Informativismos españoles continuacionales contemporaneos

Como vimos la semana pasada, el uso y abuso de los informativos televisivos convirtió lo que se emitía en algo complicado de aceptar sin más.

Pero antes de volver a los Telediarios y todas las risas que nos permiten, debo aprovechar para recordar que no fueron los únicos programas puramente informativos desde un punto de vista periodístico —esto es, dejando de lado los documentales de finalidad educativa—. Empecemos por uno de los más importantes, creado aprovechando el cambio de aires que Adolfo Suárez permitió antes de partir llamado por los mayores poderes.

Se trata de Informe Semanal, imit… afortunada versión del 60 Minutos estadounidense, creado por Pedro Erquicia con el formato de cuatro reportajes que ha sido el más habitual (aunque cuando llegó a la dirección Jorge Martínez Reverte pasó a incluir una entrevista) hasta el momento. En estos momentos es uno de los más prestigiosos programas informativos de la televisión española, ganador de numerosos premios aunque, se podría criticar, más ocupado en constatar la historia como un notario que en buscar la verdad como un periodista. Pero claro, no es fácil lograr aguantar 40 años en antena.

El siguiente programa en llegar lo hizo a la francesa: La Clave de Jose Luis Balbín, que comenzaría a emitirse en el segundo canal en el 76, siguiendo un esquema francés, con un tema para la discusión, una película alusiva y un debate posterior. Era, por tanto, un programa extenso pues entre la breve introducción, película y debate posterior tendían a ocuparse un mínimo de cuatro horas. Todo ello con la presencia entre los comentaristas de relevantes periodistas, intelectuales y expertos en lo que sería un inicio del tertulianismo televisivo. Aunque aún fuera de gran nivel, como demostraría el paso por el programa de invitados como Olof Palme, Severo Ochoa o Bernard-Henri Lévy y el que entre los temas tratados hubiera algunos tan delicados como el aborto o la legalización del Partido Comunista.

Con algunos problemas —el programa fue tan polémico que en un principio pareció destinado a tener sólo una temporada; en los años 80 se pensó en emitirlo en diferido abriendo la posibilidad de editarlo, lo que causó un parón al encontrarlo inaceptable los responsables; además, claro, de las alteraciones propias de la emisión de distintos eventos deportivos— avanzó La Clave como gran referente no tanto crítico como reflexivo, permitiendo la aparición de una gran variedad de temas y que un espectador interesado pudiera encontrar argumentos variados y fundamentados.

Lo que acabaría pudiendo con el programa sería, irónicamente, el paso a la democracia. Tras la llegada como Director General con los socialistas de Jose María Calviño, el nombramiento de Jose Luís Balbín como jefe de informativos parecía dificultar su participación en el programa, pero logró compatibilizarlo gracias a, por ejemplo, que no llegara al año en el puesto. Su salida de informativos fue sólo sólo el primer capítulo de las desavenencias entre Balbín y Calviño que harían crecer los enfrentamientos por los temas e invitados del programa. El gobierno aprovechó para suprimirlo el 23 de Diciembre de 1985 aduciendo la bajada de audiencias. Sí, en serio, sólo dos canales, ambos controlados por el gobierno y tuvieron el cuajo de usar esa excusa. Balbín declaró que se habían convertido en un programa incómodo y que el 86 era el año de votar sobre la OTAN, tema este que le habían vetado en su programa.

El último programa previsto, sobre La Movida madrileña, nunca llegó a emitirse, aunque eso no significó que no hubiera un cierre de gala: Balbín, colaboradores del programa, periodistas y tertulianos se reunieron en el Hotel Palace para realizar una última tertulia sobre la situación del Ente, la falta de libertad en RTVE y la tiránica actitud del gobierno.

Como muchos otros profesionales desencantados con el gobierno socialista y enfrentados a éste, Balbín acabaría moviéndose a posiciones más de derechas, encontrando acomodo en el grupo Antena 3, centrado entonces en la radio. La llegada de las privadas serviría para que en 1990 regresara el espacio a esta cadena. Allí se emitiría de nuevo, recuperando el espíritu —ahora más escorado— hasta el Antenatresazo de 1992, que daría para columna incluso sólo en su sección de televisión. Pero es que el día que haga el post sobre la adjudicación de licencias y los movimientos posteriores me tengo que tomar luego unas vacaciones. En cualquier caso, esto supuso el desmantelamiento de la marca, pasando la televisión a depender de un grupo liderado por Antonio Asensio que iría arrinconando al programa de Balbín hasta sacarlo de la programación en 1993. Pese a lo cuál no se le ocurrió entrar en Moncloa con una recortada —o, si lo intentó, nunca nos enteramos—.

Pero, volviendo a 1986, el gobierno decidió impulsar otros dos programas de información. En primer lugar el espacio Punto y Aparte, que empezó como una sección interna del telediario de la noche; de él se encargaba Manuel Campo Vidal, pese a que acababa de ser enviado al mediodía —no hagan que tenga que recordarles lo de la semana pasada— para ser convertido en un programa independiente en 1986. En ambos casos se trataba de una entrevista de un cuarto de hora que permitía abordar con profundidad un tema de actualidad.

Para 1987, y tras el mareo de turno de profesionales en TVE, Campo Vidal pasa a hacer su Punto y Aparte en el Hora 25 de la SER, dentro de los cambios que el nuevo director, Julio César Iglesias, incorpora al espacio. Punto y aparte acabaría siendo un programa propio de la emisora hasta que en 1989 le pidieron que regresara a TVE para realizar un informativo diferente, con una entrevista, una tertulia y varias piezas que trataban de buscar un nuevo punto de vista.

Dentro del programa se procuraron tratar todos los temas, incluido el de la manipulación informativa en televisión, en el que media docena de profesionales españoles discutieron sobre los problemas de la manipulación informativa… en Italia. Porque este es un país de tradiciones, señores, y si queremos hablar de lo de aquí nos conviene fingir que estamos hablando de algún otro lugar.

Siguiendo con la forma habitual de manejar la cadena, este programa tampoco duraría mucho y, tras concluir la temporada con una entrevista a Carlos Solchaga, se cerró sin que el entonces jefe, Ramón Colom, decidiera volver a contar con Campo Vidal para la siguiente temporada, siendo así reemplazado por el magazine Un día es un día de Angel Casas.

En 1986 otro programa informativo se estrenó, esta vez con más éxito: Documentos TV, fundado por Miguel Veyrat y que en 1990 pasaría a ser dirigido y presentado por Pedro Erquicia hasta su salida por jubilación en 2008. El programa es, en realidad, un contenedor de reportajes documentales, mayoritariamente de contenido extranjero, de manera que el ocasional documental español — generalmente producción propia del canal — no escuece tanto como para eliminarlo.

Para aquellos que suponen que la competencia es buena siempre, ya estamos en ese punto en que aparecieron las cadenas privadas. Permitiendo una mayor y más profunda cantidad de programas que ofrecieran una programación informativa de calid… PPPFFFF… JA JA JA JA JA. No, n-no puedo.

La llegada de las privadas, de las que hablaré algún día en que haya perfeccionado mi zen, supuso en realidad que en los informativos de TVE las cosas se ataran incluso más en corto, que los profesionales rebotados tuvieran un lugar al que ir y, sobre todo, que descubriéramos en la nueva década que se podía hacer televisión como si aún fueran los 50 —aunque estoy dispuesto a afirmar que en España esta frase se puede aplicar en casi cada una de las década siguientes—.

Y si esto es 1989, en 1990 el puesto de director de turno de TVE, un puesto con más movimiento que el de secretaria de Murphy Brown, fue para Alfonso Cortés Cavanillas, que sería cambiado por Ramón Colom tras la salida de Luis Solana como director general de RTVE y su sustitución por Jordi García Candau, lo que llevó, además, a una nueva Jefa de Informativos: María Antonia Iglesias. Con ellos llegó por fin una cierta estabilidad, hasta la victoria del PP en 1996, al centrarse todos en la competencia. No en ser competentes, claro, sino en que el público cautivo no se fuera ahora a la competencia.

En el Telediario hubo cambios, como siempre, empezando por la marcha de Luis Mariñas a Tele 5, pero se incluyeron en la remodelación los informativos de la segunda cadena, que pasan a tener más emisiones que la de madrugada, y que sirven para destacar a un joven profesional que viene de la sección de deportes.
El primer paso en TVE fue confiar en Pedro Piqueras para que presentara junto a Elena Sánchez el Telediario de mediodía, mientras Hermida se queda el de la madrugada. La sorpresa estuvo en el de noche, que permite por una vez que Rosa María Mateo tuviera un horario normal. Duró poco, claro, porque a Hermida no le aguantaron tres meses las ganas de estar en la madrugada y desplazó a un ridículo puesto sin puesto a Mateo. El puesto de Hermida era rellenado por Antonio Martín Benítez, presentador del telediario nocturno de La 2, llamado Noticias 2.

Si ustedes creen que esto es divertido sepan que Hermida tampoco aguantó demasiado, porque en 1991 decidió largarse a Antena 3, de modo que ooootra vez mueven a los personajes. Empezando por una de las presentadoras de los fines de semana, no la joven Ana Blanco, que había entrado a cubrir el hueco que dejó vacío Mari Pau Domínguez al dimitir, sino la otra presentadora, Francine Gálvez a la que la prensa de derechas venía ridiculizando por no hablar español correctamente —en realidad, por su tendencia a trabucarse al más puro estilo Rosa Conde y tropezarse con el teleprompter, pero la expresión no hablar correctamente español, que era la que usaban suena más… ajena. Y no le pidieron la partida de nacimiento porque no se les ocurrió—. Así que en su lugar decidieron mandar a… efectivamente, Rosa María Mateo. Lo que significa que el puesto de Hermida había quedado vacío. Como habían decidido prescindir del presentador del Telediario de Madrugada en favor, de nuevo, del presentador de Noticias 2, el puesto al frente del Telediario 2 fue para Josep María Balcells, que también se ocupaba del nuevo programa de debate conocido como… ahm… A debate.

Aún no terminaría el baile porque para el siguiente año los que se irían a las privadas serían Olga Viza y, esto os pillará por sorpresa, Rosa María Mateo.
Lo que llevó a una nueva restructuración: Benítez volvió brevemente antes de dar paso a Pedro Altares, Pedro Piqueras pasó a poner de presentador del mediodía a Ramón Pellicer. La salida de Mateo sirvió para que en el fin de semana entraran Fernando G. Delgado y María Escario y, de paso, llevar a su compañera, Ana Blanco, a las noches. Ahí no estaría sola, ya que el antiguo presentador de la madrugada lograba el puesto de presentador del telediario nocturno. Su nombre era, por supuesto, Matías Prats, hijo.

Los datos de audiencia se duplicarían, lo suficiente como para que decidieran hacer un cambio de presentadores. Pellicer a la noche y el dúo PratsBlanco al mediodía. De modo que así —bueno, Eduardo Sotillos sustituyó a Altares— se llegó hasta la victoria del PP en 1996.

Un buen momento, por tanto, para regresar al pasado y ver lo que las privadas hicieron al empezar su turno.

Durante sus primeros años hicieron esa televisión como de los años 50: en Tele5 tiraron por las tetas y se olvidaron de los informativos mientras que en Antena3 optaron por adaptar lo que hacían en la radio a la televisión. De ahí ideas locas como filmar una tertulia en un bar llamada Café, copa y puro u otra, en una auténtica locura de imaginación, titulada La Tertulia, presentada por Miguel Ángel García Juez con la colaboración como contertulios de Luis Ángel de la Viuda, Luis Carandell y Carlos Pumares; pero claro, estamos hablando del canal que según se abrió puso en marcha el late J.M. con Juanjo Menéndez.

También estuvo la creación de la serie de programas especiales La picota, en la que Manuel Marlasca intentaba hacer una suerte de especiales de investigación, o algo así. Al fin y al cabo estamos hablando de un canal que empezó su andadura diciendo que si había algún fallo por el que el canal no se podía ver en partes de España era culpa del gobierno socialista.

El primer periodista en aparecer para dar las noticias pudo ser también el que más impactaría: Jose María Carrascal. Pronto empezarían a adaptarse; Carrascal pasaría a las madrugadas, Luis Herrero presentaría al mediodía acompañado por Miriam Romero y un comentario político de Federico Jiménez Losantos. Esmeralda Velasco se ocuparía del informativo de la noche hasta su cambio por Fernando González Urbaneja y Vicente Mateos los fines de semana.

Claro que con el antenatresazo esto tampoco duró demasiado. La llegada de Asensio trajo una serie de cambios, empezando por la salida de los antiguos —con la excepción de Carrascal — y la llegada de reconocidos profesionales como Manuel Campo Vidal como nuevo presidente de la cadena. A partir de ahí llegaría el tránsito de periodistas de TVE: Olga Viza, Rosa María Mateo y, en 1993, Pedro Piqueras. También de profesionales de otros medios como Roberto Arce, José Antonio Gavira, María Rey, Marta Robles o Carlos García Hirschfeld, que acabaría inaugurando en 1995 un informativo matinal. Tras ese primer bache aquí todo estuvo muy tranquilo hasta la llegada del PP al poder.

Por su parte Tele5 apostó, Luis Mariñas mediante, por un solo telediario a media noche. Un formato corto pero con mucha firma en la que gente destacada en un campo concreto analizara las noticias. La presentación quedaba, aparentemente, en una tierra de nadie entre Mariñas —en las noticias serias— y Andrés Aberasturi. Fue todo un éxito que acabó por derrotar al telediario de madrugada de TVE, no digamos ya al de Carrascal.

Esto derivó en la llegada de nuevos informativos a mediodía y por la noche, como en el resto de cadenas. Mariñas se ocupaba también de presentar el del mediodía, Julio Fernández el de la nocturna, entre ambos seguían con Entre hoy y mañana y los fines de semana eran para Felipe Mellizo. Sobre estas bases irían evolucionando los espacios ahora conocidos como Las Noticias, incorporando secciones como los minidebates entre Miguel Ángel Aguilar y Luis Herrero, que seguían el esquema del americano Punto / Contrapunto, al que aquí se llamó Cruz y Raya —quienes, por otro lado, trabajaban en Tutti Frutti, así que todo quedaba en casa—. Posteriormente pasarían a ser sustituidos por Federico Jiménez Losantos y Carlos Carnicero y el nombre por Fuego cruzado. Aunque también aquí la llegada del PP al poder crearía algunos cambios en los presentadores.

Pero no voy a aburriros más. Obviamente el baile de presentadores siguió en todas las cadenas, más aún ahora que podían irse de una a otra sin mayores problemas que la conmoción creada, como en el caso de la marcha de Matías Prats, hijo, un hombre que había hecho de todo en todo tipo de programas de RTVE, a Antena 3 en 1998. Así que fijémonos en los espacios externos y ya habrá tiempo de volver para hacer un pequeño cierre al respecto de los noticieros.

Como decía, hubo informativos en todas las cadenas y pronto también distintos intentos de programas de información semanal, con mucho reportaje, como por ejemplo A toda página (1994) o Espejo público (1996) en Antena 3 o la semana que viene en Tele5 (1998). Generalmente son programas que cumplen una de estas dos premisas: O se hacen amarillistas centrándose en el famoseo y los sucesos, siguiendo el ejemplo de Gente (1995) de TVE, o desaparecen. En algunos casos, como Espejo público, se pueden lograr ambos, con el paso de informativo semanal a magazine mañanero presentado por la ex-compañera de Prats en el informativo nocturno de Antena 3, Susanna Griso.

Por otro lado hay pequeños intentos de programas de análisis de la actualidad como Los desayunos de TVE (1995) o La mirada crítica (1998) en Tele5, cuya cara más emblemática fue la de Vicente Vallés, que reúnen la idea de informativo y tertulia, desgajándose de sus respectivos informativos de mañana para ofrecer otro enfoque, algo que los iría acercando al enfoque de tertulia- magazine, como demuestra que el programa de Tele5 acabara siendo presentado por Maria Teresa Campos, y cancelado, en 2009.

Otro fenómeno que surge es el del informativo cercano, principalmente en las televisiones autonómicas. Muchas veces tomando como referente Madrid Directo (1993) y su mezcla de pequeñas noticias, reivindicaciones y color local, aunque a la vez que iban surgiendo por el resto de España —*Andalucía Directo* en 1998, por ejemplo— se iba notando la tendencia a limitar la información cercana a mayores dosis de pintoresquismos y sucesos.

De hecho, los programas de reportajes como En portada (2002) parecerán limitarse a cubrir el exceso de producción sin que a la gente le interese o importe en exceso lo que allí se diga.

Ese fue otro de los logros de la multiplicación de cadenas. La relevancia que daba tener sólo una fuente de información se fue diluyendo —no digamos ya con la popularización de Internet— hasta el punto de que ya parece que los diferentes informativos y a sus presentadores ya sólo los conocen en la Familia Real. Si a esa multiplicación se añaden los añadidos de Cuatro y La Sexta así como los de la TDT y los —pocos ya— canales externos, tenemos un impacto mucho menos importante que cuando sólo había un Telediario Noche.

El descrédito de la información televisiva quizá sea a lo que se pueda achacar las malas audiencias y posteriores cierres de intentos tan interesantes como el de CNN+ (1999 – 2010) o las muchas vueltas del canal 24 horas, que lanzó en 1997 TVE durante las famosas Guerras de los satélites —de las que, de nuevo, hablaremos otro día.

Esa caída del interés por la información explica también que los intentos de nuevos programas sean menos como Reporteros Cuatro (2010) y más como 21 días (2009) o Callejeros (2005), que buscan más un impacto ofreciendo entretenimiento desde la información que una información real. Pero es que ese parece el estado real de la televisión en España.

De entrada porque muchas veces se vende la confusión de que las tertulias son informativos. Y no, claro. Poner a mucha gente junta a hablar, o a gritar, no tiene rigor alguno. Especialmente cuando se cuenta con la misma gente para todo, nadie vigila los datos que se dan y, desde luego, se consideran más importante los puntos de vista que los hechos demostrables. Pero este griterío siempre ha gustado en España, ya fuera en formato Moros y cristianos (1997 – 2001) o buscara una apariencia más seria como 59 segundos (2004 – 2012).

En segundo lugar, por esa misma sensación de seriedad y credibilidad que da el estar haciendo un espacio informativo o con pretensiones de informar se suele fingir que lo que prima en un programa de otro tipo es la información sobre el espectáculo, de la misma manera que al hacer las salchichas a uno le pueden intentar vender que son de ternera aunque dentro le estén metiendo burro. El uso extenso del burro disfrazado en magazines y programas de sucesos —si es que aún podemos separarlos gracias a las secciones de consejos para los espectadores e intermedios gastronómicos de los primeros— ha servido también para estragar el gusto del espectador, que ya sólo reconoce los sabores más fuertes de la información. Si Susanna Griso tiene que montar un espectáculo en torno a unos pocos niños muertos para lograr ganarle la audiencia a Ana Rosa Quintana, ahí estarán ellos, peleando incluso por la participación de los familiares de los fallecidos.

Todo esto acabó repercutiendo, claro, en los propios informativos. Así, bien por presiones políticas o por el lamentable estado en que se encuentran, tuvimos que ver cosas como que el presentador del telediario nocturno en 2003, Alfredo Urdaci, fuera condenado a leer una rectificación, o la sobreabundancia de youtubes en los telediarios de la actualidad. Incluso provocando que profesionales respetados en otro tiempo como Pedro Piqueras parezcan ahora sufrir de algún tipo de interna agonía y ansia de tremendismo.

Yo sugiero siempre que cuando alguien vea un informativo televisivo tenga no ya una mente crítica y despierta con lo que está viendo, que eso siempre, sino que se haga directamente una tarjeta de bingo.

Pónganse en ella las definiciones de lo que puede verse en la actualidad en un informativo televisivo: Sucesos, Alarmismo, Corazón, Sectarismo, Tetas, YouTubes… Por lo menos así existe la posibilidad de que alguno de sus espectadores salga ganando algo con su visionado.

O quizá es sólo el pesimismo de ver la evolución de los informativos en España. Pero es que así están las cosas…


Recontando información televisiva española

En realidad trazar la evolución de la información en España está lejos de ser algo complicado. Sobre todo si tenemos en cuenta que desde 1956 hasta el 88 sólo dos cadenas emitían para toda España.

Hasta el 31 de diciembre de 1982 no empezó a emitir el primer canal autonómico, ETB. Al año siguiente TV3 se unió y a partir de ahí TVG (1985), Canal Nou, Canal Sur y Telemadrid (1989), las cinco cadenas que crearían la FORTA ( Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos ) y colaborarían durante una década. En 1999 comenzó a emitir la televisión canaria. Desde entonces hasta este mismo año con el lanzamiento de la Televisión Navarra se pondrían en circulación 11 canales autonómicos más.

Pero volvamos a la información. TVE, como hemos dicho en más ocasiones, empezó a emitir en el año 1956. Si alguien se pregunta por qué había 600 televisores en España antes de que comenzaran las emisiones regulares tal vez debería preguntarse cómo se logran siempre los avances. Claro que no hay mucho grabado porque hasta 1963 todo se emitía en directo —sí, ya, bueno—. Hasta el ’66 no llegaría la segunda cadena, en el 69 empezarían las emisiones en color, que serían las habituales desde 1973. Hasta 1988 no empezaría a emitirse programación matinal y, antes de eso, entre semana se iniciaba la transmisión a la una de la tarde y terminaba a las doce y media de la noche. Y eso la primera, la segunda no empezaría a emitir hasta casi las siete de la tarde. Si quieres ver llorar a los niños no tienes más que contarles estas cosas.

Durante todos esos años la información se limitaba al telediario de las 3 (el más largo), luego a las ocho y media y finalmente uno a las doce en ambas cadenas. En un principio, durante la etapa de Paseo de la Habana, los presentadores eran poco menos que bustos parlantes leyendo el parte, algo que cambiaría cuando Manuel Fraga llega al Ministerio de Información y Turismo en 1964 para modernizar la nación, incluida su televisión.

La apertura de los estudios de Prado del Rey, el nombramiento de un nuevo director de la cadena — Jesús Aparicio-Bernal Sánchez — y, por primera vez, de un responsable de informativos —*Ángel Marrero*, que desde el 57 venía siendo co-director del Telediario junto a José de las Casas— eran parte de un intento de renovar y dar más soltura al formato incorporando en la plantilla a Maruja Callaved, Pedro Macía, Santiago Vázquez o Rosa María Mateo, entre otros, o abriendo corresponsalías como la que ocupó en Nueva York desde finales de los sesenta y durante una década Jesus Hermida.

Todo esto continuaría con el apoyo del que sería nuevo Director General del canal tras la salida de Aparicio-Bernal en 1969. Al menos hasta que en 1973 decidiera irse él también en busca de otras responsabilidades. Antes de su partida le dio tiempo de supervisar la puesta en marcha de un nuevo programa: Informe semanal. Sus siguientes apariciones en el Telediario serían ya como protagonista de las informaciones. Se llamaba Adolfo Suárez.

Su llegada al gobierno tras la muerte del dictador trajo también a un nuevo Director General, Rafael Ansón —sí, es el hermano—, que de inmediato trató de dar una apariencia nueva a la programación de informativos renovando a los presentadores, que pasarían a ser Ladislao Azcona, Eduardo Sotillos y Pedro Macía, con apoyos como Nieves Romer o Ricardo Fernández Deu. Al mismo tiempo la segunda cadena vería una mayor libertad aún para su telediario de la mano de Miguel Ángel Gozalo.

En 1977 se produce una completa y compleja remodelación que incluye el cambio de la denominación Organismo Autónomo y, en consecuencia, un nuevo director: Fernando Arias-Salgado — sí, también el hermano—. Un movimiento de maquillaje realizado con la tradicional sutileza española que causó, por ejemplo, la presentación de una dimisión en bloque de los presentadores y responsables de informativos en 1978 por entender que se estaba intentando limitar su labor. Fueron unos años convulsos que tuvieron como parte buena una mayor rotación ante las cámaras, permitiendo que se incorporara gente como Adela Cantalapiedra o Cristina García Ramos a la vez que se le da más presencia a otros como Matias Prats o Rosa María Mateo. Sin embargo, la manipulación por parte del gobierno seguía ahí, como comprobó Pedro Macía, en ese momento director del telediario de mediodía, que se vio despedido tras un rifirrafe con Arias-Salgado sobre la información de una huelga de RENFE.

En 1981 la llegada al gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo vino con un nuevo cambio de denominación, se iban las caretas y el Organismo Autónomo pasaría a ser Ente Público, denominación que mantendría hasta 2007. No sería la única novedad; la llegada de Fernando Castedo supondría una enorme cantidad de cambios, empezando por la contratación de un nuevo Director de Informativos que decidiría, además, ser el presentador del Telediario nocturno: Iñaki Gabilondo. Pedro Macía volvería a dirigir durante un mes el telediario de mediodía, ahora con el nombre de Crónica 3, para ser sustituido a su marcha por Jesús Hermida y Rosa María Mateo. En cuanto al telediario de madrugada, ahora Al cierre, se encargarían de él Joaquín Arozamena y Victoria Prego; además, se buscaría una mayor cohesión entre los tres creando equipos de redacción por temas en los que intervendrían nuevos profesionales como Luis Mariñas o Baltasar Magro. Sin embargo Gabilondo tendría problemas por su manera de informar sobre el paro, lo que terminaría con su destitución.

Poco después sería el propio Castedo el sustituido, esta vez por Carlos Robles Piquer —eso es, directamente él. Aunque podemos seguir con el tema familiar recordando que además de exministro franquista era cuñado de Fraga— y ya en 1982 por Eugenio Nasarre —sin relación de parentesco con Eva—, lo que provocó, sin duda para vuestra sorpresa, todo tipo de enfrentamientos con sus propios periodistas —con cartas públicas firmadas entre otros por Mateos, Mariñas o Magro y la salida de Hermida como presentador— y bronca continua con el PSOE y el PCE por la intoxicación informativa. Y ya os voy avisando de que este tipo de acusaciones no pararían nunca de salir de la oposición, generalmente con razón.

Como demostración más palpable de esto, la llegada del PSOE al poder el año siguiente supuso el nombramiento como director de La Casa de Jose María Calviño, quien colocó a José Luis Balbín como jefe de informativos. El siguiente baile de nombres llevó a dirigir los telediarios a Asunción Valdés, Luis Mariñas —con Secundino González de ayudante y ocasional sustituto— y Pablo Sebastián en el Telediario 3 junto a Rosa María Artal que pasa a ser realizado por Jose María Fraguas, “Pirracas —cómo os lo diría yo… Sí, el hermano— . Delante de la pantalla se barajan los puestos y aparecen un par de nuevas caras como Baltasar Magro o Manuel Campo Vidal. El mandato de Balbín —que llevaba desde 1973 en TVE al mando de un programa mítico del hablaremos más adelante— fue como de costumbre breve: en cosa de un año, a la primera bronca por el poco cambio respecto a los anteriores informativos, Balbín se va de regreso a su programa y entra Ángel Vázquez a darle un repaso a la plantilla que termina con cambios otra vez en todos los telediarios. Aún a Asunción Valdés le da tiempo de dimitir, pero a Sebastián y Rosa María Artal se los sacuden sin más. Campo Vidal pasa al telediario nocturno mientras por la mañana prueban primero con Pepe Navarro y después con Paco Montesdeoca. Pero no acabarían aquí los cambios porque al año siguiente, en 1984, Mariñas fue despedido. A Mariñas le seguirían Rosa María Mateo y Arozamena, todos defenestrados por la maquinaria de TVE, convertida en una trituradora a manos del poder que debería haber hecho saltar algunas señales de advertencia. Los intentos de independencia que la cadena había estado teniendo desde mediados de los años setenta molestaban ahora a los democráticos nuevos jefes y los nombres de directivos, directores, productores y presentadores iban saltando con rapidez como palomitas en sartén.

En 1985 sale Vázquez y entra en su lugar Enric Sopena, que trae con él a jóvenes profesionales: Ángeles Caso, Concha García Campoy y Carlos Herrera. Les agrupa con otros periodistas de plantilla y logra que Rosa María Mateo regrese, esta vez a la madrugada. A los fines de semana pasa Luis Carandell.

Por suerte lograron estar durante todo un año con casi los mismos presentadores; Caso y Herrera acabaron siendo sustituidos respectivamente por María Escario y Paco Lobatón, aunque las acusaciones y broncas seguían activas. La más curiosa fue la de sobreimpresionar las siglas del PSOE sobre los goles de Butragueño al emitir el resumen del partido España-Dinamarca del Mundial del 86.

La tranquilidad dura poco en RTVE: la llegada de Pilar Miró en 1987 trajo, una vez más, cambios en los equipos. Julio de Benito es nombrado director de informativos; sus cambios más importantes son la llegada al telediario de medio día de Luis de Benito —efectivamente, puso a su hermano— y la reformulación del telediario de los fines de semana en 48 horas, primero con Pedro Erquicia y luego con Andrés Aberasturi, ambos con María Escario.

Con el cambio de año cambia de nuevo el director y presentador de los telediarios de mediodía y noche, ejerciendo a la vez labores de presentador en este último. El repuesto era el joven valor radiofónico Pedro Piqueras.

Esperad un momento, ¿hay alguien que aún me siga? Porque el periodo socialista es un auténtico festival de idas, venidas, llegadas y patadas para fuera a profesionales. Me sorprende que Mayra Gómez-Kemp no acabara presentando un telediario o Chicho Ibáñez Serrador como jefe de informativos. Tranquilos, prometo que terminamos en un par de párrafos y os dejo reposar hasta la próxima semana.

Con Pedro Piqueras cambian las labores de las las copresentadoras. De entre lo que más se destaca es que María Escario y Elena Sánchez pasan a especializarse en deportes. Pero tampoco hace falta que os fijéis mucho, porque en 1989 Pilar Miró es licenciada sin honores y un nuevo director general llega al Ente, en esta ocasión le toca a Luis Solana —sí, el hermano. Pero, eh, ¿quién no ha sido director de un canal televisivo público mientras su hermano era Ministro de Educación y Ciencia de ese mismo país? Ya, bueno. Yo no pierdo la esperanza—. Entra Diego Carcedo como director de informativos.

La llegada de las privadas no afectó tanto a la pública como la bronca postelectoral del año 89. El pifostio lleva al PSOE a no renovar a Solana como pretendía sino a traer a un nuevo —¡OTRO!— jugador al tablero, Jordi García-Candau.

Y lo dejo por no poneros la cabeza como un bombo. Como irregularidad, seguiré la semana que viene hablando ya desde la presencia de las privadas. Y contando también con los otros programas informativos ajenos al Telediario que hemos tenido. Si por un casual todas estas intrigas palaciegas os hubieran dejado ganas de más os recomiendo la búsqueda de Las guerras del Pirulí de Ramón Tijeras (Debate, 2005) que con todas sus carencias es la mejor historia sobre RTVE desde el final del franquismo hasta su publicación que tenemos a mano.


Elecciones informacionales televiseras extrainternas

Como decía la semana pasada, hoy toca hablar de la importancia, influencia e implicación de la televisión en y durante las elecciones USA. Y pese a todo lo que ha pasado estos días sigo teniendo intención de hacerlo. Dentro de un rato.

Hay dos asuntos importantes o interesantes que se han colocado en medio. En primer lugar la crisis en El País y su ERE. Hay muchas cosas que se podrían decir, sobre todo después del… infame comunicado en forma de Tribuna sin firma que sacaron ayer. Pero no es este el lugar ni el momento de sacarlo. En lugar de eso quiero fijarme en un aspecto que sí compete a este blog y es que despidieran a Miriam Lagoa, una de las principales responsables del blog sobre series Quinta temporada. En realidad hay más compañeros que podrán seguir adelante con el blog y, sinceramente, no es que me parezca una visita especialmente informada o recomendada. Pero entra dentro de lo que algunos comentan, y otros se maliciaban ya con la aparición del HuffPost entre lo que se escucha sobre la posibilidad de suprimir los blog de pago —que están pagando ellos, vamos— por blogs de… visibilidad. Y no me parece el camino. El que quiera escribir de gratis que lo haga, faltaría más. Pero si detrás hay un medio con pasta no entiendo la necesidad de hacer la competencia desleal no ya a uno mismo sino también a los propios periodistas del medio. Una vez más vuelvo al poema de Pushkin sobre escribir por placer y publicar por dinero. Sobre todo porque sin dinero de por medio no creo que el autor sienta la necesidad de ceñirse a las fuerzas y normas que traten de ponerle desde arriba. Sobre todo porque arriba tendrá a una empresa en busca de beneficios.

El otro es la BBC. Después de lo escrito la semana pasada esta les ha estallado otro especial informativo en la cara, en un caso sorprendentemente similar al que se llevó por delante a Milne cambiando neonazis por pederastas. Y, de nuevo, ha habido dimisiones, en este caso la de George Entwistle, el director general de la cadena, por los problemas con el nivel de sus informaciones de manera que el director del BBC Trust, Lord Chris Patten, ha salido a defender la necesidad de una BBC independiente y con un alto nivel de auto exigencia porque no pueden perder la confianza de su público. Esa forma de gestionar una crisis, no sólo las dimisiones sino también la completa comprensión de su propia situación. Si mal está que den información poco contrastada —que parece mentira— por lo menos demuestran que saben lo que tienen que hacer cuando se les pilla. Un consuelo menor, me temo.

Así que, mientras nuestra fe en la humanidad sigue siendo un terrón de azúcar en un frasco de vinagre, vamos a regresar a nuestro tema de interés: La televisión americana y las elecciones USA. Un asunto con distintas caras y puntos de vista que van más allá de los programas informativos en sí.

El primer punto sería el de los programas de entretenimiento que pasan a recibir más visitas de políticos. En 2008 la visita de Sarah Palin al SNL causó un auténtico terremoto no tanto dentro del programa como entre la audiencia y las redes sociales. Fue un asunto de sobra conocido por la enorme capacidad de la ex- SNL Tina Fey de aprovechar el parecido con la candidata a la vicepresidencia. —Algo que acabaría apareciendo de manera finjamos que sutil en 30Rock— Este es el movimiento más conocido pero no el único. Dejarse caer por magazines y otros programas era algo habitual que Obama llevo al máximo, especialmente gracias al impulso que Oprah le ofreció. Estos cuatro años ha seguido apareciendo por la tele, aunque sea Michelle Obama la que más tiempo ha pasado en los platós con sus campañas contra la obesidad infantil. Sin embargo uno de los aspectos que más claridad ofrecían al respecto fue el famoso vídeo del 47%. en el que también explicaba que no tenía intención de ir a la tele, que no podía ir a Letterman porque era terreno enemigo y, además, le odiaba por haber ido más a Leno. Tampoco quería ir al SNL porque sospechaba que eso podría ridiculizarle —COF— y, desde luego, sabía que ir a The View era un peligro porque sólo había una conservadora y las otras cuatro tenían lenguas afiladas como navajas. El resultado de la indiscreción no se hizo esperar: En Letterman prometieron no ser muy duros con él con la misma ironía con la que el SNL se tomó el episodios, con The View la cosa fue peor. Primero las presentadoras actuales ( Barbara Walters, Joy Behar, Sherri Shepherd, Whoopi Goldberg y la conservadora Elisabeth Hasselbeck) comentaron el tema en su siguiente programa llegando a afirmar que parecía poco presidencial puesto que si un aspirante no era capaz de manejar a cuatro mujeres de lengua afilada menos aún iba a ser capaz de manejar un país. El hiriente comentario —propio de sus lenguas que, no sé si lo hemos comentado, son afiladas— surtió efecto en apariencia y Romney aseguró que pasaría por el programa. Al fin y al cabo los habitantes urbanitas y jóvenes estaban perdidos pero las mujeres aún le daban una oportunidad. Sin embargo en el último momento decidió no arriesgarse y mandar a su magnífica mujer, Anne, que como de costumbre demostró más tablas que él y supo soportar el chaparrón de preguntas e insinuaciones aunque quedara claro que su marido había decidido evitarlas. Este juego de entradas y salidas, de presencias y ausencias en la televisión, marca una de las maneras en que se relacionan los candidatos con la televisión.

La segunda, quizá más conocida, es mediante los debates . La finalidad de los mismos es poco conocida- Es decir, se supone que tratan de modificar la opinión de la gente pero acaban siendo tan envarados que sólo el segundo se apartó realmente del clásico Candidatos y Moderador. Ocurre una cosa curiosa con ellos, no están limitados a un canal. De hecho, la señal es casi pública motivo por el cuál suelen emitirlos todas las cadenas, incluidas las informativas de cable, del mismo modo que otras —digamos, la CW— pueden pasar del asunto. El culto al debate es algo típico estadounidense, aunque cada vez parezca más marcado por estrategias y límites que lo hacen aburrido. Incluso se preparan zingers que tanto nos entretendrán luegos — Digamos: “Es cierto que el Ejercito Norteamericano tiene menos barcos, pero también tiene menos caballos y bayonetas” — De todas maneras los debates suelen servir para que alguno de los candidatos la cague fuera de su zona de confort. En las Primarias Republicanas —Sí, también las Primarias de cada partido tienen sus debates televisados, aunque suelen serlo por cadenas más pequeñas o especializadas, tipo C-Span — Los Republicanos acabaron teniendo entre finales del año pasado y principios de este casi veinte debates al final de los cuales algunos de los candidatos como el Gobernador de Texas, Rick Perry, que la cagó no sólo pareciendo, ahm, intoxicado por algún alimento en mal estado — COF — sino, incluso, siendo incapaz de expresar sus argumentos con claridad:

.

De manera que en los últimos debates era casi más una cuestión de quién había metido menos la pata que de quién funcionaba. Esto facilita, por supuesto, tomar al finalel punto medio y moderado, bien sea presentando un ficus de plástico o a Mitt Romney, si es que se puede distinguir a ambos. Excepto, claro, porque un ficus jamás hubiera pasado por este trago:

En cualquier caso, esta es la cara más visible de las elecciones de una manera clara y activa, aunque hay otra versión que suele ser la que se lleva más atención. Los anuncios publicitarios. Olvidad todo lo que sabéis de los anuncios, nacido de lo que hay por aquí, si nunca antes habéis visto lo de allí. Generalmente creados para atacar algo y con una virulencia que… Os pongo unos pocos:

¿Os ha quedado claro? Además de que China es ma-la, digo. Mensajes cortos, letras, subrayados, etc… La comunicación tiene que ser reducida, clara y directa.
Además de invasiva. Poco tardan el resto de los programas en hartarse y aburrirse, allí no hay límites ni reglas de Espacios electorales que valgan.

Normalmente hay alguno que se pasa tanto de la ralla que tienen que quitarlo. Este año ha ocurrido cuando Romney tuvo la ocurrencia de decir que cerraría del todo el grifo a la PBS, la cadena pública estadounidense, si ganaba por muy fan que fuera de La Gallina Caponata ( Big Bird en el original) lo que llevó al equipo de Obama a hacer el siguiente anuncio:

Metidos en medio de la refriega y habitualmente acusado de izquierdistas por el Partido Republicano, la productora detrás de Barrio Sésamo, la siempre encantadora Jim Henson Company, pidió, por favor, que se retirara el anuncio por no haber dado ellos permiso. Su puesto, decía, tiene que ser lo más políticamente neutral que se pueda para educar a los niños de américa. COmo mucho Big Bird apareció en el SNL comentando la noticia.

Con asuntos como este parece obvio por qué el comentario político, sobre los temas tratados en debates o lanzados por la prensa, acaban llegando a todas partes. Lo que incluye la propia ficción televisiva.

De manera que pasamos al contagio, bien por ser un tema de actualidad, un tema sencillo o porque todo el mundo tiene sus creencias políticas, rara vez las series —especialmente las comedias— logran evitar el tema. En este año, por ejemplo, tenemos dos grandes ejemplos. Uno en la reflexión política de la irregular serie cocreada por Ryan Murphy The New Normal, pero mejor aún en un doble capítulo de 30 Rock que repasaba desde distintos puntos de vista la política —tema habitual de la serie que, anteriormente ese mismo año, había hecho un paralelismo con la situación Palin— hasta que la situación terminaba en un debate representativo y satírico de los mayores respaldos de ambos partidos.

Todo lo cuál se va acercando poco a poco al momento en sí, a la noche electoral. Una noche en la que la televisión tiene un gran valor. Incalculable incluso. Porque una de las inesperadas fuentes de poder televisivo está la fiabilidad con la que declaran que los estados van para uno u otro candidato. Un tema especialmente delicado tras el fiasco en Florida en 2000. Ya sabéis.

Por ese motivo en las elecciones importantes las cadenas últimamente se han comportado con más cuidado para no meter la pata. Pueden declarar que los feudos van a sus partidos de cabecera con un 0% escrutado, arriesgándose pero no mucho. Pero cuanto menos claro esté —Digamos Carolina del Norte, Virginia o Pensilvania— más tiempo esperarán. Su fórmula según el total del recuento + las encuestas previas y las encuestas a pie de urna no les impide que en algún estado como estos se esperen a prácticamente el 99% escrutado antes de hablar. Tampoco impide escenas como esta, en la que se ve cómo le sienta a un asesor político —en este caso el en otros tiempos todopoderoso Karl Rove— que se declare a un estado controvertido para su rival con un 75% escrutado, como pasó la noche electoral con la cadena FOX y Ohio.

Esta fue una de las anécdotas de la noche, la más relevante a nivel político, porque quizá la más relevante como televisión lo protagonizó Diane Sawyer, la presentadora de las noticias de la noche de la cadena ABC, que tuvo algunos comportamientos peculiares durante la noche electoral.

Unos momentos muy propios de telecomedia, la verdad.

En resumen, las elecciones trastocan los planes y maneras de la televisión, y le añaden algo de sabor a las pantallas. Así que lo raro es que las televisiones no hayan intentado que sean cada menos de cuatro años. Quizá sólo porque no saben si sus espectadores lo podrían soportar.


Repasando televisiva información europea

A un día de las elecciones americanas, de las más ajustadas que se recuerdan —aunque yo supongo un triunfo de Obama por la mínima— lo más sencillo sería hacer un recuento de cómo han estado presentado las cosas en las cadenas, o seguir con la historia de la información televisiva estadounidense en la actualidad.

Pero, francamente, pese a los esfuerzos de la FOX por hacerlo relevante —con su inexplicable bronca contra Chris Christie, el gobernador republicano de Nueva Jersey que tuvo la ocurrencia de felicitar a Obama por su rapidez al actuar ante el Sandy y por lo bien que había organizado todo, o acusando a la NBC de que el concierto-maratón a favor de los afectados por el huracán era en realidad un acto electoral pro- Obama; por poner dos ejemplos— me parece que un repaso será más interesante incluyendo la noche electoral. Es decir, la semana que viene si no hay ninguna cosa más importante.

En lugar de eso conviene volver los ojos a Europa. Mi idea era, como de costumbre, hablar de los dos países que mejor conozco, Reino Unido y España. Generalmente intentaría meterlos en la misma columna, aunque hoy por hoy es difícil que un repaso a la información española televisiva no tenga un tono apocalíptico y desesperanzado. Así que tendrá que esperar un poco más para tener su propio turno.

Hablemos, por tanto —y me temo que también por encima— de cómo funciona la información televisiva en UK y cómo ha venido funcionando desde sus inicios.

La BBC era originalmente una empresa privada, formada por varias de las empresas punteras en telecomunicaciones de los años veinte, con la Marconi o General Electric entre ellas, y Correos. Las pérdidas y la insistencia de su primer director, John Reith, al gobierno sobre la necesidad de una gran empresa estatal y, a la vez, independiente del control del estado y las empresas mediante un impuesto directo que le permitiera financiarse — Si bien el gobierno estaría encargado de decir la cuantía de ese impuesto— logrando que se aprobara en 1927.

De manera que, como dijimos en su día , la televisión británica empezó con las pruebas desde los años veinte y ya en los treinta empezaba a funcionar con cierta soltura que paró de raíz la segunda guerra mundial, de modo que hasta los años cincuenta no se puede hablar en realidad de unas emisiones cercanas al modelo actual de funcionamiento televisivo.

Eso sí, en el momento en que se pusieron se dedicaron con esfuerzo a la información, casi más que al entretenimiento y casi tanto como a la educación. Mientras la televisión fue menos algo cotidiano y más excepcional el control sobre lo emitido facilitaba que la vocación de servicio público estuviera al máximo.

Ya en febrero de 1950 se emitieron los resultados de las elecciones —En las que Winston Churchill vencía a Neville Chamberlain y recuperaba el puesto de Primer Ministro— y para mayo se pudo retransmitir el primer boletín de noticias.
Incluso llegaron a emitir la primera competición deportiva en exteriores cuando filmaron en primavera la clásica regata Oxford-Cambridge, el remo tiene ese tirón entre los británicos, ya saben.

El siguiente gran evento en exteriores fue la emisión de los funerales del Rey Jorge VI —Un día tengo que preguntar por qué le traducimos los nombres a los pobres monarcas extranjeros— que preparó para lo que estaba por venir el año siguiente. Porque aunque el reinado de Isabel II comenzó de inmediato su coronación no tendría lugar hasta el 2 de junio del año siguiente, 1953. Ese mismo año la televisión vería la creación de Panorama, un programa de reportajes documentales semanal que ha sido una de las cabeceras habituales de la BBC a lo largo de los años hasta el punto de que aún hoy sigue presentándose sin periodicidad fija. Su importancia, sin embargo, sigue siendo alta, ya sea para lograr una entrevista con una recién separada Diana de Gales o por sus investigaciones sobre la cienciología, la iglesia católica o el fútbol organizado.

Tanto da que el tema fuera aparentemente poco transitado o que siempre haya acusaciones de manipulación por uno de los bandos, cuando no por ambos. Bandos que incluyen, por supuesto, el propio Gobierno del Reino Unido que ha visto con horror diversos reportajes, por ejemplo cuando se exponían afirmaciones de robo de los fondos para la guerra en Iraq o la represión policial a los manifestantes. En resumen, un programa que a punto de cumplir 60 años y que aún demuestra su utilidad.

Pero volvamos a la mitad de 1953 porque para entonces la BBC ya había hecho sus pinitos retransmitiendo no ya desde la calle sino, incluso, desde Francia. Y ese mismo año aún tendrían tiempo… no ya de emitir la primera historia del ciclo Quatermass, también de emitir desde un barco. Así como competiciones de Fútbol, Rugby o Tenis.

Parecía estar ya todo suficientemente maduro, o al menos así lo entendían los conservadores, para abrir la puerta a la televisión privada. Un tema debatido en 1954, en parte tras la reunión de Ginebra de finales de Julio que sirvió para que las distintas cadenas televisivas europeas para… Bueno, ya sabéis:

Eurovisión. Creada con la intención de facilitar la cooperación entre las televisiones de Europa —por aquel entonces en su mayoría de control estatal— permitiéndoles intercambiarse programas y poner en común para emitir otros. No sólo el famoso festival, también otros como el concierto de año nuevo.

El lanzamiento de la ITV en 1955 significó también un cambio en la forma de relacionarse la BBC con el nuevo gobierno de Anthony Eden, también conservador pero llegado al cargo tras la renuncia de Churchill a volver a presentarse a las elecciones. Se buscaba una forma nueva e independiente de contar la actualidad, algo más que el anterior Television Newsreel con sus voces en off y algún ocasional busto parlante.

Un ejemplo de esta tensión entre periodistas y gobernantes se puede ver en la Crisis de Suez, tan dramatizada —lástima de trama de espionaje— en la serie The Hour que presentaba de manera bastante ficcionalizada lo que pudieron ser los primeros tiempos del programa Tonight, aunque su inicio es algo menos romántico. El principal motivo para crearlo fue que de seis a siete no se emitía nada en la televisión. No algo bueno sino, literalmente, nada. La seis marcaban el final de la programación apta para niños y la desconexión hasta las siete —rellenada con música, la radio era aún un monopolio estatal que duraría hasta los setenta— se suponía que servía para mandarlos a la cama hasta que empezara la programación adulta nocturna. De ahí que se conociera popularmente como Toddlers’ Truce.

Obviamente la llegada de la ITV cambió esto, una televisión privada no podía permitirse perder una hora entera de programación —no digamos ya de anuncios— sólo por las particulares ideas de la BBC. De manera que en febrero de 1957 eso se acabó. El resultado fue que la BBC tuvo que rellenar con algo ese espacio y la solución diaria fue Tonight, un espacio que durante una hora — COF — reunía información de varios tipos y modos, desde reportajes en profundidad y entrevistas incisivas hasta temas de lo que ahora se conoce como interés humano y piezas de divulgación científica o cultural.

Una de las recompensas del programa fue que para 1958 se decidió separar la redacción de televisión de radio de la televisión permitiéndoles así una mayor autonomía.

Para 1960 no sólo había ya una periodista femenina en pantalla, Nan Winton, además se abría un programa noticiario diario conocido como The Ten O’clock News y ya en 1962 se presentó una de las joyas informativas del siglo pasado, el programa satírico con base de noticiario That Was The Week That Was de David Frost a la que, sin embargo, no le dedicaremos hoy el tiempo que se merece.

Cuando un informe señaló la falta de calidad de la ITV se decidió permitir que la BBC tuviera un segundo canal y, por las mismas, en la nueva BBC 2 se abrió su propio programa de noticias: Newsroom.

Sin embargo la innovación llegó en 1965 cuando se decidió emitir a la hora de comer un noticiario: The World at One. Esto, junto con la creación de programas semanales de repaso de la actualidad —es decir, la respuesta seria a TW3— marcaron un punto de producción de noticias.

Y por fin en 1970 las noticias pasaron a ser las famosísimas Nine O’Clock News , en un movimiento que las adelantaba una hora debido a que la ITV había lanzado, tras años evitando meterse en el periodismo, hacía tres años ITV News at Ten que les estaba comiendo la audiencia.

Por si quedaba alguien sin atender en 1972 se lanzó Newsround, un programa pensado para acercar la actualidad a los niños entre 6 y 16 años explicando con más claridad los temas pero no por ello tomándolos por tonto ni evitando asuntos problemáticos. Ellos fueron los primeros medios ingleses en contar, por ejemplo, el intento de asesinato al Papa Juan Pablo II.

No sería hasta 1980 que tuvieran un programa de noticias matinal, de un estilo más relajado, más cercano a un magazine, creado con rapidez para adelantarse a la idea de la ITV de lanzar un canal que cubriera ese hueco. Pero la auténtica revolución llegó para la BBC en los años ’90. Y la culpa fue, una vez más, de Rupert Murdoch.

El magnate australiano había decidido emular los canales de noticias 24/7 americanas fijándose sobre todo en la CNN. El lanzamiento, englobado dentro de sus canales por satélite bajo la cabecera Sky, se llamaría Sky News y empezaría a emitir en 1989 —7 años antes que FOX News, por tanto— adelantándose así no sólo a la BBC, que no tendría su propio canal en marcha hasta 1997, sino también a EuroNews, el canal multilenguaje de noticias que la suma de varias cadenas europeas —de nuevo, fundamentalmente las públicas— lanzaron con relativo éxito en 1993. (Los discretos resultados son parte de la explicación de que en 2008 RTVE decidiera abandonar el grupo, pero, de nuevo, ya hablaremos de eso). Lamentablemente para poder manejar todo esto tuvieron que volver a unir los departamentos para que se realizaran piezas para radio, televisión —o televisiones— y, claro, internet. El aprovechamiento de los periodistas como si fueran mondas de patata lleva ya años, como veis.

En cualquier caso, esto serviría a la BBC para replantearse su forma de ofrecer noticias y separarse en dos, BBC News para las noticias de verdad, que iría preparando la salida de su propio canal de noticias 24 horas, que lo separaría de BBC Prime —luego Entertaiment— que se centraría en el entretenimiento.

Por cierto, cuando la ITV, ahora ITN pasó a las once sus noticias las de las nueve pasaron a las diez en la BBC y como quiera que las de la privada se estrellaran tanto en esa hora tardía como en su intento de volver a su horario original en ese espacio original, siguen aún ahí las de la BBC.

Dejo para el final uno de los puntos más sabrosos. La independiencia de la BBC y sus luchas recurrentes. Una vez clara su posición en los años ’50 parecía claro que la postura sería defendida con uñas y dientes. Efectivamente así ha sido, y como con Panorama todo el mundo se siente poco representado o injustamente tratado por sus noticias. Gobierno y Oposición, por ejemplo, y en caso de haber guerra los periódicos más nacionalistas así como aquellos que consideraban que se daba mucha cancha a los enemigos, ya fuera en la Guerra de las Malvinas o en la de Iraq. Por supuesto eso sirve también internacionalmente para acusarla de pro y anti americana o para asegurar que está a favor de cualquiera de las fuerzas en conflicto en casi cualquier cosa que cubran, especialmente cuando se refieren a algo como el conflicto palestino-israelí. De hecho, sus reporteros y emisiones han sido prohibidas en países tan distintos como la Sudáfrica del Apartheid, Birmania, Uzbekistan, China o Pakistan.

Aunque posiblemente las mayores luchas se produjeron durante la estancia en el poder de Margaret Thatcher. De entre las muchas broncas quizá la más fuerte fue la que se ocasionó durante la muy criticada guerra de las Malvinas que incluyó la permisividad absoluta con la que se permitió al año siguiente a una maestra, Diana Gould, preguntar una y otra vez, cada vez con más datos, sobre la orden de hundir a un barco argentino en el transcurso de una entrevista abierta en el programa Nationwide. Thatcher no podía creer que la presentadora, Sue Lawley, no hiciera nada. Más aún, una vez terminado el programa fue acusada de alentar a la maestra a seguir con sus preguntas y de haber conducido a Thatcher a una encerrona que no se esperaba. El programa, que llevaba en emisión desde el año ’70, acabó siendo retirado por las presiones del gobierno.

La realidad es que la BBC tiende a mirar desde arriba a sus primeros ministros, siendo hasta la aparición de La dama de hierro el progresista Harold Wilson el ocupante del cargo que más veces y con más fuerza había chocado contra la información pública. Hasta el punto de que se suele sugerir que es este continuo encontronazo lo que hizo que su sucesor, el conservador Ted Heath, según llegó al cargo en 1971 decidiera abrir las ondas radiofónicas a emisoras privadas para contrarrestar las posibles críticas de la BBC.

Cierto es que Thatcher había demostrado poca previsión al declarar en 1969 que estaba en contra de la financiación de la BBC y que consideraba que el pago anual de la licencia era una locura incluso aunque el canal no fuera políticamente sospechoso. Un ejemplo claro de cómo hacer amigos. Pese a lo cuál pensó que serían unos aliados fáciles cuando llegó al poder en 1979. Idea que le duró sólo unas semanas, hasta que Panorama emitió un reportaje sobre el IRA y sus bloqueos de carreteras que le pareció dejaban mal a su gobierno. Así que decidió ponerles en su lugar, algo que parecía fácil porque Michael Swann, el presidente de la corporación, había anunciado su deseo de retirarse.

Sus tejemanejes hicieron que el sucesor propuesto por Swann, Mark Bonham-Carter, fuera rechazado por ser excesivamente liberal. En su lugar se colocó a Lord Howard y como vicepresidente a William Rees Mogg, un bien conocido conservador y ex-editor de The Times.

Con éxito nulo. Antes de un año las noticias cubrían con normalidad las revueltas causadas por las políticas de recortes y privatizaciones mientras Thatcher clamaba que estaban alentando que otras ciudades repitieran los disturbios.

La forma impersonal en que cubrieron la Guerra de las Malvinas, como si fueran dos países desconocidos los que se enfrentaban, hizo que sus peores sospechas se confirmaran. Episodios como el de Nationwide no hicieron más que desbordar su odio. Los siguientes años la guerra se recrudecería y afectaría a toda la cadena, desde el Doctor Who a las miniseries. Todo parecía parte de una política de estrangulamiento y lucha greco-romana entre ambas partes.

Bajo el gobierno de los recortes la BBC no tenía casi dinero para comprar series o desarrollarlas, mucho menos ideas que se le permitieran usar, de manera que su audiencia languidecía. Obviamente esto fue utilizado por los tabloides de derechas, que adoraban a la Lideresa, para sugerir que si nadie veía esta televisión tan costosa la única solución lógica era eliminarla de los impuestos. Y quizá que buscara otras formas de financiación… Lo típico, vaya.

Tras mucha batalla en 1985 consiguieron un aumento en el impuesto —no sin el correspondiente cabreo de Thatcher que no entendía cómo el órgano de discusión con el gobierno no había propuesto con más fuerza convertir la BBC en una cadena comercial— y empezaron a emplear ese dinero extra en hacer programas que, aunque baratos, fueran también populares, o lo que es lo mismo, culebrones como Eastenders que elevaron la audiencia y el apoyo popular. Imagino que soy el único que la visualiza en su despacho comiendo sombreros.

Que sin duda se le atragantaban cuando veía documentales de Panorama como el que exponía la progresiva infiltración de fascistas del ala dura del Frente Nacional entre la base conservadora que, de rebote, estaba poco documentado y realizaba acusaciones sin mucho respaldo causando un escándalo que casi se lleva por delante el programa.

La siguiente fue una prohibición directa de uno de sus programas, un documental sobre el problema en Irlanda que incluía dos visiones contrapuestas, una de ellas del ex-terrorista convertido en político Martin McGuiness. La bronca se saldó con editoriales en apoyo de la BBC en los periódicos y una huelga de un día de la cadena.

Pese a lo cuál no dejó de conceder entrevistas —comprobando antes que no pudieran tener truco, desde luego no en directo— e, incluso, en manifestar su preferencia por la comedia Sí, Ministro.

Hacia el final de su mandato Thatcher aún tuvo una refriega más. Primero tratando de meter en vereda al comité de control de la cadena, aprovechando para ello una serie de reportajes sobre el MI5 que llevó al gobierno a mostrarse paranoico hasta el extremo de mandar a la policía a registrar la cadena y a dimitir al director de la cadena, uno de los periodistas más odiados por ella, Alistair Milne. Una práctica que logró el efecto contrario al demostrar lo abierta que la lucha entre el gobierno y la cadena estatal era.

Sin embargo la salida de Milne sirvió para domar un poco esos últimos años. Menos reportaje problemáticos, menos crítica social y más tranquilidad para el gobierno. Sin embargo los intentos de convertirla en una emisora comercial fallaron de nuevo en 1989. Una vez más se renovó el pago de impuesto para mantenerla aunque se llevaran por delante el Acta de Emisión que garantizaba la presencia de la BBC y la ITV abriendo las ondas televisivas a más competencia. Algo que acabaría siendo peor para la segunda al tener que repartir la tarta, aunque a los conservadores no les vino nada mal para permitir entrar a su aliado de los tabloides, Rupert Murdoch, en el negocio televisivo terrestre.

—Algo que, por otro lado, puede que se debiera a uno de los escasos escarceos entre el gobierno y la ITV por un documental sobre la caza de terroristas del IRA en Gibraltar que les hizo temer que tras lograr meter en cintura a una cadena tendrían que lidiar ahora con la otra—

En cualquier caso, Margaret Thatcher decidió renunciar a todo en 1990 haciendo que la BBC tuviera un respiro y volviera poco a poco a ser lo que fue. Al menos hasta que el asesor de comunicación de Tony Blair, Alastair Campbell, le convenciera de presionar a la cadena a cuenta de las informaciones contrariar a la guerra de Iraq. Una nueva lucha con un gobierno de signo contrario que sirvió para que muchos vieran que, efectivamente, la cadena pública no se casaba con nadie.

Y es que si algo tiene convencidos a los británicos es la necesidad de que la BBC mantenga su independencia. Les cueste lo que les cueste. En estos momentos, £145.50 anuales para las televisiones en color.