Barnabasadas

Willie Loomis, antiguo recluso, dolor de cabeza para gran parte de la población de Collinsport y no digamos ya para los habitantes de la señorial mansión de Collinwood, tenía el rastro de las largamente perdidas joyas de los Collins, había localizado un plano y resuelto las instrucciones con tal pericia que sólo unos candados y cadenas le separaban del ansiado tesoro. Hasta que un brazo salió del sepulcro, agarrándole por el cuello y haciéndole perder el conocimiento. Suave destino para el culpable de haber traído de nuevo a la vida a Barnabas Collins. Al vampiro Barnabas Collins.

Es normal que no acabéis de situar la anterior escena. Ocurrió en uno de mis fetiches, el culebrón sesentero Dark Shadows, con revamp a principios de los noventa en una serie semanal de vampiros que no acabó de alzar el vuelo. Pero ya estaba exteriorizada la idea. Regresando a la serie, Dark Shadows pretendía ofrecer algo distinto al espectador de telenovelas viendo la popularidad que las novelas románticas de corte gótico tenían. Victoria Winters era una gobernanta que llegaba a Collinwood, la mansión familiar de los Collins, para encargarse de demasiados problemas domésticos. El primero de los cuales fue un cadáver. Un chantaje que termina en asesinato y cuyos sospechosos son en su mayoría miembros de la familia pasa de ser uno de tantos asesinatos en la tele —especialmente en los culebrones, Desperate Housewives debería tener su propio reloj de Body Count— lo que permite a los guionistas a meter fantasmas para darle un poco más de vidilla a la serie, pero los espectadores no se enganchan. Tampoco cuando la ex-mujer del señor de la casa regresa? como seguidora de un culto de Ra decidida a inmolarse junto a su hijo en nombre del Fénix para renacer. Y, como última oportunidad, metieron a Barnabas. A partir de ahí tendrían más fantasmas, hombres lobos, criaturas devueltas a la vida, viajes en el tiempo y tantas otras ideas locas que sus resúmenes parecen más cercanos a Dr. Who que a Los días de nuestras vidas. Por poner un ejemplo de la importancia, la serie —el serial— fue emitido en sindicación durante años por el canal SciFi —ahora SyFy— del 92 al 03. Empezando, siempre, por el capítulo 210, el que culmina con la mano de Barnabas agarrando al pobre Loomis.

Pero a nosotros nos interesa Barnabas como arquetipo del que surgirá el Paranormal romance —o, al menos, culpable de popularizarlo— porque, claro, según se despertó se dio de bruces con una muchacha, Maggie Evans, que era la viva imagen de su difunto amor eterno. Pero no se parará ahí, tendrá sus más con la teórica protagonista, Victoria Winters, haciendo de tercero en el triángulo central de la serie. Dejará con las ganas, aunque convertida en su mejor aliada, a la Doctora Julia Hoffman; se encontrará con antiguos amores y coqueteará con las nueva generaciones de los Collins. Un caso este Barbanbas.

Lamentándose de cuando en cuando por su condición pero capaz de matar a sangre fría, de rechazar sin planteárselo y siendo desvelado en los viajes temporales que antes de su transformación no era mucho más humano.

A partir de ahí tendríamos un arquetipo montado que pasaba Drácula por el filtro de los culebrones. El vampiro que lleva años aislado del mundo exterior y que a su vuelta se redime por el amor de una mujer ?o de varias- y que, por pura lógica publicitaria, no es tanto el malo como una víctima de su maldición. Posición que tradicionalmente ocupaba el Hombre Lobo pero que frente a su animalidad resultaba menos glamourosa. Barnabas, eso sí, estaba lejos de ser uno de esos pochos personajes de la Rice, su huella está más clara en dos de los más importantes personajes masculinos de Buffy; notablemente en Angel pero más cercano aún en la transformación de Spike, ambos presentados como ambiguos seres del mal que se van dulcificando sin perder la ferocidad que permite a nuestro Barnabás a asesinar a sangre fría cuando considera que es lo más adecuado para sus intereses. Pese a lo cual en la peli que parece que se prepara el elegido ha sido otro blandito, Johnny Depp.

De momento tenemos el punto de partida de los vampiros superestrella televisivos, ya iremos viendo qué es lo que salieron de estas cenizas. Drácula Yeyé no incluido.


Hallowilkommen

Era la semana antes de Halloween y algo había que hacer. Una vez compradas las velas para las calabazas y vaciados los cuerpos quedaba por echarle un vistazo a la tele. Y, admitámoslo, las series y especiales no le llegan a los talones a la telerealidad. Pero como mencionar a Belén Esteban en una columna del tema me parece tan cliché mejor vamos a ver qué hay en la caja de los Trucos y Tratos para nosotros.

Justifiquemos la presencia de un post así esta semana comentando uno de los estrenos de la temporada: Vampire Diaries. Historia de vampiros que no hacen el vampiro, amantes que no follan y pésimos actores actuando con desgana. No es de extrañar que la acusen de plagiar Crepujculo. Lamentablemente —porque esto es lamentable por fuerza— la fuente de inspiración, los libros, son anteriores a los de la Meyers así que estamos ante una extraña recurrencia exploit. Algo así como poner al Roberto Patiño a interp? a salir en una adaptación de Anne Rice.

En VD tenemos a uno adolescentes especialmente molestos escribiendo con total teen angst sus reflexiones profusas. En serio, que los libros sean de principios de los ?90 no significa que sigas teniendo que hacerlo igual; ponles blog, por ROB!. VampiresBlog suena mucho mejor y te acerca aún más a Gossip Girl. Quizá un Vampire Facebook o Vampire Twitter fuera excesivo pero, ¿quién sigue escribiendo a día de hoy un Querido Diario? Pues los ñoños de esta serie que no tienen más cosas que hacer que aburrirse y dar vueltas por el pueblo. No digo que se les quitaría la tontería follando porque ahí está Tetas y Vampiros, perdón, True Blood, para quitarme la razón.

Dejemos a los vampiros televisivos para otro momento más calmado y echemos un vistazo al resto de la oferta paranormal televisiva. No, no hablo de Friker, no para anormal, sino todo junto: paranormal, como Supernatural.Bueno, en España es Sobrenatural porque Supernatural sólo puede serlo Marta Sánchez. Así que ahí tenemos a los Hermanos Winchester, ejerciendo desde una de las series más interesantes de la actualidad que logra mantenerse pese a la sensación de molar por los motivos erróneos que empapa a la serie. De una primera temporada centrada en las leyendas urbanas y en la búsqueda del padre hemos pasado al Apocalipsis. No al famoso apocalipsis que Buffy ?otro clásico de los Halloween- evitaba un par de veces por temporada, al Apocalipsis bíblico que tiene enmerdados a nuestros protagonistas, aunque no en exclusiva. Como una de las series más recreativas de la tele actual se permiten continuas digresiones, cambios de tema y de sujeto y bastante humor. Sin llegar ?de momento- a los niveles de la cuarta, la capacidad para reinventarse a cada momento, renovar a la vez que se reintegra a los antiguos personajes una y otra vez, distanciarse irónicamente de la propia serie lanzando un gancho de compadreo a los fans que les ha permitido llamar pervertidos a los que escriben fanfics slash sobre los hermanos a la vez que les integran en la trama. El mejor caos controlado de la televisión actual.

Lo que nos lleva a las matronas. Medium y Entre Berzas, las dos presentas mujeres con poderes cognitivos, precognitivos y un algo cognazos. Medium es un drama social que se disfraza de serie policiaca de asesoramiento policial, esa cuyo más visto —que no más representativo y, desde luego, no mejor— exponente es El Mentalista y que parece haber desatado una fiebre por los ?istas que convertiría esta serie en La Mediumista. O La Fantasmista. Casi mejor este último.

Por el contrario Entre Berzas, perdón, Entre Fantasmas, es la Barbie Pepona de las investigadoras de lo paranormal, una Mary Sue que entendería el gótico como una excusa para usar canesú. No es lo más recomendable para Halloween salvo para alguien decida centrar la fiesta en? Pero volvamos al tema.

Dos de los clásicos de la televisión son, en primer lugar las series antológicas temáticas, aquellos Dimensión Desconocida o Galería Nocturna que tanto hacen disfrutar siempre. Aún hoy continúa la tradición, aunque en estos momentos no haya ninguno en activo, pero ahí estuvieron hace poco los Masters of the Horror, o la bastante mediocre Fear Itself que emitió el año pasado la NBC. La verdad es que esta columna parece ir más sobre ideas para otras ?vampirismo, Supernatural, los ?istas, marysues, antologías, explicar los Nombres Familiares? – que sobre Halloween. Así que quizá tendría que haber empezado por el segundo clásico, los Especiales.

De Blossom a Yo y el Mundo, de ER a Castle y, por supuesto, Buffy. ?-Pensabais que diría Los Simpsons, eh— Muchas son las series con capítulos especiales . Tantas que creo que yo creo que mejor lo dejo como tema para el año próximo. Id preparando vuestra lista, yo preparo la mía.

Y no olvidéis lo que siempre decía Michael Myers: Yo por Halloween mato? ¡¡¡MA-TO!!!


Recanto

Así que ahí teníamos toda esa música. Habíamos visto como en décadas anteriores funcionaba la mezcla de grupos con series a su alrededor —antecedente, por cierto, de lo que hoy llamaríamos Reality salvo porque siendo igual de falso y guionizado no se molestaban en darle ese aire de biomockumental que se busca ahora, claro— y cómo en los noventa los intentos estadounidenses por lograr una variación en la fórmula acercándose más al modelo clásico de musical, acabaron en todo tipo de desastres. Sólo las extravagancias británicas de Dennis Potter tuvieron suerte —si bien más con la crítica que con el público— facilitando que las televisiones inglesas apostaran por la idea de nuevo.

Hemos llegado por fin a Blackpool. Si el éxito —por lo menos entre un tipo de público— de On Connaît la Chanson había hecho replantearse las posibilidades del musical allá por 1997 a la que vez que creaba una notable innovación para el uso de lo que los americanos llaman Lip Sync y cuya palabra definitoria española desconozco. ¿Labiear? Para los que no conozcan la película, mientras esperan a verla on line o a que se termine de descargar, les cuento un poco no el de qué va que viene poco al caso sino el oye cómo va que es lo revolucionario. En cualquier momento de la trama y con pasmosa naturalidad se insertan canciones en la banda sonora para demostrar, reforzar o explicar sentimientos y acciones de personajes. Hasta ahí, lo de siempre. Pero resulta que los actores las cantan. Mejor dicho, las interpretan, fingen cantarlas moviendo los labios aunque se la canción original —independientemente de si hay concordancia en el género entre cantante y actor— la que suena en ese momento. Digamos que es una especie de Millie Vanillie, la Película.

Esta fórmula fue la elegida para dar la nota diferenciadora en Blackpool. Imaginad la sorpresa que causaba dentro de una serie que tenía como trama principal la resolución de un asesinato en un pueblo lleno —como siempre— de secretos. La historia se centraba en la familia Holden, orgullosos propietarios de un casino a punto de abrir al público en la localidad que daba nombre a la serie. EL día de la inauguración, entre una fuerte presión popular negativa, aparece un cadáver causando la llegada de un policía que parece tan decidido a desentrañar el embrollo como a convertirse en la némesis del dueño. La serie, de seis episodios, protagonizada por David Morrissey como Ripley Holden y David Tennant como el Detective Carlisle [pareja que, por cierto, volvería a verse las caras en la televisión en un capítulo especial de navidad de Doctor Who en el que el aún Doctor Tennant se encontraba con el presunto Doctor Morrissey] y que se convirtió en otra serie de culto por su extraña capacidad para ponerse a cantar éxitos pop en los puntos álgidos del capítulo. Inenarrable es poco:

Así que los americanos decidieron copiarlo, claro. Entre el estreno inglés de *Blackpool* en 2004 y el de su versión americana habían sucedido algunas cosas. La principal era, por supuesto, el estreno en 2006 de *High School Musical*. No era ?-ni de lejos— la primera ocasión en que desde Disney se unía música y actuación pero sí fue la más exitosa. Es difícil entender qué convirtió *HSM* en un éxito tal que su tercera pare fue estrenada en cine ?-con excelentes recaudaciones— teniendo en cuenta que ni los actores ni la dirección ni la música eran gran cosa. El punto de partida era bueno, convertir una película tinajera en un musical. No muy original, claro, porque en 2006 hacía ya 16 años de la cancelación de *Hull High*, pero sí lo suficientemente bueno como para darle una segunda oportunidad. Así que, tuvimos HSM y para el año siguiente ya estaba preparada su segunda parte y, además, la adaptación de esta serie inglesa de la que hacía tres años. La serie duró un capítulo y a mitad del siguiente ya se sabía que estaba condenada a convertirse en el primer fracaso de esa temporada. Antes de eso habían cambiado a *Viva Laughlin* el nombre. Con la huelga de guionistas en el horizonte y todo decidieron librarse de ella. Sorprendente fracaso teniendo a Hugh Jackman de recurrente y a Melaie Griffith en nómina. O quizá no tanto.

A partir de ahí lo único que tendríamos sería Eli Stone, serie que empezó en 2008, y que podría definirse como un Ally McBeal que cambia la rareza de los protagonistas por canciones. Una tierra de nadie que nos fue acercando a Glee, la serie tinajeromusical que va ganando entidad poco a poco y que, espero, sirva esta vez para permitir que la mezcla Musical + X funcione. O quizá es que las series tinajeras son la cepa más resistente de la televisión. Pero ya iremos hablando de todo eso.


Despilotes

Tres episodios. El tiempo suficiente para tener ya una idea de cómo y por dónde se moverán las series. Si tener un buen piloto es importante no es, sin embargo, fundamental. Desde un buen piloto se puede echar a perder todo el planteamiento tirando por caminos trillados o ir creciendo; desde un mal piloto se pueden ir cambiando cosas y mejorando la definición de personajes.

Ejemplos de todo esto serían los cambios en Joey desde el piloto de Friends, el magnífico preludio que fue el primer capítulo de Verónica Mars que necesitaba de una segunda revisión para entender cómo todo encajaba y servía para anunciar lo que se nos venía encima durante la temporada o el casi sobrenatural hecho de que Sheldon fuera a donar semen.

¿Qué es lo que he sacado en claro? Estoy intentando no decir El declive de la civilización americana pero me lo están poniendo difícil, no ya porque Till Death acabe de inaugurar su cuarta temporada —motivo más que sobrado para perder la fé— sino porque los pilotos rechazados —El de Perry, por poner sólo un— me suenan más interesante que lo que estoy viendo, y porque la mayor parte de series de las que esperaba algo están resultando ser un tremendo despropósito.

O quizá sólo sobre reacciono porque la serie a la que tenía más ganas no me está gustando nada. Bored to Death, historia de un escritor bloqueado ante su segunda novela que decide ofrecerse como detective para casos amateurs y cuenta con el apoyo de un más mejor amigo dibujante de cómics y un jefe igual de aburrido. Como punto de partida no es malo. Saber que entre sus actores se encuentra gente tan talentosa como Zach Galifianakis, Ted Danson o, incluso, su protagonista, Jason Schwartzman, hacía albergar grandes esperanzas. Y luego uno se pone a ver la serie.

Aburrido es poco. El personaje central no es que sufra del síndrome de Ted Mosby, es que podría competir tranquilamente con él y vencerle en su falta de interés, por no hablar del extremo punto de egocentrismo. Si, además, sabemos que el nombre del personaje es el del creador de la serie —también escritor— nos encontramos con una nueva marca. Y eso no es nada comparado con lo que le hacen a Galifianakis. Un gran cómico como él en la escuela de Belushi se encuentra con un papel de lo más contenido. ¿Os imagináis que a Belushi le tocará hacer de Wilson en House? Pues ese ha sido el papel que le han cortado a medida. Sólo Danson logra destacar en su papel que, básicamente, es una versión crepuscular de Sam Malone. El resumen sería que lo que podría haber sido una versión refinada e irónica de Psych acaba siendo? Paul Auster?s Murder, He Wrote.

Pero hay más series que me han decepcionado. Esperar algo diferente, o novedoso, de Eastwick era una locura. Pero aún me quedaba una esperanza. Tienes el pueblo, las brujas, el demonio? Hay tantas posibilidades para apartarse de la película sin echarla a perder. ¿Y qué es lo que tenemos? Pues más de lo mismo. Con éxitos de siempre. Es decir, reconstruyen la película rellenando los huecos con? ¿Alguien lo dudaba? Embrujadas. Sí, eso es. Y cuando necesitan material de relleno tiran de Mujeres Desesperadas. Supongo que en este mundo nuestro es lo lógico, lo sensato y lo esperable. Pero eso sólo me lleva a preguntarme —como casi siempre en la misma situación— ¿qué necesidad había de traer de nuevo la vieja cabecera? ¿Para qué remover el pasado?

La menos decepcionante de mis decepciones ha sido Cougar Town, uno de los elementos presentes en gran cantidad de series actuales. Parece que las mujeres que salen con jovencitos serán tan importantes esta temporada que hasta Anita Obregón volverá a la tele. La parte buena es que es el creador de Scrubs y eso significa suficiente experiencia acumulada como para tener un par de buenos trucos cada vez. Más aún, tiene a alguien como Courtney Cox (Arquette) de centro neurálgico, ¿cómo podría no funcionar haciendo comedia una de las estrellas de Friends? Pues porque, una vez más, hubo un misscasting. De La Cox podemos creernos muchas cosas pero que sea una mujer fuera del mercado a la que ningún hombre encuentra atractiva y se siente vieja compitiendo contra las bimbos? Ahm? Quizá Matthew Perry, pero no ella. Así que? ¿no han aprendido nada en la tele de Charlize Theron? Si quieres que tu personaje sea juzgado por su apariencia? ¡cámbiasela! Con Barbra Streisand o con ‘Seabiscuit’ Jessica Parker*? No problemo. Pero? ¿*La Cox? ¡Anda ya! Menos mal que está Lawrence a los mandos para distraernos con sus largamente probados trucos. Por cierto, necesitamos a un personaje malvado y amoral o nos comerá el buenismo, ¿no habrán pensado en traer a algún antiguo director de hospital adicto a los muffin al barrio?

Por suerte también me ha gustado alguna de las nuevas propuestas, pero de eso y de algún otro piloto, ya hablaremos más adelante.


Desencanteos

¿Hasta qué punto podemos culpar a Dennis Potter? El nunca suficientemente reverenciado creador de Karaoke y Cold Lazarus —por elegir algún trabajo suyo— no sólo es el responsable del musical Pennies from Heaven, también lo es de la serie original de 1986 Singing Detective: Un escritor con un grave problema médico vive sumido en la confusión mezclando el mundo real con los recuerdos de su niñez y, lo más importante para nosotros, un mundo ficticio que recrea y mezcla el hardboiled americano con el musical. Como casi siempre con Potter no fue un éxito de público pero sí de crítica convirtiéndose rápidamente en una serie de culto. Algo parecido a lo que sucedió con la serie original de Pennies from Heaven y, de nuevo, adaptada a película con el paso del tiempo.

En cualquier caso la mezcla de policiaco y musical, aún con la excusa de la locura del personaje, empezó a dar ideas. Steven Boschco, reputado especialista en series policiales, decidió dar un giro a una de ellas siguiendo las ideas de Potter y así creó en 1990 *Cop Rock*. Decir que es uno de los grandes desastres de la historia de televisión es reducir lo mítico de la hostia que se dieron. La emisión de 11 episodios es una victoria parcial —pírrica, si se quiere— ante el rechazo frontal por parte de la audiencia y de la crítica, ninguno de los cuales supo entender la propuesta de Boschco. Aunque difícilmente se les puede culpar por ello, las canciones eran creadas ad hoc para la serie y mostraban una desigual calidad mientras que la inclusión de personajes de otras series del Boschcoverso confundía más que explicaba las canciones y coreografías. Con todo, no fue la única serie Musical no ya de los años ?90 sino, de hecho, de 1990.

Ese mismo año se filmó un pilotollamado Shangri- La Plaza que ponía a cantar y bailar a los trabajadores y familiares de un pequeño centro comercial en California. Creado por Nick Castle; que era conocido por ser el director de Starfighter —y cuya ocupación actual es preparara el remake—, haber trabajado como guionista en Hook o, como dato curioso, ser el actor que interpretó a Michael Myers en el primer Halloween; y siendo el otro responsable Mark Mueller. Compositor, creador de canciones —la más conocida Crush de Jennifer Paige— y muleta de grupos musicales. Vamos, que algo de idea tenían. En cuanto al cast, tenían a gente de Broadway (Terrence Mann), de Hollywood (el nunca suficientemente reivindicado Cris Sarandon) y hasta alguna estrella en ciernes como el bailarín Savion Glover. Independientemente de la mala audiencia que tuvo el capítulo piloto cuando se emitió a modo de prueba, la crítica recibió con alborozo la propuesta: por fin una serie de la que poder reírse abiertamente y sobre la que descargar crueles comentarios sin que a nadie fuera a importarle. No hay más que señalar que el Daily Sun californiano recomendaba verla para descubrir hasta qué punto era mala mientras otros compañeros de la prensa abrían sus críticas asegurando que no era ningún tipo de broma. El resultado, obvio, fue no intentar siquiera producir una primera temporada.

Quizá os estéis preguntando ¿cómo pudo fracasar? ¿Tan exigente es el público? Bien? No soy muy partidario pero dado que el piloto que emitieron está encontrable por YouTube? quizá queráis echarle un vistazo:

La otra idea de 1990 fue? nunca lo creeréis? ¡¡¡Un musical ambientado en un instituto!!! Sí, en serio. Se trata de Hulk High. Perdón, Hull High, cuyo nombre original era Hull Street High. Parecía dificil que probaran una tercera serie musical el mismo año tras el éxito que habían cosechado las anteriores. Y ese fue uno de los problemas. Estrenaron el piloto para medir la aceptación en agosto, decidieron dar luz verde y emitieron los tres episodios siguientes entre la última semana de septiembre y las primeras de octubre pero como no arrancaba cambiaron día, hora, y lo emitieron dos semanas seguidas en diciembre tras lo que decidieron cerrar las series sin emitir dos episodios ya rodados. En realidad la alocada serie no estaba tan mal —más aún, estando las cosas como están sería un éxito de ventas el dvd recopilatorio— pero estaba claro que no era lo que tocaba, no ya por la mezcla de canciones populares con canciones creadas para el show o la preminencia del ¿podríamos llamarlo Rap? ¿Hip hop? sino por ser una serie diferente. Al fin y al cabo, incluir como recurso un coro griego cantante se aparta algo de lo habitual. Para que os hagáis a la idea os dejo con su versión de Rescue Me y prometo dejar tranquilo el tema un par de semanas, la semana que viene: Pilotos.


Menudillos

Muy alegres me las prometía yo esta semana, hablando del Blackpool de Tennant y otras excentricidades musicales. Pero como resulta que soy un gran modelo de un bloguero avisado y algo tenía que decir sobre los Emmys de la semana pasada, y sobre algunas notables novedades.

Allá vamos: ¿Qué es lo más notable de la gala de los Emmys? Un Neil Patrick Harris en estado de gracia que podría presentar los Goya y lograr que no nos durmiéramos, claro. ¿Los premios? Pues más o menos lo del año pasado. Mucho Mad Men por un lado, mucho 30 Rock por el otro. Comprendo lo segundo y para lo primero tendré que hacer estudios. Quitando eso, sólo un par de apuntes. Tina Fey —reverencia, reverencia— no ganó un Emmy porque tenía delante a Toni Collette y si bien la Liz Lemon de Fey es un clásico el recital de Collette impresiona tanto como apabulla, llevando ella solita la responsabilidad de que una serie tan buenrollista y mierdipaviblanda como United States of Tara salga adelante. Si a estas alturas no has visto cómo pasa de una a otra de su personalidades desesperadas deja de leer y busca documentación, con apenas unos cambios de postura y pronunciación logra que la vandekampesca Alice pase a ser el macarra Buck, impagable. Además, la Fey se llevó un Emmy como «invitada» por interpretar a Sarah Palin. ¿Se lo merecía? You betcha!

Seguimos con mujeres porque la Chenoweth se lo venía mereciendo por su magnífico papel en Pushing Daisies. Quizá incluso hubiera durado más la serie o hubiera salido adelante su siguiente proyecto, una de las bajas de esa extraña guerra de pilotos que tuvimos este primer tercio de año donde series prometedoras fueron barridas por el fuego amigo. Pero dejo de divagar y regreso a Kristin Chenoweth, la enorme actriz y cantante que aprovechó el premio para pedir trabajo. Y eso que tiene firmadas ya unas cuantas apariciones en Glee! —al final todo está siempre conectado, claro— pero no seré yo el que se queje si le dan el protagonista en su propio proyecto.

Si alguien es capaz de explicar como Duckie, perdón, John Cryer, pudo vencer al legendario NPH por su Barney de HIMYM, a los extremadamente brillantes Tracy Morgan y Jack McBrayer de 30 Rock o al impecable Rainn «Dwight» Wilson de The Office; partiendo de un personaje tan? tan? tan? limitado como el que interpreta en la espantosa Dos Hombres y Medio ? años atrás cuando el actor y termómetro humano Jeremy Piven se llevaba el premio como el Juggernaut de la categoría nadie podía poner reparo. ¡Era Piven! ¡Sus competidores no sólo le felicitaban, estoy seguro de que le ofrecían a sus hijas! En fin, tendré que apuntar a los señores votantes de los Emmy en el grupo «no entienden la comedia» junto a los guionistas de Smallville.

Por el contrario el premio merecidísimo fue el Emmy a «invitado cómico» para Justin Timberlake que últimamente pasa tanto por el SNL que parece uno más de los Not Ready From The Prime Time Players. Y de los mejores. No ya por las piezas digitales con Andy Samberg, ni por el magnífico gag del vídeo Single Ladies en la propia cara de Beyonce, se trata de que su payasez incluso en los momentos más comedidos tira del sketch y del resto de sus compañeros. Una lástima que sus intentos actorales vayan ahora para el drama.

Conmovedor darle al último episodio de Urgencias un Emmy. Una auténtica lástima que las series médicas que han venido después prefieran tirar por caminos que de tan transitados parecen puro cliché: Hawthorne, Mercy, Trauma?

Hablando de lo cuál, repaso muy breve de las novedades. Huid de Forgotten, apartaos de Vampire Diaries, sabed que Bored to Death es todo lo que su título promete, de Beautiful Life ni me molesto en hablar que a estas alturas ya estará cancelada, Eastwick es Embrujadas Desesperadas, y, por el amor de ROB!, poneos YA a visionar Community. El resto, otro día.


Canteos

Señalar el inicio de los éxitos parece limitarse muchas veces a buscar el referente inmediatamente anterior del árbol. Así que cuando aparece una serie como Glee la comparan rápidamente con High School Musical. No digo que sea ilógico, al fin y al cabo en ambas seriestenemos canciones, institutos y —claro— adolescentes interpretando el papel de adolescentes. Novedad tras novedad. En cuanto a las diferencias? decir que es una cuestión de tono es señalar más que marcar. Tres HSM tarde y toda una serie de —redundantemente— series en la parrilla han demostrado que a la audiencia, especialmente a la juvenil, le van las canciones. Que es como descubrir en el siglo XXI las posibilidades comerciales del chocolate.

En cuanto a Glee, es difícil no hablar de lo magnífica que se muestra en casi todos los apartados. La selección musical, las actuaciones, la mala leche de los guiones. Pese a lo cuál no acaba de ser todo lo corrosiva que podría, o quizá es que a estas alturas hacen falta bebés sodomizados para que el término «Transgresor» sea aceptado. Digamos que le han puesto la dentadura de un tiburón a una serie adolescente, teenager o tinajera y sólo queda por saber hasta dónde va a morder.

Dentro de ese aparente salto se esconden varias redes, como la de usar canciones conocidas. Vale, quizá no conocidas para todo el público. Pero es que el público ya no es lo que era. Sit Down, You’re Rockin’ the Boat, del musical Guys & Dolls —ganador de varios Tonys, con sucesivos revivals a ambos lados del atlántico y una versión en película con nada menos que Frank Sinatra y Marlon Brando en los papeles principales— podría ser la menos conocida de las que allí cantaban, y la más que expuesta Rehab, centro de una de las principales escenas. De forma que está más cerca de On connaît la chanson que de Grease —posiblemente el más importante musical tinajero de la historia— o, si preferimos irnos a los referentes televisivos? ¿Recordáis California Dreams? Sí, un grupo de jóvenes estudiantes de instituto con un grupo que soportaron cinco temporadas a mitad de los ?90. El tipo de serie que se recuerda porque una de ellas acabó en Los Vigilantes de la Playa. Ahí tenemos ya al grupo de chavales cantarines entremezclados con tramas tinajeras.

Pero siempre ha habido algo antes, ¿verdad? Por ejemplo, el clarísimo referente de la Patridge Family. Para los que no lo tengan claro: La banda que aparecía por La tribu de los Brady cuando a ellos —también— les dio por cantar. En medio, unas cuantas seres de anime —Fancy Lala por poner un ejemplo claro— y otras cuantas americanas, entre las que destaca, obviamente, Jem, a la que le falta sólo un instituto en su delirante trama para ser el perfecto paradigma.

Por suerte también había movimientos favorables: la inclusión recurrente y habitual de canciones en la animación para adultos —Los Simpson, Padre de Familia y ese South Park que puede llegar a parecer un musical estudiantil del siglo XXI— que facilitaba la transición sobre todo para el público jovenzuelo; porque si quieres
cambios es más fácil empezar de jovencitos, cuando son mayores mejor? dale vampiros. Y, claro, Xena. Vale, Xena + Buffy. Esto es: El Tradicional Capítulo Musical. Empezó Xena, innovadora en tantas cosas y auténtica demostración de serie desprejuiciada y dispuesta a pasárselo bien, pero tuvo que llegar Wheddon para demostrar —una vez más [con sentimiento]— cómo se puede montar todo un capítulo como si fuera Broadway. [Breve inciso: Dr. Horrible? Sing-a-long Blog demuestra que sigue dándole vueltas a la idea] Y el resultado fue tan espectacular que poco hubo que esperar para que otras series decidieran tener el suyo también, como Scrubs, que ya lo ha tenido, o como Psych y How I Met Your Mother, que no tardarán mucho en crearlo.

Así que, regresando a Glee!, piedra tras piedra, con el éxito de HSM y tras varios intentos de exploit bastante desastrosos —ejemplificando: Britannia High— tenemos a un creativo que pensó: «Esto se puede hacer mejor» sacándose una versión con música y baile de su Popular. Esto es, pasar de Bien Pensado, Mal Hecho a Fetén. Y ahora que lo tienen el siguiente paso es lograr eso mismo en otros campos y sin el recurso de la banda —eso ya lo logró Flight of the Conchords—; a ver lo que les lleva fetenizar CopRock o musicalizar Mujeres Desesperadas.


Piloteras

No me gustan las columnas de «Hola, me llamo Blas y soy columólico. Si me acompañan durante los próximos meses les hablaré de los procesos reproductivos mamíferos e, incluso, del ornitorrinco.» ¿Será que la gente no es capaz de notar de qué van las columnas que leen? Uno nunca debe minusvalorar la estupidez de sus lectores, claro, pero tampoco pasa nada por ir demostrando lo que se van a encontrar en lugar de explicarlo.

En esta columna, por ejemplo, lo que primará será la reflexión crítica. O la crítica reflexiva, que también. Lo más fácil sería explicarlo con una serie, ahora que se ha hecho sencillo permanecer al día de la actualidad en otros países. El problema con la crítica de series tiende a ser el tan común «gustismo». Las críticas suelen limitarse a «magustao» y «nomeguta». Si hay suerte quizá explique las sensaciones que le provocó. Con aún más fortuna tendremos alguna razón. Pero, ¿qué hay de lo que nos ha hecho reflexionar la serie? Porque en algo tendrán que estar pensando, que no es música de ascensor.

Pongamos por caso la excelente recreación histórica de la BBC Desperate Romantics en la que se nos muestra la vida cotidiana y las reflexiones artísticas de los llamados Pre-Rafaelitas. Indudablemente bien documentada y primorosamente producida, ¿qué es lo que tenemos en ella? Pues una forma de acercamiento a unas vidas con ese aire melodramático que siempre tienen las biografías de artistas. Puede entenderse como una forma de acercar la cultura a las masas, como cuando aquí se adaptaban obras de Blasco Ibáñez. Y esa es la reflexión. ¿Por qué aquí no? Cierto, es el reduccionismo de siempre pero: ¿Es menos cierto? Con todas las corrientes y los artistas que tenemos, ¿cómo es que a nadie se le ha ocurrido? Y por nadie me refiero, claro, a las públicas.

También se hará comentarios sobre la actualidad. No, por favor, no el clásico comentario de la actualidad que usa a la tele de coartada utilizada para que los periodistas favoritos tengan la primera columna de los que se leen el periódico desde el final. Me refiero a las noticias del medio en sí. Mejor las noticias relacionadas con el medio. Un ejemplo: Tom DeLay participará en el equivalente americano a Mira quién baila. DeLay es un congresista republicano, el más duro de ellos durante varias legislaturas, por lo menos hasta que se vio envuelto en un escándalo sobre financiación ilegal del partido. Ahora ha sido fichado para bailar después de un ?hipotético- rechazo de Clinton. Bill. No es el primer caso de político llamado por la telerrealidad. Y no me refiero al aquello de Jesús Gil. Blagojevich, el infame exgobernador demócrata de Illinois, el que se metió en líos por intentar vender el escaño de Obama, estuvo muy cerca de participar en el Supervivientes americano. Sólo la intercesión de la justicia ?por los temas pendientes, no por conmiseración al telespectador- evitó que fuera el primero. Aquí, que también tenemos en la tele a políticos todos los días no nos queda más que esperar. Pero si me aceptan la sugerencia; no los lleven a bailar, ni a sobrevivir, ni a responder preguntas de cultura general. Hagan una versión de Gran Hermano. Todos juntos, sentados y sin dar golpe en apariencia. Que lo llamen Parlamento. Mejor, que usen el espacio y los medios para debatir lo ocurrido en el Parlamento. También ahí tenemos broncas, dimes, diretes y emoción. Puestos a sacar políticos, ¿no sería bonito que pudiéramos divulgar lo que allí se hace y acercar la política al ciudadano? Cuando algo tan importante es emitido sólo por La 2 es cuando sabes que al pueblo le interesa casi tanto la forma de realizar una ley como la reproducción de los escarabajos.
Habrá más, claro —¿habéis notado la desaparición progresiva de coleccionables útiles y divulgativos sin cacharrerío?— con mayor profundidad —espero— y sin perder el buen humor —deseo— pero eso ya será en otra ocasión. Si aún os apetece.