Comenzamos el repaso semanal con esta Chespirito: Sin querer queriendo (O)(MX) que intenta ofrecer una aproximación a su figura central compensando con la cercanía y el deseo de convertirlo en algo entrañable el, a la vez, no querer obviar algunas partes… más que ‘oscuras’ creo que diré ‘menos claras’. Y, sobre todo, una organización temporal un tanto complicada de justificar en la que vamos a saltos delante y detrás de la línea temporal sin acabar de tener claro qué es lo que se pretende con ellos. Voy a suponer, y me parece mucho, que ofrecernos miradas a personas y personajes de la etapa más conocida de Roberto Gómez Bolaños -la de El Chavo del 8 sobre todo, pero también de El Chapulín Colorado– para que así el resto de la historia -su paso de trabajar en una fábrica de tornillos a vivir de escribir, su llegada a la televisión como ‘guionista’, sus historias familiares y amorosas- que son el centro de esta historia que nos cuentan, nos ‘molesten’ menos. Es una decisión peculiar porque entiendo -y, de nuevo, quizá es mucho entender- que si te pones con una biografía -basada, además, en la autobiografía del personaje central- lo que probablemente te esperes sea ese orden cronológico que pueda empezar en cualquier momento, antes que tanto ir y venir. Pero bueno, vamos a asumir que este es un trabajo hecho desde el amor -que, desde luego, lo parece- y lo que no han sabido bien es cómo organizarlo, aunque sí transmitirlo.

Primero lo negativo, no me puedo creer que alguien use un formato de 90 minutos para un episodio piloto que no sea un telefilme. Porque este Gusboi (O)(CS), o 굿보이 o Good Boy o Un chico ejemplar o, te deja a medias después de noventa minutos, en mitad de un ‘gran enfrentamiento’. Más allá de eso diré que es una idea peculiar -casi parece sacada de un webtoon- que, sin embargo, logran sacar adelante. Una serie de policías con un pasado como medallistas olímpico, cada uno con sus vidas y contextos, y una cierta sensación de ser perdedores a los que usan con finalidad promocional o incluso menos. Por supuesto hay una variedad de registros, el protagonista -el único con una medalla de oro- era boxeador, la chica barra el interés romántico (solo hay uno en este grupo de cinco, por supuesto) era tiradora, el rival hacía esgrima -estos dos tienen medalla de plata, por supuesto-, y los dos complementarios que son casi secundarios cómicos hicieron lucha y lanzamiento de disco -y, obviamente, fueron medalla de bronce-. Pero así logran un poco de cada. Y organizan lo que realmente les interesa, la parte policíaca, llena de tramas y personajes pero con algo claro que no dudan en pasarse los primeros quince minutos desarrollando -y luego cada vez que tienen una oportunidad- y que es: La policía en Corea del Sur es MUY corrupta, inepta, llena de chanchullos, más ocupada en su propia supervivencia que en hacer su trabajo, y CORRUPTA. Dos por hecho que habrá algún arco que acabará ‘limpiando a los malos’, pero puede ser una de las series policíacas más empeñadas en dejarte claro que la policía no está limpia que se me ocurren. La verdad es que también parece una película reconvertida a serie, pero bueno, que es una buena serie pese a seguir los estándares habituales de la narración surcoreana y, especialmente, tener esos capítulos interminables.

Otra serie surcoreana, Gwangjang (O)(CS) o 광장 o Mercy for None o Sin piedad para nadie o…,pero esta vez de unos 45 minutos. Menos mal. Se trata de una serie de… bueno, el centro es una organización criminal -o varias, según se mire- pero la verdad es que son los momentos de… llamémoslo ‘acción’ los que le da algo de variedad e interés. No todos igual de bien o de logrados, pero al menos no es solo las quejas y luchas habituales. No es, la verdad, ninguna cosa del otro mundo, ni la trama general – el ex-miembro de una pandilla reconvertida en empresa (que abandonó haciéndose a propósito una grave lesión) regresa a las calles tras la muerte de su hermano, decidido a vengarse de los responsables. El problema es que detrás de esto hay toda una trama de intereses y corrupciones empresariales, políticas, policiales y -por supuesto- de bandas. Este sí que seguro que fue un webcómic, pero, como digo, para tener de fondo sirve.

En algún momento alguno de los fachas de Great American Pure Flix pensó que lo que hacía falta era un Barrio Sésamo que no fuera diverso, inclusivo o enseñara valores. Quiero decir, que no enseñara los de la compasión, la igualdad o la variedad. En su lugar hacía falta un contra-programa, algo así como Barrio Gentifricado en el que solo hubiera blancos, cis, heteros, católicos, y lo que se nos vaya ocurriendo. El tipo de programa que puedes ponerle a los niños cuando vuelven de los maristas y quieres que se sienten, pero ellos se niegan. Total, que todo este espanto acabó dando lugar a Iggy and Mr. Kirk (USA), que podría haber sido un creppypasta, pero no tenemos suerte y existe de verdad.

Asumiré que parte del problema es mío, porque Pushers (UK) parte de un especial para la iniciativa llamada Comedy Blaps en la que se presentaban distintos cortos, pilotos o lo que fuera, con la idea de que si lograban reconocimiento e interés se pudieran sacar las series. Dentro de esto se encontraba Disability Benefits, sobre una mujer con parálisis cerebral a la que el recorte de ayudas lleva a crear un… vamos a llamarlo pequeño imperio de la droga. Por supuesto todo desde un humor centrado en que la gente con discapacidad suele ser o mirada desde la condescendencia o desde la invisibilización, lo que les permite en teoría organizar esto. Pero que rápidamente desciende al humor más burdo, incluido el escatológico, para intentar… no sé, supongo que hacer reír. A mí no me ha hecho ninguna gracia pero, de nuevo, puede que sea culpa mía. Al menos en parte.

Parece que no hay más trailer.
En lo que parece ser llegar en mitad de una serie de novelas, esta Sara – la donna nell’ombra (O)(IT) adapta una obra de misterio, con bastantes agentes secretos sin que parezca que la trama principal los necesita, con una mujer -antigua agente- que busca respuestas sobre la muerte de su hijo. A veces da la sensación de que Netflix ha optado por este tipo de obras en lugar de por películas contando lo mismo porque así tiene a su público más tiempo enganchado, no tanto porque la historia lo requiera. Porque lo cierto es que en este caso termina el piloto y queda la sensación de haber rascado solo lo que se supone que nos quieren contar. Que para las, digamos, primeras páginas de una novela puede estar bien, pero para el piloto de una serie… pues en fin. Ah, eso sí, nos encontramos por segunda vez en poco tiempo con una investigadora cuya mayor diferencia es que puede leer los labios. Aquí mucho menos creíble que en Code of Silence, también os diré. Pero bueno, eso, más miniseries para acompañar la plancha. De ropa o de oreja.

El espanto este de Stick (USA) tiene todos los problemas y tics que llevan años con Owen Wilson protagonizando o co-protagonizando cosas… sin llegar a tener éxito nunca. Y es que intentar vender otra vez más la historia de un perdedor que era muy bueno hasta que tuvo un problema y entonces la gente no quiso confiar en él y él perdió lo que le hacía bueno y blablabla… en fin, no. Menos aún teniendo en cuenta tanto el contexto del actor -que ya podría haber optado por una aproximación más directa si esto fuera el problema- como los modelos dentro de la narrativa clásica de perdedor con bla encuentra un grupo / persona al que está convertido de poder convertir en ganador. Supongo que en Apple habrán tenido en cuenta tanto de quién es amigo como lo bien que les haya podido ir en este tipo de obras, pero… no. Claramente no. Ni es divertida, ni logra la emoción de una película de Hallmark, ni parece que ese otro jugador joven le interese lo más mínimo a la historia. Es sorprendente el número de lecciones que podrían haber sacado de los miles de historias similares que hay como para encontrarnos metidos en esta cosa a mayor gloria de alguien que no parece entender más que la autocompasión.

Casi podría copiar lo dicho antes sobre la serie italiana en este australiana, porque Netflix saca otra de sus series (¿mini-series?) de misterio con The Survivors (AU) y aunque la trama sea distinta el fondo es el mismo. La trama aquí es que un relativamente-joven vuelve con su mujer y su hijo recién nacido -más o menos- a su pueblecito. En el que años atrás estuvo envuelto en una muerte misteriosa. Ahora se encuentra viendo cómo han cambiado las cosas, reconectando, intentando que su mujer se sienta bienvenida…. blablabla. En esas aparece una joven que quiere investigar esa muerte. Como las cosas funcionan como funcionan es casi inevitable que tengamos un nuevo cadáver, que todo parezca precipitarse y que, por supuesto, el tipo en el centro se encuentre… pues la verdad es que tampoco lo veo claro. Lo cierto es que si la mujer fuera la protagonista creo que la historia ganaría. He ido a mirar y Jane Harper es la autora del libro, así que supongo que será otra de las veces en las que le aplican el rodillo a sus libros para que entren en este molde que, como digo, es el problema. Demasiados capítulos para poca trama, reiteraciones, subrayados, nada que destaque, más pensado para tener de fondo que para prestarle atención porque si le prestas atención acabas desesperándote.

Es sorprendente encontrarte series de animación como esta Wylde Pak (USA) en la que la animación es lo que mejor funciona pero los guiones parecen haber pasado por algún tipo de turbulencias internas y ahora mismo es complicado explicar qué es lo que está pasando. No porque no se pueda explicar con cierta sencillez -una niña espera pasar un gran verano liberando una habitación de su casa para convertirla en su centro de videojuegos, en lugar de eso se encuentra con la llegada de su hermanastro que la ocupa- sino porque todas las decisiones parecen erróneas todo el rato. Los dos hermanos parecen tener la misma edad pero nadie se molesta ni en explicar eso ni en explicar exactamente el follón familiar en el que andan. Igual que no se explica el negocio de mascotas de los padres o por qué ocupaba una habitación de una casa familiar, no digamos ya por qué la niña necesitaba dos habitaciones, la suya y la de los videojuegos. La aparición del hermano -que debería d ser considerado también el co-protagonista aunque la propia serie no parezca considerarlo así aunque, a la vez, le dediquen mucho espacio- resulta igual de confusa. Es decir, se nos explica -y muestra- cómo estaba viviendo con su madre hasta ese momento en el que decide -la madre- que es muy peligroso lo que llevan una cantidad indeterminada de años haciendo -sin decirnos cómo estaban antes- y… en fin, que sí pero no. Posiblemente el piloto sea el peor capítulo, porque está claro a dónde quieren llegar, pero si no saben cómo llegar a las cosas… no me deja muy tranquilo sus capacidades como serie. En fin, ojalá saber más de la trastienda porque tiene pinta de ser mucho más interesante.