Primera sangre pilotal

La última vez que hice un Pilotos Deathmatch era hasta el 4 de Septiembre, ¿por qué hacer otro sólo 22 días después? Pues porque han salido nuevas series y para hacer menos espantoso el intento de asimilar la baz… nuevas series que los canales no han preparado para este otoño. Oh, la vida, oh, el destino…

¡Que comience la lucha!

2 Broke Girls
Tenemos suerte de empezar por aquí, porque estamos hablando de la sitcom más destacada de entre los nuevos estrenos. Bajo una apariencia de tibia normalidad se mueve una historia mejor construida de lo que dan a entender sus primeros minutos y que, eso sí, se basa en la inteligencia de sus diálogos por encima de cualquier otra forma de humor. —De hecho, las bromas referenciales sospecho que en tres años nos habremos olvidado de a qué venían.— En cualquier caso estamos ante una serie a seguir de cerca para ver si se concretan las promesas.

Appropiated Adult
Dominic West se está convirtiendo en un fijo de los proyectos que necesitan actores con temple y raza, no sólo ha logrado capitalizar el eterno redescubrimiento de The Wire, además lo ha utilizado para demostrar su valía en el teatro londinense o en proyectos televisivos como The Hour o este que nos ocupa ahora. Basado en un hecho real; la captura del asesino en serio Fred West y el proceso posterior, enfrenta a West con la siempre estupenda Emily Watson que interpreta a Janet Leach, el appropiated adult del título, un ama de casa utilizada para explicar a West cualquier cosa que no entendiera —ante las sospechas de retraso por su parte—, esta relación, esta mujer, es el centro de la trama y por eso mismo será el centro de la discusión sobre la moralidad de esta obra en dos partes: ¿Por qué los productores han decidido “dramatizar” para contar así su historia? En fin, decir que West está estupendo pero que no casa mucho con el desastroso aspecto y comportamiento del auténtico West, lo que junto a los reparos exhibidos por la prensa e implicados por la forma de retratar a Leach, hacen que sea mejor como historia que como documento real.

Charlie’s Angels
¿Cómo de decepcionante puede resultar esta serie con las películas y temporadas anteriores? La respuesta es: Mucho. Carece del encanto de la serie, carece del humor — sano, cachondo, desmadrado, todos los anteriores, otros— y, de hecho, consigue echar por tierra cualquier esperanza de que haya un guionista detrás. ¡Incluso el brillante Victor Garber tropieza como voz de Charlie. La idea de pasar a las chicas de agentes de la ley a delincuentes reformándose no es necesariamente mala, quizá más Cat’s Eyes, el problema es que dos de las tres resultan poco convincentes como ejemplos. —¿Por qué traer un militar condecorado o a una inspectora corrupta? Nunca lo sabremos— y que la forma de moverse, más cercana a un NCIS que a cualquiera de los ejemplos anteriores, su dependencia de la tecnomagia o esos feos tics —¡disfrazar de doncella a la única de color!— la acercan más a lo que The Asylum podría creer que es una versión, o a un extenso sketch del SNL. Y eso sin entrar a hablar de Bosley. En fin: Un completo desastre.

The Fades
Ah, el amor. No, tranquilos, esta serie no va por ahí, va de unos adolescentes reales que se encuentran en una situación extraña por entrar donde no deben, por descubrir a unos elementos sobrenaturales —¿fantasmas, monstruos, otros? Quién sabría acotarlo— rondando por nuestro mundo y la implacable lucha que un grupo de agentes humanos lleva contra ellos: Mitad cómic de Vértigo de un guionista inglés, mitad serie de crecimiento; la integración de los elementos sobrenaturales —tratados a la manera de una película de terror, por cierto— en mitad de unas escenas de realismo logra intensificar la extrañeza y hacer más temible la hostilidad. Habrá que ver cómo continúa pero podemos estar ante una de las series de la temporada.

Free Agents
Esta adaptación del original inglés Free agents parece un ejemplo de los americanos tomando la referencia de sus primos ingleses. En primer lugar porque el humor feroz, casi psicológicamente negro, de la original queda mitigado, en segundo porque la sustitución de protagonistas cambia también el tono, el gran Stephen ManganGreen Wing, Dirk Gently pero, sobre todo, os sonará por Episodes— tenia treintaytantos cuando protagonizó la versión inglesa, el no menos grande Hank AzariaLa cabeza de Herman, Loco por ti, auqnue es más conocido por ser la gente del Jefe Wiggum o Moe en Los Simpson— es casi una década mayor y tiene un aspecto incluso menos saludable lo que da un mayor patetismo a la nueva serie. Salvando, sin embargo, estas diferencias la historia mantiene sus logros, su sentido del humor y todo lo demás, menos afilado y brillante, con momentos en los que parece una respuesta menor a The Office, pero aparentemente capaz de recuperar la forma.

Fresh Meat
Comedia británica sin mucha chicha que sigue las ideas de The Inbetweeners —para algo tiene a Joe Thomas— siguiendo a un grupo de jóvenes estudiantes universitarios en su primer curso que tienen que compartir casa y así, ellos y ellas, van teniendo distintas aventuras iniciáticas que, francamente, aportan poco o nada a las ya vistas durante años.

A Gifted Man
Si les contara de qué va esta serie no sólo no me creerían —tranquilos, me voy acostumbrando— sino que, de hecho, pocos le darían una oportunidad. Y sería una pena porque no partiendo de los más originales mimbres —Un medico casi genial pero desapegado con la gente a la que trata y que le rodea— logra que el tránsito hacia el giro inesperado —El fantasma de su exmujer se le aparece para ayudarle a ser más humano. ¡¡¡En serio!!!— resulte razonable, creíble, incluso coherente. Quizá porque el piloto lo dirige Jonathan Demme, puede que porque el guión lo firmaba Susannah Grant, así que habrá que ver la evolución de la serie que puede convertirse en una de las sorpresas de la temporada, desde luego actores —empezando por el protagonista, Patrick Wilson, hasta llegar a su secretaría, la recientemente Emmyzada Margo Martindale— tiene tablas para lograrlo, ¿pero cómo afectará la desaparición de estos dos factores imprescindibles? En el peor de los casos, dejándonos un piloto sorprendente desde el que se podía haber construido toda una gran serie.

New Girl
Es complicado explicar los problemas de este piloto porque no es tanto un error en la historia o en los personajes —los secundarios son competentes, la historia sencilla: Una chica rompe con su novio, está destrozada y acaba compartiendo piso con tres chicos— como porque parece diseñado por algún tipo de maníaco: Zooey Deschanel, la protagonista, pasa de encantador angelito a loca peligrosa, de desesperada a histéricamente alegre y lo mismo va que viene sin cambiar de escena, su personaje, que es el personaje central, nunca se sabe si está de meter en el manicomio o si se ha escapado de uno; sus reacciones a lo que va sucediendo a lo largo de este piloto sólo pueden considerarse impredecibles no porque sean sorprendentes sino porque parecen aleatorias. y así no hay quien pueda, vaya.

Pan Am
Como otra de esas series que se complacen en ser de época y, para vuestra sorpresa sin duda, muestran a mujeres con la coartada de la independencia como poco más que objetos sexuales —y, de hecho, vendría bien que alguien les pusiera series como The Hour para demostrarles que pueden ser tratadas y retratadas de otra manera— además, en este caso los decorados son irreales, como de teatro, absolutamente falsos a la visita, más cercanos a casas de Barbies que a un entorno en el que se pudiera estar viviendo o trabajando. Como restos burdamente falsificados de Agárrame si puedes. El capítulo, además, se esfuerza en sacar la acción fuera del avión —quizá para diferenciarse de Vacaciones en el mar— y en el caso de este piloto en incluir una trama de problemas aéreos al estilo Aeropuerto que, esperemos, sea sólo para darle algo de interés al arranque. por lo demás, Christina Ricci hace lo que puede con lo que tiene y los secundarios hacen un esfuerzo más que notable por rellenar con algo de interés sus papeles así que si los guionistas se animan a quitarse el corsé —y teniendo en cuenta que vienen de ER y West Wing confío en que lo logren— quizá, y sólo quizá, logren ofrecer algo interesante.

Person of Interest
La definición más rápida y sencilla que se me ocurre de esta serie es que es El coche fantástico sin coche. Lo único realmente destacable es el gran trabajo de Michael Emerson que logra que su ridículo personaje a cargo de su propia No-Me Llames Fundación Para la Ley y el Orden, un millonario dado por muerto y reclusivo que tiene a un montón de gente a su cargo directo y se pasea por Nueva York como Pedro por su casa, que decidió fabricar para el gobierno una máquina que predice el futuro pero dentro de un orden como si fuera la versión extraña de Edición anterior y lo único que se guardó fue un generador de números, el tipo que vio a un vagabundo violento y pensó que podría ser su mejor agente, un personaje difícil de defender en cualquier situación, sea no sólo plausible sino incluso comprensible. Por contra Caviezel parece haber desarrollado un complicado problema de hemorroides durante su estancia como inexplicable vagabundo y encara su personaje no desde Michael Knight sino en una mezcla entre Hannibal Smith y Frank Castle con la acción narrada con un palo metido por el culo que demuestra la presencia por ahí de Nolan. Si sumamos la cantidad ingente de equipos de apoyo de los que dispone Emerson —aunque luego no apoyen— y gentes varias que intervienen en lo que antes sólo necesitaba a un héroe o un pequeño grupito tenemos el que debe ser ya el peor secreto de la televisión actual. Y el truco de no sabemos si es la víctima, un testigo o el asesino, pero sabemos que algo pasa lo usaba con mucha más gracia Bellisario en Quantum Leap. Así que ya veis, Abrams nos ofrece toda una serie de revisión de los ochenta y primeros noventa usando como excusa el 11S que sólo se puede justificar desde la más rotunda credulidad, a ver lo que tardan en aparecer mundos alternativos.

The Playboy Club
Suspiro Lo mejor de esta serie son los decorados, imaginaos el nivel. Alguien debía estar viendo Mad Men y pensando: Esto con conejitas del Playboy estaría mucho mejor. Y la verdad es que no. No sólo no lo está, de hecho es un error. El intentar dar una lección de mujeres fuertes disfrazadas de ridículo con unas tramas escapadas de alguna telenovela mañanera, como si pensaran que Amor en tiempos revueltos mejoraría mucho con un toque Furry y, encima, venderlo como mujeres fuertes y sexualmente liberadas. Si por lo menos le metieran humor sería un divertido desastre para ver.

Prime Suspect
¿Os acordáis de esa maravilla de serie inglesa en la que Helen Mirren se ganó el cielo redefiniendo un género, estirando las zonas grises del policíaco y dando una lección de cómo hacer uno de los más sólidos, interesantes y complejos grupos de historias jamás logrado hasta la fecha? Pues aquí habían visto The Closer. Sobre todo porque el contexto de no me hacen caso porque soy mujer (Claro, si fuera disfrazada de conejita de Playboy) parece más debido a que es imbécil y se lleva fatal con toda la humanidad y si logras parecer más idiota que la protagonista de The Killing deberías replantearte si no hay algún problema en tu serie —Incluso sin mencionar el sombrero— y es que Maria Bello hace lo que puede para sacar adelante el papel pero acaba acercandose no tanto a Mirren, Daly o Gless como a Angie Dickinson. En el peor de los casos tendremos otro genérico con protagonista femenina, en el mejor alguien se dará cuenta de que desde 1991 alguna cosa ha cambiado. aunque sea sólo en televisión.

Revenge
Retomar El conde de Montecristo en formato culebrón no es algo nuevo en absoluto,d e hecho Return to Eden lo hizo bastante bien hace unos cuentos años. Esta vez, sin embargo, se ha buscado una fórmula más retorcida, más de culebrón de altos vuelos con mucho componente de género negro —violencia, asesinatos, venenos, trampas…— que de relaciones, que también tiene por supuesto. Hay huecos en el guión que quizá estén a propósito o quizá sean por lo espinoso del caso, pero para los aficionados a este tipo de extrañas intrigas será una cita semanal. Incluso yo me he quedado con ganas de ver cómo sigue para saber si podrán arreglar la decisión comprensible aunque no compartida de comenzar con un hecho de cinco meses en el futuro de la serie para volver al pasado, haciendo avanzar no sabemos si toda la primera temporada, los primeros trece episodios o qué hacia esa situación que ya hemos visto y que, por lo tanto, elimina parte de la intriga sobre el futuro inmediato de los personajes. Una decisión arriesgada cuanto menos.

Ringer
Puede que Los Ángeles de Charlie sean un espanto y que The Playboy club resulte poco creíble pero para ver un auténtico choque de trenes hace falta llegar a esta serie. El Persons Unknown de esta temporada, la demostración de que una serie mala como The Lying game puede ser superada por otra peor. Aunque debería hacer una precisión: es una serie con muchos problemas, más de los que tenía Amy Whinehouse, pero no es en absoluto aburrida. Y no lo es precisamente por esos mismos problemas: La idea de dos gemelas, una de las cuales acaba suplantando a la otra sin que la gente de su alrededor sepa que a) eso ha sucedido, b) existe una gemela, ya estaba realizada en The Lying game con Alexandra Chando peleando con sus personajes para convencernos de que son gemelas o de que sabría actuar si la apuntaran con una pistola —oremos porque esto último nunca tenga que sufrirlo por el bien de su vida—; pero la idea de que una de las gemelas fuera una exprostituta exadicta con un montón de problemas propios y ajenos arrastrándose tras ella, de que la otra no le dijera NADA de su vida, de que tenga más secretos que un candidato presidencial y que, además, se puede meter todo en los 40 minutos que dura la serie. Y no, claro, si no había problemas suficientes con la poca credibilidad de la historia o los problemas de Sarah Michelle Gellar para interpretar con un mínimo de credibilidad a sus personajes —todo lo cuál lleva a considerar que Jean Claude Van Damme fue un genio de la interpretación que logró sacar adelante
Doble impacto— los intentos de meter todas las tramas en cada capítulo lo que logran es dar una sensación de descontrol, de meter sólo pequeños pedazos de información que nos escamotean una visión más amplia o un comportamiento lógico de los personajes que este sistema de teselas de información logra dinamitar haciendo que casi todos los personajes —salvemos a los dos relacionados con la primera personalidad, el agente del FBI interpretado por Nestor Carbonell o el apoyo en desintoxicación que compone Mike Colter, ambos con unas motivaciones y reacciones lógicas, de momento, dentro del cacao global— se comporten de manera errática, por impulsos imposibles de explicar. Y eso suponiendo que logres entenderlo. Así que ahí está, un desastre que no sé yo si durará mucho pero que dará unas buenas risas hasta que alguien de la cadena le eche un ojo.

The Secret Circle

Vampiros, Hombres Lobo y ahora… Brujas. ¿Qué queréis que os diga? es más, ¿qué se puede decir? La ponen detrás de The Vampire Diaries así que si me duermo viendo una al despertar con la otra pensaré que no me he perdido demasiado. No hay novedades en el tono, en los personajes o en las situaciones, no sé si por pereza o por incapacidad, quizá incluso porque piensen que si algo funciona lo mejor es no tocarlo. ¿Os gusta esa aburrida mediocridad? Seguid con ella.

Unforgettable
No, no lo es. Es lo bueno de las series capaces de ponerse nombres tan pretenciosos, luego la reseña se hace en un momento. ¿Cómo? ¿Más larga? Bueno… Se trata de la historia de una chicuela que puede recordar todo lo que ha visto y eso le lleva a ayudar a la policía aunque ella lo que quiere es resolver un crimen de su pasado que… En fin, más de lo mismo de hace tres temporadas. Aburrido y superado.

Up all night
¿Qué pasa con las comedias de Lorne Michaels que parecen llegar todas a destiempo? Este Up all night desperdicia al magnífico Will Arnett en una serie con bebé que está muy por detrás de la maravillosa Raising hope y en la que una desatadísima Maya Rudolph podría ser lo mejor si no sobre-sobreactuase. ¿Están todos los buenos guionistas en 30 Rock?

Whitney
Aquí con más sorpresa los guiones buenos están en la otra serie producida por la cómica norteamericana Whitney Cummings_, 2 Broke Girls, no en la que ella protagoniza y da nombre. De hecho, el piloto es casi un catálogo forzado de todo lo que no debe hacerse en la tele y más que reseñarla dan ganas de hacerle el Carbono 14 para ver cuándo ha sido descongelado. por suerte la química de los protagonistas es buena y queda la posibilidad de que decida soltarse algo el pelo, dejarse de aburridos chistes sobre vaginas y se ponga a la altura de su otra serie. Por soñar…

Wild Boys

Serie australiana que podríamos definir como versión australiana de Arma Joven, y que quitando la gracia de la ambientación tipo Oeste poco más puede poner en su defensa. Correcta, sí, pero poco más. —Salvo que a usted le gusten los hombres rudos, los caballos y esas cosas. Entonces sí, es su tipo de serie, felicidades.—

Dicho lo cuál y como parece que sin resumen no queda claro, que parece mentira con lo trasparente que soy yo, snif, aquí va el resumen:

No puedo dejar de seguir: 2 broke Girls, The Fades

Recomiendo sin problemas: A Gifted man, Free Agents

Gustará a los que estén en ese tipo de series: Appropiated Adult, Revenge, Persons of Interest

La extraña decisión de guardar algunas de las series más importantes para el midterm, aligerando peso al otoño, pero aún quedan estrenos. A ver cómo nos va de aquí a un mes en el que habremos descubierto los nuevos dinosaurios de Spielberg, el duelo de cuentos de Grimm y Once upon a time y la serie que más espero —cruzo los dedos— del otoño: American Horror Story


El disputable Kelley

Cómo el hijo de un legendario entrenador de hockey acabó siendo uno de los cerebros televisivos tras concluir en la Universidad de Princeton sus estudios de política sería, sin duda, una buena historia. Pero no sabemos si es la que contaría nuestro creador de hoy.

Quizá prefiriera empezar con el momento en que el guión que ha preparado para una atípica película que mezclaba comedia, juicios y asesinato con una pasmosa facilidad y fue recibido con entusiasmo por uno de los puntales de la televisión en ese año de 1986, Steven Bochco.

Incluso podríamos irnos al final, cuando su racha de mala suerte parece rota, tiene un importante proyecto en las manos y una difícil apuesta parece haber salido bien, justo el momento antes de sufrir otro revés de fortuna.

Da igual cómo lo presentemos, la verdad, porque si en algo se ha especializado nuestro creador de hoy es en lograr que, por lejanos que sean los terrenos en los que pisemos acabe habiendo una sensación de igualdad, de resurgir con series que son indudablemente diferentes y, a la vez, marcadas por el nacimiento como hijas de su padre: Moviéndose con unos parámetros y unas preocupaciones, buscando siempre una salida casi legalista y con un punto burlón de comedia.

Eso es lo que define a un auténtico autor y eso es algo que ningún contrario o enemigo podría negarle jamás a David E. Kelley. Ahora volvamos al campo de hockey.

Jack Kelley ganó muchos trofeos con sus equipos de hockey sobre hielo; cosechó tanta fama que entro en el Hall of Fame estadounidense de ese deporte, y aunque su hijo llegó a ser capitán del equipo de Princeton se vería eclipsado por la fama televisiva de éste.

Graduado en esa misma universidad en Políticas y Doctor en Leyes por la Universidad de Boston, Kelley no paró de escribir durante sus años universitarios: obras, redacciones en distintos estilos y chanzas para algunos de los grupos cómicos de la facultad. No es de extrañar que mientras trabajaba en una firma de Boston aprovechara para escribir su primer guión.

La alocada —y bastante amateurFrom The Hip trataba de un abogado rebelde que aceptaba un descabellado encargo, defender a un aparentemente culpable profesor universitario. El guión fue rodando por Hollywood y tuvo la suerte de acabar en manos de Steve Bochco, quien no estaba interesado en películas pero buscaba escritores con idea de leyes y con estilo propio para unirse a al grupo de guionistas que lanzaría La ley de Los Ángeles al estrellato.

— Por si a alguien le interesa, la película se terminó haciendo, dirigida por Bob Clark y con John Hurt de profesor pero a mayor gloria de Judd Nelson, que venía de El club de los cinco y St. Elmo y, bueno, tras Ciudad peligrosa sirvió para que le nominaran al Razzie y rematara su carrera. Consolaos pensando que si hubiera funcionado quizá ahora Kelley no estaría trabajando para la tele, aún escribiría tres películas más de las cuáles sólo puedo recomendar con tranquilidad Lake Placid. Y a Nelson cualquier día le reviven la carrera. Puede ser. Quizá…—

El talento de Kelley se manifestó de inmediato y en muy poco tiempo pasó de guionista raso a editor de guiones y coproductor; para la cuarta temporada ya era el productor ejecutivo y responsable de forma completa o parcial de dos tercios de sus guiones. Además, ese mismo año creó junto a Bochco otro éxito instantáneo, Un médico precoz, confirmándole como una estrella ascendente en la televisión. Cuando dejó L.A. Law en 1991 para preparar una serie propia, ya había ganado dos Emmys por sus guiones dramáticos.

Picket Fences Opening Credits

1:00

Para el año ’92 tenía preparado ya el estreno de su nueva serie, claramente influida por el auge de las historias de pueblecito extraño de principio de los noventa — Twin Peaks, Doctor en Alaska … — y se convirtió en un éxito de crítica consiguiendo durante sus cuatro temporadas un total de 27 candidaturas a los Emmy, 18 de las cuáles fueron para las dos primeras, y 9 a los Globos de Oro. Ganó un Globo de Oro y 14 Emmys, entre los que destacaban dos consecutivos a Mejor Drama. Pronto, y cada vez con más rapidez, las ideas, estrafalarias también y poco comunes en prime time —algo que explicaba su baja audiencia—, iban degenerando en extraños juicios. Entre otras cosas porque durante esas dos primeras temporadas Kelley se hizo la serie él solo, escribiendo y supervisando la mayoría de los episodios, en un trabajo de constante desgaste y poco éxito con los espectadores que acabó llevándole a tener que abrir la mano en el control de la misma.

—Algo a lo que también contribuyó que en el año ’93 se casara con la actriz Michelle Pfeiffer, de quien, al escribir estas líneas, sigue aún siendo marido—

En 1994 se estrenó su siguiente serie, aunque Kelley no se sentía cómodo realizando dos a la vez. Pero en el trato por Picket Fences la CBS firmaba por tres series y exigía ya una más convencional en la que aprovechar la fama crítica de la otra, de género de nuevo, y si Doogie Howser había funcionado, ¿por qué no sobre médicos? Así nació Chicago Hope .

Lejos de ser una mala serie, en Chicago Hope se volvían a tratar grandes temas con la irreverencia marca de la casa; pero la existencia aún de Picket Fences, con la que tenía que dividirse, y la incapacidad para delegar de Kelley, más la inesperada lucha que daba otra serie que jugaba con el realismo y cierto retorcido humor, ambientada en el mundo médico, estrenada casi a la vez y llamada, claro, Urgencias, convirtió a aquélla en poco más que otro éxito de culto, otra serie que importaba más a los críticos que a la audiencia pese a que los guiones y la interpretación de los actores —otra especialidad de Kelly que suele recurrir y reutilizar, especialmente a secundarios— merecían una mayor difusión.

La creación de la serie Mixed Nuts, que no llegó a pasar del piloto —reconvertido, eso sí, en telefilm—, terminó con su acuerdo con la CBS y le permitió realizar a continuación, en 1997, otro con 20th Century Fox en el que se comprometía a realizar un mínimo de cuatro series en cinco años que irían para la FOX y la ABC; ambas tendrían al menos una serie por cadena y la primera opción en las que rechazara la otra. La serie creada para la ABC sería El abogado (The Practice).

Quizá la más seria de sus creaciones sobre abogados, de nuevo Kelley se encontraba con el reconocimiento de la crítica gracias a esta historia de un pequeño bufete de Boston que se mueve en un ambiente mucho menos idealizado que casi todas sus otras series. De nuevo fue ganadora de varios premios importantes, incluyendo el Emmy a Mejor Drama durante sus dos primeras temporadas. Tras unos comienzos flojos en cuanto a espectadores durante sus dos primeras temporadas, que cerca estuvieron de costarle la cancelación, un crossover con la siguiente y exitosa serie de David E. Kelley le dieron el empujón necesario para aguantar, consiguiendo que en su cuarto y quinto año se colocara entre las diez series más vistas de la temporada. Lamentablemente el declive llegó pronto y en su séptima temporada tuvo que realizar unos recortes drásticos entre los actores para poder garantizarse una octava temporada, en la que contrató a James Spader para empezar a mover un nuevo proyecto.

De este último hablaremos cuando lleguemos a 2004. Mientras tanto, regresemos a 1997 y al trato con la productora que permitió a FOX hacerse con los derechos de la nueva idea de Kelley, una alocada historia de abogados con los pies poco en la tierra y que se metía de lleno en campos de comedia. Se trata de una de las series más exitosas de su carrera y del mismo canal, es decir:

Perdón, quería decir:

Las aventuras de la niña-mujer abogada y, frecuentemente, las desventuras amorosas y todas sus neuras y obsesiones convirtieron a Ally McBeal en un bombazo global que lanzó a la estratosfera —mínimo— a su protagonista, Calista Flockhart, sirvió para impulsar los ratings de El abogado merced al antes mencionado crossover —uno de los rasgos del autor, que solía mezclar sus series y llegó, incluso, a intentar uno con el Expediente X de Chris Carter, abortado por la CBS— y consiguió que en el año 99 Kelley ganara el Emmy a Mejor Comedia junto con el de Mejor Drama. Lamentablemente, también sirvió para atraer la controversia.

Que si el personaje era un espantajo anti-feminista, que si las faldas eran muy cortas, que si su peso era aún menor y fomentaba la anorexia, que si el brillante David E. Kelley se había vendido a la generación Cosmo y mil majaderías más. Pero el caso es que con ella comenzó el declinar del autor.

Tras el éxito con los dos Emmys se intentó lanzar una versión con montaje antiguo y alguno descartado para convertirla en comedia de media hora, eliminando las partes trágicas. La idea, mucho más compleja de lo que podría parecer, no funcionó en ningún momento y fue rápidamente barrida de la mesa. El otro proyecto de Kelley fue delegar en otros una idea suya, una serie de detectives centrada en una agencia —poco convencional, claro— que no empezó mal pero que tuvo uno de los finales más extraños de la televisión americana.

A principios de temporada se colocó la serie en uno de los huecos más importantes, el de los domingos por la noche, tradicional día de consumo televisivo junto con los jueves noche —no me miren, esto es así—, logrando unas audiencias más que sólidas, lo suficiente como para que el canal ABC decidiera que a su vuelta del parón la colocaría el jueves contra el juggernaut del momento que aún era Urgencias (En paralelo, ese mismo año fue el cierre de Chicago Hope). Kelley, antes que ver la masacre de audiencia que eso hubiera supuesto firma un acuerdo con la cadena para cerrar la serie. ¿Y por qué no dejarlo en ese hueco? Pues porque las audiencias no eran malas pero podrían ser mejores para un día tan codiciado, así que la ABC ambicionaba el puesto para el gran programa de éxito de esa temporada: ¿Quién quiere ser millonario?, que estaba logrando unos registros increíbles. De manera que los 11 episodios que quedaban —firmados y grabados en muchos casos— se dedicaron al mercado exterior, Kelly reescribió el último como final de la serie y así concluyó esta extraña historia.

Por suerte para él, consiguió un acuerdo firmado tras los Emmy que extendía durante seis años su colaboración con la 20th y le convirtió en el productor mejor pagado de la primera mitad de los ’00, con unas ganancias de unos 40 millones de dólares anuales a cambio de la primera opción, fruto de la cuál llegó a la FOX en el año 2000 Boston Public o Profesores de Boston.

Una gran serie sobre la educación, los problemas de profesores y alumnos, tratando con esa particular visión de Kelley los temas más complicados y buscando ofrecer distintos puntos sobre muchas cuestiones espinosas que no solían verse tan explicadas; todo ello tratando de evitar convertirlo en un programa judicial con el director — un excelente Chi McBride— ejerciendo de árbitro de las disputas con los jóvenes o entre los profesores. Lamentablemente la sobrecarga de trabajo se empieza a notar pronto: habituado a escribir casi solo sus series y más tras el fallido experimento de delegación de Snoops, Kelley se estaba encargando en esos momentos de hacer casi setenta guiones para sus series estrella, algo insostenible en la que salió perdiendo la última en llegar.

Aún habiendo recibido el apoyo crítico al principio de la temporada las opiniones fueron siendo más tibias, carecía de repercusión en forma de premios y acabó dejándola como una serie que avanzaba más por inercia que con decisión, por lo que fue cancelada al cabo de cuatro temporadas. No podemos más que tratar de imaginar lo que podría haber sido sin la sobrecarga de trabajo, aunque sea sólo como experimento en los reinos de la imaginación.

A continuación vinieron un par de proyectos que murieron durante su primera temporada: Girls Club, una especie de Ally McBeal más serio y multiplicado por tres; The Brotherhood of Poland, New Hampshire una rarísima combinación que intentaba regresar a Picket Fences con la historia de tres hermanos, prometedores en el pasado y que ahora —siendo uno el Alcalde, otro el Sheriff y estando el tercero sin trabajo— se enfrentaban a las frustraciones de la mediana edad, a las decisiones complejas y los personajes extraños marca de la casa y, en fin, a una rápida cancelación; así que tocaba hacer limpieza.

En 2004 terminó la andadura de Boston Public y El Abogado lo que junto al final de Ally McBeal dos años antes y el cierre de sus series nuevas dejaba a Kelley espacio libre para su nuevo proyecto, que había comenzado a apuntar en la última temporada de El abogado con James Spader. Se trataba de la serie Boston Legal.

¡¡¡DENNY CRANE!!! Digo, no, espera… De nuevo Kelley, con menos relumbrón pero más sorna, más capacidad para la autoparodia y la metaficción, nos habla de abogados, logra que pensemos que William Shatner pudo haber pasado por la Universidad y recupera a todo un icono ochentero, Candice Bergen, para la televisión. Su repercusión en premios fue algo menor, pues aunque se mantuvieron los de actores, los de escritura y serie desaparecieron casi hasta de las candidaturas.

Con cuatro temporadas y media, es decir, con una quinta temporada que sólo es media para superar los 100 capítulos necesarios para poder vender la serie en sindicación1 y, por motivos obvios, acabó con Kelly escribiendo prácticamente todos los guiones de esta última media temporada.

El futuro no parecía muy prometedor, en 2005 creó un reality llamado The law firm sobre un bufete de abogados —la cabra, el monte— que no funcionó, entendiéndose como tal que tuvo que ser retirado tras sólo dos episodios —el resto se emitieron por cable—. Su siguiente serie, The wedding bells, sobre planificadoras de bodas duró sólo siete episodios. Legally Mad, una comedia legal despendolada —pero mucho, incluso para los baremos de Kelley rozando lo lisérgico o Cop Rock; para entendernos, a su lado Ally McBeal era Ley y Orden — que habría de estar protagonizada por la enorme Kristin Chenoweth, sufrió uno de los más extraños episodios de pasillitis aguda cuando, tras ser confirmada para la temporada de 2010, fue dejada ir por la cadena por lo que llamaron “conflictos con el calendario”, que llevaron a no emitir jamás ni siquiera el piloto.

Llegados a este punto, Kelley se puso a trabajar echando una mano en la versión americana de Life on Mars y a intentar adaptar a serie Hollywood Station junto a su autor Joseph Wambaugh. Finalmente lo dejó y se puso con una nueva serie, Harry’s Law.

Ya hablamos por aquí de ella en el Pilotos Deathmatch de turno: Lejos de los brillantes giros argumentales de Kelley, más centrada en apelar a los sentimientos que a la ley en letra o espíritu, es una serie agradable de ver para un público mayor que, en fin, está muy lejos de ser el de la cadena que la emite, la NBC y parece que sólo ha tenido una segunda temporada por mantener ocupado a David E. Kelley.

Se suponía que este año iba a tener una de las grandes novedades, una de las series más esperadas, el problema es que un cambio en la cúpula de la cadena junto con opiniones negativas del público que lo había visto y el hecho indudable de que el piloto no vale un pimiento hundieron su nuevo proyecto: Wonder Woman, adaptación libre y extraña, como un Batman a pecho descubierto —cof— que… más sencillo, si os sentís con suerte y fortuna echadle un ojo:

La elección de Kelley parecía extraña desde el principio, aunque quizá una persona tan particular con una forma de ser tan marcada, acostumbrado a escribir casi todos los guiones y a delegar poco, a usar sus series para hablar de asuntos complejos y a introducir un humor extraño y retorcido en sus series además de a realizar pequeños saltos en las tramas, que podían llevar a largos arcos argumentales que iban empezando y terminando sin ninguna duración programada o esperable, hubiera podido ofrecer un punto de vista nuevo para un superhéroe —quizá incluso sin meterlo en un despacho de abogados— pero, por desgracia, el intento de realizar una versión seria y estereotipada del mismo, lejos incluso del encanto de la de Lynda Carter, lo hicieron caer antes incluso de poder dar los primeros pasos.

Por supuesto David E. Kelley, uno de los más galardonados creadores de televisión americana, uno de los favoritos de los Emmy —¿entienden ya que estemos hablando hoy de él?— no ha dejado de trabajar, ni tiene intención de ello. De momento sigue con Harry’s law, aunque parece poco probable que logre una tercera serie pese a los cambios drásticos que está realizando; mientras tanto esperaremos a ver qué nuevo y alocado proyecto piensa en montar, convencidos de que alguien como él no tardará en volver a agarrar el stick.

1 Creo que lo he explicado ya pero vuelvo a hacerlo: alcanzado el capítulo 100 se abre la posibilidad a las series de ser vendidas a cadenas pequeñas para que la emitan, normalmente al ritmo de un episodio diario de lunes a viernes, lo que rellena 20 semanas, casi medio año, sin problemas. El dinero que se puede hacer con la sindicación suele significar que las series que se encuentran cercanas a esta cifra se renueven hasta, por lo menos, alcanzarla, como pasó en este caso.

Jónatan Sark | 19 de septiembre de 2011

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