Relevancias televisivas reflexionalizadas ejemplificantes recomendativas

Siempre es complicado tratar de entender cómo funciona la relevancia. Por qué unas personas o unas series logran una relevancia popular por encima de otras sin importar lo que la crítica pueda decir o las cadenas planear.

Da igual que la NBC se volcara en promocionar The Michael J. Fox Show para su noche de los jueves, y que lo programara en una franja sin grandes rivales, el resultado ha sido un desastre y la NBC hace frente a sus peores datos en años. Y estamos hablando de la NBC. Los dos programas que están reventando la noche llevan ya tiempo, uno The Big Bang Theory ha ido sufriendo todas las etapas posibles de un programa popular. El otro, Anatomía de Grey, casi nos sorprende que siga aún en antena, no digamos ya siendo el segundo programa más visto de la noche.

Precisamente el tercer programa de la noche, Scandal, supuso un cambio interesante a la hora de medir la importancia de la ficción. En los primeros intentos de la empresa Nielsen de combinar una respresentación de sus datos de audiencia con los de popularidad mediante las menciones en Twitter y Facebook, Quedaba claro entonces que era de las tres la serie que más interés generaba pero, ¿significaba eso que la gente estaba prestando atención? ¿Le interesaría a los anunciantes —que al final es quién determina el futuro de los programas en las televisiones en abierto— o rechazarían creer en esta publicidad de los usuarios?

Al final no solo es cierto lo que decía William Goldman de que nadie sabe nada, también que resulta complicado entender cuál es el problema. Probablemetne porque no es solo uno. Esa noche de jueves Parks & Recreation marcó su mínimo histórico pese a tratarse de una serie respetada por los críticos y con una pequeña pero muy vocal comunidad de seguidores. Sean saves the world, que no goza de ninguna de las anteriores, corrió una suerte similar.

¿Qué es lo que importa entonces? Hay series golpeadas por la crítica que el público ve, en el caso de The Millers parece tener que ver con la serie que había antes. En otros como Revolution se ha visto que en cuanto ha faltado un gancho anterior potente ha desaparecido buena parte de la audiencia.

Sin embargo ni los más potentes antecedentes, lease The Voice, lograron salvar el destino de Go On la temporada pasada. No digamos ya de la serie que seguía a esta, The New Normal.

Volviendo a Scandal, la burbuja de internet también funciona así, no solo por los estudios de reconocimiento que se han realizado y que demuestran que quizá una persona al azar en la calle no tendría ni la más remota idea de quién es Benedict Cumberbatch o Tom Hiddleston, e incluso una actriz galardonada con el OscarTM y protagonista de películas increíblemente exitosas como Jennifer Lawrence es menos conocida de lo que uno pensaría. Del mismo modo uno hubiera pensado que el mundo iba a explotar con el especial por el 50 Aniversario de Doctor Who pero haciendo unos buenos números la verdad es que no logró superar el especial navideño Voyage of the Damned cuyo punto de diferenciación era la presencia como ayudante del Doctor de la cantante y actriz australiana Kylie Minoge.

—Como nota al margen: Sabiendo que no todo el mundo disfruta de las mismas cosas no entiendo la necesidad de llamar pesados a aquellos que comparten sus gustos e intereses. Si “solo habla de X que no me interesa nada” hay dos posibilidades, o sacar un tema que te interese o moverte, porque es poco probable que la gente decida sus temas de conversación sólo por complacerte. —

Podría seguir montando y desmontando con ejemplos de personas importantes en sus campos que no logran que sus programas de telerrealidad o de ficción lleguen a funcionar mientras que otros menos habituales como Honey Boo Boo o directamente desconocidos como la Familia Robertson de Duck Dynasty, logran hacerse con la audiencia.

Más aún, con la multiplicidad de ofertas —es decir, además del abierto el cable básico y el de pago, sin contar con webseries o, simplemente, no ver nada relacionado con la televisión — parece difícil lograr un impacto tan directo o claro como antes. Y, sin embargo, sigue sucediendo. Ahí está el éxito sorpresa de lo que llevamos en la temporada 2013-14, Sleepy Hollow —por cierto, careciendo de los actores famosos que sí tenían muchas otras novedades— cuyo éxito no creo que sepan explicar ni en FOX.

De modo que al final quedan un puñado de buenas series que están no digamos en el anonimato pero sí con un interés menor por parte del público —o el más difícil todavía lográndolo combinar, por extraño que parezca: Sons of Anarchy es la segunda serie de ficción del cable por audiencia pero parece tener un índice de relevancia menor a otras como Pretty Little Liars, como decía antes, nadie sabe nada — , a veces incluso de la crítica, y que cuenta de los espectadores para moverla, recomendarla y convencer a la gente de que la vea.

Así que mientras seguimos buscando la fórmula mágica para lograr la relevancia aprovecho para instarles de nuevo a que vean The Good Wife o It’s always sunny in Philadelphia que llevan una temporada maravillosa ambas. Y les recuerdo la existencia de series como Justified o The Americans, que merecen mucho la pena.

Al final eso es compartir lo que nos gusta y divulgar lo que está oculto lo que hace tan agradecido divulgar.


Rocambolescas Finalizaciones Matt Smitheras Doctorandas


Three por fnarg

La promesa de acabar de una vez por todas con Amy Pond como compañera duró poco. Concretamente un episodio. La historia navideña de turno, The Doctor, The Widow And The Wardrobe, que esta vez era especialmente lacrimógena. Intentado hacer un homenaje al ciclo de Narnia de C. S. Lewis el resultado final es una tan confusa como excesivamente edulcorada fábula.

Tras este especial, emitido a finales de 2011, pasaron los meses hasta emitir los nuevos episodios con un formato ya adaptado del todo al gusto norteamericano. Un comienzo en septiembre, parón navideño —que no impidió la presencia de otro especial que esta vez no serviría como remate de temporada sino como punto intermedio —reanudación en marzo y de ahí hasta mayo. La asimilación había sido completada.

Los distintos rumores sobre la serie hacían temer lo peor de esta séptima temporada moderna o treinta y tres de las totales. Empezando por la marcha de los productores Beth Willis y Piers Wenger, los encargados de la producción junto a Moffat. Mucho se especuló sobre su marcha, y si bien en el caso de Wenger parecía claro que se debía a su marcha de la BBC para ocupar un puesto en Film4, en el de Willis empezaron a sonar voces preocupadas porque el trabajo con Moffat no fuera todo lo sencillo y fluido que debiera. Más aún cuando se les había dejado una serie que rondaba los 10 millones de espectadores y se encontraban ahora sobre los 7. Otras voces señalaban que se trataba de una discusión con la BBC que trataba de hacer más barata la serie, en cualquier cosa las pequeñas aventuras tumultuosas empezaban a recordad la etapa de John Nathan- Turner más que la de Russell T. Davies. De momento encontraron una productora de reemplazo en Caroline Skinner.

Si le añadimos que pronto se supo que la nueva acompañante del Doctor tardaría varios episodios en aparecer y mientras disfrutaríamos de los ya dos veces despedidos Williams – Pond, entenderemos las dudas de los espectadores habituales. De momento se empezó con Asylum of the Daleks que fueron lanzados con una serie de webisodios, Pond Life, sobre los problemas matrimoniales de los Pond. Por si alguien temía que la serie fuera de nuevo sobre el Doctor. En este capítulo, escrito por Moffat, se cambiaba la continuidad con respecto a… bueno… dos temporadas antes en Victory of the Daleks. Es poco habitual que durante una etapa de productor/ jefe de guionistas haya este tipo de contradicciones, pero tras mostrarnos a los nuevos Daleks de colores eliminando cualquier versión anterior por ser menos evolucionada, ahora nos los mostraban colaborando entre ellos y con muchas otras versiones en un homenaje a la historia de los temibles alienígenas. Claro que también contradecía el regreso de Skaro que orquestó RTD y frente a las tradicionales formas autoritarias de gobierno nos salía con un Parlamento de los Daleks al mando del cuál tienen un Primer Ministro, del mismo modo que frente a su tradicional beligerancia con los débiles nos creaban ahora un mundo-asilo. El capítulo en general tampoco tenía mucho más que ofrecer salvo la aparición de Jenna-Louise Coleman como Oswin Oswald. Y, por supuesto, la paz matrimonial de los Pond y su regreso, una vez más, como acompañantes del Doctor.

De modo que para la siguiente historia, esta vez de Chris Chibnall, ya había cierta suspicacia a la que ayudaba el título: Dinosaurs on a Spaceship. Y, efectivamente, iba de dinosaurios en una nave espacial. La historia resulta bastante simple pero tiene el acierto de presentar a Brian Williams, el padre de Rory, que demostrará tener madera para poder ser un acompañante excelente.

El siguiente guionista al que tocaba probar suerte era Toby Whithouse que regresaba al western tras el pequeño desastre que había sido The Gunfighters a mediados de los sesenta, lo hacía con una historia que pretendía explorar el concepto de monstruo, así como el de culpable, lamentablemente quedaba algo farragoso, en parte por el propio guión y porque el orden de capítulos hacía referencia a un hecho que aún no se nos había contando. En general la temporada parecía más un cúmulo de historias mientras se esperaba a un gran acontecimiento que no estaba claro cuál era. Aunque en el exterior de la serie se empezaba a rumorear sobre un gran cambio para la serie aprovechando su especial 50 aniversario, algunos incluso hablan de la marcha de su protagonista o de la del productor y jefe de guionistas e incluso de la de ambos. Tanto la BBC como los rumoreados salen rápidamente a desmentirlo.

En cuanto a The Power of Three, no sólo significa el segundo guión de Chris Chibnall de la temporada, también el regreso de Brian Williams y la presentación de Kate Stewart, un personaje que ya había aparecido en la producción de Reeltime Pictures Downtime y que aquí hacía su entrada oficial como miembro de UNIT y, más importante aún, hija del Brigadier. También tiene un punto interno al tener que explicar a Brian el destino habitual de sus acompañantes, reflexionando sobre las maneras en que dejan de serlo. Un adelanto de la marcha —una vez más— de Rory y Amy de la serie. Concretamente en el siguiente episodio.

The Angels Take Manhattan volvía a estar guionizado por Moffat y a centrarse en los Weeping Angel, además, claro, salía River Song. Y, por supuesto, dentro de su americanización, tenía lugar en Manhattan. El resultado, por otro lado, era difícil de defender. Los ángeles pierden el misterio y el respeto, la aparición final de una estatua de la libertad / Ángel puede recordarnos a Los Cazafantasmas pero destroza las reglas sobre los ángeles y, además, acaba siendo uno de los momentos más embarazosamente ridículos de la nueva serie. Y la despedida de los Pond resulta absolutamente lamentable, tras lo establecido en el anterior episodio deciden que no quieren dejar de viajar con él y, desde luego, Moffat no tiene intención de matarlos. Así que les envía al pasado. Fuera del alcance de un Doctor que parece que ha olvidado que no sólo puede viajar en el tiempo sino que él mismo fue transportado, en Blink, y pudo ser rescatado. Todo esto en un ejercicio de marysueismo final que parece diseñado para enfrentarse a muerte con el de Rose Tyler, aunque por fortuna no logre igualarlo.

La nueva edición a la americana significó que el episodios especial navideño cayó en mitad de la temporada, tal y como comentábamos antes, y siendo Moffat como es decidió usarlo para reintroducir a Clara Oswin Oswald, la que parecía nueva compañera del Doctor, interpretada por Jenna-Louise Coleman, además estrenaban una nueva secuencia introductoria que recuperaba la clásica aparición de la cabeza del Doctor perdida desde el final de la época de Sylvester McCoy . Aunque antes de eso y como mini-episodio antecedente en Childreen on Need se emitió The Great Detective, un especial en el que se nos presenta al Doctor en la Inglaterra victoriana actuando —o, mejor dicho, no haciéndolo— como apoyo de ese The Great Detective que resultará ser Madame Vastra, la siluria a quien habíamos conocido en A Good Man Goes to War, y que es asistida por su ayudante, y ahora esposa, Jenny Flint, —logrando dar por fin algo de diversidad, si no racial sí al menos sexual, a esta etapa—, y su mayordomo sontaran Strax en lo que parece una precuela de lo que estaba por llegar pero que también sonaba a prueba para realizar un nuevo spin – off.

Así llegaríamos a The Snowmen, otro especial navideño de baja intensidad cuyo aspecto más interesante es lanzar la historia con el regreso de Oswald logrando reemplazar a una jovencita mona blanca con mote estratosférico por otra como centro de la obsesión del Doctor. A partir de ahí será La Chica Imposible la que le moverá en la serie. Pero, mientras tanto, este episodio tendrá un segundo interés, la colaboración de Sir Ian McKellen poniendo la voz de La Gran Inteligencia, el villano clásico del Segundo Doctor, aquí sin el acompañamiento de sus encantadores Yetis, y la aparición como villano secundario —es decir, mentalmente controlado— como el Dr. Walter Simeon de Richard E. Grant, que había interpretado al Doctor de manera no oficial en la parodia The Curse of Fatal Death y puesto voz a su versión animada de Scream of the Shalka, además de haber sido considerado para interpretar el papel un par de veces.

Pero este punto de partida para los episodios que quedaban fue rápidamente empañado al anunciarse en marzo que Caroline Skinner dejaba el puesto de productora en el que no había llegado a aguantar un año, oficialmente para ocupar un cargo en Londres, extraoficialmente por —de nuevo— diferencias con Steve Moffat que en sus tres temporadas había visto salir por piernas ya a Tracie Simpson, Peter Bennett, Sanne Wohlenberg, Beth Willis y ahora Caroline Skinner. En esta ocasión Faith Penhale, la Jefa de Drama de la BBC Gales decidiría tomar el puesto de productora, al menos para lo que quedaba de temporada.

Que comenzaría en The Bells of Saint John, escrito pro Moffat y que volvía a usar a La Gran Inteligencia como villano, esta vez con Richard E. Grant poniéndole voz. Además de eso tenemos a Clara poniéndose en contacto con el Doctor —que había estado buscándola infractuosamente— y regresando así en su vida, no al revés.

Peor aún resultaría The Rings of Akhaten, el primero guionizado por Neil Cross, creador de Luther, cuyo flojo guión —que comienza con el Doctor acechando la vida de Clara — sería rematado por la espantosa dirección de Farren Blackburn que ya se había encargado de The Doctor, The Widow And The Wardrobe y que ahora había logrado crear el caos en el que probablemente sería el peor episodio de esta temporada.

Por fortuna este punto bajo significó que el capítulo inmediatamente posterior, Cold War, supondría una mejora. Además del regreso de Mark Gattis a los guiones y de la reaparición tras casi cuarenta años de los Ice Warriors en una historia similar a la de su primera aparición en The Ice Warriors, además de usar de nuevo el truco de un humano ataca a un alienígena en lugar de dialogar con él y eso precipita los acontecimientos que ya se había usado tanto con la nueva carne como con los Silurians, una vez cada temporada de Moffat. Se beneficiaba, además, de las magníficas actuaciones de los invitados, Liam Cunningham como capitán de submarinos y David Warner como científico.

Hide, el siguiente episodios, volvería a contar con guión de Neil Cross, mejor realizado esta vez. Lo más destacable es la breve resolución o así de una trama general según la cual la TARDIS no soporta a Clara, sin un motivo real por su parte como vemos en este capítulo.

La TARDIS sería también figura central en la siguiente historia, Journey to the Centre of the TARDIS, una historia que pretendía explorar no sabemos si la TARDIS o sus problemas temporales internos gracias a Steve Thompson, que ya había guionizado The Curse of the Black Spot. La historia en sí no tiene demasiada transcendencia, sobre todo con un final que sirve para eliminar todo lo que había sucedido durante el capítulo. Pero la discusión sobre la representación de la raza de los antagonistas, presentados como una suerte de ladrones de basura espaciales, que se unía a la discusión ya existente por la futura aparición de un libro llamado Doctor WHo and the race en la que varios autores expresarían sus puntos de vista sobre el tema y, según los avances, la serie en general no salía muy bien parada pero, sobre todo, la actual etapa de Steve Moffat se llevaba parte de las críticas. Esto había desatado un debate sobre la serie y sobre la representación de otras razas, culturas, creencias religiosas e, incluso, sus posiciones en el postcolonialismo. Una discusión interesante —aunque algo radicalizada en alguno de sus participantes, inevitable— que impactó sobre un capítulo del que poco más se podía rascar para convertirlo en un punto de discusión central.

The Crimson Horror volvía a ser de Mark Gatiss, con Madame Vastra, Jenny y Strax además de una villana excepcional encarnada por la enorme Dame Diana Rigg, capítulo entretenido que vuelve a parecer una historia de los spin off juveniles del Doctor. Lo mismo que se podría decir del siguiente, Nightmare in Silver, nueva colaboración de Neil Gaiman en un estilo similar al que el autor usara para su Stardust, además, claro, de evolucionar a los Cybermen desde su anterior aparición si bien son muchas las apariciones anteriores referenciadas directamente en imagen o palabra, y el capítulo sabe aprovechar también la aparición del actor Warwick Davis.

De manera que sólo quedaba un capítulo para terminar la temporada: The Name of the Doctor, de nuevo con el trío hannahbarberesco de Vastra, Jenny y Strax y, como Moffat no puede evitarlo, con River Song que a estas alturas es, junto al Doctor el único personaje que ha estado en TODOS los finales de temporada de la era Moffat. El resultado se pretendía transcendente y buscaba explicar el personaje de Clara, el resultado es solo aceptable pero al menos sirve para recordar al resto de los Doctores en el año de su 50 aniversario. Y preparar las cosas, con la aparición sorpresa de John Hurt, para ese especial que se emitirá el 23 de Noviembre, marcando la fecha especial que eso significa. De manera que así terminó la temporada, la primera en la que todos los capítulos fueron autoconclusivos.

Mientras se preparaba este especial, y se realizaban todo tipo de comentarios y habladurías de lo que en él sucedería y por qué parecía que Moiffat había decidido contar sólo con Smith y Coleman además de con Tennant y Pipper obviando, si había que creer las filtraciones, al resto de Doctores y acompañantes de las épocas moderna y clásica. Comentarios sobre si habían sido los actores —en el caso de Ecclestone o Tate — o si era cosa de Moffat los que habían decidido que permanecieran fuera. Mientras múltiples participantes en la serie como John Barrowman o Peter Davison hablaban de su ausencia, sin que realmente se pudiera saber si era algo más que una extraña forma de promoción.

En ese ambiente volvió a tomar fuerza el rumor de que se iba a anunciar un cambio en la serie, una partida, y que sería más importante que las clásicas huidas de productores asociados. Finalmente, y para evitar que uno de los tabloides sacara la exclusiva, la BBC confirmó en julio que Matt Smith dejaba el puesto, aunque Jenna-Louise Coleman permanecería al menos un año en el mismo. Si bien la BBC aún no había clarificado cuál sería el calendario para la nueva temporada. La marcha de Smith volvía a abrir los rumores sobre sucesores y, más fuerte que nunca, sobre la necesidad de que fuera una persona de una minoría o una mujer la que se hiciera con el puesto. Una vez más se comentó la posibilidad de que múltiples actores estuvieran siendo considerados para el papel, varios de ellos no-blancos, aunque una semana antes de que la BBC revelara el nombre surgió con fuerza que su relevo sería Peter Capaldi.

Cuando se hizo público que efectivamente así sería, convirtiendo al actor acostumbrado a mostrar fuerte carácter, conocido sobre todo por The thick of it y tan seguidor del Doctor Who que ya había tenido un papel en un capítulo anterior —Un punto en común con Colin Baker*— quedó claro que se pasaba de un extremo a otro, del actor más joven en encarnar al *Doctor al segundo mayor, sólo superado, precisamente, por William Hartnell, el Doctor original.

Pero sería otro Doctor el que se alzaría en las semanas anteriores al aniversario. Un episodio on line subido por la BBC mostraba a Paul McGann de nuevo como Octavo Doctor, durante las Time Wars, decidiendo finalmente entrar en ellas en lo que sería el antecedente directo de The Day of the Doctor, el especial 50 aniversario que se emitirá el 23 de Noviembre de 2013, en la fecha de su 50 aniversario, emitiéndose por televisión y proyectándose en cines en medio de un festejo global.


Necesidades televisivas geográficas respaldativas fundamentales

Quizá no lo hayáis oído, pero los políticos han decidido cerrar la RTVV. Cierto es que la quieren cerrar por motivos propios, fundamentalmente que su mala gestión llevó a un ERE tan mal gestionado que se lo han tumbado en los tribunales y ahora tendrán, o tendrían, que pagar una millonada. Pero sobre este caso en particular mejor leen a Andrés Boix en La Página Definitiva o pasan por Valencia Plaza, que les informarán mejor.

Aquí no toca hoy ponerse a informar, sino a reflexionar. Porque en los últimos días he estado leyendo muchos ataques a la necesidad de los medios de comunicación públicos, más aún en caso de ser no-nacionales. Y creo que hay varios puntos sobre los que podemos meditar.

Empecemos señalando lo teórico del asunto de manera que la pérdida de puestos de trabajo —algo siempre de lamentar— no merece ser un factor a tener en cuenta. Mucho menos el comportamiento de los trabajadores entonces o ahora. Cierto es que hacen bueno, una vez más, el slogan de DareDevil de que un hombre sin esperanza es un hombre sin miedo, pero para la consideración global de la necesidad de un medio de comunicación público no-nacional la verdad es que eso no viene al caso.

De la misma manera, la gestión en sí del canal y la creación de múltiples —multiplísimos— canales hermanos no deja de ser más que un concepto político, en primer lugar porque la creación de una deuda o la sobredimensión de la necesidad del mismo por criterios de enchufismo o egomanía lo que deja realmente claro es que es necesario más control sobre los políticos por parte de los ciudadanos; si no votos de castigo, que parecen tan imposibles de lograr en este país, sí al menos protestas, escritas o mediante concentraciones, dejando claro que tanto el derroche —más aún en casos tan obvios como estos— como la manipulación es algo que no se debe tolerar en un medio público. (Y que está feo en uno privado, pero en fin)

Incluso si pensáramos en un medio que no se hubiera dado a estos locos crecimientos como TeleMadrid, al que dos gobiernos de signo distinto y poco interés en crear o controlar convirtieron en un canal sencillo con un segundo canal muy minoritario y casi inexistente en la mayoría de hogares, creado más por presiones externas que por auténtica convicción, de manera que cuando el siguiente gobierno, que repetía signo, entró a saco para demolerlo desde dentro tuvieron que usar una táctica diferente, aunque no por ello menos efectiva, para lograr reducir la audiencia. Como decía, no es tanto un asunto de cómo se ha hecho sino de con qué finalidad; en este caso la demostración de que la gestión pública es ineficaz, de que lo lógico en consecuencia es pasarla a gestión privada y de que la ineficacia no se debe a que la gestión fuera errónea sino a el modelo intrínseco, una mentira burda observando la vida completa del canal pero al que los odiantes de Lo Público parecen agarrarse. Más aún cuando son entrevistados por gente incapaz de escuchar lo que se les está diciendo o de salirse del guión.

Sobre todo porque, desde mi punto de vista, incluso una televisión que estuviera haciendo los datos de audiencia de una privada estaría fallando estrepitosamente en su misión si los consiguiera copiando el estilo y programación de éstas.

No se trata de que dé beneficios ni de que sea el canal más popular del dial; es un servicio público y, precisamente por ello, lo importante es saber si se está sirviendo a ese público que, a su vez, debería hacerse responsable de su buena marcha.

Cierto es que las regiones con lenguas co-oficiales siempre pueden hablar de su utilidad para la difusión y homogeneización del idioma —algo que, en contra de lo que puedan pensar los antinacionalistas, se da siempre con los medios de comunicación hablados incluso en los casos de una única lengua oficial, de ahí los comentarios y las quejas sobre el Inglés BBC y, en mucha menor medida porque en fin, el Español TVE — algo sin duda valorable e importante pero no por ello la única o más importante de sus tareas.

Porque la función principal de un medio no-nacional debe ser informar a sus ciudadanos de lo que pasa en su nivel de influencia. Cuanto más local un medio más debe centrarse en lo suyo. Puede tratar, por supuesto, sucesos externos en varios niveles, pero no olvidar que su función es informar —y educar— sobre lo que tiene más facilidad para hacerlo: Los hechos cercanos que los medios de niveles informativos más amplios no van a tratar porque para eso tienen que atender a más fuegos. La falta de información, igual que la falta de programas o documentales atendiendo a las particularidades culturales e históricas de la misma —y aquí podemos hablar desde las implicaciones más directas a las variedades sobre sus comercios, gastronomía o ritos, por señalar tres obviedades—, es lo que nos da uno de los niveles de fracaso. Modificables según lo manipulados de manera interesada o lo centrados en refocilarse en tipismos promoviendo una imagen estereotipada, propia de los intentos de venta de costumbres al exterior más que del interés real por ellas y su comprensión.

Esas miradas sirven para unir a los ciudadanos y permitirles una comprensión y un tránsito más sólido, facilitando el intercambio y el tránsito, así como el debate, no en los grandes temas —que, de nuevo, nunca es malo tenerlos— sino en sucesos que, por cercanos, podrían afectarles más y necesitar de su intervención más inmediata para evitar, o para apoyar, aquello de lo que se le habla.

Quede claro que no estoy en contra de que haya espacios de esparcimiento, ni mucho menos, pero siempre enfocados a unos niveles de calidad y a la búsqueda de una utilidad, incluso aunque sea un conocimiento mayor de nuestro entorno o una difusión de valores . Es decir: La emisión de películas, series de ficción, series animadas para el público infantil, juvenil y adulto, etc…

Tener un medio de comunicación de amplio alcance significa cargar con unas responsabilidades que precisan de supervisión, si hablamos de uno de vocación pública ello se multiplica y, del mismo modo, la necesidad de que empleados y ciudadanos se impliquen más en su marcha y funcionamiento. Porque en el momento en que este desaparezca, o sea manipulado, la información cercana cesará y dejaremos de estar en contacto e informados de esos extremos de nuestra realidad que, en las sombras, pueden ser manipulados con mayor facilidad. Y de ahí la desaparición de otros servicios públicos o las extrañas maniobras políticas que tanto parecen gustar a los que moran en las zonas alejadas de la vista del público.

Así que ya ven, estoy muy a favor de estos medios en todas sus presencias y niveles, a favor de saber más sobre lo que me rodea y que los demás también puedan acceder a ello, y, desde luego, a que haya un foco de luz sobre los sucesos cercanos como lo hay sobre otros más alejados.

¡Más luz, más cercanía, más implicación!


Moffatiana Doctorización Undécima Matt Smithesca

El traspaso de poderes entre Russell T. Davies / David Tennant y sus sucesores Steven Moffat / Matt Smith fue, según ellos mismos cuentan, al menos curiosa. Terminada de grabar la última escena de Tennant, la de su regeneración, se paró la grabación y todo el equipo se fue dejando que les sustituyera desde ese mismo momento todo un nuevo grupo de gente.

En realidad el principio lo marcaría el primer episodio de la nueva serie The Eleventh Hour, estrenado el 3 de abril de 2010, en el que Moffat, siguiendo a RTD, establecería una historia que atravesaría toda la primera temporada, una extraña brecha que iríamos viendo aparecer por los capítulos, y nos presentaría también a los que serían secundarios recurrentes. Además, como Moffat siempre tira al monte, haría aparecer a una niña perseguida por los problemas que tiene que creer muy fuerte para resolverlos. De forma incidental esa niña sería su futura acompañante, marcada de manera decisiva por ese primer contacto. Esa niña sería Amelia Pond.

Elegir a una nueva acompañante es, como vimos, algo complicado. En este caso se decidió ir a lo sencillo y elegir a una bella pelirroja con carácter, Karen Gillan, que en el momento de regresar el Doctor contaría con un novio, Rory Williams, un personaje aparentemente menor interpretado por Arthur Darvill, un áctor con una larga carrera como secundario a sus espaldas y amigo de Smith desde que coincidieran en una obra tres años antes. Sí, todos blancos, todos heterosexuales, todos jóvenes. Adiós a la diversidad racial y sexual que RTD había logrado incluir en la serie. De manera más consciente Moffat decidió alejarse de Londres, a la que consideraba omnipresente desde 2005, en favor de la campiña inglesa, de manera que se buscó un pueblecito para comenzar allí. Para mejorar la química entre los actores se decidió que sería grabado a mediados de los bloques de realización para que se notara desde el principio una mayor complicidad. Las escenas con la pequeña Amelia servirían para tomarle cariño al personaje y, de paso, al nuevo Doctor; algo que esperaban que se trasladara a las de una Amy ya adulta. También veríamos al Doctor cambiar el Allons-y! de Tennant por Geronimo! en lo que podríamos ver una metáfora de lo que se nos iba a ofrecer, casi lo mismo que antes, sin innovar mucho y buscando fórmulas bien conocidas. También una cierta pose chulesca, colocándose ante la amenaza para gritarles que él era el Doctor y que se largaran. La simple mención e su nombre, como si fuera un héroe que usa su nombre para infundir temor a los criminales, más Batman que El Fugitivo, sería otro de los cambios de tono. Como presentación podía servir.

La siguiente historia, The Beast Below, de nuevo de Moffat, seguía la técnica RTD de viajar al futuro, al espacio porque no habría ningún planeta disponible sino una nave espacial, la Starship UK, de nuevo con niños en peligro. El tono inicial cercano al terror era pronto sustituido por el de la ciencia ficción apocalíptica con un debate moral claro en el centro. Un aún confundido por la regeneración Doctor se mostraba poco capaz de solucionar el problema, por suerte Amy podía echarle una mano. La historia contaba además con Sophie Okonedo en el papel de Liz 10, ofreciendo algo más de variedad y aprovechando para hacer un guiño a Scream Of The Shalka en el que interpretaba a la acompañante Alison Cheney para el Doctor alternativo de Richard E. Grant.

Y tras el viaje al futuro el correspondiente viaje al pasado, esta vez con compañía porque Mark Gatiss había desarrollado una idea que llevaba varios intentos para hacerse realidad, quería colocar a los Daleks durante el Blitz. Victory of the Daleks aprovechaba para ser el tradicional capítulo con personaje histórico sacando a Winston Churchill como responsable de avisar al Doctor de sus nuevos aliados. Una historia con claras reminiscencias a The Power Of The Daleks hasta el punto de cambiar el I’m your servant por I’m your soldier. Su aparición sería aprovechada por Moffat para rediseñar a los Daleks, mucho más grandes que los tradicionales y también más anchos. Aunque lo que encendería un inexplicable debate sería su aparición con toda una gama de colores, similares a los que habían tenido en las películas de los años sesenta. Algo similar a lo que había pasado con el rediseño de la TARDIS, también inspirado por el aspecto de la época Hartnell y los films.

Tras la visita de los Daleks Moffat decidió recupera a los Weeping Angels de la monumental Blink, y puesto a recupera cosas que le gustaban también aparecería de nuevo River Song en un momento que para ella estaría antes de su encuentro anterior, como modo de demostrar los viajes en direcciones temporales diferentes de ambos. El episodio doble The Time Of Angels / Flesh And Stone ofrecía una visión diferente de los monstruos para intentar evitar las comparaciones, con Aliens como ejemplo de continuación y como esquema general, ofreciendo una historia más cercana a las aventuras espaciales.

En 2006 Toby Whithouse había escrito __School Reunion_ y, a continuación, un capítulo para Torchwood, esto le había servido para lanzar su propia serie: Being Human. De modo que Moffat decidió contactar con él para realizar una nueva aportación, que acabaría siendo el guión del siguiente capítulo de la serie. The Vampires Of Venice cuyo punto de mayor importancia era la inclusión como acompañante del Doctor de Rory en un intento de evitar que se rompiera su compromiso matrimonial, y que permitía tener a Darvill de secundario fijo para tratar de crear una suerte de triángulo amoroso.

Más claro aún quedaba el desplazamiento del foco en Amy’s choice, una aventura extraña con la presencia de un extraño tipo dentro de la TARDIS que se llama a si mismo Dream Lord, interpretado por Toby Jones, que recuerda en parte a la historia clásica del primer Doctor The Edge of Destruction con el problema de que en lugar de una Barbara lo que hay aquí es Amy Pond que trata de demostrarnos en este guión de Simon Nye que de quien está y siempre ha estado enamorada es de Rory. Y también que hay una parte oscura en este Doctor.

Una vez establecido ese amor se podía pasar al siguiente episodio doble, The Hungry Earth / Cold Blood, en el que veríamos algo que acabaría convirtiéndose en un chiste recurrente de su estancia: La muerte de Rory. Aunque Arthur Darvill no sabía aún si le iban a pedir o no que regresara a la serie. También, de paso, recuperar a los Silurians con un guión de Chris Chibnall, un guionista de Torchwood que logró hacer méritos para lograr su sueño de escribir para Doctor Who. El argumento seguía los pasos del serial clásico setentero de Malcolm Hulke The Silurians.

Siguiendo ese momento de especial impacto emocional en Amy llega Vincent And The Doctor, un capítulo con pretensiones de delicadeza y emoción que usa gran parte de los trucos sensibleros de Richard Curtis, reconocido guionista y director, que terminaba con una pantalla en negro y un número de ayuda a la gente con problemas mentales porque parecía difícil no encontrar una manera de ir más allá.

De modo que a continuación tocaba una pieza cómica de Gareth Roberts, originalmente pensada por el guionista para haber sido un capítulo de la etapa de Tennant, con Rose y Jackie” atrapadas en la *TARDIS y este viviendo con Mickey, en lugar de eso aprovecharon para librarse de Amy y presentar a un personaje cómico interpretado por James Corden. El resultado es extremadamente barato. En todos los aspectos.

The Pandorica Opens / The Big Bang cerró esta primera temporada con intención de explicar el arco argumental de la brecha mediante la acumulación de personajes y el batiburrillo de situaciones, además de recuperar a River Song y, por suerte para todos, Rory que logra mejorar algo la historia. Si bien la acumulación sin sentido nunca es buena idea, sea para realizar un guión o una paella, al menos el personaje y sus secundarios habían quedado debidamente asentados.