Si ya Juegos Sagrados pasó con más pena que gloria es difícil saber qué esperaba Netflix con Ghoul (O) (IN). ¿En qué cabeza cabe mandar a Jason Blum y su equipo a montar una serie / miniserie de terror? La industria india -en sus múltiples secciones y niveles- lleva produciendo ficción durante décadas, que decidan que de su segunda serie se ocupe Patrick Graham de dirigir y guionizar dice más de lo poco que se fían de ellos antes que de lo que puedan aportar el Equipo Blumhouse. Que, por cierto, tampoco es demasiado. Dicen que “I wanted to take a monster from mythology that hasn’t been seen before» que es una forma enternecedora de demostrar ignorancia en el tema. Sobre todo si lo que después vas a hacer es una suerte de La Cosa en una prisión India en un futuro distópico en el que hay una especie de Ley Islámica Loca. Loca porque parece que el responsable no sabe dónde está La India o cuales son las diferencias entre esta y Paquistán. O mil cosas más, la ambientación es otro de los fallos de la serie. Así que al final sólo que da una suerte de drama carcelario sin muchos pies o cabeza, un melodrama familiar más forzado que en un capítulo de 24 y la parte de terror que, no siendo muy original, es donde demuestran tablas. En fin. Otra oportunidad perdida. A ver si para la próxima.