Foodies cocinismos amateurs

A veces las cosas son difíciles de poner en una secuencia de tiempo correcta. Por ejemplo, en este caso, el uso y popularización de la palabra Foodie. Empleado en inglés como término que describe a los entusiastas de la cocina desde un punto de vista amateur y alejado de la carga de negatividad tiquismiquis que acompaña a la palabra gourmet, los foodies se presentaban más por el lado despreocupado y desprejuiciado, gente en busca de experiencias con el sabor y la alimentación.

Por supuesto a las televisiones les faltó tiempo para convertir esta palabra en otro comodín más, otro ejemplo de uso vacío y con escaso sentido pensado para etiquetar en general, empezando, obviamente, por el propio Food Network.

Durante los años se ha debatido mucho sobre la palabra en los dos campos clásicos: qué acota y qué necesidad hay de usarla. Especialmente con la ascensión del canal de televisión y la llegada de internet a la cotidianidad, permitiendo que surgieran blogs y canales de YouTube —y otras plataformas, claro— que recogían bien momentos de esos programas televisivos, bien nuevos programas creados directamente para la red.

De tal manera que el entusiasta fue sustituido par la doble vertiente de cocinillas y, más importante aún, de El pesado de la comida.

De la misma manera en que antes otras palabras teóricamente positivas, como Ecologista, habían pasado a significar algo negativo, El pesado de las plantas, aquí la sobreutilización y el mal uso empezaban a devorar el término. Por motivos muy similares. Gente que se centraba en la procedencia o el estilo de la comida, más allá de la propia comida en sí, exagerando la necesidad de mantener unas ideas y convicciones o, como bien acabarían satirizando, tomándoselo todo demasiado en serio.

Dejando de ser gente que buscaba cierta alimentación para vivir sano a ser gente que necesitaba estaba estar sano para seguir cierta alimentación con vida.

Todo lo cuál nos lleva directamente a la tele donde, sin prisas, se habían empezado a colar referencias y puñaladas sutiles hasta llegar a… Bueno, os lo podéis imaginar:

Que, por cierto, se puede ver completo aquí

Claro que esto no significa que no haya quién enarbole la bandera Foodie en televisión, aunque pille un poco más lejos:

Lo que demostraba, más allá de cualquier duda, que los foodies eran ya una tendencia de la que, como mucho, uno se podía reír. Gente que había logrado aupar un repertorio televisivo y que con su esfuerzo en otros medios lo estaba apuntalando. De manera que su relevancia televisiva demostraba ser externa frente a las creaciones en todos los frentes, insisto, no sólo webs o blogs, también en imitaciones de los programas de la tele hechos para internet:

Por miedo que den —no voy a decir que especialmente la última—, parte de su finalidad es acabar en la tele. Lo que muestra o crea un ejemplo de espejo realmente complicado, esperan que haciendo lo que harían en televisión les contraten por imitación. Como si los rígidos formatos y la capacidad para cumplirlos fueran la forma de abordarlos.

¿No era la idea de que Internet era el futuro lo que estaba matando a la televisión tradicional? Todo eso que ofrece la red que ella no podía… ¿Cómo es que entonces lo que aparece en la red parece más ocupada por usar las soluciones y reglas de la tele? ¿Será entonces un ejemplo de que el problema con internet y la televisión es diferente?

Francamente, es difícil de asegurar. Porque da para mucha más reflexión y porque, en realidad, un día como el de hoy sólo podemos mostrarnos partidarios de todos esos entusiastas de la comida y sus vídeos amateurs.


Problemáticos creadores destronados

Resulta algo complicado escribir esta semana mi columna sin ponerme trágico ya de entrada.

El escenario es este: La NBC, con su actual jefe a la cabeza, Robert Greenblatt, decidió renovar por una temporada más Community.

En consonancia con la estrategia del propio Greenblatt —un ejecutivo más cercano a Silverman que a Tartikoff— de cancelar la mitad de su programación, encargar un cerro de series —Ay, cada vez que pienso en el Pilotos Deathmatch que me espera en otoño…— y renovar las ya existentes por sólo 13 capítulos. —Con las únicas excepciones de The Office y Parks & Recreations— la idea era mantener un show de culto.

Pero.

Dentro de la notable capacidad de Greenblatt para ponerse en ridículo, en apenas un par de años como jefe lo que debería ser todo un record, no sólo tuvo que decir y desdecirse demostrando estar bastante lejos de cualquiera de esos dos o, incluso, de Kevin Reilly. Pero ha ido un paso más allá a anunciar que 30 Rock no entraba en su temporada final para, antes de 24 horas, tener que desdecirse y confirmar que sí lo es. Y es que cuando parecía que su experiencia al frente de Showtime serviría de algo. Para respetar a los autores y sus series, nos ha salido con una de as ideas más sucias, burdas y ridículas que se pueden realizar en la televisión.

Community continuará, sí, pero sin Dan Harmon. De manera que, horas después de que el programa fuera TT mundial era el creador el que ocupaba su puesto, y lo lograba precisamente, por haber saltado el propio Harmon a explicar que no, que nada de diferencias ni de problemas… que nadie se había molestado en llamarle, ni en preguntarle quién debería sustituirle ni nada.

Harmon es un creador problemático, combativo, apasionado. Algo que en la NBC ya sufrieron en los ’70 con Lorne Michaels y que en la tele tienden a soportar con estoicismo. Y suelen acabar siempre igual, acordaos de los Smother Brothers.

Total, que aquí estamos. Con Community viva a manos de unos tipos que vienen de arreglar Happy endings o Just shoot me. Es decir, un tipo de comedia útil para el gran público, brillante quizá en algún momento pero streets ahead de Community. Así que, básicamente, en la NBC están jugando a la necrofilia.

Esta no es la primera vez que se hace esta jugarreta, por otro lado. De hecho hay toda una tradición de ejecutivos televisivos destroz… cambiando las reglas de series bien establecidas. Aunque en general suele ser porque el creador considera que aquello ya ha dado todo lo que se podía mientras que la cadena considera que se puede seguir exprimiendo. Y normalmente no. Pero ahí están los casos de Eric Kripke en Supernatural o de Amy Sherman-Palladino en Gillmore Girls —Que, de hecho, tenía que haber cerrado INCLUSO antes—. E, incluso, de creadores que van y vienen por sus series como es el caso de Bill Lawrence en Scrubs o lo que ya contamos de David E. Kelly, un ejemplo de creador que se implica en la serie y la marca dejando una huella muy personal, que hace difícil separarlos.

Esa es, de hecho, otra de las cuestiones. Hay series tan genéricas o tan poco originales que parece valer cualquiera. Incluso hay series en las que entran y salen productores, marcando pero no haciéndola imposible sin ellos. A Chuck Lorre le ha pasado varias veces. Y ya si nos vamos a las series franquicia como Dr. Who o, sobre todo, Star Trek, podemos ver como marcan pero hay una idea general sobre ellos.

En cualquier caso a lo que remite inmediatamente este asunto con Harmon —y, por tanto, sobre lo que os vais a aburrir de leer— es a la salida de Aaron Sorkin de El ala oeste de la Casa Blanca.

Sorkin, por mucho que os sorprenda, tampoco era una persona fácil con la que tratar. Sobre todo por parte de los ejecutivos. Igual que Harmon o que Tom Smothers. Así que para la cuarta temporada en la NBC —sí, ellos de nuevo- no aguantaban más, y le acabaron echando. A ver si entraba en rehabilitación o en chenowetación o algo. Él se vengó dejando un cliffhanger como una casa. La serie se volvió muy oscura durante ese primer año aunque acabó logrando encontrar una forma de reconducirse, menos brillante, menos efectiva pero que les permitió aguantar tres años y cerrar en la séptima temporada la Adminsitración Bartlett.

Y ese es, mucho me temo, el mejor de los escenarios.

Seguimos con la política pero nos vamos a la ABC, con la aparición de Commander in chief en la que Geena Davis interpreta a una vicepresidenta que acaba tomando el lugar del presidente. Todo ello idea y creación de Rod Lurie. La serie empezó con unos datos estupendos, fue primera la noche de los martes y logró incluso una candidatura para Geena Davis en los Emmy.

Pero.

Resulta que Lurie tampoco era sencillo al trato y, de hecho, parece que se retrasaba un poco en escribir los guiones que él mismo tenía que hacer —algo muy Sorkin o Kelly, por otro lado— así que decidieron quitarle tras el episodio 7.

El elegido para ocupar su lugar fue un clásico, Steven Bochco, experto en salir de las series que creaba que esta vez tenía que recoger una serie ganadora. Lamentablemente no sabía qué hacer con ella y, a partir del noveno capítulo empezó a sangrar su audiencia. Hicieron una pausa pero a su regreso la cosa no mejoró y Bochco se largó en el 14. Viéndose la situación en el 15 se fue uno de los actores, el vicepresidente Peter Coyote.

Pese a haber pedido —y grabado— una temporada de 23 capítulos en sus buenos viejos tiempos nunca se llegó a emitir más allá del 18. Los 5 que quedan estarán archivados en algún lado, quizá algún día salgan a la luz.

Mientras la gente se preguntaba cómo había podido dejar al ABC que les ocurriera esto y lanzaba ideas peregrinas como que toda la serie era una creación pro Hillary ante las elecciones que tendrían que llegar en dos años lo que muchos enían claro es que el destino se había sellado el día en que decidieron dejar fuera a Lurie.

Ahora podemos sentarnos y pensar qué es lo que será de Community, una serie que tiene tanto de su creador que hay capítulos concretos que parecen anotaciones de su vida cotidiana como ese episodio de esta última temporada que casi parecía una metáfora de la propia serie, Documentary Filmmaking: Redux, o como la pregunta ya sin respuesta que se hacen en el magnifico “Curriculum Unavailable”, ¿cómo han podido durar tanto? ¿Cómo se ha podido permitir la existencia de un lugar como Greendale sin que nadie les haya quitado de en medio pese a la clara incompetencia del Decano? Toda una reflexión disfrazada de terapia sobre la propia serie y el estado de la NBC que ha acabado convirtiéndose en profecía.

Esperemos que para la próxima temporada la lobotomía sea ligera. Sólo de imaginarme una muerte en vida y éxito como la que atraviesa The Big Bang Theory tiemblo de terror.

Así que ya veis, hay cosas peores que enfrentarse a lo desconocido de los Pilotos. Enfrentarse a lo que una vez fue conocido y querido para nosotros y ahora va a haber cambiado a la fuerza.


Sintiendo glorious food

Poco a poco vamos completando el puzzle de la cocina en televisión y, sin embargo, aún no le había dedicado un espacio propio a uno de los nombres que aparecen recurrentemente en estas columnas. Alguien que casi podría servir como metáfora de un estilo no ya de hacer cocina sino, incluso, hacer televisión.

Es decir, Jamie Oliver.

Podríamos incluso contraponerlo a la otra gran figura de la actualidad televisiva gastronómica, el siempre cabreado Gordon Ramsay. Un cocinero hosco con una larga carrera detrás y el respaldo del gran enfant terrible —y respaldo de los Tories, ¿quién les entiende?— de la cocina UK, Marco Pierre White, que pese a tener 12 estrellas Michelin sale en la tele pegando gritos y aterrorizando a gente por todo el mundo en una suerte de celebración del acoso laboral a gran escala. ¿He comentado ya que este verano empieza su cuarto programa, verdad? Esta vez le toca a los pobres hosteleros. Como acabe pasándose por Mallorca pueden acabar las cosas a tiros.

Frente a esto Jamie Oliver no tiene ni una sola estrella Michelin y, de hecho, su carrera en la cocina se vio truncada cuando empezó a trabajar en televisión a la tierna edad de 22 años. —Quizá por eso nunca aprendió que no se puede sobrecargar un plato acumulando unas cosas encima de otras. Quién sabe. — Su estilo, centrándose en los ingredientes naturales y en el huerto propio en la más pura tradición británica parecían convertirle en un apostol del buen rollo. Pero la realidad va un poco más allá.

No contento con sus programas de cocina desnuda y sus programas de viajes para acercarnos a la multiculturalidad que da la cocina de otros paises y su variedad —Puede que para justificar su uso y abuso de algunos ingredientes poco tradicionales— decidió ir más allá.

En 2002 unió un par de conceptos y preparó un documental que también era reality y hasta tenía una pizca de concurso. —Lo raro es que no le echara también jengibre— Se trataba de Jamie’s Kitchen, la historia de un grupo de chavales problemáticos a los que se daba la posibilidad de aprender un oficio en las cocinas si se esforzaban lo suficiente y así ofrecerles un futuro empleo en el nuevo establecimiento de Jamie que se llamaba, claro, Fifteen.

Un propósito más que loable, incluso suponiendo que los chavales problemáticos, como sus contrapartidas adultas, nunca han tenido demasiados problemas en encontrar su ruta hacia las cocinas. Pero, eh, la intención es lo que cuenta, el propósito era noble y, ya puestos, en 2003 pudieron hacer un repaso a lo sucedido con Return to Jamie’s Kitchen.

Para los que se lo pregunten, Fifteen sigue abierto, activo y dando empleo a jovenes con problemas. Como TeleCinco pero en noble.

Mientras tanto Jamie tenía otras ideas en las que centrarse. No sólo pensaba en los niños y en la comida. También pensaba en la comida de los niños. De manera que en 2005 presentó el documental en cuatro partes Jamie’s School Dinners en el que cuestionaba y sugería como mejorarlas.

Fue un éxito completo, claro. El gobierno del teórico laborista Tony Blair accedió a incrementar la partida para mejorar las condiciones dando aún mayor relieve a la labor movilizadora de Oliver. De manera que a partir de ahí empezaría a compatibilizar sus programas de cocinas y viajes con otros programas educativos y reformistas. Su idea de aprovechar su figura pública y fortuna personal para mejorar la comida de los demás parecía una manera de lograr expandir su imagen de chico bueno. O quizá de evitar que la fiscalía actuara contra él al descubrir el nombre de sus propios hijos. En cualquier caso las intenciones seguían siendo nobles incluso cuando se usaban para promover a pollos criados fura de jaulas como alternativa deseable a los actuales. De todas formas, cuando Jamie regresó a las escuelas públicas para ver cómo habían cambiado descubrió todo lo de fiar que pueden ser los políticos.

Dinero que no acababa de llegar o se perdía por el camino, comedores que se cerraban o pasaban a ser subcontratados a terceros que —faltaría más— pasaban del menú pactado con Olivier. En esta ocasión los políticos volvieron a prometer cosas y blablabla.

Si bien Jamie no ha hecho un tercer programa —aún— sobre el tema si ha habido periodistas que se acordaron y volvieron en 2009 a echarle un ojo. El resultado general parecía bueno, dentro de lo poco que se ha logrado cambiar y las mínimas que fueron las mejoras ya es un paso para lo que se pretendía. Todo un canto de amor hacia las victorias pírricas.

En lugar de eso, en 2008, presentó Jamie’s Ministry of Food, otro ejemplo de docu-reality en el que trata de convertir a todo una pequeña ciudad a la idea de la cocina sana, la agricultura sostenible y todas esas cosas que le gustan a él. Una lucha a favor de la comida y en contra de la vaguería de la cocina sin esfuerzo y el mal uso por abuso de los precocinados. No le fue mal pero, claro, no es como si lo hubiera intentado con Manchester.

Pero en lugar de regresas un par de años después o dar una tercera ronda a los comedores escolares Jamie se centró en otras cosas ¿Y por qué no ha habido aún un tercer programa? Pues porque Oliver había decidido aceptar el reto y enfrentarse a un problema aún más gord… grande. ¡¡¡Estadounidenses!!!

Ya en su segundo especial sobre granjas, dedicado al bacon, se había dado un paseo por América. Tras lo cuál grabó Jamie’s American Road Trip, otro de sus clásicos programas de viajes que, además, se centraba en la problemática de la granja, en la comida sana y natural y al producción honesta y… en fin, os lo podéis imaginar.

Obviamente Jamie Oliver ya era conocido allí, al fin y al cabo salía en el Food Network —Imagino que para equilibrar el karma del canal tras cada programa de Paula Deen— pero tanto estos programas como sus esfuerzos por mejorar la alimentación era cuestión de tiempo que acabaran atrayendo la atención de algún canal. Así que para 2010 la cadena ABC, siempre tan familiar, decidió que si la FOX podía tener sus programas de Gordon Ramsay gritando a cosas con gran éxito ellos podían usar el buenrollismo de Oliver en un sitio que lo necesitaba incluso más. Los comedores escolares de América. —Del norte. Pero no muy al norte.—

El resultado fue… bueno… el esperado. Los americanos se tomaron a mal que un inglés viniera a decirles cómo criar a sus hijos, como comer correctametne, qué comer correctamente, que estaban gordos, que estaban jodidamente gordos, y que la culpa de todo lo anterior era suya. De ellos.

Mientras en el programa se podían ver imágenes espeluznantes como esta:

En la que unos chavales son incapaces de reconocer un alimento no-procesado. El problema es que se explica claramente que gran parte del problema viene de los altos precios de la comida fresca frente a los precocinados y la comida rápida; a la vez que en los medios locales se hacía arder Troya contra las interferencias ya no de sus gobiernos sino, incluso, de ese maldito extranjero que quiere venir aquí a decir cómo tenemos que hacer las cosas. ¡U-S-A! ¡U-S-A!

Al segundo año de emisión fue cortado por el dinero que costaba y, sobre todo, por la baja audiencia. Poco a poco había, sin embargo, empezado a lograr resultados. Con todo lo malo que podemos decir de ellos su familiaridad para los mecanismos de la acción política facilitó que se hicieran acciones políticas para oponerse a los grandes lobbies de la comida precocinada y para darle visibilidad tanto al problema como a sus defensores. Quizá sin él nunca hubieran saltado a los titulares casos como los de los distritos escolares que contaban la pizza como un vegetal porque, bueno, llevaba tomate. De hecho, la Primera Dama actual, Michelle Obama, ha decidido hacer campaña por la salud, incluyendo una alimentación sana y responsable.

Hubiera estado bien que la Primera Dama se preguntara por qué es más caro un alimento fresco que uno procesado o impulsara alguna ley para vigilar las normas sanitarias que deben cumplir los procesados pero, en fin, no se puede tener todo y debemos suponer que hacer sentadillas en los late s es más…ahm… realista.

Mientras tanto Jamie Oliver ha puesto en marcha otro programa buenrollista en la televisión inglesa, Jamie’s Dream School , en el que no se contenta sólo con el comedor y quiere llegar hasta las aulas. De una gran cantidad de temas, oigan:





Y podría pasarme el día enlazando pero casi mejor os pasáis por esta especie de TEDtalks juveniles.

Sinceramente, me parece una buena iniciativa porque mete a los profesionales en las clases, para tratar de entender qué ocurre en ellas desde dentro y no por constructos, imaginando formas de mejorarlas. Y también porque aparta a Jamie de la cocina.

Esa es, en realidad, el resultado de todos estos programas. Jamie puede que no sea la persona más adecuada para hacer caso en la cantidad de especias que puede tolerar una comida, pero sí sabe una cosa: Sale en la tele y puede convertir eso en una manera de hacer palanca y mejorar los aspectos de la sociedad que realmente conoce. Y, a partir de ahí, ir construyendo y buscando soluciones a otros problemas relacionados. También puede traer una cámara que se fije en los problemas y problemáticas reales, desde el auge de la comida procesada al alza de precios y, sin embargo, que las explotaciones de carne pueden ser incluso más insanas que las que nos hacen subir los precios sin que parezca que exista una solución sencilla.

Así que, a veces, a donde no llegan los documentales de verdad se puede usar el sensacionalismo de los docu-realities. ¡Vivir para ver! El resultado más cercano lo tendréis muy pronto. Ha convocado para el 19 de Mayo un Revolution Day para difundir sus pensamientos. Por todo el mundo, España incluida. ¿Qué repercusión tendrá? Habrá que esperar y ver.

Mientras tanto, si pudiera alejarle alguien de la raíz de jengibre…


Revisión secundaria pilotososa

No, no temáis mi suerte. Al fin y al cabo no hago esto por vosotros, llevo años haciéndolo por mi. Y puedo deciros que en realidad tampoco ha cambiado tanto el asunto. Generalmente la cantidad de series nuevas, o que merecen que le echemos un ojo, está dentro de lo previsto por Sturgeon, incluso por temporadas parece que fue muy optimista. Pero, en fin, esta es la mejor manera que conozco de encontrar lo que realmente vale la pena así pues…

¡Que comience la lucha!

6Degrees
En Inglaterra ser joven tiene que ser toda una experiencia, por eso hay tantas series sobre lo mal que lo pasan los pobres. De manera muy creíble, sí, pero intercambiable.

Bent
¿Cómo tiene que ser una comedia romántica para que la NBC trate de quemarla rápido? Pues en realidad no tan mala. Es decir, los actores son buenos —quizá el peor sea el principal masculino— y el guión no es realmente malo, sólo algo antiguo. Pero la dirección… Vaya, parece difícil que una dirección pueda destrozar tanto una serie dándole un aspecto tan de hace veinte años. En cualquier caso, no podía sobrevivir.

Best Friends Forever
Esta, por otro lado, no merecería sobrevivir ni a su primer episodio. Infame comedieta de amigos de la NBC que hace preguntarse en qué estaban pensado al contratarla.

The Bridge
Entretenida serie negra nórdica sobre un caso que ocurre en el puente que separa Dinamarca de Suecia. Coproducción, claro, porque se nos muestra la investigación de ambos lados. Y poco más, en realidad hay muchas series británicas mejores.

The Client List
Las tetas de Jennifer Love Hewitt protagonizan esta espantosa serie de viuda metida en un negocio sucio para sobrevivir. Una pista: Esta vez no es un asunto de drogas. No sólo es aburrida, además tampoco da para… mucho entretenimiento lúdico adulto.

Danger 5
A mi no ha pasado de parecerme bien pero sé que alguno de vosotros os regocijaréis con esta serie, suma y recopilación de ideas y conceptos que continúa con lo que hicieron en Italian Spider-man Alrugo Entertaiment de donde saldrían parte, Dario Russo y David Ashby concretamente, para presentar a un grupo de élite que tiene una misión para evitar los malvados planes nazis que podrían ayudarles a ganar la Segunda Guerra Mundial y, por supuesto… ¡Matar a Hitler!

Derek
He aquí la nueva serie de Ricky Gervais, que tampoco parece muy suya. Y no es que haya mucho más que comentar porque, francamente, es una serie como casi cualquier otra. Que incluya la posibilidad de hacer chistes sobre personas con problemas mentales. Lo que tampoco reduce mucho el número. En fin: Ni mata ni ofende.

Detentionaire
Es complicado hablar de esta serie canadiense de animación porque. francamente, no lo parece. Canadiense sí, eso es bueno. De animación. Es decir, tiene a su favor el hecho de estar… bueno… animada. Pero quitando eso, la trama general de la serie sobre una Mega Broma Pesada que acaba con un chaval siendo culpado por ello —y teniendo que permanecer detenido durante un año— y la investigación subsiguiente de este para limpiar su nombre a la vez que va descubriendo extrañas historias de los secretos ocultos de la escuela e, incluso, del pueblo… Eso es más parte de una buena serie juvenil. Así que si no os da miedo juvenilear un rato no os la podéis perder.

Don’t Trust the Bitch in Apartment 23
Si alguien es capaz de explicarme por qué esta serie, de lo mejor de lo que llevamos de año, no se ha estrenado antes tiene vía libre. Rápida, bastante mortal, con algo de imposibilidad de dibujos animados… Y en los cuatro episodios que lleva no ha bajado el ritmo. Habrá que ver por dónde continúa, pero si es capaz de seguir tan bien como, digamos, Suburgatory, será uno de los grandes descubrimientos del año.

GBC
Trataré de contener el bostezo profundo que me produce esta serie sobre un grupo de mujeres que conviven en el barrio residencial de una ciudad tratando de seguir con sus vidas de mujeres desesp… ahm, da igual. El caso es que la llegada de una tras la clásica estafa Madoff que parece haberse extendido como una plaga este año entre las series hace que… aaaaahmm… AAAAHAAAAMMMM… Vaya, al final no he podido evitar bostezar.

Girls
Esta especie de desate con patas que reúne lo peor de los infructuosos intentos de Dawn Ostroff por convertir el leopardo que era The CW en las Cheetah Girls con series tan… interesantes como Gossip Girl, con el errático rumbo de la HBO, incapaces como son de decidir qué rumbo tienen. El resultado, eso sí, no es peor que ninguna de las tradicionales series adolescentes y blancocéntricas de una cadena generalista o incluso un USA Network, tampoco es peor que los horrores habituales de la HBO y casi podría funcionar como precuela de Sexo en Nueva York si no nos llevara a plantearnos en qué momento pudieron entonces sufrir todas sus protagonistas una lobotomía severa.

Holliston
Espantosamente mala producción del canal americano Fearnet que ya podría dedicar su dinero a cosas más interesantes como comprar la serie Todd & the book of Pure Evil. Y, francamente, con los credores de Hatchet autointerpretándose en una serie sobre conseguir tu sueño y tener amores esperaba algo más. Casi cualquier cosa. Como que Dee Snider no fuera el mejor actor de todo el reparo.

Lilyhammer
Curiosa producción a medio camino entre ser noruega y ser de Netflix. Es decir, es ambas cosas. En esta coproducción tenemos una de esas historias que tan bien se dan siempre. Un tipo entra en protección de testigos, tiene que empezar de cero en una nueva vida pero descubre que su antigua vida aún le influencia y que su felicidad no es tan sencilla como podría parecer. Quizá el toque entre Blackpool y Doctor en Alaska, es decir, un cierto parecido con Fargo pueda jugar a la vez a su favor —ofreciéndonos un terreno conocido y deseable— y en contra —por la sensación de ya visto y lo alto que pone el listón— pero sin duda merece echarle un ojo a su primera temporada.

Love Life
Un drama niñocéntrico. Debe de haber muchos guionistas embarazados últimamente. En cualquier caso esta extraña historia de un embarazo y todas las vueltas que sus protagonistas tienen que dar discutiendo el futuro de la criatura y sus propias relaciones necesitan de un público que guste de estas sensibilidades al límite del sentimentalismo, me temo que yo no entro en su público.

Magic City
Esta ya es más fácil. Porque es flojita y porque, en realidad, se trata de coger ideas de Boardwalk Empire y Mad Men y reunirlas en un aspecto cubano, algo tipo BrodelWalk Empire. Si a la gente no le importa.

Missing
Puffff… ¿Esta no la han echado ya? Porque, vaya, qué sensación de todo visto, de desgana, de aburrimiento incluso en sus poco trabajados y menos planificados guiones.

NYC 22
¡Hablando de series más vistas que la carta de ajuste! ¿Cómo separar esta serie sobre policías novatos de las doscientas iguales? ¡Si por lo menos fueran en bicicleta!.

One Night
Más curioso que conseguida mini inglesa sobre los hechos ocurridos una noche y las diferentes formas de recordar y completar las historias que acabaron con la policía tratando de aclarar lo sucedido. Como decía, la idea no es mala. La idea.

Prophets of Science Fiction
Curioso grupo de documentales al filo del amarillismo sobre luminarias de la ciencia ficción y lo que tenían de ciencia y de ficción sus obras. Para curiosos como el que esto escribe.

Puberty Blues
Si tengo que decir algo bueno de este drama adolescente es… es… Bueno, son australianos. De esos sólo habremos visto un par de centenas.

The Sarah Millican Television Programme
Curioso programa que no acaba de ser ni talk shok ni programa de sketches, casi se diría que es un stand up venido a más. Eso sí, rogaría que se eliminaran las risas externas.

Scandal
Otro pequeño desastre. Esta vez sobre asuntos de imagen política, más cercano a House of Lies que a cualquier serie que realmente hable de política. Un intento no lo suficientemente desvergonzado de hacer un exploit de las series de política o de thriller político. En su lugar tenemos… no sé… ¿Un telefilme con ínfulas? Sinceramente, no tiene nada que hacer no ya contra un West wing o cualquiera de los clásicos británicos — House of cards, Sí, Ministro, State of play— sino que perdería contra elementos parciales en series de abogados como Harry’s Law o Good Wife. Porque estamos ante la fórmula de la anticocaola, una serie de abogados sin abogados de la creadora de una serie de médicos en la que sobraba el hospital. Y eso se nota en la construcción y recurso de clichés que van enlazándose con lo que el espectador podrá decidir si es conformidad ante lo conocido o, como es mi caso, vergüenza ajena ante el pobre trabajo realizado. Y es que si los guionistas fueran más vagos y autcomplacientes, más alejado de la locura que traen series como Revenge o Homeland estarían cobrando una ayuda del estado.

Secrets and Words
Una de las novedades que cuando os la cuente no creeréis. Se trata de una serie antológica sobre gente poco alfabetizada y los problemas que ello les supone. Adultos, claro. Así que, en fin, es más un compendio de sentimentalismo y buenas intenciones con mucho drama, mucho sufrimiento, mucho… en fin, os hacéis a la idea seguro. Sobre todo porque os podéis imaginar la enorme variedad —¡Menos mal que sólo son seis epsodios!— que pueden tener las historias compartiendo la misma premisa.

She-Wolves: Englands Early Queens
¡Maldita sea, me han engañado! Vale, es una serie de documentales sobre las primeras reinas que tuvieron los ingleses… ¡¡¡Pero yo quería She-Wolves!!! Snif.

The Story of Musicals
Tan entretenido como chauvinista documental sobre los musicales ingleses del siglo XX. Desde la creación del musical moderno, eso sí. Muy bien recreado y recontado, con material poco conocido y todas esas cosas que te llevan a darte cuenta de lo en serio que se toman la información esta gente.

The Syndicate
Serie inglesa muy de pobres y ricos sobre un grupo de trabajadores de un supermercado que enriquecen rápidamente al ganar la lotería y los problemas y satisfacciones —SPOILER: Sobre todo problemas— que esto les trae. A mi me suena que por haber hay incluso un culebrón catalán con una idea similar así que tampoco esperéis mucho.

The Talent Show Story
¡Más documentales ingleses! En este caso, un repaso a los talent shows de su televisión. Tan entretenido como esas columnas temáticas mías.

Those Who Kill
¡Más suecos! Una unidad policíaca y unos cuantos crímenes que se resuelven con más desgana que interés y se ven de la misma manera. Que no os vendan este fiordo a precio de gin tonic.

Titanic
Teniendo en cuenta lo que me aburrió la película de Cameron y lo poco interesante que me parece el accidente de partida debo decir que suficiente hice con ver el primer capítulo de esta —otra— miniserie de más de lo mismo. Así que como no la terminé de ver no sé si esta vez se la pegaría contra el iceberg. Lo mismo se libraron.

True Justice
Si alguien es capaz de explicarme cómo es posible que esta serie no sólo se rodara, o se estrenara primero en España, sino que haya sido renovada para una nueva temporada pese a no ser más que una adaptación de las pelis de polis con todo el cliché de su parte, con Steven Seagal como gran reclamo y con más pena que vergüenza, en una especie de versión aburrida de Walker.

Ultimate Spider-Man
Estos dibujitos mal no están y tratan de conciliar y todas esas cosas. Pero ayudaría que Marvel empezara a PAGAR por las animaciones. ¡¡¡Liberad a esos monos ebrios a los que retenéis para esto!!! ¡¡¡Que ponga pasta Disney, por ROB! !!!

Veep
Resulta interesante ver que Armando Ianucci ha decidido acometer la política americana, lamentablemente esto no es The Thick of It. Ni tan siquiera Into the loop. No nos movemos aquí en los márgenes de West Wing y, desde luego, estamos lejos de Sí, ministro. Que no quiere decir que sea algo malo. No lo es. Es realmente entretenida, en un nivel más de Spin City que de Park & Recreations, humor sencillo y menos política avanzada de lo que podría uno creer o esperar. Lástima, porque está realmente bien interpretada y sin duda daba para más todo el tema. Merece la pena verla, pese a todo.

Bueno, pues no ha sido tan traumático. A saber lo que nos espera este otoño. Mientras tanto tenemos en lontananza un par de cosas que pueden estar hasta bien como Continuum, Mooney Boy y, sobre todo, lo nuevo de Sorkin, The Newsroom, que se estrena el 24 de Junio. Con un poco de suerte el 2 de Julio os estaré contando lo magníficos que han sido estos estrenos. Cruzad los dedos. Aunque mejor no contengáis el aliento.