Menudillos

Muy alegres me las prometía yo esta semana, hablando del Blackpool de Tennant y otras excentricidades musicales. Pero como resulta que soy un gran modelo de un bloguero avisado y algo tenía que decir sobre los Emmys de la semana pasada, y sobre algunas notables novedades.

Allá vamos: ¿Qué es lo más notable de la gala de los Emmys? Un Neil Patrick Harris en estado de gracia que podría presentar los Goya y lograr que no nos durmiéramos, claro. ¿Los premios? Pues más o menos lo del año pasado. Mucho Mad Men por un lado, mucho 30 Rock por el otro. Comprendo lo segundo y para lo primero tendré que hacer estudios. Quitando eso, sólo un par de apuntes. Tina Fey —reverencia, reverencia— no ganó un Emmy porque tenía delante a Toni Collette y si bien la Liz Lemon de Fey es un clásico el recital de Collette impresiona tanto como apabulla, llevando ella solita la responsabilidad de que una serie tan buenrollista y mierdipaviblanda como United States of Tara salga adelante. Si a estas alturas no has visto cómo pasa de una a otra de su personalidades desesperadas deja de leer y busca documentación, con apenas unos cambios de postura y pronunciación logra que la vandekampesca Alice pase a ser el macarra Buck, impagable. Además, la Fey se llevó un Emmy como «invitada» por interpretar a Sarah Palin. ¿Se lo merecía? You betcha!

Seguimos con mujeres porque la Chenoweth se lo venía mereciendo por su magnífico papel en Pushing Daisies. Quizá incluso hubiera durado más la serie o hubiera salido adelante su siguiente proyecto, una de las bajas de esa extraña guerra de pilotos que tuvimos este primer tercio de año donde series prometedoras fueron barridas por el fuego amigo. Pero dejo de divagar y regreso a Kristin Chenoweth, la enorme actriz y cantante que aprovechó el premio para pedir trabajo. Y eso que tiene firmadas ya unas cuantas apariciones en Glee! —al final todo está siempre conectado, claro— pero no seré yo el que se queje si le dan el protagonista en su propio proyecto.

Si alguien es capaz de explicar como Duckie, perdón, John Cryer, pudo vencer al legendario NPH por su Barney de HIMYM, a los extremadamente brillantes Tracy Morgan y Jack McBrayer de 30 Rock o al impecable Rainn «Dwight» Wilson de The Office; partiendo de un personaje tan? tan? tan? limitado como el que interpreta en la espantosa Dos Hombres y Medio ? años atrás cuando el actor y termómetro humano Jeremy Piven se llevaba el premio como el Juggernaut de la categoría nadie podía poner reparo. ¡Era Piven! ¡Sus competidores no sólo le felicitaban, estoy seguro de que le ofrecían a sus hijas! En fin, tendré que apuntar a los señores votantes de los Emmy en el grupo «no entienden la comedia» junto a los guionistas de Smallville.

Por el contrario el premio merecidísimo fue el Emmy a «invitado cómico» para Justin Timberlake que últimamente pasa tanto por el SNL que parece uno más de los Not Ready From The Prime Time Players. Y de los mejores. No ya por las piezas digitales con Andy Samberg, ni por el magnífico gag del vídeo Single Ladies en la propia cara de Beyonce, se trata de que su payasez incluso en los momentos más comedidos tira del sketch y del resto de sus compañeros. Una lástima que sus intentos actorales vayan ahora para el drama.

Conmovedor darle al último episodio de Urgencias un Emmy. Una auténtica lástima que las series médicas que han venido después prefieran tirar por caminos que de tan transitados parecen puro cliché: Hawthorne, Mercy, Trauma?

Hablando de lo cuál, repaso muy breve de las novedades. Huid de Forgotten, apartaos de Vampire Diaries, sabed que Bored to Death es todo lo que su título promete, de Beautiful Life ni me molesto en hablar que a estas alturas ya estará cancelada, Eastwick es Embrujadas Desesperadas, y, por el amor de ROB!, poneos YA a visionar Community. El resto, otro día.


Canteos

Señalar el inicio de los éxitos parece limitarse muchas veces a buscar el referente inmediatamente anterior del árbol. Así que cuando aparece una serie como Glee la comparan rápidamente con High School Musical. No digo que sea ilógico, al fin y al cabo en ambas seriestenemos canciones, institutos y —claro— adolescentes interpretando el papel de adolescentes. Novedad tras novedad. En cuanto a las diferencias? decir que es una cuestión de tono es señalar más que marcar. Tres HSM tarde y toda una serie de —redundantemente— series en la parrilla han demostrado que a la audiencia, especialmente a la juvenil, le van las canciones. Que es como descubrir en el siglo XXI las posibilidades comerciales del chocolate.

En cuanto a Glee, es difícil no hablar de lo magnífica que se muestra en casi todos los apartados. La selección musical, las actuaciones, la mala leche de los guiones. Pese a lo cuál no acaba de ser todo lo corrosiva que podría, o quizá es que a estas alturas hacen falta bebés sodomizados para que el término «Transgresor» sea aceptado. Digamos que le han puesto la dentadura de un tiburón a una serie adolescente, teenager o tinajera y sólo queda por saber hasta dónde va a morder.

Dentro de ese aparente salto se esconden varias redes, como la de usar canciones conocidas. Vale, quizá no conocidas para todo el público. Pero es que el público ya no es lo que era. Sit Down, You’re Rockin’ the Boat, del musical Guys & Dolls —ganador de varios Tonys, con sucesivos revivals a ambos lados del atlántico y una versión en película con nada menos que Frank Sinatra y Marlon Brando en los papeles principales— podría ser la menos conocida de las que allí cantaban, y la más que expuesta Rehab, centro de una de las principales escenas. De forma que está más cerca de On connaît la chanson que de Grease —posiblemente el más importante musical tinajero de la historia— o, si preferimos irnos a los referentes televisivos? ¿Recordáis California Dreams? Sí, un grupo de jóvenes estudiantes de instituto con un grupo que soportaron cinco temporadas a mitad de los ?90. El tipo de serie que se recuerda porque una de ellas acabó en Los Vigilantes de la Playa. Ahí tenemos ya al grupo de chavales cantarines entremezclados con tramas tinajeras.

Pero siempre ha habido algo antes, ¿verdad? Por ejemplo, el clarísimo referente de la Patridge Family. Para los que no lo tengan claro: La banda que aparecía por La tribu de los Brady cuando a ellos —también— les dio por cantar. En medio, unas cuantas seres de anime —Fancy Lala por poner un ejemplo claro— y otras cuantas americanas, entre las que destaca, obviamente, Jem, a la que le falta sólo un instituto en su delirante trama para ser el perfecto paradigma.

Por suerte también había movimientos favorables: la inclusión recurrente y habitual de canciones en la animación para adultos —Los Simpson, Padre de Familia y ese South Park que puede llegar a parecer un musical estudiantil del siglo XXI— que facilitaba la transición sobre todo para el público jovenzuelo; porque si quieres
cambios es más fácil empezar de jovencitos, cuando son mayores mejor? dale vampiros. Y, claro, Xena. Vale, Xena + Buffy. Esto es: El Tradicional Capítulo Musical. Empezó Xena, innovadora en tantas cosas y auténtica demostración de serie desprejuiciada y dispuesta a pasárselo bien, pero tuvo que llegar Wheddon para demostrar —una vez más [con sentimiento]— cómo se puede montar todo un capítulo como si fuera Broadway. [Breve inciso: Dr. Horrible? Sing-a-long Blog demuestra que sigue dándole vueltas a la idea] Y el resultado fue tan espectacular que poco hubo que esperar para que otras series decidieran tener el suyo también, como Scrubs, que ya lo ha tenido, o como Psych y How I Met Your Mother, que no tardarán mucho en crearlo.

Así que, regresando a Glee!, piedra tras piedra, con el éxito de HSM y tras varios intentos de exploit bastante desastrosos —ejemplificando: Britannia High— tenemos a un creativo que pensó: «Esto se puede hacer mejor» sacándose una versión con música y baile de su Popular. Esto es, pasar de Bien Pensado, Mal Hecho a Fetén. Y ahora que lo tienen el siguiente paso es lograr eso mismo en otros campos y sin el recurso de la banda —eso ya lo logró Flight of the Conchords—; a ver lo que les lleva fetenizar CopRock o musicalizar Mujeres Desesperadas.


Piloteras

No me gustan las columnas de «Hola, me llamo Blas y soy columólico. Si me acompañan durante los próximos meses les hablaré de los procesos reproductivos mamíferos e, incluso, del ornitorrinco.» ¿Será que la gente no es capaz de notar de qué van las columnas que leen? Uno nunca debe minusvalorar la estupidez de sus lectores, claro, pero tampoco pasa nada por ir demostrando lo que se van a encontrar en lugar de explicarlo.

En esta columna, por ejemplo, lo que primará será la reflexión crítica. O la crítica reflexiva, que también. Lo más fácil sería explicarlo con una serie, ahora que se ha hecho sencillo permanecer al día de la actualidad en otros países. El problema con la crítica de series tiende a ser el tan común «gustismo». Las críticas suelen limitarse a «magustao» y «nomeguta». Si hay suerte quizá explique las sensaciones que le provocó. Con aún más fortuna tendremos alguna razón. Pero, ¿qué hay de lo que nos ha hecho reflexionar la serie? Porque en algo tendrán que estar pensando, que no es música de ascensor.

Pongamos por caso la excelente recreación histórica de la BBC Desperate Romantics en la que se nos muestra la vida cotidiana y las reflexiones artísticas de los llamados Pre-Rafaelitas. Indudablemente bien documentada y primorosamente producida, ¿qué es lo que tenemos en ella? Pues una forma de acercamiento a unas vidas con ese aire melodramático que siempre tienen las biografías de artistas. Puede entenderse como una forma de acercar la cultura a las masas, como cuando aquí se adaptaban obras de Blasco Ibáñez. Y esa es la reflexión. ¿Por qué aquí no? Cierto, es el reduccionismo de siempre pero: ¿Es menos cierto? Con todas las corrientes y los artistas que tenemos, ¿cómo es que a nadie se le ha ocurrido? Y por nadie me refiero, claro, a las públicas.

También se hará comentarios sobre la actualidad. No, por favor, no el clásico comentario de la actualidad que usa a la tele de coartada utilizada para que los periodistas favoritos tengan la primera columna de los que se leen el periódico desde el final. Me refiero a las noticias del medio en sí. Mejor las noticias relacionadas con el medio. Un ejemplo: Tom DeLay participará en el equivalente americano a Mira quién baila. DeLay es un congresista republicano, el más duro de ellos durante varias legislaturas, por lo menos hasta que se vio envuelto en un escándalo sobre financiación ilegal del partido. Ahora ha sido fichado para bailar después de un ?hipotético- rechazo de Clinton. Bill. No es el primer caso de político llamado por la telerrealidad. Y no me refiero al aquello de Jesús Gil. Blagojevich, el infame exgobernador demócrata de Illinois, el que se metió en líos por intentar vender el escaño de Obama, estuvo muy cerca de participar en el Supervivientes americano. Sólo la intercesión de la justicia ?por los temas pendientes, no por conmiseración al telespectador- evitó que fuera el primero. Aquí, que también tenemos en la tele a políticos todos los días no nos queda más que esperar. Pero si me aceptan la sugerencia; no los lleven a bailar, ni a sobrevivir, ni a responder preguntas de cultura general. Hagan una versión de Gran Hermano. Todos juntos, sentados y sin dar golpe en apariencia. Que lo llamen Parlamento. Mejor, que usen el espacio y los medios para debatir lo ocurrido en el Parlamento. También ahí tenemos broncas, dimes, diretes y emoción. Puestos a sacar políticos, ¿no sería bonito que pudiéramos divulgar lo que allí se hace y acercar la política al ciudadano? Cuando algo tan importante es emitido sólo por La 2 es cuando sabes que al pueblo le interesa casi tanto la forma de realizar una ley como la reproducción de los escarabajos.
Habrá más, claro —¿habéis notado la desaparición progresiva de coleccionables útiles y divulgativos sin cacharrerío?— con mayor profundidad —espero— y sin perder el buen humor —deseo— pero eso ya será en otra ocasión. Si aún os apetece.