Prevamp

Decía hace dos semanas que el vampirismo como protagonista y centro de la serie televisiva había sobrevivido durante los ochenta en las series infantiles. No sé hasta que punto puede culparse de ello a uno de los sorprendentes casos de piloto rechazado que vuelve a intentarlo… para fallar de nuevo. Me refiero a Mr & Ms. Dracula que en 1980 —recordemos, el mismo año de Drak Pack — propuso a los espectadores —y a los ejecutivos, que son casi peores— una comedia sobre la pareja Drácula que se mudaba a una casita en los suburbios. El centro y principal reclamo era Dick Shawn, actor y cómico americano cuyo trabajo más conocido era el de Lorenzo St. DuBois, el atroz actor contratado para interpretar a Hitler en la primera versión de Los Productores. Si bien nunca fue realmente popular el actor había logrado hacerse un huequecito con sus monólogos, pequeños papeles en películas y cortas apariciones en distintas series. En este momento trataba de lograr su propia serie… sin éxito alguno. Lo que no le privó de intentarlo de nuevo con un piloto diferente y el recambio de la Ms. Dracula – de Carol Lawrence, actriz de Broadway especializada en musicales, a Paula Prentiss, conocida por sus comedias con Jim Hutton y esposa del director Richard Benjamin– con un éxito notable. Siguió sin ser aceptada pero le reconocieron el tesón.

De forma que hasta los noventa no hubo serie vampirocéntrica y que fue… Si ya lo sabéis… ¡¡¡ Forever Knight !!! Empezó en 1989 como el piloto de la serie Nick Knight con el actor multidisciplinar —je— Rick Springfield interpretando al personaje titular que daba nombre a la serie, el Detective de Policía Nicholas “Nick” Knight. Para que os hagáis una idea del éxito del mismo, la serie salió a finales de 1992, se pasó a llamar Forever Knight y Springfield (un curtido actor televisivo conocido por su papel en General Hospital de Dr. Noah Drake —tranquilos, aquí no es un vampiro… aunque en General Hospital sería un tema menor— y que ha ido intentando otras salidas, desde la música a la primera serie adaptante de Blanco humano o la involuntariamente cómica serie de surfistas detectives Marea Alta. Un crack el chaval) fue sustituido por Geraint Wyn Davies. También pasó a ser producida en Canadá.. Así que técnicamente era la misma serie porque contaba la historia de un policía llamado Nicholas “Nick” Knight que resultaba ser —sorpresa, sorpresa— un vampiro, por lo que pertenecía al turno de noche. Esto lo vendes ahora y lo llaman El Vampirista.

Poco antes de que llegara el furor vampírico de los noventa pudimos encontrar una serie en la línea Old School del bueno de Barnabás, algo que es un motivo de alegría. Más o menos. En realidad lo que produce Vamp es, cuanto menos, asombro. Atentos al opening.

Vamp es una telenovela Brasileña. Sí, nada de Vampiros en la Habana, telenovela pura y dura de las de 172 episodios y secuela casi sin relación. Porque el éxito de este serial fue absoluto, pese a lo ridículo de la trama de dos adultos, que aportan al matrimonio seis hijos cada uno, que deben afrontar sus problemas cotidianos (?) y la llegada de los vampiros a su pueblo por culpa de una cantante de éxito mundial que quiere. aparentemente, grabar un videoclip pero en realidad está buscando una antigua reliquia para deshacer el pacto de venta de alma con un antiguo y poderosos vampiro. Una trama desquiciada y llena de giros y recovecos que se vio seguida por O beijo do vampiro, una segunda parte que compartía poco por la primera, esta vez será un jovenzuelo adolescente quien descubre que en realidad no pertenece a su familia, ese puesto es de una migo suyo criado en un orfanato, él en realidad es hijo de un vampiro inmortal que le cambió por el otro aprovechando que los padres eran la reencarnación de unos conocidos y esperando así que pudiera cumplir con su destino. Completan la danza de doscientos capítulos otros grupos de vampiros en guerra y un malvado constructor empeñado en tirar parte del casco histórico para hacer un centro comercial. Como decía, de segunda parte tenía el mismo parecido de Nick Knight con Forever Knight : Salen vampiros.

Pero eso fue antes de los cambios de los noventa. Cambios profundos y que, con mi habitual incapacidad para resumir, tendrán que ser desarrollados en un par de entregas —espero que sólo un par— antes de que los amigos de LdN me encierren en el calaburcio por exceso de verbosidad.

En dos semanas, que la que viene toca hablar de P?alante o, como la llaman en los estates, FlashForward.


Communitcando

¿Cómo explicar que lo mejor de una comedia no es su estructura narrativa / cómica ni sus chistes? Es decir: ¿Cómo explicar que no es una serie sencilla de ver e interpretar? Tomemos a otra de las joyas de la nueva temporada, Modern Family. Usa uno de los formatos más famosos de los últimos tiempos y tiene una base tan clásica que casi podrías escribir un fanfic antes de ver la serie. Luego los guionistas se encargan de mejorar la premisa básica y lograr un triunfo más allá de lo trillado.

El problema, y la piedra de toque, de Community está precisamente en esa diferencia radical. Las series estudiantiles tienden a ser tinajeras, un reparto joven y aceptablemente guapo en el que no parece haber habido tanta evolución desde Freaks & Geeks hasta Glee. O desde Popular, si prefieren ser más autoconscientes. Y aquí tenemos toda una variedad de cambios con la que entretenernos, desde la localización en un Community College, que sería el equivalente de una Universidad Pública si las nuestras fueran el equivalente a un Colegio Público. La serie deja claro desde el mismo principio que a los Communitys sólo van los perdedores. Gente que no tiene los recursos, la capacidad o las ganas de ir a una Universidad Privada. Y que está más pendiente de sacar créditos de cualquier manera y conseguir un título carente de valor en el mercado laboral —algún punto en común tenía que tener con las Universidades españolas— que por formarse.

La tropa que integra la serie tiene todo tipo de edades, procedencias y trasfondo cultural. Diría que no se veía una variedad mayor desde SeaQuest pero tampoco quiero exagerar. El caso es que este extraño grupo de tirados me recuerda poderosamente al más glorioso grupo de tirados de la historia de las series: M*A*S*H.

Como en la gran comedia clásica tenemos la sensación de que los personajes están allí esperando a un futuro mejor. Defendiendo el pabellón mientras tiran de sus sueños y que son lo suficientemente maduros o están tan inevitablemente hastiados que no es tanto que no respeten la autoridad como que les da bastante igual. Ellos cumplen con lo que les dicen, circunnavegan los problemas y se dedican a los suyo. Incluso las correspondencias entre Hawkeye y Jeff o Radar y Amed podrían dar para profundos y sesudos análisis. No tengo tiempo, lo siento. Otra vez será.

Otro de los puntos fuertes de la serie es el componente lingüístico, las diferencias profundas de los personajes permiten que las frases no sean intercambiables —salvo que nos pongamos puntillosos citando algo del estilo «Pásame la sal» * — no sólo en la manera de afrontarla [algo que se puede ejemplificar con Friends: la misma frase pronunciada por Ross, Joey o Chandler sería distinta] también en las palabras elegidas o en la forma de expresarse. Britta siempre usará frases claras, cortas habitualmente, políticamente correctas y comprometidas; Jeff tirará de su labia para enredar —algo que queda claro desde el primer capítulo y a lo que dan un giro ejemplificante del clásico Gorgias / Protagoras cuando las clásicas artimañas sentimentales apoyadas en el carisma tienen que ser cambiadas a toda marcha por datos y lógica— y adaptará su forma de al vocabulario del oyente para lograr la mejor comprensión posible, está encantado de seducir casi tanto como de haberse conocido. Desgranemos rápidamente: Troy es un clásico deportista de instituto, lo suyo es el léxico sencillo y las metáforas; Shirley es marujienta y algo estereotipada, recurrirá a frases hechas y a giros y expresiones populares; Annie es la cerebrín así que será la que tenga las frases más elaboradas en su elección de palabras y la que más subordinadas —muchas veces para apoyar los rodeos propios de la inseguridad del personaje— usará de todo el reparto.

Quedan dos personajes. Pero en ellos hay que detenerse. En el primero porque el actor es más grande que su personaje; Pierce. Ya dije que eran perdedores, este es el único actor conocido y se trata de? Chevy Chase. En un registro que une sus actuaciones en el SNL con la imagen de tipo irritante, agresivo y despreciable que lleva unos cuantos años arrastrando —¿Quizá desde que logró su Banneo permanente del SNL?— su Pierce parece tener carta blanca para ser ofensivo con todo el mundo siempre presuponiendo que es incapaz de entender qué el lo que está mal. Difícil de justificar más allá del teórico tirón que Chase haciendo autoescarnio pueda tener.

El otro es, claro, Abed. Dentro de los personajes extraños que pueblan últimamente nuestra pantalla a Abed le ha tocado competir con Sheldon de una manera que sólo se puede señalar como arbitraria. Sí, los dos son raros pero Amed entiende el comportamiento humano. Quizá no todos sus formas de expresión pero si sus relaciones sociales; su interés por las artes visuales y las indagaciones hacen de él tres cosas a la vez: La Voz de los Subculturales —tremendas las citas y refenrecias con las que se mueven que van de las comedias de Hughes al poster de Cortocircuito 2 que tiene en su habitación—, El Ojo del Creador — que le permite establecer una relación con la información tipo Radar, juzga lo que va a pasar y muchas veces sabe cómo se van a mover las situaciones antes que el resto empiece a ver las jugadas—, El Señor del Cuarto MuroAbed tiene cierta tendencia a considerar su vida como una sitcom y a usar unos recursos tan meta (lingüísticos, visuales, lo que os dé la gana) que parece ser autoconsciente— lo que, todo sea dicho, le convierte en el más habitualmente apreciado de los personajes.

Así que tenemos una serie protagonizada por actores desconocidos sobre unos perdedores con que no tienen nada en común, que no cree en la bondad humana aunque suelen practicarla, con unos secundarios preparados para robar la escena a la mínima oportunidad —mención especial para el profesor de español, interpretado por Ken Jeong— y sin demasiado interés en seguir el típico hilo de trama cómica. ¿Y esperan que esto funcione? Una vez más una serie me gusta tanto que no creo que llegue a ver la tercera temporada.

* Atribuida originalmente a Mozart, otras fuentes indican que pudo haberla pronunciado Napoleón o Julio César. Lo de César no está tan claro, pero es por su manía de decir frases lapidarias en latín.


Sangritas

Si Barnabás Collins fue el prime vampiro personaje central de una serie de televisión —al fin y al cabo como excusa para series antológicas fantásticas llevaban años y como secundario? el año anterior a Dark Shadows se estrenaba La Familia Munster con ese abuelo que repetía los esquemas de un envejecido Lugosi—no fue, desde luego, el último.

Desde 1971, año del final de Dark Shadows, hasta la actual ola vampírica sólo hubo un lugar en el que el vampirismo fue preparándose para el renacer de los años ?90. En el género infantil/juvenil permaneció vivo por distintas series a partir de 1980, año en el que surgió la sorprendente idea de la división australiana de Hanna Barbera de crear Drak Pack. Devolviendo el protagonismo a quienes venían teniendo importantes papeles secundarios en programas como La Familia Munster (1966) o Barrio Sésamo (1969), manteniendo vivo el mito a través de océanos de tiempo.

La idea del Drak Pack era? curiosa. El adolescente —es un decir, claro— Drac Jr. junto con Frankie, descendiente del Monstruo de Frankestein, y Howler, un hombre lobo, deciden impartir el bien y la justicia contra las maquinaciones del Dr. Dred y su organización criminal OGRE. Una temporada duró el invento que, todo sea dicho, parecía el resultado de intentar llevar a una premisa de acción heróica al reparto de la cantarina Groovie Goolies centrando el protagonismo en un Drácula juvenil y tomando —ejem— prestadas ideas de Monster Squad.

En el 85 llega la primera adaptación de los libros de El Pequeño Vampiro. Será la primera vez que se cree a un vampiro como figura central de una serie juvenil no-animada. Pero no la última.

Lo siguiente, eso sí, será en 1988 la serie de dibujos Conde Duckula. Que, por cierto, tiene el honor de ser, además, uno de los pocos Spin-off televisivos al surgir el personaje como villano de varios episodios de Danger Mouse. Esta nueva creación del brillante estudio de animación británico Cosgrove Hall tenía la particularidad de ser, además, vegetariano. Durante cuatro temporadas, del 88 al 93, pudimos seguir sus desventuras, en las cuales el auténtico cerebro maligno era el mayordomo Igor que trataba de llevar a su señor a la dieta sanguínea y apartarlo de sus intereses: Ser una famosa estrella televisiva y comer verduritas.

Antes de su cierre en el 93 tuvimos a otro chupasangre infantil, del 91 al 92 existió una serie francoalemana o británicousaca (vovleremos a ello) llamada —atentos al título original— Draculito, Mon Saigneur. Con abierta intención subversiva —o humorística para niños, que viene a ser lo mismo— se nos contaba el día a día de Draculito, Little Drac, o Draculín que por esos nombres trató de ser aceptado el pobre chaval cabezón verde. Su enemigo, el Hombre Ajo siempre trataba de acabar con él pero el punto y final lo puso la audiencia.

Por suerte para nosotros —suponemos— el cierre en el 93 de Duckula vino acompañada de la segunda serie basada en los libros de El Pequeño Vampiro. En realidad la serie —del mismo modo que la primera, que contaba con el exotismo del capital canadiense apoyando al alemán— adaptaban en 13 episodios dos libros de la autora, los dos primeros en los ochenta, los dos segundos en los noventa y ninguno en la película de los años 2000, que para eso había dinero USAca en la bolsa. Como la buena de Angela Sommer- Bodenburg lleva diecinueve novelas y sólo 61 años es de suponer que para los próximas décadas seguiremos teniendo series «minis».

Dejemos constancia de que entre ambas series, en 1990, existió otra producción con actores reales, una serie inglesa rodada en Luxemburgo llamada —redoble— Dracula: La Serie. Lamentablemente aquí Drácula sólo era el malo. Un malvado millonario llamado Alexander Lucard ? A. LucardGuiño, guiño. Codazo, codazo. La cosa iba, en realidad, de un descendiente de Van Helsing y dos jovencitos que combaten los malvados planes del Conde mientras buscan la cura para el vampirizado hijo del primero —claro—.

En el 99 la FOX decide revivir Little Dracula, una serie de animación cuya primera temporada habían emitido a principios de los noventa. La serie se canceló antes de emitir todos los episodios de esta segunda hornada. Mientras, eso sí, crearon un problema. Little Dracula ? ¿No se parece demasiado a la francesa Draculito? Pues en principio no deberían, pero pese a que los franceses den como creadores a Bruno René Huchez y Bahram Rohani y los americanos aseguren que están basados en unos libros ingleses de Martin Waddell adaptados a serie por Joe Pearson y producción de Walker Hahn lo cierto es que… es la misma serie en ambos casos. —Ya os dije que volveríamos a ella—. Aparentemente rodada en régimen de co-producción, emitidos los veintiseis episodios originales en Europa en USA se emitieron sólo 13 y en 1999 el principio de una segunda temporada con los 13 que quedaban. Pero en ningún lado se acredita esto pese a lo obvio de la maquinación… Un lío bastante gordo, vaya.

En cuanto a los ánimes. Pues haberlos haylos. Si alguien quiere aportar información que lo haga en los comments que suficiente mierd? series me he tragado ya creadas por el hombre blanco.

Y hasta aquí el fondo de ataúd de las juveniles, en dos semanas el otro grupo imprescindible: Las Adultas, que vienen a ser de Detectives. ¡¡¡Kindred!!! ¡¡¡Angel!!!¡¡¡Y Rick Springfield como Nick Knight!!! ¡¡¡No podrás esperar a hincarle el diente!!!


Buenovedades

Siempre sale algo que merece la pena. Cada temporada. Aunque sea por pura potra. Ya sé que sería más divertido desprotricar de las malas pero entre lo poco que aguanto viéndolas —Yo, el público es otra cosa: ¿Cómo coño ha durado ?Till Dead CUATRO temporadas si Arrested Development fue cancelado a mitad de la tercera?— así que no esperéis largas diatribas contra The Forgotten o Hank. Como mucho puedo reflexionar sobre alguna de esas series imposibles que echan por la tele, como FlashForward, ridículamente pro-determinista, con actores que están cada uno en una serie distinta y un malo malísimo que podría —¡debería!— encabezar un listado de misscastings siendo la única posibilidad de elegir a alguien menos adecuado haber puesto a Screech.

Pero a lo que vamos. Tres nuevas series para ver: Empezando por el final vamos con la única serie Dramática de mi lista, The Good Wife. Tras varios años en los que las series de abogados parecían ser inevitablemente Kellyescas, con Ally McBeal como ejemplo a seguir, tenemos aquí una recuperación de las series de abogados clásicas en el sentido no tanto de Perry Mason como de La Ley de los Ángeles. Algo curioso teniendo de protagonista a la Margulies que el año pasado presentó Canterbury?s Law, otra serie de abogados nada Kellyesca pero tan aburrida y tan profundamente buenista que no había quien la resistiera ni ofreciéndoselo a San Ken Loach. Así que en seis episodios fuera. Gracias a unos cambios efectivos no es ya la abnegada madre que lucha porque se haga justicia entre los inocentes. Bueno, la verdad es que casi. Sigue haciendo justicia entre clientes básicamente inocentes **cof** y sigue siendo una madre abnegada. Aunque ahora lo sea de un político ?perdón, de un cargo electo, no es lo mismo- pillado in fraganti en lo que será una de las tramas largas de la serie. —El marido, por cierto, es Chris Noth, el Mike Logan de Ley y Orden o el Mr. Big de Sexo en Nueva York— Porque eso significa que a ella le toca empezar de cero, que tendrá que aceptar la ayuda de su suegra y volver a su antiguo trabajo, pero sin concesiones. Esto es, entrará en un bufete a prueba contra otro abogado. Precisamente entre los puntos fuertes están los asociados, interpretados por Josh Charles —que era el otro presentador en Sports Night o, más recientemente, uno de los pacientes de En Tratamiento— y Christine Baranski —ganadora del Emmy por su magnífico papel en Cybill aunque más conocida por ser la alta en la peli de Mamma Mía o por su reciente cameo haciendo de madre de Leonard en Big Bang Theory— que junto a unos guiones cuidados para darle un cierto aire clásico convierten la serie en una construcción ejemplar. ¿Serán los actores o es que ya nos hemos aburrido de locuras?

Mejor aún que la anterior es la comedia Modern Family en la que, lo reconozco, no tenía ninguna esperanza puesta. ¿Hay algo más tópico que una comedia familiar? ¿No estamos ya cansados de remedos de mockumentaryM tipo _The Office? Pues no. Pese a todos sus defectos han sabido ensamblar unos guiones explosivos que van acumulando situaciones problemáticas hacia el final de capítulo. Las tres familias son una reflejan diversos aspectos pretendidamente realistas —algo que siempre me hace desconfiar— de manera que hay una familia tradicional con una madre que trata de controlar todo tras una juventud? disipada, unos hijos prototípicos: el pequeño es un salvaje poco menos, la mediana es la inteligente, la mayor es una bimbo. Y el marido. ¿Os imagináis a Michael Scott tratando de ser el mejor padre, yerno, cuñado tanto como intenta ser el mejor jefe. Con resultados similares. Pues eso. Las dos familias distintas son las de la pareja de gays que acaban de adoptar a una niña asiática y que está compuesta por el típico urbanita snob escuchimizado y una especie de versión pasada de kilos del Albert Goldman de Una Jaula de Grillos. Sí, otro personaje que produce vergüenza ajena. Finalmente la pareja de un señor mayor y una ardiente hispana que aporta un hijo de su anterior matrimonio. Sorprendentemente ninguno de vergüenza ajena aquí, ni el madura y retraído chaval, ni la magnífica, pasional y sensata colombiana ni el experimentado y algo cansado ya Ed O?Neill —eso es, el siempre magnífico Al Bundy— que como de costumbre, de Dragnet a John de Cincinatti —esa serie— es lo mejor de todo, [Inciso: Katey Sagal, Peg Bundy, es también de lo mejor de su serie, Sons of Anarchy, a ver si vuelve pronto a ponerle voz a Leela en Futurama] conectando a las otras dos —si no has visto el primer episodio avanza rápido— ejerciendo de padre de la madre de pasado disipado y del gay neurótico. Casi parece un argumento para Casado con Hijos: Veinte años más tarde. Salvo, claro, que aquí la relación familiar está tratada de manera más positiva. Quizá sea esta imagen más agradable, más propia de una sitcom clásica la que haga perder algo de fuerza a una comedia que se propone como una máquina de humor bien engrasada pero cuyos referentes quedan al aire con facilidad.

En cuanto a la primera, Community ? mejor lo dejo para otro día. Uno con más espacio. Aunqeu no la semana próxima, que tocan vampiros, de nuevo. Hasta entonces echadle un ojo a estas series, aunque sea sólo para quejaros con base de mi pésimo gusto.


Barnabasadas

Willie Loomis, antiguo recluso, dolor de cabeza para gran parte de la población de Collinsport y no digamos ya para los habitantes de la señorial mansión de Collinwood, tenía el rastro de las largamente perdidas joyas de los Collins, había localizado un plano y resuelto las instrucciones con tal pericia que sólo unos candados y cadenas le separaban del ansiado tesoro. Hasta que un brazo salió del sepulcro, agarrándole por el cuello y haciéndole perder el conocimiento. Suave destino para el culpable de haber traído de nuevo a la vida a Barnabas Collins. Al vampiro Barnabas Collins.

Es normal que no acabéis de situar la anterior escena. Ocurrió en uno de mis fetiches, el culebrón sesentero Dark Shadows, con revamp a principios de los noventa en una serie semanal de vampiros que no acabó de alzar el vuelo. Pero ya estaba exteriorizada la idea. Regresando a la serie, Dark Shadows pretendía ofrecer algo distinto al espectador de telenovelas viendo la popularidad que las novelas románticas de corte gótico tenían. Victoria Winters era una gobernanta que llegaba a Collinwood, la mansión familiar de los Collins, para encargarse de demasiados problemas domésticos. El primero de los cuales fue un cadáver. Un chantaje que termina en asesinato y cuyos sospechosos son en su mayoría miembros de la familia pasa de ser uno de tantos asesinatos en la tele —especialmente en los culebrones, Desperate Housewives debería tener su propio reloj de Body Count— lo que permite a los guionistas a meter fantasmas para darle un poco más de vidilla a la serie, pero los espectadores no se enganchan. Tampoco cuando la ex-mujer del señor de la casa regresa? como seguidora de un culto de Ra decidida a inmolarse junto a su hijo en nombre del Fénix para renacer. Y, como última oportunidad, metieron a Barnabas. A partir de ahí tendrían más fantasmas, hombres lobos, criaturas devueltas a la vida, viajes en el tiempo y tantas otras ideas locas que sus resúmenes parecen más cercanos a Dr. Who que a Los días de nuestras vidas. Por poner un ejemplo de la importancia, la serie —el serial— fue emitido en sindicación durante años por el canal SciFi —ahora SyFy— del 92 al 03. Empezando, siempre, por el capítulo 210, el que culmina con la mano de Barnabas agarrando al pobre Loomis.

Pero a nosotros nos interesa Barnabas como arquetipo del que surgirá el Paranormal romance —o, al menos, culpable de popularizarlo— porque, claro, según se despertó se dio de bruces con una muchacha, Maggie Evans, que era la viva imagen de su difunto amor eterno. Pero no se parará ahí, tendrá sus más con la teórica protagonista, Victoria Winters, haciendo de tercero en el triángulo central de la serie. Dejará con las ganas, aunque convertida en su mejor aliada, a la Doctora Julia Hoffman; se encontrará con antiguos amores y coqueteará con las nueva generaciones de los Collins. Un caso este Barbanbas.

Lamentándose de cuando en cuando por su condición pero capaz de matar a sangre fría, de rechazar sin planteárselo y siendo desvelado en los viajes temporales que antes de su transformación no era mucho más humano.

A partir de ahí tendríamos un arquetipo montado que pasaba Drácula por el filtro de los culebrones. El vampiro que lleva años aislado del mundo exterior y que a su vuelta se redime por el amor de una mujer ?o de varias- y que, por pura lógica publicitaria, no es tanto el malo como una víctima de su maldición. Posición que tradicionalmente ocupaba el Hombre Lobo pero que frente a su animalidad resultaba menos glamourosa. Barnabas, eso sí, estaba lejos de ser uno de esos pochos personajes de la Rice, su huella está más clara en dos de los más importantes personajes masculinos de Buffy; notablemente en Angel pero más cercano aún en la transformación de Spike, ambos presentados como ambiguos seres del mal que se van dulcificando sin perder la ferocidad que permite a nuestro Barnabás a asesinar a sangre fría cuando considera que es lo más adecuado para sus intereses. Pese a lo cual en la peli que parece que se prepara el elegido ha sido otro blandito, Johnny Depp.

De momento tenemos el punto de partida de los vampiros superestrella televisivos, ya iremos viendo qué es lo que salieron de estas cenizas. Drácula Yeyé no incluido.