Silverman Tartikoff Greenblatt

La carrera del actual presidente de la NBC, Robert Greenblatt, está en la línea de las mejores tradiciones de la casa: Es un desastre tan grande que parecería guionizado por Tina Fey para 30 Rock. Y, siendo la NBC, además están alegres. Cuando trajeron a Robert Greenblatt desde Showcase la idea era que dejara de ser al cuarta cadena y, al terminar el pasado año, habían logrado ser… ¡la tercera!

Vale, gracias al magnífico trabajo de su rama de deportes, que más de una vez les ha salvado el culo, permitiendo que el éxito del Football Americano —Sí, lo he escrito así a posta. Jojo—, que ha sido el programa más visto por vez primera en décadas, y la emisión de la SuperBowl, que ha sido el evento más visto de la historia, les ayudara a subir… un puesto —a costa, por cierto, de una ABC que ofreció una de las más sólidas y coherentes nuevas temporadas en años. Pobres.—, de modo que ha podido salir bien librado de un primer año que apuntaba a desastre completo.

Ese previsto desastre ha hecho que casi ninguna serie logre una renovación completa y que muchas tengan su futuro más que dudoso. Movimientos tan estúpidos como conservar Community pero echar a Dan Harmon y decirle a sus sustitutos que mejor no compren muebles nuevos demuestran una forma de hacer las cosas bastante penosa. Tener preparada toda una batería de series para ir sustituyendo las que caigan tampoco ofrece mucha seguridad. Y eso por no entrar en la forma de manejar la ceremonia de apertura=, que incluye no permitir verla en directo por internet para tus espectadores o eliminar el homenaje a las víctimas del terrorismo.

Con alguien como Greenblatt a cargo es difícil estar actualizado, esta vez hablamos de las declaraciones que motivaron esta columnas y que están, a su vez, entroncadas con las que hizo durante la presentación del nuevo año, cuando aseguró que ninguna de las series tenían cerrada la continuidad. Fue preguntado expresamente por 30 Rock y respondió que tampoco… Lo que llevo a la NBC a tener que desmentir a su presidente al día siguiente para confirmar que 30 Rock se encontraba en su año final.

Todo lo cuál llevó a Greenblatt a hacer unas declaraciones a un grupo de periodistas, las primeras cara a cara tras la salida de Harmon, y en ellas dijo unas cuantas cosas, de las que la más destacable fue:

Esos programas, especialmente los de la noche del jueves, son grandes programas. Son programas ganadores de premios e increíblemente sofisticados e inteligentes y no podríamos estar más orgullosos de ellos.” Pero, lamentablemente “No podemos sacar una audiencia mayor de esos programas. Tienden a ser un poco más cerrados y un poco más sofisticados de lo que realmente quieres para logar una audiencia amplia.” De manera que han decidido pasar a hacer otro tipo de series, especialmente comedias, que serán “también inteligentes y también ingeniosas y os gustarán a los críticos pero, además, tendrán una audiencia mayor.

Lo que causó, obviamente, una conmoción inmediata y que todo el mundo corriera con pánico moviendo los bracitos porque el jefazo de la NBC decretaba el final de las comedias inteligentes en el canal, algo a lo que ya apuntaban algunas de las series elegidas para el nuevo año. De modo que con sólo unas palabras ha logrado poner en su contra a la mayor parte de críticos. Al fin y al cabo, eran a ellos a los que cree que iban dirigidas esas series que daban tan poca audiencia.

Lo más divertido es que podría haber sacado una gran lección sobre cómo funciona un canal —No digamos ya uno tan idiosincrático como la NBC— fijándose en cómo les fue a dos de sus más ilustres antecesores. El bueno y el malo. Brandon Tartikoff y Fred Silverman.

Que insista de nuevo en el malvado Fred Silverman debería demostrar lo importante que es, aunque sea como villano. Porque aún siendo la clase de persona que no dudó en dinamitar la línea entera de su cadena para reformarla por completo o enfrentar a programas que acababa de crear con otros que también había creado cuando estaba en la anterior no podemos dejar de lado que fue una persona fundamental para entender la televisión más allá de 1970.

Su llegada a la CBS ese mismo año provocó una pequeña revolución cuando decidió realizar la purga rural para favorecer series nuevas, urbanas, distintas, como El Show de Mary Tyler Moore (La chica de la tele) o All in the family, pegándole una patada al canal que la adelantó varios años en el tiempo; a continuación se largó a la ABC, en 1975, donde hizo eso mismo a costa muchas veces de lo que había puesto en marcha en la CBS —eh, es un villano por algo— y, a continuación, le llamaron a la NBC para que les ayudara con su magia. La NBC vivía una de sus crisis periódicas agravada por el revulsivo para su competencia —recordemos, en aquel entonces sólo había tres cadenas— que había supuesto el mandato de Silverman. Teniendo en cuenta, además, el gusto de la NBC por la innovación loca, parecía que en la NBC podría ser donde más diera de sí.

Cuando Silverman llegó a la presidencia de la NBC en 1978 era la primera persona que pasaba por todas las grandes de manera consecutiva —a día de hoy lo sigue siendo— y eso era un crédito que parecía que podría aprovechar. Aunque no le sirvió de mucho: su primer programa estrella auténticamente suyo fue Supertrain, un intento de unir la premisa de Vacaciones en el mar con algo de acción y aventuras, para el que contaban con el buen hacer de los creadores de la serie, el gran guionista de westerns Earl W. Wallace y el magnífico escritor de novela negra Donald E. Westlake. Pero las cosas empezaron rápidamente a complicarse, las maquetas daban problemas y el presupuesto ya disparado pasó a ser disparatado. Todo lo cuál no hubiera sido demasiado problema si las audiencias hubieran acompañado, pero pasó justo lo contrario. Pese a encontrarse con la producción más cara para televisión hasta el momento, superando a la Galactica de Glen A. Larson, los espectadores no vieron mucho interés en lo que la crítica machacó llamando un Love boat de regional —no descarto que la posibilidad de hacer titulares con descarrilar les animara también— y la serie no pasó del capítulo 9, lo que causó un grave revés económico a la cadena.

Como estas cosas nunca vienen solas, el presidente Jimmy Carter decidió que se le haría boicot a las olimpiadas de Moscú de 1980. La NBC, tradicional emisora de olimpiadas, se encontró así con la necesidad de no retransmitir éstas, pese a que ya se habían gastado 87 millones de dólares y tenían comprometidos 170 en contratos publicitarios, además de la promoción para sus programas de ese otoño. De manera que el canal se quedó al borde de la bancarrota.

Algo a lo que no ayudó en absoluto la forma americana de funcionar para la televisión, similar a la que los españoles tenemos para la radio, con emisoras concesionarias que pueden decidir su afiiliación y cambiar la cadena a la que pertenecen. Y como la NBC iba cuesta abajo y sin frenos muchas de esas emisoras, incluidas varias de las mayores en Atlanta, Baltimore, San Diego o Indianapolis, decidieron cambiar… a la ABC; bueno, y alguna a la CBS.

La temporada del 80 no arregló nada, el intento de lograr repetir el éxito del SNL tras la enorme bronca que había terminado con la salida de Lorne Michaels de su creación, mediante el programa Pink Lady, centrado en el dúo pop japonés del mismo nombre, fue otro enorme fracaso. Se vio como algo extraño y alejado, las integrantes del dúo no parecieron suficiente y el añadido tardío del co-presentador americano sólo agregó más confusión. Pink Lady & Jeff podría ser muchas cosas pero no un programa de éxito.

En el verano de 1981, con una cadena en bancarrota, teniendo como mayores éxitos Gimme a Break!, Diff’rent Strokes y su spin-off The Facts of Life y la apariencia de haber acabado siendo víctima de una enorme broma, quizá debido a la saña con la que los propios trabajadores de la cadena habían parodiado su nuevo himno o a que los ataques más duros vinieron de Al Franken en el SNL, para agravarlo todo, dimitía Fred Silverman.

El elegido para sustituirle fue el responsable de Comedia, el jovencísimo Brandon Tartikoff, que ya había participado con Silverman en el desarrollo de Cheers. EL primer año se benefició, además, del éxito de uno de los últimos proyectos aprobados por Silverman: St. Elsewhere. Lo primero que hizo Tartikoff, como fan que era, fue convencer al responsable de deportes y factótum de la cadena, Dick Ebersol, para salvar el SNL, escapado Michaels y con Franken alejado tras la bronca con Silverman.

Lo siguiente que hizo fue cambiar de día de emisión Hill Street Blues (Canción triste de Hill Street), que había tenido buenas críticas pero poca audiencia. En lugar de cancelarlo decidió dejar que creciera la noche de los jueves. También puso en marcha tres series de divertimento como eran El Coche Fantástico, Remington Steele y, sobre todo, El equipo A, para atraer público y cambiar a David Letterman de su bajo en audiencia programa de mañanas al programa nocturno tras Johnny Carson.

La máxima de Tartikoff era tratar de sacar el mayor partido a las series y programas apreciados por la crítica dándoles los horarios más adecuados. De esa manera cuando llegó la desastrosa temporada 82-83, en la que no se renovó ningún programa, pudieron seguir adelante gracias al aumento de audiencia de las series que ya tenían y a que El equipo A logró meterse entre los 20 programas más vistos del año.

El éxito al año siguiente de El show de Bill Cosby, la segunda oportunidad dada al cómico negro en la televisión, sirvió para usarlo como lanzadera para la aún reciente Enredos de famila (Family Ties) y para Cheers logrando que las tres series mejoraran y subir de puesto. Para la temporada 85-86 era ya la cadena más vista. En los años siguientes llegarían Las chicas de oro, Corrupción en Miami, Juzgado de guardia, Autopista hacia el cielo, Hunter, ALF, Matlock, La ley de los Ángeles, Un mundo diferente o Nido vacío, entre muchas otras. De manera que en la temporada 88-89 fueron la cadena más vista las 52 semanas del año, un logro jamás antes ni después conseguido. Además, lograron otro récord poniendo 18 programas entre los 30 más vistos.

Cuando Tartikoff decidió abandonar la NBC en 1991 dejó en marcha series como Mad About You y Frasier, preparada para ponerse en marcha Seinfeld y en conversaciones Urgencias y Friends. Sus sucesores aprovecharon el dinero y la buena racha para comprarse todos los eventos deportivos importantes (baloncesto, football, béisbol… además de los Juegos Olímpicos) que pudieron, garantizando así un colchón de seguridad que se benefició del buen momento que vivían los americanos en ellos, como la época de Michael Jordan en los Bulls.

Luego ya se fueron terminando estas series, perdiendo derechos, volviendo, en fin a dejar el primer puesto para acabar de nuevo en el cuarto. Y Robert Gleenblatt se supone que pretende devolverles arriba.

Sin embargo, junto con los clásicos desastres propios de la NBC, parece que no ha entendido las máximas de Tartikoff: reforzar las series buenas, no esconderlas ni podarlas, y tener paciencia para que crezcan.

En lugar de eso ha pedido sólo media temporada de casi la totalidad de sus series y encargado un número sin precedentes de novedades. Para la 12-13 hay encargadas nada menos que doce series: Los dramas Revolution, Chicago Fire, Do No Harm, Infamous y Hannibal y las comedias The New Normal, Animal Practice, Save Me, Guys with kids, 1600 Penn, Go On y Next Caller.

Me gustaría equivocarme y que fueran todos éxitos pero no parece que eso vaya a suceder. Porque al leer las declaraciones de Greenblatt de quién me acordaba era de otros dos creadores.

Uno era el guionista Ernest Chambers que dijo:

Uno de los problemas con la televisión es que tienes una audiencia televisiva. (…) Pero hay otra audiencia allá fuera (…) si sólo te dejaran en el aire lo suficiente para que oyeran hablar de ti.

El otro es el productor y agente George Shapiro que comentaba los problemas que tuvo una serie porque “ Sam Weisbord [Director de la agencia William Morris] nos aconsejó rotundamente no hacerla, porque el tema era demasiado elitista (…) No tendría un interés suficientemente amplio, especialmente para el medio oeste y en el sur, porque a la gente no le importa el negocio del espectáculo fuera de Nueva York y Los Ángeles.

Ambos se refieren a los problemas que hubo para poner en marcha The Dick Van Dyke Show en 1961 y cómo llegó a parecer que no podrían lograrlo para luego, una vez en antena y tras su primer año, convertirse en una gran éxito que recibió numerosos premios y lanzo al estrellato, no sólo a su protagonista sino, también, a secundarios como Mary Tyler Moore igual que ayudó a cimentar reputaciones como la del creador de la serie, Carl Reiner.

Las series inteligentes pueden funcionar incluso mejor que las de amplio espectro por el público que atraen, pueden servir incluso para ayudar a la marca de la cadena, y no se trata de una cuestión de audiencia porque algo en apariencia tan complicado como Seinfeld acabó siendo la serie más vista de Estados Unidos.

Quizá se trate de seguir a Tartikoff antes que a Silverman. Y no pretendo disminuir el valor o la importancia histórica del segundo, sin él All in family quizá no hubiera existido ni con él la revolución posterior, igual que con el programa de Mary Tyler Moore que tanto se apoyó en su éxito precedente para lanzarlo o la aparición y difusión de series centradas y protagonizadas por afroamericanos que no volverían a tener tanto tiempo en pantalla hasta el juicio de OJ.

Así que quizá sea todo la forma en que manejas lo que ya tienes y que tratas de ir más allá. Cierto es que cuando estos dos titanes vivieron la televisión tenía sólo tres megacanales, que la televisión sólo empezaba a cambiar y aproximarse a lo que es ahora pero, ¿y el público?. Lo veremos de aquí a un año.

[Como decía al principio, es difícil estar al día tal y como va la NBC, a lo que comentaba de la inauguración de las olimpiadas —y más os vale pinchar en el enlace— se ha unido este fin de semana una nueva bronca por decidir emitir en diferido la prueba de natación entre Phelps y Lochte y varios señores más. La NBC se ha defendido esgrimiendo que, pese a saberse el resultado ya, la audiencia ha sido mejor que la de hace cuatro años. Los descontentos afirman que si no se hubiera sabido el resultado hubieran tenido incluso más, que aunque la prueba sea la misma lo que la rodea no lo es y que es ridículo actuar como si internet o las otras cadenas no existieran. Como decía, la NBC jamás deja de dar motivos que justifiquen su fama.]


Provedorizando movimientos telespectantes

Quizá lo esperable para hoy era algún tipo de análisis de los Emmy. Podría hacerlo en una versión corta con aquellos tópicos manidos de más de lo mismo o han logrado quedarse en tierra de nadie pero, la verdad, la lectura más interesante entronca de manera un tanto retorcida pero no por ello menos directa con aquello de lo que tenía intención de hablar hoy.

La lucha en la distribución televisiva estadonunidense.

No, no nos pilla lejos. Y, desde luego, no es un tema muy etéreo ni en exceso empresarial. Empecemos con…

Creo que ya he explicado varias veces cómo funcionan las cadenas estadounidenses. El referente español sería el radiofónico y no el televisivo. Es decir, hay varias emisoras que pueden ser independientes o miembros de algún conglomerado de tamaño variable que deciden su programación bien asociándose con alguna cadena —que puede ser de cualquiera de los tamaños imaginables, desde las grandes nacionales a las estatales o regionales— o bien desde un puesto de autogestión que, sin embargo, sí les permite adquirir programas de los llamados en sindicación, series que han alcanzado una masa de programas suficiente como para que se pueda vender esa re-emisión.

Obviamente esta era la manera en la que las grandes cadenas estuvieron funcionando, pero hete aquí que a finales de los ’80 la llegada de las cadenas temáticas y los distintos tipos de cable fueron creando una realidad al margen. Monolítica en ese momento, eso sí. De ahí que surgieran compañías de cable por un lado y, por el otro, compañías de satélite que hacían llegar el contenido de la oferta que a los puntos más inaccesible no podía hacer llegar el cable. Tras lo cuál acabaría llegando un método más, la distribuidora por internet. El asunto es que, frente a la realidad española, allí había dos partes para producir las series y programas, por un lado la emisora contratante para su emisión original y por otro la productora que se encargaba de su realización y solía quedarse los derechos para la venta en sindicación.

Esto, por supuesto, se fue complicando. La aparición de los VHS —muy tímidamente— y los DVD —de manera masiva— favoreció un nuevo negocio de venta que, además, generaba beneficios adicionales para la productora y llamaba a las cadenas a tratar de meter mano. Que puede parecer una tontería pero ahí tenemos el Batman de Lorenzo Semple Jr. paralizado. Como era poco lío ya el paso de un formato popular pero voluminoso y caro y su transición a otro más barato y manejable vivió una revolución con la llegada de los servicios por internet ya que el coste de difusión se iba acercando a cero —utopía del todo imposible, pero más creíble en cuanto que el alquiler o descarga digital es aparentemente menos voluminosa que un DVD y no precisa de una producción física a priori sino de la demanda del momento— entrando, por tanto, en esa transformación del consumo televisivo del que ya hemos hablado varias veces en esta columna.

La posibilidad de pillar un episodios o media docena, según gustos, y elegir el momento de su visionado sin tener que pararse en acatar lo que los canales quieran ha cambiado, además, la forma de entender y entenderse con el propio aparato televisivo y de ahí las broncas entre sus intermediarios.

Hace unos meses fue DISH TV el servicio de satélite que decidió dejar de trabajar con AMC Network casa de las series muy obviamente de la AMCMad Men, The Walking Dead, Breaking Bad… — y algo menos de otros canales como IFCPortlandia por poner uno— que eran el motivo central de la disputa. AMC N pedía un incremento del precio pagado por la distribuidora par seguir dentro de la plataforma, estos primeros decidieron que aunque se tratara de unos céntimos por usuario no tenía sentido sufragar los canales menos solicitados — lease el IFC antes mencionado, el WE o el Sundance — por unas pocas series en uno de los canales. La cadena contraatacó ofreciendo alternativas a los usuarios de ese servicio que estuvieran interesados en sus programas con una información que incluía desde servicios de proveedor televisivo alternativo que podían contratar en su zona hasta facilidades para suscribirse al visionado on line de las mismas.

La siguiente guerra, incluso más cruenta si cabe por el mayor tamaño de las empresas en disputa, ha sido la que ha enfrentado a otro proveedor por satélite, Direct TV, con otro conglomerado de canales, la poderosa Viacom. La ruptura de relaciones dejo fuera de las pantallas canales tan populares como Nickelodeon o Comedy Central y era, prácticamente, un calco de la anterior. Con sólo unas diferencias.

En primer lugar, a Direct TV le faltó tiempo para jugar las bazas sentimentales, haciendo saber a sus abonados que la falta de esos canales era para tratar de evitarles una subida en la factura mensual en estos tiempos de crisis, también señaló a Viacom que su posición como uno de los mayores proveedores televisivos, especialmente fuera de las zonas urbanas, significaría unas caídas de audiencia apreciables. Dio igual que Viacom tratara de negar lo primero y minimizar lo segundo, cuando empezó la discusión de despachos ya habían perdido parte del pie que tenían para apoyarse.

La primera medida seria de Viacom fue, sintomáticamente, sacar de sus webs una serie de programas que se podían seguir y que para Direct TV dañaban la oferta que estaban realizando. ¿Quién iba a querer pagar por un servicio si poco después y en cualquier momento del día iba a poder disfrutar de la serie de manera gratuita y a la carta? Este, junto con la idéntica queja de que los canales con más público estaban subvencionado los menos populares hicieron que Viacom replanteara su posición. Especialmente cuando salieron los datos de audiencia tras la primera semana de desconexión que contraponían bajadas menores de un 2% en canales como el Comedy Central con pérdidas del 25% en el caso de Nickelodeon. Se vieron forzados a sentarse, negociar y rebajar sus peticiones.

Añadamos a todo esto los extraños movimientos de HBO con Juego de Tronos, cuyas posibilidades de visionado actuales son: 1) Contratar HBO o 2) Pirateo. Y puede parecer una tontería pero a la HBO parece que le molesta menos el pirateo que la alternativa de perder el valor de su producto exclusivo. Pero esto casi lo explica mejor The Oatmeal en el siguiente cómic:

 

El efecto que produjo el cómic y su difusión masiva fue toda una serie de artículos discutiendo hasta que punto era algo buscado por la HBO o pura arrogancia empresarial —y eso que a ellos no han aprovechado para subirles los impuestos on line — así como la bajada de casi un 50% del precio en Amazon y, por contagio, en el resto de tiendas.

Pero lo importante es, por supuesto, lo que indica de los cambios y modos. La llegada de un nuevo modelo de visionado y la facilidad para que este se produzca fuera de los horarios de los canales y en consonancia con los deseos y disponibilidades del espectador gracias a sistemas aún más sencillos y —sobre todo— más transportables que los que hasta ahora disfrutábamos; como la grabación en disco duro, en dvd, o en vhs; ha cambiado el modelo y está forzando a crear diferenciaciones. De entrada, porque la gente tiene que ir acostumbrándose a pagar a un proveedor diferente, de ahí el éxito de Netflix o de Hulu y la reacción provocada entre los proveedores de contenidos que están hundiendo o, en el mejor de los casos, dificultando su consolidación y servicios.

Uno de los asuntos más debatidos en la lucha de Viacom y Direct TV fue la necesidad de que hubiera tantos canales de películas, incluso aunque respondieran a diferentes perfiles, y la de la necesidad de los canales de nicho que se ofrecían al espectador en pack y tenía que tener aunque no le hiciera mucho caso.

Obviamente el paso al que querían llegar era hacer una televisión aún más a la carta, el problema es que tanto como esto evitaría la idea de cientos de canales y nada que ver dificultaría la financiación de cualquier estructura minoritaria. Algo que se lleva viendo venir unos años y que ha coincidido con los cambios televisivos para expandir la idea de programación propia.

Durante los años ’90 y ’00 la creación en muchos de estos canales era mínima. La mayoría se dedicaba a emitir contenidos ya generados por las grandes cadenas, a importar, o a crear sólo contenedores o magazines de presentación. Sólo algunos de los canales se atrevían con la creación propia que era algo que subía sus costes como cadena. Ya hemos visto por aquí lo que ocurrió en el Food Network pero no fueron los únicos, la MTv pudo ser una de las más decisivas y pocas cadenas tuvieron el éxito que Nickelodeon que supo ver una realidad —el tiempo cada vez menor dedicado a la programación infantil y juvenil por las cadenas— y aprovechar una ola en la que también se subirían la reformulación del Cartoon Network y los señores de la Disney.

Precisamente esa idea del valor añadido que da la novedad y el éxito del modelo HBO sería lo que llevaría a muchos canales a ponerse con su producción propia. Desde el éxito inicial de Showcase ofreciendo más sangre y violencia a los giros más populares de TNT, todo esto apoyado por los segundos canales de los grandes — USA Network, UPN y luego su suma con el Warner de The CW, ABC Family, FX… — y sus temáticos. La llegada de una revisión del negocio para la Starz, TV Land o en este caso fundamental la AMC sirvieron para generar nuevo interés por ellos entre los espectadores perdidos en la selva de canales.

Y ahora es cuando volvemos a los Emmy. Porque algo que puede pareceros una tontería pero no lo es: No han candidatureado como Mejor Serie Dramática The Good Wife.

Ya, ya, lo sé. Pero es que los últimos años THhe Good Wife estuvo ahí representando a los cuatro grandes canales, a la creación de series dramáticas al alcance de todos. Por eso es tan importante que este año se haya quedado fuera. ¡Todos los candidatos son de cable!

[No sólo ellos, en Mejor Serie Cómica la mitad son de cable ya. Claro que siempre se ha considerado menos la comedia por motivos que no acabo de entender. ]

Como no podría ser menos las voces sobre los olvidos y las series dejadas de lado han llegado también con las candidaturas. Pero en este caso la ruptura no era sólo con las ideas de los críticos o de la gente de internet, Es una ruptura con lo que los grandes canales han estado haciendo, una ruptura con el público general estadounidense. Sin llegar a perderse del todo, en un encantador punto intermedio ajeno a todos. Así están los Emmy.

De manera que el paisaje que va aclarándose es el de una separación con una base que aún no ha abandonado las grandes cadenas que va adelgazando frente a un cada vez más nutrido grupo que empieza a usar las series no como algo que nos es emitido, de manera pasiva, sino como algo que puede ser seguido y buscado. Los mismos principios que están detrás de la progresiva huida de espectadores de la televisión que no ha dejado tanto de consumir ficción como de hacerlo de otros modos.

Algo inevitable en todos los campos y cuyos cambios y realineaciones se pueden seguir sobre todo por el rastro de _ chispas_ que causan esas fricciones con el común de los espectadores y, sobre todo, los mismos eslabones de la industria televisiva.


Expositivas formas mutantes

Cuando uno se encuentra con las clásicas iniciativas inglesas de emitir algunos pilotos como si fuera una serie de antologías para que la respuesta del público sea la que decida las novedades se suele sorprender.

En mi caso porque, despistado como soy, pienso que me he visto por error otra serie. Como normalmente no me informo de los pilotos que voy a ver me pasan esas cosas. Además, cada país tiene su forma de funcionar y esta idea es notablemente inglesa. Creo que ya lo he comentado un par de veces a lo largo de esta columna, regularmente algunos canales organizan una serie contenedora antológica en la que emiten el piloto. Eso significa, habitualmente, que el que es escogido aún puede tardar dos años en verse desarrollado. Y eso si no existen otros problemas, pero mejor no hablemos de BBC Four que me deprimo.

En cualquier caso, los americanos también lo han intentado en ocasiones, aunque de una forma menos sistemática. Usando pilotos como telefilmes en ambos sentidos. Es decir, preparando auténticos telefilmes que luego pudieran pasar por pilotos de las series —y ahí tenemos ejemplos tan poco probables como el de Los vigilantes de la playa empezando como una peli de dos horas en la NBC, pero con las mismas fue el movimiento fundamental para que Babylon 5 o la nueva Galactica consiguieran serie— o reciclando pilotos rechazados en forma de telefilmes, que no tienen un final claro, que no desarrollan personajes y que dan la sensación de que algo falla. En realidad no se nota tanto la diferencia.

Por supuesto también puede haber pilotos pensados para salir como TV Movie, tener éxito y de ahí hacer serie. El SyFY está lleno de ellos, aunque debo decir que siento cierta predilección por ese encantador desastre de USA Network que fue Frankenstein

Ay, sí, en España se estrenó en DVD. Para eso estamos. De hecho, aquí se intentó el truco de hagamos un piloto y de ahí la serie con una trama de asesinatos, barajas y juegos de rol mortales —ah, el dulce regreso del slasher como género de moda— pero como lo montó todo Antena 3 se pegó un batacazo y nada hubo después. La cosa en cuestión, llamada Demium se estrenó con declaraciones de que si al público le gustaba se haría serie.

Os he buscado un algo, aunque fuera una escenita, pero no he encontrado ni rastro. Una lástima porque en su momento en Dreamers nos dio para muchas risas. Digo, perdón… Es una lástima que no queden recuerdos de los grandes profesionales patrios en su intento por innovar. Si alguien sabe de dónde sacarla —aún teniendo en cuenta que como iba a ser una serie no tenían intención de decir quién era el asesino, así que en realidad no tenía final— que avise.

Y, en medio de esto, la forma de mutar las series. Fuera de España, claro. Aquí seguimos a lo nuestro.

Mientras en UK puedes tener el piloto hoy y luego ya veremos cómo se emiten las series — Luther ha tenido una temporada de 6 capítulos, otra de 4 y la próxima de 2; si llega a haber 4 imagino que será una peli— en USA van probando a recortar sus locas ideas de 24 capítulos por temporada. Desde la aparición de las emisoras de cable se han ido haciendo más habituales las temporadas cortas y su posterior inmersión en la ficción propia, junto con menos medios para producir, ha hecho que busquen alternativas.

Parte de lo cuál se aplica también a las grandes, que dejaron de hacer pedidos de 22/24 a hacerlos de 13 y luego de 9 y ahora de 6. Y en cualquier momento empezaran a ir renovando cada semana. Siempre considerando que luego pueden “pedir más”. Pero, claro, eso no es exacto.

Dan Harmon, creador de Community, comentaba cómo la petición de dos capítulos más casi al final de la temporada les hizo sacar deprisa y corriendo dos guiones y rodajes para poder servirlos resintiéndose la calidad de los mismos. Algo que no habría pasado con una petición cerrada.

Por cierto, Harmon está metido en una de esas otras muestras de que las cosas están cambiando. Con la aparición del crowfunding en Kickstarter para lograr que se haga la película de animación Anomalisa, con guión y dirección de Charlie Kaufman y producción del propio Harmon y algún otro sospechoso habitual como Dino Stamatopoulos o Duke Johnson.

Podéis poner pasta a cambio de recompensas — o por el placer de ponerla— aquí: Anomalisa

Volviendo al tema: Si se hubiera tratado de una serie cerrada no se hubieran podido añadir capítulos pero, por las mismas, habrían tenido que saber cuántos se iban a emitir para poder darle un final. Que no pasara como con Reunion, esa serie de la FOX sobre un grupo de amigos y un asesinato en el pasado en que cada capítulo representaba un año desde el 86 hasta su presente en el año 2006 de manera que veías su evolución — sí, ya, como Our friends in the North pero con asesinatos y capítulos anuales— y también flashbacks e información que iba rellenando la trama. Lamentablemente la cadena sólo había pedido 13 y, como en realidad no emitió más que 9, no consideró necesario concluirla con los 7 episodios que faltaban, así que nos quedamos sin conocer el final.

Claro que, precisamente, esas son las ideas que hacen avanzar la forma de organizar la duración y forma de una serie. Cuando sus creadores decidieron ponerse con Harper’s Island partieron de un pedido de 13 episodios y a eso se ciñeron para contar la historia, sin esperar que luego les fueran a pedir mas. Y menos mal, porque se hubieran quedado en 6 con toda justicia.

De modo que primero se fueron a 13, luego han empezado a variar por necesidad; si SMASH tenía que ir detrás de The Voice tenía que ser de 15 capítulos, hacer temporadas de 10 — o Kevin Bacon diciendo que no hará más que esos 15 para The Following. Del mismo modo se pueden recortar a 10 como ha estado haciendo la HBO, y que lo hagan con The Newsroom puede no ser muy acertado, pero obligando a Choque de reyes a ceñirse a esa cantidad frente a 13 ó 15 —o cualquier otra cantidad— estás obligando a recortar y resumir.

La locura inglesa de las series, que tienden a primar la historia y a obligar al canal a encajarla, es la más sensata cuando se trata de contar una historia. Es decir, si el arco es más importante que historia del día en sí. Porque con los años lo que se está logrando es que la gente entienda la diferencia entre el contenido por encima del continente. Quizá en algún momento podamos ver también dramas que duren menos de 40 minutos. De momento ya los tenemos de más, incluso del triple de duración, igual que tenemos comedias de menos.

Uno de los temas candentes, al hilo del final de temporada de diversas series y el comienzo de otras como True Blood o la recentísima regresada Breaking Bad, es lo que llaman los americanos binge watchin y nosotros, claro, atracón. Resulta que olvidaste cómo terminó la anterior temporada, o quieres revisarla antes de que empiece la nueva o has esperado a que termine para poder vértela del tirón. En USA están discutiendo si es bueno, si es malo, si habría que respetar la pausa para cumplir con la forma original para la que estaba diseñada…

¿Os parecería normal que os pusieran una hora para leer un libro? ¿UN capítulo por vez? ¿Y todas las historias tienen que ser de 25 páginas?

Eso podía pasar en los tiempos del pulp, cuando el editor tenía que sacar historias más para rellenar que por motivos internos, y salían grandes obras; ahí está la recopilación de cuatro volúmenes ¡Bang! ¡Bang! ¡Estás muerto! en Akal para dar fe de que también así podían salir obras memorables.

Pero cuando dejaron a los autores decidir, entonces la calidad creció —no toda, no seamos ridículos, pero sí fue más fácil para ellos hacerlo bien— y en eso estamos ahora.

Cierto es que, al verlo desde un país extranjero, hace años que sabemos que no sería tan importante cuando empezaron a vender sus series para que se repitieran a razón de un capítulo al día, mucho menos si llegan a pasarse por España y ven que se programan de cualquier manera, incluso en días consecutivos y grandes cantidades de capítulos por vez, como la realidad constatable de que la carta de ajuste de nuestra televisión, con sus colores o esas fotos volantes de la Familia Real, han sido sustituidos por capítulos de Los Simpson o Lo que se avecina.

Más lejos aún, porque ya la revolución actual no es tanto de calidad o de capacidad; además hay algo que han perdido: ya no están al mando.

Ahí eran ellos, ahora somos nosotros con nuestros dispositivos reproductores multimedias, nuestros medios de almacenamiento cada vez más etéreos, nuestra facilidad para adaptarles a ellos a nuestras necesidades, tiempos y horarios y, sobre todo, el ser consciente de que el mando es nuestro.

Ahora está claro que es nuestro, sólo queda empezar a reivindicar que podamos ver las series con él en la mano. Para repetir escenas. Para darle a la marcha rápida si nos aburrimos o rebobinar —ja, bobinas— si algo nos hemos perdido. Para poder darle el uso intensivo que se merece. Porque quizá así quedaría claro, por fin, que lo último que es deseable es convertir esto en un ejercicio pasivo.


Sinsentidos adultos guerrilleros

No tendría mucho sentido empezar la columna hablando de lo perdidos que están en PRISA. En primer lugar porque sería como empezar a hablar de ahogados señalando que el agua moja, en segundo porque cualquiera que haya seguido la idea que ellos tienen de lo que es informar sobre ficción televisiva, desde los lamentables artículos que publican de cuando en cuando hasta las tristes promociones poco o nada disimuladas de sus propias series que aparecen tanto en esos mismos artículos como en secciones teóricamente divulgativas como la que tenía tiempo atrás Hernan Casciari.

Podemos, eso sí, empezar discutiendo hasta qué punto el momento actual es culpa de todos esos años. La falta de gente que sepa de lo que está hablando, la glorificación del momento actual y la auténtica ceguera para con todo lo que se encuentre un poco más allá del rango de visión más inmediato y vendible, asuntos todos que debería competer a un medio de comunicación si no combatir sí al menos educar al respecto.

En lugar de eso han organizado un enorme despropósito para este verano, un evento tan ridículo como masturbatorio al que han llamado Guerra de series porque, suponemos, Guerra de Frutas o El mejor plato del mundo estarían ya cogidos. Normalmente las listas, competiciones y elecciones de lo mejor de son ridículas en sí mismas. No ya por la habitual falta de perspectiva ante la novedad, también por la facilidad con la que podrían cambiar las tornas sin mayores problemas. Por hablar desde la experiencia, cada vez que tengo que hablar de lo mejor del año en cualquier categoría me suele llevar bastante debate interno. No quiero ni pensar si la forma de tomar la decisión fuera una completa majadería.

Para los que no sepan de qué estoy hablando y, pese a todo, hayan llegado hasta el cuarto párrafo: En PRISA —es decir, El País, Canal +, Cinemanía, Rolling Stone,Los 40, la SER y hasta hace un rato gran parte de Cuatro— han decidido amenizar el verano con una Guerra de series en la que luchan entre sí sin demasiado sentido. ¿ Los Simpson o Hermanos de sangre (Band of brothers)? ¿ Lost o Frasier? Han hecho lo que han podido, incluso buscando la coartada intelectual de los monstruos que ellos mismos han producido, recurriendo a charlatanes que a falta de crecepelos tratan de vendernos las series actuales y los libros que sacan sobre ellas, mientras expulsan datos sin ser capaces de lo más básico como, digamos, escribir correctamente Bochco. Y, por supuesto, se han propuesto usar las redes sociales para darle resonancia y hacerlo participativo logrando a la vez exhibirse más, como limosneros extendiendo la mano para sufragar su mendicidad intelectual.

Y si bien todos los tentáculos habían tenido ya sus momentos de bochorno — como con ese listado en Cinemanía de las mejores películas de la historia que parecía la cuenta del videoclub de Canal + eliminadas las porno—, éste entra en la zona de reflexión de la columna, así que vamos con tres puntos básicos que explican los errores.

El primero ya lo hemos mencionado. Están comparando por comparar, sin que las series tengan puntos en común en las que puedan ser medidas más que el hecho de que todas ellas se han emitido en televisión, ni siquiera en el mismo tipo de canales, ni en el mismo país, que para eso han decidido incluir ¡UNA! serie inglesa.
Como comparar una naranja con un plátano.

El segundo problema es de organización. Vale, ya es suficientemente malo hacer esta patochada, pero tampoco han permitido un proceso previo de selección ni una forma de realizar los emparejamientos, mucho menos un sistema de lucha múltiple que permita ir ponderando las series. Por cierto, tampoco les vendría mal que aprendieran a reconocer lo que están haciendo. Si el público la juzga —ya que no el cielo— entonces no van a encontrar la serie mejor, van a tener LA MÁS POPULAR. Pero, eh, es lo que pasa cuando organizas concursos de popularidad, sea en un instituto ( IES Jesús Polanco) , en un certamen de Miss ( Miss Series ) o en un medio de comunicación ( Todas las anteriores).

Pero el tercero, y principal, es precisamente esa falta de conocimiento del medio del que hablan, sobre el que pontifican y que dicen amar. Para los que no lo recordéis, el año pasado estuve repasando la Historia de la ficción televisiva, sus series más importantes y las personas tras ellos, creadores destacados que pusieron las semillas para todo esto tanto en Estados Unidos, Reino Unido y España… En aquel momento señalé que parte de la motivación era tener algo que señalar cuando ocurriera este tipo de cosas. Pues bien, aquí estamos de nuevo.

No sólo olvidan… espera, olvidar implicaría que en algún momento lo supieron… No sólo desconocen cosas tan básicas como deberían ser las series de los años ’40 y ’50, incluso las de los ’60. Desde hasta Dragnet a I love Lucy, Los Vengadores o Doctor Who, todos han sido sistemáticamente olvidados. En la misma semana en la que Andy Griffith moría; un autor intensamente popular por su trabajo reciente en Matlock pero, sobre todo, por el papel de punto de partida de actores, series e ideas que supuso su comedia sobre un sheriff rural que llevaba su propio nombre: The Andy Griffith Show; un medio que debería haberse molestado en informar se encontraba muy ocupado revolcándose en la felicidad de su indigencia cultural.

Tampoco es que los años posteriores estén mucho mejor tratados, ni que las series más relevantes — All in the family, Yes, Minister o MASH, por poner tres incuestionables— hayan tenido un espacio ante la posibilidad de enfrentarse a lo que nos quieren vender como la cima de la ficción audiovisual serializada.

Pero, en fin, tampoco tiene mucho sentido enfadarse con ellos. Mejor compadecerles, señalarles, reírse ante lo cutre de la propuesta y la pérdida de papeles que, en realidad, sólo es una más porque a estas alturas esos famosos “papeles” los han perdido tantas veces que deben ser el confetti que le echan todos los fines de semana al Borbón.

Ellos han logrado que les puedan mirar por encima del hombro los redactores de la SuperPop, así que lo que nosotros podemos hacer es decirles: Todos rieron. Porque, siguiendo la definición del Webster:

[Edito: Mientras yo me dedicaba a escribir esto El Hematocrítico y Noel Ceballos han optado por saltarse el texto y pasar a la acción creando la delirante demostración de la misma estupidez del proyecto de PRISA con un espejo deformante llamado Guerra de Cosas La próxima vez que lo hagan antes y me ahorro escribir la columna]


Tercera pilotística anual

Como os decía la última vez, sigo todos los pilotos por mi propia voluntad. Quizá porque no me fío de lo que llega o porque sospecho que nunca el escrutinio es suficiente. Sin embargo este último bimestre ha sido menos prolijo en estrenos. Incluso alguno que esperaba con ganas como Moone Boy ha sido retrasado al otoño. Eso y los cambios, saltos y revueltas —esa CBS cancelando y a mitad del verano reculando con Unforgettable — hacen que todo se presente de lo más mutable. Pero, en fin, hay dos cosas que son innegables: La primera es que las series las veo por mí, pero estos resúmenes son por vosotros. La segunda, que no se van a comentar solos así que…

¡Que comience la lucha!

Anger management
Es difícil explicar por qué esta mala idea es una mala idea. El fondo en realidad no es tan malo y hay retazos de humor. Pero. En primer lugar las esperanzas de que Charlie Sheen aproveche estar en el FX junto a Its always sunny in Philadelphia o Louie se ven del todo rotas, el segundo casi parece más una prueba estilo dummie de que no está perdido para la comedia familiar. Es decir, estamos ante algo muy tradicional con un personaje que no llega a mostrar esa rabia del título, no se desmadra como esperábamos. Sí, se menciona su pasado y seguro que podemos imaginar a qué se refiere. Además, todo el cast secundario lo hace bien. Quizá no de maravlla porque ampoco hay mucho espacio pero sí cumplen con lo que de ellos es esperable. El problema es que esta es una comedia para lucimiento de Sheen y en lugar de encontrarnos con un tipo con Sangre de Tigre estamos en una comedieta sobre redimidos que sólo pretende darle otro 2 hombres y medio a Sheen. Una lástima esa falta de ambición.

The Aquabats! Super Show!
A ver cómo enfoco esto: The Aquabats es una banda californiana de ska-punk-pop con cierta tendencia al delirio, salvado las distancia para ambos grupos podríamos decir que están cerca del concepto de Los Petersellers. Además, el jefe del grupo hace muchas otras cosas como ser co-creador del programa infantil Yo Gabba Gabba! lo que fue allanando el camino hasta darles su propio programa televisivo que ofrece aventuras, mucho humor, más imaginación e historias que continúan con la mitología propia de estos… superhéroes cantantes.
Así que tenemos referencias, animaciones, canciones, y muchas ganas de pasarlo bien. Un gran divertimento.



Baby Daddy
Por el amor de Dios, ¿cuantas comedietas de gente que tiene que bregar con la paternidad vamos a tener que soportar? ¿Pero qué está pasando, toda esa gente que decía “Eh, estas vivencias compartiendo piso son tremendamente divertidas debería, uaho… debería ¡¡¡Hacer una serie con ella!!” ahora han pasado a ser padres? ¡¡¡PARAD YA!!!

Bunheads
Amy Sherman-Palladino es conocida universalmente —un poner— como creadora de Las Chicas Gillmore con lo que cualquier creación que tratara de lanzar iba a ser inmediatamente comparada con estas. De manera que quizá el hecho de que sea una especie de Chicas Gilmore costa oeste es una forma de anticiparse a los problemas. Pero, además, es que logra un tono muy similar desde un punto de partida bien diferente. Aquí el centro no es tanto la familia como lo que es la familia de modo que las relaciones entre los personajes no son tanto como de amistad aunque sí se tratan los problemas derivados de las familias. Los famosos diálogos rápidos marca de la casa están, igual que la preminencia femenina que permite a Kelly Bishop un personaje que es a la vez completamente diferente y exactamente el mismo que en la primera serie. El papel protagonista recae en una mujer de tetrao, y no cualquiera, Sutton Foster puede que no tenga un labio superior que se pueda llamar tal pero sí que posee talento de sobra como para tener ya dos premios Tony en Actriz Principal de Musical. Aunque quizá por este pasado teatral hace que el personaje sea aún más gesticulante y exagerado, a ratos parece estar viendo un anime en imagen real lo que da una apariencia de irrealidad que no le viene mal a la serie. Así que aprovechen para relajarse viendo toda esta aceleración.

Cajun Justice
El asunto con los docurealities es que nunca tienes claro cuándo lo son realmente y cuándo se han inventado todo pero tratan de disimular para que les contraten como producto de moda. De esa manera este Cajun Justice se presenta como un programa de policías —ni siquiera un COPS — con un componente extraño y, debo decir, quizá no merezca la pena esperar por él cada semana pero sí es algo que te quedarías viendo si lo pillas en un zapping, incluso aunque no apareciera esa semana voodoo.

Care-Bears
La culpa de todo la tienen los ponis. Vale, quizá más los Bronies. Y nunca hay que descartar a Yoko Ono como villano en la sombra. Pero, concreta mente de esto, los ponis. Porque si la nueva versión de Mi pequeño poni no hubiera sido un éxito por motivos que se me escapan, creando incluso una salida generalizada del armario de un montón de chicos jóvenes que se declararon fanes y se unieron a la etiqueta esa de los bronies, sin todo eso a nadie se le hubiera ocurrido recuperar a los osos amorosos y, sobre todo, hacerlo así:

Personalmente arreglaría todos sus problemas con un lanzallamas pero, en fin, puede deberse sólo a que no soy su público objetivo. Sí. Claro.

Common Law
he aquí un más de lo mismo, serie de pareja policiaca que podría recordar por las pintas de sus protagonistas a un Corrupción en Miami actualizado pero que no deja de ser la enésima serie de compañeros pero diferentes que trata de tirar de ese concepto de disparata amistad masculina que tan bien maneja, por ejemplo, Psych. No lo logra, claro. De manera que el resultado es algo sencillote, tan fácil de ver como de olvidar.

Continuum
Tenía ganas de ver esta serie por su planteamiento y el resultado final me deja con sentimientos contrapuestos. El punto de partida es el año 2077, en el que un grupo de rebeldes decide dar un gran golpe contra el Gobierno Corporativo del Mundo. Sí, para el 2020 la economía iba tan mal y los gobiernos tenían tanta deuda que las empresas privadas decidieron “Privatizarlo” y desde entonces ha habido cambios, muchos cambios. De modo que un grupúsculo de libertadores deciden contraatacar. Se cargan a algunos de los dirigentes de empresa a cambios de unos pocos cientos de víctimas colaterales. De manera que la policía decide ejecutarlos, que para algo es un estado fuertemente policial. Los ocho cabecillas, los Libe8, están preparados para su último viaje… que resulta ser en el tiempo, hasta el 2012. La gracia del asunto es que una policía logra unirse al intento de fuga temporal y termina aquí con nosotros. Bueno, en realidad parte de la gracia. La otra es que ella es la protagonistas. Porque esa especie de 15M del mal son los villanos de esta historia. Esto, que podría pronto haberse convertido en un nuevo Time Cop resulta, sin embargo, algo un poco más complejo. Tampoco muchísimo, claro, que al final lo importante aquí es la acción, pero sí lo suficiente como para que se nos presenten a los distintos miembros y algunas disidencias, incluso las diferencias entre los que son puramente violentos y los que piensan que con el cerebro se podría evitar gran parte de esos problemas distópicos. De manera que al final nuestra protagonista resulta ser el personaje más desagradable de la historia, alguien criado en un mundo sin libertadas y fuertemente militarizado —buen, o policializado — y poco acostumbrada a manejar esos matices. Quizá en otro canal distinto del ShowTime canadiense hubiera sido distinto, seguro que fuera de Canadá le hubieran dado otro giro así que podemos decir que por lo menos en eso hay que felicitarles, y en el gasto de pasta abiertamente que evita que quede como la cutrez habitual. El asunto es, ¿logrará decidirse entre las dos posibilidades y, ya puestos, no contentarse con ser una serie policíaca con elementos fantásticos y una motivación política mínima?

Dallas
Con estos, sin embargo, es más fácil. Han querido repetir la jugada de una telenovela. Y no se han fijado en que la cosa ha avanzado mucho. Así que tenemos un producto anticuado, que sólo logra avanzar por su propio empuje pero que no ofrece novedades, a ratos incluso parece más rancio que la serie original, y eso en tiempos de magníficas locuras como Revenge hace que se vea con más lástima que interés.

Dead Boss
Una comedia británica. Y una de las curiosas. Una mujer termina en la cárcel pese a ser inocente. Pero en lugar de ser un asunto sórdido —bueno, además— resulta que todo el mundo está chiflado. Algo que ya le pasaba en su empresa pero que ahora en una cárcel que organiza concursos de coros o de preguntas y da la bienvenida a criminales de intercambio. Todo eso y, además, el asesinato que condujo a la protagonista a la cárcel como un misterio por resolver. Francamente, los ingleses sí saben cómo montárselo.

Doc McStuffins
Francamente, un programa de animación sobre una niñita que es doctora de juguetes a los que cura junto con sus animalitos de peluche no es el tipo de serie para la que soy target objetivo. Y como no parece tener interés alguno por apelar a nadie más, ni falta que les hace, ¿para qué seguir hablando?

The Girl’s Guide to Depravity
Ay, señor… Veamos: La idea en sí de un grupo de mujeres que decide llevar las riendas en sus vidas amorosas, los problemas que surgen y las altas y bajas, eso es un poco de más de lo mismo, sin duda. Así que se buscaron un giro que fue hacerlo más sexual y explícito. No tanto como para que tenga que llevar rombos pero sí para que puedan fingir que es liberada. De fondo un libro,un blog y el convencimiento de que para apreciar esto debe tener algún gusto adquirido.

Golden
No sólo de Nueva Zelanda llegan buenas series, también comedietas coñazo como esta. Hecha por cuatro duros, eso sí, y con un cast más corto que la inteligencia de sus protagonistas. Pero, francamente, no hay mucho bueno que contar de la historia de esta ex-medallista entradita ahora en carnes.

Good God
Atención: Charleta.

Resulta que en Canadá tienen a un tipo al que se ha mencionado un par de veces en esta columna, siempre de pasada, se trata de Ken Finkleman. Y sí, ese es realmente su apellido. El tipo es un canadiense que estuvo trabajando en Hollywood hasta regresar a su país de origen para realizar televisión. Todos ellos tienen en común a un personaje interpretado pro el propio autor y que es el centro de muchas de las historias, George Findlay, un tipo que es tan inteligente como egocéntrico y que está metido en el mundo de la televisión. Del mayor éxito de Finkleman/ Findlay —y probablemente una de las mejores series canadienses— hablaremos a la vuelta del verano. No en vano estamos hablando de… The Newsroom, la original de mediados de los noventa, así como de su conexión con Drop the dead donkey o Timeline. De momento vamos con la serie que ahora nos ocupa, la más reciente aventura de Findlay.

En Good God le traen de vuelta para poner en marcha el canal de noticias de derechas del padre de su prometida. Y ciertamente no es The Newsroom pero como crítica, sátira o simple realidad observada tiene la suficiente mala leche para darle, por lo menos, una oportunidad. Ahora, si según pasan los episodios se pone en forma puede ser toda una cima. ¡ Ianucci, toma nota!

Gravity Falls
Estoy leyendo a la gente muy emocionada con esta serie y, sinceramente, no acabo de pillarlo. Estamos ante una serie de animación que presenta a unos chavales de vacaciones en un pueblo con misterio, el problema es que ni el misterio resulta muy intrigante ni los personajes parecen tener mucha relevancia. No es una mala serie pero, francamente, se encuentra a años luz de Scooby Doo: Mystery Incorporated e incluso muy lejos de Detentionaire. Pero, eh, lo mismo mejora según pasan los episodios.

The Great Escape
Resulta que es un concurso. De acción. Un grupo de participantes tiene que escapar de donde sea que les toque, entre Scavengers y la Noche de los castillos si hubieran dejado a Michael Bay dirigirlos. De manera que es sorprendentemente más entretenido de lo que podría esperarse.

The High Fructose Adventures of Annoying Orange
Por lo visto esto era grande en internet. Imagino que porque duraba menos de tres minutos que es lo que yo me veo capaz de soportar este intento de… lo que sea que sea esto.

Hit & Miss
Señores y señoras, en pie. Estamos ante una de las series del año por extraño que parezca. Chlöe Sevigny borda uno de esos papeles de rara que tan bien se le dan, en este caso como una asesina a sueldo que debe encargarse de un grupo de niños salidos de la nada. Ruralismo inglés, luchas de clases, sexos, géneros, problemas con los padres de todos los tipos y un auténtico repertorio de actores infantiles que protagonizan sin problema sus escenas. Todo ello con unas subtramas negras y otras más escabrosas pero no menos ciertas. Si se pudiera poner una pega a la serie sería lo interesada que está en demostrar lo magnífica que es, como queriendo cazar todos los premios. Pero, francamente, con esa fotografía, esa producción… ¡Que se los den todos! Dura, sí, pero magnífica.

Hollywood Heights
Versión americana del culebrón Alcanzar una estrella y como ella tiene amor, pasión, traisiones, selos y … música. En serio, no es de extrañar que lo emita Nickelodeon (en su versión Nick@nite) pues se trata de una perversión del Disney Channel con Televisa donde una jovenzuela decidida a triunfar se va enredando en una compleja trama con famosetes, periodistas y tontadas varias.

Kaijudo: Rise of the Duel Masters
Spin-off de Duel Masters, una de esas series de animación de vender merchandising a través de enfrentamientos cada uno más trascendental que el anterior. ¿Qué os puedo decir?

The Legend of Korra
Por contra esa continuación de Avatar —El bueno, The last airbender — resulta… quizá no muy sorprendente ni especialmente intrigante, pero sí una buena serie. Una forma de darle a los chavales mas de lo que les gusta sin perder el respeto por la serie original, así que ya sabéis lo que podéis esperar y lo que no.

Line of Duty
Quiero agradecer a los ingleses que me hagan más llevadero el día con series como esta, sobre un detective de asuntos internos que debe descubrir si el más brillante policía tiene ciertos sucios secretitos logrando una mezcla entre The Shield,Homeland y Luther que examina los lados más oscuros de la policía, y los problemas que asume la policía forzada muchas veces a elegir entre los resultados y las reglas.

Loiter Squad
Este programa del Adult Swim reúne a parte del grupo musical Odd Future y, pese a eso, es una mezcla de programa de sketches de humor, Jackass y bromazos entre los miembros del grupo y con otros amigotes. Yo no veo que tenga mucha gracia, pero puede ser culpa mía. Aunque apostaría a que es suya.

Longmire
Tan sencilla en su concepción como agradable de ver, este policíaco sencillo, con ambientación vaquera y más cuidado por que los personajes sean adorables que profundos sigue perfectamente las novelas —que empezó a publicar en España hace poco Siruela— con lo que tenemos una serie agradable que ver. No todo va a ser complicaciones.

Men at Work
Hablando de lo cuál, una comedia de tíos con mejores intenciones que logros, muchas caras conocidas de secundarios televisivos, un presupuesto ajustado pero bien utilizado y cierto aire de estar anclada en los noventa. Encantador, sin más.

The Men Who Made Us Fat
Más interesante de lo que podría parecer, al menos para mí, esta serie de documentales de Jacques Peretti sobre la gente que está detrás de ciertos cambios en la alimentación: El uso del azúcar, el marketing para vender supersized o la comida sana que no resulta serlo tanto… Para que luego digan que no hay documentales interesantes.

Miss Advised
Era casi imposible pero real, sin embargo esto no es una comedia. Puede que el tono o la intención, el repaso poco velado que le dan a las protagonistas, teóricas expertas en relaciones que son retratadas de forma cruel y despiadada como completas idiotas sin rumbo. Imagino que ese es el cebo, al menos es lo habitual en este tipo de realities. Pero juro que me pase todo el piloto pensando que era algún tipo de extraño high concept hecho con toda la cabronez del mundo. Al fin y al cabo, ¿qué posibilidades hay de que alguien diga en el mundo real: ““You have to be in the mood to go to a strip club, and I wasn’t in the mood. I slapped some asses, gave away some dollar bills, finished my diet coke, and was ready to hightail it out of there.”

Motorcity
Una pena. Gran diseño, buena premisa, pero demasiado artificial. Quizá sea la mejor de las series que se puede realizar desde un concepto de series de coches. Al menos de una que no incluya la posibilidad de que se combinen. Si fueran capaces de mejorar las historias… No la enterraré aún, no está todo perdido. Aún.

The Newsroom
Es mucho lo que se puede decir de esta serie, y más aún que diremos a la vuelta de verano, pero lo fundamental en este momento es explicar la visceral reacción que han tenido los críticos americanos y explicar lo que he pensado yo por mi parte. No tanto como contraposición sino por explicar algunas diferencias. Y, sobre todo, porque lo que hace falta aquí son valoraciones.

Y, de hecho, hay algo de juego en muchas de esas críticas americanas, no porque no sean sinceras, ni mucho menos, sino porque… parecen meta. El speech con el que se pone en marcha la serie se menciona luego como catalizador de toda una serie de reacciones, negativas en su mayoría, que incluyen especialmente a otros medios de comunicación. Por ridículo que pueda sonar, exactamente eso es lo que pasa. En la vida real, digo. De la misma manera que dentro de la serie se comentaba que habían buscado rebatir los datos que habían dado en la vida real se hizo EXACTAMENTE ESO. ¿No merecería algún crédito por haber logrado eso?

Lo segundo que es divertido, al menos para mí, es la separación entre los críticos de grandes medios y los críticos de televisión porque cada cuál argumentará lo que opina sobre la serie de una manera pero hablan de cosas distintas. En los medios, los grandes medios, parece que Sorkin es un peligroso terrorista que les está diciendo que no están haciendo bien su trabajo y quizá, incluso, cómo deberían hacerlo. Y no piensan perdonárselo. De manera que vierten sobre él las quejas de siempre, esas que llevamos leyendo desde que se estrenó El ala oeste porque —probablemente— no era aún muy importante para decírselo ya cuando Sports Night. Que si sus personajes sólo hablan en discurso, son poco realistas, demasiado inteligentes, por tanto elitistas… A estas alturas ya estamos incluso con amenazas de misoginia y tonterías similares.

Por contra, los críticos de televisión se han centrado en la obra en tal y en su relación con lo que ha creado hasta ahora Sorkin. No les preocupa la manera de hablar, o de ser, o el realismo; son críticos de televisión y han visto cómo disparan sin cesar los personajes de Sherman-Palladino, la realidad de los institutos de Retty Little Liars (o Glee, como dijo el propio Sorkin a Colbert) de manera que no se iban a parar en tonterías. Si algo sabemos es que la coherencia debe ser interna, con la propia serie —de ahí el modo de vida en series como Friends — y con respecto a la evolución y preparación de los personajes. Por eso Boyd Crowder puede soltar un impresionante speech en Justified pese a tratarse de una serie de paletos. Por contra se centraron en los problemas reales de la serie.

Que los tiene. Dos diferentes. El primero y más grave es la sensación de deja vu que produce el visionado del piloto. No ya porque el discurso catalizador recuerde a Network, sino porque ese mismo tipo de discurso, con referencias directas a Network de manera confesa, ya lo había usado Sorkin con el falso Lorne Michaels de Studio 60; porque los personajes, tanto sus realidades como arquetipos, parecen sacados de otras series de Sorkin; porque determinadas frases o diálogos ya habían sido pronunciadas, de manera más o menos exacta, hasta llegar a ser casi autocitas, en el Ala Oeste, Sports night o Studio 60; incluso determinadas escenas salen tal cuál, hay un momento con una noticia urgente y un juego de comedia física con unos auriculares micrófono que es clavado a otro en Sports Night

Ese es el problema. No está mal el capítulo, está muy por encima de la media, de hecho. Pero Sorkin no nos ofrece nada nuevo. De la prensa ya había hablado en su primera serie, de sus relaciones con el poder en la segunda, del estado de la cosa y de la tele en la primera y la tercera, aquí trata de lograr un resumen, busca poder hablar de noticias, de televisión, del estado del asunto y darle la gravedad y la lógica desde un punto de vista informativo que tenía en la segunda. Y lo logra. Es un disfrute encontrarse personajes inteligentes, con cosas que decir, con capacidad para cierto juego de cadera, incluso aunque Sorkin no se haya dignado a hacer un plato nuevo. Esto no es Lou Grant, no es Murphy Brown y a ratos casi parece más NewsRadio, las pequeñas diferencias de tema y enfoque que separaban sus series anteriores aquí parecen haberse esfumado y lo que tenemos, por tanto, no es a Sorkin sirviéndonos un corte de carne, un entrecot, solomillo, filete… Lo que nos da son sobras, carne de cocido, unida por una tan espesa como sabrosa bechamel. Esta serie es, de momento, croquetas de Sorkin. ¿Y a quién no le gustan las croquetas?

El segundo problema no es realmente un problema sino una prevención. Dentro del realismo que tanto le han criticado, sin demasiado sentido, Sorkin decidió incluir esta serie en nuestro universo, nuestra realidad. Lo hace con unos meses de distancia de manera que, de entrada, juega con las cartas marcadas. Según vemos la historia sabemos cómo terminó porque, bueno, ¡el Titanic sólo puede hundirse! De manera que cuando vemos las decisiones que toman y quién aboga por qué ya sabemos qué es lo que pasará y reaccionamos en consecuencia. En lugar de pararnos a mirar cómo sería nuestra opinión si tuviéramos sólo la información que tiene ese personaje. Porque no es que como espectadores sepamos algo más, es que lo sabemos, o hemos podido saber, todo. Incluso si tuvieran una idea magnífica para tratar una trama desde una noticia necesitarán primero una noticia real. Además, eso significa que al ser un medio ficticio que señala a los reales que están haciendo mal las cosas se obvia el trabajo periodístico que hubo en el mundo real. ¿Qué clase de extraña mezcla es esa? Más aún, no se podrán apartar de lo que ocurrió, ni añadir auténticos personajes relevantes, sólo podrán inventarse historias en los márgenes. Esta innovación es casi la única y, sin embargo, parece más una forma de atarse los pies que de lograr mejores maneras de avanzar.

Quedaos con lo de las croquetas, pensad que ya hablaremos más de esta serie y, por favor, no olvidemos que no ha sido más que otro de los estrenos en estos meses, no podemos centrarnos sólo en esta serie porque, la verdad, hay un montón de ellas más.

Saving Hope
Ufff… ¿Os acordáis de A gifted man, un buen piloto que pasó a serie floja?. Pues repiten la jugada. Un hospital, un semi-fantasma, y poco interés. No ofrecen mucho más, la verdad.

The Soul Man
Espantosa serie de inspiración espiritual y cómica. O algo. La verdad es que siendo una serie lanzada desde Hot in Cleveland tampoco me iba a poner muy estupendo pero, francamente, ¿esta es la calidad estándar que piden, les sale de natural o qué?

Starlings
Nueva serie inglesa familiar, excéntricos, raruelos, esas cosas. Mal no está pero, francamente, no es el nivel esperable para Sky 1. L parte buena es que como son seis capítulos y ya la han renovado para una segunda temporada lo mismo tenemos suerte y logran pulir un poco a esta extraña familia.

Tron Uprising
Es curioso, no sólo el tiempo que hace de la salida de Tron, tampoco por su continuación, más bien por el que hace que salió Animatrix y cómo aún parece influir a ciertos creativos. La serie en sí… pues bueno, no ofende. Pero no le mataría meter menos paja o darle un poco más de rapidez a los guiones.

True Love
Suspiro. Serie de trasfondo amoroso que funciona como antología y, a la vez, va montándose como un puzzle que pretende reflejar el amor desde todos los puntos. Así de comedidas son sus intenciones. ¿Y el resultado? Pues a mi, poco amigo de los amorosos, me parece sólo aceptable. Ahora, si es vuestro género sospecho que lo disfrutaréis. Me gustaría saber, eso sí, si la idea de tener —aún en capítulos diferentes— a Tennant y Piper ha sido de algún fan del Docta. A mi con Morrissey me parece suficiente.

Walking and Talking
Pues no, no es otra serie de Aaron Sorkin, es de Kathy Burke, una cómic inglesa —y también actriz galardonada— que ha ideado una manera de ir recordando anécdotas de su infancia desde la actualidad. Es un buen ejercicio para la actriz principal, y eso es lo mejor que puedo decir de ella.

Pues ya está hecho el repaso, no está mal en cuanto a calidad, de hecho hay un par o tres de grandes series nuevas. En cuanto a cantidad… hay menos que en los repasos anteriores, y bien que me alegro. De hecho, espero que para la próxima vez que toque Pilotos Deathmatch haya incluso menos de lo que hablar aunque, eso sí, habremos tenido dos de los estrenos que más estoy esperando de este año, la novedad de Charlie Brookre A touch of Cloth y la controvertida antes de su emisión Bullet in the face de Alan Spencer. Espero poder hablaros bien de ellas, y no tener demasiadas otras series de las que quejarme. Eh, ¿por qué os reís?