Desencanteos

¿Hasta qué punto podemos culpar a Dennis Potter? El nunca suficientemente reverenciado creador de Karaoke y Cold Lazarus —por elegir algún trabajo suyo— no sólo es el responsable del musical Pennies from Heaven, también lo es de la serie original de 1986 Singing Detective: Un escritor con un grave problema médico vive sumido en la confusión mezclando el mundo real con los recuerdos de su niñez y, lo más importante para nosotros, un mundo ficticio que recrea y mezcla el hardboiled americano con el musical. Como casi siempre con Potter no fue un éxito de público pero sí de crítica convirtiéndose rápidamente en una serie de culto. Algo parecido a lo que sucedió con la serie original de Pennies from Heaven y, de nuevo, adaptada a película con el paso del tiempo.

En cualquier caso la mezcla de policiaco y musical, aún con la excusa de la locura del personaje, empezó a dar ideas. Steven Boschco, reputado especialista en series policiales, decidió dar un giro a una de ellas siguiendo las ideas de Potter y así creó en 1990 *Cop Rock*. Decir que es uno de los grandes desastres de la historia de televisión es reducir lo mítico de la hostia que se dieron. La emisión de 11 episodios es una victoria parcial —pírrica, si se quiere— ante el rechazo frontal por parte de la audiencia y de la crítica, ninguno de los cuales supo entender la propuesta de Boschco. Aunque difícilmente se les puede culpar por ello, las canciones eran creadas ad hoc para la serie y mostraban una desigual calidad mientras que la inclusión de personajes de otras series del Boschcoverso confundía más que explicaba las canciones y coreografías. Con todo, no fue la única serie Musical no ya de los años ?90 sino, de hecho, de 1990.

Ese mismo año se filmó un pilotollamado Shangri- La Plaza que ponía a cantar y bailar a los trabajadores y familiares de un pequeño centro comercial en California. Creado por Nick Castle; que era conocido por ser el director de Starfighter —y cuya ocupación actual es preparara el remake—, haber trabajado como guionista en Hook o, como dato curioso, ser el actor que interpretó a Michael Myers en el primer Halloween; y siendo el otro responsable Mark Mueller. Compositor, creador de canciones —la más conocida Crush de Jennifer Paige— y muleta de grupos musicales. Vamos, que algo de idea tenían. En cuanto al cast, tenían a gente de Broadway (Terrence Mann), de Hollywood (el nunca suficientemente reivindicado Cris Sarandon) y hasta alguna estrella en ciernes como el bailarín Savion Glover. Independientemente de la mala audiencia que tuvo el capítulo piloto cuando se emitió a modo de prueba, la crítica recibió con alborozo la propuesta: por fin una serie de la que poder reírse abiertamente y sobre la que descargar crueles comentarios sin que a nadie fuera a importarle. No hay más que señalar que el Daily Sun californiano recomendaba verla para descubrir hasta qué punto era mala mientras otros compañeros de la prensa abrían sus críticas asegurando que no era ningún tipo de broma. El resultado, obvio, fue no intentar siquiera producir una primera temporada.

Quizá os estéis preguntando ¿cómo pudo fracasar? ¿Tan exigente es el público? Bien? No soy muy partidario pero dado que el piloto que emitieron está encontrable por YouTube? quizá queráis echarle un vistazo:

La otra idea de 1990 fue? nunca lo creeréis? ¡¡¡Un musical ambientado en un instituto!!! Sí, en serio. Se trata de Hulk High. Perdón, Hull High, cuyo nombre original era Hull Street High. Parecía dificil que probaran una tercera serie musical el mismo año tras el éxito que habían cosechado las anteriores. Y ese fue uno de los problemas. Estrenaron el piloto para medir la aceptación en agosto, decidieron dar luz verde y emitieron los tres episodios siguientes entre la última semana de septiembre y las primeras de octubre pero como no arrancaba cambiaron día, hora, y lo emitieron dos semanas seguidas en diciembre tras lo que decidieron cerrar las series sin emitir dos episodios ya rodados. En realidad la alocada serie no estaba tan mal —más aún, estando las cosas como están sería un éxito de ventas el dvd recopilatorio— pero estaba claro que no era lo que tocaba, no ya por la mezcla de canciones populares con canciones creadas para el show o la preminencia del ¿podríamos llamarlo Rap? ¿Hip hop? sino por ser una serie diferente. Al fin y al cabo, incluir como recurso un coro griego cantante se aparta algo de lo habitual. Para que os hagáis a la idea os dejo con su versión de Rescue Me y prometo dejar tranquilo el tema un par de semanas, la semana que viene: Pilotos.


Menudillos

Muy alegres me las prometía yo esta semana, hablando del Blackpool de Tennant y otras excentricidades musicales. Pero como resulta que soy un gran modelo de un bloguero avisado y algo tenía que decir sobre los Emmys de la semana pasada, y sobre algunas notables novedades.

Allá vamos: ¿Qué es lo más notable de la gala de los Emmys? Un Neil Patrick Harris en estado de gracia que podría presentar los Goya y lograr que no nos durmiéramos, claro. ¿Los premios? Pues más o menos lo del año pasado. Mucho Mad Men por un lado, mucho 30 Rock por el otro. Comprendo lo segundo y para lo primero tendré que hacer estudios. Quitando eso, sólo un par de apuntes. Tina Fey —reverencia, reverencia— no ganó un Emmy porque tenía delante a Toni Collette y si bien la Liz Lemon de Fey es un clásico el recital de Collette impresiona tanto como apabulla, llevando ella solita la responsabilidad de que una serie tan buenrollista y mierdipaviblanda como United States of Tara salga adelante. Si a estas alturas no has visto cómo pasa de una a otra de su personalidades desesperadas deja de leer y busca documentación, con apenas unos cambios de postura y pronunciación logra que la vandekampesca Alice pase a ser el macarra Buck, impagable. Además, la Fey se llevó un Emmy como «invitada» por interpretar a Sarah Palin. ¿Se lo merecía? You betcha!

Seguimos con mujeres porque la Chenoweth se lo venía mereciendo por su magnífico papel en Pushing Daisies. Quizá incluso hubiera durado más la serie o hubiera salido adelante su siguiente proyecto, una de las bajas de esa extraña guerra de pilotos que tuvimos este primer tercio de año donde series prometedoras fueron barridas por el fuego amigo. Pero dejo de divagar y regreso a Kristin Chenoweth, la enorme actriz y cantante que aprovechó el premio para pedir trabajo. Y eso que tiene firmadas ya unas cuantas apariciones en Glee! —al final todo está siempre conectado, claro— pero no seré yo el que se queje si le dan el protagonista en su propio proyecto.

Si alguien es capaz de explicar como Duckie, perdón, John Cryer, pudo vencer al legendario NPH por su Barney de HIMYM, a los extremadamente brillantes Tracy Morgan y Jack McBrayer de 30 Rock o al impecable Rainn «Dwight» Wilson de The Office; partiendo de un personaje tan? tan? tan? limitado como el que interpreta en la espantosa Dos Hombres y Medio ? años atrás cuando el actor y termómetro humano Jeremy Piven se llevaba el premio como el Juggernaut de la categoría nadie podía poner reparo. ¡Era Piven! ¡Sus competidores no sólo le felicitaban, estoy seguro de que le ofrecían a sus hijas! En fin, tendré que apuntar a los señores votantes de los Emmy en el grupo «no entienden la comedia» junto a los guionistas de Smallville.

Por el contrario el premio merecidísimo fue el Emmy a «invitado cómico» para Justin Timberlake que últimamente pasa tanto por el SNL que parece uno más de los Not Ready From The Prime Time Players. Y de los mejores. No ya por las piezas digitales con Andy Samberg, ni por el magnífico gag del vídeo Single Ladies en la propia cara de Beyonce, se trata de que su payasez incluso en los momentos más comedidos tira del sketch y del resto de sus compañeros. Una lástima que sus intentos actorales vayan ahora para el drama.

Conmovedor darle al último episodio de Urgencias un Emmy. Una auténtica lástima que las series médicas que han venido después prefieran tirar por caminos que de tan transitados parecen puro cliché: Hawthorne, Mercy, Trauma?

Hablando de lo cuál, repaso muy breve de las novedades. Huid de Forgotten, apartaos de Vampire Diaries, sabed que Bored to Death es todo lo que su título promete, de Beautiful Life ni me molesto en hablar que a estas alturas ya estará cancelada, Eastwick es Embrujadas Desesperadas, y, por el amor de ROB!, poneos YA a visionar Community. El resto, otro día.


Canteos

Señalar el inicio de los éxitos parece limitarse muchas veces a buscar el referente inmediatamente anterior del árbol. Así que cuando aparece una serie como Glee la comparan rápidamente con High School Musical. No digo que sea ilógico, al fin y al cabo en ambas seriestenemos canciones, institutos y —claro— adolescentes interpretando el papel de adolescentes. Novedad tras novedad. En cuanto a las diferencias? decir que es una cuestión de tono es señalar más que marcar. Tres HSM tarde y toda una serie de —redundantemente— series en la parrilla han demostrado que a la audiencia, especialmente a la juvenil, le van las canciones. Que es como descubrir en el siglo XXI las posibilidades comerciales del chocolate.

En cuanto a Glee, es difícil no hablar de lo magnífica que se muestra en casi todos los apartados. La selección musical, las actuaciones, la mala leche de los guiones. Pese a lo cuál no acaba de ser todo lo corrosiva que podría, o quizá es que a estas alturas hacen falta bebés sodomizados para que el término «Transgresor» sea aceptado. Digamos que le han puesto la dentadura de un tiburón a una serie adolescente, teenager o tinajera y sólo queda por saber hasta dónde va a morder.

Dentro de ese aparente salto se esconden varias redes, como la de usar canciones conocidas. Vale, quizá no conocidas para todo el público. Pero es que el público ya no es lo que era. Sit Down, You’re Rockin’ the Boat, del musical Guys & Dolls —ganador de varios Tonys, con sucesivos revivals a ambos lados del atlántico y una versión en película con nada menos que Frank Sinatra y Marlon Brando en los papeles principales— podría ser la menos conocida de las que allí cantaban, y la más que expuesta Rehab, centro de una de las principales escenas. De forma que está más cerca de On connaît la chanson que de Grease —posiblemente el más importante musical tinajero de la historia— o, si preferimos irnos a los referentes televisivos? ¿Recordáis California Dreams? Sí, un grupo de jóvenes estudiantes de instituto con un grupo que soportaron cinco temporadas a mitad de los ?90. El tipo de serie que se recuerda porque una de ellas acabó en Los Vigilantes de la Playa. Ahí tenemos ya al grupo de chavales cantarines entremezclados con tramas tinajeras.

Pero siempre ha habido algo antes, ¿verdad? Por ejemplo, el clarísimo referente de la Patridge Family. Para los que no lo tengan claro: La banda que aparecía por La tribu de los Brady cuando a ellos —también— les dio por cantar. En medio, unas cuantas seres de anime —Fancy Lala por poner un ejemplo claro— y otras cuantas americanas, entre las que destaca, obviamente, Jem, a la que le falta sólo un instituto en su delirante trama para ser el perfecto paradigma.

Por suerte también había movimientos favorables: la inclusión recurrente y habitual de canciones en la animación para adultos —Los Simpson, Padre de Familia y ese South Park que puede llegar a parecer un musical estudiantil del siglo XXI— que facilitaba la transición sobre todo para el público jovenzuelo; porque si quieres
cambios es más fácil empezar de jovencitos, cuando son mayores mejor? dale vampiros. Y, claro, Xena. Vale, Xena + Buffy. Esto es: El Tradicional Capítulo Musical. Empezó Xena, innovadora en tantas cosas y auténtica demostración de serie desprejuiciada y dispuesta a pasárselo bien, pero tuvo que llegar Wheddon para demostrar —una vez más [con sentimiento]— cómo se puede montar todo un capítulo como si fuera Broadway. [Breve inciso: Dr. Horrible? Sing-a-long Blog demuestra que sigue dándole vueltas a la idea] Y el resultado fue tan espectacular que poco hubo que esperar para que otras series decidieran tener el suyo también, como Scrubs, que ya lo ha tenido, o como Psych y How I Met Your Mother, que no tardarán mucho en crearlo.

Así que, regresando a Glee!, piedra tras piedra, con el éxito de HSM y tras varios intentos de exploit bastante desastrosos —ejemplificando: Britannia High— tenemos a un creativo que pensó: «Esto se puede hacer mejor» sacándose una versión con música y baile de su Popular. Esto es, pasar de Bien Pensado, Mal Hecho a Fetén. Y ahora que lo tienen el siguiente paso es lograr eso mismo en otros campos y sin el recurso de la banda —eso ya lo logró Flight of the Conchords—; a ver lo que les lleva fetenizar CopRock o musicalizar Mujeres Desesperadas.


Piloteras

No me gustan las columnas de «Hola, me llamo Blas y soy columólico. Si me acompañan durante los próximos meses les hablaré de los procesos reproductivos mamíferos e, incluso, del ornitorrinco.» ¿Será que la gente no es capaz de notar de qué van las columnas que leen? Uno nunca debe minusvalorar la estupidez de sus lectores, claro, pero tampoco pasa nada por ir demostrando lo que se van a encontrar en lugar de explicarlo.

En esta columna, por ejemplo, lo que primará será la reflexión crítica. O la crítica reflexiva, que también. Lo más fácil sería explicarlo con una serie, ahora que se ha hecho sencillo permanecer al día de la actualidad en otros países. El problema con la crítica de series tiende a ser el tan común «gustismo». Las críticas suelen limitarse a «magustao» y «nomeguta». Si hay suerte quizá explique las sensaciones que le provocó. Con aún más fortuna tendremos alguna razón. Pero, ¿qué hay de lo que nos ha hecho reflexionar la serie? Porque en algo tendrán que estar pensando, que no es música de ascensor.

Pongamos por caso la excelente recreación histórica de la BBC Desperate Romantics en la que se nos muestra la vida cotidiana y las reflexiones artísticas de los llamados Pre-Rafaelitas. Indudablemente bien documentada y primorosamente producida, ¿qué es lo que tenemos en ella? Pues una forma de acercamiento a unas vidas con ese aire melodramático que siempre tienen las biografías de artistas. Puede entenderse como una forma de acercar la cultura a las masas, como cuando aquí se adaptaban obras de Blasco Ibáñez. Y esa es la reflexión. ¿Por qué aquí no? Cierto, es el reduccionismo de siempre pero: ¿Es menos cierto? Con todas las corrientes y los artistas que tenemos, ¿cómo es que a nadie se le ha ocurrido? Y por nadie me refiero, claro, a las públicas.

También se hará comentarios sobre la actualidad. No, por favor, no el clásico comentario de la actualidad que usa a la tele de coartada utilizada para que los periodistas favoritos tengan la primera columna de los que se leen el periódico desde el final. Me refiero a las noticias del medio en sí. Mejor las noticias relacionadas con el medio. Un ejemplo: Tom DeLay participará en el equivalente americano a Mira quién baila. DeLay es un congresista republicano, el más duro de ellos durante varias legislaturas, por lo menos hasta que se vio envuelto en un escándalo sobre financiación ilegal del partido. Ahora ha sido fichado para bailar después de un ?hipotético- rechazo de Clinton. Bill. No es el primer caso de político llamado por la telerrealidad. Y no me refiero al aquello de Jesús Gil. Blagojevich, el infame exgobernador demócrata de Illinois, el que se metió en líos por intentar vender el escaño de Obama, estuvo muy cerca de participar en el Supervivientes americano. Sólo la intercesión de la justicia ?por los temas pendientes, no por conmiseración al telespectador- evitó que fuera el primero. Aquí, que también tenemos en la tele a políticos todos los días no nos queda más que esperar. Pero si me aceptan la sugerencia; no los lleven a bailar, ni a sobrevivir, ni a responder preguntas de cultura general. Hagan una versión de Gran Hermano. Todos juntos, sentados y sin dar golpe en apariencia. Que lo llamen Parlamento. Mejor, que usen el espacio y los medios para debatir lo ocurrido en el Parlamento. También ahí tenemos broncas, dimes, diretes y emoción. Puestos a sacar políticos, ¿no sería bonito que pudiéramos divulgar lo que allí se hace y acercar la política al ciudadano? Cuando algo tan importante es emitido sólo por La 2 es cuando sabes que al pueblo le interesa casi tanto la forma de realizar una ley como la reproducción de los escarabajos.
Habrá más, claro —¿habéis notado la desaparición progresiva de coleccionables útiles y divulgativos sin cacharrerío?— con mayor profundidad —espero— y sin perder el buen humor —deseo— pero eso ya será en otra ocasión. Si aún os apetece.


Sark de Oro 2008 o en el que se Acabó la Broma.

Un año más (y ya van nueve, habrá que preparar algo para el próximo) aprovecho el comienzo de año para entregar el “Sark de Oro” al libro que más me ha gustado del año recién concluido

Comienzo con la clásica advertencia así que quien quiera pasar al resumen del año que se salte este párrafo. Las listas de “Lo mejor de…” acaban siendo los resultados de la intersección de los gustos personales con los libros leídos a lo largo del año. La posibilidad de que haya aparecido un libro revelador y no salga en esta lista puede deberse más a no haberlo leído que a criterios de selección. Recapitulando en estos años y para que quede constancia, los anteriores Sark de Oro recayeron en “El Hada Carabina” de Daniel Pennac, “Huérfanos de Brooklyn” de Jonathan Lethem, “Cíclopes” de David Sedaris, “La Disco Rusa” de Wladimir Kaminer, “La Mosca” de Slawomir Mrozek, “El Martillo Cósmico” de Robert Antón Wilson , “Pégate un tiro para sobrevivir” de Chuck Klosterman y “Las Ovejas de Glenkill” de Leonie Swann.

Aviso, también como casi todos los años, de que mis lecturas suelen determinarse por escuderías, es más sencillo que lea algo deNórdica, Acantilado o Valdemar que lo haga con lo que sacan Planeta, Alfaguara o Anagrama. Vamos, que no pretendo engañar a nadie: No me he leído todo lo publicado ni de lejos.

Dicho lo cuál hay que hacer notar que este año lo terminamos con Ballard vivo y vindicado y con DFW muerto. El nivel que no fue y el que no pudo haber sido han protagonizado un año más interesante por los rescates que por las novedades. De Ballard poco se puede decir ya, salvo, quizá, que en este año y tras el pistoletazo más que interesante de Berenice con el imprescindible –aunque retrasado- libro de relatos “Fiebre de Guerra”, se han editado y reedita en nuestro país más libros suyos que los resultantes de sumar los del lustro anterior. Así nos van las cosas. De David Foster Wallace poco se puede decir también aunque por motivos distintos. El mascarón de toda una generación decidió cerrar capítulo el mismo año que se redescubría su artículo sobre John McCain.

En lo que a libros se refiere si por algo hemos sido dominados – más allá del aún duradero Niño del Pijama– es por el fantasma de Steg Larsson y sus dos primeros Millenium así como por el empanado de segundas partes. Empezamos con el segundo de los Pilares y terminamos con el segundo de El Ocho, en medio la segunda ventolera de Zafón. Y luego ya Elegancia del Erizo y Pomponio Flato… En fin. Por lo menos el éxito de Larsson ha servido para que se editen aquí cosas como esa Nieve Negra que sirve de antología de autores del negro nórdico.

En cuanto al fenómeno editorial/ libresco podría hablar de los cambios del bolsillo. El cierre de la línea “Barata” de Ediciones BByblos– mientras que otras como DeBolsillo se han visto reformuladas y alguna, como Rescatados de Navona – terapias verdes han salido a disputar mercado. Eso ha servido, entre otras cosas, para mostrar el interés por el género negro. Ediciones B reeditando el Club del Misterio y la Serie Negra, RBA con su Círculo del Crimen la antes citada Navona con perlas como La Promesa. Eso sin contar con otras iniciativas como la reformulación del Premio Internacional de Novela Negra RBA en una colección de grandes títulos del género que va del más que clásico Martillo Azul hasta el próximamente disfrutable Drive de James Sallis.

Sería de esperar que la moda vampírica hubiera traído también títulos interesantes pero me temo que no. Mientras en Prisa se empeñan en negar que La factoría editara los títulos que han dado lugar a Trae Blood la única novedad mínimamente reseñable del género ha sido el Déjame entrar de Ajvide Lindqvist. Y tampoco es para tirar cohetes. A ver si nos sorprenden con algo mejor este año nuevo.

Otra de las tendencias de 2008 ha sido la de las pequeñas editoriales; las agrupadas en Contexto, pro ejemplo, nos han dado alguno de los mejores libros de este año: Así con Impedimenta tuvimos al flamante Llibreter de Soseki Botchan”; con Barataria el recopilatorio del clásico O’Henry “Esto no es un cuento y otros cuentos”, en el caso de Sexto Piso “Memorias Biográficas de Pintores extraordinarios” de William Beckford; de Periférica se puede destacar tanto en ficción con “La Polilla y la Herrumbre” de Mary Cholmondeley como el ensayo en el que Constantino Bertolo ha hablado de literatura con “La cena de los Notables”. Global Rythm, por su parte, ha sacado un nuevo sello/editorial para lo no-musical, Papel de Liar, en el que se puede leer un estudio sobre el proceso a Wilde y el absolutamente imprescindibles “Dudá: El Arte Acrobático de Gavin Twinge” de Ralph Steadman y, finalmente, las excelentes editoriales Del Asteroide (que este año han comenzado con “Ángeles Rebeldes” una nueva trilogía de Davies) y Nórdica que junto con su gusto pro el ilustrado (este año de Verlaine a Bukoiski) nos han traído joyas como uno de los mejores libros de este año: “La Boca Pobre” de Flann O’Brien.

Pero, ojo, fuera de esta agrupación hay pequeñas como 451, magníficamente dirigida por Javier Azpeitia , El Fuanmbulista o Melusina que están revitalizando la forma de editar y de publicar en España.

Claro que las grandes no se iban a quedar quietas. RHM sigue tirando pro lo fácil con ediciones de los ya conocidos gracias a lo cuál pudimos disfrutar de “La Maravillosa Vida Breve de Oscar Wao” (más disfrute en su edición original, eso sí) o del delicioso último Lethem “Todavía no me quieres”, una obra cortita y con aire de cuento venido a más por su reflexión sobre las palabras, la música y las dinámicas de grupo. En Planeta, sección Destino hemos podido leer la curiosa “El Mundo que Vendrá” de Dara Horn y, además, asistir al lanzamiento de la editorial / sello BackList que pese a su alto precio y su discutible edición nos ofrece rescates de gente tan imprescindible como Maschen . Con el grupo Alfaguara es difícil mostrarse tan benevolente. Sus mayores aciertos han sido rescates como el de A. S. Byatt o el de Anthony Burguess con “Un Hombre Muerto en Deptford” si bien ese rescate había empezado antes cuando la cada día más interesante El Aleph decidió reeditar la descomunal en todos los sentidos “Poderes Terrenales”. Aunque si un rescate ha sido importante este año ese es el que Galaxia Guttemberg ha realizado de “Las Aventuras del Buen Soldado Svej” cuya edición “de lujo” incluye las ilustraciones originales de esta divertidísima obra.

Reconozco, eso sí, que con los autores españoles las cosas no han ido tan bien. Si tuviera que destacar a alguien, además de “El País del Miedo” de Isaac Rosa, tendría que ser “Las Manos Pequeñas” de Andrés Barba. Una historia tan dura como breve sobre las maneras de sobrellevar el rechazo.

Pero dejemos ya la cháchara y vamos a lo que cuenta. La decisión este año es la siguiente:

Sark de Plata para Guerra Mundial Z de Max Brooks, edita Almuzara. Por su contribución dentro de Lo Zombie a la creación no sólo de un universo sino de una forma de ordenar ese universo. Cada historia por separado podría habe sido parte de una antología de relatos sobre Zombies (aunque es cierto que en algunos hay más importancia del Factor Z que en otros, siendo en algunos casos abiertamente irrelevante que los enemigos fueran Zombies o Mantis Gigantes) además de demostrar que hay trucos tan senillos como la colocación cronológica para dar un aspecto de todo a la narración que se enriquece con cada visión pro controvertida (la israelita) o tópica (la japonesa9 que pueda parecer.

Sark de Oro para Lo Mejor de Connie Willis de –en fin- Connie Willis, edita Ediciones B. Con ese título parece difícil decidirse por este libro pero su contenido es mucho más que satisfactorio, y no me refiero sólo a la más que clásica “Brigada contra incendios”. La sátira contra la corrección política de “Ruido”, la elegante comedia de ciencia y enredos de “Luna Azul”, la hilarante recreación del mundo/ mundillo académico en “A finales del cretácico” o la absolutamente delirante vuelta de tuerca a las invasiones alienígenas en “Carta de Navidad” serían motivo más que justificado para dárselo. Todos juntos no sólo demuestran el alto nivel que Willis ha demostrado habitualmente sino la absoluta necesidad de reivindicar a una autora que, quizá por sus obras más “alegres” o por su amor por autores clásicos (de Jerome K. Jerome a Agatha Christie) merece.

No os molesto más, os dejo regresar a la resaca y el sueño.


Sark de Oro 2007 o el Año del Pijama a Rayas o El Regreso de los Nazis Vivientes

Un año más (y ya van ocho, el tiempo no perdona) aprovecho el comienzo de año para entregar el “Sark de Oro” al libro que más me ha gustado del año recién concluido.

Comienzo con la clásica advertencia, el que quiera pasar al resumen del año que se salte este párrafo. Las listas de “Lo mejor de…” acaban siendo los resultados de la intersección de los gustos personales con los libros leídos a lo largo del año. La posibilidad de que haya aparecido un libro revelador y no salga en esta lista puede deberse más a no haberlo leído que a criterios de selección. Recapitulando en estos años y para que quede constancia, los anteriores Sark de Oro recayeron en “El Hada Carabina” de Daniel Pennac, “Huérfanos de Brooklyn” de Jonathan Lethem, “Cíclopes” de David Sedaris, “La Disco Rusa” de Wladimir Kaminer, “La Mosca” de Slawomir Mrozek, “El Martillo Cósmico” de Robert Antón Wilson y “Pégate un tiro para sobrevivir” de Chuck Klosterman.

Aviso, también como casi todos los años, de que mis lecturas suelen determinarse por escuderías, es más sencillo que lea algo de Lengua de Trapo, Acantilado o Valdemar que lo haga con lo que sacan Planeta, Alfaguara o Anagrama. Vamos, que no pretendo engañar a nadie: No me he leído todo lo publicado ni de lejos.

Este año ha sido el año en el que los niños y los nazis han dado un juego como no pasaba desde el Apt Pupil de King, lo menos. Me refiero, claro, a El Niño del Pijama a rayas, ese superéxito que no deja de ser un Gran Angular venido a más. De ahí que luego viéramos cosas más elaboradas como La Ladrona de Libros o más infumables como La llave del armario –algo así-. Aunque no es el único niño que ha marcado el año literario. Ahí está ese último –je- Harry Potter que tanto se difundió y destripó y a quien los españoles –aunque los medios de comunicación aún no se hayan apercibido- no tendremos en nuestro idioma hasta febrero. En cuanto a los Nazis, tampoco les ha faltado su Gran Novela del año, Las Benévolas, una historia en al que casi pesa más lo que se está contando que la forma –excelente- de contarlo.

En cuanto a la No Ficción, la cosa ha estado tan bipolarizada que parece una pena la cantidad de cosas que se han perdido pro el camino. Sí, reconozco haber disfrutado con No pienses en un elefante o de la –por fin-recuperada Herejes de Chesterton pero se me hace poca la relevancia que han tenido otras propuestas ajenas. En Acantilado las magnas Vida de Samuel Jonson y la recopilación de los ensayos del Señor Montaña han logrado el placet de la crítica pero es en Valdemar donde ha estado la diversión con títulos como “El Demonio en el Cine” Tochérrimo también, por cierto. Y por terminar de recordar los tochos del año, que nadie se pierda la fundamental antología de textos (literarios y políticos) que el gran Gore Vidal vio publicado en Edhasa.

En cuanto a las editoriales, Mondadori sigue de mal en peor, se salva de la quema gracias a la aportación de los diferentes autores que han ido sumando a su escudería durante los años buenos. Bueno, y ocasionales sorpresas como la magna novela histórica/repaso sociopolítico que es Europa Central. Lejos de ahí tenemos a los sospechosos habituales: Foster Wallace con un magnífico libro de ensayo que recoge alguna de sus mejores piezas de no-ficción –y otras que andaban por ahí- , la muy brillante revisión de la figura del asesino que hace Palahniuk en Rant, Spanbauer en su línea dura, Cormac McCarthy con una reformulación postapocalíptica de esas tipo Kingescas pero que parece haber seducido al público por no venir firmada por el de Maine… En fin, una serie de nombres que vienen de la anterior etapa. Y si hablamos del resto de las grandes tampoco hay mucho más que entresacar, El Pequeño Inconveniente de Haddon en Alfagura resultó más lineal y blando –más comedia británica adaptable al cine- que El Curioso Incidente… en Seix Barral –Planeta- La Elegancia del Erizo es una historia curiosa aunque algo niponófila y pretenciosa, en Anagrama sacaron pro fin la última de Coe, segunda parte de la estupenda El Club de los Canallas. Y es que este año ha sido el de consolidación de las pequeñas. Del Asteroide con la fabulosa trilogía de Deptford , Nórdica con varios brillantes hallazgos –casi diría que es mi editorial favorita del año gracias a cosas como las Crónicas de Dalkey o La Caida del Rey, incluso sin contar con sus versiones ilustradas de Bartleby o de Las Flores del Mal merecería un puesto- o 451 que junto a versiones reescritas de clásicos –Shakes incluido. Han sacado alguna pequeña maravilla del pasado o alguna rareza como El Libro. Estas novatas junto a otras más asentadas como la imprescindible Valdemar que ha continuado su labor de rescate con Robert Bloch, o con El Doctor Lerne de Renard ; la siempre excelente Lengua de Trapo que ha tenido el acierto de repetir con Zaldua o Carlos Eugenio López ; Salamandra ha sabido mantenerse con ligereza gracias a La Pesca del Salmón en Yemen o El Aleph que ha rescatado un libro imprescindibles.

Admitámoslo, las novedades están bien pero los rescates son insuperables. El Dueño de la Historia de Malcom Bradbury en El Aleph es un ejemplo perfecto. La Suerte de Jim del ínclito Kingsley Amis en Destino –Planeta- y la deliciosa Un Verano en Mariposa en 451 son algunos de los mejores libros que podrás encontrar. Si hablo ya de los Cuentos Contados Dos veces tendré que hacer reverencias.

En cuanto a los españoles, que vivan los cuentitas periféricos. Tanto Porvenir de Iban Zaldua en Lengua de Trapo como los distintos títulos que Anagrama ha publicado a Sergi Pamiés merecen el mayor de los elogios. También lo merecen esa gigantesca broma llamada La Metafísica y El Mono que Carlos Eugenio López publicó en Lengua de Trapo y, pro supuesto, el Mundo Maravilloso de Javier calvo en Mondadori que en unos meses saldrá en bolsillo. Resulta curioso ver las listas de los libros del año en los medios tradicionales y descubrir que casi siempre hablan de lso mismos libros y que los narradores en pocos casos bajan de los 45 años. Incluso de los 55. Si no fuera porque la generación “joven” actual parece más ocupada en definirse como grupo que en escribir, más aún, en salir en estúpidas recopilaciones que son capaces de incluir a los propios antólogos o de mezclar a los mayores churros como Imma Turbau con los más merinos como Jordi Costa … Eso sí, es justo el momento para leer de nuevo Fabulosas Narraciones por Historias, brillante novela de Orejudo publicada pro Lengua de Trapo y rescatada por Tusquets. –Y aclaro desde ya que no me he leído aún los Príncipes valientes por lo que difícilmente puedo meterlo en este repaso-

Pero vamos a lo que “interesa”, a los premios. Así que allá va la decisión:

Sark de Plata para El Caso Jane Eyre de Jasper Fforde, edita Ediciones B. Pro su perfecta mezcla de comedia, irrealidad y amor literario. Una mezcla que logra abarcar más campos de los que aparecen posible unir y hacerlo con un gusto tan exquisito que uno no puede más que esperar a la siguiente aparición de Thursday Next en nuestras librerías.

Sark de Oro para Las Ovejas de Glenkill de Leonie Swann, edita Salamandra. Un auténtico gustazo este libro, extremadamente original –tanto que en ocasiones parece que no pasa nada- pero cargado de unas dobles lecturas y unos golpes sorpresa que me llevaron a disfrutar como un loco durante su lectura. Desde la forma para decidir qué preguntas deben ser respondidas hasta la hilarante representación final todo en esta historia de ovejas parece pensado para hacer que el lector disfrute a al vez que piensa.

Hasta aquí los Sark de Oro del año, ya os dejo disfrutar tranquilos un año más de vuestras resacas.


Sark de Oro 2006 encantadoramente atípico

Un año más (y ya van siete, el tiempo que no perdona) aprovecho el comienzo de año para entregar el “Sark de Oro” al libro que más me ha gustado de este año.

Comienzo con la clásica advertencia, el que quiera pasar al resumen del año que se salte este párrafo. Las listas de “Lo mejor de…” acaban siendo los resultados de la intersección de los gustos personales con los libros leídos a lo largo del año. La posibilidad de que haya aparecido un libro revelador y no aparezca en la lista puede deberse más a no haberlo leído que a criterios de selección. Recapitulando en estos años y para que quede constancia, los anteriores Sark de Oro recayeron en “El hada carabina” de Daniel Pennac, “Huérfanos de Brooklyn” de Jonathan Lethem, “Cíclopes” de David Sedaris, «La disco rusa» de Wladimir Kaminer y “La Mosca” de Slawomir Mrozek. Ah, no, no estoy a sueldo de Mondadori.

Aviso, también como casi todos los años, de que mis lecturas suelen determinarse por escuderías, es más sencillo que lea algo de Lengua de Trapo, Mondadori o Valdemar que lo haga con lo que saca Planeta, Alfaguara o Anagrama. Vamos, que o pretendo engañar a nadie, que no me lo he leído todo ni de lejos.

Este ha sido el año de los libros atípicos. La no ficción has estado marcada por el superéxito de Punset “El viaje a la felicidad”, eso debería darnos una idea. Pero no sólo eso, también las publicaciones de Global Rhythm con su monumental y tochérrima Autobiografía de los Monty Piton y algún otro magnífico ejemplar del que hablaré más tarde. También las conspiranoias de cierto grupo han monopolizado las novedades, angelitos míos. Y, finalmente, el gran beneficiado de este año ha sido el Género Negro. La buena racha que apuntaba el año pasado se ha asentado permitiendo multiplicar los títulos que van de lo clásico a lo heterodoxo. Así, a colecciones exceletens como la de tropismos o El Funambulista se han unido la Zona Negra de Punto de Lectura, el empujón de RBA en su sello de bolsillo o la apuesta en SUMA y La Factoría por el género. Gracias a ello hemos podido recuperar al bueno de Scudder de Lawrence Block en La Factoría, seguir al Jack Taylor de Ken Bruen en Tropismos, recuperar a VI Warshawski de Sara Paretsky en SUMA y, por supuesto, la apuesta de Almuzara de cuya mejor pieza hablaré en un rato. Todo eso más las tradicionales entregas del Montalbano de Camilleri, las ideas de Elmore Leonard o Val McDermit.

Destaca, en cuanto a editoriales, lo mala que ha sido la cosecha de Mondadori. Un auténtico espanto salvada sólo por “jugadores individuales”. Y si el conjunto de la edición no es armónico deberían saber que en cuanto que las individualidades dejen de funcionar se les va a ir al carajo la construcción. Por suerte este año han contado con Phillip Roth (de hecho, todo el mundo ha contado con él de nuevo… y un año más se despide sin el Nobel, el pobre) en “Elegía”, los Coetzees rescatados, menos mal que dentro de la misma editorial han sacado otras cosas, ya hablaré luego de ellas, y han tenido aciertos como su apuesta por el cómic desde lo más literal (Macanudos) hasta ese estupendo libro que une lo divulgativo con lo personal que es “El Arte” de Juanjo Saez. O, en Lumen, la consolidación de su forma de hacer las cosas. Han publicado un libro-cómic sobre malos tratos (más autoliberador que interesante), seguido rescatando a mujeres y publicado una de las pequeñas delicias de este año “Los amores de Nikolai” de Lewycka Marina, una historia tan real que parece inventada sobre una familia de inmigrantes integrados que se encuentran con su mundo trastocado por la decisión del senito padre de casarse de nuevo. Otro título a tener en cuenta es “¿Quieres ser millonario?” del escritor angloindio Vikas Swarup, publicado en anagrama, que refleja mediante las preguntas de una versión del programa la historia “desordenada” de su protagonista. Igualmente notable dentro de los inclasificables es la “Danza Macabra” de Stephen King que nos trajo Valdemar este año en el que el conocido autor repasaba la Cultura Popular de lo fantástico/terrorífico en sus versiones cinematográfica y literaria –con algo de su odiada tele- desde los cincuenta en adelante hasta “la actualidad» que era el año 79. Un gran libro independientemente de la opinión que se tenga sobre su autor.

En cuanto a los españoles, el nivel sigue siendo irregular. Algunas esperadas novelas han sido decepcionantes como el regreso de Eduardo Mendoza o de Pablo Tusset. Otros han seguido su línea de calidad (ascendente) como Juan Aparicio-Belmonte o el gran Rafael Reig que es el autor para Debate de uno de esos libros atípicos de este año, el Manual de Literatura para Caníbales que logra recorrer la literatura española “más reciente” (es decir, del neoclásico en adelante) de una forma divertida y original aunque peque de subjetivismo en muchos momentos y de un final quizá excesivamente disparatado y no tan mordaz. Siguiendo con los atípicos, es imposible pasar de La Conferencia (El plagio sostenible) de Monteserín. También habría que hablar de Nocilla Dream pero aún no tengo muy claro si está entre lo que más me ha gustado del año o entre lo que menos. Pero si hay un nombre propio para este año es el de González Ledesma que escribió una excelente autobiografía “Historia de mis calles”, se vio reeditado y re-reconocido y –sobre todo- publicó en Almuzara el que es para mí el mejor libro español del año: “Mendez”, una sinfonía de piezas cortas de todo tipo que son tan brillantes por separado y tan distintas en realidad entre ellas que se podría formar un enorme globo de discoteca con ellas.

De reediciones déjenme señalar un too que , aunque con material nuevo, merecedor de un gran reconocimiento. Me refiero a los Cuentos Completos de Saki. El único problema de tenerlo todo es que puedes empacharte.

Y, antes de pronunciarme sobre los premios, voy a hacer un pequeño alto para hablar de lo peor. Que no es exactamente lo pero-pero, la verdad es que seguimos con las mismas codillas de años anteriores que si bien han abierto camino para alguna cosa interesante en general siguen dándole a la manivela de la cosa santa y la discusión sobre el prepucio de Cristo redivido. Personalmente, me aburrió enormemente el “Lunar Park” de Easton Ellis que no deja de ser más de lo mismo haciendo lo de siempre, igual que el JPod de Coupland, pero como dice un amigo: podría ser peor, podría haberlo escrito César Vidal. Quién, por cierto, ha visto publicados con su nombre este año 16 libros nuevos.

Pero vamos a lo que “interesa”, a los premios. Así que allá va la decisión:

Sark de Plata para el libro de relatos “Fantasmas” de Chuck Palahniuk. Estupendo libro de relatos que reúne en uno las historias de Palahniuk de terror posibilista, pleno en ambientes urbanos y en violencia bien administrada. Sólo la irregularidad de los relatos, así como una extensión algo excesiva del “entre acto” que sirve para cohesionar toda la historia, hace que se quede en el segundo puesto esta obra.

Todo lo cuál nos lleva, de manera irremediable al… Sark de Oro de este año que es concedido por primera vez y sin que sirva de precedente Ex Aequo al libro de reportaje “Pégate un tiro para sobrevivir” de Chuck Klusterman y a “El Martilllo Cósmico” de Robert Anton Wilson con especial nota para su segundo volumen “Con los pies en la tierra”.

El primero está más cerca del tradicional concepto de Nuevo Periodismo o de las narraciones de Ficción. Sobre todo porque el tema del artículo “Visita los lugares de muerte de los músicos norteamericanos en su propio país” acaba cambiando pronto a “mi historia del viaje”. Klusterman nos ofrece todo lo que puede decir sobre si mismo y su opinión sobre el mundo que le rodea dejando el tema del reportaje en un hábil segundo plano que le sigue para hacer avanzar la historia.

“El Martillo Cósmico” está “indultado”. En principio no debería contar por ser unas memorias, pero al ser las de RAW y estar redactadas de esta manera, tan brillante, resulta complicado negarle el mérito al más Atípico de los libros atípicos de este año. Cruce entre la autobiografía y el catálogo de vivencias, mezcla de reflexiones socio-político-culturales y de experiencias con las drogas, el ocultismo y casi cualquier cosa rara que se nos ocurra, auténtica exposición de “quedarse en cueros” (el final del primer libro, por ejemplo) estamos ante otro clásico moderno que resulta difícil no amar casi de inmediato por la forma de crear una obra única y compacta formada por pedazos inconsecuentes. Esperemos poder seguir disfrutando de RAW durante años.

Y así, en fin, termina el repaso de este año y la concesión de los Sark de Oro. Dejemos ya la charleta y empecemos a disfrutar de este año, el del Centenario de Heinle.


Sark 2005 hasta los cojones del Quijote

Un año más (y ya van seis, a lo tonto a lo tonto…) aprovecho el comienzo de año para entregar el Sark de Oro al libro que más me ha gustado de este año.

Comienzo con la clásica advertencia, el que quiera pasar al resumen del año que se salte este párrafo. Las listas de “Lo mejor de…” acaban siendo los resultados de la intersección de los gustos personales con los libros leídos a lo largo del año. La posibilidad de que haya aparecido un libro revelador y no aparezca en la lista puede deberse más a no haberlo leído que a criterios de selección. Recapitulando en estos años y para que quede constancia, los anteriores Sark de Oro recayeron en “El hada carabina” de Daniel Pennac, “Huérfanos de Brooklyn” de Jonathan Lethem, “Cíclopes” de David Sedaris y «La disco rusa» de Wladimir Kaminer. El año pasado quedó desierto. Y no, sigo sin estar a sueldo de Mondadori. (Una pena)

Aviso, también como casi todos los años, de que mis lecturas suelen determinarse por escuderías, es más sencillo que lea algo de Lengua de Trapo, Mondadori o Valdemar que lo haga con lo que saca Planeta, Alfaguara o Anagrama. Vamos, que o pretendo engañar a nadie, que no me lo he leído todo ni de lejos.

Este año ha tenido varias caras. El nombre propio para mí es el de Phillip Roth, el ecritor que todo el mundo sabía que ganaría el Nobel excepto –vaya- los miembros de la academia sueca. Tampoco podemos olvidarnos de Chesterton que ha visto publicada otra importante parte de sus obra por Valdemar y El Acantilado. A este paso unas “Obras Completas” en español no parecen tan desacabelladas. De forma más general un reflejo de este año, muy claro, es el del libro de bolsillo. No solo han terminado de multiplicarse los sellos de bolsilibros alcanzando incluso al cómic (Ahí está “La biblia contada a los pasotas” o “La parejita” en Puzzle) sino que la oferta de los 5 € de Booket ha permitido acercarse a algunas obras a un público que se resistía a ello.
Otra cara ha sido la explosión de pequeñas editoriales, más editoriales pequeñas nuevas que libros metiéndose con ZP con portada de Mingote, no sólo las que arrancaban a final del año pasado como El Tercer Nombre, también novatas como Funambulista o Tropismos (atentos a su colección de novela negra) han entrado con ganas en el desganado panorama literario español. Sigo: El buen momento recuperado de Seix barral y Lumen, dos editoriales con altibajos que han firmado un gran año. La cosa conspiranoica-histórica-religiosa-suputamadre ha tenido para acaparar todo el espacio posible con la fórmula de “el/la incógnita/clave/misterio/enigma/secreto/otros DaVinci/Dante/Newton/Calderón/otros” o “La Biblia/cruz/cruzada/copón de él/la/los Iglesia/Masones/Cátaros/Illuminati” e incluso una mezcla… hagan la prueba y creen su propio BestSeller. Seguro que esto ha ayudado a que salga algún libro interesante, lo descubriremos en unos años. Y, para pasar al siguiente párrafo, los “jóvenes” escritores españoles vienen dando fuerte.

Qué estupendo año de lecturas frescas de aquí. Desde la ya de cultoLos reinos de la Casualidad” (a la que, para que negarlo, yo habría metido una poda) a las obras que aporta Lengua de Trapo con “López López” de Juan Aparicio-Belmonte a la cabeza. De esta misma editorial también tengo que destacar “Las Hazañas del Capitán Carpeta” de Rafael Reig (que quizá suene a algunos pues salió serializado en el 20 minutos), el libro cruce de hallazgos con popurrí de email “No he venido aquí a hacer amigos” que recomiendo a todos aquellos “informáticos por dinero” y ese “Caja negra” quizá demasiado literarizado pero con destellos de gloria. En Mondadori tenemos (que está reciente) a Xavier Calvo con sus “Rios secretos de Londres” y la “nueva versión” de “Vidas de Santos” de Rodrigo Fresán, obras interesantes e imaginativas. Ángela Vallvey se hizo “asumible por el público” con “La Ciudad del Diablo” en Destino aunque no logró promocionarse lo que se esperaba…. Pero si hay un libro español que recomiendo sin reparos es “Reconstrucción” de Antonio Orejudo (Tusquets) , otra de esas obras inclasificables de este autor que se entretejen entre la realidad y la ficción a la vez que desarrolla todo un juego de espejos y de reflexiones. Una auténtica delicia que salió a principios de año y que no ha sido superado.

Y antes de seguir con los premios, permitidme que señale un par de reediciones. En realidad solo un apunte, los “Crímenes ejemplares” de Max Aub en preciosa edición de Thule. Recopilatorio de asesinatos breves o de confesiones mínimas, según. Pero yo quería hablar de la reedición del año: “Trampa 22” de Joseph Heller. Si solo puede leerse uno de los viejos-nuevos libros de 2005 que sea este. Cómprenselo, disfrútenlo, ejerciten sus bíceps con él. La guerra, los mandos, la ilógica… todo. M*A*S*H* antes de Altman, Kafka en el ejército americano… una de las obras del siglo XX que, tras unos años desaparecida, vuelve a nosotros. Ah, que buen gusto deja su lectura amarga.

Pero vamos “al ajo”. Sí, este año ha habido alguna cosa, libros notables como ese recopilatorio “Error humano” de Palahniuk (atentos, el año que viene puede ser el suyo si todo sigue lo esperado) o los regresos de Sedaris (por partida doble, si quieren regalar algo navideño “Oh, blanca navidad” en DeBols!llo 21 es SU volumen, habría ganado el premio de no contener relatos antiguos… pero qué relatos), Eggers, Camilleri o Coetzee (Maravilloso y terrible, como de costumbre, su “Hombre lento«). He visto brillar a gente de otras latitudes, al australiano Peter Carey con “Mi vida de Farsante” (Mondadori) en su divertida y “engañosa” novela sobre gente imaginaria que aparece a reclamar lo que es suyo, o el indio Shashi Thaaor con “Bollywood”, divertimento y reflexión sobre toda una industria y sobre las diferencias entre “lo que se ve” y “lo que hay”.Pero ninguno de ellos han llegado a ese “algo más”. Y reconozco que este año ha estado justito.

El “Sark de Plata” ha sido para “Lo mejor de McSweeny’s” (2 vol.) VV. AA. Ed. Mondadori. Resumen/antología/contenedor que sirve para acercar a los potenciales lectores a los “autores” del sello y, de paso, a varios de los más representativos escritores jóvenes norteamericanos. Otra cosa es que luego, entre Lethem, Foster Wallace y demás brillen con especial fuerza John Hodgman o Jim Stallard, ilustres desconocidos que nos demuestran la razón de ser de estas antologías. Lamentablemente la edición es mejorable hasta el punto de no incluir ni una pequeña reseña de los logros biográficos y blibiográficos de los participantes. Aún así un estupendo modo de inciarse en este terreno entre la amargura cotidiana y el humor ácido actual, con esos juegos entre la realidad y la falsa realidad que aquí se estilan.

El “Sark de Oro” tenía que darlo este año, después del fiasco del año pasado, una manía personal. Por suerte los autores dados de lado no escasean. Entre aquellos de los que hablo. Así que aprovecho este año para vindicar un gran libro de historias muy breves. Es decir: El “Sark de Oro” de este año ha sido para “La Mosca” de Slawomir Mrozek, ed. El Acantilado (sí, pedir este libro es un festín para los errores) El autor ha demostrado de sobra su calidad desde ahce años, baste recordar los “Juegos de Azar” con los que se dio a conocer hará unos cuatro años… En esta ocasión tenemos un auténtico compendio de historias breves, cargadas de intenciones con varias lecturas, desde lo más claro, como “C. de Turco” hasta lo más alegórico como “Relato del Fugitivo”. Hay un poco de todo, de realidad, de irrealidad, de reinos fantásticos que resultan ser los nuestros y de nuestra realidad siempre fantástica. Es difícil convencer a alguien de la acertada y ajustada prosa de Mrozek, o de lo que su minimalismo puede llegar a expresar o a “dejar caer”. Quizá en el futuro cuelgue alguna de estas historias. Más breves que Saki, tan cargadas de intención (aunque con menos amargura) que Bierce, este libro es una pequeña joya, otra de esas obritas que todos merecemos disfrutar. Y, sobre todo, lo mejor que he leído este año que se termina.

Con esto termino mi aburrido tocho “metaliteraturesco” anual y os dejo que volváis al dulce sopor del año nuevo.