A veces uno piensa que la idea detrás de una adaptación es eliminar el alma de las obras originales, un nuevo ejemplo de lo cual tenemos en Les 7 Ours (O)(FR) que masacra los cómics de Émile Bravo para convertirla en la enésima serie de animación 3D que solo rescata cuatro ideas pero ofrece mucho más de lo mismo. Espero que, por lo menos, sirva para que reediten los cómics.
Un genérico de policíaco solo un punto por encima, este
Ballard (USA) es un spin-off de
Bosch que lo que más demuestra es cuánto sirve el rodaje. El de la otra serie, quiero decir. También allda que
Maggie Q tenga todavía más tablas, pero, claro, el problema es el de siempre, demasiada serialización estirando la historia. Como con
Bosch, creo que meter tramas más cortas o buscar otra manera de gestionarlo sería una mejora. Pero, al menos, es algo mejor que lo habitual. Que vista la media de
Netflix con su ruido-blanco-thriller tampoco es que sea mucho, pero algo es algo. Supongo.
Curiosa esta
CITY The Animation (O)(JP), una serie de aventurillas con estilo cambiante a ratos, algo de surrealismo y, supongo, la idea que los japoneses tienen de hacer viñetas de la vida de los habitantes de una ciudad con puntos de costumbrismo pero también salidas hacia el humor. Supongo que al menos es peculiar. Aunque lo cierto es que hay cosas en el estilo de dibujo -y sus cambios- que no me acaban de convencer y no sé bien por qué.
Lo mismo que
Ballard pero al revés. Este
Dexter: Resurrection (USA) demuestra que no tiene nada que aportar, están estirando a ver si así puede hacer algo con lo que tiene. Tras el final, la continuación y la precuela ahora intentan una nueva continuación que carece de sentido y que no tiene nada que ofrecer más que darle vueltas al asunto, meter a personajes de otras temporadas y hacer una de las dos cosas más estúpidas que se pueden hacer. Es decir, al margen de mandarle al espacio. Pero no, de momento deciden mandarle… a Nueva York. Supongo que hay que estar muy metido en esta serie para que aún te interese. Pero está claro que van a tirar.
De
Eric Friedman podemos decir que fue el creador de
Crash & Berstein y uno de los principales responsables de
Bizaardvark, la serie que presentó a
Olivia Rodrigo y
Jack Paul. Lo uno por lo otro, supongo. También ha trabajado de guionista, y ha reunido a un buen grupo de ellos, así que la llegada de
Electric Bloom (USA) sirve tanto como demostración de que hay todo un fondo como de que lo que hay es ese fondo. Es decir, vamos a encontrar la clásica serie
Disney con canciones, con una serie de actrices-cantantes intentando lanzar sus carreras y… bueno, lo de siempre. Roles cada uno en su sitio, una intención de vender como famosos a los que aún no son con la idea de convencernos de que lo serán y blablabla. Además, claro, de contar con toda una serie a su alrededor. Pero, como siempre digo, esto es tan antiguo que ya hemos tenido a los
Archies o los
Monkees. Así de viejo es, así de viejo se nota.
No tengo muy claro qué buscaban con
Los Gringo Hunters (O)(MX) y lo cierto es que no queda claro si van a ir a arco de temporada, arco de varios episodios o qué, lo cierto es que al menos se nota las ganas de hace las cosas… no diré que bien, diré que ‘a la americana’ -que tantas veces es casi lo contrario- así que supongo que habrá que esperar un par de capítulos para ver por dónde tiran. Y qué es lo que pretenden, claro.
En el lado bueno, esta adaptación de
Hikaru ga Shinda Natsu (O)(JP), o
光が死んだ夏 o
The Summer Hikaru Died o
El verano en que Hikaru murió o…, puede que haya decidido bajar el tono de la relación entre los protagonistas -que tampoco es que fuera aquello descocado, pero ya sabéis- o que tenga una animación cuestionable… pero al mostrar el curioso punto de partida y la mezcla de tonos… estoy seguro de que animará a la gente a darle un tiento al manga. Sí, eso es lo bueno.
Es curioso esto de los pilotos. Todo el de
Jogo Cruzado (O)(BR) se orienta a dejar las piezas para los siguientes capítulos. Mientras tanto nos han presentado a los dos personajes principales, una versión de
Liz Lemon del periodismo deportivo y una mezcla de
Cristiano Ronaldo con cantante sección chico malo fiestero. Si no se notara tanto lo falso que es todo -o si tuviera algo de gracia- quizá funcionaría mejor. Pero al menos no parece que vaya a haber una trama romántica porque la química entre los personajes es claramente nula. Ah, eso sí, si alguien quiere ver a viejas glorias de Brasil haciendo cameos esta es su serie. O,al menos, su piloto.
¿Cómo es que Netflix estrena una serie y no sube el trailer? Mira, yo qué sé. Pero aquí estamos, con
Qui sème le vent (O)(FR), que no deja de ser una especie de telefilme policíaco de los que llevamos años recibiendo desde allá… pero estirado a miniserie. Tenemos un Negocio Central -una finca de cultivo de flores con una rosa concreta que es ‘marca de la casa’- tenemos un muertito al poco de empezar, y tenemos a un montón de sospechosos. Que los protagonistas no sean -al menos no en apariencia- los policías sino una joven y su hijo es lo único que me convence de que no es un
Asesinato en… al que han metido en el potro. El tono y tema, al menos en este piloto, sí que son similares. Una mezcla agradable aunque no muy original de drama familiar-empresarial, secretos y ‘a ver quién a matado a ese’ (o, en inglés, ‘whodunit’), una cosa que se puede tener ahí sin mucho problema, para una siesta o similar. Pero que probablemente habría sido mejor como telefilme.
Estoy sorprendido con
Leviathan (O)(JP), o
リヴァイアサン o…, no por el punto de partida -una especie de historia de ricos y pobres con guerras, mechas, europeísmos falsos -modelo 1ªGM- que a ratos parecen
steampunk y a ratos nada- o porque haya algún punto que parezca ‘queer’ pero ya lo dudo, o los guiños a
Ghibli. No. Es la banda sonora, persistente y muchas veces más presente que cualquier otra cosa la que llama mi atención. No sé por qué está tan alta o qué pretenden hacer con ella o con los distintos momentos de ‘escena sin diálogo ni efectos sonoros, solo música’ pero, bueno, seguro que habrá fanes. Aunque sea porque la propuesta logra ser más… digamos ‘sosegante’ que otra cosa, parece que estamos en época de obras que no necesiten mucha atención.
No tengo claro quién pensó que hacer esta especie de
Celebrities de
Menem (O)(AR) contada como con viñetas y con un propósito que es difícil de entender -no parece que tenga mucho interés en la política, la parte personal tiene la profundidad de una columna de chismorreos y la parte carismática o de ‘política pop’ te la tienes que creer porque no parezca que vaya a poder entenderlo nadie.- era buena idea, lo único que espero es que no cunda el ejemplo en España.
A la pregunta ¿Qué estadounidense ha estado viendo series inglesas pensando que podía imitarlas? Hay dos respuestas, la primera es no, por mucho que
Too Much (USA) quiera no es una serie inglesa. Y la palabra importante es ‘querer’, porque trabajo no le ponen mucho. La segunda es
Lena Dunham. Lo que supongo que explica lo anterior. Ya, ya sé que meterse con
Dunham es muy… ¿típico? En fin, casi parece que se puede datar la época por los vivas y los gritos. Lamentablemente la cosa no ha mejorado. Ni en cuanto a las críticas ni en cuanto a la falta de talento de
Dunham. Pero ya sabemos que el talento para llegar a acuerdos no es el mismo que para hacer series. Este piloto tiene todo lo malo de su… vamos a llamarlo ‘estilo’, incluyendo mucho amiguete famoso, mucho ombliguismo hecho pasar por metacomentario y mucho ramplonismo, su problema principal. Por lo menos está
Megan Stalter de protagonista. Pero bueno, que ver una vez más a una persona convencida de ser única y excepcional haciendo estas cosas… bueno… con un poco de suerte
Netflix la mantiene en antena mucho tiempo. Porque mientras esté con esto no estará con ninguna otra cosa.