¡Pilotos Deathmatch! «A Kind of Spark», «Seutilleo: Ilgop Gaeui Joseontongbo», «Totally, Completely Fine» y más»

No tengo muy claro los motivos, pero en Freevee han decidido montar una telenovela bilingüe que se supone que quiere hablar del tema de la raza, la nacionalidad y todo eso, pero en realidad Casa Grande (USA), al menos en su piloto, es un melodrama clásico, con menos humor del que le gustaría vender, y menos drama del que se supone que vende, en el que los líos amorosos y las alianzas de poder son más importantes que cualquier otra cosa, y en la que se busca crear una serie de misterios como si la emitieran después de comer. Uno de los ejemplos más claros de ‘Es lo que es’ que se me ocurre, por mucho que lo intenten vender de otras formas. No hay en la serie nada que haga pensar que todo eso de que quieren ser el nuevo Yellowstone por mucho que le falte el punto del locurón despendolado de las mejores telenovelas, y cualquier atisbo de esa tontería del Prestige TV. Forraje, sólido pero forraje.

¿Por qué? Esa es mi pregunta. ¿Por qué nadie pensó que era buena idea hacer una serie de dos capítulos de 120 minutos cada uno? Haz una de seis de 40, yo qué sé. Pero bueno, en realidad sí que lo sé. Porque esto de The Claremont Murders (AU) es el clásico truco de ‘basado en hechos reales’ que monta un par de telefilmes sobre el tema y se queda tan tranquilo. Más aún con el momento de popularidad -de más popularidad, en realidad, que Investigation Discovery no es un canal nuevo- que lleva el True Crime. Y supongo que para eso es para lo que sirve. Si alguien se interesa por esas cosas y tiene el tiempo o la paciencia suficiente lo mismo esta  miniserie -que, para mi, es más carne-con-patatas que un intento de contar, buscar u ofrecer alguna novedad- y supongo que, al menos, para ver cómo funciona el Colorín del Crimen en Australia.

Qué sentido tiene, me pregunto, adaptar una película de 115 minutos a una serie cuyo piloto dura 65. Y tiene cinco más por delante. El problema no es ese. No es solo ese. El problema de este  Dead Ringers (USA) no es solo que no deja de ser una adaptación del Inseparables original de David Cronenberg. Ese problema comienza porque, bueno… aquí no está David Cronenberg. Y tampoco se han ido al libro original de Bari Wood, claro. Pero no, al margen de los problemas propios de las comparaciones, comenzando porque no es lo mismo la tensión que se consigue con esa duración de una película al inevitable aburrimiento que produce estirar las cosas para rellenar una serie… Si al menos hubieran querido -o sabido- mantener esa tensión… pero me temo que los cambios -que van más allá de cambiar a Jeremy Irons por Rachel Weisz– son demasiado tibios para soportarlos. Pero, como decía, el problema es que, incluso vista como obra independiente es… inane. Sobre todo cuando se hacen cosas como introducir el tema de los vientres de alquiler para… absolutamente nada. Es una lástima cambiar un psicodrama -con los clásicos temas de body horror, muy ligeros en comparación con otras obras de Cronenberg– por esta suerte de versión de Anatomía de Grey menos afortunada. Pero es que nada de lo que hace aquí suena a que no podría hacerlo -¡o no lo ha hecho ya!- más y mejor Rhymes.  Ni la trama queer, ni las discusiones sobre maternidades, ni la idea de las gemelas. Más aún, probablemente le habría sacado más juego a todo esto, aunque fuera solo porque cambiar hombres por mujeres tiene unas implicaciones y políticas que son otra cosa que quedan fuera de exploración o intención, al menos en este piloto. Pero es que muchas veces -sobre todo cuando son adaptaciones- digo que un piloto tiene que servir a una función de dar ganas de seguir viendo la serie, no solo presentar una situación o unos personajes, y aquí lo que se consigue es lo contrario. Si no vuelvo a saber nada de esta serie no pasará nada, de hecho es posible que considere no haber perdido más el tiempo.

Supongo que la familia es, más que los negocios más o menos ilegales, lo que domina Diamonds (O) (BE) -o Rough Diamonds, que no parece tener claro el nombre- con tramas más propias de la acción o el thriller para vestir lo que claramente importa más, que es hablar de la contraposición entre esa familia de judíos ortodoxos metidos en el negocio de los diamantes, a la que ha vuelto el hijo pródigo, los secretos que este tiene, las intrigas que reencuentra, y toda esa idea del Honor del Apellido. Que es, en realidad, el gran eje de todo el resto de dramas. Lo cierto es que resulta no demasiado novedoso pero sí mínimamente interesante, quizá porque logra quedar a medio camino entre una narración europea y una americana, que normalmente es algo que solían hacer los británicos pero que aquí los belgas demuestran que tienen capacidades si les sale la posibilidad. Le falta un algo, eso sí, pero con un piloto que a ratos huele a prólogo quizá sea cuestión de seguir viendo por dónde van a ir los tiros.

No sé quién engañó a Keri Russell para que hiciera The Diplomat (USA) pero claramente está en una serie distinta al resto del reparto. Lo que tiene mucho mérito porque, a ratos, parece que cada persona del reparto está en una serie distinta. Y, en realidad, da igual, porque es Rufus Sewell -que está en algo a medio camino entre Veep y El Ala Oeste– el que se come la serie con su clintonesco personaje. Porque esta parece una serie enteramente clintonesca, de los dos Clinton. El problema es que Russell parece estar en The Americans. Con mejores pelucones. Y, en realidad, hasta prácticamente el final no tenemos claro si piensan jugar con el suspense también, y aún ahí no sabemos si van a tirar por Designed Survivor o The Honourable Woman. Y es que ese es el principal problema de esta serie. Que tiene tantas cosas dentro, y tira hacia diferentes sitios con ellas, tanto en el guión como en las actuaciones, que al final se queda en uno de esos popurrís que mezclan frutos secos excesivamente salados con gominolas.

Sospecho que estamos en uno de esos casos en los que la serie empieza como en el tercer capítulo, porque Doctor Cha (O) (CS) tiene pinta de que va a acabar en algún momento haciendo un Rookie de la medicina, una persona en la mediana edad que decide ‘cambiar carreras’. Pero, de momento, tenemos a una mujer con un matrimonio en desintegración, fundamentalmente por un marido -y una suegra- que no son fáciles y que la han apartado de la práctica de la medicina. El piloto no deja claro si habrá divorcio -sinceramente, con lo que te enseñan en el primer cuarto de hora deberían haber empezado desde allí- pero sí que te pone parte de las piezas para explicar ese cambio… en lo que debería de haber sido eso. Los primeros quince minutos. Alargarlo sin necesidad -y aún no sé si para el segundo capítulo entraremos ya en materia o seguiremos en las mismas- hace que sea cual sea el tema central -o la idea- de esta serie se haya desperdiciado en un piloto de relleno. En fin.

Llega un momento en el que uno se pregunta si son todas las series la misma serie. Caso de estudio: Erin & Aaron (USA) trata de dos familias en las que los adultos se enamoran y van a vivir juntos haciendo que los hijos tengan que pasar tiempo juntos, hijos que -además- están centrados en el negocio musical -o algo- y deciden que tocar juntos es la solución. Esta es de Nickelodeon, pero aquí es donde más se diluyen las fronteras con Disney porque, sinceramente, podría haber sido de cualquiera de las dos. Así que eso es lo que tenemos, un más de lo mismo que ofrece muy poquita novedad -el hecho de la racialización asiática de parte de la familia, y estoy por decir que casi ni eso teniendo en cuenta la falta de peso general- así que… relleno para el canal. Puede que después evolucione para encontrar su propia personalidad, de momento es un genérico.

¿Cómo sería la creación de Fired on Mars (USA)? Me lo pregunto porque no sé si se trataba de hacer una serie ambientada en Marte que toma ideas de Desafío Total -entre otros muchos ejemplos, sí, lo mismo incluso estaban pensando más en The Expanse, pero no les salió- o bien alguien quería hacer la misma serie de siempre de protagonista patético enfrentado a una situación que le supera y pensó: ¡Y le ponemos en marte a vivir algo tipo Desafío Total! Da lo mismo, el problema principal es la incapacidad de decidir cuál de las dos cosas quiere ser. El problema secundario es que, sobre todo, quiere ser una serie de [adult swim]. Algo mejor animada -tampoco mucho- pero vocacionalmente está ahí: Chistes fáciles que se basan en exceso en el patetismo, ideas exprimidas hasta la saciedad y la sensación de que están intentando emular a otras series. Supongo que hay un tipo de fan al que le gustará. Yo no es que no sea su público -que no lo soy- sino que parece diseñada para que no lo sea.

Entre el manga gastronómico y el spokon, pues sus orígenes son tan evidentes que se puede decir que es un manga y no un webtoon, este Kami no Shizuku (O) (JP) o Drops of God es el nuevo intento de adaptar el manga original. Con muchos cambios, sospecho que para el público occidental. Algunos de los cuales hacen difícil explicar o conciliar la extrema… japonesidad… de la obra original con estas decisiones. Igual que parece que el vino, que sigue presente -por supuesto-, es menos importante que los dramas familiares. No es que la obra original fuera santo de mi devoción, qué le vamos a hacer, pero me da la sensación de que estos cambios hacen menos por mejorarla que por hacerla más… del gusto del público occidental. Al que vender una serie sobre problemas familiares con una joven que sigue los cánones de belleza tradicional -y un co-protagonista que no llega pero tampoco es que esté muy lejos de esos cánones- antes que una historia sobre pasión por el vino. Vamos, que no.

En realidad el final de el piloto de Klub Kecanduan Mantan (O) (ID) supongo que es el principio de la serie. Lo que no sería tan raro si no hubieran usado el capítulo hasta entonces para presentarnos el asunto ya comenzado. En fin, decisiones. Se trata de una comedia sencilla, con un cierto aire noventero, sobre un grupo de personas variadas -pero que en realidad parecen distinguirse por un único rasgo: el violento, la ‘espiritual’, el pusilánime…- que tienen en común el haber terminado una relación sentimental y estar llevándolo regular. A partir de aquí se podría haber ido en muchas direcciones, pero optan por una especie de sencillo teatrillo, con problemas y soluciones igual de sencillas, y un aire de farsa. Hace tiempo los ‘magazines’ televisivos tenían este tipo de obras como entretenimiento entre números, es un poco más avanzado que eso, pero tampoco demasiado.

Es interesante ver este A Kind of Spark (UK) no solo como lo que es -una serie de la CBBC / iBBC sobre una niña autista que quiere que se construya un monumento en homenaje a las mujeres juzgadas por brujería en su pueblo- sino, también, por lo que representa – una iniciativa de la BBC de realizar una mejor tarea tanto en la representación como en la integración autista, de modo que sea una trama fundamental pero no central en la historia, es decir no es ‘de lo que va’ pero también ‘va’ de eso, a la vez que se ha buscado que el equipo técnico y artístico esté integrado por personas autistas-. El resultado es agradable y aunque a veces quede un tanto ‘blanda’ -lo lógico y esperable de las elecciones realizadas para un público infantil, incluso aunque sean ingleses- es realmente curioso lo que cuenta y cómo lo cuenta. Porque no se trata de una serie de fantasía, de historia o de misterio -incluso algo de eso pueda haber aquí y allá- tanto como de una obra más o menos cotidiana de una persona que busca cumplir un sueño en el que cree y que, por el camino, hace amistades, sufre abusos y muestra su vida familiar. Todo esto mientras nos amina a reconsiderar las formas en las que la historia puede ser interpretada.

Lo mejor que puedo decir de Máscara contra Caballero (O) (MX) es que podría ser peor. Porque teniendo en cuenta que el punto de partida es que un famoso cantante de electrolatino decide hacerse pasar por un famoso luchador mientras una periodista intenta destapar sus secretos a la vez que se enamoran… pues podría haber ido peor, claro. En realidad el mayor problema es que los actores están un poco por estar, porque algo hay que hacer, muy pocos parecen realmente interesados en lo que están haciendo. Normal, porque el guión es el que es hasta el punto de que si me dijeran que iban improvisándolo podría llegar a creerlo. Mucha situación improbable a partir de una premisa que ya se las traía, mucho enmarañar por enmarañar y, en general, esa sensación de que tienen una duración que rellenar más que aprovechar.

Entiendo que haya un cierto entusiasmo por esta Mrs. Davis (USA) porque pone mucha importancia en crear imágenes más o menos sorprendentes o impactantes, en lanzar ideas en apariencia desconcertantes, y en que eso sea su seña de identidad. En realidad es una serie de Lindeloff, así que las imágenes lo son para ser llamativas, no porque sirvan a un propósito, y la narración está totalmente pensada antes para llamar la atención que para tener sentido o sustancia. Estamos aquí muy cerca de las peores decisiones de Watchmen -la serie, claro- lo que no impide que tanto rule of cool tenga algún buen momento o buena imagen. Sobre todo porque el trasfondo podría ser tranquilamente de esos libros postmodernos de los narradores de la generación de Pynchon, Coover, etc… o sus herederos de los ’00s como DFW o Lethem. Excepto porque el batiburrillo conceptual que tenemos aquí acaba restando más interés que sumándoselo. Sí, hay una IA detrás y parte de la discusión es si llamarla con el pronombre que ella pide o con el que la protagonista quiere usar para deshumanizarla -no era el mejor momento para esta trama, la verdad-, hay mucha religión pop -desde las monjas que son nunsplotation sin componente sexual, que por un lado casi me alegro y por otro es de no haberlo comprendido; a los Templarios o el grial- y, en general, muchas cosas que parecen venir de otros lados, como esos nihilistas alemanes que son mitad Lebowski, mitad Sprockets. Una ensaladilla rusa de cosas que podrían estar bien si hubiera una intencionalidad, una dirección o una decisión. Que, como de costumbre, nada indica que sea el caso aquí. En fin: La rutina de costumbre. Sé que hay cuatro capítulos, con el primero he tenido de sobra, gracias.

Supongo que ya ha pasado suficiente tiempo -veinte años, nada menos- como para que L’auberge espagnole pueda usarse no solo para las películas sino, además, para la televisión. Y eso es lo que intenta esta Salade grecque (O) (FR) que parece tan interesada en hablar de una ‘nueva Europa’ y sus problemas que parece que le da igual haber elegido Prime para ser emitida, pese a que sea claramente uno de los problemas actuales de Europa. En fin, que podéis encontraros ese falso drama y ese intento de todolmundosbuenismo de las anteriores versiones, fingiendo ser relevante en lugar de aceptar su propio fondo burgués, aunque aquí, como serie derivada, parezca hacerse en forma de croquetas.

No tenía yo muy claro por dónde iba a salir este Seutilleo: Ilgop Gaeui Joseontongbo (O) (CS) o Stealer: The Treasure Keeper, y lo cierto es que es una buena mezcla a la que le pesa el exceso de duración de los capítulos, porque 70 minutos son demasiados minutos. La verdad es que el punto de partida es interesante: Un ladrón misterioso que se dedica a recuperar objetos robados del patrimonio surcoreano -lo que sirve tanto para darle un empujón a la parte nacionalista como para cambiar un poco el clásico relacionado con el padre de Ojos de Gato o Kaito Kid– y, a la vez, vemos a la sección policial encargada de este tipo de obras, que se nos presentan -al margen de la tradicional representación surcoreana de su policía como un lugar particularmente corrupto- como un grupo entendido como un destierro, con pocos fondos y efectivos que suplen con su interés la falta de medios general. Luego ya según va avanzando el capítulo se nos muestra aquello de que no es todo como parece. Ni por el lado del (buen) ladrón, ni de los policías ni, por supuesto, de los auténticos malvados: Ladrones, traficantes, transportistas, organizadores y, sobre todo, la gente con dinero y poder que los paga. Es curioso cómo explican -ya en el segundo capítulo, porque han empezado con dos de partida, casi dos horas y media de serie ha sido esto- toda esta forma de actuar, o cómo les afecta la corrupción. Luego ya los momentos de acción -bastantes-, las tramas enrevesadas -unas cuantas- y el intento de decidir si buscan algo más serio o más cómico, incluyendo que el ladrón maestro se llame aquí Skunk porque deja un particular olor apestoso detrás. Y que a ratos es más Lupin III y otros casi Deadpool. Así que ojalá los episodios duraran menos pero, por lo menos, el contenido logra ser interesante casi todo el tiempo.

El multiverso aplicado al matrimonio. O, realmente, a las relaciones de pareja. Así es este SLIP (USA) en el que una mujer que empieza a estar hastiada de su matrimonio se encuentra deslizándose por otras realidades en las que blalblabla. Más o menos os podéis hacer a la idea, igual que seguramente ya supongáis que esta mujer -joven, eso sí- está bien situada económicamente y no tiene otras preocupaciones, al menos no acuciantes. Y eso que no os he hablado de los seis planos de existencia budista que son mencionados por la protagonista -que, de nuevo, es una señora blanca, que bebe vino, trabaja en el mundo del arte y… bueno, os hacéis a la idea-. Por supuesto que hay escenas sexuales con gente de otras razas. Lo más que cambian las cosas… En fin. Vamos a decir que esto es el tipo de obra para la que no soy su público. Dejémoslo ahí.

No tengo claro qué esperaba cuando empecé Tooth Pari: When Love Bites (O) (IN) pero supongo que no tanto una historia de vampiros en el que los vampiros viven sometidos desde hace siglos y una de ellas, una joven -je- rebelde, se escapa a la superficie -sí, aquí viven en el subsuelo, yo qué sé- para vivir la no-vida. Supongo que la culpa era mía por pensar que iba a estar más centrada en el amor. O quizá lo esté dentro de unos capítulos, una amor al estilo Crepúsculo o algo así. De momento tenemos a un dentista majo por su lado, y toda la historia de los vampiros que está hecha con unos medios un poco cartón piedra, un punto por debajo de Serie canadiense en SyFy, pero que claramente apuesta por una mitología y un drama que a quien esto escribe no podrían interesarle menos. Así que, bueno, supongo que la culpa es mía, que no compro nada de lo que vende.

A primera vista Totally, Completely Fine (AU) podría parecer la clásica serie que busca el humor en los lugares más oscuros y se centra en el patetismo y la incomodidad. Algo hay, por supuesto, porque el centro vital de la serie es el suicidio. Empezamos con ello en la primera escena y nos encontramos que va a estar clara y centrada desde el otro lado, el de la prevención y la terapia. También lo es porque los personajes que aparecen desde el principio se nos muestran como complicados de apreciar, desagradables incluso, -quizá con la excepción de un John Noble que da una clase de actuación en el poco tiempo que sale en pantalla- y es que la gente va poco a poco construyéndolos para mostrarnos las otras facetas y aristas, y si bien el camino para hacerlo no siempre es el mejor y a veces esa abrasión, ese humor, no acaba de funcionar es precisamente la revelación de ese corazón el mejor truco que puede ofrecer la serie. Está muy lejos de funcionar desde el principio y sospecho que habría que vérsela entera -o quizá esperar a una segunda temporada- para acabar de pillarles el gusto. Pero las buenas intenciones maquilladas como malas intenciones acaban siendo las que salvan a esta serie de ser otra comedia más o menos negra, más o menos incómoda, del montón y montar una historia de personajes. Una que me costaría reconocer como comedia, pero que resulta más interesante de lo que esperaba precisamente porque se permite rascar desde el principio. Supongo que ese apreciar a alguien pese a sus defectos es, precisamente, uno de los temas que intenta establecer la serie.

Es mucho lo que podría decir de Waco: The Aftermath (USA) pero prácticamente nada bueno. Es difícil saber si es peor serie al margen de consideraciones morales, o si la posibilidad moral debería habernos no llevado siquiera a intentar acometer el soportar este piloto. Aunque casi podría decir que se retroalimentan, porque si la serie se hubiera hecho de otra manera o se hubiera realizado mejor no pesaría tanto el que, además, sea un despropósito. No sé a cuenta de qué tanto Waco últimamente -y no sé si quiero saberlo- por mucho que esta sea una secuela (y en parte, precuela) de la especie de serie sobre el asunto que hicieron con parte del mismo equipo en 2018, pero me sorprende que actores de peso hayan decidido regresar para montar semejante bodrio.


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