¡Pilotos Deathmatch!

Después de ver el piloto de Aniela (O)(PO) sólo puedo pensar en que hay algún tipo de conspiración para que cada vez que uno vea a alguien con dinero decida de inmediato dispararle. No es que yo necesitara mucho para convencerme y, desde luego, no necesitaba este espantajo que confunde poner a un personaje espantoso en el centro y que eso lo convierta en algo divertido, igual que los intentos de redención -lo que se ve y lo que se promete- no podrían darme lo mismo. Lo único que me ha quedado claro de esto es que en Netflix no se ven las series antes de estrenarlas. Porque el único elemento redentor que se me ocurre para esta serie es el Fuego purificador.

La especialidad de Acorn de policíacos agradables se demuestra de nuevo con este Art Detectives (UK)  que sigue una pauta conocida de sobra: Un personaje central que es un investigador especializado -en arte en esta ocasión, sí, ya sé, os quedáis muertos de la sorpresa-, más un ayudante con el que pueda tener cierta química, y ponerle en medio de un asesinato misterioso. A ratos parece una adaptación de L’art du crime -la serie francesa que lleva 8 temporadas para un total de 24 capítulos a lo largo de 8 años- en la que hubieran decidido cambiarlo todo y, finalmente, cambiarle el nombre. Pero, en realidad, podría ser también una serie de película de la sección de muertitos de Hallmark. En cualquier caso, no está lejos del Death Valley de hace unas semanas, quizá esta sea menos cómica y más ‘centrada’, más Hallmark, como decía, pero logra ofrecer una obra competente en todos los campos, y con posibilidades de mejorar. Así que lo tomaré como un éxito, aunque sea mínimo.

No tengo claro qué pretendían con este BETH (UK), quizá lo montarán a partir de unos papeles sueltos que se dejaron con Black Mirror, o algo así. Porque lo que apunta este despropósito es que tiene grandes ideas para una series que no solo es lo de siempre, además tarda mucho más de lo que deberían en contar nada. Así que sabemos que algo oscuro está sucediendo, pero no parecen tener nada que decir, así que se dedican a marear la perdiz. Y, claro… No.

Si os digo que Tosca Musk, la hermana de Elon, tiene un servicio de streaming propio posiblemente penséis que alucino. Pues esto no es ni lo peor. Se llama Passionflix, se centra en adaptaciones de obras pasionales, en este caso deThe Black Dagger Brotherhood (USA), que se mueve entre querer ser porno y no poder pasar de culos y tetas. Y lo hace con una falta de pericia que nos ofrece algunos de los peores pelucones de la última década, unos efectos especiales a medio camino entre los programas de regalo de las revistas de informática de finales de los noventa y las manualidades con plastilina, y esto no llega ni a cubrir alguno de los aspectos más ridículos de un piloto que hace que, en comparación, el de The Lair parezca una obra avant-garde con valores de producción de HBO.

Hablando de incompetencia, creo que Divorced Sistas (USA) marca un record hasta para Tyler Perry. No solo logra otra versión de lo que él cree que son dramas, además logra montarlo entero con distintas variedades de ‘dos personas sentadas hablando’. Parece mentira que alguien que ha creado culebrones sea tan incapaz de filmar de una manera que no resulte insufrible, así que o le han recortado mucho el presupuesto -que puede ser- o no le apetecía esforzarse lo más mínimo. Que normalmente las series de Perry no son gran cosa, pero parece mentira que se haya quedado en esto, especialmente teniendo la CBS Beyond the Gates que hace las cosas mucho mejor con claramente mucho menos presupuesto. En fin, está siendo una semana.

No tengo muy claro de dónde sale este The Kollective (O)(PB). Vale, sí, de Paises Bajos… ¿pero esto es una producción real? Quiero decir, ¿cómo estamos seguro de que este canto a los reporteros ciudadanos no es en realidad un trabajo de final de curso? Porque lo parece. Vale, tiene más dinero, pero también está claro que se quiere lucir tanto contando ‘historias importantes’ como haciendo alardes de cómo contarlo. Ninguna de las dos cosas son malas por sí -bueno, la primera un poco- pero dejan claro que es importante para ellos lucirse y, lamentablemente, acaba convertido en otro de esos momentos en los que el estilo parece importarles más que la sustancia. Porque por mucho que nos quieran contar cosas ‘trascendentales’ lo cierto es que ni esos dramas ni, desde luego, parte periodística logran importar gran cosa. Otra vez será, y con mejor guión -espero-.

Es posible que antes de hablar de Mentiras La Serie (O)(MX) tenga que explicar un par de cosas. La primera es que es la adaptación de un musical. Lo segundo es que es un musical enormemente exitoso. Tanto que ha visto como con cierta frecuencia se le da una vuelta al formato. Hemos tenido, sobre todo, el muy exitoso MentiDrags, pero también versiones en las que se cuenta la historia desde una de sus protagonistas principales, se cambia el tono, se hace en concierto o, incluso, se vota entre el público el final. Esto es porque, sorprendentemente, es un musical muy bien montado. Un ‘jukebox‘ musical a partir de canciones ochenteras mexicanas -más o menos- que se sostiene gracias a que la excusa argumental abraza el ‘camp’ desde el primer minuto, y no duda en abrazar lo ridículo de su premisa cada vez que puede. La premisa es que cuatro mujeres reciben una llamada de teléfonos, la mujer que las llama se identifica como la prima de un hombre con el que las cuatro están conectadas. Cuando llegan a la dirección se sorprenden de verse unas a otras, pero más aún al descubrir que el hombre está muerto y que una de ellas es la asesina. La historia está llena de giros despendolados, y de temazos. Así que, ¿qué sentido tiene convertirla en una serie de ocho capítulos? Pues poco. Pero por su propio estilo podría haber salido bien. No lo ha hecho, pero podría haber funcionado. Y no funciona porque se empeñan en meterle cambios, darle más importancia al único personaje masculino, eliminar momentos, tramas y hasta personajes. En resumen, convierten la verbena mamarracha que era el musical en… dios sabe qué. Probablemente una muy autocomplaciente y convencida-de-su-inteligencia versión en la que intentan enmendarle la plana a los responsables de la obra. Y ese es siempre un error. Uno de tantos, porque la obra está llena de problemas, errores, desaciertos y una incapacidad de saber qué hacer con una formula que lleva años funcionando sobre las tablas que resulta casi sorprendente que esta serie sea la peor de las múltiples versiones del musical. Pero aquí estamos. Con una serie que estira la duración de la obra hasta más allá del doble, para conseguir mostrar menos de la mitad. Destrozando la coralidad de la obra a cambio de… nada… y demostrando que no saber coreaografiar un número musical no quita para seguir insistiendo una y otra vez. Del final de la serie no hablo, no solo porque tenga como tres o cuatro, también porque demuestra cómo lo entendieron todo al revés. Así que lo único para lo que espero que sirva esta serie es para que la gente se anime a ver cualquiera de los mil montajes originales.

Sencilla, agradable y un poco más larga de lo que debería de ser, esta Not a Box (USA) nos ofrece capítulos separados en dos historias de unos 15 minutos cada una, es razonablemente original, tiene un dibujo como de álbum ilustrado y, la verdad, funcionaría mejor como cortos de unos 5 minutos, 10 máximo, porque con 15 da la sensación de que llega un momento en el que ni ellos quieren estar ahí explorando posibilidades. Y eso es algo a tener en cuenta para un formato infantil como este. Pero muy bonita, eso sí.

No sé cuántos monos durante cuánto tiempo harían falta para encontrar algo bueno que decir de El Novicio Rebelde (O)(CO), que muy claramente intenta saquear de un par de ideas –Nunca fuimos ángeles, sobre todo, aunque posiblemente Irreverent les pille más cerca- para mostrar un personaje de pillo que acaba haciéndose pasar por cura y supliendo su falta de cabeza y conocimiento con… no sé, ¿vulgaridad? La verdad es que tener al actor principal con un diente pintado de negro y pintas más propias del Jaimito de Alvaro Vitali… No ayuda. El resto tampoco, por supuesto, ni los actores, ni los guiones, ni los nombres de los personajes. Todo se reparte entre lo que es viejo y lo que es rancio, en el mejor de los casos. Pero supongo que podría tener su interés, desde un punto de vista antropológico.

Cómo será la semana que este genérico de serie fantástica que es Revival (CA) no me ha parecido ni tan mala. Solo es previsible hasta niveles absurdos, mientras usa a los zombies-que-no-son-zombies y sus problemáticas de la manera que su éxito a mediados de los ’00s nos hizo conocer. Pero más allá de ser una serie que nos conocemos -y, por tanto, podemos tener de fondo mientras cualquier otra cosa- por lo menos no es un desastre completo. Sólo un poco de rutina, un poco de rancho.

Debe de ser por el mes, porque en la BBC han estrenado este What It Feels Like for a Girl (UK) que parece tener mejores intenciones que cabeza para organizar u ofrecer lo que tiene. Es una lástima porque en años anteriores hemos tenido series queer tan interesantes como In Our Blood o Lost Boys and Fairies -bueno, y Juice, pero esa iba por otro lado- y esta tiene un esqueleto que podría haber seguido también. pero supongo que entre que está basada en una biografía -por improbable que sea lo que nos cuenta- y que lo es de una activista y personalidad de UK -relativamente joven, y por tanto aún en activo, pese a todo- así que la situación acaba siendo un tanto caótica, a ratos confusa por los bandazos en todo lo que nos quieren contar y cómo nos lo quiere contar. Pero bueno, al menos lo intentan.


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