Es difícil establecer cómo funciona la CW para elegir sus series. Por ejemplo, uno ve In the Dark (USA) y supone, en el mejor de los casos, que querían hacer algo así como House pero con una investigación abierta y varios giros para incluir una mayor diversidad y que el resultado quizá se les haya ido un poco de las manos pero, por otro lado, al menos le han metido humor -es de esperar que de manera consciente al menos la mitad de las veces- y, por el otro, con la de años que llevamos tragándonos estas cosas con hombres como protagonistas ver algo así con una actriz principal no es nada desdeñable.

Es curioso cómo funciona esto, a priori algo como Störst av allt (O) (SV) es de suponer que ofrecería una mirada diferente sobre un tema como el de los tiroteos en clase. Pero en cuanto llegamos a esta historia sueca megaexitosa -el libro en el que se basa fue publicado en España, no os digo más- que es… bueno… no sólo un más de lo mismo sino casi podríamos decir que una reducción con respecto a lo que otras autoras han realizado antes. Supongo que por eso Netflix ha decidido darle la serie. Bueno, por el éxito internacional del libro y por eso.

Supongo que dado un número infinito de reencarnaciones uno llega a entender no solo los misterios del universo sino, sobre todo, cosas como las infinitas reencarnaciones de Trailer Park Boys que ahora llega en forma animada con, valga la redundancia, Trailer Park Boys: The Animated Series (USA). Porque, desde luego, en este momento no estoy ni siquiera cerca de entender cómo es posible que llevemos casi dos décadas con las desventuras de estos tipos arriba y abajo de las pantallas.


Una de mis partes favoritas de la Danza Macabra de Stephen King es su diatriba contra las series antológicas de terror (y sus allegadas) que habían conquistado la televisión a finales de los cincuenta y que él encontraba copias baratas y no tan bien hechas de los seriales radiofónicos que siempre le habían gustado. Empiezo por aquí porque, para muchos ahora, esos seriales radiofónicos tienen su equivalente en la primera versión de The Twilight Zone (USA). Y ese es uno de los problemas. Comparar lo de ahora con lo de antes, especialmente cuando lo de antes era tan emblemático, es algo complicado. El problema llega cuando tampoco sale bien parada con algunas cosas de lo que se está haciendo ahora, teniendo aún viva Inside Nº9 y quedando gente que recuerda la primera temporada de Black Mirror , y quizá el referente más cercano que se me ocurre por el uso de actores, la creación de historias y la forma de contarlas es menos cualquiera de las versiones anteriores, cercanas o lejanas, o sus émulas, y más una serie española que se realizó con mucho mérito como era Historias del otro lado. No se entienda esto como una denostación de la actual o de la española, ni mucho menos, pero el estilo pausado y algo campanudo, la voluntad de homenaje a los clásicos y el recurso a los actores y sus interpretaciones hacen que esta The Twilight Zone parezca una creación de Garci. Del Garci de los ’90, al menos. Pero bueno, llevan dos episodios. Supongo que aún queda espacio para ir entresacando capítulos, como pasaba, pese a que solo Stephen King pareciera recordarlos, con la serie original.


Curiosa mezcla la que nos propone Warrior (USA). A ratos parece que le gustaría ser Peaky Blinders, en otros momentos el referente parece Into the Badlands, y en cuanto te descuidas te recuerda por qué el cable premium estadounidense sigue pareciendo confundir Adulto con Adolescente. Eso e invocar el espíritu de Bruce Lee como si fuera un Juanito cualquiera. Pero al menos resulta lo suficiente interesante con todos esos peros voladores a su alrededor como para darle al menos un par de capítulos más para ver qué pasa.