Despreciando Emmys

Tenía intención de hablar de los Emmys pero como sería repetir la columna del año pasado no tiene mucho sentido. Siguiendo la Ley de la Compensación de Billy Wilder mientras las series van a peor más conocidos se hacen los actores y, por tanto, se trata de arreglar los fallos del pasado. Por eso The big bang theory logran una enorme cantidad de candidaturas en su peor año o Glee, que además copa candidaturas de diseño y producción midiéndose a Game of Thrones, Boardwalk Empire o Los Borgias. El parecido en el trabajo es obvio.

Y si bien Justified parece que empieza a lograr algo de aprecio al final tenemos lo de siempre: Community ignorada en todas las categorías —al final acabarán dedicándole un capítulo a los premios, lo veo— igual que Cougar Town, decisiones ridículas como que Louis CK sea candidato a mejor actor —da igual las veces que haya repetido que no lo es— pero Louie no esté entre las mejores comedias, que Cloris Leachman, la MawMaw de Raising Hope, aparezca como actriz invitada (?) habiendo aparecido en 20 de los 22 capítulos de la temporada, problema este que comparte con Jeremy Davies, el Dickie Bennet en 11 de los 13 episodios de esta temporada de Justified, o la ridícula cantidad de candidaturas de la espantosa The Killing —con ese final rompedor que ya tuvo esa serie clásica y culta, ese referente intelectual que es Pretty Little Liars el año pasado— frente a sólo una y muy muy minoritaria para Rubicon.

Crucemos los dedos por The good wife que ha tenido suerte en en la pedrea, por el reconocimiento a Idris El Hombre de Moda Elba como mejor actor en una miniserie — Luther, que en USA son así— y como actor invitado o, sobre todo, por Ed O’Neil, sí, el famoso Al Bundy, que ha logrado su PRIMERA candidatura a los Emmys tras TREINTA años haciendo televisión.

La única candidatura que me tiene ganado más allá del 75% es la de las canciones: una del especial Robert Klein: Unfair & Unbalanced

una de Family Guy,

y cuatro del SNL de las cuales tres eran de The Lonely Island y, por tanto, difícil de elegir sólo una:

Aunque mi favorito sea el cuarto, ya sin The Lonely Island pero aún con Justin Timberlake, en el monólogo de apertura del último SNL de la temporada —que también incluía el vídeo anterior- y el motivo es… bueno, pueden verlo y juzgarlo:

Probablemente el mejor monólogo de entrada de la temporada junto al también candidato a Mejor presentador Zach Galifianakis, y así pongo también el suyo:

Pese a lo cuál han logrado contrarrestarlo con una de las categorías más estúpidas jamas vistas:

Outstanding Voice-Over Performance

Y lo pongo en inglés porque, por no poder no se puede ni dar una respuesta clara a qué se premia. Sí, actuaciones de voz en los que la persona no salga en pantalla…

Pero entran dobladores como Dan Castellaneta (Homer y más), Maurice LaMarche (Lrrr en Futurama) o Bob Bergen haciendo de Porky en los Looney Tunes junto con el noexactamentedoblador Seth Green por Robot Chicken y, como locura total, Christopher Plummer haciendo de narrador en un documental y Brenda Strong interpretando a la narradora muerta de Mujeres Desesperadas: Mary-Alice Young. El elefante con la nevera con el ventilador…

En fin, tampoco tiene mucho sentido pedir cordura si estamos hablando de unos premios que han dado la espalda a Community mientras entregan una nominación a The Cape. Sólo una, quiero decir. Pero, claro, son los premios que sólo dieron dos candidaturas a The Wire —y ningún ganador, por cierto— a la escritura de dos de sus capítulos, tras 5 temporadas, y —como todo el mundo sabe— The Wire es la mejor serie del mundo mundial así que elegir en su lugar como Mejor Serie Dramática a 24 sólo demuestra una cosa.

Tenemos que montarnos nuestra propia pachanguita.


Jugando Diosdado

Durante los años ochenta dos mujeres dejaron una huella profunda e indeleble en la televisión española desde detrás de las cámaras. Una de ellas, Pilar Miró, dejó tras de sí una herencia difícil, controvertida y quién sabe si más santa o pecadora. La otra, que simultaneaba ambos lados del espejo, tuvo un paso breve pero tan bien aprovechado que hizo más caldo que otras carreras más dilatadas. Logró no sólo adelantar el reloj de la ficción española hasta pasarlo al horario adulto, sino que además fusionó la calle con la ficción con una clase tal que no se sabía si las conversaciones sobre lo ocurrido eran el principio o el final de los capítulos. Antes guionista que actriz, antes dramaturga que guionista, antes escritora que dramaturga, pero antes que nada: Ana Diosdado.

Era esperable que saliera todo un teatro de una niña que mamó tantas tablas: Hija del actor Enrique Diosdado y de la actriz Isabel Gisbert, nacida en Argentina por azares del destino y la guerra, tuvo por madre a la segunda esposa de su padre, Amelia de la Torre, y por madrina a nada menos que la gran Margarita Xirgú. Vivió y trabajó en el teatro aunque siempre se ha definido como escritora, cuando colgó la carrera de Flosofía y Letras en la Complutense para dedicarse a escribir relatos y novelas (un par de las cuales acabaron rondando el Planeta) y también cuando triunfaba adaptando obras extranjeras o creando las propias, fruto de las cuales conseguiría el premio Fastenrath de la Real Academia, demostrando su pedigrí más allá de cualquier rastro de duda.

La primera vez que escribió para la televisión en realidad no lo hizo. O, en realidad, es más una historia del medio que el medio para una historia. Teóricamente en 1972 realizó una primera versión de Yo, la jueza, serie sobre una mujer comprometida con la justicia que pendula entre esta y un guapo galán. Es de suponer que el galán en cuestión era Carlos Larrañaga pero, ay, en ese momento se supone que aún no lo conocía. En cualquier caso, este proyecto seguiría yendo y viniendo. El director Pedro Masó parecía preparado para rodarla en 1991 pero pronto desapareció de la vista. En 2006 sería Masó el encargado de traerla de vuelta a la pista central contando una extraña historia con Pilar Miró y Ana Belén, en el que el nombre de Ana Diosdado no se mencionaba. En cualquier caso, a día de hoy seguimos sin saber nada de este “guión fantasma”.

Lo que sí sabemos es que en 1974 se estrenaba Juan y Manuela, una serie aparentemente amable que bebía del éxito juvenil de Diosdado gracias a la obra de teatro Suenan los tambores, en la que se enfrenta con Jaume Blanch para lanzar una vaselina discreta y alegre a favor de la juventud. Porque mientras parece que está metiendo una trama tranquila aquí, como en el resto de su obra, la autora demostrará una capacidad para la dureza , un posibilismo explicando la sociedad de manera que trasmita una dureza inédita, no por tragable aterciopelada.

Lo que nos lleva a dos cosas, a que se muera Franco, primero, y a que le dejen estrenar entonces su siguiente proyecto: Anillos de oro
.

Preocupados los gerifaltes públicos por lo que podía suceder con esta serie sobre la Ley del Divorcio aprobada en 1981, no sería hasta 1983 que se consiguiera estrenar. Y en ella podríamos comprobar la gran capacidad actoral de la autora y de un jovencito Imanol Arias, mientras que la dirección de Pedro Masó y la labor de Gil Parrondo terminaban de redondear una trama en la que se examinaban todos los aspectos del divorcio.

Y, de paso, matar a Xabier Elorriaga.

Cierto, junto con el divorcio se trataba también el adulterio, el aborto o la homosexualidad. Pero era casi más impactante que se quitaran de en medio al marido de la protagonista o que la serie terminara con uno de los abogados cambiándose de país.

Para su siguiente proyecto decidió volver a esa juventud que le había valido tantos éxitos para ofrecer otra visión, realista y creíble, fundada en temas más importantes y en un acercamiento inteligente y, por supuesto, duro. Siempre buscando una forma de poner el dedo en la llaga no dudó en abrir una llaga o en poner a actores prometedores en situaciones… Vean a Jorge Sanz.

Efectivamente, ése es el espíritu. El que se podía encontrar en Colegio Degrassi o el que David E. Kelly pondría en marcha en Boston Public, lo que se veía, en resumen, en Segunda Enseñanza.

La forma de operar de Diosdado la lleva a ser de nuevo una de las figuras centrales, la contraposición de los profesores con los alumnos —bien es cierto que ofreciendo una imagen generalmente más suave de los mismos— buscaba no tanto crear el efecto de contrarios como ayudar a la historia, estableciendo los problemas que padres y educadores podían tener para entender lo que les pasaba, sacando falsas conclusiones cuando no, directamente, entendiendo al revés la situación.

En cualquier caso, y pese a un cierto éxito en el extranjero, la serie tampoco continuó y la carrera de Ana Diosdado volvió rápidamente a centrarse en el teatro y la literatura. Especialmente con las vueltas literarias de Los ochenta son nuestros, primero obra de teatro, después novela de cierto éxito y entonces, de nuevo y con cierto más interés, obra otra vez. Como anécdota, en 2010 fue recuperada de nuevo, quién sabe si por un —tardío— entendimiento del regreso ochentero o por pura nostalgia.

Junto a sus triunfos se unió una nueva circunstancia en 2001 cuando fue nombrada presidenta de la SGAE en 2001, cargo en el que estaría hasta 2007. Si bien desde el principio ella aseguró estar allí más por representatividad, tampoco dudó en respaldar la gestión del momento frente a las voces contrarias, como la de Loquillo.

En la actualidad sigue moviéndose, creando, preparando proyectos y puede que su larga separación del medio televisivo facilite que nos olvidemos de ella y de lo que supuso, pero sin su forma de conjugar historias reales con una visión ética y una opinión que no eliminaba las partes más duras que venían unidas a ellas, sin esa manera que —vista con la perspectiva de los años— quizá pecara de algo de bondad y de una cierta idealización pero que, con todo, sirvió como una vara que ayudaba a desarrollarse nuestra ficción.

Que luego ese crecimiento se parara o se malinterpretara ya es algo completamente alejado de sus culpas y responsabilidades; porque si algo podemos decir de Ana Diosdado y la ficción española es que proporcionó en su momento más dulce un gran modelo a seguir.

Ya podría volver al medio.


Pilotos atorrados

Seguro que alguno de vosotros pensaba que lo de hacer un Pilotos Deathmatch un mes después del de primavera era broma. Pues no lo era, chincha.

El caso es que a falta de la mitad de la temporada de verano y sus pilotos — que a ver cuándo tengo tiempo de sacar porque, en fin, Alphas de la SyFy empieza esta noche, ¿lo preferís en Agosto o ya lo dejo para Septiembre? — vamos con lo que ya se ha estrenado. Así que marcamos que esto cubre del 29 de Mayo hasta el 10 de Julio de 2011 y vamos a ver qué novedades hay. Spoiler: No os emocionéis demasiado.

Almost heroes
Imaginad que fuerais canadienses y os gustara, qué se yo, las primeras pelis de Kevin Smith y Black books. Pues esa es la idea de los hermanos Belleville. Primero buscan una dinámica, dos hermanos pasan a ocuparse de la tienda — de cómics— familiar, el pequeño (Ryan Belleville) sigue siendo un pequeño geeky mientras que el mayor —que en lugar de un Belleville es el ex- Gallactica Paul Campbell — regresa de aprender Empresariales en Harvard. Amateurismo con ganas aplastado, claro, por los dos referentes manejados. Aunque supongo que a los fanes acérrimos de estas cosas les hará gracia.

ANT Farm
Os parecerá difícil de creer pero el Disney Channel presenta una serie centrada en una escuela de superdotados centrado en una chica que es una música excepcional. Increíble, ¿eh? De manera que estos superdotados están dentro de un proyecto del instituto en el que, en fin, hay chicos normales que no aceptan bien a estos raritos —¡oh!— de manera que hay drama, hay comedia y, por supuesto, hay música. Bostezo

Case histories
Otra de esas series cortas británicas de género negro, en este caso adopta la forma de tres historias en dos partes para llenar los seis capítulos. Sí, se que entender la forma de organizar las historias de los británicos siempre es complicada. En cualquier caso la serie es efectiva, sencilla, y —mucho me temo— más sólida que sorprendente aunque, eso sí, el personaje central del detective privado Jackson Brodie está magníficamente interpretado por Jason Isaacs. No es imprescindible pero merece la pena darle una oportunidad.

Combat Hospital
Lo más chocante de esta serie es que, por raro que suene, trata de médicos haciendo de médicos. En serio, todo eso de juegos mentales, de amores y odios o de megalomanías varias no es lo principal. Trata de gente que cura —o al menos lo intenta— a otras personas. Y sí, también hay esas otras tramas, pero son secundarias, pensadas para definir y tornear a los personajes más que para hacerlos interesantes y lograr que pase algo. Mucho antes de su estreno ya se hablaba de un intento de realizar una aproximación a M*A*S*H desde un punto de vista como el de Urgencias. pues bien poco más elogioso se puede ser que decir que lo han logrado. El desarrollo de este excelente punto de partida será lo que marque hasta dónde pueden llevarlo sin caer en los tópicos.

Falling Skies
Una de las series más anticipadas y, sin duda, más esperadas de la nueva temporada. Extraterrestres con Steven Spliberg de fondo y el buen hacer de Noah Wyle como protagonistas. Todo para que acabe siendo un petardo. Si ya había momentos aburridos en la adaptación de La guerra de los mundos imaginad lo que puede ser una serie que pese a la interesante premisa inicial logra convertirse en lo que podríamos denominar como un Melodrama SyFy. Tras el fallido intento de revivir V y ese fantástico despropósito que es The Event parecía que los extraterrestres no podían salir más perjudicados pero series como está nos recuerdan que todo es, siempre, susceptible de empeorar.

Franklin and Bash
¿Os habéis aburrido ya de las series en las que dos amigotes del alma con mucha labia y forma de dar vueltas a la situación son abogados que ligan y beben y todas esas cosas? Porque, en fin, quizá tras la desaparición de Boston Legal o el espanto de The Defenders creáis que aún se puede dar una oportunidad al tema. Y la verdad es que comparada con Defenders es una mejora — lo que hace merecedora a la serie de un premio Tallest Dwarf — pero eso no elimina que parezca no ya poco creíble sino, directamente, Epi y Blas, Abogados. Así que imagino que tendrán para tres temporadas mínimo.

Happily Divorced
Fran Drescher es recordada —un decir— por su papel como Fran en La niñera y también por ser la proto- Cougar Fran en Living with Fran (seduciendo a Ryan McPartlin justo antes de ser el Awesome de Chuck) y ahora ha dado un paso más para interpretar a Fran, una mujer felizmente casada hasta que su marido decide confesarle que se ha dado cuenta de que le gustan los hombres. A él. Algo que ya le pasó a la actriz en su vida real. En ese momento no debió parecerle divertido y, francamente, logra que tampoco los espectadores logremos entender dónde está la gracia aquí.Sí, siguen siendo los mejores amigos, siguen compartiendo casa aunque no cama y están en el canal que emite Hot in Cleveland, pero eso no es excusa.

In with the Flynns
Lo creáis o no también en UK se copian series de USA, no es sólo al revés. En el caso de esta serie se pilla Grounded for life, la serie de culto —a mí no me miréis— que Donald Logue tenía en la FOX durante la primera mitad de los ’00, que tenía la particularidad de ser una serie sobre una familia católica irlandesa bastante desastrosa y, sobre todo, por empezar a mitad o al final de la narración e ir montando los flashback hasta llegar de nuevo al punto de inicio. A mi nunca me hizo demasiada gracia y, para qué retrasarlo más, tampoco esta versión inglesa —que añade una mayor autenticidad, para esos son ingleses— que poco más ofrece.

Injustice
Esta vez la cadena británica de turno —La ITV en este caso— decidió emitir los cinco episodios de esta serie en cinco días consecutivos, en una sola semana de Lunes a Viernes pudimos seguir la trama más psicológica que policial de este auténtico bombón criminal. James Purefoy es William Travers, un abogado que ha vivido algo que le ha hecho perder la fe en el sistema judicial. Pero cada vez que tiene la cámara cerca la serie es secuestrada por Charlie Creed-Miles que interpreta al Detective Wernborn, un auténtico cabronías muy efectivo que esperamos llegue a tener serie propia algún día. Así, mientras vamos descubriendo qué le pasó a Travers y qué planea Wernborn avanzamos también sobre un caso en el que el abogado se muestra reluctante y el policía implacable, todo ello con una reflexión sobre el sistema judicial de fondo. No es una obra redonda —sin ir más lejos, puede resultar algo complicada de seguir o directamente confusa, si bien parece una finalidad perseguida por el creador Anthony Horowitz— pero si un gran ejemplo del famoso género negro británico.

Jon Benjamin has a van
El cómico Jon Benjamin logró una serie para Comedy Central en la que una premisa de documental — Benjamin es encargado de hacer distintos reportajes por toda USA— le permite alternar una serie de sketches entre el mockumentary y una trama como hilo conductor del capítulo. Esto, que a primera vista podría parecer una buena idea, acaba siendo un completo muermo dependiente de lo bien que le caiga y la gracia que le haga Jon Benjamin.

Love bites
Manifiesto mi total incomprensión hacia esta serie, una de esas que ha estado rondando por la cadena a la espera de que alguien decidiera estrenarla o cancelarla. Al final la estrenaron y, en fin… La idea central sería la de hacer Vacaciones en el mar con el amor de por medio. Digamos que algo parecido a la vetusta Love, american style que tanto movió durante la primera mitad de los ’70. Y si creéis que tanta referencia setentera no iba a convertir la serie en algo casi de museo esperad a oír la forma en que las historias interactúan porque, en fin, acaba siendo casi un serie de o tanto sketches como largas Escenas centradas en el amor. eso sí, embutiendo una cantidad de actores ya actrices invitados — de Jennifer Love Hewitt a Jeffrey Tambor — que parece dispuesto a reunir en una temporada lo que Hotel en toda su duración. Francamente, no se la recomiendo a nadie. Por contra, algunas amigas aseguran que es una serie divertida y que hay que darle una oportunidad. Yo no tengo intención, decidan ustedes a quién van a creer.

Necessary Roughness
Una mujer recién divorciada y dura se convierte en la terapeuta de un equipo de fútbol americano gracias a sus modales hoscos y a su manera cortante y abrupta de tratar con la gente. Esto hará que otras celebridades se le aproximen aunque ella querría relajarse y centrarse en su familia. Puede parecer un más de lo mismo y, sorpresa, lo es. Pero al menos es uno en el que, por previsible que sea el personaje central protagonista, se han molestado en crear un ambiente diferente en el que soltarlo.

The nine lives of Chloe King
Es difícil decir que esta serie está mal desde el título, pero es que es difícil tomarse en serio una producción que parece creada con un público muy concreto en mente y con pocas ganas de alejarse de los clichés —¡¡¡Todos a la vez!!!— del auge del paranormal romance adolescente. Sí, la prota es una chica que trabaja —es un decir— en una tienda de ropa —o algo así, a estas alturas no sé qué veden ni si venden ni si ella trabaja de verdad o qué leches pinta allí— y vive con su madre tras la desaparición de su padre. Pero además es la Elegida de turno, heredera de una raza de Dioses-gato a la que tratan de cazar unos señores malos. Y hay pretendientes, y amigos, y clases de instituto. Un poco de todo, desde Vampire Diaries a Buffy cruzando por Crepúsculo, el batido es algo indigesto pero visto con buenos ojos —o sin prestar mucha atención— puede ser un perfecto producto para la siesta.

The Protector
Otra serie de detective femenina dura y fuerte que trata de sobrevivir en un mundo de hombres demostrando su… Me niego a seguir, ya sabéis como es y yo ya me he aburrido.

Single white Spenny
El creador canadiense Spencer Spenny Rice es otro acostumbrado a interpretar no ya a alguien llamado como él sino, directamente, a versiones cómicamente aumentadas de él mismo. Sobre todo gracias a Kenny vs. Spenny, una serie de bastante popularidad en Canadá sobre las competiciones entre Spenny y su amigo el también humorista Kenny Hotz. Cuando decidió realizar un programa sobre sus problemas para citarse con mujeres tras su divorcio quedaba claro que iba a ser también con formato de falso documental — el conocido mockumentary — y que la gracia dependería de cómo lo encajáramos. Yo no lo veo muy claro pero, eh, lo mismo ustedes conectan más con este Spenny.

Sirens
Alegre comedieta británica sobre un grupo de ambulancieros que sin ser nada del otro mundo permite ver a Richard Madden alejado del papel de Robb Stark interpretando a Ashley Greenwick, un paramédico gay, y no mucho más. La serie es simpática, sí, pero no ofrece muchos motivos para seguirla.

So random
Dentro de las locas ideas del Disney Channel esta es una de las más interesantes. Cuando Sonny with a Chance se quedó sin su estrella, la Sonny del título, Demi Lovato, debido a que decidió someterse a una terapia anti-estrés * cof * en la cadena tenían que decidir qué iban a hacer con la serie y con sus actores. Al final la solución fue darle una vuelta al concepto. Da igual que Lovato se recuperase, del estrés, porque la serie podía seguir sin ella. De esa manera, las historias de un grupo de chavales que trabajan en un programa de sketches llamado So random pasó a ser el propio programa, con unos brees cambios de reparto y una clara inspiración en el SNL logrando una versión infantil —o juvenil— con buenos actores y mucha preparación con menos extensión, una idea que, sorprendentemente, funciona en sus limitaciones. Habrá que ver si funciona como cantera de cómicos.

State of Georgia
Hablando de chavales del Disney Chanel, ¿les suena Raven? Ella es la estrella de State of Georgia, una comedieta insulsa que pasa al siguiente nivel, el ABC Family, a esta chica acostumbrada a actuar aunque, de momento, no parece que pueda ir más allá de la farsa básica.

Stolen
Dentro de la variedad de emisión de UK aquí tenemos una serie que ha terminado como un largo telefilme de hora y media con Damian Lewis (Life) como protagonista en un más emocional que investigativo thriller sobre el tráfico de niños en Reino Unido.

Suits
Novedad de USA Network sobre abogados que funciona por los pelos creando una dinámica extraña entre sus dos protagonistas. Como si de una extraña versión de Psych se tratara la vuelta de tuerca está en que el personaje central, Mike Ross, es un tipo salado y con verbo que, además, posee una memoria fotográfica que le permite pasar el examen para ejercer de abogado sin haberse graduado. Su contratación por una importante firma, decisión personal del otro personaje central, hará que tengan no ya que esconder que el chico no tiene carrera sino, incluso, fingir que la hizo en Harvard. Se deja ver, pero no le pidan mucha profundidad.

Switched at birth
¡Huyan! La historia de dos chicas que descubren en su adolescencia que fueron cambiadas en el hospital es una de esas cosas pastelonas e insoportables de las que, particularmente, prefiero encontrarme lejos.

Teen wolf
Olvídense de la película, esto es The WereWolf Diaries con todo lo malo y lo bueno que eso significa. Hay personajes recurrentes y tramas intrincadas, no hay demasiado humor ni hombres lobo jugando al baloncesto, así que, por lo menos, nadie podrá llamarles a engaño.

Wilfred
Una de las esperanzas de la temporada, esta serie sobre un chico y el perro de su vecina se supone que es divertida. Proque el chico es un adulto que lo lleva fatal y porque… el perro de su vecina habla. De hecho, es un señor disfrazado de perro tal y como puede ver el protagonista — Un Elijah Wood que parece distraído permanentemente— que proporciona apoyo al protagonista mientras trata de pasárselo lo mejor posible. Le voy a dar un par de episodios más pero, francamente, no entiendo qué gracia puede tener esta serie que parece un intento de ir a por los indies y modernos con el concepto de Infelices para siempre.

No puedo dejar de seguir: Injustice.

Recomiendo sin problemas: Case Histories, Combat Hospital, So random.

Gustará a los que estén en ese tipo de series: Teen Wolf, Franklin and Bash, Suits.

A ver si para la próxima —¿Agosto, Septiembre?— tenemos algo más que rascar.


Marcial Bellisario

Semper fidelis es el lema de los Marines. Durante años muchos son los que se han entrenado a sus órdenes. Cada cuál tiene su historia y el de este Marine en particular incluye el nacimiento en Pensilvania como resultado del matrimonio entre una madre serbia y un padre italiano y varias turbulentas historias que le llevan a enrolarse con veinte años en este cuerpo.

En el 59 deja el cuerpo con una Medalla de Buena Conducta y entra en la Universidad Estatal de Pensilvania para conseguir una diplomatura en periodismo que le abrirá la puerta tres años más tarde a trabajos de creativo publicitario con los que fue ganándose la vida, subiendo de nivel, de colaborador en una pequeña empresa de publicidad a Director Creativo de esa empresa para después dar el salto en el 68 a la Agencia Bloom en la que iría subiendo posiciones, entrando ya como Jefe de Redactores, hasta convertirse, 8 años más tarde, en Vicepresidente Creativo, Director Creativo y Miembro del Consejo. Momento en el que decidió que quería probar cosas nuevas. Tenía que moverse. A Hollywood, concretamente.

Tras un par de trabajos menores le llega la oportunidad de ponerse a las órdenes de Stephen J. Cannell en su primer gran encargo Baa Baa Black Sheep, aunque será dos años más tarde cuando encontrará su camino al entrar a trabajar junto al gran Glen A. Larson en Galáctica Estrella de Combate, un encantador desastre que sirvió para afianzar su relación con Larson lo que propiciaría el lanzamiento de su siguiente serie, la primera conjunta.

Ya hablamos bastante de Magnum, P.I. hace unas semanas. Fue un gran éxito que duró ocho temporadas y proporcionó a Bellisario —que fue el que se quedó guardando el fuerte en cuanto Larson se largó— unas tablas tremendas.

Aunque la obra de Donald P. Bellisario se distingue por una serie de constantes entre las que entra procurar no trabajar en muchas series a la vez —lo que significa que suelen ser series de larga duración y gran éxito precisamente porque no se dispersa— sí que se aventuró cuando tuvo la oportunidad de hacer su serie propia y personal.

Hay otros autores en los que los parecidos tiene que ver con algún tic, alguna forma de abordar los problemas o un tono general. Bellisario tiene una lista de ellos.

El más evidente es el pasado militar —cuando se molestaba en hacerlo pasado— de sus protagonistas.

En Magnum el protagonista es un ex- Navy SEAL veterano de Vietnam, pero no sólo él, T.C. era Marine y piloto de helicópteros en Vietnam, Rick era el artillero de T.C. y también Marine e incluso Higgins tenía un pasado militar como Sargento Mayor en la British Army.

Pero no sólo eso, también hay un sentimiento de familia entre sus personajes —que nunca son familia, claro— y, a la vez suele haber familia de Bellisario, no sólo entre el cuerpo técnico, también —además— entre los actores. Y su capacidad para reciclar y recuperar actores y personajes de una serie a otra debería ser legendaria.

En cualquier caso, la brillante explosión de Magnum le permitió atreverse a su primera serie en solitario que resultó ser:

Efectivamente, los Cuentos del Mono de Oro. Jake Cutter es un antiguo miembro del escuadrón Flying Tiger que ahora tiene un bar. También tiene un perro con un parche en el ojo, un amigo borrachín y un interés romántico hacia la cantante de su antro que —cosas de la vida— en realidad es una espía estadounidense. Como esto está localizado en el Pacífico en 1938 no resulta tan raro, ni ellos ni el espía nazi que finge ser cura, la Dama Dragón —imprescindible ante semejante recreación de Terry y los piratas— y su fiel ayudante o el gobernante francés. Muy variado todo.

Sin embargo, pese al sabor clásico, la acción sin parar y el buen gusto general la serie no llegó a funcionar.

Lo sé, vosotros la recordáis. Pero, asumidlo, eso no significa que en su momento funcionara. Así que al final de temporada no fue renovada y pasamos a la siguiente.

Por supuesto tener a un piloto de aviones aquí y a otro de helicópteros en Magnum dejaba claro que Bellisario iba a seguir con el tema, incluso jugueteó con la idea de sacarse un spin-off del imposible crossover de Magnum con Los cuentos del mono de oro presentando a un personaje para la primera que parecia un calco de otro interpretado por el mismo actor en la segunda. Pero logró controlarse, lo justo para que al emitirse el piloto/ telefilme de 1984 Airwolf, sobre los pilotos de un helicóptero en un estilo que recordaba a un Trueno azul tuneado, estaba cantado que acabaría siendo serie. Aunque para ello tuvieran que reconstruir el cast entero.

Stringfellow Hawke es un… ¿lo adivináis? ex-piloto de helicópteros y veterano de… Vietnam, sí. Este hombre es así. El caso es que le tenemos a él, tenemos a Ernest Borgnine como su mentor y ex-compañero en la Segunda Guerra Mundial de su padre, la familia-que-no-es-familia —aunque se menciona a St. John, su hermano y protagonista del telefilm. Cosas de la tele— y algún secundario más que va pasando. Al final de la tercera temporada la CBS decidió no renovarlo y se vendió una versión pinypon a USA que, claro, al no contar con las estrellas o el presupuesto terminó con la serie.

De esa manera llegamos a 1988, el final de Magnum, Bellisario había sacado una película para la tele llamada Three on a match sobre una fuga (im)perfecta que no había pasado de ahí y estaba decidido a usar el tiempo libre entre proyectos preparando su salto al cine con una película que es difícil incluso de describir: Vínculos de sangre

Intentémoslo. Mantened la compostura. Veamos… El Padre Michael Pace es un cura neoyorkino con lazos familiares con la sangre que usa la Iglesia para proteger a la amante de un Don muerto cuando la viuda de este manda a sus asesinos a por ella. Los protagonistas son, en el papel de la amante, Daphne Zuniga, y como el contrariado curita… Tom Berenguer. Visualizadlo.

El resultado de la película convenció a Bellisario de volver a al tele e, incluso, darle una vueltaal asunto, acercándose a los postulados de Larson sobre la ciencia ficción, salvo que en lugar de usar la experiencia de Galáctica decidió darle una vuelta al concepto de viaje en el tiempo. Sí, estoy hablando de su creación de 1989 Quantum Leap o A través del tiempo entre otros títulos con los que la FORTA lo emitió aquí a principios de los noventa.

Sam Beckett es un científico — ¡Viva! ¡Bravo! — que termina viajando en el tiempo a través de las personas y personalidades de distintos hombres y mujeres, todos ellos de su nacimiento en adelante — ¡Brillante manera de reducir el presupuesto!¡Chúpate esa Dr. Who ! — para enmendar los errores cometidos en el pasado. Por suerte no está sólo gracias a su compinche Al Calavicci, el Almirante Al Calavicci, a ver si os creíais que habría una serie de Bellisario sin militares. Todos los temas, y varios actores recurrentes, pasan por allí. No sólo el grupo del viaje es una pequeña familia con Al, Sam y el siempre elíptico Ziggy, además los problemas de Al con sus cuatro ex-mujeres cambian cuando Sam arregla su vida casi al final de la serie a ser sus cuatro hijas. —No literalmente, cielos, eso sería duro de asumir—

Del mismo modo, Bellisario reserva para esta serie una de sus más grandes historias, basada en su experiencia personal. Porque fue compañero en el ejército de Lee Harvey Oswald y por algún lado tenía que acabar saliendo. Sin mencionar que su hipótesis sobre el asesinato de Kennedy es una de las más originales que se han podido ver jamas en un medio. Para Bellisario Oswald estaba mal de la cabeza y lo hizo todo él solito. Precisamente por eso, por que un hombre sólo, enajenado, pudiera demostrar la fragilidad de la inteligencia, propone Bellisario que se crean las teorías y conspiraciones, que podrían ayudarnos a sumir lo fácil que es matar.

En cualquier caso, las interpretaciones de Scott Bakula y del siempre magnífico Dean Stockwell como Sam y Al la convirtieron en una serie de culto, de tal manera que incluso ante lo cara de producir que era la cadena le permitió una cuarta y última temporada de despedida.

A la vez que preparaba esta temporada de despedida Bellisario creaba una serie llamada Tequilla & Bonetti que reunía por un lado la idea de Turner & HutchSocios y sabuesos en España, ya sabéis, Tom Hanks y un perro — y por el otro la de Mira quién habla — Ya sabéis, Kristie Allye y un John travolta. Ah, y un bebé. —

De manera que en 1992 — Uno antes de Mira quién habla ahora todo sea dicho. — salió esta serie sobre un Policía de Nueva York orgulloso de su italoamericanidad que termina en Los Ángeles tras un tiroteo que termina con una niña muerta —No es la más original de las excusas, ya la tenía Matt Scudder, pero algo es algo— lo que le lleva a la extraña ciudad nueva en la que es un pez fuera del agua, con todo el mundo más ocupado por meterse en el negocio de las películas y vivir sano. En fin, esto no es Rex, un detective diferente.

Tanto dio porque se la pegó. Y eso que tenía a un reputado —Je— Jack Scalia y a una incipiente Mariska Hargitay —Y eso que su personaje tenía por hija a la del jefe, Troia — En media temporada estaba fuera. Eso sí, en el año 2000 se grabó una continuación externa en la que Jack Scalia retomaba a Bonetti, esta vez en Roma, y le ponía el nombre Tequila a otro perro, como homenaje a su anterior compañero. Esta vez duraron nueve episodios.

Mientras preparaba su próxima proyecto le dio tiempo a sacar otro telefilme, Crowfoot, otro de policías que quedó en nada ante la magnitud de su siguiente proyecto. Porque si algo faltaba en Tequila y Bonetti era, sin duda más militares. Muchos militares. Así que, ¿por qué no utilizar como excusa argumental la exitosa Algunos hombres buenos para reeditar el éxito de Top Gun? Al fin y al cabo ambas películas iban de Tom Cruise en el ejército.

Mejor aún, todo el mundo sabía que Donald P. Bellisario era el mejor amigo de los militares en la ficción televisiva. Puede que no fuera tan de derechas como un Dick Wolf pero sin duda entendía y transmitía las esencias como ningún otro, de hecho sus series rebosaban de amistades viriles y orgullo de cuerpo, de ética recta y confianza en los superiores. Incluso teniendo en cuenta que todos sus protagonistas eran siempre rebeldes capaces de saltarse las normas si era necesario lo hacían porque tenían Fe en los cuerpos. De ahí ese canto a la formación castrense y a la familia no-sanguínea.

Todo lo cuál llevó a las Fuerzas Armadas a firmar acuerdos de colaborador para su siguiente proyecto. JAG

Y no.

La excusa de los juicios para jugar a los soldaditos funcionó terroríficamente mal y la NBC — ¡Esa cadena! — decidió no renovarla. Por suerte la CBS pensó que era una pena desaprovechar a Bellisario y todos sus acuerdos, sólo necesitaba… un toque. Fuera la repelente Meg Austin de Tracey Needham y hola a la luchadora Sarah Mac MacKenzie de Catherine Bell, adiós a esos momentos Top Gun porque lo que la gente quiere es más melodrama procesal, y hay que hacer fijos al buen secundario Bud y al Almirante, que se vea que es un equipo cohesionado y, a al vez, con distintas opiniones. Que quede claro que en el ejército se pueden dar distintos modos de pensar siempre que estén dentro de un orden.

Exitazo. No sólo duró 10 años, hasta 2005, es que los ataques del 11S la elevaron al Top 10 — vale, al 10, pero ya es Top. Lástima que al final de temporada terminara en el 15— en su séptima temporada revitalizándola. Además sirvió para demostrar que una serie así podía funcionar y para estrechar —por difícil que sea de creer— la relación entre la Marina y la Armada con Bellisario además de para que este enchufara a su familia, ya fuera a su hijo David com productor o a su hijo Michael en un papel recurrente de actor.

Cuando vio venir el final de la series Bellisario intentó varios trucos para revitalizarla introduciendo a nuevos personajes —lo que incluye un capítulo llamado, literalmente, JAG : San Diego que funcionaba como prueba para continuar la serie— y, a la vez, preparó un par de proyectos alternativos. El primero, First Monday no fue muy lejos.

La serie, sobre el Tribunal Supremo, con un Joe Mantegna como juez moderado atrapado entre las dos facciones que veía pasar los casos más difíciles, se encontró con un recibimiento frío frente al interés suscitado hacía sólo un par de años. Tan frío fue que duró sólo media temporada.

Por contra, la otra serie, presentada al año siguiente, llevaba más tiempo gestándose. En la octava temporada de JAG se presenta al personaje que sería central: Gibbs, interpretado por Mark Harmmon, encargado de investigar la muerte de un personaje recurrente en la serie, la insoportable Teniente Singer, epítome de las abogadas sin escrúpulos que están más interesadas en ganar que en hacer justicia.

Su aparición para resolver este último entuerto que Singer causaba al JAG en un episodio doble especial fue el planificado lanzamiento para la serie que ha centrado los esfuerzo de de Bellisario en los últimos años:

Las aventuras de Gibbs y sus chicos siguen la idea general de todo Bellisario y, más concretamente, de su etapa en el JAG: Militares, más militares, aún más militares, y suspense. Aquí tiene menos melodrama al eliminar la parte judicial permitiéndose algo de espacio para el romance —algo que casi siempre ha causado problemas en sus series por ser un accesorio que sobraba habitualmente— y, sobre todo, para un mayor uso del humor. De manera que se convirtió en una de las series más accesibles y pro-americanas de la parrilla logrando, una vez más, ser un enorme éxito de audiencia.

Acaba de concluir su octava temporada con el inexplicable record de ser la serie más vista tras derrotar en dura pugna a CSI y luchando sólo con su propio spin-off —que el año pasado le arrebató el puesto— por la codiciada plaza de Serie más vista de USA.

Lamentablemente para la CBS el hecho de que la mayor parte de espectadores estén pro encima de los 50 años la hace menos atractiva a los ojos de los anunciantes por lo que solicitaron a Bellisario la citada versión para jóvenes.

Bellisario, fiel a sus principios, los mismos que le han llevado a crear sólo ocho series en una carrera de treinta y tres años por centrarse en sus historias mientras aún funcionen —como demuestra el inexplicable éxito de la octava temporada, cuando otras series están más que finiquitadas esta logra su máximo de datos con 19,5 millones de espectadores — de manera que delegó no en uno de sus hijos como hubiera sido esperable — la pequeña Troian es la Pretty Little Liar Spencer y por meter en NCIS está hasta su hijastro Sean Murray — sino en un desconocido para el gran público acordado con la CBS, el australiano Shane Brennan que empezó como guionista de la serie para hacerse cargo del puesto de Jefe de Guionistas para descargar a Bellisario, que tiene ya 75 años, de trabajo y acabó yéndose a dirigir los destinos de su propia franquicia.

Así que aquí tenemos a Donald P- Bellisario, que cumplirá 76 años el próximo 8 de Agosto —fe cha de cumpleaños de varios de sus personajes— que sigue defendiendo los valores castrenses, la ética y moral del ejército, haciendo una apología de la familia no-sanguínea y de los hombres de acción con un punto de rebeldía. Y superando con ello no sólo la marca de serie más vista sino, además, las ocho temporadas de la popularísima Magnum P.I..

Parecería un buen momento para que este trabajador incansable se retirara pero viendo las opiniones de sus personajes, que tan claro dejan la existencia unificadora de un auténtico autor tras la obra, así que tendremos autor hasta que se tenga que reunir con esos compañeros marines a lso que ha demostrado ser semper fidelis.