Guía timelordiana galáctica finalizabaker

Tom Baker acababa de superar a Jon Pertwee como Doctor más longevo. Su sexta temporada empezaba, además, con la llegada de Douglas Adams como Jefe de guionistas en sustitución de un cansado Anthony Read, mientras su otro oponente, el productor Graham Williams, se pensaba también su retiro, y, además, le habían sustituido a la actriz encargada de encarnar a Romana, en vez de Mary Tamm sería Lalla Ward la encargada de regenerarse para ocupar su lugar, algo que sucedería durante el primer serial que significaría, además, la llegada de sus más antiguos enemigos: Los Daleks.

Trayendo de vuelta a los Daleks aprovecharon para que su creador, Terry Nation, se ocupara de ello. O al revés, según se mire. Nation se encontraba muy liado con Los 7 de Blake; llegó incluso a consultar con la BBC, que emitía ambas series, la posibilidad de usar en ella a sus criaturas. De ahí salió la posibilidad de que escribiera sobre ellas para el final de temporada de Doctor Who y, viendo lo apretado de su calendario, decidieron usarlo como principio de temporada.

Nation volvería a tratar el tema de Skaro y a enfrentar a los malvados saleros mutantes a un nuevo enemigo, los Movellans, una suerte de raza de robots humanoides aunque con forma masculina o femenina —como parte de los intentos por parte de la raza de ocultar su naturaleza robótica—. Y entre ellos destaca Agella, interpretada por la actriz Suzanne Danielle, que no dudó en aprovecharse de la prensa ayudando a los productores a favorecer el rumor de que la nueva companion del Doctor iba a ser ella. Y es que la marcha de Mary Tamm se había producido fuera de escena.

Al inicio de este primer serial, Destiny of the Daleks, el Doctor llama a Romana y lo que sale por la puerta de los corredores de la TARDIS tiene la forma de la Princesa AstraTamm estaba embarazada, así que no podía aparecer—. A eso le sigue una escena más larga de lo esperable en la que Romana va probándose cuerpos como en otras series se probarían modelitos, entrando y saliendo del probador. Algo que tendrían que explicar los Guardianes de la Continuidad de la serie asegurando que los Time Lords pueden modificar su apariencia durante las horas posteriores a su regeneración. Tras varios intentos —una enana de color púrpura; una mujer muy alta, delgada y seria; e incluso una versión drag queen a la que despide con un No thank you, not today del que podéis pensar lo que queráis—, acaba aceptando que use la forma de Astra aunque con ropajes menos exagerados.

El presupuesto seguía siendo limitado así que el número de Daleks usados tuvo que limitarse también, igual que hubo problemas con el papel de Davros en el guión por estar su actor anterior, Michael Wisher, ocupado en Australia. Su reemplazo, David Gooderson, tuvo que lidiar con unas máscaras y maquillajes no preparados para él. Para justificarlo decidieron que Davros apareciera lo menos posible.

El serial fue un éxito, pese al tono cómico que le dio el nuevo Jefe de Guionistas, Douglas Adams, algo que suele ejemplificarse en el momento en que Baker, con su habitual sobreactuación, se sube a una escalera y empieza a burlarse de los Daleks por no poder salvar el obstáculo.

Quizá esa sea la definición más precisa de esta época, una en la que la parte seria será aniquilada mientras los juegos van creciendo. Y nada muestra mejor esa situación que el siguiente serial: City of Death. Quizá el más juguetón de los seriales de esta temporada, con una forma de entender la relación entre el Doctor y Romana que toma como referente a Nick y Nora Charles; un buen inicio para la relación de duelo de ingenios que irá desarrollándose.

De momento tenemos a David Fisher, al que encargaron que, como había hecho con El prisionero de Zenda, hiciera una versión paródica de las novelas pulp de Bulldog Drummond. Originalmente un pastiche poco sutil, ahí entraron Douglas Adams y Graham Williams a ayudar, lo que acabaría derivando en que el guión lo firmara el pseudónimo David Agnew —también participó el director, Michael Hayes, un viejo conocido del equipo—. Se había limado el parecido y la acción se había trasladado a Paris, incluso para el rodaje, tras comprobar el jefe de producción, John Nathan-Turner, que el coste del rodaje sería similar para convencer a un poco satisfecho Graeme McDonald. —No digamos ya cuando el equipo de grabación llegara el día anterior al 1 de Mayo, lo encontrara todo cerrado y tuviera que improvisar aún a riesgo de disparar las alarmas, o cuando unas lentes especiales alquiladas a una empresa española resultaran no encajar con las cámaras inglesas.—

La idea original de mostrar los bajos fondos y el mundo de las apuestas ilegales fue abandonada; en su lugar surgió la idea de una aventura igual de pulp pero centrada en la alta sociedad, con el autoproclamado Conde Scarlioni y su mujer en el centro de la trama con ayuda del Profesor Kerensky. La falta de efectivo para los experimentos de este último lleva a un plan inesperado: robar y vender la Mona Lisa, con un giro temporal. Porque, vaya, Scarloni resulta ser un extraterrestre cuya existencia se vio desgajada en el tiempo, Scaroth, el último de los Jagaroth y, presunto, salvador de su raza. Los doce fragmentos en que se dividió su consciencia estaban comunicados telepáticamente, con el objetivo de reunir todos sus jirones para poder volver a ser uno.

Quizá lo más interesante sea como la relación de Romana y el Doctor es mostrada en espejo con la relación del Conde y la Condesa, que de nuevo se muestra como pensada con la comedia de fondo. Scarloni es un alienígena de larga vida que comparte su tiempo con una mujer humana a la que parece haber fascinado, algo que funciona como eco de la relación habitual entre el Doctor y sus acompañantes, pero va a más porque el entendimiento, sin que exista una relación íntima real — la Condesa actúa como si la discreción que necesita Scarloni se debiera a que es homosexual o, al menos, algún tipo de extraño fetichista —, pero sí una compenetración poco habitual, aunque sea basada en lo que cada uno espera sacar del otro. Liz Barr pone de ejemplo de esto, en su ensayo para Chicks unravel time, el siguiente diálogo :

DOCTOR: ¿Cuanto tiempo lleva casada con el Conde?

CONDESA: Suficiente tiempo.

DOCTOR: Suficiente tiempo. Me gusta eso. Discreción y encanto. Tan civilizado. Tan terriblemente poco útil.

CONDESA: Discreción y encanto. No podría vivir sin ello, sobre todo en los asuntos relativos al Conde.

DOCTOR: No hay nada como la discreción. Tampoco hay nada como la ceguera voluntaria.

CONDESA: ¿Ceguera? Le ayudé a robar la Mona Lisa, el mayor crimen del siglo, ¿y me llama ciega?

DOCTOR: ¡SÍ! Usted ve al Conde como un genio criminal, un tratante de arte, un hombre delirantemente rico, y se ve a usted misma como su consorte. Pero… ¿a qué se dedica en el sótano?

CONDESA: Chapucillas. Todo hombre debe tener su hobby .

DOCTOR: ¿Hombre? ¿Está seguro de eso? Un hombre con un ojo y piel verde, ¿eh? Rapiñando los tesoros artísticos de la historia para ayudarle a construir una máquina que le permita estar con su gente, los Jagaroth, ¿y usted no se dio cuenta de nada? Qué discreta, que encantadora.


Y, sin embargo, esa misma discreción y encanto era lo que se mostraba entre las acompañantes del Doctor, permanentemente recordándoles que era extraterrestre o que tenía diferencias físicas —digamos, dos corazones— porque no era humano. La Condesa se muestra, si no genuinamente enamorada del Conde, sí desde luego extraordinariamente fiel a él. Puede que sea, como asegura el Doctor, por lograr sus objetivos, pero, desde luego, es una de las relaciones más sólidas entre una pareja criminal que se verá en esta serie durante muchos años.

La BBC no era la única cadena con problemas sindicales, también la ITV tenía los suyos propios, que se hicieron notar durante la emisión de este serial, dejando algunas semanas sin competencia a Doctor Who y provocando así picos de varios millones de espectadores. Una circunstancia favorable al inicio de la temporada que acabaría demostrándose como irónica. En cualquier caso parecía que el público estaba respondiendo bien a este tono más lúdico y humorístico, que muchas veces se permitía escenas memorables como —me permitirán— esta:

Que Douglas Adams fue co-guionista de esta historia significó también que no pudo ser incluida en las novelizaciones que la editorial Target realizaba sistemáticamente de la serie —y de las que ya hablaremos— por ser demasiado caro para sus tarifas. Tampoco acabaría publicada en otra editorial; simplemente Adams pasaría a reciclar sus ideas, como solía hacer, y las utilizará para la Guía del autoestopista galáctico y, sobre todo, para Dirk Gently. Pero también de esto hablaremos más adelante en esta misma columna. De momento pasemos al siguiente serial.

The creature of the pit, aunque sea el tercero en emisión, fue, en realidad, el primer serial que se filmó de la temporada y, por lo tanto, aquel que atrajo sobre sí los primeros problemas. De entrada, los que tenía Graham Williams con su salud y su progresivo hartazgo. Trató de conseguir que su jefe de producción fuera ascendido a Productor Asociado ,pero Graeme MacDonald estaba poco dispuesto a permitirlo, así que a John Nathan-Turner aún le tocó esperar un poco.

MacDonald estaba poco convencido de la deriva humorística que había tomado la serie, sobre todo con Adams ocupándose de los guiones. Algo que el encargo del guión a David Fisher, de quien ya se había quejado por The Androids Of Tara, no hacía más que preocuparle. Hasta el punto de pedir a Barry Letts que echara un ojo a la producción aunque no tuviera oficialmente nada que ver con ella.

Por si no fueran suficientes problemas, pronto se demostró que, como venía pasando en las últimas temporadas, el presupuesto se quedaba corto para las ideas que tenían los guionistas. Y en 1979, con la inflación desbocada, era complicado lograr más dinero.

Así que lo peor que podías hacer era cagarla en la concepción del monstruo —y en este caso se jugaba con la idea de que las cosas no son lo que parecen, de modo que el monstruo no es tal y el culpable de todo es una mujer… lo que al guionista le parecía que resultaría más sorprendente. Se ve que no se había visto su propia serie porque ya habían jugado esa carta, y mucho mejor, antes. —, como pasó en este caso, debido a dos factores que empeoraban todo por ser previsible. En primer lugar el tamaño del bicho ya había causado estragos y problemas de producción en The Power Of Kroll el año anterior, y explicarle a MacDonald que habían vuelto a tropezar en la misma piedra no debió ser nada fácil; en segundo lugar, el diseño del bicho… cómo explicarlo… Puede que vistos a tamaño completo resultara algo sorprendente pero cuando nos centrábamos en sólo una parte y su apéndice, entonces el resultado era… bien distinto. Las diferentes historias que se han escrito sobre la serie suelen recoger que hubo cierto revuelo cuando MacDonald pudo ver por primera vez al monstruo, pero es difícil de asegurar que no fueran Nathan-Turner o Williams los primeros en percatarse de los aspectos fálicos de la criatura —que, para colmo, se llama Erato, como la Musa de la Poesía Romántica y, ehem, Erótica. Claro que con otro personaje del serial llamado Organon casi que aún tuvieron suerte— de manera que se decidió que el monstruo tenía que salir lo menos posible, y lo más en sombras, en pantalla. Así que el director del serial, Christopher Barry, tuvo que apañárselas con problemas de presupuesto y la necesidad de modificar la historia, todo ello mientras se buscaba una nueva voz para K9 y Lalla Ward se quejaba de que su papel se hubiera escrito como si aún estuviera interpretado por Mary Tamm. Si tenemos en cuenta el flojo resultado final, no es de extrañar que ni Barry ni la BBC quisieran volver a colaborar en la serie.

Hay que reconocerle, sin embargo, un mérito. Y es que como inicio de producción ponía la marca de cómo lograr lo que Graham Williams llamaba un reescalado de la serie. Tras restaurar el orden en todo el universo al final de la temporada 15 y durante toda la 16, con la misma existencia dependiendo de él, se buscaba un intento de regresar a historias más pequeñas, incidentales, a las que el Doctor llegara casi por casualidad. O, teniendo en cuenta que esa era parte de la idea del randomizer que instaló para evitar al Dark Guardian, completamente por casualidad.

Por algún motivo que no parece sensato se pensó en una historia que inicialmente estaba relacionada con las drogas como cuarto serial, Nightmare of Eden, sólo para que la BBC convenciera a su guionista, Bob Baker, de que tenía que tener más claramente incluso un mensaje: Las drogas son malas. Sí, estamos ante un episodio anti-drogas en Doctor Who. Menos mal que no era un Episodio Muy Especial

Baker, la mitad de los Bristol Boys que habían entregado durante muchos años guiones para la serie, envió la propuesta original a Adams, que opinó que la relevancia del tema en ese 1980 que empezaba bien merecía centrar un serial del Doctor. Lamentablemente ni Williams ni Ward estaban muy convencidos de que hubiera que representar a la droga como algo deseable en ningún momento de la historia. Y BakerTom Baker estaba demasiado ocupado tratando de imponer su autoridad sobre el director elegido, Alan Bromly, que llevaba sin trabajar en la serie desde hacía seis años y que tenía un método chapado a la antigua de trabajar, muy autoritario. Las broncas entre ambos fueron subiendo de nivel hasta que se hizo necesaria la presencia de Williams para interceder entre director y actor, de manera que se pudiera grabar el serial. De modo que el último día de rodaje el director acabó hartándose y dimitiendo; pasó a ser tarea de Williams rodar las escenas restantes y realizar la producción del material rodado.

A veces se sorprende uno de que lograran seguir con la serie adelante, pero este capítulo fue importante para todos. Baker decidió dejar de colaborar con la serie, pasó a escribir para otros estudios y su nombre se puede encontrar, por ejemplo, en varios cortos de Wallace & Gromit, incluso en el largo Wallace & Gromit in The Curse Of The Were-Rabbit. Su única relación con la serie fueron sus intentos de lograr un spin-off de K9, del que ya habrá tiempo de hablar.

En cuando a Graham Williams, éste fue el serial que le llevó a decidir que estaba harto de Doctor Who, especialmente de su actor principal, y que lo mejor que podía suceder era terminar la temporada y dedicarse a otra cosa. Y así se lo comunicaría a MacDonald, recomendándole contratar a John Nathan-Turner para su puesto en cuanto terminaran de grabar los seriales que quedaban para dar por concluida la temporada.

Empezando por The Horns Of Nimon, un serial menor del que sólo puede salvarse algún diálogo afortunado entre el Doctor y Romana pero que podría resumir gran parte de los problemas que tuvo durante toda esta temporada la serie, sobre todo los guiones. Viendo los problemas de los guionistas clásicos, muchos de ellos ya con sus propios proyectos — Robert Holmes, Terry Nation, Dave Martin y ahora Bob Baker— y los problemas con otros más recientes como David Fisher*´, se puede entender que *Williams y Adams prepararan para esta temporada una renovación de guionistas, mejor dicho, la entrada de sangre nueva para ofrecer otras perspectivas. El resultado, como el de casi cualquier cosa intentada esta temporada, fue desalentador. Ni guionistas de otros medios, ni antiguos colaboradores como Philip Hinchcliffe, ni prácticamente nada salvable salió de esa criba. De manera que hubo que tirar rápidamente de los habituales, en este caso del antiguo Jefe de Guionistas, Anthony Read, que entregó una historia basada muy obviamente en la historia del Minotauro.

Y por muy obviamente quiero decir que los atenienes (Athens) pasan a ser Aneth, Cnosos (Knossos) pasa a Skonnos y la ciudad de Corinto (Corinth) pasa a ser Crinoth. ¿Para qué meterse en más honduras?

Así que Douglas Adams le dio un pequeño repaso al guión, incluyó algún diálogo ingenioso y cambió el nombre del laberinto en que se escondía este nuevo minotauro de Complexity a Power Complex para poder dedicarse a hacer chistes con el concepto. Y se quejó de que su trabajo no estuviera saliendo como él esperaba. En lugar de crear o supervisar estaba encontrándose —irónicamente, como a le había pasado a Anthony Read, su antecesor en el cargo— con que le tocaba reescribir las historias con muchas prisas y más ojos puestos en el presupuesto que en la historia en sí. Así que decidió que en cuanto terminara la temporada, de cuyo final se iba a encargar él mismo, lo dejaba.

Y es que en ese final de temporada estaban puestas muchas expectativas. Williams confiaba en que fuera una gran historia y no le importó dejar Nimons —en vez de Minos, por si no lo habíais pillado antes— con menos presupuesto para compensar lo que ya se habían gastado de más tanto en el anterior serial como en Destiny Of The Daleks y City Of Death, y lo que sospechaba que se iban a gastar en el siguiente. Este tenía una historia poco inspirada, realizada con rapidez para rellenar el hueco y que todos esperaban que fuera olvidada con rapidez porque para eso tenía detrás un enorme final de temporada: Shada.

Cuando Williams decidió largarse pensó en hacerlo por todo lo grande, de modo que cuando llegó la idea original de Douglas Adans —un serial en el que el Doctor decidía retirarse pero no dejaban de surgir situaciones que le obligaban a regresar a la acción, un nuevo eco a El hombre delgado— pensó que no era suficiente. Quería algo más grande.

Para cuando Douglas Adams decidió que él también se largaba parecían haber encontrado una respuesta. Iba a explorar la sociedad gallifreyana, más concretamente su posición sobre la pena de muerte. Pero a Williams le parecía que se había dado demasiada información sobre la organización de los Time Lord en los últimos años. Dándole unas vueltas decidieron que la historia, originalmente llamada Sunburst y para la que se había terminado contando con el director del anterior guión de Adams, debía ser llevada lejos del planeta Gallifrey, a otro planeta que sirviera como prisión para sus más graves criminales, pero con escenas al principio y final del serial en la Tierra.

El Doctor, Romana y K9 irían a visitar a un viejo amigo Time Lord autoexiliado en la tierra, disfrazado de profesor universitario en Cambridge. Tras sufrir un ataque descubrirían que el científico criminal Skagra necesita el conocimiento de su amigo, el Profesor Chronotis, para llegar hasta el planeta prisión y al recluido Salyavin, un Time Lord de enorme poder mental que le serviría para imprimar con su mente a todos los seres pensantes del universo.

Así que habría exteriores universitarios —durante la grabación de los cuales se rodaría una escena entre el Doctor y Romana que homenajeaba una de las grandes escenas de Los secretos de Oxford (Gaudy night) protagonizada por una de las más notables parejas de investigadores con relación cómico-amorosa, Lord Peter Wimsey y Harriet Vane —, un planeta-prisión y, sobre todo, una gran persecución nocturna.

Y entonces llegaron, un año más, las broncas reivindicativas de los trabajadores técnicos de la BBC. Y si los dos últimos años se había podido evitar, éste estaban decididos a cobrarse el final de temporada de Doctor Who como muestra de poder. De modo que se ocuparon de que no se pudiera grabar por la noche, cuando el guión fue cambiado se ocuparon de que no se pudiera trasladar el equipo necesario para la grabación fuera del estudio, a continuación obstaculizaron los exteriores previstos… El tiempo pasaba, las reuniones se sucedían entre los responsables de la serie y todo parecía ir a peor, sobre todo cuándo la huelga persistió lo suficiente como para amenazar también a los especiales navideños. Porque estos sí que no tenían sustitución ni arreglo posible. De manera que la BBC apostó por mantenerlos, condenando a Shada a la desaparición… O casi.

La salida de Graham Williams de la serie sabría incluso más a derrota que la de Douglas Adams. Al fin y al cabo Adams se marchaba para ocuparse de su propia creación y había estado poco menos de un año en el puesto. De hecho, como era habitual en él, reciclaría parte del material no utilizado en Doctor Who; algunas cosas en la Guía del autoestopista galáctico, mientras que otras le servirían de inspiración para un nuevo personaje: Dirk Gently.

Pero Graham Williams… había llegado para sustituir a Philip Hinchcliffe y, si bien la audiencia se había mantenido e incluso aumentado, los constantes enfrentamientos con Baker, que había logrado aumentar su contrato otro año, y con Graeme MacDonald, que también tenía noticias para el equipo, junto con todos los problemas con los actores, el personal técnico y el artístico, habían logrado convertir los tres años que había durado su estancia en un ejemplo de todo lo que puede ir mal en una serie de éxito y, desde luego, lograron quitarle las ganas de seguir mucho más tiempo trabajando en televisión. Sobre todo tras este gran fracaso final de encontrarse con la primera historia del Doctor tumbada durante su grabación. De modo que hizo todo lo posible para que Shada se quedara y se le diera salida de alguna manera, y así se lo aconsejó a su sucesor.

Graeme MacDonald tenía algo que comunicar al equipo: Seriales, su departamento, iba a pasar a ocuparse tanto de los dramáticos como de los cómicos. Eso era más trabajo y, por tanto, no podría estar tan encima como había estado los últimos años. Por eso tenía la intención de buscar a un productor experimentado en lugar del candidato de Williams. Hasta que se dio cuenta de que sus apuestas no querían el puesto y, por tanto, accedió a dárselo a la persona sugerida por Williams: John Nathan-Turner. La carrera de Nathan-Turner había empezado con pequeños papelitos en la BBC mientras iba recorriendo todo el árbol de puestos hacia arriba. Su llegada a la producción de Doctor Who parecía la consecución de una carrera, al menos de momento.

Pero MacDonald seguía sin fiarse de JNT por su inexperiencia, así que aprovechó que ya tenía extraoficialmente a Bryan Letts echando un ojo a la serie —Con brillantes resultados, como parece obvio— para pedirle que se uniera en el rol más oficial de Productor Ejecutivo y así mantuviera vigilados a los muchachos. También quería traer de vuelta como Jefe de guionistas a alguien que hubiera trabajado para la serie en el pasado; su candidato principal era Robert Banks Stewart, pero de nuevo le dijeron que no, aunque en esta situación recomendándole contratar en su lugar a un guionista sólido aunque ajeno a la serie: Christopher H. Bidmead.

En cuanto John Nathan-Turner tomó el poder, trató de buscar una salida para Shada. Primero grabándolo para el año siguiente, después remontándolo para un especial navideño y, finalmente, ante la imposibilidad de lograr nada con ello, guardándolo para usarlo en alguna mejor ocasión.

Mientras tanto tenía otros problemas en mente. El principal, que le había llevado a rechazar la idea de grabar lo que quedaba de Shada para emitirlo en su temporada, la necesidad de abandonar ese tono cómico en la serie, librarse de K9 y, para disgusto de Lalla Ward —que, como parecía más que obvio para los espectadores, en esos momentos mantenía una relación menos secreta de lo esperable con Tom Baker—, quitársela también a ella de encima en el transcurso de la temporada. No tanto por su relación o por preferir un tono cómico para las aventuras como por considerar que ellos tres formaban un grupo demasiado poderoso y sólido como para que el espectador llegara a temer por ellos o por sus objetivos. Así que la idea era ir añadiendo nuevos acompañantes en la temporada, despedirse de los antiguos, buscar un tono más realista y aventurero, más serio, y, desde luego, buscar nuevos guionistas.

Además de lo cuál, John Nathan-Turner había decidido dedicar su primera temporada, con la complicidad de Bidmead, a una idea concreta: Traer de vuelta la ciencia a la ciencia ficción de Doctor Who. Aunque para eso primero debía lidiar con la falta de guiones y de nuevos guionistas para la nueva temporada. Así que para iniciarla recurrieron de nuevo a David Fisher. El problema es que ahora JNT no quería saber nada de los elementos cómicos que tanto habían apoyado Read y Williams. Como de costumbre con él, el guión era un pastiche sobre elementos preexistentes, en este caso las películas de gangsters. JNT y Bidmead cambiaron parte de esto aunque mantuvieron la localización en una suerte de campamento para veraneantes y aumentaron la parte científica amplificando la importancia de un mecanismo llamado Tachyon Recreation Generator en la historia.

Mientras se terminaba de arreglar el guión, Nathan-Turner se puso con el siguiente punto de su lista: modernizar la serie y hacerla más vendible. Para lo primero empezó por pedir un nuevo logo realizado como si fuera de neones, así como un nuevo arreglo musical y un cambio en la cabecera sustituyendo el clásico tunel espacial por un universo de estrellas. Lo que ,según él, resultaría menos confuso y más agradable de ver.

En cuanto a lo otro, decidió que el Doctor y sus acompañantes debían vestir de una manera no sólo reconocible sino, siempre que se pudiera, llevando las mismas ropas, como una especie de uniforme. Algo que llevó a protestar inmediatamente a Ward, cuya posición había empeorado en la producción, no sólo por su salida prevista, sino porque tras el final de temporada Baker y ella habían decidido dejarlo. Lo que contribuyó, además, a que el carácter de Baker se volviera aún más errático. Algo que daría problemas en cuanto empezara la grabación de este The Leisure Hive.

La dirección del serial recayó en Lovett Bickford, un director al que John Nathan-Turner conocía de cuando trabajó en el gran éxito de la televisión inglesa All the creatures great and small, pero que vio en ésta su oportunidad de realizar un trabajo más complejo… y lo que logró fue enfrentarse a los actores, los productores, disparar el presupuesto y que no le volvieran a llamar más.

Algo a lo que tampoco ayudó que este comienzo de temporada lograra unas cifras de audiencia inusitadamente bajas. Parecía que el año anterior el programa había tocado techo y desde entonces estaba bajando, pero es que los resultados de éste hacían regresar a la serie a los momentos más bajos, desde la temporada cuarta, convenciendo definitivamente a JNT de que hacía falta un cambio mayor.

De momento fueron produciendo el siguiente serial, obra de dos guionistas novatos a los que estaban probando, John Flanagan y Andrew McCulloch, así como a un director acostumbrado a rodar series con grandes efectos especiales, Terence Dudley. La idea del serial, que acabaría siendo conocido como Meglos tras probar multitud de otros nombres, trataría de la llegada del Doctor y sus acompañantes a un planeta dividido entre científicos y religiosos. Además, su fuente de poder se está agotando y no parecen estar muy ocupados tratando de investigar a qué se debe, precisamente por el obstruccionismo de los clérigos. A lo que se une, encima, la aparición de un alienígena mas-o-menos cambiaformas, el Meglos del título, el último de los Zolfa-Thurans, que está decidido a hacerse con la fuente de poder aunque sea haciéndose pasar por el Doctor, lo que permitirá que Baker interprete al héroe y el villano, como ya habían hecho Hartnell y Throughton.

Dentro de las ideas de JNT estaba recurrir a la propia historia de la serie, y una muestra de eso sería la recuperación de la magnífica Jacqueline Hill para realizar un papel secundario como Lexa, la líder de los religiosos —en lugar de repetir el de la inolvidable Barbara Wright como hubiera sido esperable—. Al final del capítulo el Doctor recibe una llamada de Gallifrey para que acudan de inmediato, así que el Doctor quita el aleatorizador de la TARDIS y se dirige hacia allí.

Este final de episodio entraba en los planes de relanzamiento de JNT desde que decidiera profundizar en la propia serie, tras ver el crecimiento y utilidad de las agrupaciones de fans, además de considerar que así se podría centrar más el tono. Para lograr esto acudió a Ian Levine, un fan y coleccionista al que acabaron nombrando fan advisor. Suya fue la idea de realizar arcos argumentales entre seriales. Nathan-Turner, que había estado presente durante el quebradero de cabeza que supuso la temporada de Key to Time, tanto en lo que limitaba la historia como en la dificultad para enlazarlas, decidió usar la idea de otra manera. Empezando por ligar el final del capítulo y usar la fórmula mágica de prometer a los espectadores una aventura en Gallifrey para, en el siguiente serial, hacer que la TARDIS pasara por un extraño fenómeno espacio-temporal al que llamó Charged Vacuum Emboitment que la hizo entrar en un universo paralelo de bolsillo con sólo un par de planetas en él; una localización imposible con coordenadas negativas a la que el Doctor llamaría Exo-Space o Ecto-Space, es decir: E-Space. Con esta historia planteaba quitarse de en medio a Romana y K9 y traer a un nuevo acompañante pensado para atraer a un público más joven y ofrecer unos personajes más vulnerables, aunque las últimas revelaciones digan otra cosa. De modo que presentarle fue lo primero que se hizo en la serie.

Full Circle les llevó al planeta Alzarius, en el que conocerían a la joven promesa matemática e incordio general Adric, miembro de la clásica raza en lucha con otras por el control del planeta. Sólo que aquí todos pertenecen a la misma especie con distintos puntos de evolución. Esta demostración de las diferentes etapas de la evolución es de un más que notable evolucionismo, concepto fundamental por encima de la lucha tribal.

Matthew Waterhouse, que interpreta a Adric, tenía 18 años al comenzar las grabaciones y tardaría poco en llevarse mal con los otros actores. Tampoco es que entre ellos Baker y Ward se llevaran mejor, puesto que Baker se había repensado la ruptura y había tratado de volver, encontrándose con la negativa de Ward, lo que convirtió los primeros rodajes en un auténtico problema por las fricciones ente ambos y ciertos problemas de Baker con el alcohol como consecuencia. La llegada de Waterhouse sirvió para que se unieran un poco, pues mientras éste les encontraba intimidantes ellos pensaban que era un fastidio que discutía con los otros actores y el director, convencido de saber mejor que ellos lo que funcionaba. Otro desastre en ciernes.

Mientras tanto, John Nathan-Turner compartió con la prensa la marcha de Romana y K9, así como la llegada de Adric. La respuesta inmediata fue un revuelo alrededor del perro-robot, que tantos problemas daba a guionistas y responsables de efectos especiales pero que encantaba a los niños. Incluida una campaña de salvamento que acabó cuando la BBC sacó una nota diciendo que aparecería en varios episodios de la actual temporada. Es decir, lo que estaba previsto desde el principio, pero que al no ser de dominio público los defensores del roboperro tomaron como un triunfo o, cuando menos, una consolación.

La siguiente historia, parte central de la trilogía del E-Space, State Of Decay, supuso la recuperación del guión que Terrance Dicks estaba escribiendo para Robert Holmes para la temporada quince y que fue eliminado por MacDonald al considerar que era una historia de vampiros demasiado cercana a la producción de Drácula que estaba preparando entonces la BBC. De modo que, aunque JNT quisiera ofrecer historias serias más cercanas a la ciencia ficción que al terror de la época de Philip Hinchcliffe, sirvió para su propósito, sobre todo aprovechando la idea original de Dicks de que esta historia de aspecto medieval sobre tres oscuros personajes que viven y aterrorizan a un pueblo desde su castillo fueran en realidad extraterrestres viviendo en su nave espacial. Sin embargo los intentos de Bidmead de apartar a Dicks y al director, Peter Moffatt, de darle un aspecto similar al de aquella época y, por descontado, al de la Hammer, abrió una brecha entre los dos grupos. JNT respaldó en todo momento a Bidmead, pero el jefe de guionistas estaba viendo claro dónde se había ido a meter y empezó a considerar la posiblidad de largarse.

Como parte de esa nueva forma de caracterizar personajes Nathan-Turner había pensado que Adric tuviera luces y sombras, con un comportamiento cercano en momento al del Artful Dodger de Oliver Twist, y su primera demostración iba a ser este serial en el que parecería durante parte del mismo que se encontraba alineado con los vampiros. Sin embargo, pronto fue dada de lado la idea, limpiando su personalidad de sus comportamientos delictivos para centrar los aspectos negativos en su personalidad como listillo. Mientras tanto, Ward y Baker, que se habían reconciliado finalmente, habían decidido ir un poco más allá y anunciar al equipo que se casarían al final de 1980.

El final de la trilogía estaba pensado para ofrecer una historia de manos del maestro de la ciencia ficción Christopher Priest. Sin embargo, el paso de narración a guión no acababa de funcionar y, al final, tuvieron que desestimar su colaboración. En su lugar contaron con Stephen Gallagher, un fan de Doctor Who y escritor de radionovelas que había mandado algunos ejemplos, uno de los cuáles se consideró un buen Plan B por si hubiera problemas con alguno de los seriales de esta temporada y, si no, se hubiera producido en la siguiente.

De modo que tiraron de él, con ayuda del director del serial, Paul Joyce, realizando algunas reescrituras no acreditadas, ofreciendo un espacio en blanco y múltiples conceptos sacados directamente de películas de Jean Cocteau —especialmente La bella y la bestia y Orfeo—, así como ideas de narraciones de Bester (El hombre demolido) y Halderman (La guerra interminable). Al final de éste, Romana y K9 deciden quedarse dentro del E-Space para ayudar, mientras el Doctor se marcha con Adric destino a esa llamada que habían recibido de Gallifrey. Y así, unas historias —incluso una trilogía— ofrecen un motivo para seguir adelante.

Sin embargo el rodaje no fue sencillo. Ward no estaba del mejor de los humores y se peleó con Baker, también lo hizo con Joyce por considerar su despedida de la serie poco emotiva, muy fría, algo en lo que tuvo que intervenir John Nathan-Turner para asegurar que la idea era ofrecer algo adulto, no un culebrón. Y, para colmo de males, Joyce estuvo discutiendo con los técnicos, especialmente con el jefe de iluminación, acabó poniéndose enfermo y casi logró ser despedido. Tras recuperarse ofrecería una disculpa al equipo y una carta asumiendo sus responsabilidades a JNT. Nunca volvería a dirigir un serial, pero demostró una clase que no tuvieron otros profesionales.

La llamada de Gallifrey terminaría siendo una misión en The Keeper Of Traken, obra de Johnny Byrne, excolaborador de Spike Milligan, trabajador de Space: 1999 y conocido de JNT por All Creatures Great and Small. Pero no era un asunto de amiguismo, porque desde Robert Holmes a Douglas Adams, los distintos responsables de guiones de Doctor Who le habían pedido que les enviara algún guión. Eh, incluso se le llegó a ofrecer el puesto de Jefe de guionistas como reemplazo de Douglas Adams, un puesto que había terminado recayendo en Bidmead. Precisamente a él le tocó reunirse, con la mediación de JNT, para convencerle de que les mandara algún guión.

Tras la partida de Ward, Tom Baker decidió que él tampoco iba a durar otra temporada. Tras negociar un aumento de sueldo y no lograrlo decidió que esa sería su última temporada; con lo que, siete años después, por fin estaba preparado para dejar el personaje.

De momento el Doctor acude a Traken a petición del Keeper, el jefe de los Cónsules, entre los que se halla infiltrado el malvado Melkur. E igual que algunos se iban, otros llegaban, así que Nyssa, la hija de uno de los Cónsules, muerto durante el serial, decidía unirse al Doctor. También se había considerado la posibilidad de sacar a K9 para demostrar que el Mark I que se había quedado allí con Leela estaba disponible, pero con el cambio de planes —y de localización— acabaron pasando. Decidieron, eso sí, traerse a un viejo enemigo.

Porque Melkur es, en realidad, una personalidad falsa creada por un maestro en infiltrarse y trazar planes, es decir: The Master. ¿Pero no estaba muerto? Es decir, ¿no estaba muerto otra vez? Pues no. Porque después de verle francamente desmejorado, buscando una manera de eludir el plazo de la duodécima regeneración, del cuerpo número trece, se nos presenta aquí habiendo usado el poder de La Fuente para transferir su consciencia a otro cuerpo y reiniciar así el ciclo de regeneraciones. El elegido para encarnarlo de nuevo sería Anthony Ainley, que realizaría una versión de la magistral interpretación de Roger Delgado con un tono más malévolo, menos humorístico.

Por su parte, Bidmead avisó a JNT de que se largaba también él a final de temporada, así que le tocaba buscar uno nuevo e intentar que esta vez durara más de un año. Algo a lo que parecía ayudar la renovación que iba a suponer la temporada 19. Como de costumbre no encontraron a nadie, así que decidieron contratar a un escritor en plantilla de la BBC, Antony Root.

De momento Christopher Bidmead y JNT tenían que terminar con la temporada y darle a Tom Baker la salida que se merecía. Motivo por el cuál sería el propio Bidmead el encargado de escribirlo. A lo que había que sumar una nueva acompañante surgida de la publicidad. Bueno, no exactamente. Pero resulta que Doctor Who se vendía al exterior, y se vendía bien, y si en USA estaba funcionando bien en Australia estaban tan contentos con ella que la cadena ABC australiana estaba pensándose apuntarse a la BBC para coproducirla, de manera que Graeme MacDonald instó a sus muchachos a que incluyeran a una acompañante australiana. Así, aunque hubieran metido ya a Adric y Nessa y aún a riesgo de convertir la TARDIS en un autobús, incluyeron a la azafata australiana Tegan Jovanka, un personaje que procura no mostrar su falta de seguridad con una personalidad alegre arrolladora. Por si os lo preguntáis: Dio igual, la ABC decidió no invertir en Doctor Who.

Logópolis, la ciudad de las palabras, pese a su nombre está hasta arriba de conceptos científicos, más allá de la excusa argumental habitual. No es que sea Hard SciFi pero resulta un final perfecto para esa temporada más centrada en la ciencia. En este caso con claras referencias a la informática, la arquitectura computacional y la termodinámica, entre otras . La trama vuelve a partir de The Master, que ha logrado crear la entropía en el planeta. Algo que irá amenazando a todo el planeta, sobre todo con la aparición de un misterioso personaje, The Watcher. Alguien que no se nos mostrará en los primeros capítulos y que tardará en saberse si es parte del plan de The Master.

Todo en esta historia está ahí para recordarnos lo gran personaje que es el Doctor y exprimir un poco más esa forma casi maníaca en la que Tom Baker interpretaba al personaje, lleno de energía, simpatía y confusión, con un enmascaramiento de su brillantez en una mezcla de dulzura, de Jelly Beans, y de atolondramiento. Todo rizos, bufanda y abrigo, incluso aunque John Nathan-Turner decidiera cambiar sus colores y pasar de los naranjas al borgoña, y de utilizar una lógica paralela, al margen de, precisamente, esa ciencia más rígida que representa Logópolis. Un bello homenaje con un final aún mejor.

Ian Levine sugirió, además, que antes de la reencarnación se emitiera un montaje con distintos amigos y enemigos del Doctor llamándole por su nombre. Un acierto que sirvió de resumen emotivo de los siete años que Tom Baker había estado interpretando al personaje.


Always money banana standar

En la vida de las series siempre parece haber algo que facilita que su memoria crezca entre los espectadores. Quizá sea por el incremento de buenas críticas, por la llegada de gente con un interés concreto o, simplemente, porque todas estas cosas llevan su tiempo. La verdad es que hace diez años Arrested Development nos importaba sólo a unos pocos, igual que luego pasaría con The Wire, Community o ahora con The Americans.

En el caso de Arrested Development convendría ponernos en situación: Mitchel Hurwitz había trabajado de guionista en Las chicas de oro y The John Larroquette Show y co-creado The Ellen Show. La idea, sin embargo, corresponde a Ron Howard. Es él quien quería hacer una serie sobre una familia rica y disfuncional, también quería que el aspecto fuera similar al de los realities y que tuviera un gran trabajo cómico de casting y guiones. Hurwitz fue e que pensó en los escándalos tipo ENRON y en el cambio de la figura de los ricos en la sociedad americana de los tiempos de Bush hijo.

Pero vayamos un paso más, ¿qué se emitía en la tele en 2002 mientras esta serie era preparada? Podemos empezar antes por mencionar los Emmys. En comedia FRIENDS había ganado frente a su compañera de cadena Will & Grace, a la serie familiar de la CBS Everybody Loves Raymond y a dos series míticas de la HBO, Curb Your Enthusiasm y Sex and the City. Andaban por ahí también Scrubs, Malcolm in the middle y Frasier. Como veis no se puede decir que fuera un momento con poca competición en la comedia. Ni que estuvieran todas en un estilo especialmente académico. Curb… es una aproximación al documental, Scrubs y Malcolm jugaban con el narrador y la realidad representada, y Friends y Frasier habían reinventado las reglas de la sitcom más clásica —la de amigos y la de familia— sin mucho problema.

Sin embargo, fue un cambio. Una revolución. Y algo más. Uno ve Friends o Sex anf the city e incluso Curb… y piensa que es algo que está pidiendo a gritos ser imitado, realizar modificaciones para ver cómo podría funcionar. Desde 2013 podríamos decir que gran parte de los estrenos de esta década han consistido en ESO en concreto. E incluso del resto, Scrubs tiene momentos en que parece tratar de convertirse en la versión en imagen real de Family Guy, aunque tanto ella como Macolm no hayan encontrado muchos más intentos de repetir el éxito.

Pero es que en el caso de Arrested Development hubo prácticamente que reinventar el paradigma de imitación. Cuando se piensa en su influencia hay quien habla de Modern Family, pese a que guarde más parecidos con la versión americana de The Office que con una serie que por su temática familiar debería estar más cercana. De hecho, el uso del narrador en Modern Family se encuentra más cercano al de Sex and the city que al de Arrested.

Quizá porque Arrested era una serie fundamentalmente subversiva. En muchos aspectos menores pero, fundamentalmente, en el de los elementos clásicos de la comedia —el narrador no se limitaba a dar una entrada y una salida al modo Serling, permanecía toda la serie no como acompañamiento de la acción sino como crítica y comentario de la misma, estando más cerca de lo que podríamos ver en Mystery Science Theater 3000 o esperar de Waldorf y Statler que en Scrubs, incluso en los casos en los que no era activamente irónica sino, simplemente, introducía o ampliaba algún tema. Es decir, cuando no estaba criticando estaba cumpliendo la función de nota al pie. Algo igualmente subversivo por la referencia postmoderna que ello supone y por servir de introducción a medios externos. Gracias a este modelo de narración se nos podían presentar páginas web, vídeos, publicaciones y cualquier otro medio que fuera necesario para introducir un guiñó; otra de las subversiones, la creación de una serie de recurrencias internas en forma de bromas privadas y ecos internos. Pero a ello volveremos luego.

De momento señalemos que esa multiplicidad de medios permitía, ademas, subvertir el formato, no sólo el estilo de la serie sino la misma manera de grabación y representación, con una mezcla de estilos y calidades así como de recursos que podrían presentarla como una mezcla de las comedias multicámaras con las de una sola cámara y, además, con los realities y documentales que tan de moda estaban en ese momento. Así, la misma grabación podía ir variando su estilo para, además, tener que ofrecer otro en caso de usar grabaciones de vídeos antiguos, de una web o de cámaras de seguridad. Un truco que no ha repetido prácticamente nadie y que quién más cerca ha estado de igualar es otra comedia juguetona, Psych, que de cuando en cuando experimenta un poco con el formato.

Volvamos ahora a esas bromas privadas, esos ecos y, ya puestos, a los guiños externos también. Hablemos de la referencialidad y autoreferencialidad de la serie, uno de los puntos que la hacían más destacable y, a la vez, menos fácil de permitir la entrada de personas ajenas. Algo que también se le ha achacado a Community. Salvo que aquí no reinterpretarán arquetipos o emularan géneros por acumulación de clichés, sino que se dedicarán a guiños culturales — El enorme Henry Winkler, Fonzie en Happy Days, saltando un tiburón, por poner uno. — pero, sobre todo, a referencias internas dentro de la misma serie. Algo más que los clásicos latiguillos que tienen otros, aquí — Y para verlo viene estupendamente esta web recién abierta Recurring Development que los lista — tienen todo un arsenal de chistes internos y recurrencias. En ocasiones un item, como podría ser la camiseta de SLUT de Lindsay, reaparecía sin mayores explicaciones. En otras el narrador aprovechaba para recordar algo que ya se había visto o las relaciones, bien sea el asunto de que Tobias quizá sea algo gay o que GOB es el padre de Steve Holt. Del mismo modo la creación de falsos programas y series —un clásico— o la aparición de algunos cameos de famosos interpretándose a si mismos, con Carl Weathers a la cabeza, logrando un artefacto más allá.

Esta acumulación enmarallada en los guiones unida a un grupo de actores magníficos fue lo que la convirtió con rapidez en un éxito de crítica y su permanencia dentro de la propia industria —Con Ron Howard, el hombre de los amigos, como principal valedor y actores con tanta raigambre como Tambor o Bateman — hasta lograr al año siguiente llevarse una enorme cantidad de premios mientras iba perdiendo audiencia a puñados.

Lo que llevó a Prision Break ocupando su hueco — Algo que les faltó tiempo para parodiar— y su posterior cancelación, que esta FOX no se anda con tonterías como demostraba la cancelación de Firefly y Family Guy.

Su cancelación, en 2006, impidió vivir el ascenso de YouTube, abierto el año anterior, y el uso y difusión de la web. Pese a lo cuál en la serie se usaban y creaban webs falsas con tranquilidad y tenían presencia memes interneteros como el Star Wars Kid.

Así que, ¿qué tenemos ahora? Pues, de entrada que pese a los esfuerzos por convertir la serie en una película —algo a lo que apuntaba ya Ron Howard en el último capítulo de la serie original— han tenido que regresar a la serie. Iba a decir a la televisión pero, en realidad, ha sido al streaming, con Netflix siempre al tanto de lo que le interesa a la gente la simple posibilidad de traerlos de vuelta les interesó y, de la misma manera, a todos los involucrados les pareció buena idea hacerlo para ver si así lograban la famosa película.

El estilo Netflix de estrenar series, soltar de una sola vez todos los capítulos de una temporada —porque a la gente le gusta decidir qué y cómo ven las cosas— llevó a Mitchel Hurwitz a intentar otra temeridad. Dado que el espectador sería el que decidiera cuántos capítulos ver, y como administrárselo, bien atacando todos de un Atracón o concediéndose media hora a la semana, la que mejor le viniera, para consumir de manera espaciada toda la serie, ¿por qué no favorecer un visionado que permitiera múltiples revisiones?.

Aunque al final ha reconocido que lo mejor es vérselos en orden eso no quita que haya intentado que cada una uno sea independiente y que se puedan ver en el orden que cada uno decida. La ambición no les ha abandonado en absoluto.

Habrá que ver también el uso de las redes sociales, algo que cuando cancelaron la serie aún estaba en mantillas en pleno reinado de los blogs y con los foros empezando a mostrar su cansancio. Y, por supuesto, comprobar si van más allá de los de las tres temporadas existentes y crea alguno más, al fin y al cabo no todos pueden ser robots como Michael.

De momento han logrado reavivar el interés por la serie —aunque en realidad su fama no ha dejado de crecer nunca— entre otras cosas para tener frescas todas las posibles referencias internas y el punto en que se quedaron cada uno de los proagonistas. Que andan bastante liados todos ellos.

Michael Bateman ha dado algunos traspiés pero en los últimos años ha tenido un éxito enorme reciente con Identity Thief y está preparando ya la continuación de Horrible Bosses. Will Arnett acaba de salir del espanto de Up all night para meterse como protagonista de una nueva serie, The Millers. Portia de Rossi ha protagonizado varios pilotos fallidos, pero eso no ha hecho que dejen de llamarla. Tony Hale está ahora en Veep como ayudante de la vicepresidenta. Jessica Walter tuvo uno de los papeles principales de Retired at 35 y ha estado poniendo voz los últimos años a otra madre, la de Archer. Jeffrey Tambor no ha dejado de aparecer en series y programas como invitado especial, Psych sin ir más lejos. Alia Shawkat se ha movido por películas pequeñas y formatos alternativos. Michael Cera parecía que iba a ser la gran estrella de su generación, al menos hasta que se quedó con Scott Pilgrim mientras el chico que se quedaba con los papeles que él rechazaba, Jesse Eisenberg, se puso con La red social, ahora está en el circuito de comedia televisiva alternativa de Adult Swim. David Cross tuvo su propia serie, The Increasingly Poor Decisions of Todd Margaret, y se dedica tranquilamente a la comedia. En cuanto a Ron Howard, bueno… dirigió El código Da Vinci.

Así que ya sólo podemos esperar al 26 de mayo, y cruzar los dedos con fuerza esperando que nadie tenga que decir I’ve made a huge mistake, ni siquiera Franklin.


Jelly Baker para Romana

Tras todas las controversias de la temporada 14, la BBC, en la figura de su Jefe de Seriales, Bill Slater, decidió sacar a Philip Hinchcliffe como productor y sustituirle por alguien más manejable, Graham Williams, aunque Robert Holmes conservaría aún durante la mitad de la temporada su puesto como jefe de guionistas. Esto vino acompañado con la llegada de Graeme McDonald al puesto de Jefe de Seriales, un profesional decidido a distanciar ambas etapas y con las ideas muy claras. Es decir, con mucha tendencia a fiscalizar lo que Williams hacía y meter mano. Lo que no acabó de venirle mal a la serie porque, si algo demostró Graham Williams durante su mandato es que era un jefe débil, emparedado entre el enorme éxito al que se había elevado la serie, las constantes quejas de Mary Whitehouse y los suyos, las directrices de la cadena y un actor principal que se estaba desbocando por momentos.

Por si esto no fuera suficiente, la temporada 15 empezó de la peor de las maneras posibles, con un primer serial eliminado de un plumazo. Se trataba de The Vampire Mutations, obra del colaborador habitual y ex-jefe de guionistas Terrance Dicks, que tenía una temática vampírica que la BBC consideró no adecuada por tratar de apartar la idea de la época anterior y por la producción de una miniserie sobre Drácula que la cadena estaba preparando. De manera que hubo que encontrar una sustitución rápida.

Por suerte Holmes y Dicks tenían suficientes tablas como para solventar la papeleta, y de la misma manera que el segundo había obligado al primero a poner la acción en un castillo medieval hacía cuatro temporadas, aquí sería el segundo el que tendría que tomar como buena la idea de hacer un pequeño drama en un faro, con pocos personajes y una mortalidad enorme —basándose en el poema de Wilfrid Gibson Flannan Isle — e, incluso, se permitirían la humorada de usar a los mencionados peores enemigos de aquellos Sontaran del castillo medieval, los peligrosos Rutan. La situación les puso a todos a prueba, incluso a Tom Baker y Louise Jameson, la salvaje Leela, que se habían pasado enfrentados los tres seriales de la temporada anterior ante el convencimiento de Baker de que era un personaje demasiado agresivo y que la serie ganaría si fuera sólo de él, sin acompañantes, porque Leela era sólo algo puesto para endulzar a los padres el visionado conjunto de la serie. Así que Jameson, cansada de soportarle, decidió poner las cosas claras; algo que sirvió para ganarse su respeto. Aunque para ella las cosas siguieran sin ser fáciles.

— Éste sería, años más tarde, en una repetición de la PBS, el programa interrumpido por una emisión pirata que parodiaba Max Headroom. —

Para el siguiente serial no hubo tanto éxito. Mientras, McDonald buscaba un jefe de guionistas para sustituir a Holmes y acababa decidiéndose por Anthony Read, que aún tardaría un par de seriales en poder tomar el mando. De manera que ahora tocaba acercarse a la miniaturización en The Invisible Enemy, un serial en el que una extraña enfermedad ataca al Doctor, lo que hacía necesario un proceso de miniaturización —siguiendo los pasos de Viaje alucinante— que sería más recordado por incluir la primera aparición de un nuevo invento para infantilizar la serie: el compañero robótico canino K9. El tipo de personaje limitado y polarizador que, sin embargo, demostró ser un éxito con los niños. De manera que su éxito le consiguió un puesto entre los companions del Doctor, mientras que el equipo técnico y los actores tenían que soportar los problemas para conseguir que el ingenio funcionara como era debido.

Mientras este dog ex machina se iba mostrando, la historia se desarrollaba dejando claro lo que pensaban de Leela los guionistas, al establecer que ella no tendría problemas porque esta enfermedad sólo ataca a la gente inteligente. A lo que ella no da más importancia, afirmando que ella sabe bien quién es. A lo largo de la temporada, Leela se reafirmaría no en un barbarismo sino en una aproximación visceral y, también, más sentimental. Se iría viendo una relación afectuosa con K9 y la propia TARDIS que mostraría a su personaje, no como contrario al progreso, sino como convencido de que el instinto debía primar sobre la razón.

La última historia creada bajo supervisión total de Holmes sería una que podría haber entrado en la etapa High Gothic, que trataban de eliminar, más que en este High Camp que estaban construyendo. En Image of the Fendahl, Chris Boucher presentaría el enésimo reconocimiento a Quatermass & the pit con un grupo de científicos que descubren algo inesperable. En este caso una calavera en la que parece vivir alguna presencia —que, al ser esta la serie que es, se limita a ser extraterrestre— que les iría contagiando. Todo ello mientras Boucher se iba ocupando del cargo de una serie que estaban preparando para lanzar en ese mismo momento, Blake’s 7, de manera que, Holmes primero y a su marcha Read, tuvieron que darle un par de pulidas. Por cierto, el Jefe de Ficción de la BBC, Ronnie Marsh, prohibiría que en el futuro las dos series pudieran intercambiar guionistas. Así que Boucher nunca regresaría a la serie.

Robert Holmes, por su parte, entregaría su puesto como Jefe de Guionistas con el siguiente serial, The Sun Makers, uno de los mejores de le etapa Baker porque lograba evitar el tono gótico, que tantos problemas les había traído, cambiándolo por una aventura que traía el trasfondo metafórico propio de la época de Dicks y Letts, junto con el humor que en un par de años caracterízaría la serie. Todo ello porque el capítulo aludía a algo muy concreto: el alza de los impuestos que estaban viviendo en aquellos años los británicos.

En gran parte es, pues, una sátira sobre los burócratas de Hacienda, en el fondo aún más sutil por sus malvados, especialmente el Collector de la raza de los Usurianos , que ha encontrado una forma de esclavizar a otras razas no a través de la fuerza bruta sino de la economía, tal y como deja claro el que puede ser el su intercambio más directo con el Doctor.

Doctor: ¡Tú, sanguijuela chupasangres! No pararás hasta que no domines toda la galaxia, ¿verdad? ¿Es que no te parece que el imperialismo comercial es tan malo como la conquista militar?
Collector: Hemos probado la guerra, pero el uso del poder económico es mucho más efectivo.

El guión era satírico pero abría la puerta a un uso del humor en Doctor Who de manera general, algo que se llevaba evitando desde el final de la etapa Hartnell. De paso se servía una crítica con varias capas, pues se podría hablar también de una parodia en el trato de la Inglaterra imperial a sus colonias, un ejercicio de autocrítica que sirve también para contraponer al Doctor a estos extraterrestres, de manera que las habituales quejas por el paternalismo del personaje y su ejemplificación para justificar un clasismo entre los que saben y el resto, especialmente en estas aventuras con Leela teniendo que ser educada, se contraponía con las malas maneras de los invasores, que usaban un poder sutil para ahogar a los pueblos, explotándolos.

Hablando de Leela, Louise Jameson seguía sin estar contenta. Y con motivo. Puede que la actitud de Baker se hubiera relajado con ella, pero su papel seguía siendo poco menos que una excusa y, aun cuando lograba que le dieran un poco más de cancha o que su personaje pudiera tener razón en algunos casos —En The invisible enemy, por ejemplo, en un movimiento que evocaba a Barbara teniendo razón sobre el mal funcionamiento de la TARDIS y un reconocimiento a su instinto, pero no a su inteligencia —, y aunque al final no llegaran a matarla durante este serial, como inicialmente se pensó, sí que acabó convenciendo a Williams de que hacía falta un acompañante nuevo para el Doctor, a ser posible alguien de su mismo nivel, para tratar de bajar al actor de las alturas de sobreexposición y sobreactuación, además de cierta tendencia a la improvisación, que estaban empezando a causar fricciones entre ambos. Y a obligar a MacDonald a recordarle a Baker que, aunque fuera mayor que Williams, era este último el que estaba al cargo de la producción.

Mientras tanto terminó el año 77 y el puesto de Anthony Read como Jefe de Guionistas se hizo efectivo, siendo el siguiente serial Underworld, el primero en el que aparecería propiamente acreditado, aunque Holmes aún estaba por ahí durante los primeros preparativos. En esta historia se pensaba buscar inspiración en textos antiguos, una idea que a Williams le parecía especialmente buena al cambiar todas las películas de terror que se habían usado en años anteriores por una mirada a la mitología clásica, un tema más para toda la familia —ya, bueno, obviamente era una de esas versiones de la mitología clásica—. De manera que fueron a por Jasón y los Argonautas, en un acercamiento cercano al de la gran película con Harryhausen, pero dotándola de un aspecto futurista, al estilo de lo que sería tres años después Ulysses 31, con guiones de Bob Baker y Dave Martin, que regresaban a la serie en muy poco tiempo tras escribir The invisible enemy.

El grado de sutileza en la adaptación no fue cero, como de costumbre, sino un par de números por detrás, incluyendo al Doctor confundiendo el nombre del jefe de los expedicionarios, Jackson, y diciendo en su lugar Jason para, a continuación, explicar la explícita referencia a los argonautas. Claro que en lugar del Argo aquí tienen una nave llamada R1, aparece P7E por Perséfone que está en el inframundo, el Underworld del título, y muchas más referencias directas que incluyen a los Myneans .

Durante la producción también tendría lugar otro hecho, en apariencia no relacionado pero que acabaría revolucionando el mercado de la fantasía: el estreno de Star Wars —de soltera, ahora A new hope— en USA, que llegaría a UK en diciembre de 1977. El éxito hizo que Williams temiera que la gente comparase los efectos y decorados de manera desfavorable para Doctor Who, sin caer en la falta de presupuesto. Como podéis imaginaros, tardaron muy poco en quedarse sin pasta y empezar a realizar cambios creativos del guión y las localizaciones. Incluso llegó a plantearse terminar con este serial la temporada para ahorrar.

Sin embargo Williams quería una última historia, a ser posible una en la que pudiera recuperar The Deadly Assassin y, de paso, conseguir algo más de tiempo para convencer a Jameson de que no se fuera a final de temporada, como deseaba. Puede que pareciera difícil una producción más complicada que la anterior, pero si algo caracterizó el periodo Williams / Head fue un sinnúmero de desastrosas producciones con todo tipo de imprevistos.

Williams comenzó pidiéndole a Robert Holmes que escribiera él este serial, puesto que The Deadly Assassin era obra suya. Holmes, recién abandonado el puesto, sugirió que se encargara David Weir, que les ofreció Killers Of The Dark. Un serial que causó que Graeme McDonald pusiera el grito en el cielo por la inversión que necesitaba, incluyendo un estado lleno de hombres-gato. De manera que Williams y Holmes reescribirían entero el serial, que pasaría a llamarse The Invasion of Time, y presentaron una extrañísima historia en la que el Doctor abandona a Leela y aparece para reclamar su puesto como Presidente del Alto Consejo, para mostrarse pronto como un dictador bastante pasado de rosca que, encima, está en colaboración con una raza extraterrestre, los Vardans, para invadir Gallifrey. De paso Leela descubre que los Time Lords no eran la raza original de Gallifrey y trata de ayudar a los galifreanos originales a que se enfrenten al Doctor.

El resultado de la historia es interesante, sobre todo por los aspectos de la sociedad gallifreana que nos ofrecen, y que va acusando los diversos problemas de rodaje según pasan los episodios. Porque, por si no tenían suficientes problemas pese al recorte que había supuesto repetir sets antiguos de Gallifrey y de los corredores de la TARDIS, no contaban con la tradicional huelga de los trabajadores técnicos sindicados de la BBC; algo que era ya casi una tradición, pero que antes había tenido una incidencia menor en las grabaciones. Aquí se unió al encadenado de problemas, como que sólo se les concediera un día de grabación, algo que forzó a tener que hacer uso de los fondos de emergencia de la serie para realizar unas grabaciones extra en el reformado Hospital de St. Anne, con algunos decorados que lograron sacar de los estudios habituales. Por si fuera poco, el K9 usado como prototipo se terminaría de estropear. Y el ánimo de Baker ante todos estos problemas fue empeorando, algo que hacía que cada vez se desatara más en su interpretación. Sobre todo cuando el método decidido para solventar el final del serial fue separar los seis episodios en cuatro y dos, y que esos dos sirvieran no sólo para desvelar que el auténtico criminal tras la invasión era, en realidad, la raza Sortaran, sino que lo hicieron en un estilo cercano al slapstick en el que terminó de desmelenarse. Baker aprovechó, además, para repetir su idea de que le quitaran a los companions. Pero Williams no iba a darse por vencido. Decidió que al final de la historia tanto Leela como K9 se quedaran en Gallifrey. Incluso que Leela se casara con un Time Lord, el jefe de los guardias. En cuanto a K9, el original se quedaría con ellos mientras que al Doctor le facilitarían un K9 nuevo, el Mark II.

Dado que Jameson no quería regresar, Williams decidió aproximarse a Elisabeth Sladen, que aseguró estar muy ocupada para volver; así que decidió realizar una aproximación diferente, invirtiendo los papeles de esta temporada y sacando a Baker de la zona de confort habitual del Doctor: Su siguiente acompañante sería una Time Lord.

Se ha hablado en varias ocasiones de que sería Radan, la Time Lord que aparece durante Invasion…, la llamada a sustituir a Leela, un personaje fuerte durante los primeros cuatro capítulos e inexplicablemente —ahm— desmoronado a partir de ahí. Sea por esto, porque la actriz no podía o porque Graham Williams se lo pensó mejor, sería otra la llamada a acompañar al Doctor durante una temporada realmente particular.

Habiendo superado en audiencia a las etapas anteriores, Williams decidió asegurarse una manera de empujar a los espectadores a que siguieran los seriales, dándole un tema central a toda la temporada. La trama elegida sería la persecución de las diferentes partes de la Key to Time —que, por cierto, fueron construidas de forma distinta para que luego se pudieran juntar, en una reconstrucción al unirlas, haciendo que Williams tuviera que guardar las partes separadas para sacar cada día la que tocara y así no confundirlas—; esto proporcionó una unión temática en una manera mucho menos discreta de lo que había sido la aún reciente Temporada de The Master, aunque presentando también a un contendiente y, ya de paso, a un aliado. Aunque no tendrían por qué ser así.

Se trata de los Guardianes, el Blanco y el Negro, que representan el Orden y el Caos mientras se encuentran en una lucha eterna por el equilibrio. Eso es lo que le dice al Doctor al encontrarle durante el primer serial, The Ribos Operation, en la que le encomendaría esta tarea, le advertiría contra el Guardián Negro y le facilitaría la ayuda de la Time Lord Romanadvoratrelundar, conocida como Romana.

Romana sería interpretada por Mary Tamm, una actriz notablemente elegante —y, si se me permite, atractiva— que daba perfectamente la idea de una Time Lord que deja por primera vez Gallifrey para ayudar al Doctor. Originalmente concebida bajo el tropo de la Ice Queen, a lo Grace Kelly, rubia y vestida de blanco, lo primero se terminó con el casting y lo segundo lo destruyó Baker que, pese a llevarse razonablemente bien con Tamm, se quejaba de la excesiva luminosidad de su vestidos blancos. A pesar de esto, la idea de su superioridad frente al Doctor se mantenía, teniendo en cuenta que, además, la preparación de ella es muy superior a la de él, como se nos dice en varias ocasiones. De manera que ése era el reto: ponerle una acompañante que no sólo es una igual desde un punto de vista intelectual, sino que además es de su misma raza y posee, por tanto ,unos recursos y conocimientos que no podría tener una acompañante humana, ni siquiera la Doctora Liz Shaw.

De esta manera se obligaba a Baker a trabajar de una forma diferente, y además se ofrecía otro punto de vista sobre el clasismo del Doctor y su situación como una figura contestataria. Así, ambos quedan claramente retratados una vez más como una suerte de überaristócratas galácticos, gente con los recursos suficientes para no tener que preocuparse por el día a día, pudiendo dedicarse a viajar despreocupadamente por el espacio. También con un conocimiento y una formación superior a la media, que le permitiría mirar desde su elitismo al resto de razas de la galaxia. Este sería el papel inicial de Romana, el de una aristócrata fría que no acaba de entender qué es todo esto o por qué debería respetar al Doctor, que siempre ha sido un excéntrico entre los suyos. Y un rebelde: El Doctor se había largado de su planeta en cuanto tuvo la oportunidad y, aunque agente de los suyos si la situación lo requería, no había dudado en oponerse a sus planes si así lo veía necesario.

Las mismas historias que habían permitido profundizar en la civilización de los Time Lord nos los habían mostrado como gente con las mismas debilidades de los humanos, y no ya sólo aquellos Time Lords que el Doctor se había ido encontrando a través del tiempo como The Monk, Omega, The War Chief o The Master, sino la globalidad, tal y como se demostraba en The Deadly Assassin. No significa esto que sea una raza maligna ni indudablemente corrupta, pero sí que es una visión menos halagüeña de la misma de lo que podía esperarse siendo la del héroe.

Así que ahora tenemos a dos miembros de la misma especie —y al K9 Mark II— en una búsqueda a lo largo del tiempo y el espacio de las seis partes de una poderosa arma que lleva al equilibrio entre el Caos y el Orden y del que depende el destino del Universo. Algo que permitía a la vez darle un estatus moral al Doctor en lugar de depender de su propia moralidad y su libre albedrío, de la misma manera que compararle con un compatriota servía para poner de relevancia su rebeldía. Una de las primeras ideas de Graham Williams al llegar al cargo que, por falta de tiempo, tuvo que dejar para su segunda temporada al mando.

Williams también acordó con Head que fuera un serial limitado: Una vela iría derritiéndose para indicar el tiempo que faltaba para que el Caos se apoderara del Universo. Eso dejaba claro que su función como agente del Guardián Blanco no sería un nuevo estatus, como lo fue su encierro en la Tierra con Pertwee, sino algo temporal —nunca mejor dicho— a lo que, además, ponía presión el que se fuera consumiendo la vela.

El primer serial, en el que todo esto sería expuesto, se nos presentarían varios nuevos personajes — Romana, El Guardián Blanco, K9 II— e incluso alguno sólo mencionado — El Guardián Negro — a la vez que desarrollaban una historia completa que terminara con la consecución del primer fragmento. Por todo esto necesitaban un guionista que conociera al personaje, que tuviera muchas tablas y que entendiera los problemas de producción. Así que no pararon hasta lograr que Robert Holmes volviera a escribir para la serie, menos de un año después de haber dejado el puesto de Jefe de Guionistas, con lo que seguiría en la órbita del programa sin abandonarlo del todo, como ya había hecho Terrance Dicks.

Mientras tanto Williams recibía la primera advertencia de MacDonald: quería que redujera el nivel bufo de la serie tras el final cómico de la anterior temporada, con esas persecuciones dentro de la TARDIS al más puro estilo Scooby Doo. Le pidió que buscara un punto intermedio entre toda esa comedia y el horror gótico de Hinchcliffe.

Para añadir más problemas, Baker estaba tratando que el perro de uno de los actores hiciera un truco y acabó siendo mordido por éste —el perro, no el actor— en la cara, por lo que tenía que llevar maquillaje para ocultar la herida.

Pese a todo lograron grabar este The Ribos Operation, que era la primera parte de la búsqueda, con un planeta que tomaba la ambientación de la Rusia medieval para contar una historia de timadores.

En el segundo se enfrentarían, dentro de The Pirate Planet, a un grupo de piratas que usaban un planeta movible para saquear las reservas minerales de otros planetas. Mientras el Doctor y Romana buscan en el planeta la segunda pieza, los piratas se plantean asaltar la Tierra. Pero no os preocupéis, porque éste es otro capítulo que, pese a las quejas de MacDonald, tiene un trasfondo humorístico. Y es que no podía ser de otra manera.

Interesado desde pequeño por la escritura y la comedia, colaborador brevemente del Monty Python’s Flying Circus, guionista en donde podía, el escritor de este capítulo había empezado a enviar guiones hacía años, pero el entonces Jefe de Guionistas, Robert Holmes, le había respondido que no encontraba adecuado el tono o la historia, pero le animaba a seguir enviando material por el buen nivel de su escritura. Y eso hizo: incluso después de haber logrado su propio radioserial en la BBC enviaba material, ahora para Anthony Read, que encontró no solo un material muy sólido sino más adecuado con la dirección en la que él y Graham Williams querían enviar al Doctor. Así fue como se convirtió en guionista de la serie Douglas Adams, sin abandonar su Guía del autoestopista galáctico.

Adams llegó con un montón de ideas, desde aventuras sencillas como esta diversión con piratas a creaciones más complejas que incluían alegorías sobre la adicción o exploraban las relaciones exteriores de los Time Lords. De momento empezaría por ésta, que reuniría algunas de las ideas anteriores, aunque todas sus obligaciones hicieron que se retrasara la entrega del guión. Si tenemos en cuenta que la escritura de Adams estaba especializada en la radio, podemos imaginar la clase de ideas sin reparar en el presupuesto que incluía su guión y que, junto a todo el humor, hicieron reaccionar a Graham MacDonald, quien recomendó desecharlo. Pero Graham Williams estaba de baja tras partirse la pierna en unas vacaciones en Madeira y había dejado a Read al cargo. Él, junto al director del serial, Pennant Roberts, que había sido director también de The Sun Makers —y aprovecho para disculparme por no prestarle más atención a los directores y la parte más visual de los seriales—, se aliaron para modificar el serial y convencer a MacDonald de que lo aprobara, incluyendo la falta de recambio para tenerlo en la fecha requerida, hasta que acabó cediendo.

Mientras las huelgas seguían y la producción tenía que usar técnicas paralelas para continuar, aprovecharon para buscar una justificación a la herida de Baker dentro de la historia, logrando así un serial de éxito moderado pero que les permitió empezar a colaborar con Douglas Adams.

Para complacer a MacDonald, el equipo pasó a un tercer serial que recordaba los tiempos de Hinchcliffe —no, Williams parecía no entender que se buscaba un punto medio— en The Stones of Blood. Una historia más oscura que mezclaba la búsqueda del tercer fragmento con un culto aparentemente druídico, idea de un nuevo guionista: David Fisher. Se decidió incluir un par de personajes femeninos fuertes más —algo que habían hecho ya en alguna vez antes, en The invasion of time, por ejemplo, con el resultado que todos conocemos— y le daba un par de vueltas a los agentes de destrucción, especialmente la raza extraterrestre de la semana, los Ogri, que junto a la Megara sirven de enemigos principales del serial. Para evitar problemas se decidió filmarlo en localizaciones, en Warwickshire.

La aventura, por cierto, suponía la número 100 para el Doctor, por lo que se pensó en una escena en la que K9 y Romana le llevaban una tarta para celebrar su 751 aniversario y le hacían regalos —fundamentalmente una bufanda idéntica a la que ya llevaba—. Pero al final Williams decidió eliminarlo por verlo como un añadido innecesario. Eso no impidió que la tarta, que ya estaba encargada, llegara al rodaje, recién acabado, para alegría de todo el equipo, que pudo celebrar ambas cosas.

La siguiente historia fue una idea de Fisher y Head para trabajar juntos según terminó el anterior serial, así que se pensaba en éste para el quinto serial, pero después de que el previsto Shield Of Zarak de Ted Lewis se cayera por motivos personajes tuvieron que adelantarlo. Esta rapidez en la producción volvió a enfrentar a MacDonald con Williams por el tono paródico y por la falta absoluta de sutileza que suponía The Androids Of Tara, una adaptación bastante descarada de El prisionero de Zenda, especialmente en una primera versión que pretendía llamar así el planeta. El nombre fue lo único que logró cambiar MacDonald, porque con las prisas se mantuvo el estilo ruritano, que esperaba haber cambiado a un art decó o cualquier otro que remitiera lo menos posible al libro y la película.

La quinta historia sería igualmente problemática en inicio. Había desde el principio un hueco en el quinto serial sin que Williams o Read se decidieran por nada. Para colmo, la idea de adelantarlo con The Androids Of Tara para darle tiempo a que Ted Lewis completara la cuarta aventura acabó siendo igual de problemática porque Lewis era incapaz de actuar. Así que tuvieron que recurrir una vez más a Robert Holmes para que creara una aventura rápidamente, advirtiéndole de que MacDonald estaba muy enfadado tras el serial anterior, que además de poco original estaba lleno de humor, aconsejándole que tuviera cuidado con el tono. También le sugirieron algún tipo de enorme bicho que fuera algo no visto antes en Doctor Who. De ahí salió The Power Of Kroll.

En esta ocasión el problema lo dieron los actores contratados para la historia, quienes, por diversas razones, iban cayéndose de la producción. E incluso Graham Williams volvió a enfermar y durante semanas tuvo que delegar el mando en Read y el jefe de producción, John Nathan-Turner. Y eso incluso antes de que el equipo de producción se diera cuenta de que habían encargado una pintura especial resistente al agua para caracterizar a los Swampies pero se les había olvidado encargar el desmaquillador específico para eliminarla.

Como si no hubiera suficiente, Mary Tamm se quejaba de que su personaje no tenía suficiente relieve, que no evolucionaba, y se negó a renovar para la siguiente temporada. No era la única del equipo en querer distanciarse: el propio Anthony Read estaba cada vez más harto, pese a haber pasado sólo un año y medio en el cargo, y acariciaba ya la posibilidad de dejar el cargo de Jefe de Guionistas en otras manos. Sobre todo con todas las veces que había tenido que suplir a Williams y sufrir a MacDonald. Todo lo cuál se acabó combinando cuando Baker empezó a quejarse más de los intentos de contenerle que hacía Williams, facilitando una escalada en la guerra entre el actor y el productor. Esto terminó con Baker yendo a hablar directamente con MacDonald y el jefe de éste, el controller de la BBC Bill Cotton, para exigirles control total en todos los aspectos artísticos y técnicos, así como la destitución de Williams.

El enfado de MacDonald fue —se cuenta— épico. Harto de la actitud de Baker, de sus sobreactuaciones y los problemas con acompañantes y equipo técnico y artístico, le ordenó a Williams que le despidiera de una vez. Parecía que había llegado el momento de empezar a buscar a otro Doctor, sólo que… cuando Williams pasó a comunicarle su despido a Baker, se encontró con que el actor se había largado del rodaje dejando una nota en la que anunciaba que dimitía.

Y aún quedaba un serial para concluir la historia.

Que no es que yo diga que fueron unas temporadas complicadas, es que les pasó de prácticamente todo.

Así que… nos queda un serial para terminar la temporada pero ya podéis imaginar que esta historia, pensada desde el inicio y concebida para cerrar el arco, con prácticamente todo el mundo decidido a largarse mientras las cifras de audiencia decían que era una locura no continuar con la serie. Así que… ¿qué pasó? La respuesta era… The Armageddon Factor.

Qué apropiado, ¿verdad?

En la serie aparece el Black Guardian, que había estado acechando al Doctor antes de que éste, Romana y K9 logren encontrar la última pieza de la Key To Time. El lugar es el planeta Atrios, en guerra con sus vecinos de Zeos, pese a los intentos por parte de la Princesa Astra para acabar con ella.

Bob Baker y Dave Martin, los Bristol Boys, habían sido llamados de nuevo para escribir el gran final. En éste un nuevo planeta aparecido entre los dos mundos, con un extraño dentro llamado The Shadow, había sido la más reciente causa de bronca interplanetaria. Y no era la única bronca, porque Bob Baker y Dave Martin habían decidido separarse tras escribir este último guión.

Pero, como siempre, había que retocar cosas, hacer más asequible el resultado, y para ello tuvieron que ponerse Anthony Read y la persona a la que había elegido para sustituirle como Jefe de Guionistas, que vería esto como un entrenamiento intensivo para empezar con el cargo a partir del año siguiente: Douglas Adams.

Para interpretar a la Princesa Astra se buscó a una actriz de origen aristocrático, Lalla Ward, la Honorable Sarah Ward, hija del séptimo Vizconde de Bangor. Inmediatamente cayó bien a todo el equipo, incluso a Tom Baker. Parecía el único descanso que el armagedón interior se iba a tomar, porque sonaban anuncios de otra huelga que tenía visos de acabar destruyendo el final de la temporada.

Graham Williams, el único que no tenía intención de marcharse, empezó a reunirse con gente. Logró que Baker accediera a completar la serie, se reunió con Tamm para que clarificara su partida, dio el visto bueno a Adams como nuevo Jefe de Guionistas y a los cambios al guión de Baker y Martin y se reunió también con Ward para hacerle ciertas proposiciones.

Baker empezó a buscar también una solución y comenzó aceptando la posibilidad de volver el año siguiente, sobre todo si se marchaba Tamm y le dejaban solo. En su defecto, admitía un acompañante del estilo de un loro o un robot. Cuando le recordaron que ahí estaba K9 volvió a echarse hacia atrás… Hasta que Williams le reveló lo que había estado hablando con Ward, con la que Baker tenía una química indudable: Podían hacerla su nueva companion.

Sin embargo Baker quería poder. Más aún, volvió a ponerse en contacto con Graham MacDonald para decirle que quería más poder y quejarse de Williams. Esta vez el que se hartó fue Williams, que pidió la destitución inmediata de Baker, quien al fin y al cabo acababa de igualar la larga estancia de Jon Pertwee en el papel. MacDonald decidió realizar una reunión entre los tres, al final de la cuál se llegó a un acuerdo de una tregua momentánea. Baker no consiguió nada. Williams tampoco, pero empezó a pensar en irse él. Y al final la solución fue…

El Guardián Negro había estado detrás de todo. Pero el Guardián Blanco no era mucho más de fiar, dado que parecía ser el Guardián Negro disfrazado. Quizá desde el mismo principio. Tener la Key to Time era tener demasiado poder. Sobre todo porque la sexta parte era la propia Princesa Astra. Destrozando la llave las seis partes vuelven a separarse; Astra regresa para dirigir a su pueblo. Allí se quedaría.

Mientras, el Doctor, para burlar al Black Guardian, había puesto la TARDIS en modo aleatorio, nadie sabría a donde iban. Él incluido. Como casi siempre. Y mientras Romana entraría en regeneración tomando, quizá por toda esta historia vivida, la forma exterior de la Princesa Astra. Y así volvían a ser Ella, Él y el Perro.


Marzo- Abrilesca Deathmatchesca Pilotosa

El año pasado los pilotos de marzo y abril fueron en total 32. Este año en ese mismo periodo se han hecho públicos 75. Buena parte de la culpa es, sin duda, de las nuevas tecnologías. Sólo Amazon ya es responsable de 14 pilotos de visión gratuita —aunque aviso ya de que con subs sólo en inglés— para todo el que se quiera acercar a ellos. A lo que se unen Netflix, DirectTV y demás, sin contar con canales que antes no tenían ficción propia como el canal History —bueno…— o que están usando 2013 para crear y expandir, como el Sundance.

En realidad esta pequeña introducción sirve más para explicar que, pese a esto, encontraréis algún piloto que no es de una serie de ficción, en ocasiones por tratarse de otro tipo de programa, como el magnífico Parts Unknown de Anthony Bourdain; en otras, porque no se ajusta del todo al concepto de serie, incluso a veces cuesta considerarlo más una miniserie que una tvmovie que se ha ido de duración. Por unos u otros motivos he considerado interesante hacer algún comentario al respecto, y aquí se han quedado.

Así que armaos de paciencia —al menos hasta que alguien invente un marcapáginas virtual—, recordad que las señales a la izquierda son los países de procedencia de las series —(AU), (CA), (NZ), (UK), (USA) y, por supuesto (OT)— y ya podéis poneros a ello porque, como digo siempre…

¡Que comience la lucha!

Alpha House (USA)
Que Amazon haya sacado 14 pilotos para que cualquier pueda verlos y votarlos ha llenado esto un poco de series —y eso que sólo ha puesto los pilotos de infantiles y comedias—, pero también ha servido para abrir las ganas de que continúen algunas. Aquí tenemos a John Goodman como protagonista principal de una serie sobre senadores republicanos en Washington, en parte una historia de compañeros de piso pero, fundamentalmente, una sátira política gracias a los guiones de su creador Garry Trudeau, el autor de la magnífica y veterana Doonesbury, que la dotan de enjundia. Confío en que la tengan rápido.

Anna And Katy (UK)
Programa de sketches ingleses con dos cómicas que lo que hacen no está mal, pero suena todo a un poco visto. Agradable y ya.

Annebots (USA)
Y aquí está el primero de los pilotos infantiles de Amazon; la idea en sí no es mala, o no necesariamente, pero el guión no es gran cosa y la animación es francamente penosa.

Barabbas (USA)
Ah, la semana santa. Ese momento para estrenar miniseries sobre personajes bíblicos francamente aburridos. Sólo para fans, si los hubiera, de Billy Zane.

Bates Motel (USA)
Una de las series más divertidas del periodo, debido a que se olvidan bastante del clásico de Hitchcock y nos montan una a la Pretty Little Liars, con algún ramalazo de Dexter, que no tiene miedo a ir sacando y quemando un giro loco tras otro. ¿Y para esto usan Psicosis de excusa? Pues sí, porque está claro que el final puede ser cualquier cosa, pero así ves cómo dibujan a Norman y, sobre todo, a su madre, una fabulosa Vera Farmiga que es al final la que se está comiendo la serie.

Betas (USA)
Seguimos con Amazon, esta vez con una comedia sobre un grupo de informáticos tratando de aprovechar la revolución tecnológica, las apps y todas esas cosas modernas que están de moda en internet; el resultado sigue la nerdificación de las comedias. Total, que tiene un pase y poco más.

The Bible (USA)
El gran éxito de audiencia de este año. Imaginad el año que llevamos. Es una versión de sólo los trozos más populares, quitadas todas las espinas y adaptados al público americano. Vamos, que es tan fiel como el Flan Chino Mandarín asiático.

Bluestone 42 (UK)
Mezcla de comedia con drama, o algo, sobre las andanzas de las tropas inglesas en Afganistán. No está mal, pese a todo, pero los intentos de hacerla más… contemporánea, la acercan a Generation Kill y les alejan de M*A*S*H.

Boston?s Finest (USA)
Docuserie que sigue al cuerpo de Policía y resto de Fuerzas de Seguridad de Boston. El timing de la emisión podría haber sido peor, quizá.

Broadchurch (UK)
Parece mentira la de series que llevábamos sin que ninguna fuera un noir británico de esos que tan bien se les da. Y ésta se les da especialmente bien. Con interpretaciones magníficas y ese estilo oscuro característico, incluso el arquetipo de detective británico torturado que el british noir lleva décadas explotando logra ser acertadamente interpretado por Tennant. Así que, discusiones sobre su resolución aparte, estamos ante una de las series más interesantes del año.

Browsers (USA)
De nuevo Amazon, en esta ocasión con el que puede ser el más fallido de sus pilotos cómicos. Un intento de serie sobre los trabajadores de una revista, perdón, de una web. Y si habéis pensado en otras comedias con revista podéis imaginaros que podría ser contemporánea suya, y no la mejor de ellas.

Burguer Land (USA)
El progresivo auge de las hamburguesas, siguiendo el esquema de enaltecimiento de un plato popular y barato en alternativas de alta gastronomía o, en su defecto, las llamadas premium —es decir, que te las pueden cobrar más caras—, junto al éxito de los travelogues dedicados a productos populares como el bacon. De manera que eso tenemos, un recorrido por USA visitando sus más populares establecimientos de hamburguesas. Y, francamente, el tema no da para tanto.

Burning Love (USA)
Creado originalmente como webserie para Yahoo, esta parodia de The Bachelor ha acabado captando la atención de las cadenas americanas; bueno, de las de cable, porque es E! la que ha producido su más reciente temporada, con Ken Marino (Party Down, Veronica Mars) como concursante. Y… bueno… pues eso. Una parodia. Poco más. Lo raro es que habiendo existido realities de búsqueda de pareja como el de Flavor Flav consideremos esto como la parodia.

The Challenger (UK)
Curiosa reconstrucción de la investigación realizada por Richard Feynman sobre la explosión del transbordador, con William Hurt en el papel del físico. Si no conocéis la historia no os perdáis la serie. Y si la conocéis… ¿Seguro que no queréis volver a verla?

The Check Out (AU)
Este peculiar programa australiano es, a la vez, un programa de defensa del consumidor y un espacio humorístico y satírico, en ocasiones ambas cosas a la vez. En un intento de modernizar los espacios de consumo y de atraer espectadores se logra una mezcla que acaba quedándose a medio camino de ambas, una lástima.

The Crash (UK)
Un grupo de jóvenes implicados en un accidente de coche y las consecuencias del mismo en ellos, su familia y sus amigos. Una exploración de lo inesperado y su efecto en una pequeña comunidad, mezclado con un Capítulo Muy Especial y, para mi gusto, excesivamente lacrimógeno.

Creative Galaxy (USA)
Lo que parece caracterizar las series infantiles de Amazon es un presupuesto que ronda, en apariencia, lo que hayan podido rescatar los autores de las rendijas del sofá. La historia en sí, típica de los productos para niños más pequeños, más cercano a un cuento animado lleno de reiteraciones y participación, probablemente podría funcionar para su franja concreta. El resto ni os acerquéis.

Da Vinci’s Demons (USA)
Esto es Dan Brown’s Aguila Roja. Que no es necesariamente malo: si te gustan las aventuras históricas con poco rigor y menos presupuesto, pero que NO tengan tema bíblico. es lo mejor que puedes encontrar en estos dos meses. Por lo demás, como la emite Starz, incluye con gran regocijo todo tipo de muestras de epidermis —incluso más que Águila Roja en serio—. Ustedes sabrán.

Dark Minions (USA)
Algo así como la serie de animación de entre los pilotos de Amazon, pero como no tenían pasta para todo el piloto emiten una cutrísima versión, mitad story boards, mitad animación. Dado que es bastante floja no creo que se llegue a ver nunca una versión más completa.

Defiance (USA)
Hagamos esta crítica en dos partes: Lo bueno de esta serie es que es un regreso a aquellos tiempos de las space operas de finales de los noventa y principios de los 2000 en las que una variedad de razas cohabitaban, conspiraban y se tolearaban. Lo malo es que hay poca originalidad de por medio: Farscape, Babylon 5 o Firefly son asimilados, la base argumental de Alien Nation y La Tierra: Conflicto Final aplicada y esquirlas de Eureka se cuelan entre la mezcla. Es poco lo que podemos encontrar original, sí. Pero eso no lo hace una mala serie. Ni el ceñirse a un pueblecito terráqueo, fórmula que tan desastrosos resultados tuvo en Terra Nova, hunde la serie. Tendréis que disculparme la tautología pero estamos ante una de esas series agradables si no se le pide mucho de entrada porque es lo que es.

Dude, That’s My Ghost! (UK)
Serie animada infantil de atareada vida, creada en Francia, emitida casi de tapadillo en UK y sin demasiada publicidad ni reconocimiento en ningún lado. Si no hubiera visto un par de capítulos hubiera jurado que jamás se realizó. No es gran cosa pero tampoco merece ser borrada de la existencia.

Endeavour (UK)
Dentro de las grandes sagas del policíaco inglés, una de las más veteranas es la de Inspector Morse, creada en el 87 y emitida hasta el 2000 basándose en los libros de Collin Dexter, es un resumen quintaesencial del mystery inglés con un insoportable y teóricamente culto inspector de policía. En ese año se lanzó su continuación, Lewis, en la que su tantas veces ayudante pasaba a tomar su lugar. Y, si bien esa serie continúa en la ITV, decidieron que había que recuperar a Morse. Como John Thaw dejó el personaje por motivos de salud —murió en 2002—, la respuesta fue este Endeavour, una precuela con los primeros casos de Morse, en una versión mucho más tolerable del personaje, que sirve para ofrecer una serie clásica y bien interpretada de obligado seguimiento para todos los fans de esta vertiente del policíaco.

The First Family (USA)
O, como a mí me gusta llamarla, Tyler Perry’s Los Obama. Tan banal como era de esperar en una serie que aprovecha la presencia de Obama para sacar una sitcom familiar, con el nivel de Malcolm & Eddie y las series noventeras de familias negras pero en la Casa Blanca. Algo que había hecho antes, con éxito similar, Corey en la Casa Blanca.

Golden Boy (USA)
Podría ser el ánime pero no hay tanta suerte, nunca la hay. En su lugar tenemos un pseudopoliciaco, pseudohistórico, sobre el ascenso al poder de un policía que está muy lejos de ser el L.A. Confidencial que la historia requería.

Hannibal (USA)
Una serie que parecía destinada a decidir el destino de Robert Greenblatt y que está como él, en un muro viendo para qué lado cae. Mientras la audiencia decide —es un decir, claro—, nosotros nos encontramos con la serie, otro de los encargos de la NBC a Bryan Fuller, salvo que esta vez la mano libre que le dan siempre en lo visual no estaba incluida en los guiones, de manera que tenemos una serie muy tradicional, pensada para atraer al espectador medio americano con restos de Mentes criminales o Dexter y uno de los aspectos visuales más impresionantes que se hayan visto en tiempos. Así pues, ¿compensa lo uno con lo otro?

Heading Out (UK)
Aburrida comedia inglesa sobre una veterinaria lesbiana que decide salir del armario ante sus amigos y familia. Se busca realista, es decir, resulta tan cotidiano como intrascendente.

Hemlock Grove (USA)
Interesante serie de fantasía con aspectos terroríficos que va avanzando en su locura a lo largo de sus capítulos. De muchas y variadas fuentes y homenajes, este trabajo de Eli Roth para Netflix ofrece un retorcimiento y unas interpretaciones —salvando a Famke Janssen— perfectamente adecuadas para la tormenta de serie B que estaban decididos a desencadenar.

How to live with your parents (USA)
La idea de que la crisis obliga a una persona a volver a vivir con sus padres lleva dos años siendo usada para hacer comedias espantosas. Ésta es la de este año y, demonios, es espantosa.

The ice cream girls (UK)
Un ejemplo de crimen en la memoria, o en el pasado, tanto da. Una profesora muerta y dos chicas que, con diferente resultado, se enfrentaron al sistema
judicial, reencontradas y enfrentadas años después a lo que sucedió en el pasado y entre ellas. Un argumento adaptado de un libro pero con enorme desgana, más cercano a una imposición ejecutada a regañadientes que a un producto de auténtica inspiración.

Inside Amy Schumer (USA)
La cómica americana se va abriendo paso a poquitos en el mundillo USA. De momento con esto ha logrado una de esas comedias de sketches parecida más a las de sus compañeros masculinos de Comedy Central que a las de antecedentes femeninas en USA y UK. Y poco más.

In The Flesh (UK)
Si las apuestas decían que esta serie iba a estar entre la francesa Les Revenants y esa R y Juliet / Warm Bodies / Diario de un adolescente zombie, el resultado ha acabado sorprendiendo. Con un punto de partida sorprendente, no tanto por la parte fantástica como por la actuación del gobierno en la ficción, logra ofrecer una propuesta a un tiempo dramática y reflexiva, muy densa, sobre la existencia y las relaciones humanas en todos sus aspectos: Amistad, trabajo, familia, amor… Una serie en la que puede costar un poco entrar pero que acaba mereciendo la pena.

It’s Kevin (UK)
Kevin Eldon presenta su programa de sketches cómicos. Empiezo a sospechar que este tipo de programas debe ser lo más barato que se haga en televisión porque aquí tampoco hay mucho que rascar.

Jack Taylor (OT) (Irlanda)
Iain Glen protagoniza esta adaptación, teóricamente como serie pero realmente una mezcla de adaptaciones/miniseries engarzadas, de las novelas de Ken Bruen. Historias policiacas con bastante de negro y sentido del humor acompañando. Una buena forma de tratar de diferenciarse de tantas otras series de este mismo estilo.

The Job Lot (UK)
Agradable comedia, y poco más, sobre una oficina de búsqueda de empleo. Sarah Hadland parece intentar convertir esta serie en algo más, y siempre es bueno ver a Russell Tovey.

The Lady Vanishes (UK)
Quizá alguno recuerde la película original en la que se basa esta miniserie. La adaptación de un libro a comedia de suspense por Hitchcock con Margaret Lockwood de protagonista, que a finales de los setenta ya remakeara Anthony Page a mayor gloria de su trío protagonista: Cybill Shepherd, Elliott Gould y la siempre encantadora Angela Lansbury. Teniendo en cuenta que esta no cambia nada, no busca darle una vuelta y tampoco las interpretaciones destacan especialmente. Ahora, si no conoces ninguna de ellas…

Lee Nelson’s Well Funny People (UK)
No.
Bueno, venga: Otro programa de sketches más. Quizá a alguno le haga gracia. Suponiendo un número ilimitado de universos alternativos posibles…

Lightfields (UK)
Es difícil decidir si esta serie es una continuación de Marchlands más que una versión de la misma. Intentan repetir la jugada con tres momentos temporales y un fantasma uniendo a las familias que viven en la casa pero algo, quizá el cansancio que supone intentar repetir el mismo truco, hace que no les quede tan bien.

Lovestruck: The Musical (USA)
Este telefilm parece la evolución lógica de las películas con canciones del Disney Channel, todo buenrollismo y magia: Una espléndida Jane Seymour interpretando a una estrella de Broadway metida a coreógrafa decide intervenir para impedir la boda de su hija con un italiano —un sentimiento comprensible—, pero la cosa empieza a liarse cuando bebe un tónico que la hace rejuvenecer hasta la edad de su hija, facilitando su plan y sin pararse a prever las consecuencias. Ex-actores Disney en un canal del grupo y, sin embargo, sospecho que será un éxito.

Mary And Martha (UK)
¡No es un programa de sketches! Tampoco es que sea muchísimo mejor, porque estamos ante una miniserie dramatiquísima con escala en Mozambique sobre una tragedia que une a dos madres y las hace investigar y tal. También sirve para que descubramos por donde anda Hillary Swank ahora. En vez de haciendo películas, digo.

Mayday (UK)
Noir británico que le da una interesante vuelta al concepto general: no es ya una desaparición en un pueblecito lo que mueve la trama sino las sospechas de la gente. Es decir, a la desaparición le sigue una narración lineal de la investigación posterior, pero lo interesante aquí son las reacciones de distintas personas del pueblo sospechando que alguien cercano a ellos —distintas relaciones y en diferentes grados— haya podido tener algo que ver. De tal forma que no es sólo una investigación criminal y un retrato de un pueblo que desconfía y cae en la paranoia, sino también un estudio de personajes sobre la sospecha.

The Mimic (UK)
Teóricamente estamos ante comedia con aspectos cómicos; personalmente lo consideraría un drama con aspectos cómicos: un pobre hombre sin aspiraciones ni esperanzas, pero con el don de imitar voces, decide que no le gusta su vida y quiere cambiar al descubrir que tiene un hijo de dieciocho años.

Monsters Vs Aliens (USA)
Continuación low cost de la película del mismo nombre. Y… bueno… pues poco más.

Mr. Box Office (USA)
Serie que lleva desde casi el año pasado dando vueltas; al final la han puesto en sindicación. Se trata de una comedia protagonizada por actores negros y Jon Lovitz en fiera competición por ver quién funciona de manera más automática. Puro relleno.

Naked castaway (USA)
He aquí un reality, uno de supervivencia. ¿La novedad? Que dejan al pobre hombre en una isla sin nada. Y cuando digo nada es nada. En pelota, vaya.

The Nerdist (USA)
El hombre, el podcast, los programas y con esto, el resto… Chris Hardwick, que se ha convertido en presentador para todo. El programa en sí es un magazine de temática ligeramente subcultural que —por lo menos para mí— podría tener más gracia. Por cierto, a este señor le han dado un Late en Comedy Central.

The Next Step (CA)
Ya hemos llegado al momento en que no sólo se hacen realities sobre competiciones y series como documentales, sino que se puede preparar una serie para adolescentes aculebronada, con un estilo de reality y competiciones como GLEE, de manera que acaba saliendo una versión Degrassi de la disneyiana Shake It Up.

Onion News Empire (USA)
Mi favorito de entre todos los pilotos que Amazon ha puesto a disposición del público es esta comedia de la marca Onion en la que se hace mofa de las cadenas especializadas en noticias, con un Jeffrey Tambor inmenso que brilla entre un reparto notable, en lo que podríamos llamar la versión cómica y con dientes de The Newsroom. No puedo esperar a que la conviertan en serie.

Orphan Black (CA)
Curiosa serie original del canadiense SPACE para la BBC America, con un fondo de ciencia-ficción ligera que depende mucho de la paciencia para el desarrollo, incluso teniendo en cuenta que a estas alturas aún no está claro que sean capaz de deshacer el nudo.

Our Girl (UK)
Esto puede parecer muchas cosas pero en realidad es un publireportaje para que te unas al ejército inglés, mostrándote cómo una chica sin futuro de una familia demasiado numerosa y sin ingresos decide unirse al ejército en una borrachera y resulta ser la mejor decisión que podría haber tomado nunca. Anda que…

Parts unknown (USA)
Cada vez que la gente a la que critica cambia el canal en el que trabaja, Anthony Bourdain acaba ampliando su programa, mejorándolo. Le pasó cuando pasó de hablar de cocina en A Cook’s Tour a añadir viajes en No Reservations y ahora a potenciar la parte política en Parts unknown , su nuevo proyecto en la CNN que, además, le ha permitido un mayor presupuesto, algo que se nota en todo el programa.

A Place To Call Home (AU)
Un poco de todo en este drama australiano, ambientación de época cincuentera, algo de suspense y mucho de relaciones humanas. No es que sea un ejemplo magnífico de televisión, pero sí el tipo de cosa que puede funcionar sin mucho problema en casi cualquier parte del mundo.

Please like me (AU)
Una serie con polémica, diría yo que a su pesar. Se trata de una comedia sobre un veinteañero un poco especialito que, tras el divorcio de sus padres, se va a vivir con su mejor amigo, rompe con su novia y descubre que es gay. La historia en sí tiene pocas vueltas más, es una comedia de personajes con el cómico Josh Thomas que está más cerca de las clásicas de familia desestructurada con personajes centrales poco habituales. Lamentablemente la televisión australiana juzgó deseable retrasar primero su emisión y acabar luego poniéndola en su segundo canal. Por su parte las asociaciones gays la acogieron bajo sus alas. En realidad la serie es correcta y poco más, así que este tipo de discusiones poco ayudan a juzgarla.

Plebs (UK)
Espanto británico que le vendieron a alguien como una comedia basada en un grupo de ciudadanos plebeyos en la Roma del siglo… bueh, tanto da. Es un espanto. Huid.

The Politician’s Husband (UK)
En los años noventa los ingleses pudieron ver la magnífica serie The Politician’s Husband, muy claramente inspirada por los escándalos de Clinton y similares pero con un fondo de intrigas políticas y mediáticas en las que una mujer, humillada públicamente al descubrirse una aventura de su marido, urde una campaña que sirve a la vez para elevarla a ella y dejarle a él en la clandestinidad. Si no lo habéis hecho, dadle un ojo, porque, aunque aprovechando el momento y siguiendo las enseñanzas de House of Cards, teníamos aquí una serie excelente.
Esta nueva serie se mira pero no se refleja en ella. Aquí tenemos a un matrimonio de políticos, cada cuál con sus objetivos e intenciones, más cercanos a François Hollande y Ségolène Royal que a Hillary y Bill Clinton. Además, la historia aquí mantiene los elementos de suspense pero se centra más en la relación entre ambos y el matrimonio que mantienen. Si tenemos en cuenta que los actores principales son Emily Watson y David Tennant, pocos más reparos creo que se le pueda poner.

Positively Ozitively (USA)
Posiblemente la menos mala de los pilotos infantiles para Amazon, gracias en gran parte a todo lo que saquean de los libros de Oz. Así que tampoco es decir demasiado.

Red Widow (USA)
Historia de/o con mafia y de/o con venganza que la ABC emite porque se ve que si intentas hacer una serie el número suficiente de veces acabas logrando un éxito. Ésta en concreto es: Siga buscando, hay miles de premios.

Rectify (USA)
Es curioso cómo una serie que podría ser parte de las émulas de Prety Little Liars haya terminado en el canal Sundance, ganando un aura de producto independiente que sirve sobre todo para acercarla en la memoria a Rubicon. En este caso no sabemos si van tan lentos por la trama, por desarrollar personajes y situaciones o porque no tienen nada que contar en realidad. Pero hay que concederles que al menos lo han intentado.

Robot Combat League (USA)
Concurso en su modalidad pregrabada en la que un grupo de participantes luchan con robots. Sí, en serio. Es más una curiosidad —los robots gladiadores llegan hasta donde llega la técnica, obviamente y hay poca variedad fuera de las decoraciones— que otra cosa, pero precisamente por ello merece ser compartida.

Rogue (USA)
Una policía infiltrada descubre que su hijo ha muerto asesinado y une fuerzas con el capo mafioso cuyo imperio criminal quería hundir para descubrir a los culpables y vengarse. Como elección para la primera serie original de DirectTv nos están diciendo: ¿Para qué molestarnos? No es una mala serie, ni mucho menos, pero es precisamente el tipo de cosas que podemos encontrarnos en cable sin mucho problema y en las networks de cuando en cuando.

Sara Solves It (USA)
Piloto infantil para Amazon que puede ser agradable pero poco más, de nuevo con los obvios problemas de financiación de todos estos pilotos infantiles.

Shetland (UK)
Otro estupendo ejemplo inglés de negro rural clásico, esta vez ambientado en la escocesa isla de Shetland. Secretos, familias cercanas, muy poca gente que se conoce demasiado y todo lo que ello supone para una investigación de asesinato. Confortable y sólida.

Supanatural (USA)
Este espanto es otro intento de hacer una comedia animada por parte de Amazon; es difícil descubrir si es peor la calidad de la animación o los guiones.

Teeny Tiny Dogs (USA)
Jim Henson —bueno, su empresa— también tiene un piloto. Faltaría. Dinero no, porque casi todo lo que hay son bocetos de la serie, ya que sólo tienen una marioneta creada. La premisa de la serie parece una clásica en Henson: mezcla una guardería con, en esta ocasión, perros de marioneta que hacen cosas de perros y blablabla… No es mi estilo pero siempre es bueno ver algo del estudio Henson.

Those Who Can’t (USA)
Otra serie que puede ser interesante de entre los pilotos de Amazon: tres profesores —cada cuál con su estilo— y su lucha contra sus estudiantes, o a su favor. Es difícil decirlo.

Vikings (USA)
Una gran serie. Mezcla de los conceptos de intriga histórica de Los Tudor y similares con hostias como panes, sangre y restos humanos. Todo ello con barbarismo y desarrollo de personajes en un intento del History para acercarse a la historia de los nórdicos. Una historia para no perderse.

The village (UK)
Drama de repaso histórico al siglo veinte a través de una familia trabajadora. Si te va mucho ese tipo de cosas, ya sabes. Si no… no tiene mucho más interesante.

Tumbleaf (USA)
Otra serie infantil, otra serie a medias, de Amazon. Tiene buena pinta, especialmente lo poco que vemos del aspecto original si tuviera pasta. Esperaremos.

Wodehouse In Exile (UK)
Peculiar telefilm centrado en un momento de la vida de Wodehouse, durante la Segunda Guerra Mundial, en que la vida del autor en Normandía terminó con él hablando para la radio nazi y diciendo lo bien que les estaban tratando en una emisión para todo el mundo. Algo que le costó el destierro incluso después de la guerra y que aquí se presenta como un ejemplo del interés por entretener y la falta de conexión con el mundo real. Luego ya está lo que te creas la explicación.

WPC 56 (UK)
Pieza policiaca de época sobre la primera mujer policía, que sirve para darle un poco más de alegría a la premisa clásica. Y ya.

The Wright Way (UK)
Auténtico horror de comedia inglesa. Es difícil saber qué ha pasado en estos dos meses para que estrenen horror tras horror y espanto tras espanto, pero puede ser el peor para el humorismo inglés desde que comenzaron los Pilotos Deathmatch. Y despropósitos como esta comedia sobre el Departamento de Salud de una ciudad ayudan bastante poco.

Youngers (UK)
Serie juvenil realista británica, ya sabéis lo que eso significa. En esta ocasión con un giro hacia la música porque, bueno, porque podían.

Your Pretty Face Is Going to Hell (USA)
Lo último de Adult Swim es una comedia sobre el infierno entendido como un trabajo corporativo para los demonios. Si tenemos en cuenta que Neighbors from Hell y Ugly americans ya habían jugado muchas de esas bazas en sus series, el único cambio es que aquí no hablamos de animaciones. Y, francamente, no parece mucho para distinguirse teniendo en cuenta que ni siquiera es una mejora.

Vicious (UK)
Imagina que te dicen que Ian McKellen, Derek Jacobi y Iwan Rheon van a hacer juntos una comedia en la que los dos primeros interpretarán a una pareja de viejos gays. Teniendo en cuenta los nombres involucrados seguro que tienes interés en ver qué sale. Te propongo que me cuentes cuántos minutos aguantas de este infame compendio de risas en latas y guiones sobados que más cerca está de ser un Matrimoniadas gay que de ofrecer una serie interesante.

Zombieland (USA)
Empezamos con un piloto de Amazon y terminamos con otro, en este caso con la adaptación de una película a serie cómica. Bueno, con todo lo visto en estos dos meses no puedo decir que sea realmente mala, aunque está lejos de los grandes aciertos del proyecto. Pero para echarle un ojo sí que vale.

Y hasta aquí el repaso. No está mal, ¿verdad? Más del doble de pilotos que el año pasado por estas mismas fechas. Hace que uno se pregunte qué están dejando para el resto del año. Y en qué proporción seguirán creciendo los pilotos, visto que la ficción parece un elemento por el que apostar, al menos si eres parte de una cadena o plataforma de streaming. En cualquier caso, valoraremos si ha permanecido este incremento en nuestro próximo Pilotos Deathmatch, dentro de dos meses, con Twisted, Under the dome y la cuarta temporada de Arrested Development ya entre nosotros.