal, con un montón de personajes nuevos y una suerte de variación de los clásicos Murder Mysteries que habían estado acompañando la nueva serie. Por su parte Turn Left servía para ofrecer una historia de mundos alternativos con Donna como personaje principal en un mundo en el que nunca había llegado a conocer al Doctor por primera vez. Este último episodio servía, además, para traer de vuelta una vez más a Billie Pipper como Rose Tyler.

El anuncio de la marcha de RTD y la rutina de estos últimos capítulos, correctos pero con un aire a ya visto ciertamente preocupante, junto con el aviso de que en este final de temporada íbamos a volver a encontrarnos con Pipper y Agyeman repitiendo sus papeles así como con la aparición de personajes de las otras series de la familia y con todo tipo de miradas al pasado más reciente de la serie, incluyendo una última aparición para Penelope Wilton como Harriet Jones, ahora caída en desgracia tras el más que discutible uso del Doctor de los rumores en The Christmas Invasion tirando por tierra una carrera que él mismo había declarado próspera y muy beneficiosa para la Tierra. En conjunto se notaban las múltiples reescrituras, un cierto aliento faraónico en el proyecto y un descontrol en su marysueismo que llegaba a su más loco final con Rose logrando su propio Doctor.

Un final agridulce para la serie especialmente por lo que esperaba al personaje de Donna Noble, la persona que más había hecho dudar, pensar y evolucionar al Doctor, indudablemente la mejor de sus acompañantes en esta nueva tanda de episodios, y aquella que terminaba con el destino más cruel.

Usar todo esto para recuperar a Davros tras un par de menciones y traer a los Daleks de regreso parecía poco menos que innecerario. Un final con mucha gente diciendo adiós de una u otra manera que siendo menos redondo que los anteriores finales de temporada sí logró convertirse en todo un suceso logrando por primera vez con su último episodio, emitido la primera semana de julio de 2008, que Doctor Who fuera el programa más visto de su semana. La fórmula de RTD se estaba gastando y aún quedaban los especiales, pero la audiencia estaba respondiendo bien y el programa se encontraba en su mejor momento.

Los cuatro especiales comenzarían bien en The Next Doctor con una aparición del gran David Morrissey en el ya tradicional especial navideño. Ese año para Childreen in need se habían limitado a hacer un concierto así que el final de la temporada llevaba hasta este episodios directamente, y lo hacía jugando tanto con las expectativas de la audiencia de un nuevo Doctor —usando a Morrissey, habitual candidato en las rumorologías para el puesto de Doctor, bien conocido y que había coprotagonizado con Tennant Blackpool años antes— y mezclando referencias internas a Human nature. La aparición de un gigantesco Cybermen steampunk también ayudaba y puede tratarse con facilidad del mejor de los cuatro especiales.

Le seguiría Planet Of The Dead, un episodio de relleno con muchos puntos en común con Midnight y la presentación de Lady Christina de Souza, una ladrona de guante blanco que se supone debemos creer que que podría llegar a ser acompañante. La idea general era poder tener un especial cada tres meses aproximadamente de manera que tras la emisión en navidades de 2008 de The Next Doctor no hubiera una brecha de tiempo demasiado grande, de manera que este especial debía estar para marzo/abril y se basaría más en los efectos especiales de The Mill.

El siguiente especial iría para noviembre de 2009, The Waters Of Mars serviría para recordarnos a los Ice Warriors sin sacarlos en pantalla, para presentar un futuro a plazo medio que estaría aún parecido al nuestro pero más evolucionado, para discutir sobre los puntos fijos en el tiempo. Lindsay Duncan hacía magníficamente de la comandante de la misión, Adelaide Brooke, con un Doctor que iba saliéndose progresivamente de personaje según avanza la trama y un final absolutamente increíble conociendo al personaje.

Pero todo fuera por llevar a The End Of Time, auténtico final de etapa como demuestran unas tomas al final de la historia en los que el Doctor visita a todos sus amigos y asociados de relevancia. Con un sentimiento de nuevode unión y repaso a todo lo que signifcó esa etapa incluyendo una última aparición de el Master y algunas indicaciones sobre la Guerra del Tiempo.

Quizá le hubiera llegado el momento a la Etapa Davies y estuviéramos ante un más que necesario cambio de época, pero en ningún caso se nos puede olvidar la gente que hizo posible este regreso y lo bueno que había sido en un principio. Habrá que ver cómo harían que siguiera a partir de esta regeneración.


Experiencias Esper Stadie Cable Utilizantes

El matrimonio de Dwain Esper y Hildergarde Stadie es uno de los asuntos que más vienen a mi cabeza ante los desesperados intentos de los canales de cable de encontrar nuevas formas de lograr audiencia.

Esper y Stadie se conocieron a finales de la década de los ’10 y para 1920 ya se habían casado. Él era un próspero constructor, ella una mujer creativa. Juntos tuvieron dos niños y, a continuación del Crack de 1929, también varios deudores, uno de los cuales les tuvo que pagar con su propiedad, un laboratorio de película. Ahí fue cuando a Esper se le ocurrió dar al salto al mundo del cine, acompañado por su mujer. Ella escribiría los guiones, él dirigiría las películas, él se encargaría de la distribución y ella de los trámites administrativos; es decir, a pelearse con la Motion Picture Producers and Distributors of America (MPPDA) y el famoso Código Hays que su presidente, William H. Hays, había instaurado.

La forma en que decidieron arrojarse al mundo del cine fue buscando las vueltas al código para proporcionar un entretenimiento sensacionalista que se colara por los resquicios del Código. Mostrarían películas sobre los peligros y problemas de diversas lacras, llenos de imágenes explícitas y chocantes, todo desde el escudo de lo educativo.

Desde la primera película, antes habían hecho un corto sobre los fumaderos de opio de Egipto, llamada The Seventh Commandment (1932) y que fue considerada por Joseph Breen, director del Production Code Administration entre 1934 y 1954, como “La película más meticulosamente vil y desagradable que jamás he visto”; lamentablemente la película está ahora desparecida pero quedan las opiniones sobre ella y algunos comentarios en prensa y libros —Sin ir muy lejos, en Hollywood Babilonia y otras fuentes documentadas por Eric Schaefer para su libro Bold! Daring! Shocking! — hablan de esta obra que pretendía educar sobre la necesidad de higiene sexual y los peligros del adulterio hablando de una mujer que pillaba sífilis y se la pegaba a su marido. Entre las imágenes presentadas estaba un primer plano de la enfermedad avanzada o una cesárea realizada a una moribunda. Algunos críticos señalaban la inclusión de material ajeno introducido bien por su valor revulsivo o por reforzar el flojo e inepto propio.

La ineptitud de Esper como realizador se sumaba a los delirantes guiones de Stadie, algunos de los cuales tienen trazas autobiográficas, como el de su siguiente obra, Narcotic (1933), denuncia de los males de las drogas en general y el opio en particular, basado en parte en el tío de Hildegarde que había viajado con ella por todo Estados Unidos vendiendo un bebedizo milagroso, el Tiger Fat, para el que empleaba cuando aún no era ni adolescente a su propia sobrina, desnuda y con una serpiente enroscada en su cuerpecito. Unos antecedentes que ayudarían al matrimonio a decidirse por una vida nómada.

Dada la general incompetencia de Dwain para dirigir y lo escabroso de los temas, no digamos ya la tendencia a coger material de otras películas e insertarlas en las propias, pronto se quedaron fuera de los circuitos tradicionales. No solo las grandes cadenas de cines no proyectaban sus películas, también muchas de la de la serie B las rechazaban. Pero no todos los cines de América tenían acceso a las novedades de Serie A, ni a sus reposiciones, ni a las de serie B siquiera. Cuanto más apartadas las poblaciones o más restringido el negocio del espectáculo en ellas, más fácil le resultaba a Esper y Stadie llegar a acuerdos para promocionar y exhibir sus espectáculos educativos en ellas. Luego, una vez llegados al cine, lo convertían en un espectáculo, llenaban de carteles y artículos promocionales las marquesinas, sacaban anunciadores para avisar a la gente de lo que podían ver dentro y lo bien que haría por su salud y moral como si estuvieran en una feria —con las que, en ocasiones, colaboraban como un espectáculo más— y usaban reclamos como un cadáver momificado para hacerse notar. Y vaya si lo hacían: en ocasiones tenían que salir corriendo del pueblo con lo puesto al actuar en comunidades puritanas o chocar contra alguna mafia local. De ahí que Dwain Esper decidiera usar por sobrenombre King of the Celluloid Gypsies , El Rey de los Gitanos del Celuloide.

Sus contribuciones, además de estas locas presentaciones y representaciones que les ocuparon durante todo los años treinta antecediendo a otros grandes como William Castle o Roger Corman y a las películas de medianoche y otros modelos de exhibición contracultural de los años setenta, fueron un puñado de películas propias y ajenas. A las ya mentadas se añaden Maniac (1934) —que según el caso podía llamarse Sex Maniac— como catálogo de problemas mentales, los films de educación sexual Modern Motherhood (1934) y el corto How to Undress in Front of Your Husband (1937) o How to Take a Bath (1937), además de la nueva denuncia de las drogas Marihuana (1936) y de los peligros del sexo desenfrenado en Sex Madness (1938). A los que unían adaptaciones de películas extranjeras. Así podía convertir la película sueca Sången om den eldröda blomman (1934) en la mucho más educativa merced a sus insertos Man’s Way with Women (1935) o remontar Tell Your Children (1934), cinta sobre los peligros de la marihuana, en la magnífica locura que es Reefer Madness (1938), con una trama criminal añadida absolutamente indescriptible. No contento con lo cuál compró una cinta italiana que adaptaba el Infierno de Dante, le añadió planos de desnudos frontales femeninos, adaptó un poco la historia narrada y sacó Hell-A-Vision (1936).

La llegada de la Segunda Guerra Mundial paralizó sus trabajos, aunque pudieron regresar a la sífilis en No Greater Sin (1939) y hacer un inesperado exploit sobre la guerra en Horrors of War, que unía clips de noticiarios sobre la primera guerra mundial con algunas imágenes de heridos y muertos para sazonarlo. Aunque aún les daría tiempo de trabajar juntos en Curse of the Ubangi (1946), conocido en los mercados españoles como La maldición Ubangi, una obra de aventuras con pretensiones de ser educativa sobre lo desconocido del África negra con lo que parecen nativos de Brooklyn, que parece reciclar trozos de otras películas usando una narración sobre la superstición en esas culturas como excusa. Hasta llegar al combo The Strange Love Life of Adolf Hitler (1948) o Slaves of Stalin (1948) que fueron teniendo distintos nombres, el primero siendo más conocido como Will It Happen Again?, en el que trataban de denunciar al público las atrocidades de nazis y comunistas, sobre todo las más… picantes.

Y esa entre las más conocidas, que aún hay cosas apareciendo, como Bo-Ru, The Ape Boy, un documental de poco más de media hora fechado a mediados de los treinta con un documental sobre un chico criado por monos que especulaba sobre la posibilidad de que fuera el resultado de una hibridación de humanos y primates, y de la que se sospecha que fuera el acompañamiento de alguna atracción de feria. O como antecedente de la película Angkor o Forbidden Adventure in Angkor (1935 a ’37, según fuentes) producida por él y vendida como documental a partir de metraje encontrado —el famoso found footage — que pretendía revelar de aventuras selváticas y, en realidad, se entretenía con mujeres semidesnudas y hombres en traje de gorila.

Quizá su mayor éxito fue adquirir en los años ’40 los derechos de La parada de los monstruos (1932), Freaks en el original, de manos de MGM. Aunque en su estudio original no encontraban nada útil o valioso en la obra Esper corto, unió, recortó y movió para exhibirlo como un estudio de atrocidades en sus espectáculos por el país.

Para cuando en los años ’50 se pusieron de nuevo a cargar contra este tipo de explotaciones, el matrimonio de Esper y Stadie había logrado reunir dinero y decidieron pasar a otras ocupaciones.

Sus obras, sin embargo, sobrevivieron. A finales de los ’60 se redescubrió Reefer Madness y fue convertida en todo un clásico de culto de las fiestas universitarias hasta acabar siendo convertida en 2001 en musical, luego llevado de nuevo al cine. Esper no vería ni un dolar de este rescate por haber olvidado renovar sus derechos de autor, pero habiendo sido él mismo un experto en aprovechar las debilidades de los derechos de autor no se lo tomó a mal al considerar que restauraría su nombre y haría que el público se acordara de él . Un camino similar al que vio cuando se recuperó Maniac como antecedente de un cierto tipo de cine de terror. Hoy su forma de rodar, su morro legendario y su labor pionera es extensamente conocida y acreditada, desde antes incluso de la muerte de Dwain Esper en 1982 o de su mujer Hildegarde Stadie en 1993.

Quizá algo más de ellos haya quedado. Hablaba el otro día en los Pilotos Deathmatch que viendo Masters of Sex me acordaba de estas películas y cortos que, con la excusa de la educación en la higiene sexual o la educación en culturas remotas en el espacio, pero también en el tiempo, aprovechaban para colar lo mismo que hace casi 80 años.

Pero no sólo eso, no sólo los temas tratados; también los canales de distribución son alternativos. Las grandes networks americanas no pueden permitirse emitir ese tipo de temáticas, sobre todo con el control de la Federal Communications Commission o FCC, sobre sus contenidos, de manera que las alternativas en Cable, Básico o Premium, lo aprovechan siguiendo el mismo principio. Temas morbosos, sensacionalismo y pretensión de seriedad.

Si las series están llenas de estos ejemplos, serán los realities los que lleven al máximo esta idea, la multiplicación de espacios divulgativos en canales culturales que presentan como documental lo que no es sino explotación. De Amish Mafia a Cuerpos Embarazosos y de Ancient Aliens a Duck Dinasty, las situaciones en las que se trata de dar un barniz de respetibilidad a lo que no es más que explotación afloran y se desarrollan.

Además, las diferentes broncas y artículos subsiguientes, los comentarios que polarizan internet, las diferentes situaciones que llevan los momentos más controvertidos a convertirse en auténticos virales, tienen también algo de esos trucos publicitarios y esas polémicas que obligaban al matrimonio lo mismo a dar servicio a decenas de espectadores que a salir corriendo de la ciudad.

En realidad no ha habido tanta variación; no de lo que se produce sino de lo que hace que el público se interese. De ahí el sexo y la violencia en las producciones para cable, de modo que lo que ahora tenemos no dejan de ser herederos directos de lo que ya nos ofrecían Esper y Stadie. Aunque quizá podríamos usar algunos trajes de gorila más.


Décimo Doctor Tennant Iniciativo Estableciente

Lo bueno de que un actor avise con mucho tiempo de que se marcha es que permite ir pensando en un sustituto. Y en este caso incluso trabajar con él.

Salido de la Royal Shakespeare Company tras formarse durante años, David Tennant había conocido una reciente popularidad al encadenar no ya papeles en los escenarios protagonizando versiones de Romeo y Juilieta o Hamlet, sino una serie de proyectos para televisión de gran éxito, empezando por la serie negro-musical Blackpool, en la que competía con David Morrissey, y Casanova, en la que interpretaba al célebre conquistador, siendo el creador de esta última Russell T. Davies en persona. Durante la grabación de su siguiente trabajo —nada menos que un remake de The Quatermass Experiment— se acabó de cerrar su contratación. Tennant, que había sido fan de la serie desde pequeño, estaba entusiasmado.

Sin embargo, y tras esa breve coda a la temporada de Eccleston, no empezaría a interpretarle en la siguiente temporada sino en dos especiales anteriores. El primero de los cuales fue un nuevo ejemplo de los especiales cómicos, en esta ocasión para Children in Need sin nombre, por decisión expresa de RTD al que no le acababa de hacer mucha gracia realizar una pieza cómica, así que cuando le permitieron rodar un segmento que uniría el final de la anterior temporada ya emitida junto con su continuación decidió aceptar pero no darle un nombre oficial, extraoficialmente se dirigiría a él como Pudsey Cutaway por la mascota de Children in Need y el antiguo Dalek Cutaway que funcionó como título alternativo de Mission To The Unknown, sin embargo este especial acabaría tomando el nombre alternativo de Born Again, narrando los primeros minutos tras la regeneración:

Y, a continuación, en el primero de los especiales navideños que pasaría a tener la serie. The Christmas Invasion. Porque RTD había decidido que ya que se haría y emitiría el día de Navidad lo mejor era que también transcurriera en esa fecha. Además, la duración extra de una hora requería una amenaza globlal, aunque finalmente no se presentaran las imágenes del resto del globo sufriendo los efectos de la invasión de los Sycorax.

Pero Russell T. Davies también sabía que sería el primer capítulo completo con Tennant como Doctor y que había que dejar claro que el cambio de Eccleston a él no sería traumático de manera que en lugar del clásico Doctor Confuso post regeneración se optó por escribir el personaje de una manera similar a la del anterior Doctor de forma que fuera la interpretación de Tennant lo que fuese variando la forma de ver el personaje. Del mismo modo, y para demostrar que estábamos aún ante la misma serie, RTD decidió reutilizar elementos de la temporada anterior. En concreto la presencia de Harriet Jones, convertida ahora en Primer Ministro así como otras pequeñas referencias —el Big Ben en reconstrucción, por ejemplo— que demostraban claramente que se trataba de un universo compartido.

Pero el éxito de la serie no sólo se había manifestado para la BBC en la idea de hacer un capítulo especial navideño, querían más y más rápido así que le pidieron a RTD que pensara en algunas maneras de crear spin off de las series. Entre las ideas barajadas dos gustaron especialmente y se empezó a trabajar para llevarlas a cabo, comenzando por usar como gancho de esa temporada múltiples menciones al Instituto Torchwood.

Para el regreso de la serie repitieron la idea de recuperar personajes de la anterior temporada. En este caso a Cassandra y el Rostro de Boe, que tenía un secreto que compartir con el Doctor, solo que una renovación temprana de la serie hizo que RTD decidiera dejarlo para más adelante. Y, ya puestos, negociar con Billie Piper para que repitiera una temporada más como Rose. Pese a ampliar los registros de su personaje dándole posibilidades más cómicas, como en este mismo episodio, al final Piper decidiría abandonar la serie al final de temporada por lo que RTD empezó a tejer una trama que le permitiera salir. Lamentablemente la trama y los efectos especiales, que incluían a las muy preminentes Hermanas de la Plenitud empezaron a dar problemas causando retrasos en la producción que se extenderían al resto de capítulos. Empezando por el siguiente, Toth and claw, que seguía con la tradición de incorporar figuras históricas al menos una vez al año, esta vez con la Reina Victoria.

A la mala suerte con los efectos especiales, incluso con los de este capítulo pese a que The Mill ya hubiera realizado un hombre lobo para las películas de Harry Potter, se une el del guión con RTD teniendo que hacerse cargo después de que el guionista originalmente asignado no fuera capaz de cumplir con lo que le habían pedido. Claro que lo que le habían pedido incluía hombres lobo, extraterrestres y monjes luchadores además de la Reina Victoria y el guionista había decidido que sólo con lo último era ya suficiente. Originalmente rechazado tras el fracaso del guionista, la renovación por una temporada más se completó con otro especial así que RTD decidió retomar personalmente el guión para así liberar una de las historias ya previstas — The runaway bride — para que actuara como especial y así poder recuperar el retraso que arrastraban. Dentro de los guiños aprovechó para recordar las temporadas clásicas al presentar al Doctor con el nombre de James Robert McCrimmon, es decir el nombre completo de su acompañante Jamie.

Esa referencia no sería nada comparado con lo que esperaba a continuación en School Reunion, un capítulo escrito por Toby Whithouse con la esperanza de poder desarrollar desde allí uno de los spin-off de la serie. Mickey, el novio de Rose, se une al grupo de acompañantes del Doctor —convirtiéndose así en el primer miembro de una minoría racial en unirse como acompañante, un ejemplo más de la multicultaridad de la etapa RTD y una vergüenza que no se hubiera producido antes— para que investiguen un colegio en el que pasan cosas extrañas. —Algo que permitía a RTD retomar ideas de su serie Dark Season — Pero no son los únicos que los estaban investigando, porque detrás del colegio también andaba una periodista, una chica curiosa llamada… Sarah Jane Smith.

El regreso de una de las más importantes acompañantes del Doctor suponía tanto un reconocimiento a la serie clásica como la posibilidad abierta de que si funcionaba le dieran su propia serie. La idea de RTD fue hacer lo mismo que JNT había intentado en su momento, pero haciéndolo todo al revés. Es decir, no habría un especial navideño que sirviera de piloto sino un capítulo en la serie regular, a partir de ahí se presentaría de nuevo a los personajes y se buscaría que el protagonismo recayera no sobre K-9 sino sobre Sarah. El resultado fue tan bien como era de esperar y pronto se anunció que ese spin-off tendría lugar.

El siguiente episodio tendría a un personaje histórico de nuevo, traído por el guionista que mejor forma había demostrado la anterior temporada: Steven Moffat. En The girl in the fireplace incorporaría además la existencia de un autómata real, El Turco. Solo que en lugar de hacer una pieza histórica Moffat decidió hacer que fuera sobre todo sentimental. Por lo que se aproximó al trabajo del gran sentimental de Doctor Who, Paul Cornell, para tomar ejemplos de cómo debían relacionarse los personajes.

Todo lo cuál conducía hacia el primer gran punto de inflexión de la temporada: el regreso de los Cybermen. En el episodio doble Rise Of The Cybermen / The Age Of Steel se presenta una dimensión alternativa en la que el padre de Rose sigue vivo y esto está facilitando la creación de unos nuevos Cybermen, permitiendo así cambiar la continuidad ya establecida de su creación. La idea de RTD fue hacer una historia similar a la que ya habíamos visto con Pertwee en Inferno, de manera que pudiéramos ver a algunos personajes actuando de una manera completamente distinta a la habitual. El estudio doble sirve para recuperar la TARDIS Dimensional, para profundizar en el desgaste de la relación entre Mickey y Rose y la de esta con el Doctor así como con sus padres. Es casi un estudio de personajes que permite, además, recuperar al segundo gran enemigo del Doctor.

A continuación, para mantener el tono adulto pero ofrecer un estilo distinto, esta vez más cercano a Twilight Zone, llegó el episodio de Mark Gattis The Idiot’s Lantern. Pensado originalmente para tratar de una canción, su ambientación en los años ’50 le permitió finalmente cambiarlo por la aún naciente televisión.

El siguiente colaborador sería Matt Jones con un doble episodio que permitiría una reflexión más moral y un nuevo reflejo del Doctor con su herencia postcolonial. En The Impossible Planet / The Satan Pit, aunque pasaría como en esos viejos relatos de aventuras y se centraría más en una trama pensada para recordar al espectador que junto a la tierra y las estaciones espaciales también se podía viajar a los propios planetas. Además de presentarnos a los Ood.

Love & Monsters es uno de los episodios más controvertidos de la etapa de RTD, se trata de uno de esos episodios con poca presencia del Doctor que suelen usarse para contar una cosa completamente diferente. El problema en este caso es que un tono notablemente cómico y las apariciones de algunos monstruos más grotescos pueden hacer no fijarse en la auténtica naturaleza del capítulo: En Love & Monsters se nos presenta a un chico que conoció de pequeño al Doctor, que quedó tan marcado por ese encuentro que siempre ha estado siguiéndolo, cuya obsesión le llevó a conocer a otros como él, a reunirse con ellos para hablar del Doctor y, pro supuesto, cómo ese conocimiento de gente con intereses comunes acaba creando un sentimiento de comunidad que lleva pronto a otro tipo de conexiones e intimidades. La creación de una sociedad entre esos entusiastas de diferentes procedencias y trasfondos, la evolución de sus relaciones e incluso la aparición del amor es mucho más importante que la —inevitable y casi paródica— aparición del extraterrestre disfrazado de humano de turno. Algo que termina siendo resuelto por el Doctor y coronado por una imagen que puede parecer ridícula pero que es un canto al amor más allá de las apariencias o circunstancias porque el amor no es lo de fuera sino lo de dentro, en una inversión de las ideas Disney habituales.

Así que… Love & Monsters habla sobre el tan traído fenómeno fan de un modo mucho más real y racional, aquí no tenemos a unos fanes obsesionados sino a unos fanes que gracias a esa obsesión aprenden a relacionarse, habla de la sensación de comunidad, sus intrigas, rupturas y expansiones, y de cómo da igual lo que hay detrás de la pantalla porque muchas veces el alma que se derrama, sobre todo en internet, no entiende de si al otro lado de la pantalla hay incluso un perro.

La verdad es que la historia en sí era bastante evidente —el protagonista conoció al Doctor de niño, luego el Doctor desapareció, él ha estado obsesionado pero al resto parece que le da un poco igual, hasta que gracias a internet conoce a otro… ¡sólo les faltó ponerle neones!— pero parece que la existencia del humor o las decisiones de un estilo deliberadamente grotesco interrumpieron algunas otras consideraciones.

Y si esta se había llevado palos la siguiente, Fear Her, sigue aún siendo el blanco de las críticas por el más que evidente aprovechamiento de un suceso concreto —los Juegos Olímpicos de Londres 2012— para un episodio casi-embotellado que permitiera reducir el presupuesto y así tener para, por ejemplo, el bicho del episodio doble anterior. En realidad Matthew Graham, guionista del capítulo, quiso en todo momento realizar una pequeña pieza que uniera el sensacionalismo de la desaparición de niños con una aproximación más cercana a la de una historia de terror dependiente de las actuaciones más que de los efectos especiales. Pero, sobre todo, estaba previsto para producirse con facilidad como historia de relleno en caso de que alguna otra historia se cayera. Que es lo que paso con The 1920s de Stephen Fry, su excesivo precio y el apretado calendario de Fry acabaron dejándolo indefinidamente suspendido.

Pero lo más importante es que había logrado el dinero suficiente y algo de tiempo para rodar el gran final de temporada con el adiós a Rose y desarrollar hasta sus últimas consecuencias el concepto de Torchwood para poder terminar de darle la salida a su serie spin-off y para hacer todo esto usaron una confrontación entre realidades y monstruos ofreciendo por primera vez, tras muchos años de intentonas frustradas, un enfrentamiento entre los Daleks y los Cybermen con el Doctor en medio.

Sería Army Of Ghosts / Doomsday la que ofreciera un conjunto tan espectacular permitiendo explicar la salida de Rose de la serie. RTD había dado un tono de historia de amor a esta relación —y aquí podríamos discutir si era algo realmente necesario— y no quería matarla, al fin y al cabo estaba empezando a convertirse en una Mary Sue del productor y guionista pero había servido para enlazar las dos temporadas. De manera que decidió abrazar el Mary Sueismo en un final que la dejaba lejos del alcance del Doctor pero dándole un final razonablemente feliz.

Concluida la temporada quedaba aún encontrar un nuevo acompañante y realizar un especial navideño. Queriendo jugar con las expectativas sobre los acompañante, RTD colocó The Runaway Bride, el episodio desgajado, readaptado para que la presencia de Catherine Tate como Donna Noble. La reacción fue entusiasta, pero no era ella la sustituta. En realidad, de todo este episodio lo que quedaría para la tercera temporada de RTD fueron las menciones a un Mr. Saxon que ya se habían dejado caer en Love & Monsters.

Para el lanzamiento de esa nueva temporada, Smith And Jones, decide contar una historia de un hospital enviado al espacio, un cuerpo policial bastante brutal a la par que extraterrestre y una historia cercana al misterio policíaco. Y, de paso, presentar a Freema Agyeman como la doctora —o al menos estudiante de medicina— Martha Jones. Su intención no era —al menos no solo— continuar con la integración multiracial al incluir a la primera acompañante de raza negra de larga duración, aunque sí que era una de las ideas buscadas. También estaba oponer un personaje instruido y más cauto y reflexivo tras haber tenido durante dos años a Rose Tyler. De nuevo la historia familiar de la chica sería importante, aunque no tanto como con la anterior ya que Martha tendría una familia bastante más extensa.

El primer capítulo en el que las diferencias raciales quedan expuestas es, precisamente, el siguiente, The Shakespeare Code, una de esas piezas históricas con famoso que tanto le gustaban a RTD guionizada esta vez por Gareth Roberts, y en el que la posibilidad de viajar al pasado, a la inglaterra isabelina, hace que los protagonistas tengan este intercambio:



Martha Jones: ¿Estaré bien? ¿No voy a ser apresada como esclava o algo?

Doctor: ¿Por qué piensas si quiera en ello?

Martha Jones: Bueno… no soy exactamente blanca, en caso de que no te hayas dado cuenta…

Doctor: Bueno… Yo no soy exactamente humano. Simplemente compórtate como si fueras el dueño del lugar, eso siempre me funciona.





No es el único momento en el capítulo, se no muestra la variedad de gentes de la época, se habla de obras de Shakespeare o de los actores masculinos disfrazados de mujeres… La duda es si trata de idealizar la época o si realmente no son conscientes de ese racismo antiguo. Quizá el giro de la trama en el que Martha es tomada por bruja pudiera no estar influido por la raza pero sin duda lo parece.

El problema general aquí es que el Doctor se muestra ciego completamente al hecho de que él puede ser un extraterrestre, pero no sólo no lo parece sino que, además, es completamente blanco. No entremos ya en que es hombre. De manera que da por hecho una serie de cosas sin atender a que quizá si fuera de otra manera no lo tendría tan fácil. Sin contar con que sus visitas a momentos históricos del futuro y el pasado tienden a centrarse en esas civilizaciones de otros hombres blancos, pero ahí ya entraríamos en el terrenos de la elección de tramas. Al fin y al cabo con Hartnell y las decisiones educativas sí que hubo una mayor variedad.

Esa ceguera ante los problemas ajenos deja una oportunidad perdida de que el Doctor confronte el racismo, aunque quizá la idea del equipo de producción era que convertir a Martha en la Dark Lady de los poemas de Shakespeare y el episodio de la bruja era ya suficiente.

Para la siguiente aventura, Gridlock, siguen el esquema de viajar por contraste, del pasado vamos al futuro, a la New Earth de nuevo, para facilitar la sensación de continuidad entre los espectadores. Además de esto servía como homenaje a la ciencia ficción futurista y distópica que 2000 AD solía servir a sus lectores, con especial atención hacia las megacities de Juez Dredd y algún personaje del Halo Jones, entre otras. De paso aprovechaba para que no fuera solo la continuidad moderna y recuperaba a los Macra directamente desde la etapa Troughton. Y, finalmente el Rostro de Boe aparece una última vez para revelar su secreto al Doctor: No estás solo.

Sin embargo la investigación de estas palabras queda interrumpida cuando un viaje al Nueva York de la depresión les lleva a encontrarse con hombres cerdo que resultan estar al servicio de los Daleks. Quizá por variar de raza dominada, que no todo van a ser Ogrons. Daleks In Manhattan / Evolution Of The Daleks servía también para responder a los fans que desde Estados Unidos estaban recuperando el gusto por la serie. Como ya había sucedido en el pasado, la base estadounidense de seguidores era amplia y bien organizada por lo que las ocasionales referencias a su pasado servían como guiño amable ante un mercado con amplias posibilidades para hacer negocio.

The Lazarus Experiment aprovechaba la familia de Martha para entrar en una historia de ciencia ficción y científicos locos, una idea más clásica guionizada por Stephen Greenhorn y que permitía a Mark Gattis trabajar como actor en lugar de guionista. Greenhorn y Davies decidieron que tenía que ser un científico loco al estilo Marvel con el Doctor Octopus y el Duende Verde como prncipales referentes modernos, también los villanos clásicos —como los doctores Jekyll y Delambre— , y, por supuesto, tratando de no coincidir con el entonces cercano estreno de Spider-Man 3. Ya puestos a ello, se incrementa la cantidad de referencias a Mr. Harold Saxon.

Chris Chibnall, que había estado trabajando en Torchwood, tuvo su primera oportunidad de escribir un guión con 42 y lo que decidió fue hacer un murder mystery, una historia de localización aislada en la que alguien está matando al resto de habitantes, algo que el Doctor había hecho antes y que a RTD parecía gustarle. El episodio en sí es correcto, pero no logró capturar la atención del público que había logrado que Eurovisión retrasara una semana el capítulo y creara una pequeña brecha en las entregas que RTD pudiera utilizar, así como la noticia de que Martha Jones abandonaría la serie a final de año —aunque RTD se guardara mucho de explicar a dónde tenía pensado mandarla, o por qué— de modo que la aparición de una nueva acompañante parecía inminente. En el momento que Kylie Minogue confirmó que estaría en el ya confirmado siguiente especial navideño —una vez más el especial y la serie había sido renovado sin problemas y con rapidez— las expectativas se dispararon.

El serial —doble— que sí se benefició de esta publicidad fue uno de los proyectos más esperados de Davies, la adaptación de su libro favorito de The New Adventures por parte de su autor, Paul Cornell. Con Human Nature / The Family Of Blood se regresaba a la vena sentimental a la que Cornell era tan aicionado, aunque para eso tuviera que presentarse una poco probable circustancia en la que el Doctor decide disfrazarse de humano y esconder sus recuerdos. Además, la era eduardiana sí que es recogida con un racismo creíble, con Martha teniendo que fingir ser la criada de John Smith. La historia, con los elementos oscuros habituales pero impregnada de sentimientos y situaciones poco habituales para la serie, logró una gran repercusión.

Aunque no sería nada comparada con lo que vendría justo a continuación. Nada menos que el mejor de los episodios de las temporadas revividas, y uno de los mejores de toda la historia del personaje. De nuevo Steven Moffat traía el que se podría considerar plato fuerte de la temporada. Salvo que en esta ocasión era algo más. Mucho más. Algo que convenía no perderse. Ni un parpadeo.

Blink ha sido extensamente elogiado. Suele ser el capítulo que se le pone a la gente para que se enganche a la serie. Y con toda la razón del mundo. Es un capítulo con poca participación directa del Doctor, como pasó en la anterior temporada con Love & Monsters, aprovechando que la trama más personal de Human Nature le iba a tener ocupado. Así que aquí tenemos un cuento de terror, gente desconocida y viajes temporales como los principales motivos, algo que, además, permite usar las características de viajero del tiempo para algo más que cambiar los decorados y, por supuesto, dar un pequeño monónologo y explicar su punto de vista sobre el tiempo…

La gente asume que el Tiempo es una estricta progresión de causa – efecto, pero en realidad desde un punto de vista no lineal y no subjetivo es más como una gran bola de wibbly-wobbly timey-wimey… cosa.


Con este capítulo en la cartera, los aficionados a la serie pudieron multiplicar el número de interesados. —Y si estás leyendo esto y nunca has visto nada de la serie, ya sabes por dónde puedes empezar.— logrando dar un nuevo salto. Algo especialmente útil al entrar en la recta final de la serie. Pues los siguientes tres capítulos bien podrían pasar por una historia unitaria aunque la primera funcione a la vez como historia autoconclusiva y prólogo.

Utopía comienza con el Doctor llegando a gales y la aparición del Capitán Jack Harkness para liar a la TARDIS y mandarles al futuro, uno tan lejano que parece el final del propio Universo, allí conocerían al Professor Yana —magníficamente interpretado por Derek Jacobi— que estaba tratando de facilitar que la gente del planeta pudiera escapar. Pronto se va bien do que hay más que eso en Yana. Y la situación de alguien con lapsos de memoria y una criada hace que el Doctor piense que se trata de una futura encarnación suya, sin embargo la recuperación de memoria hace que las palabras del Rostro de Boe se expliquen, otro Time Lord había escapado de las Time Wars. Las voces de Delgado y Ainley se vuelven a oír en la serie porque estamos de nuevo ante The Master, decidido a regresar a nuestro planeta para seguir con sus malvados planes.

Y de ahí a The Sound Of Drums / Last Of The Time Lords con la revelación de que Mr Harold Saxon no es sino la regeneración —esta vez en la piel del enormeísimo John Simm— del Master quien, a su vez, no duda en utilizar a la familia de Martha de nuevo para sus propósitos. Pero más que eso, el Master está ahora casado, con su mujer, Lucy Saxon, convertida en un punto central. No sólo por su posición en la trama, o por el recuerdo de una relación similar a la de los Condes Scarlioni de City of Death, solo que aquí la perversión y parodia queda multiplicado. En aquella ocasión era un extraterrestre frente a dos Time Lord, el Doctor y Romana; en esta es una inversión en espejo, una deformación que tiene al Doctor y su acompañante humana, una chica obviamente enamorada de él pese a que su mente siga con Rose, en frente tenemos a otro Time Lord cuya presencia tiene subyugada a una chica humana en apariencia tan inteligente y capaz como Martha. Precisamente esto —y la presencia de Jack Harkness— es el revulsivo necesario para que martha decida por cuenta propia abandonar al Doctor. Puede que ella estuviera disfrutándolo y que no había más problemas entre ellos, pero como dueña de su destino ella decide cuándo dejarle, y ese momento es al desbaratar —una vez más— los planes del master.

Un enemigo que se pretendía inesperado —aunque era aún más improbable que las palabras del Rostro de Boe fueran a recuperar por fin a los Time Lords y Gallifrey, mucho menos a algún fan favorite como la Rani— por las veces que RTD había manifestado lo ridículo que le parecía el actor en sus apariciones en los setenta y ochenta. No hablemos ya de Eric Roberts. Lo que, en realidad, significaba que estaba buscando la forma de darle una vuelta al concepto y, de paso, justificar parte de sus acciones con ese sonido de tambores que se escondía en su cabeza.

De nuevo el Doctor terminaba sin acompañante, ya se habían recuperado a los tres grandes enemigos del mismo; Daleks, Cybermen y el Master. La implicación de RTD en múltiples proyectos había supuesto sólo una pequeña caída de calidad, y, además, ahora teníamos Blink. Doctor Who era, de nuevo, la serie a seguir.


Pilotística Deathmatchizantes Otoñal Septembresca Locurosa

Otra vez ha sido ese mes del año. Septiembre. El regreso de las series con las teóricas apuestas más importantes. El año que además logren que lo presentado sea lo más relevante va a ser un despiporre. Pero lo más importante es que eso significa una cantidad ridículamente alta de pilotos, motivo por el que logran su propio… ¡PILOTOS DEATHMATCH!

Seguimos con un año tumultuoso como tuvimos en Enero ? Febrero , Marzo ? Abril , Mayo ? Junio y Julio – Agosto . Antes de ponernos a ello, aprovecho para recordaros un par de cosas: La inclusión de vídeo suele deberse a que sea una serie especialmente buena, mala o curiosa. Podéis conseguir más información clicando en el nombre del programa, os llevará a su web oficial —y si no tiene, que ahí está la ITV, a lo más cercano que se me ocurre— y a la derecha podréis leer su procedencia: (AU), (CA), (NZ), (UK), (USA) y, por supuesto (OT).

Por cierto, llegamos en este mes a un hito. Hemos tenido este mes 39 series frente a las 30 del año pasado. Eso significa que sumados a los 216 que se habían estrenado hasta el final de agosto hemos llegado ya a 255 pilotos este año; si tenemos en cuenta que en 2012 fueron 223, podéis notar lo que la multiplicación de series ha supuesto. Muchos más candidatos compitiendo por nuestra —limitada— atención. Y precisamente por eso digo siempre…

¡Que comience la lucha!

Atlantis (UK)
A medio camino entre El Jabato y Hércules: Sus viajes legendarios, es una serie con una premisa demencial y un desarrollo de másdelomismo —además de cierto subexto gay— en el que un inicio en el mundo actual lleva a un tipo a buscar a su padre en las profundidades del océano, sólo para acabar en Atlantis junto a un batiburrillo de personas y situaciones de todo el imaginario grecolatino clásico. Y les da lo mismo reunir al Minotauro con dragones de dos cabezas porque este revoltijo les permite hacer lo que quieren. Incluyendo el tener como compañeros de aventuras —y de piso— a Hércules y Pitágoras.

Back in the game (USA)
De entre las sorpresas que uno se lleva en esto de los pilotos, una de las más agradables es cuando algo que parece másdelomismo resulta ofrecer una aproximación, si no original, al menos trabajada y con buenos actores poniéndolo en marcha. De esa manera la historia de la madre soltera —estupenda Maggie Lawson — que se hace cargo de un equipo de perdedores — baseball esta vez— mientras discute con su familia —su padre, interpretado con su habitual brillantez por James Caan — logra una inesperada segunda vida. Hay que verlo para creerlo.

Betrayal (USA)
Lo primero que uno piensa cuando está viendo esta serie es en la premisa parecida a la de Crimen perfecto: una mujer casada conoce a un hombre por el que siente una fuerte atracción; lo que ella no sabe es que él podría tener una agenda oculta, y su marido también. Salvo que cuando se empieza a desarrollar esa agenda esto empieza a pareces La Tribu de los Brady: Sara Hanley (Hannah Ware) conoce a Jack McAllister (Stuart Townsend) que es un abogado defensor. Lástima que ella esté casada con Drew Stafford (Chris Johnson), un brillante fiscal, y tenga un hijo de siete años, Oliver. Pero, claro, es que Jack también aporta su propia familia, porque está casado con Elaine (Wendy Moniz), dueña de un café y madre con él de gemelos adolescentes: Valerie (Elizabeth McLaughlin) y Victor (Braeden Lemasters), además de ser la hija de un poderoso y ominoso empresario, Thatcher Karsten (James Cromwell), al que su marido aconseja. Si creéis que a estas alturas estamos a medio camino entre un culebrón y Soap esperad a oír lo mejor, porque mientras los amantes juegan al que sí, que no, muere Lou, el cuñado de Thatcher. Asesinado. Y le echan la culpa a T.J. (Henry Thomas), que es el hijo con problemas mentales de Thatcher, hermano de Elaine y tío de… ¡Da igual! El caso es que —obviamente— Jack le defenderá en el juicio mientras que Drew le acusará. La verdad es que es más divertido de contar que de ver, sobre todo porque las cosas no acaban de funcionar del todo en este megaculebrón criminal. Qué le vamos a hacer, no todos pueden ser REEEVEEEENGEEEE.

By any means (UK)
Lo primero en lo que uno piensa al ver By any means —lo segundo, si contamos: ¿No había una serie documental con este nombre hace no tanto?— es que alguien parece haber decidido darle otra oportunidad a Hustle en un formato nuevo. Una rápida visita a los títulos de crédito nos enseña a Tony Jordan de nuevo, así que ahí tenemos la respuesta. Hustle —o ,si preferís su adaptación americana, Leverage— nos enseñaba a unos timadores que iban contra los malos; aquí tenemos a un grupo secreto que debería recordarnos a Misión Imposible pero que se acaba pareciendo a una mezcla de la citada serie con Los ángeles de Charlie. Tampoco me quejaré en voz muy alta, es realmente disfrutable como concatenación de sucesos poco probables y no muy inteligentes. Pero poco más.

The Blacklist (USA)
Dentro de la avalancha de series de este mes siempre acaba saliendo algo que merece la pena. En este caso lo que merece la pena es la actuación de James Spader en un personaje a medio camino entre Aníbal Lecter y Kingpin, un Moriarty moderno que sirve de asesor a criminales y organiza sus propios golpes hasta que decide —por motivos nada claros— aliarse con el FBI para reducir a su competencia. Y, de paso —más misterios—, pide a una agente en concreto con la que trabajar. El evidente pastiche de ideas ya conocidas, ideas que no hay que buscar muy lejos para encontrar adaptadas recientemente como el ladrón reformado que hay en, v.g., White Collar… Y, sin embargo, funciona. Funciona proque Spader está inmenso — * COF * — y logra que la acción no importe tanto como lo que nos transmite. Ahora a esperar que no se repita demasiado.

Blackout (UK)
¿No hubo una serie con este nombre el año pasado? Pues sí. Pero esto es… distinto. Me cuesta tanto llamarlo serie como negarle esa naturaleza. Comienza desde una posición hipotética, un ataque ciberterrorista sobre Londres que destruyera su suministro eléctrico. A partir de ahí esta mezcla de documental y ficcionalización loca trata de explicar lo que nos encontraríamos y cómo solucionar los distintos problemas. Imagino que a los adictos a la distopía les gustará, pero a pocos más.

Boom Town (UK)
¿Qué es esto? Preguntarse esto viendo una serie no es malo. Preguntárselo cuando has terminado de verla —o varios días después— ya es otra cosa. De nuevo un juego de formatos. Por un lado hay un reality documental, por el otro… ¿ sketches ? Es difícil de decir qué es lo que ocurre en esta extraña ciudad prefabricada que ha sido servida por gente a la que se le ha dado la posibilidad de crear una segunda identidad a su gusto. Tener una personalidad ya es difícil como para los juegos de realidad y ficción que parece proponer este… esta… esto.

Brooklyn Nine-Nine (USA)
Hay una forma sencilla de hablar de esta serie. Pero requiere conocer Barney Miller. Porque lo que tenemos aquí es una reimaginación de Barney Miller en los parámetros de Psych. Y si no lo conoces permíteme que te hable un momento: Barney Miller fue una serie que podríamos llamar el reverso cómico de Canción triste de Hill Street, un grupo de policías con sus vidas, problemas e interacciones que interactuaban entre ellos y resolvían casos, a veces. En ocasiones se ha tratado de repetir su éxito, la más reciente con The Unusuals. Pues bien, aquí tenemos a lo más exitoso que ha salido de esta aproximación, confío en que por mucho tiempo. Andy Samberg está tan excelente como insoportable en su personaje, y es difícil no pensar en el Shawn Spencer de James Roday en Psych como la versión fuera de las fuerzas del orden del personaje. Pero además tiene un buen repertorio de secundarios, casi todos ellos cómicos que además trabajan como actores, con mención especial para Andre Braugher, que hace de straight man como pocas veces se ha visto en televisión antes. Así que ésta es mi comedia favorita de entre las novedades del mes.

The Crazy Ones (USA)
Es imposible creer que esta serie tiene un guión de verdad. Salvo que imagines que el de Robin Williams está en blanco y el de los demás incluye Si puedes meter cuchara aprovecha y di. Como tal, y teniendo en cuenta que está secundado por una Sarah Michelle Gellar que cada vez es peor actriz, sólo se puede recomendar a gente que Ame de verdad a Williams. A ellos les encantará, seguro.

Dads (USA)
Es curioso como de diferente es la percepción de la gente. Si habéis escuchado algo sobre esta serie posiblemente sea que es mala. Lo es. Y puede que oigáis incluso que es la peor serie nueva en años. Y ahí ya no, que hemos sobrevivido horrores como Work it up, How to be a gentleman o Kath & Kim. Es una serie mala, incluso muy mala, pero no lo es de una forma estridente sino por puro anquilosamiento, es ante todo rancia, todo huele a viejo y podrido en su guión, desde los clichés raciales y de género que usan hasta las mismas rutinas empleadas. Y es una pena, porque —de nuevo como Kath & Kim — hay buenos actores aquí dentro, desde los protagonistas — Seth Green, Giovanni Ribisi — a sus padresPeter Riegert, Martin Mull— así que quizá sería mejor dejar que se sentaran en una mesa y hablaran antes que hacerles tratar de levantar otro de estos apolillados guiones.

Father Figure (UK)
¿Por qué? No, en serio: ¿Por qué? ¿En qué momento puede parecer buena idea que lo que hace falta es otra serie sobre un padre de familia que se dedica a sus chapuzas en casa y aunque todo el mundo le quiera por no ser un papá comandante, le dejen vivir sus días felices porque saben que un padre sabe qué es lo mejor? ¿Eh? ¡¿En serio, BBC?! Ah, que había un radioserial cómico y han decidido adaptarlo. Así que tampoco aprendieron NADA del Count Arthur Strong

The Fuzz (USA)
¿Cómo podría salir mal una serie con muppets? Pues lo consiguen. Y mira que era difícil. Pero esta serie de humor en formato corto, la propia versión para Yahoo de las del Adult Swim, sigue un acercamiento similar al de Avenue Q o Los Feebles sin lograr en ningún momento ser tan transgresora como la segunda o tan divertida como la primera. El resultado es un revoltijo de buenas intenciones que logran —pecado mortal— que una serie de diez minutos se haga eterna.

Ghost Ghirls (USA)
Por contra esta es la mejor serie del lote de Yahoo, un par de amigas investigadores psíquicas en un mundo con fantasmas y mucho más. Episodios breves pero fundamentados, el apoyo de rostros cómicos —y más, gracias a que la produce Jack Black— conocidos y unas anécdotas perfectamente desarrolladas en su breve espacio de tiempo. Además, por supuesto, de la increíble química entre sus protagonistas, Amanda Lund y Maria Blasucci. Puede ser una serie hecha casi sin medios pero logra que no te fijes en lo barato sino en lo bueno.

The Goldbergs (USA)
¡Ah, los ’80! Esta serie me hace recordar tantas cosas. Por ejemplo, la vez que los tipos de That’s ’70 show decidieron hacer un spin-off en los ’80 y se pegaron una leche, o cuando los ingleses decidieron continuar Life on Mars en Ash to ashes y casi hunden la historia… ¡¿Tan difícil es comprender que sólo por meter una ambientación temporal de los ’80 no se consigue una buena serie?! Más aún, si decides olvidarte de un guión y sustituir los chistes por Brooke Shields y clips de Karate Kid para esconder el débil esqueleto cómico lo raro es que no te pase nada peor. ¡A evitar!

The Ginge, the Geordie and the Geek (UK)
O, dicho de otra manera, Graeme Rooney, Paul Charlton y Kevin O’Loughlin. A los que habría que añadir el coguionista y director John Hoggart. Basado en sus actuaciones en festivales de comedia o de improvisación, la BBC ha decidido darles su propio programa de sketches. Y se quedan en un punto muerto. Parece que hay talento y se suceden con rapidez las situaciones, pero ninguno de los sketches logra ser lo suficiente divertido como para tener ganas de más. Tratan de recuperar las esencias de The Fast Show, pero no les acaba de salir. Una lástima.

The Guilty (UK)
Tamsin Greig es una buena actriz y esta serie de british noir, sobre la desaparición de un niño que es retomada años más tarde tras un descubrimiento fundamental, no está mal. El problema es que tampoco destaca o sobresale por nada. Es el equivalente a un libro de misterio comprado para rellenar el tiempo durante un viaje. Te mantiene ocupado sin pedirte mucha atención y como llega se va.

Hello, ladies (USA)
Stephen Merchant es un tipo agudo, un tipo divertido, y esta serie protagonizada por él para la HBO deja claro que es un traje a medida, con las peripecias de un pobre hombre en busca del amor. Situación embarazosa tras situación embarazosa, fracaso amoroso, choque inesperado, error social… bueno, os podéis hacer a la idea. Hay algo de intento de repetir el éxito de Larry David o de Louis CK en esto… salvo que no funciona. Es difícil que los personajes, empezando por el Stuart de Merchant, importen menos y todas esas situaciones embarazosas suenan a repetidas. ¿Cómo ha podido pasar algo así? Ni idea. La serie está llena de gente con talento que no logra hacerlo divertido. Le daré un par de capítulos más por ser Merchant, pero me temo que estamos ante uno de los fiascos de la temporada.

Hostages (USA)
No logro entender qué necesidad hay de hacer de esta serie algo distinto a una mini. Tampoco acabo de entender qué pinta Dylan McDermott y su cara de palo aquí dentro, en lo que podría haber sido sobre el papel un juego del gato y el ratón con un claro estilo á la 24, pero, a fuerza de forzar los tópicos, lo convierte en una de esas delirantes narraciones imposibles de Lifetime llenas de secretos y personas rotas. Toni Collette y Tate Donovan hacen lo que pueden y logran mantener un cierto interés, incluso McDermott se mueve un poco. No es que el piloto sea horrible, ni mucho menos, pero la sensación es que conviene sobre todo porque no tardará en colapsar.

Ironside (USA)
Si tuviera que ver una serie para horrorizarme de lo mala que es elegiría ésta. No sólo porque parece muy claro que han usado el título sólo porque el personaje central va en silla de ruedas, también porque carece de una redención. No es irónica, ni lo pretende, y no disfruta y abraza su chapucerismo. El resultado es una serie bastante aburrida en la que un policía furioso en silla de ruedas aparece en escenarios —no le vemos llegar ni irse— mientras unos ineptos tratan de encuadrarle de manera no muy forzada —se ve que no se les ha ocurrido verse series en las que hay personajes en silla de ruedas como, digamos, Glee — mientras desarrollan una de las historias de trasfondo más ridículas y aburridas que he visto en mucho tiempo. Llenarlo de escenas irrisorias —una orgía con máscaras, un entrenamiento con flashbacks, un policía dando una noticia desde mitad de una escalera para estar a la altura del protagonista, una escena de sexo en silla de ruedas que parece una parodia— y rematarlo con el peor final posible —no os lo desvelo porque tampoco me creeríais— tampoco ayuda. El resultado final es un quiero y no puedo, le gustaría jugar en la liga de 24 o CSI: Miami, pero no alcanza ni a Los vigilantes de la noche.

Losing it (USA)
Si alguna vez necesitáis una entrada para un Top de Peores ideas de Yahoo no se os puede olvidar este… ¿programa de entrevistas? en el que John Tío Jesse Stamos habla con famosos sobre su primera vez. Que tuvieron sexo. Con otra persona.

Lucky 7 (USA)
El original inglés, The Syndicate, no era gran cosa. Un grupo de personas gana la lotería y eso cambia sus vidas. Desde entonces la premisa no ha mejorado, ni se ha hecho más moderna, y —sorpresa, sorpresa— lo americanos no han logrado unos actores más creíbles o interesantes. Ha ganado en espectacularidad, eso sí. Pero con eso y todo sigue sin compensar lo sobado del concepto.

Marvel’s Agents of S.H.I.E.L.D. (USA)
NCISHIELD. La impresión general es positiva, y desde el piloto se puede expandir mucho el concepto y profundizar en los personajes, sin duda. Pero aunque esta serie tenga esencia de Whedon —Sea Joss, sea Jed— se nota que es un producto diseñado para arrasar agradando. Es lógico que Marvel, Disney y la ABC hayan querido minimizar los riesgos, pero eso le da un aspecto un poco prefabricado. No es mala en absoluto y algunas de las decisiones, como dejar clara la integración en el universo Marvel cinematográfico o, en un gesto muy Whedon, apostar por la diversidad y los personajes femeninos, son novedosas. Esperemos que no la caguen. —Y sí, este piloto es más como el de Firefly que el de Buffy o DollHouse. A mí me parece bien—.

MasterChef Junior (USA)
Cualquiera que lleve leyéndome el tiempo suficiente, especialmente los que leyeron el año pasado mi repaso a los programas gastronómicos, me habrá leído elogiar el MasterChef Junior australiano como uno de los tres mejores programas concurso eliminatorios de la televisión —siendo los otros dos el Top Chef USA y The Great British Bake Off de UK—. Así que esperaba su versión americana con tantas ganas como escepticismo; daba por hecho que, igual que la versión americana diluía la parte didáctica que tenía la versión australiana con el concurso adulto, se centrarían en eso también con los niños. Y así ha sido. No es un mal concurso, en absoluto, pero en el camino ha perdido eso que hacía tan interesante a la australiana. Eso sí, los “pequeños” cocinan que da gusto verlos.

Masters of Sex (USA)
¿Una cadena de cable recurriendo al sexo para vender una serie? ¡Inesperado! La historia detrás —no el informe Kinsey, que es algo más antiguo, sino los posteriores de Masters & Johnson, aunque a juzgar por el piloto piensan fingir que lo de Kinsey nunca ocurrió para hacerles más pioneros— es razonablemente interesante en lo académico, aunque decididamente aburrida en lo personal; pero como permite además usar ambientación de época, lo raro es que no se les hubiera ocurrido antes. El resumen es que, igual que las películas de Dwain Esper o esos espectáculos de feria que pretendían alertar sobre los perjuicios de una vida sexual desordenada como tapadera para ofrecer un espectáculo sensacionalista, aquí se nos habla de divulgación histórica como coartada moral para lo —irónicamente igual que en el pasado— poco que vamos a ver.

The Michael J. Fox Show (USA)
Mal. Mal, mal, mal. No se trata ya de que hayamos visto en multitud de series a Michael J. Fox regresando tras su retirada por enfermedad, comenzando por Scrubs hasta llegar a su cima en Larry David e incluyendo Rescue Me o Boston Legal entre medias, es que además en todas estas series fue usado mejor. Bien porque tenía menos papel, bien porque desarrollaba una mala baba que aquí brilla por su ausencia. Cualquier atisbo de transgresión que pudiéramos decidir creer que existía en el piloto desaparece en el episodio siguiente y lo que obtenemos es otra serie familiar más, con un Michael J. Fox procurando ser encantador pero no logrando pasar de ramplón.

Mom (USA)
Chuck Lorre reúne a dos buenas actrices para hablar de conflicto generacional o algo; en realidad es tan indistinguible de 2 Hombres y Medio que da un poco lo mismo lo que Anna Faris y Allison Janney traten de lograr, los guiones formulaicos hacen imposible salir o evolucionar. Una lástima.

Pat And Cabbage (UK)
Dos mujeres de mediana edad que no se resignan a un estilo más tradicional, un buen punto —sobre todo uno poco habitual— pero no un buen desarrollo. Es una lástima porque lo que podría haber sido una serie interesante acaba siendo una obra sencilla enfocado a los mayores.

Peaky Blinders (UK)
Una de las series que más esperaba; y es una buena serie, sin duda, aunque no tanto como yo esperaba. Pero ahí la culpa ya es mía. En cualquier caso, Cillian Murphy está magnífico como la persona fundamental en una familia de gangsters ingleses y Sam Neill no lo hace nada mal como el policía que les persigue. Pues bueno.

SAF3 (USA)
¿A quién se le puede ocurrir hacer una bastardización mezclando una serie de vigilantes de la playa con una de bomberos? ¿Y en qué momento pensaron que lo mejor era poner al frente a Dolph Lundgren? Pues a Gregory J. Bonann, que para eso es el creador de Los vigilantes de la playa y de la irrepetible Thunder in Paradise. Aquí el resultado es más predecible, para eso el juego es ofrecer una serie como si no hubieran cerrado las otras. Así que si os queréis sentir transportados al pasado…

Serangoon Road (AU)
HBO Asia y la australiana ABC ofrecen una mezcla de aventura e historia poniendo el centro de la historia en el Singapur de los ’60. A partir de ahí racismo, clasismo y conspiraciones panasiáticas, con un australiano que decide echar una mano a una viuda con un trabajo detectivesco y acaba en mitad del bajo mundo de la ciudad. Inesperadamente interesante, quizá algo lenta y a ratos demasiado ocupada en su propio exotismo, pero sin duda una apuesta a seguir.

Sleepy Hollow (USA)
Puedo decir sin tener que pensarlo que de entre todas las series de este mes con ninguna me lo he pasado tan bien como con esta. De estructura claramente explosiva e ideas absolutamente enloquecidas, la reimaginación del clásico de Washington Irvin en una historia de policías compañeros metidos en un mundo cercano al de Supernatural que se beneficia y mucho de la interpretación completamente en serio que Tom Mison, en su papel de Ichabod Crane, ejecuta con una convicción digna del mejor Adam West. Si os gusta Supernatural o las series fantásticas que no tienen miedo al exceso os lo vais a pasar en grande con esta.

Tiny Commando (USA)
Un reparto estelar para una serie corta, de nuevo Yahoo, que funciona más como Sketch que como serie en si misma. Durante una misión un Navy SEAL es miniaturizado hasta una altura de unos 10 centímetros. Quizá os parezca que diez centímetros no es mucho, en cuyo caso estáis viendo pasar la mitad de los chistes de la serie ante vuestros ojos. Por lo demás, el productor de la serie se encarga también de actuar como archienemigo contra este pequeño supersoldado que actúa ahora como mercenario o investigador ayudado por Mitzi, su asistente de tamaño normal. Como decía antes, el que el protagonista sea Zachary Levi, su ayudante Gillian Jacobs y el villano Ed Helms ayuda a seguir una serie que parece que podría funcionar mejor si tuviera más tiempo o si fuera más breve.

Trophy Wife (USA)
Otro éxito inesperado. Una serie familiar que parece parte de la modernfamilyxlotation solo que con la tercera esposa de un abogado, sus ex y los hijos de éste, más su mejor amiga. Por supuesto todo eso podría ser un desastre, pero resulta que las creadoras de la serie, Emily Halpern y Sarah Haskins, que querían ironizar sobre el concepto, tuvieron la suerte de convencer a Malin Åkerman de que su idea era burlarse de esa idea preconcebida de que una mujer más joven con un hombre mayor es solo un florero y consiguieron, además, convencer a Bradley Whitford para ser el único hombre de una serie en la que sus ex son interpretadas por Marcia Gay Harden y Michaela Watkins y la mejor amiga de la protagonista es Natalie Morales. Así que talento hay, sólo falta ya ver si son capaces de llevar la serie más allá de los terrenos familiares.

Uncle Grandpa (USA)
Peter Browngardt ha trabajado en algunas de las series de animación para jóvenes adultos más celebradas, como Flapjack o Adventure time y tuvo su propio programa en Carton Neetwork, Secret Mountain Fort Awesome, del que esta serie funciona como sustituto y spin-off. Su idea de construir los capítulos es juntar cosas extravagantes. Imagino que pensará que así todo es inesperado, novedoso y divertido. En realidad el resultado es el mismo que abrir una puerta y que se te venga encima el escaparate de un chino: Incongruente, pesado y difícil de aguantar.

We Are Men (USA)
Mala. Mala serie. Mala serie rancia. Mala serie rancia que, además, tiene a gente a la que se le podría sacar partido como Karl Penn o, sobre todo, Tony Shalhoub, pero un guión arcaico, la absoluta inanidad de su teórico protagonista, el semidesconocido Chris Smith y un Jerry O’Connell que interpreta como si le hubieran pedido que interpretara a la versión sobreactuada de Tom Cruise y se está ganando a pulso que le monten una intervención para que deje de hacer comedia, acaban de darle la puntilla.

We Need Help (USA)
Otra serie de Yahoo, otro problema de tiempos. Y aquí más divertido todavía porque logran que las excusas argumentales queden o muy cortas o muy largas. Así que se mezclan capítulos que se estiran con otros que se comprimen. Manejar el formato es un arte también y aquí no saben hacerlo. Por suerte están las protagonistas, Cheryl Hines y Rachel Harris, interpretando versiones ficcionales de si mismas: actrices cómicas medioconocidas que comparten un asistente. Aun teniendo en cuenta que los episodios se mueven entre los 7 y los 10 minutos, más le valdría a Yahoo permitir una mayor libertad en el formato para adaptarse mejor a la historia, ¡que no se le va a acabar internet!

Welcome to the family (USA)
¡Más familias! ¿Qué toca ahora? Ah, sí… Adolescentes embarazados que juntan a sus familias contrapuestas. ¡Y parecía que el buen, viejo 2009 nunca iba a volver! Mi apuesta es que los productores no tendrán que preocuparse por la legislación para rodar con bebés. Eh, ¡quizá cuando la cancelen puedan rodar un Very Special Episode!

The Wipers Times (UK)
¿Sabéis esas veces en que termino diciendo “Y por eso es necesaria la existencia de una televisión pública.”? Pues ésta es una de ellas. No es exactamente una serie, y no me refiero a que no tenga varios capítulos tanto como a que es la narración de un hecho histórico real, la creación de un periódico en las trincheras de la Primera Guerra Mundial por parte de combatientes, con un tono entre serio e irónico que le convertiría en uno de los pioneros de un género que crearía ilustres sucesores como el británico Private Eye o el francés Le Canard Enchâiné. Así, Ian Hislop y Nick Newman hablan de sátira, de periodismo, de la Primera Guerra Mundial y de camaradería, y lo hacen con un reparto de actores estupendos, con Ben Chaplin y Julian Rhind-Tutt en cabeza y un elenco de secundarios que incluye a gente como Michael Palin. Una pequeña pieza que sirve para recordar unos sucesos, animar a repetirlos y crear a la vez algo memorable. Y por eso es necesaria la existencia de una televisión pública.

The Wrong Mans (UK)
Una gran combinación con sólo algunos problemas menores. Claro que esos problemas están, una vez más, en lo complicado que es aceptar un doble acto como éste sin pensar de inmediato en otras parejas a las que hemos visto pasar antes por esto; sobre todo porque la química entre Matthew Baynton y James Corden no es tan buena como la que pudieran tener Steve Martin y John Candy o Pegg y Frost. Y eso es algo importante cuando tenemos una comedia de acción en la que dos personas —compañeros de trabajo— se mezclan en una mega conspiración. La serie está, eso sí, brillantemente rodada, se nota el dinero y el cuidado en las escenas de acción. Quién sabe, igual hasta mejora.

Con eso y con todo, las cadenas se han centrado más en recuperar series antiguas que en estrenar propuestas nuevas, lo que demuestra que cada vez confían menos en sus novedades. Habrá que ver si en lo que queda de año —incluyendo Almost Human — logran sacar algo interesante.


Recuperaciones Doctorales Ruseíasl Tedeivies Ecclestonales

El recuerdo de Doctor Who se había mantenido pese a los desastrosos resultados del telefilme gracias a su presencia en otros medios como una suerte de Universo Expandido imitando la técnica de supervivencia que había mantenido vivos a los fans, o que los fans habían usado para demostrar que seguían ahí, que Star Trek o Star Wars habían tenido que usar antes. No sólo en audio y libro, también en producciones audiovisuales secundadas por los seguidores aunque de carácter completamente extraoficial.

El interés seguía allí, solo que los directivos de la BBC parecían más interesados en vender licencias, merchandising y material de la serie original que en poner en marcha una nueva serie. Mientras tanto, los aficionados iban conspirando a sus espaldas, no solo con el trabajo de la productoras, sobre todo de Reeltime y su Wartime, Downtime y Shakedown entre otras, o Bill & Ben Video, o BBV, que estaba desarrollando series como The Strange, PROBE, Autons… También en otros puestos más inesperados.

Richard Curtis estaba montando el esquema del Comic Relief para 1999 junto a Rotwan Atkinson cuando se le ocurrió realizar una parodia de Doctor Who y encargársela al megafan y creador de Press Gang (La pandilla plumilla) Steve Moffat. De ahí nació una de las obras fundamentales del periodo de entreseries , The Curse of Fatal Death.

En ella, además de múltiples guiños a la serie clásica —por poner dos, el título es una parodia del The Deadly Assassin de la era Baker, Tersurus era el planeta en el que el Master se encontraba en esa misma historia— Moffat aprovechaba para incluir a actores que ya habían sido candidatos para la película o el telefilme como Richard E. Grant o Hugh Grant e, incluso, la tan discutida regeneración en mujer, Joanna Lumley mediante.

El éxito y la repercusión llevaron a la BBC a decidir reactivar el personaje, y lo primero fue recuperar la serie clásica a partir de los episodios de Pertwee en la misma franja que usaron para recuperar los supermarionation de Gerry Anderson. El experimento resultó fallido, atrayendo a muy poca audiencia, de manera que incluso el proyectado regreso Doctor Who 2000 quedó en suspenso. Condenando al siguiente intento a tener que realizarse fuera de televisión.

Aún teniendo en cuenta que el siguiente punto de celebración era el 40 aniversario de la serie en 2003. Lo que les llevó a pensar en el nuevo medio de comunicación de masas: Internet. La decisión inicial era buscar un público entre los seguidores que estaban en internet.

A la vez que esto se iba perfilando emergía también una segunda corriente en la BBC, la de los que pensaban, como la nueva Controller Lorraine Heggessey, que había que recuperar al personaje para el nuevo público, y para el viejo, por ser un valor seguro y establecido para la cadena. Un primer paso eran esos seriales para internet, que se usarían a la vez para comprobar la validez de la iniciativa. La idea original era sacar uno cada año pero pronto se vio que no era posible.

También se dieron cuenta que su aproximación original, una radio novela con imágenes que sirvieran como ilustración de la historia, era una completa tontería, así que pasaron a integrarlo todo de una vez y buscar la ayuda de Cosgrove Hall para que realizaran una serie de animación para internet, es decir, menos Danger Mouse y más… Flash.

Mientras tanto Heggessey se encontró con Julie Gardner, la Jefa de Drama de BBC Gales que, harta de la inacción sobre la serie, vio una oportunidad para apoyarse en las políticas de descentralización que la BBC estaba apoyando en ese momento para no tener centralizada toda su producción en Londres. De modo que se ofreció a ocuparse con su departamento de la producción de la serie que pasaría a rodarse en Cardiff.

Mientras tanto, y recuperando el concepto para el 40 aniversario, se logró crear Scream of the Shalka, suerte de serial on-line con una animación francamente mejorable y un guión algo embarullado que contaba con un Noveno Doctor al que ponía voz uno de los participantes en Curse of the Fatal Death, Richard E. Grant y en el que aparecían villanos en diversas encarnaciones como un pseudo- Master al que ponía voz Derek Jacobi. El resultado fue bastante discutido.


Scream of the Shalka Part1 por tardismedia

Pese a lo cuál, demostró el interés en nuevas aventuras del Doctor. Y también la necesidad de cuidar a los fanes antiguos. Y les convencieron de buscar a alguien que entendiera el personaje y pudiera entrar en esa idea de creador/fan que había puesto de moda Joss Whedon. Buffy sería una de las referencias a la hora de hacer la serie mientras que otras como Expedientes X o la forma de recuperar una serie con Battlestar Gallactica, y sus respectivos responsables: Chris Carter y Ronald D. Moore, quedarían como ejemplos de los que se podían tomar ideas pero cuyo tono resultaba demasiado adulto para lo que la BBC buscaba.

El problema estaba, según un documento de la división de Marketing de la BBC que cita James Chapman en su libro Inside the TARDIS, en que los años de inactividad habían cambiado la percepción de los espectadores sobre la serie:

Su legado puede ser una ayuda y un obstáculo. Por un lado, los padres pensarán que el programa será para sus hijos (dado que los padres lo veían cuando eran pequeños), pero los niños pensarán que es para sus padres (puesto que los padres conocen Doctor Who y ellos no).

Más aún, lanzar la serie en su horario tradicional de los sábados por la tarde implicaba una batalla incierta que incluía, además, los cambios en la televisión ocurridos desde finales de los ochenta, con la multiplicación de canales y accesos que había disminuido las audiencias.

Y, sobre todo, necesitaban a un responsable respetado que, además, conociera al personaje y las necesidades de una serie fantástica. El elegido —que ya se había postulado en el pasado de la BBC— fue Russell T. Davies, que había estado detrás de dos series juveniles con toques fantásticos como Dark Season y Century Falls, había ganado un BAFTA como guionista gracias a una historia especial para Children’s Ward gracias a un guión sobre pedofilia, internet y fans de Expediente X, pasando de allí a los culebrones ingleses, como Springhill y, finalmente, al éxito internacional de Queer as folk, una serie sobre las vidas de un grupo de homosexuales en Manchester que incluía en un episodio la explicación de la importancia de Doctor Who dentro de la comunidad gay británica.

Con Davies, que había escrito uno de los libros de las New Aventures de Virgin, ganaron además una persona con una visión clara de lo que el personaje necesitaba. Abrazar la continuidad sin dejar que les guiara.

Sólo quedaba un obstáculo: BBC Films, inasequible al desaliento, estaba intentado poner en marcha una película sobre el Doctor para la que habrían logrado a Paul Thomas Anderson como director en coproducción con Artissan Entertaiment. Precisamente esa condición de compartir los costes y beneficios fue lo que logró que finalmente la BBC optara por una serie y no una película. Ya podían buscar un protagonista.

Russell T. Davies, RTD, se puso a armar el equipo y contactar con gente que había trabajado o estado interesada antes en el personaje como Steve Moffat o Mark Gattis, ambos escritores de novelas y colaboradores de diferentes tipos de versiones del personaje, así como a otros más apartados como J.K. Rowling, su idea era lograr un equipo amplio y, a la vez, variado. También contacto con la gente de The Mill, que ya había participado en Curse of the Fatal Death, y a Nicholas Briggs, que había estado poniendo la voz a los enemigos del Doctor en varias producciones de fuera de la BBC.

Para el Doctor RTD fue directamente a por Christopher Eccleston, con el que había trabajado en The Second Coming, y al que consideraba ideal para el puesto. Eccleston no lo veía tan claro, consideraba que unirse a una franquicia tan establecida no le permitiría ejercer como actor con la misma facilidad y que su carrera podría quedar determinantemente marcada, incluso aunque saliera bien.

Buscando un sustituto para Eccleston se valoró a Richard E. Grant, Hugh Grant o Bill Nighy, pero finalmente RTD llegó a un acuerdo secreto que garantizó la participación de Eccleston^ en la serie. Quedaba solo por encontrarle un acompañante. RTD decidió aceptar la propuesta de Mal Young, Controller de Drama de la BBC y tercero del trío de productores teóricos de la serie. Billie Piper, antigua niña prodigio, cantante pop, ahora actriz, era la elegida. La idea de RTD era convertirla en un personaje fundamental a través del que comprender al Doctor, incluir la posibilidad de romance que había quedado fuera hasta ahora —al menos de forma explícita—, y crear una serie mucho más diversa. Empezando por la propia acompañante, Rose, que sería una chica de clase baja, en una relación interracial, y a cuya madre veríamos con frecuencia.

También la presentación de la propia serie tendría que ser repensada. RTD dejó claro que no sería una ruptura y re-imaginación dejando fuera lo antiguo, sino un nuevo punto de entrada en el que el pasado se mantendría pero no sería determinante, precisamente para evitar ese problema que alejaría a los espectadores. Además, no se volvería al sistema de seriales sino a capítulos unitarios que volverían a los 45 minutos como en 1985. Además de las historias de un solo capítulo también habría historias más largas que ocuparían varios. Y, como remate, RTD propondría la utilización de Arcos de Temporada para dotar de cierta cohesión a la serie y favorecer que los espectadores volvieran semana tras semana.

El primer capítulo se llamaría Rose, se emitiría el 26 de marzo de 2005 y resumiría la filosofía de RTD para el regreso de la serie. E ilustraría el primero de los diez puntos que Russell T. Davies quería fijar para la nueva temporada y la serie entera. Y lo primero sería lograr presentar la serie a todo el mundo.

No sólo el personaje de Rose es una persona perfectamente normal sino que, además, se nos presenta como tan resuelta como podría ser Ace y con una vida real: trabajo, novio, una madre con la que discute… Gracias a ella se presenta al espectador la amenaza de la semana, otro acierto de RTD al usar a los Autones y a la Consciencia Nestene, que permite dudar de la naturaleza extraterrestre a Rose ofreciendo un capítulo más asentado en la Tierra, a la vez que hace un guiño a los fans antiguos recuperando al primer enemigo de Pertwee, el primero Doctor en color, demostrando así que los nuevos espectadores pueden entrar y a los antiguos que no se nos ha olvidado. Del mismo modo, presenta al Doctor en lugar de dar por sentado que se le conoce, e incluso incorpora un misterio para todos, por seguidores del personaje que fuera, al no indicarnos qué es eso tan oscuro que ha vivido hace poco, algo que además se remarca con la cazadora negra que sirve tanto para separarlo de anteriores encarnaciones como para darle un aspecto más actual y, de paso, eliminar las preocupaciones de Eccleston de que pasara como con Colin Baker y el traje eclipsara al actor.

Finalmente, se nos deja claro el primer punto: El acompañante es nuestra puerta de entrada, y es realmente importante, aunque es el Doctor quien acaba marcando la diferencia. Y vaya si lo hicieron. Su regreso fue todo un acontecimiento, ayudado porque un operario de la CBC canadiense filtró el episodio tres semanas antes y todo internet pudo comprobar de primera mano las virtudes de este capítulo. Más de 10 millones de espectadores, todo un record, vieron el regreso.

Una vez establecido el tono —adulto pero familiar— y los personajes RTD puede permitirse seguir desarrollando la historia enviándolos al futuro en The End of the World, que sigue la idea clásica de las Arcas para facilitar la salida de humanos de la Tierra y, además, demuestra el punto de que se puede viajar al futuro, lleno de razas extraterrestres, a la vez que introduce a un par de personajes que serán recurrentes como Cassandra o el Rostro de Boe. Además, desarrolla el tema de la pureza, de la humanidad y su evolución y permite empezar a sembrar algunos de los temas de la temporada.

El siguiente capítulo ya no lo escribe RTD, aunque prueba en esta ocasión que se puede viajar al pasado, y que allí se pueden conocer a personajes famosos, pero el autor es otro de los nombres importantes en las nuevas series, Mark Gattis, que logra un atmosférico episodio con muertos que son extraterrestres y Charles Dickens.

Entre el anterior capítulo y este, y gracias a los buenos datos obtenidos, la BBC confirmó la renovación por una nueva temporada de la serie. Logrando así continuar con el ruido mediático sobre el retorno.

Y llegando al primer capítulo doble, en el que RTD, de nuevo el guionista, pretendía mostrarnos a una familia extraterrestre que sería uno de los nuevos enemigos duraderos del Doctor y que pretendía siguieran la estela de los de su novela favorita de las New Adventures, Human Nature de Paul Cornell, aunque la realidad es que esta historia doble, Aliens Of London / World War Three —pensada precisamente para demostrar que habría aventuras que requerirían más de un capítulo— se encontró con problemas de desarrollo desde casi el principio y terminó siendo una historia bufa más cercana a las que tanto se habían criticado antes que al tono más adulto que se estaba buscando. Aunque también presentaba la idea de lo que pasaba con las familias de los acompañantes que se quedaban detrás. Claro que la gente seguía hablando de la serie porque se había confirmado la renovación de Billie Pipper, pero no de Eccleston así que la prensa se había llenado de especulaciones sobre si pensaba dejar la serie.

Parece mentira que el siguiente serial marcando la mitad de temporada estuviera pensado para atraer la publicidad de nuevo dando por hecho que para entonces ya se habría pasado el interés de la prensa en la serie. En cualquier caso la recuperación de los enemigos más conocidos del Doctor fue algo complicada. Una vieja disputa entre los herederos de Terry Nation y la BBC por el uso que los últimos hacían de los bichos hizo que paralizaran cualquier uso sabiendo que tendrían el triunfo en las manos, y aunque se amenazó con reemplazarlo por otros parecía claro que acabarían llegando a un acuerdo. Y, de ahí, a uno de los grandes capítulos de la temporada: Dalek.

Un capítulo importante no sólo por que cumplía el punto Recuperar a los Daleks del decálogo de Davies, también porque los reintroducía como algo temible, incluso destruyendo el chiste de la etapa de Douglas Adams sobre las escaleras, y, de paso, revelaba la oscuridad en el nuevo Doctor y avanzaba un poco sobre la guerra entre Daleks y Time Lords que había acabado con, aparentemente, el Doctor como único Time Lord vivo. Una decisión de RTD para realzar al personaje, hacerlo más excepcional y dotarlo de un sentimiento trágico que, por contra, nos privaba de todo ese magnífico mundo de Gallifrey y de la presencia de otros personajes de la mitología de la serie como Romana o Rami, además de los muchos Time Lords que habían ido apareciendo y desapareciendo con los años. Y también hacía referencias al pasado, incluyendo los Cybermen. De paso ganaban un nuevo acompañante, Adam, que servía para demostrar el siguiente punto…

… en el inmediatamente posterior capítulo The Long Game, una historia sobre el efecto de la excesiva información para aturdir a la gente. Aunque la auténtica jugada aquí fue que Adam, el acompañante presentado en el capítulo anterior, interpretado por el muy conocido en UK Bruno Langley gracias a la salida del armario y después de la serie de su personaje en Coronation Street, desaparecía ese mismo capítulo. No por muerte, claro, sino porque no cumplía con las exigencias del Doctor. Y es que no todo el mundo puede ser acompañante.

El siguiente, vio a Paul Cornell debutar en Doctor Who como guionista tras varios trabajos escritos. Y como en él es normal lo hizo en una historia centrado en la parte personal y con tendencia a lo sentimental y melodramático, Father’s Day, una historia centrada en Rose y su padre que trataba de establecer que no siempre se puede cambiar el pasado.

Para el siguiente truco Davies necesitó a Steve Moffat que escribió un doble capítulo que probablemente fuera el mejor de los de esta primera nueva temporada, The Empty Child y The Doctor Dances; una historia en la segunda guerra mundial con un tono más tétrico y que servía para presentar al Capitán Jack Harkness y recalcar la idea de que en el nuevo Doctor la diversidad era importante.

Tras esto Boom Town era un pequeño episodio pensado para cubrir expediente gastando poco dinero a la vez que demostraba otra de las ideas de RTD, los enemigos regresan. Aunque sean unos tan torpes como los Slitheen.

El final de temporada llegaba en un capítulo doble, Bad Wolf / The Parting Of The Ways que resolvía el misterio de los Bad Wolf escritos por toda la temporada, traía de vuelta a la armada de Daleks, aunque no a los Time Lords por motivos poco comprensibles, además mostraba la consecuencia de las intervenciones del Doctor en la historia de la gente. En la historia que, aparentemente, sí se puede cambiar, se produce también una sátira de los realities y la televisión actual. Aunque fuera a cosa de crear una paradoja que podría haberse resulto en cualquier dirección.

Fundamentalmente porque dependía de si los actores renovaban o no, y como RTD no consiguió convencer a Eccleston desde febrero se estaba preparando una salida, es decir buscando a un actor para sustituirle.

En cualquier caso, la temporada 27, o como ahora la llamaban, temporada 1, fue todo un éxito. Con todos los problemas había logrado instituirse de nuevo y utilizado todo su tiempo para demostrar que se podían tener episodios autoconclusivos y dobles, vencer en su franja horaria, montar una trama de temporada y, sobre todo, este decálogo no escrito de Russell T. Davies para la serie:

01) El Acompañante es nuestra puerta de entrada, y es realmente importante, aunque es el Doctor quien acaba marcando la diferencia.
02) El Doctor puede viajar por el tiempo y el espacio: Desde el futuro…
03) Hasta el pasado, donde conocerá a famosos históricos.
04) En más de un episodios, y con nuevos enemigos.
05) O con los DALEKS, los más mortíferos y EX-TER-MI-NA-TE!
06) Y eso que no todo el mundo puede ser un Acompañante.
07) El tiempo tiene PUNTOS FIJOS.
08) Y el Universo es diverso.
09) Por eso los enemigos siempre regresan.
10) Pero el Doctor siempre triunfa, aunque tenga que regenerarse.

Una vez establecido esto, podían continuar con el nuevo actor elegido: David Tennant.