Un spin-off de Doctor Who -otro- creado y escrito por Patrick Ness. Sinceramente creí que movería un poco más de polvo mediático. Patrick Ness. El de Un monstruo viene a verme. Bueno, da igual, el asunto es que Class (UK) viene a llenar un hueco para una edad algo más avanzada que la de Sarah Jane, con la ventaja además de centrarse en una escuela y no en personajes de manera que puede decidir para dónde tirar con ellos -o sustituirlos tranquilamente- aunque con lo que llevamos visto parece que estamos ante algo fuertemente serializado, más auna serie de capítulos autoconclusivos engarzados que un arco argumental de personajes. Puntúa alto en diversidad (incluso con matices de maldad en lo que a postcolonialismo se refiere) y no tanto en interés pero teniendo en cuenta que al menos no está Moffat por medio y que ofrece un mundo realmente abierto a posibilidades en el que los protagonistas están tan tirados a su destino sin alguien que les guíe – en parte gracias a la magnífica interpretación de Katherine Kelly– que es difícil no creer que este acercamiento a los adolescentes. En fin, es un principio.

Por contra de Dirk Gently (USA) poco bueno puedo decir. Es casi literalmente la definición de adaptación americana cambiando personajes, situaciones e inventando lo que le da la gana. Su idea parecer ser más crear una sensación de caos que buscar la manera en la que las novelas originales lo organizaban. De manera que acaba no ya palideciendo con el modelo original sino también contra la adaptación de hace unos años. Y es que ni los actores pueden salvar un mal guión. O, casi podríamos decir, su ausencia.

El problema con Dream Corp, LLC (USA) es que la trama va por un lado y todo lo demás por otro. Me explico: La idea de un doctor que intenta sanar a pacientes con problemas de sueño no es precisamente nueva y las fuentes que busca para el humor… en fin. Los actores -que incluyen una base general y luego invitados variados para los pacientes- están en su papel incluso cuando parecen más cercanos al MST3K que a una serie con tramas propias. Pero precisamente esa es la paradoja, pues el auténtico hecho de Ciencia Ficción es su mayor acierto y la forma de tratar lo que podríamos llamar sus texturas televisivas múltiples que remiten desde los años ochenta a la técnica del rotoscopio para las partes oníricas animadas hacen de ella una serie tan visualmente atractiva. Lástima que sea tan rutinaria en el resto.

Siguiendo con las series que podrían haber estado bien o mal pero se quedan entre medias está The Great Indoors (USA) que tiene a su favor un gran reparto en el que destacan Joel McHale, Stephen Fry y Christopher Mintz-Plasse pero que carece de un guión que acompañe. Todo en esta serie son chistes Millenials, cómo son o Generaciones anteriores, esos dinosaurios. En una proporción de 19 a 1 de los primeros sobre los segundos. Todo eso y la habitual selección ridícula de chistes sobre minorías. ¡Lo raro es que la CBS no les haya doblado la duración!

Más antigua aún logra sonar Man with a plan (USA), una vergüenza que hace que Joey parezca un ácido comentario sobre la carrera de su protagonista. No ya porque es el tipo de series que parecen sacadas de Episodes, sino porque las fuentes de conflictos y soluciones son tan antiguas que algunas parecen sacadas directamente del éxito de los años ’50 Make room for daddy. No digamos ya que el poner a un hombre quedándose en su casa a cuidar de sus hijos como algo absolutamente increíble de, fundamentalmente, pena.

¡Un ‘Reality’! Pero con uno que está tan guionizado -y si no lo está que me lo expliquen- como My life is a Telenovela (USA) es difícil no incluirlo aquí. Que las reacciones y movimientos más excesivos se quedan cortos para lo que podemos encontrar, no digamos ya para la manera en al que se comportan con cámaras detrás de las cámaras. Una serie tan pasada de vueltas que uno puede llegar incluso a perdonarle que intenten fingir que es verdad lo que cuentan, aunque queda la pena de que no se hayan lanzado a hacerla directamente ficción. Total, ya son mejores que Telenovela. Lástima que no alcancen a Jane the Virgin.

Y terminamos con una serie que sólo puedo definir como «De vergüenza ajena». Pure genius (USA) es una serie de Ciencia Ficción Médica que se empeñan en vender como algo posible. Un millonario decide privatizar un cacho de sanidad, crear un megaedificio con todos los avances -la mayor parte de los cuales son abiertamente risibles- y reunir a un equipo de los mejores que hayan tenido problemas con la autoridad en el pasado por querer ir más allá, que para algo es un multimillonario tecnológico y sabe que bullshit bullshit. Pero en realidad todo esto está para encubrir que no lo hace por filantropía o no solo -sí, un zillonario no siendo filantrópico en el fondo, las sorpresas no cesan- sino que en realidad él sufre una enfermedad de esas que le dan tu nombre y que lo mismo gastando dinero en cosas como tabletas transparentes, un panel portátil de escaner ecográfico automático, paredes en los que poner fondos de pantalla o cascos para comunicación intercerebral acabará saliendo algo que le pueda servir a él. Teniendo en cuenta que entre otras cosas usan una impresora 3D para demostrar los milagros de la técnica no dudo que acaben pudiendo encontrar algo por libre asociación. De modo que, por hacer un breve repaso, los personajes son planos y con apenas un par de notas -que en un piloto pasa pero que aquí no se lega ni a insinuar una otra vida-, las tramas y todo lo relacionado con cualquier apartado médico es absolutamente bochornoso y ni siquiera aceptan que están haciendo ciencia ficción de raíz conservadora, mientras el reparto pasa por ella como quien ha perdido una apuesta. Una desgracia.