‘Slashers’, mentiras y dominio público.

Las noticias de que se van a hacer películas con el Mickey del Steamboat ahora que ha entrado -con todos los peros y salvaguardas necesarios- en dominio público en USA ha sido recibido con una cierta sensación de ‘pues claro’ y ‘mucho han tardado’. De hecho, llevamos dos pero tampoco nos sorprendería mucho si fueran más.

Y, lo mejor de esto, es que en realidad se basa en una falsa percepción basada, a su vez, en toda una larga tradición tanto de temas, como de decisiones o -incluso- de maneras de hacer las cosas.

Lo cierto es que la charla puede que sea algo larga, así que creo que lo mejor era escribirlo aquí porque tendré que separar esta charla que vamos a tener en, al menos, cinco temas distintos: Lo habitual que es esto, las tendencias actuales que hacen que lo parezca, la tradición del ‘exploit’, los puñeteros muñecos y, por supuesto, el uso de del dominio público para estas cosas centrada en, sobre todo, la subversión de los ‘cuentos de hadas’. Así que vayamos a ello.

1) ¿Pero es que esto no es lo habitual?

O, quizá: ¿No llevamos todo el año con este tipo de cosas? Lo cierto es que no. Todo son tendencias siempre en esto -ya hablaremos luego de ello- pero, en realidad, lo que hemos visto este año es la publicación de UNA película que se nos ha vendido como un ‘evento’. «Winnie the Pooh: Blood and Honey» (2023) es una película que comenzó a moverse en internete como en 2021, cuando el primero de los libros del susodicho oso pasó al dominio público en USA -sus leyes de derechos de autor siempre han sido peculiares- y que tras mucho movimiento buscando convertirse en una sensación similar a l que fuera en 2022 «Terrifier 2» acabó estrenándose en más de 1600 pantallas…

El problema es que si la del payaso recaudó casi 11 millones de dólares superando a películas como «Firestarter» y quedándose a un tiro de piedra de «Bodies Bodies Bodies» la del oso… No. En su momento de mayor número de salas tuvo 100 más que la del payaso y, sin embargo, su recaudación total superó por poco 1,75 M$. Menos de un 16% de lo que recaudó la primera. Por supuesto haberla hecho por poco dinero -y no haber tenido batalla legal, al menos de momento- hizo que diera la sensación de que había sido un auténtico éxito.

Más aún cuando en los últimos años el género de terror ha sido de lo más consistente y rentable. Especialmente las películas con un presupuesto ajustado. Como decía el otro día, en realidad en 2022 le fue mejor al terror que en 2023. Pero no porque haya habido una falta de éxitos sino porque han aumentado los fracasos y, sobre todo, las películas de las que se esperaba más dinero y no han logrado sacarlo. Entre las que entra esta última.

Lo que pasa es que esa percepción ‘de éxito’, creada en parte por todo lo que se ha hablado de ella, ha establecido la idea. Ya he dicho muchas veces que las ‘tradiciones’ son cosas que se crean independientemente del tiempo que lleven existiendo. El Reno Rudolph lleva existiendo menos tiempo que Superman, por poner un ejemplo. Así que la idea de que esto ha sucedido siempre tampoco debería de sorprendernos.

De hecho, si os preguntara por algún ejemplo más allá de Pooh y de Mickey que se haya visto convertido en una película de terror al entrar en Dominio Público, ¿cuál podríais decirme?

 

Exacto.

 

Hay, por supuesto, películas que han salido estos últimos años que usan personajes infantiles para subvertirlos. Es un truco muy clásico. En 2023 hemos tenido «Mary Had a Little Lamb» y en 2022 estuvieron «Nutcracker Massacre» y «The Mean One» -que usa al aún bajo ‘copyrightGrinch-. Como veis, ninguna de ellas entra en lo que decíamos antes. Pero sí que se puede meter dentro de una cierta ‘tendencia actual’.

2) Pero, entonces… ¿Cuál es la tendencia?

Pues hay pocas sorpresas: ‘slashers‘, personajes conocidos que sirvan de reclamo, y trucos clásicos. En este último hueco podríamos meter a las monjas y los muñecos. Las monjas es más difícil meterlo como ‘personaje infantil’ -por lo menos hasta que alguien monte un «Furiosa» con «Sor Citroen», o un «Los pájaros» con «La Monja Voladora»– pero los otros llevan un buen movimiento, aunque… claro… ¿cuándo no?

También es cierto que hay un ‘funcionar‘ concreto, de taquillazos, en la que tenemos a «Five Nights at Freddy’s» (20 M$/ 137,37 M$ recaudados), «Scream VI» (35 M$ / 108,16 M$), «M3GAN» (12 M$ / 95,04 M$), «The Nun 2» (30 M$ / 86,26 M$), «Insidious V» (16 M$ / 82,15 M$), «Evil Dead Rise» (15 M$ / 67,23 M$), etc… Pero creo que veis a lo que me refiero. Lo que pasa es que luego hay más echando la ‘lotería‘, sobre todo entre las ‘independientes‘. Cogen un tema y lo tratan de exprimir. Por ejemplo, el tema navideño está presente en «Nigthmare on 34th Street», «It’s a Wonderful Knife», «Werewolf Santa», «Santa Isn’t Real» y, por supuesto, mi favorita de este año: «Santastein». Y, sin embargo, no parece que haya ‘traspasado’ -al menos no de momento- a la taquilla general.
Aunque lo cierto es que una de ellas, «Five Nights at Freddy’s», no solo parte de un videojuego, también se puede entroncar con toda una tradición. Igual que se puede hablar de sus ‘parecidos‘ y contactos. Este mismo año hemos visto el claro ‘exploit «Freddy’s Fridays» pero echando un ojo para atrás vemos el corto «The Hug» (2018), al siguiente llegaría «The Bananas Splits Movie» (2019) -de la que ya hablaremos un poco más luego y en 2021 ese «Willy’s Wonderland» con Nic Cage. Como veis, toda una línea de ‘reinterpretaciones y versiones’ que surgen de un tronco relativamente similar.

Aquí tengo que hacer un alto para hablar de «The Bananas Splits Movie» (2019) porque es una versión en terror de algo que existía. De una serie de Hanna-Barbera, nada menos. Con todos sus copyrights y sus cosas, de nuevo. Porque se llegó a un acuerdo con Warner -que es quien tiene ahora los derechos de H-B– para que fueran los distribuidores. Así que no es ‘oficial‘ pero tampoco está perseguida. La serie original mezclaba dibujos con imagen real -y si no la recordáis, que sospecho que no lo haréis porque duró poco para estas cosas, pensad en la serie de Super Mario que tenía segmentos con dos señores de verdad (Lou Albano y Danny Wells) y os haréis una remota composición- lo que facilitaba pasar a una representación física pesadillesca.

3) ¿Y esto qué tiene que ver con el ‘exploit’?

Entendiendo el ‘exploit‘ como la película de bajo presupuesto que intenta sacar dinero de algo exitoso y establecido (más que como la película de intención ‘sensacional‘, muchas veces con temas amarillistas… aunque no esté reñido) podríamos decir que están por un lado el éxito como videojuego de «FNaF«, pero también toda una tradición en diferentes frentes. Los dos últimos tendrán su propio espacio, pero aquí podemos hablar de cosas relacionadas o, al menos, no tan separadas.

Por ejemplo, toda la historia de la ‘leyenda urbana’ de Bunnyman, una historia un tanto extraña que a veces se discute si es una leyenda urbana, si es algo que alguien creó y luego se difundió como leyenda urbana o si es algún tipo de ‘creepypasta‘. Aunque, en teoría, está documentada su ‘historia‘ desde los ’70s. Pero parece que el éxito de «Donnie Darko» (2001) y de los ‘pastas‘ sirvió para darle un nuevo empujoncito y en 2011 aparecieron «Easter Bunny Bloodbath» (2011) y, directamente, «Bunnyman» (2011) -que tendría 2 secuelas-, además de una versión femenina: «Bunni» (2013). La cosa duró y tuvimos «Bunny the Killer Thing» (2015), pero creo que os hacéis a la idea.

Ahora es cuando os recuerdo que el videojuego «Five Nights at Freddy’s» apareció originalmente en 2014.

Para entonces no solo se habían usado animatrónicos para más o menos el horror. También habíamos tenido gente disfrazada de oso en clásicos del ‘slasher‘ como «Girls Nite Out» (1982) o «Dolls» (1987). Y pronto volveríamos a tenerlos en «Cheerleader Camp 2 The Death» (2014). Así que no debería de habernos sorprendido mucho ni eso ni películas que fueron apareciendo con más oso de peluche como «Bearry» (2021) o «Night of the Killer Bears» (2022, คืนหมีฆ่า).

Algo que, en mitad de todo esto y atando FNaF con los osos asesinos, justificaría también la aparición en 2014 de «Furry Nights» (2016).

Pero, por encima de lo comentado, se puede explicar también con dos de los más ilustres y habituales recursos del terror: Los moñecos y la subversión de obras ‘infantiles‘ clásicas. Decíamos antes que el tema navideño está fuerte ahora, pero lo cierto es que tampoco es una novedad. En 1984 se estrenó «Silent Night, Deadly Night», creando una bronca tal a su alrededor que se suele considerar a la campaña que tuvo como respuesta de ser una de las culpables de los problemas de los ‘slashers‘. Por supuesto eso no impidió que tuviera un mínimo de éxito, el suficiente como para hacer esa desvergonzada segunda parte pero, además, para seguir adelante con varias continuaciones, incluida «Silent Night, Deadly Night 5: The Toy Maker» (1991) que usa, precisamente, a esos moñecos para el terror. Lo que nos lleva a…

4) ¿Hablamos de muñecos?

Muñecos, muñecas, maniquíes y mil cosas más. Aquí no os voy a dar mucha tabarra porque ya os la voy a dar en la próxima sección y, sobre todo, porque ya hice en su momento un listado de películas de muñecos que podéis ver aquí, pero sí que os voy a recordar que en 1988 se estrenó la serie de «Child’s Play» -la de películas la de televisión es más reciente, por eso está aún en emisión con su tercera temporada reciente, reciente- y para el año siguiente la también aún en activo «Puppet Master» (1989).

En cualquier caso, la idea de que los ‘inocentes compañeros’ de la infancia están ahí para volverse en contra nuestra. Una subversión más de la ‘inocencia‘ tanto como una manera de unirlo o llevarlo con al parte infantil. Y sí, sé que es difícil -aunque ni tanto ni tan imposible- de establecer esto con las historias de ventrílocuos o con la propia «PIN» (1988), pero una vez se va rascando se van viendo los puntos en común.

Como veis, ha sido breve. Porque la idea original era que todo esto fuera el prólogo al tema y, sobre todo, porque la siguiente va a ser larga.

5) Entonces… eso de la subversión de los personajes infantiles…

En realidad es un poco más complicado -Todo lo es. Siempre- pero podemos hacer un intento de corta perspectiva general:

La primera adaptación de un ‘cuento de hadas’ fue «Cendrillon» (1899), que dirigó Georges Méliès basada en las ilustraciones de Doré. Pero probablemente nos interese más es el corto de animación «Barbe-Bleue» (1936), vamos, «Barbazul«. Que ya muestra bastante del sangrante cuento.

Que los cuentos de hadas -o sus versiones o lo que queramos- iban a ser para adultos lo deberíamos de tener más que claro, no solo pensando en «La belle et la bête» (1946) de Jean Cocteau o -desde un punto más… conceptual- «The Red Shoes» (1948) de Michael Powell y Emeric Pressburger. también porque ese mismo Barbazul fue evolucionando con «Bluebeard» (1944) y, sobre todo, con el «Secret Beyond the Door…» (1947) de Fritz Lang. Por cierto, volviendo a Powell, tendríamos su operística -la de Béla Bartók, en concreto- versión de la misma historia, en «Herzog Blaubarts Burg» (1963).

Pero, claro, si uno se para a pensar también «El manantial de la doncella» o «Jungfrukällan» (1960) está entre las inspiraciones del ‘rape’n’revenge’ y media docena de tipos de terror distintos, como Wes Craven no dejaba de proclamar cuando hablaba de «The Last House on the Left» (1972). Algo más fácil de señalar cuando la historia clásica parece para más adultos (como pasa con «Kwaidan» (1964, 怪談) o «Leptirica» (1973, Лептирица). Igual que muchas de las adaptaciones sesenteras tenían la intención de darle un giro a algo conocido. Bien sea por montar un ‘monster mash’ al estilo de aquellas películas de la Universal como en «Caperucita y Pulgarcito contra los monstruos» (1962), para montar un ‘espectáculo musical’ como en la muy particular «Tengo 17 años» (1964) o, incluso, la animada y adulta «The Little Mermaid» (1968, Русалочка).

Por supuesto el cambio de década facilito… otro tipo de interpretaciones, lo mismo desde lo ‘picante‘ de «The New Adventures of Snow White» (1969) y «Alice in Wonderland» (1976) pero, sobre todo, ese ir acercándonos a lo que acabaría llegando, aunque aún fuera de manera bastante indirecta, con la entre onírica y pesadillesca «Blood and Lace» (1971) tanto como por el acercamiento italiano «Baba Yaga» (1973) -que EN REALIDAD lo que se supone que adaptaba era el «Valentina» de Crepax-. Igual que en los ochenta nos encontraríamos con la igualmente onírica y pesadillesca «The Company of Wolves» (1984). Y así llegamos a donde teníamos que haber llegado hace ya un rato. A los años noventa.

En la que lo mismo nos encontramos con la, ahora sí claramente, adaptación terrorífica «Hansel e Gretel» (1990) que aún está regular como ‘adaptación‘ pero que sí que está ya dentro de lo terrorífico -al fin y al cabo es parte de aquellos «Lucio Fulci presenta»– que el indudable locurón de «964 Pinocchio» (1991, ピノキオ√964) o la igualmente peculiar adaptación -más cerca del ‘thriller‘ esta vez- que es «Freeway» (1996).

Pero estos eran, quizá los un poco más distintos. «Rumpelstiltskin» (1995) era abiertamente terrorífico, «Pinocchio’s Revenge» (1996) le daba una vuelta al concepto original de «Muñeco Diabólico», y en «Jack Frost» (1997) teníamos a la vez los muñecos, la navidad y los personajes conocidos. En una película… bueno… supongo que podríamos decir que es memorable.

Todo lo cual nos lleva a «Snow White: A Tale of Terror» (1997) -sí, la de Sigourney Weaver– que era exactamente lo que parecía.

Como veis, había todo un camino antes igual que lo habría detrás. De ahí que nos encontráramos versiones de Caperucita en el corto «Le dernier chaperon rouge» (1998), el ‘slasher‘ italiano «Red Riding Hood» (2003) y el igualmente ‘slasher‘ -lo que os decía antes- de inspiración ochentera «Little Erin Merryweather» (2003). Que encontráramos en los particulares giros coreanos para «The Red Shoes» (2005, 분홍신) y «Cinderella» (2006, 신데렐라). En la extensa -demasiado extensa- serie de «The Gingerdead Man» (2005) el mismo año en el que alguien pensó que era buena idea «The Brothers Grimm» (2005) -es posible que la idea fuera buena, al fin y al cabo luego se hizo «Grimm» (2011-2017), pero no fue un buen desarrollo-. Y en esa, de nuevo, «Red Riding Hood» (2011). Que aunque refleje alguna cosa de «The Company of Wolves» también tenía mucho -muchísimo- de ‘slasher‘. E, incluso, de «La bestia debe morir» (1974), pero ese es otro tema. El asunto es que la directora de «Crepúsculo» intentó también meterse aquí. En taquilla salió mal, pero a mí me sigue gustando. Y el que no fuera un éxito no significa, ni mucho menos, que se dejara de intentar en la siguiente década. Casi al revés.
Si bien el nuevo intento de darle una vuelta terrorífica a «Hansel y Gretel» en «BreadCrumbs» (2011) entra en lo menos conocido, igual que en la muy barata y poco exitosa «Snow White: A Deadly Summer» (2012) en la que lo mejor que podemos decir es que dieron un plato de sopa caliente para Eric Roberts, mucho más conocidas fueron dos películas que se apartaban del terror pero no del ‘giro‘ al cuento clásico. Tanto de «Snow White & the Huntsman» (2012) como de «Maleficent» (2014). Obras de gran presupuesto que justificaron no solo el cachondeo en el SNL con esa adaptación de «Bambie» con Dwayne Johnson (2015), también el imparable asunto con «Hansel y Gretel».

Si en 2013 estabas despierto probablemente escuchaste algo sobre ellos. Bien por la mejor del lote, «Hansel & Gretel: Witch Hunters» (2013), pero quizá también por «Hansel & Gretel: Warriors of Witchcraft» (2013) e, incluso, «Hansel and Gretel Get Baked» (2013). Pero no solo, porque The Asylum sacaría la peculiar «Hansel & Gretel» (2013), Sí, cuatro en un año. Y esta última aún tendría una continuación un par de años después: «Hansel v. Gretel» (2015). El mismo año de la espantosa «Little Red Riding Hood» (2015). (Y también de la mucho mejor «Córki dancingu» o «The Lure» (2015), pero lo cierto es que las sirenas creo que tienden a ir por su propio lado. -Motivo para no incluir, por ejemplo, «She-Creature» (2001), «Killer Mermaid» (2014), «Rusalka. Ozero Mertvykh» (2018)- ) y un año antes de «Little Dead Rotting Hood» (2016). Como os decía, determinados personajes van yendo y viniendo. De ahí que no creo que nadie se sorprenda mucho de «The Curse of Sleeping Beauty» (2016) -que se supone de terror pero, claramente, tiene mucho que ver también con que ese año saliera la continuación «The Huntsman: Winter’s War»– ni, por supuesto, que a alguna mente pensante se le acabara ocurriendo hacer «Avengers Grimm: Time Wars» (2018). Que os puedo decir, hemos vivido unos años interesantes.

Lo que nos lleva de nuevo a «Gretel & Hansel» (2020), mucho más parecida a la versión de The Asylum de lo que sería razonable, pero -además- a otra de esas ideas que os podéis ir imaginando: «The Curse of Humpty Dumpty» (2021) que tiene menos que ver con el personaje de Alicia que con otra de muñecos, pero esto demuestra dos cosas: La facilidad para unir ambos puntos y que a poco dinero que le ganes te acaban haciendo una secuela. Motivo por el que no es de extrañar que «Winnie the Pooh: Blood and Honey» (2023) se suponga que la va a tener. O que en este 2024 ya sepamos que vamos a ver «Cinderella’s Curse» (2024)

Lo de después, lo del final.

Así que ya veis, creo haber explicado tanto la ‘genealogía‘ de esas ideas de subversión de lo conocido, como la utilidad para la venta de que algo sea conocido, como los puntos en común con otros compañeros infantiles como los muñecos, como la situación actual y el hecho de que estas películas necesiten ‘hacer ruido’. Algo para lo que ha servido esa falsa transgresión que explica por qué están moviendo los medios -siempre dispuestos a picar en el primer cebo que les pongan- esta noticia, esta ‘idea implantada’ de que cuando algo entra en dominio público hay que hacerle una película de terror, un ‘slasher‘. Basada en la enorme tradición de una única película a la que tampoco le fue tan bien, y un par de anuncios lanzados a los internetes.

O quizá pase a ser una nueva tradición. Un nuevo ‘claro que esto se hace todo el rato’. Y el año que viene esté aquí charlando de las películas que hayan anunciado del siguiente personaje al que le toca entrar… Popeye el Marino.