A veces trato de comprender las premisas que se utilizan para las series y no siempre lo consigo. Por ejemplo: 800 Words (AU) va de un periodista que tras la muerte de su mujer decide dejar su trabajo y trasladarse a Nueva Zelanda con sus dos hijos adolescentes para, aparentemente, acabar en la mezcla de una película de superación de Lifetime con algún tipo de figura geométrica amorosa. Vale, entiendo la idea inspiracional y que quiera cambiar la vida y eso signifique gente conociendo gente, como aquello del médico más gafe del mundo: Everwood, pero no veo la necesidad de dedicarle una serie. En fin, imagino que es como una manta para tener algo que ver cuando estás con gripe y no te apetece nada.
Hablando de no apetecerte nada, ver
The Bastard Executioner (USA) -al menos en su piloto- es encontrarte con una serie que aparentemente nadie quería hacer. Bueno, quizá entre los actores sí que hubiera interesados, aunque no parezca el caso de
Katey Sagal en perpetua lucha con su pelucón, pero ni entre los guionistas, el director o, desde luego,
Kurt Sutter que demostró en
The Shield y
Sons of Anarchy su buena mano pero que aquí parece estar haciéndole un favor a un amigo. Supongo que el amigo es la
FX y el favor es crearles una serie que se parezca a
Juego de Tronos. Un
Juego de Tronos mediante casillas marcadas:
violencia física, violencia sexual, vagas ideas fantásticas, medieval inventado, personajes vagamente amenazantes con planes para hacerse con el poder poco definidos… ¡Ya están marcadas todas, vámonos para casa! Un despropósito tal que se agrava cuando el director, el habitualmente competente al menos
Paris Barclay se empeña en usar como muy abiertos planos medios y en filmar las peleas como lo haría un vecino del lugar que tratara de sacar su propio vídeo llegando siempre tarde a la acción. Si le añadimos que comienza con varias pantallas de texto que luego tampoco se explican mejor y que tiene una inexplicable afición por los filtros de imagen que tampoco mejoran gran cosa lo contado, con el añadido de durar hora y media por ser el episodio doble, acabamos encontrándonos con una serie a la que el primer capítulo le sobra. No sé si lo siguiente será mejor. Quizá para el 6 estén ya contando lo que querían y tengan su propio ritmo, desde luego a mí este piloto me ha quitado no solo las ganas de vivir sino, sobre todo, las de seguir viendo la serie.
La
NBC sigue en su etapa
Greenblatt y la última
greenblattada ha sido el estreno de
Best Time Ever with Neil Patrick Harris (USA), programa de variedades basado en el de
Ant & Dec que en su primera semana contra absolutamente nadie hizo unos números solo correctos y no fue capaz de generar un solo momento para ese Dios de
Lo Viral que parece reinar ahora.
NPH lo intenta, no cabe duda, pero mucho me temo que esto no llegue a las seis emisiones. -Bueno, quizá temer no es el verbo correcto.-
Dentro de las cosas que no entiendo esta semana se encuentra en un buen puesto
The Fixer (CA), denominada miniserie de cuatro horas porque
Te vas a pasar la tarde del domingo viéndola quedaba muy largo. Correcto
thriller con un par de caras que suenan pero tampoco demasiado, que para eso sirve como resumen de la propia obra.
Lo que hacen usando a los
Gamers no deja de sorprenderme. Por ejemplo, esto:
Game Shakers (USA) ¿Qué clase de loca premisa es meter a un chaval que no hace anda para tener a un varón blanco en la serie? Aunque sea como alivio cómico. Fuera de eso tenemos a dos desarrolladoras de un juego muy exitoso y un rapero y su hijo. Prácticamente todos son niños porque la industria de los videojuegos funciona así. En realidad lo único bueno que puedo decir de ella es que
The gamer’s guide to pretty much everything de
Disney es incluso peor.
Seguro que esta no os la veíais venir pero
Limitless (USA) va de un tipo con una habilidad especial que puede servir para resolver crímenes como consultor asistiendo a un miembro del sexo opuesto que podría ser modelo pero trabaja para una agencia gubernamental. Pero no os preocupéis, esta tiene
golosinas visuales para tenernos entretenido y, además, lo que se apunta como un largo arco argumental en el que ambos tendrán que trabajar para descubrir la verdad oculta. Esta vez gracias a una droga que le permite ser de esa manera especial saliendo de una película de hace unos 4 años y con
Bradley Cooper de por medio. Al menos nos permite tener a
Ron Rifkin dando una vuelta por la tele, aunque no parece que vaya a hacer demasiado. En fin, tan original como suena, y tan poco desagradable como puede uno esperar. El poliespan del visionado televisivo.
En cuanto a
Puffin Rock (USA), poco puedo decir. Es una serie tan para primeros espectadores que incluso si fuera más joven seguiría siendo muy mayor así que lo podemos dejar en que no deja de ser una concatenación de imágenes y sonidos antes que una serie.