En realidad trazar la evolución de la información en España está lejos de ser algo complicado. Sobre todo si tenemos en cuenta que desde 1956 hasta el 88 sólo dos cadenas emitían para toda España.
Hasta el 31 de diciembre de 1982 no empezó a emitir el primer canal autonómico, ETB. Al año siguiente TV3 se unió y a partir de ahí TVG (1985), Canal Nou, Canal Sur y Telemadrid (1989), las cinco cadenas que crearían la FORTA ( Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos ) y colaborarían durante una década. En 1999 comenzó a emitir la televisión canaria. Desde entonces hasta este mismo año con el lanzamiento de la Televisión Navarra se pondrían en circulación 11 canales autonómicos más.
Pero volvamos a la información. TVE, como hemos dicho en más ocasiones, empezó a emitir en el año 1956. Si alguien se pregunta por qué había 600 televisores en España antes de que comenzaran las emisiones regulares tal vez debería preguntarse cómo se logran siempre los avances. Claro que no hay mucho grabado porque hasta 1963 todo se emitía en directo —sí, ya, bueno—. Hasta el ’66 no llegaría la segunda cadena, en el 69 empezarían las emisiones en color, que serían las habituales desde 1973. Hasta 1988 no empezaría a emitirse programación matinal y, antes de eso, entre semana se iniciaba la transmisión a la una de la tarde y terminaba a las doce y media de la noche. Y eso la primera, la segunda no empezaría a emitir hasta casi las siete de la tarde. Si quieres ver llorar a los niños no tienes más que contarles estas cosas.
Durante todos esos años la información se limitaba al telediario de las 3 (el más largo), luego a las ocho y media y finalmente uno a las doce en ambas cadenas. En un principio, durante la etapa de Paseo de la Habana, los presentadores eran poco menos que bustos parlantes leyendo el parte, algo que cambiaría cuando Manuel Fraga llega al Ministerio de Información y Turismo en 1964 para modernizar la nación, incluida su televisión.
La apertura de los estudios de Prado del Rey, el nombramiento de un nuevo director de la cadena — Jesús Aparicio-Bernal Sánchez — y, por primera vez, de un responsable de informativos —*Ángel Marrero*, que desde el 57 venía siendo co-director del Telediario junto a José de las Casas— eran parte de un intento de renovar y dar más soltura al formato incorporando en la plantilla a Maruja Callaved, Pedro Macía, Santiago Vázquez o Rosa María Mateo, entre otros, o abriendo corresponsalías como la que ocupó en Nueva York desde finales de los sesenta y durante una década Jesus Hermida.
Todo esto continuaría con el apoyo del que sería nuevo Director General del canal tras la salida de Aparicio-Bernal en 1969. Al menos hasta que en 1973 decidiera irse él también en busca de otras responsabilidades. Antes de su partida le dio tiempo de supervisar la puesta en marcha de un nuevo programa: Informe semanal. Sus siguientes apariciones en el Telediario serían ya como protagonista de las informaciones. Se llamaba Adolfo Suárez.
Su llegada al gobierno tras la muerte del dictador trajo también a un nuevo Director General, Rafael Ansón —sí, es el hermano—, que de inmediato trató de dar una apariencia nueva a la programación de informativos renovando a los presentadores, que pasarían a ser Ladislao Azcona, Eduardo Sotillos y Pedro Macía, con apoyos como Nieves Romer o Ricardo Fernández Deu. Al mismo tiempo la segunda cadena vería una mayor libertad aún para su telediario de la mano de Miguel Ángel Gozalo.
En 1977 se produce una completa y compleja remodelación que incluye el cambio de la denominación Organismo Autónomo y, en consecuencia, un nuevo director: Fernando Arias-Salgado — sí, también el hermano—. Un movimiento de maquillaje realizado con la tradicional sutileza española que causó, por ejemplo, la presentación de una dimisión en bloque de los presentadores y responsables de informativos en 1978 por entender que se estaba intentando limitar su labor. Fueron unos años convulsos que tuvieron como parte buena una mayor rotación ante las cámaras, permitiendo que se incorporara gente como Adela Cantalapiedra o Cristina García Ramos a la vez que se le da más presencia a otros como Matias Prats o Rosa María Mateo. Sin embargo, la manipulación por parte del gobierno seguía ahí, como comprobó Pedro Macía, en ese momento director del telediario de mediodía, que se vio despedido tras un rifirrafe con Arias-Salgado sobre la información de una huelga de RENFE.
En 1981 la llegada al gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo vino con un nuevo cambio de denominación, se iban las caretas y el Organismo Autónomo pasaría a ser Ente Público, denominación que mantendría hasta 2007. No sería la única novedad; la llegada de Fernando Castedo supondría una enorme cantidad de cambios, empezando por la contratación de un nuevo Director de Informativos que decidiría, además, ser el presentador del Telediario nocturno: Iñaki Gabilondo. Pedro Macía volvería a dirigir durante un mes el telediario de mediodía, ahora con el nombre de Crónica 3, para ser sustituido a su marcha por Jesús Hermida y Rosa María Mateo. En cuanto al telediario de madrugada, ahora Al cierre, se encargarían de él Joaquín Arozamena y Victoria Prego; además, se buscaría una mayor cohesión entre los tres creando equipos de redacción por temas en los que intervendrían nuevos profesionales como Luis Mariñas o Baltasar Magro. Sin embargo Gabilondo tendría problemas por su manera de informar sobre el paro, lo que terminaría con su destitución.
Poco después sería el propio Castedo el sustituido, esta vez por Carlos Robles Piquer —eso es, directamente él. Aunque podemos seguir con el tema familiar recordando que además de exministro franquista era cuñado de Fraga— y ya en 1982 por Eugenio Nasarre —sin relación de parentesco con Eva—, lo que provocó, sin duda para vuestra sorpresa, todo tipo de enfrentamientos con sus propios periodistas —con cartas públicas firmadas entre otros por Mateos, Mariñas o Magro y la salida de Hermida como presentador— y bronca continua con el PSOE y el PCE por la intoxicación informativa. Y ya os voy avisando de que este tipo de acusaciones no pararían nunca de salir de la oposición, generalmente con razón.
Como demostración más palpable de esto, la llegada del PSOE al poder el año siguiente supuso el nombramiento como director de La Casa de Jose María Calviño, quien colocó a José Luis Balbín como jefe de informativos. El siguiente baile de nombres llevó a dirigir los telediarios a Asunción Valdés, Luis Mariñas —con Secundino González de ayudante y ocasional sustituto— y Pablo Sebastián en el Telediario 3 junto a Rosa María Artal que pasa a ser realizado por Jose María Fraguas, “Pirracas” —cómo os lo diría yo… Sí, el hermano— . Delante de la pantalla se barajan los puestos y aparecen un par de nuevas caras como Baltasar Magro o Manuel Campo Vidal. El mandato de Balbín —que llevaba desde 1973 en TVE al mando de un programa mítico del hablaremos más adelante— fue como de costumbre breve: en cosa de un año, a la primera bronca por el poco cambio respecto a los anteriores informativos, Balbín se va de regreso a su programa y entra Ángel Vázquez a darle un repaso a la plantilla que termina con cambios otra vez en todos los telediarios. Aún a Asunción Valdés le da tiempo de dimitir, pero a Sebastián y Rosa María Artal se los sacuden sin más. Campo Vidal pasa al telediario nocturno mientras por la mañana prueban primero con Pepe Navarro y después con Paco Montesdeoca. Pero no acabarían aquí los cambios porque al año siguiente, en 1984, Mariñas fue despedido. A Mariñas le seguirían Rosa María Mateo y Arozamena, todos defenestrados por la maquinaria de TVE, convertida en una trituradora a manos del poder que debería haber hecho saltar algunas señales de advertencia. Los intentos de independencia que la cadena había estado teniendo desde mediados de los años setenta molestaban ahora a los democráticos nuevos jefes y los nombres de directivos, directores, productores y presentadores iban saltando con rapidez como palomitas en sartén.
En 1985 sale Vázquez y entra en su lugar Enric Sopena, que trae con él a jóvenes profesionales: Ángeles Caso, Concha García Campoy y Carlos Herrera. Les agrupa con otros periodistas de plantilla y logra que Rosa María Mateo regrese, esta vez a la madrugada. A los fines de semana pasa Luis Carandell.
Por suerte lograron estar durante todo un año con casi los mismos presentadores; Caso y Herrera acabaron siendo sustituidos respectivamente por María Escario y Paco Lobatón, aunque las acusaciones y broncas seguían activas. La más curiosa fue la de sobreimpresionar las siglas del PSOE sobre los goles de Butragueño al emitir el resumen del partido España-Dinamarca del Mundial del 86.
La tranquilidad dura poco en RTVE: la llegada de Pilar Miró en 1987 trajo, una vez más, cambios en los equipos. Julio de Benito es nombrado director de informativos; sus cambios más importantes son la llegada al telediario de medio día de Luis de Benito —efectivamente, puso a su hermano— y la reformulación del telediario de los fines de semana en 48 horas, primero con Pedro Erquicia y luego con Andrés Aberasturi, ambos con María Escario.
Con el cambio de año cambia de nuevo el director y presentador de los telediarios de mediodía y noche, ejerciendo a la vez labores de presentador en este último. El repuesto era el joven valor radiofónico Pedro Piqueras.
Esperad un momento, ¿hay alguien que aún me siga? Porque el periodo socialista es un auténtico festival de idas, venidas, llegadas y patadas para fuera a profesionales. Me sorprende que Mayra Gómez-Kemp no acabara presentando un telediario o Chicho Ibáñez Serrador como jefe de informativos. Tranquilos, prometo que terminamos en un par de párrafos y os dejo reposar hasta la próxima semana.
Con Pedro Piqueras cambian las labores de las las copresentadoras. De entre lo que más se destaca es que María Escario y Elena Sánchez pasan a especializarse en deportes. Pero tampoco hace falta que os fijéis mucho, porque en 1989 Pilar Miró es licenciada sin honores y un nuevo director general llega al Ente, en esta ocasión le toca a Luis Solana —sí, el hermano. Pero, eh, ¿quién no ha sido director de un canal televisivo público mientras su hermano era Ministro de Educación y Ciencia de ese mismo país? Ya, bueno. Yo no pierdo la esperanza—. Entra Diego Carcedo como director de informativos.
La llegada de las privadas no afectó tanto a la pública como la bronca postelectoral del año 89. El pifostio lleva al PSOE a no renovar a Solana como pretendía sino a traer a un nuevo —¡OTRO!— jugador al tablero, Jordi García-Candau.
Y lo dejo por no poneros la cabeza como un bombo. Como irregularidad, seguiré la semana que viene hablando ya desde la presencia de las privadas. Y contando también con los otros programas informativos ajenos al Telediario que hemos tenido. Si por un casual todas estas intrigas palaciegas os hubieran dejado ganas de más os recomiendo la búsqueda de Las guerras del Pirulí de Ramón Tijeras (Debate, 2005) que con todas sus carencias es la mejor historia sobre RTVE desde el final del franquismo hasta su publicación que tenemos a mano.
Como decía la semana pasada, hoy toca hablar de la importancia, influencia e implicación de la televisión en y durante las elecciones USA. Y pese a todo lo que ha pasado estos días sigo teniendo intención de hacerlo. Dentro de un rato.
Hay dos asuntos importantes o interesantes que se han colocado en medio. En primer lugar la crisis en El País y su ERE. Hay muchas cosas que se podrían decir, sobre todo después del… infame comunicado en forma de Tribuna sin firma que sacaron ayer. Pero no es este el lugar ni el momento de sacarlo. En lugar de eso quiero fijarme en un aspecto que sí compete a este blog y es que despidieran a Miriam Lagoa, una de las principales responsables del blog sobre series Quinta temporada. En realidad hay más compañeros que podrán seguir adelante con el blog y, sinceramente, no es que me parezca una visita especialmente informada o recomendada. Pero entra dentro de lo que algunos comentan, y otros se maliciaban ya con la aparición del HuffPost entre lo que se escucha sobre la posibilidad de suprimir los blog de pago —que están pagando ellos, vamos— por blogs de… visibilidad. Y no me parece el camino. El que quiera escribir de gratis que lo haga, faltaría más. Pero si detrás hay un medio con pasta no entiendo la necesidad de hacer la competencia desleal no ya a uno mismo sino también a los propios periodistas del medio. Una vez más vuelvo al poema de Pushkin sobre escribir por placer y publicar por dinero. Sobre todo porque sin dinero de por medio no creo que el autor sienta la necesidad de ceñirse a las fuerzas y normas que traten de ponerle desde arriba. Sobre todo porque arriba tendrá a una empresa en busca de beneficios.
El otro es la BBC. Después de lo escrito la semana pasada esta les ha estallado otro especial informativo en la cara, en un caso sorprendentemente similar al que se llevó por delante a Milne cambiando neonazis por pederastas. Y, de nuevo, ha habido dimisiones, en este caso la de George Entwistle, el director general de la cadena, por los problemas con el nivel de sus informaciones de manera que el director del BBC Trust, Lord Chris Patten, ha salido a defender la necesidad de una BBC independiente y con un alto nivel de auto exigencia porque no pueden perder la confianza de su público. Esa forma de gestionar una crisis, no sólo las dimisiones sino también la completa comprensión de su propia situación. Si mal está que den información poco contrastada —que parece mentira— por lo menos demuestran que saben lo que tienen que hacer cuando se les pilla. Un consuelo menor, me temo.
Así que, mientras nuestra fe en la humanidad sigue siendo un terrón de azúcar en un frasco de vinagre, vamos a regresar a nuestro tema de interés: La televisión americana y las elecciones USA. Un asunto con distintas caras y puntos de vista que van más allá de los programas informativos en sí.
El primer punto sería el de los programas de entretenimiento que pasan a recibir más visitas de políticos. En 2008 la visita de Sarah Palin al SNL causó un auténtico terremoto no tanto dentro del programa como entre la audiencia y las redes sociales. Fue un asunto de sobra conocido por la enorme capacidad de la ex- SNLTina Fey de aprovechar el parecido con la candidata a la vicepresidencia. —Algo que acabaría apareciendo de manera finjamos que sutil en 30Rock— Este es el movimiento más conocido pero no el único. Dejarse caer por magazines y otros programas era algo habitual que Obama llevo al máximo, especialmente gracias al impulso que Oprah le ofreció. Estos cuatro años ha seguido apareciendo por la tele, aunque sea Michelle Obama la que más tiempo ha pasado en los platós con sus campañas contra la obesidad infantil. Sin embargo uno de los aspectos que más claridad ofrecían al respecto fue el famoso vídeo del 47%. en el que también explicaba que no tenía intención de ir a la tele, que no podía ir a Letterman porque era terreno enemigo y, además, le odiaba por haber ido más a Leno. Tampoco quería ir al SNL porque sospechaba que eso podría ridiculizarle —COF— y, desde luego, sabía que ir a The View era un peligro porque sólo había una conservadora y las otras cuatro tenían lenguas afiladas como navajas. El resultado de la indiscreción no se hizo esperar: En Letterman prometieron no ser muy duros con él con la misma ironía con la que el SNL se tomó el episodios, con The View la cosa fue peor. Primero las presentadoras actuales ( Barbara Walters, Joy Behar, Sherri Shepherd, Whoopi Goldberg y la conservadora Elisabeth Hasselbeck) comentaron el tema en su siguiente programa llegando a afirmar que parecía poco presidencial puesto que si un aspirante no era capaz de manejar a cuatro mujeres de lengua afilada menos aún iba a ser capaz de manejar un país. El hiriente comentario —propio de sus lenguas que, no sé si lo hemos comentado, son afiladas— surtió efecto en apariencia y Romney aseguró que pasaría por el programa. Al fin y al cabo los habitantes urbanitas y jóvenes estaban perdidos pero las mujeres aún le daban una oportunidad. Sin embargo en el último momento decidió no arriesgarse y mandar a su magnífica mujer, Anne, que como de costumbre demostró más tablas que él y supo soportar el chaparrón de preguntas e insinuaciones aunque quedara claro que su marido había decidido evitarlas. Este juego de entradas y salidas, de presencias y ausencias en la televisión, marca una de las maneras en que se relacionan los candidatos con la televisión.
La segunda, quizá más conocida, es mediante los debates . La finalidad de los mismos es poco conocida- Es decir, se supone que tratan de modificar la opinión de la gente pero acaban siendo tan envarados que sólo el segundo se apartó realmente del clásico Candidatos y Moderador. Ocurre una cosa curiosa con ellos, no están limitados a un canal. De hecho, la señal es casi pública motivo por el cuál suelen emitirlos todas las cadenas, incluidas las informativas de cable, del mismo modo que otras —digamos, la CW— pueden pasar del asunto. El culto al debate es algo típico estadounidense, aunque cada vez parezca más marcado por estrategias y límites que lo hacen aburrido. Incluso se preparan zingers que tanto nos entretendrán luegos — Digamos: “Es cierto que el Ejercito Norteamericano tiene menos barcos, pero también tiene menos caballos y bayonetas” — De todas maneras los debates suelen servir para que alguno de los candidatos la cague fuera de su zona de confort. En las Primarias Republicanas —Sí, también las Primarias de cada partido tienen sus debates televisados, aunque suelen serlo por cadenas más pequeñas o especializadas, tipo C-Span — Los Republicanos acabaron teniendo entre finales del año pasado y principios de este casi veinte debates al final de los cuales algunos de los candidatos como el Gobernador de Texas, Rick Perry, que la cagó no sólo pareciendo, ahm, intoxicado por algún alimento en mal estado — COF — sino, incluso, siendo incapaz de expresar sus argumentos con claridad:
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De manera que en los últimos debates era casi más una cuestión de quién había metido menos la pata que de quién funcionaba. Esto facilita, por supuesto, tomar al finalel punto medio y moderado, bien sea presentando un ficus de plástico o a Mitt Romney, si es que se puede distinguir a ambos. Excepto, claro, porque un ficus jamás hubiera pasado por este trago:
En cualquier caso, esta es la cara más visible de las elecciones de una manera clara y activa, aunque hay otra versión que suele ser la que se lleva más atención. Los anuncios publicitarios. Olvidad todo lo que sabéis de los anuncios, nacido de lo que hay por aquí, si nunca antes habéis visto lo de allí. Generalmente creados para atacar algo y con una virulencia que… Os pongo unos pocos:
¿Os ha quedado claro? Además de que China es ma-la, digo. Mensajes cortos, letras, subrayados, etc… La comunicación tiene que ser reducida, clara y directa. Además de invasiva. Poco tardan el resto de los programas en hartarse y aburrirse, allí no hay límites ni reglas de Espacios electorales que valgan.
Normalmente hay alguno que se pasa tanto de la ralla que tienen que quitarlo. Este año ha ocurrido cuando Romney tuvo la ocurrencia de decir que cerraría del todo el grifo a la PBS, la cadena pública estadounidense, si ganaba por muy fan que fuera de La Gallina Caponata ( Big Bird en el original) lo que llevó al equipo de Obama a hacer el siguiente anuncio:
Metidos en medio de la refriega y habitualmente acusado de izquierdistas por el Partido Republicano, la productora detrás de Barrio Sésamo, la siempre encantadora Jim Henson Company, pidió, por favor, que se retirara el anuncio por no haber dado ellos permiso. Su puesto, decía, tiene que ser lo más políticamente neutral que se pueda para educar a los niños de américa. COmo mucho Big Bird apareció en el SNL comentando la noticia.
Con asuntos como este parece obvio por qué el comentario político, sobre los temas tratados en debates o lanzados por la prensa, acaban llegando a todas partes. Lo que incluye la propia ficción televisiva.
De manera que pasamos al contagio, bien por ser un tema de actualidad, un tema sencillo o porque todo el mundo tiene sus creencias políticas, rara vez las series —especialmente las comedias— logran evitar el tema. En este año, por ejemplo, tenemos dos grandes ejemplos. Uno en la reflexión política de la irregular serie cocreada por Ryan MurphyThe New Normal, pero mejor aún en un doble capítulo de 30 Rock que repasaba desde distintos puntos de vista la política —tema habitual de la serie que, anteriormente ese mismo año, había hecho un paralelismo con la situación Palin— hasta que la situación terminaba en un debate representativo y satírico de los mayores respaldos de ambos partidos.
Todo lo cuál se va acercando poco a poco al momento en sí, a la noche electoral. Una noche en la que la televisión tiene un gran valor. Incalculable incluso. Porque una de las inesperadas fuentes de poder televisivo está la fiabilidad con la que declaran que los estados van para uno u otro candidato. Un tema especialmente delicado tras el fiasco en Florida en 2000. Ya sabéis.
Por ese motivo en las elecciones importantes las cadenas últimamente se han comportado con más cuidado para no meter la pata. Pueden declarar que los feudos van a sus partidos de cabecera con un 0% escrutado, arriesgándose pero no mucho. Pero cuanto menos claro esté —Digamos Carolina del Norte, Virginia o Pensilvania— más tiempo esperarán. Su fórmula según el total del recuento + las encuestas previas y las encuestas a pie de urna no les impide que en algún estado como estos se esperen a prácticamente el 99% escrutado antes de hablar. Tampoco impide escenas como esta, en la que se ve cómo le sienta a un asesor político —en este caso el en otros tiempos todopoderoso Karl Rove— que se declare a un estado controvertido para su rival con un 75% escrutado, como pasó la noche electoral con la cadena FOX y Ohio.
Esta fue una de las anécdotas de la noche, la más relevante a nivel político, porque quizá la más relevante como televisión lo protagonizó Diane Sawyer, la presentadora de las noticias de la noche de la cadena ABC, que tuvo algunos comportamientos peculiares durante la noche electoral.
Unos momentos muy propios de telecomedia, la verdad.
En resumen, las elecciones trastocan los planes y maneras de la televisión, y le añaden algo de sabor a las pantallas. Así que lo raro es que las televisiones no hayan intentado que sean cada menos de cuatro años. Quizá sólo porque no saben si sus espectadores lo podrían soportar.
A un día de las elecciones americanas, de las más ajustadas que se recuerdan —aunque yo supongo un triunfo de Obama por la mínima— lo más sencillo sería hacer un recuento de cómo han estado presentado las cosas en las cadenas, o seguir con la historia de la información televisiva estadounidense en la actualidad.
Pero, francamente, pese a los esfuerzos de la FOX por hacerlo relevante —con su inexplicable bronca contra Chris Christie, el gobernador republicano de Nueva Jersey que tuvo la ocurrencia de felicitar a Obama por su rapidez al actuar ante el Sandy y por lo bien que había organizado todo, o acusando a la NBC de que el concierto-maratón a favor de los afectados por el huracán era en realidad un acto electoral pro- Obama; por poner dos ejemplos— me parece que un repaso será más interesante incluyendo la noche electoral. Es decir, la semana que viene si no hay ninguna cosa más importante.
En lugar de eso conviene volver los ojos a Europa. Mi idea era, como de costumbre, hablar de los dos países que mejor conozco, Reino Unido y España. Generalmente intentaría meterlos en la misma columna, aunque hoy por hoy es difícil que un repaso a la información española televisiva no tenga un tono apocalíptico y desesperanzado. Así que tendrá que esperar un poco más para tener su propio turno.
Hablemos, por tanto —y me temo que también por encima— de cómo funciona la información televisiva en UK y cómo ha venido funcionando desde sus inicios.
La BBC era originalmente una empresa privada, formada por varias de las empresas punteras en telecomunicaciones de los años veinte, con la Marconi o General Electric entre ellas, y Correos. Las pérdidas y la insistencia de su primer director, John Reith, al gobierno sobre la necesidad de una gran empresa estatal y, a la vez, independiente del control del estado y las empresas mediante un impuesto directo que le permitiera financiarse — Si bien el gobierno estaría encargado de decir la cuantía de ese impuesto— logrando que se aprobara en 1927.
De manera que, como dijimos en su día , la televisión británica empezó con las pruebas desde los años veinte y ya en los treinta empezaba a funcionar con cierta soltura que paró de raíz la segunda guerra mundial, de modo que hasta los años cincuenta no se puede hablar en realidad de unas emisiones cercanas al modelo actual de funcionamiento televisivo.
Eso sí, en el momento en que se pusieron se dedicaron con esfuerzo a la información, casi más que al entretenimiento y casi tanto como a la educación. Mientras la televisión fue menos algo cotidiano y más excepcional el control sobre lo emitido facilitaba que la vocación de servicio público estuviera al máximo.
Ya en febrero de 1950 se emitieron los resultados de las elecciones —En las que Winston Churchill vencía a Neville Chamberlain y recuperaba el puesto de Primer Ministro— y para mayo se pudo retransmitir el primer boletín de noticias. Incluso llegaron a emitir la primera competición deportiva en exteriores cuando filmaron en primavera la clásica regata Oxford-Cambridge, el remo tiene ese tirón entre los británicos, ya saben.
El siguiente gran evento en exteriores fue la emisión de los funerales del Rey Jorge VI —Un día tengo que preguntar por qué le traducimos los nombres a los pobres monarcas extranjeros— que preparó para lo que estaba por venir el año siguiente. Porque aunque el reinado de Isabel II comenzó de inmediato su coronación no tendría lugar hasta el 2 de junio del año siguiente, 1953. Ese mismo año la televisión vería la creación de Panorama, un programa de reportajes documentales semanal que ha sido una de las cabeceras habituales de la BBC a lo largo de los años hasta el punto de que aún hoy sigue presentándose sin periodicidad fija. Su importancia, sin embargo, sigue siendo alta, ya sea para lograr una entrevista con una recién separada Diana de Gales o por sus investigaciones sobre la cienciología, la iglesia católica o el fútbol organizado.
Tanto da que el tema fuera aparentemente poco transitado o que siempre haya acusaciones de manipulación por uno de los bandos, cuando no por ambos. Bandos que incluyen, por supuesto, el propio Gobierno del Reino Unido que ha visto con horror diversos reportajes, por ejemplo cuando se exponían afirmaciones de robo de los fondos para la guerra en Iraq o la represión policial a los manifestantes. En resumen, un programa que a punto de cumplir 60 años y que aún demuestra su utilidad.
Pero volvamos a la mitad de 1953 porque para entonces la BBC ya había hecho sus pinitos retransmitiendo no ya desde la calle sino, incluso, desde Francia. Y ese mismo año aún tendrían tiempo… no ya de emitir la primera historia del ciclo Quatermass, también de emitir desde un barco. Así como competiciones de Fútbol, Rugby o Tenis.
Parecía estar ya todo suficientemente maduro, o al menos así lo entendían los conservadores, para abrir la puerta a la televisión privada. Un tema debatido en 1954, en parte tras la reunión de Ginebra de finales de Julio que sirvió para que las distintas cadenas televisivas europeas para… Bueno, ya sabéis:
Eurovisión. Creada con la intención de facilitar la cooperación entre las televisiones de Europa —por aquel entonces en su mayoría de control estatal— permitiéndoles intercambiarse programas y poner en común para emitir otros. No sólo el famoso festival, también otros como el concierto de año nuevo.
El lanzamiento de la ITV en 1955 significó también un cambio en la forma de relacionarse la BBC con el nuevo gobierno de Anthony Eden, también conservador pero llegado al cargo tras la renuncia de Churchill a volver a presentarse a las elecciones. Se buscaba una forma nueva e independiente de contar la actualidad, algo más que el anterior Television Newsreel con sus voces en off y algún ocasional busto parlante.
Un ejemplo de esta tensión entre periodistas y gobernantes se puede ver en la Crisis de Suez, tan dramatizada —lástima de trama de espionaje— en la serie The Hour que presentaba de manera bastante ficcionalizada lo que pudieron ser los primeros tiempos del programa Tonight, aunque su inicio es algo menos romántico. El principal motivo para crearlo fue que de seis a siete no se emitía nada en la televisión. No algo bueno sino, literalmente, nada. La seis marcaban el final de la programación apta para niños y la desconexión hasta las siete —rellenada con música, la radio era aún un monopolio estatal que duraría hasta los setenta— se suponía que servía para mandarlos a la cama hasta que empezara la programación adulta nocturna. De ahí que se conociera popularmente como Toddlers’ Truce.
Obviamente la llegada de la ITV cambió esto, una televisión privada no podía permitirse perder una hora entera de programación —no digamos ya de anuncios— sólo por las particulares ideas de la BBC. De manera que en febrero de 1957 eso se acabó. El resultado fue que la BBC tuvo que rellenar con algo ese espacio y la solución diaria fue Tonight, un espacio que durante una hora — COF — reunía información de varios tipos y modos, desde reportajes en profundidad y entrevistas incisivas hasta temas de lo que ahora se conoce como interés humano y piezas de divulgación científica o cultural.
Una de las recompensas del programa fue que para 1958 se decidió separar la redacción de televisión de radio de la televisión permitiéndoles así una mayor autonomía.
Para 1960 no sólo había ya una periodista femenina en pantalla, Nan Winton, además se abría un programa noticiario diario conocido como The Ten O’clock News y ya en 1962 se presentó una de las joyas informativas del siglo pasado, el programa satírico con base de noticiario That Was The Week That Was de David Frost a la que, sin embargo, no le dedicaremos hoy el tiempo que se merece.
Cuando un informe señaló la falta de calidad de la ITV se decidió permitir que la BBC tuviera un segundo canal y, por las mismas, en la nueva BBC 2 se abrió su propio programa de noticias: Newsroom.
Sin embargo la innovación llegó en 1965 cuando se decidió emitir a la hora de comer un noticiario: The World at One. Esto, junto con la creación de programas semanales de repaso de la actualidad —es decir, la respuesta seria a TW3— marcaron un punto de producción de noticias.
Y por fin en 1970 las noticias pasaron a ser las famosísimas Nine O’Clock News , en un movimiento que las adelantaba una hora debido a que la ITV había lanzado, tras años evitando meterse en el periodismo, hacía tres años ITV News at Ten que les estaba comiendo la audiencia.
Por si quedaba alguien sin atender en 1972 se lanzó Newsround, un programa pensado para acercar la actualidad a los niños entre 6 y 16 años explicando con más claridad los temas pero no por ello tomándolos por tonto ni evitando asuntos problemáticos. Ellos fueron los primeros medios ingleses en contar, por ejemplo, el intento de asesinato al Papa Juan Pablo II.
No sería hasta 1980 que tuvieran un programa de noticias matinal, de un estilo más relajado, más cercano a un magazine, creado con rapidez para adelantarse a la idea de la ITV de lanzar un canal que cubriera ese hueco. Pero la auténtica revolución llegó para la BBC en los años ’90. Y la culpa fue, una vez más, de Rupert Murdoch.
El magnate australiano había decidido emular los canales de noticias 24/7 americanas fijándose sobre todo en la CNN. El lanzamiento, englobado dentro de sus canales por satélite bajo la cabecera Sky, se llamaría Sky News y empezaría a emitir en 1989 —7 años antes que FOX News, por tanto— adelantándose así no sólo a la BBC, que no tendría su propio canal en marcha hasta 1997, sino también a EuroNews, el canal multilenguaje de noticias que la suma de varias cadenas europeas —de nuevo, fundamentalmente las públicas— lanzaron con relativo éxito en 1993. (Los discretos resultados son parte de la explicación de que en 2008 RTVE decidiera abandonar el grupo, pero, de nuevo, ya hablaremos de eso). Lamentablemente para poder manejar todo esto tuvieron que volver a unir los departamentos para que se realizaran piezas para radio, televisión —o televisiones— y, claro, internet. El aprovechamiento de los periodistas como si fueran mondas de patata lleva ya años, como veis.
En cualquier caso, esto serviría a la BBC para replantearse su forma de ofrecer noticias y separarse en dos, BBC News para las noticias de verdad, que iría preparando la salida de su propio canal de noticias 24 horas, que lo separaría de BBC Prime —luego Entertaiment— que se centraría en el entretenimiento.
Por cierto, cuando la ITV, ahora ITN pasó a las once sus noticias las de las nueve pasaron a las diez en la BBC y como quiera que las de la privada se estrellaran tanto en esa hora tardía como en su intento de volver a su horario original en ese espacio original, siguen aún ahí las de la BBC.
Dejo para el final uno de los puntos más sabrosos. La independiencia de la BBC y sus luchas recurrentes. Una vez clara su posición en los años ’50 parecía claro que la postura sería defendida con uñas y dientes. Efectivamente así ha sido, y como con Panorama todo el mundo se siente poco representado o injustamente tratado por sus noticias. Gobierno y Oposición, por ejemplo, y en caso de haber guerra los periódicos más nacionalistas así como aquellos que consideraban que se daba mucha cancha a los enemigos, ya fuera en la Guerra de las Malvinas o en la de Iraq. Por supuesto eso sirve también internacionalmente para acusarla de pro y anti americana o para asegurar que está a favor de cualquiera de las fuerzas en conflicto en casi cualquier cosa que cubran, especialmente cuando se refieren a algo como el conflicto palestino-israelí. De hecho, sus reporteros y emisiones han sido prohibidas en países tan distintos como la Sudáfrica del Apartheid, Birmania, Uzbekistan, China o Pakistan.
Aunque posiblemente las mayores luchas se produjeron durante la estancia en el poder de Margaret Thatcher. De entre las muchas broncas quizá la más fuerte fue la que se ocasionó durante la muy criticada guerra de las Malvinas que incluyó la permisividad absoluta con la que se permitió al año siguiente a una maestra, Diana Gould, preguntar una y otra vez, cada vez con más datos, sobre la orden de hundir a un barco argentino en el transcurso de una entrevista abierta en el programa Nationwide. Thatcher no podía creer que la presentadora, Sue Lawley, no hiciera nada. Más aún, una vez terminado el programa fue acusada de alentar a la maestra a seguir con sus preguntas y de haber conducido a Thatcher a una encerrona que no se esperaba. El programa, que llevaba en emisión desde el año ’70, acabó siendo retirado por las presiones del gobierno.
La realidad es que la BBC tiende a mirar desde arriba a sus primeros ministros, siendo hasta la aparición de La dama de hierro el progresista Harold Wilson el ocupante del cargo que más veces y con más fuerza había chocado contra la información pública. Hasta el punto de que se suele sugerir que es este continuo encontronazo lo que hizo que su sucesor, el conservador Ted Heath, según llegó al cargo en 1971 decidiera abrir las ondas radiofónicas a emisoras privadas para contrarrestar las posibles críticas de la BBC.
Cierto es que Thatcher había demostrado poca previsión al declarar en 1969 que estaba en contra de la financiación de la BBC y que consideraba que el pago anual de la licencia era una locura incluso aunque el canal no fuera políticamente sospechoso. Un ejemplo claro de cómo hacer amigos. Pese a lo cuál pensó que serían unos aliados fáciles cuando llegó al poder en 1979. Idea que le duró sólo unas semanas, hasta que Panorama emitió un reportaje sobre el IRA y sus bloqueos de carreteras que le pareció dejaban mal a su gobierno. Así que decidió ponerles en su lugar, algo que parecía fácil porque Michael Swann, el presidente de la corporación, había anunciado su deseo de retirarse.
Sus tejemanejes hicieron que el sucesor propuesto por Swann, Mark Bonham-Carter, fuera rechazado por ser excesivamente liberal. En su lugar se colocó a Lord Howard y como vicepresidente a William Rees Mogg, un bien conocido conservador y ex-editor de The Times.
Con éxito nulo. Antes de un año las noticias cubrían con normalidad las revueltas causadas por las políticas de recortes y privatizaciones mientras Thatcher clamaba que estaban alentando que otras ciudades repitieran los disturbios.
La forma impersonal en que cubrieron la Guerra de las Malvinas, como si fueran dos países desconocidos los que se enfrentaban, hizo que sus peores sospechas se confirmaran. Episodios como el de Nationwide no hicieron más que desbordar su odio. Los siguientes años la guerra se recrudecería y afectaría a toda la cadena, desde el Doctor Who a las miniseries. Todo parecía parte de una política de estrangulamiento y lucha greco-romana entre ambas partes.
Bajo el gobierno de los recortes la BBC no tenía casi dinero para comprar series o desarrollarlas, mucho menos ideas que se le permitieran usar, de manera que su audiencia languidecía. Obviamente esto fue utilizado por los tabloides de derechas, que adoraban a la Lideresa, para sugerir que si nadie veía esta televisión tan costosa la única solución lógica era eliminarla de los impuestos. Y quizá que buscara otras formas de financiación… Lo típico, vaya.
Tras mucha batalla en 1985 consiguieron un aumento en el impuesto —no sin el correspondiente cabreo de Thatcher que no entendía cómo el órgano de discusión con el gobierno no había propuesto con más fuerza convertir la BBC en una cadena comercial— y empezaron a emplear ese dinero extra en hacer programas que, aunque baratos, fueran también populares, o lo que es lo mismo, culebrones como Eastenders que elevaron la audiencia y el apoyo popular. Imagino que soy el único que la visualiza en su despacho comiendo sombreros.
Que sin duda se le atragantaban cuando veía documentales de Panorama como el que exponía la progresiva infiltración de fascistas del ala dura del Frente Nacional entre la base conservadora que, de rebote, estaba poco documentado y realizaba acusaciones sin mucho respaldo causando un escándalo que casi se lleva por delante el programa.
La siguiente fue una prohibición directa de uno de sus programas, un documental sobre el problema en Irlanda que incluía dos visiones contrapuestas, una de ellas del ex-terrorista convertido en político Martin McGuiness. La bronca se saldó con editoriales en apoyo de la BBC en los periódicos y una huelga de un día de la cadena.
Pese a lo cuál no dejó de conceder entrevistas —comprobando antes que no pudieran tener truco, desde luego no en directo— e, incluso, en manifestar su preferencia por la comedia Sí, Ministro.
Hacia el final de su mandato Thatcher aún tuvo una refriega más. Primero tratando de meter en vereda al comité de control de la cadena, aprovechando para ello una serie de reportajes sobre el MI5 que llevó al gobierno a mostrarse paranoico hasta el extremo de mandar a la policía a registrar la cadena y a dimitir al director de la cadena, uno de los periodistas más odiados por ella, Alistair Milne. Una práctica que logró el efecto contrario al demostrar lo abierta que la lucha entre el gobierno y la cadena estatal era.
Sin embargo la salida de Milne sirvió para domar un poco esos últimos años. Menos reportaje problemáticos, menos crítica social y más tranquilidad para el gobierno. Sin embargo los intentos de convertirla en una emisora comercial fallaron de nuevo en 1989. Una vez más se renovó el pago de impuesto para mantenerla aunque se llevaran por delante el Acta de Emisión que garantizaba la presencia de la BBC y la ITV abriendo las ondas televisivas a más competencia. Algo que acabaría siendo peor para la segunda al tener que repartir la tarta, aunque a los conservadores no les vino nada mal para permitir entrar a su aliado de los tabloides, Rupert Murdoch, en el negocio televisivo terrestre.
—Algo que, por otro lado, puede que se debiera a uno de los escasos escarceos entre el gobierno y la ITV por un documental sobre la caza de terroristas del IRA en Gibraltar que les hizo temer que tras lograr meter en cintura a una cadena tendrían que lidiar ahora con la otra—
En cualquier caso, Margaret Thatcher decidió renunciar a todo en 1990 haciendo que la BBC tuviera un respiro y volviera poco a poco a ser lo que fue. Al menos hasta que el asesor de comunicación de Tony Blair, Alastair Campbell, le convenciera de presionar a la cadena a cuenta de las informaciones contrariar a la guerra de Iraq. Una nueva lucha con un gobierno de signo contrario que sirvió para que muchos vieran que, efectivamente, la cadena pública no se casaba con nadie.
Y es que si algo tiene convencidos a los británicos es la necesidad de que la BBC mantenga su independencia. Les cueste lo que les cueste. En estos momentos, £145.50 anuales para las televisiones en color.
Hoy tocaba hacer un Pilotos Deathmatch pero la situación estadounidense este año es, cuanto menos, peculiar. El octubre pasado se emitieron 23 series nuevas mientras que este año apenas pasamos de la decena. Y todo gracias a los americanos, que están pasando por una fase rarísima.
Tranquilos, habrá Pilotos Deathmatch, a finales de Noviembre —mientras tanto podéis ir dándole un tiento a Arrow y si os sentís algo ñoños a Me and Mrs. Jones, de nada— pero parece interesante echar un ojo a lo que les pasa a los americanos.
¿Cómo es posible un número tan bajo de estrenos? Pues por un nuevo paso en los asuntos de la crisis. En primer lugar a las cadenas de cable les va bien. El éxito de Los muertos vivientes es tan extraordinario que se está debatiendo si han encontrado una manera de amañar el sistema de audiencias. Además, series como Homeland o Sons of Anarchy están arrasando en espectadores.
Por contra, las series de las generalistas funcionan como siempre. Unas más, otras menos… Y, sin embargo, desde el septiembre pasado se han cancelado sólo… dos. La primera, Made in Jersey, tardó tanto tiempo en ser cancelada que las webs especializadas americanas empezaban a pensar que este año estaban compitiendo por ver quién era la última en cancelar una serie. De hecho, los espantosos datos de The Mob Doctor y que se emitiera en FOX hacía pensar en una cancelación rápida ya tras el primer capítulo. Eso no sólo no ha ocurrido sino que, en realidad, la serie —cuyos datos, encima, han empeorado— aún no está cancelada y el canal ha asegurado que no piensa retirarla, al menos antes de que se terminen de emitir los 13 episodios comprometidos.
Más aún, varias series con números discretos han visto encargadas ya temporadas completas pese a todo. Parece que las cadenas han decidido que más les vale apostar por lo que ya tienen aunque lo que tienen esté muy lejos de funcionar. Hasta el punto de que la otra novedad cancelada, Animal Practice, no lo ha sido tanto por ser una de esas novedades de la NBC como porque a sus espantosos datos les acompañó una noche en la que acabó quinta. Sí. Arrow, de la CW, quedó por delante —en el tercer puesto— y eso hizo que, finalmente, decidieran deshacerse de ella.
Aún así la NBC había encargado nada menos que 12 series nuevas, a las que de alguna manera tendría que darles salida. Su idea ha sido cancelar series antes de estrenarlas. Do no harm —una revisión de Jekyll y Hyde en la actualidad—, Mockingbird Lane pasó a ser un especial de Halloween con posibilidades de pasar a serie, mientras que Next calling directamente ha sido eliminada.
Parece que el dinero ha sido gastado ya y nadie tiene muy claro cómo se mueven las series, ni tiene muchas ganas de competir, así que mientras tanto, la situación en series estadounidenses se ha convertido en un auténtico aburrimiento a base de alargar series establecidas, repetir fórmulas conocidas y remakear otras ya existentes…
En cualquier caso es de esperar que Noviembre nos traiga alguna alegría. O alguna sorpresa. Aunque, francamente, lo que más espero es que las audiencias de The Walking Dead se acaben explicando de alguna manera. Sea como sea, dentro de un mes nos encontraremos de nuevo y espero que pueda contar que ha aparecido algo interesante.
Ayer murió George McGovern. Uno de los políticos más de izquierdas del Partido Demócrata, que trató de modernizar los postulados del mismo y que en 1972 fue candidato a la presidencia, perdiendo de manera abrumadora contra Richard Nixon.
Ya durante la convención del 68 se había presentado para sustituir al presidente Johnson quedando detrás no ya del vicepresidente Hubert Humphrey sino, incluso, del poeta y político Eugene McCarthy, con quien formó el frente antiguerra que tanto daño hizo a las aspiraciones demócratas, no digamos ya en los enfrentamientos con los manifestantes en el exterior.
Cubriendo la convención para Walter Cronkite, junto a algunos de los Murrow’s Boys que aún quedaban en la CBS, se encontraba uno de los últimos nombres propios del periodismo televisivo americano en la época de las Tres Grandes: Dan Rather.
Dan Rather tuvo que abrirse paso por pequeños puestos en las radios y periódicos hasta lograr en 1961 llegar a la televisión, a la CBS, en donde tuvo la oportunidad de probar su ingenio narrando huracanes. A finales del 62 era el encargado del suroeste para la cadena y, como tal, se encargó de cubrir la visita presidencial de noviembre del 63.
Es decir, El Asesinato de Kennedy. Dan Rather fue el primer periodista en comunicarlo y esto sirvió para acabar de darlo a conocer a toda América. De ahí a ocupar el puesto como periodista para la Casa Blanca, después Londres, luego Vietnam, y, de nuevo en 1967, de regreso a América para ocuparse otra vez de la Casa Blanca, primero en las elecciones a las órdenes de Cronkite y luego siguiendo los pasos de Nixon tanto en su visita a China como en el asunto Watergate. Y aquí hubo un nuevo momento de importancia.
En 1968 Don Hewitt tuvo una idea revolucionaria. El que fuera primer director y coproductor del See It Now de Murrow, productor del primer debate presidencial en televisión, entre Kennedy y Nixon y colaborador habitual de Cronkite en las noticias y en especiales como el del asesinato de Kennedy, se había dado cuenta de que había un hueco para un espacio de noticias en profundidad. ¿Qué mejor que un formato que permitiera realizar reportajes exclusivos y en profundidad, en el que se pudiera ahondar en diferentes cuestiones importantes?
Así nació 60 Minutos, el único programa regular de noticias que ha logrado aparecer entre los más vistos del año en la televisión estadounidense, responsable de modelar una forma de entender el periodismo y de destapar grandes casos como el de los conocimientos de la industria tabacalera de las enfermedades relacionadas con su consumo.
El programa comenzó como un noticiero quincenal entre semana antes del Late night, una manera de generar prestigio para el canal y sus noticias, buscando un formato interesante e introduciendo ideas como la famosísima Punto/Contrapunto, en la que dos periodistas de dos opiniones contrapuestas debatían un asunto de actualidad. Sección imitadísima y parodiada hasta la saciedad —recordemos el SNL: – Jane, you ignorant slut! – Dan, you pompous ass! —
En 1971 la FCC decidió que las cadenas estaban ejerciendo una asfixia monopolística que debía ser evitada, para lo cuál debían dejar libre media hora de lunes a sábados y una hora completa los domingos en los que las afiliadas produjeran su propia programación. Ya, bueno, esa es la manera suya de funcionar.
Eso creó un problema para encajar un espacio como éste teniendo en cuenta que tenían, además, los derechos para emitir los programas de Football Americano. Fue una auténtica pesadilla para cadena y programa, de manera que cuando en 1975 les devolvieron esa hora, 60 Minutos decidió que tenía que reforzarse para la nueva temporada. Entre otras decisiones estuvo la de nombrar a Dan Rather como uno de los corresponsales fijos, logrando que el programa se convirtiera en un éxito aún mayor y colocándole como sucesor en las CBS News, en donde permanecería hasta que se produjo un escándalo sobre el servicio militar y la no participación en Vietnam de Bush hijo, con unos documentos que se demostraron no falsos pero sí de autenticidad no demostrable. Todo el asunto fue un claro ejemplo de cómo habían cambiado los tiempos en el periodismo y de qué manera el reinado de las noticias contrastadas y la información pura, de Murrow, Brinkley, Huntley o Cronkite, había acabado, igual que al año siguiente dimitiría Rather, aunque siga dando charlas y escribiendo columnas.
Pero, ¿qué fue eso que había pasado? Pues, de entrada, la llegada de la competencia.
A mediados de los años setenta las primeras emisiones por cable o por satélite se iban haciendo más habituales, empezaban a surgir canales, muchos de ellos temáticos, y ahí regresa un conocido de estas columnas: Reese Schonfeld.
En 1979 formaba parte del grupo de periodistas a los que Ted Turner recurrió para consultar su idea de realizar una cadena de noticias 24h, de ahí a formar parte de los 25 que junto a Turner fundaron el canal, del que fue su primer director. Duraría en ese puesto hasta 1982, cuando Turner decide ocuparse él mismo del canal, dejando libre a Schonfeld para dedicarse a otros asuntos como, por ejemplo, lanzar un canal centrado en programas de cocina.
Con Turner al mando se empezaría a buscar un acercamiento a a los programas televisivos más generalistas, a un entretenimiento que atrajera a espectadores para cuando se dieran las noticias; de ahí la aparición de programas como Crossfire, en el que dos periodistas o políticos de opiniones contrapuestas debatían temas de actualidad. Sí, claro que os suena de algo. Y eso que no sabéis que hay una versión del mismo año 82 pero con mucha más gente gritándose: The McLaughlin Group; claro que ésta se emite por sindicación, no en una cadena.
Aunque sin duda el otro gran nombre que saldría de aquí es el de Larry King. Veterano periodista, habitual de la radio y experto en entrevistas que cada noche se dedicaba a la mezcla de radio y televisión, entrevistando a la gente más importante del momento y dando paso a los espectadores. Desde su inicio en 1985 se convirtió en uno de los programas punteros de la cadena y pronto sería el de más audiencia de todos los periodísticos emitidos en televisión, al menos hasta 2001.
Porque si con la CNN empezó un cierto movimiento hacia la información mezclada con entretenimiento y la Primera Guerra del Golfo acabó de consolidarla como un canal de referencia, también puso el periodismo, especialmente el de noticias continuas, como ejemplo de algo a lo que se podía sacar dinero.
Y como siempre que hay dinero de por medio llegan los competidores como la NBC y los tiburones como Rupert Murdoch.
Lo fácil sería empezar a hablar ahora de FOX News, despotricar un rato y rematar con algún chiste sobre famosos. Pero, ¿cuándo hemos elegido aquí lo más fácil?
Así que hablemos de la FNN. Decididos a crear un canal de noticias centradas en la parte financiera por parte de Rodney Buchser y Glenn Taylor, la idea era anterior al nacimiento de la CNN pero el desarrollo de ésta demostró que podía haber dinero en las noticias. Especialmente en las de índole económica.
Irónicamente no sólo no lo lograron hacer sino que, para cuando llevaban una década , tuvieron además problemas como para salir en sus propias noticias: Un escándalo financiero que incluía contabilidad creativa hasta el punto de acabar echando a directivos y cambiando de empresa de contabilidad. Unas risas. En cualquier caso, acabaron vendiéndose al mejor postor. Casi literalmente. Es decir:
En 1989 la NBC decidió que ellos querían también un canal de noticias. Es lo que tiene estar en racha. Y eso que Brandon Tartikoff estaba preparando su marcha del canal. De modo que pillaron uno de sus canales, el SPN, y lo reconvirtieron en el CNBC, el canal especializado en finanzas de la NBC, que —sorprendentemente— resultó ser un éxito. Al menos de la manera moderada en la que la NBC pone el listón del éxito.
De modo que en 1996 decidieron sacar un nuevo canal de noticias 24 horas coparticipado por Microsoft, el MSNBC. —Aprovecho para decir que el pacto con Microsoft duró hasta julio de 2012, teóricamente desde esa fecha es NBCNews pero, ¿quién va a hacerle caso a la NBC? —que acabaría teniendo un exito razonable — para la NBC— aunque lo más cercano a un periodista conocido que tienen es Rachel Maddow, quien tuvo varias apariciones con éxito sustituyendo a Keith Olbermann; lesbiana y abiertamente liberal que demuestra siempre que se pueden exponer con inteligencia y elocuencia los puntos de vista sin caer en la provocación o la agresividad propia de…
Vale, venga, hablemos de FOX News. En 1996 el magnate de los medios, el australiano Rupert Murdoch, decidió seguir el camino que había abierto cuando en 1985 puso en marcha la FOX. Si en aquel momento quiso lanzar una apuesta por la juventud ahora lo hacía por la audiencia, tratando de atraerles con casi cualquier truco tonto que se les pudiera ocurrir. Incluido el uso de colores brillantes, la polarización y el tratamiento de todas las noticias como si el apocalipsis estuviera a la vuelta. Si agitaran llaves ante las cámaras podríamos decir que tratan a los espectadores como a bebés.
Eso sí, lo han hecho con enorme éxito. Para 2001 El Factor O’Reilly era el programa de noticias más visto de la televisión americana, para 2011 los DIEZ programas más vistos eran todos de FOX. No sólo Bill O’Reilly; también harían programas de éxito Sean Hannity o Greta Van Susteren, y durante más tiempo del que podríamos considerar lógico también fue el hogar de Glenn Beck.
En general el espíritu de todos estos programas es mucho movimiento, muchas declaraciones impactantes y un barniz de equidistancia, en la cadena que tiene entre sus colaboradores habituales al varias veces candidato a candidato republicano Mike Huckabee. Pero todo ese ruido, todas esas declaraciones que hacen necesario que usen comprobadores de datos, se han demostrado no sólo como un importante generador de audiencia y publicidad y, más aún, en un servicio que marca tendencias, cambia direcciones y es capaz de influenciar ya no a su público sino, incluso, a al aforma de hacer periodismo.
—No es de extrañar que cuando Beck fue invitado a abandonar, la cadena intentara crear una nueva versión con TheBlaze. Y ha tenido casi tanto éxito como la creación de esRadio—
No es que no surgieran más canales de noticias 24h… sin ir más lejos los texanos cuentan con dos, la TXCN y la YNN, pero sí que el giro que toman estos programas para atraer espectadores deja de ser el de la información veraz y la credibilidad y pasa a ser el sensacionalismo y, peor aún, decirle a la gente lo que quiere oír.
Frente al momento en que Estados Unidos sólo podía elegir una de entre tres maneras de conocer una noticia, ha pasado a haber múltiples canales, varios de ellos con servicios de noticias y, además, los grandes servicios de noticias durante todo el día por cable. Incluso si no estuviéramos en un mundo que permite comprobar noticias en tiempo real gracias a internet y las diferentes redes sociales, y da todas las oportunidades posibles para comprobar su veracidad o, cuando menos, la posibilidad de que la fuente sepa de lo que habla, la gente ha demostrado que lo que prefiere no es lo que es mejor para ellos sino lo que más les gusta. Los liberales verán MSNBC y los conservadores FOX; si un programa deja de decir lo que les gusta simplemente lo quitan, lo que lleva a otro de los grandes problemas del periodismo moderno: La gente deja de ver las noticias para informarse, en su lugar lo hace para reafirmarse. Que la FOX use como eslogan Fair & Balanced no es el mayor sarcasmo del mundo de la comunicación de masas porque ahí está la salida a bolsa de Facebook. Y da igual las veces que se señalen errores y mentiras, siempre serán los otros, la prensa liberal, los que se obstinan en negar la verdad. Ante semejante panorama de poco sirve el concepto de credibilidad, las noticias pasan a ser capaces de decir lo que quieran con total impunidad. Y si esto parece exagerado, pregúntense dónde nació el presidente Obama.
Ante tal disparate, tanta locura, y aún existiendo la necesidad de informarse de la gente lo lógico era era que buscaran algún medio informativo para lograrlo… Pero de eso hablaremos en varias semanas, cuando volvamos para horrorizarnos de que la única forma de hablar de la actualidad en serio sea hacerlo en broma.
Cuanto más lo pienso menos sentido le veo a esta columna que voy a escribir hoy. Es decir, sí, cierto, el asunto está más que justificado por lo lamentable y escandaloso que… Espera, he empezado por donde no debía. Mejor retroceder un poco.
Aprovechando el Festival de San Sebastián —aunque lleva sellos también de la Generalitat de Catalunya y la de Valencia así como de las filmotecas de sus respectivas comunidades— se ha publicado el volumen Very Funny Things, una obra que reúne artículos sobre eso que se ha dado en llamar Nueva Comedia Americana. El resultado es… siendo amables podemos decir que pasable.
Empecemos señalando algo propio al libro en sí que no pudo más que llamarme la atención. Y no me refiero a los bailes al decidir cómo citar las películas y series porque a eso ya he acabado acostumbrándome a base de libros descoordinados. Hablo de la inexplicable ausencia de mención a los textos españoles que han tratado del tema. Nada sobre Miradas de Cine, pese a ser los que prácticamente acuñaron el término de Nueva Comedia Americana, y tampoco nada sobre Una risa nueva, el libro de ensayos y guarnición que capitaneó Jordi Costa y del que ya hablamos aquí en su día. Me sorprende, sobre todo, porque no entiendo si lo hacen por desconocimiento o maldad. Si es por desconocimiento, me parece triste por lo que demuestra de carencia de lecturas; si es por maldad, me parece considerar muy tontos a los lectores, sobre todo contando con el propio Costa entre los firmantes. Una situación más que extraña que, sin embargo, se puede tratar de manera independiente a la calidad de los textos incluidos.
Hay textos excelentes, sí, pero son los menos. De los catorce sólo son realmente buenos, más allá de temas discutibles, el de Mutantes y mediáticos. La fisicidad del cómico en la Nueva Comedia Americana de Manu Yáñez Murillo y Girls just wanna have fun?. Mujeres en la Nueva Comedia Americana de Maria Adell. Del resto hay artículos interesantes pero con relación tangencial con la Nueva Comedia Americana —que casi mejor llamamos NCA para abreviar—, como pueden ser los de Jordi Costa y Quim Casas, artículos cumplidores como los de Carlos Losilla, Desireé de Fez, Borja Crespo o el artículo sobre el SNL de Manu Yáñez Murillo, segundo en el volumen y menos brillante, más rápido y superficial que el otro, y cinco artículos que van de lo flojo, como el de Jacky Goldberg, a lo que no sólo está alejado de la NCA como el de Adrian Martin, que merece sin embargo un segundo puesto en el concurso de namedropping por detrás sólo de las Páginas Blancas, el inexplicablemente desinformado o solipsista texto sobre política y comedia de Robert Koehler y los tres grandes desastres del libro.
El artículo que se autoadjudica la coordinadora, Violeta Kovacsics, está aún más disperso que mis columnas reflexivas y —tal y como hacía temer la introducción— da la sensación de que o pasa de lo que no le conviene para sus teorías o ha decidido centrarse de manera casi obsesiva en lo que a ella le interesa. Eso sin contar con la extraña sensación que produce leer un párrafo como este:
Justin Timberlake resumió perfectamente la estructura cerrada del Saturday Night Live (SNL) en uno de los sketches del programa. Sentado en la mesa del falso noticiero, junto a Seth Meyers, el actor y cantante deja claro que no tiene la más mínima intención de hacer algo en el programa, que, total, todos sabemos qué va a pasar. Se desquita condensando el programa en un par de minutos de ágil verborrea —digna del David Fincher de La red social (The Social Network, 2010)—. [Lamento interrumpir el párrafo, pero es que no puedo evitar pensar que se refería al guionista de la película, Aaron Sorkin, y no al director] Cold Open, créditos, Kristen Wiig (e imita la pose femenina de la actriz), el chico negro (mofándose del hecho, políticamente correcto, de que siempre tenga que haber un negro en el show), sketch, número musical, weekend update, el numerito de Andy Samberg (compañero de Timberlake en muchos gags), más música (se sube sobre la mesa, baila y entona una estrofa de una de sus canciones), etc. Timberlake riza el rizo del programa de humor: convierte la propia estructura del show en el núcleo del chiste. En el fondo, la estructura cerrada del SNL evoca también lo serial. Y si hay algo que en los últimos tiempos ha puesto en duda la cuestión de la autoría es el auge (o el apogeo) de la serialidad.
No volveré sobre Sorkin ni trataré de explicar que sin un negro en el show interpretar a Will Smith o incluso Obama podría ser un tema más peliaguado del que ya fue con Armisen, el problema está en que recuerdo a la perfección la aparición de Timberlake a la que se refiere —es imposible no recordar las apariciones de Timberlake en el SNL porque es un auténtico fuera de serie— y mucho me temo que o no se acordaba de cómo ocurrió o decidió una vez más que no le servía a su propósito. Pero, como decía, vivimos en los tiempos de internet así que aquí está:
Y, en caso de que no podáis reproducirlo, me he tomado la libertad de traducir de esta web de transcripción de guiones del SNLel texto original de la intervención:
Seth Meyers: Ahora con un mensaje especial para Weekend Update, Justin Timberlake.
Justin Timberlake: Gracias, gracias (…) Chicos, probablemente os estéis preguntando qué estoy haciendo aquí estea noche. Sí. Bien, la cosa es, dije que haría el programa de Acción de Gracias la semana que viene, y por desgracia, he tenido que cancelarlo. Y me siento mal porque ya lo había preparado todo en mi mente. Así que… ¿te importa que lo haga ahora?
SM: No, desde luego. Quiero decir… Nos encantaría.
JT: ¿Sí? Okey. Muy bien. Empezamos con un primer plano del escudo presidencial, algo político en lo que no estoy. Y [Imita a Don Pardo] “Live from New York, it’s Saturday Night! Con Fred Armisen, Will Forte, el chico guapo, el chico negro, Kristin Wiig. Y presentando al tío nuevo y a las nuevas chicas. Y vuestro presentador e invitado musical, Justin Timberlake. “Oh, gracias, gracias” Aplausos, aplausos, aplausos. Trato de empezar a hablar, más aplausos. “En serio, gente, sentaos.” Más aplausos. “¡Vale, ya!. Hey, Acción de Gracias es el jueves. Bla, bla, bla.” “¡Tengo preparados chistes de parte trasera del pavo! ¡Lo que sobre lo tomaré como aperitivo!” Andy y Bill como bailarines al fondo, porque no van a hacer nada más. Ja, ja, ja. “No os mováis. Tendremos un gran programa. Volvemos ahora mismo.” Alguna parodia de un anuncio en el que no estoy, entonces… “De vuelta a Ciudad Pavo.” Auncios, y [Imitando el personaje de Bill Hader] “Buenas tardes y bienvenidos de nuevo al “Especial de Acción de Gracias con Vincent Price” conmigo y otros tres muertos.” Yo interpretaré, por supuesto, a James Dean. Y pasamos al Digital Short. [Al estilo de Dick in a box] Primer paso: “Haz un agujero al pavo”. Segundo paso:… Mala idea. No deberíamos hacer eso. Y canción. “Ladies and gentlemen, ¡YO!.” [Cantando] “Ain’t another woman that can take your spot my love.” “So don’t give away my love, so don’t give away.” Las chicas se vuelven locas, yo hago algunos pasos de bailes molones y fuera. La audiencia va a por un bocado. Anuncios. Y es Weekend Uupdate No estoy en este, estoy tomándome un respiro, mensajeando con Jessica. Chiste, chiste, chiste. Kenan travestido. Tengo un momento instrospectivo. Tío, este programa es realmente en vivo. Quiero decir, está pasando ahora. Chiste, chiste, chiste, Nicholas Fehn. [Imita al personaje de Fred Armisen] “Okay, lo que quiero decir es… okay… ¿cuánta gente…?” Chiste, chiste, chiste y Target Lady [Imita al personaje de Kristen Wiig] “Voy a poner la vela en mi baño de invitados, para que mis invitados se sientan como cagando en un monasterio”. Pasamos a “Talkin’ it up on the Barry Gibb Talk Show…” [Imita el falsete de los Bee Gees] No! No, lo haré. Segunda canción. Sentado tras el piano, me pongo un gorro pequeño y “Sing the song be intense and you look at the… camera.” Pasamos al último sketch. Es “Mi imitación de Michael Macdonald…” Guao, qué gran programa. Quiero agradecer a Jimmy Fallon y al Senador Chris Dodd por pasarse por aquí. ¿Qué decís? ¿Que queréis una canción más? No, no podría… Bueno… ¡Voy a hacerlo!
[Se sube a la mesa y comienza a cantar] “I’m bringing sexy back
Them other boys don’t know how to act
I think you’re special what’s behind your back
So turn around and I’ll pick up the slack.
Seth, take it to the bridge!”
SM: Para “Weekend Update,” ¡soy Seth Meyers!
JT: Yo soy Justin Timberlake. ¡Buenas noches!
El sketch, magnífico —si algo ha demostrado el SNL es el enorme potencial cómico de Timberlake— sin duda, no apunta sin embargo en la dirección que Kovacsics sugiere. Timberlake hace un acto de repaso, no de crítica. Similar al que se podría encontrar en, por ejemplo, al repaso de toda la obra que hacen en Betrayed hacia el final de Los Productores. De hecho, varios de los sketches y personajes que mencionan aparecerían efectivamente en la siguiente aparición de Justin Timberlake como presentador en el programa —esa misma temporada en el penúltimo programa— y le valdrían ganar un Emmy a invitado en un programa cómico. En fin.
Peor aún es el intento de imitar uno de los para mí más incomprensibles éxitos del libro Una risa nueva. Si ahí los Vengamonjas convierten lo que debería haber sido un ensayo sobre el SNL en un monólogo interno de Bill Murray en la ceremonia en que fue candidato al Oscar, aquí Fernando de Felipe demuestra que Eso lo puede hacer cualquiera no era cierto con una bochornosa falsa entrevista a Leslie Nielsen cuya finalidad real, contacto con el NCA o motivo por el que fue incluido en este volumen, no podemos más que especular.
Pero nada de esto nos prepara para el motivo de que lleve ya un rato escribiendo sobre este libro. Me refiero a La transfiguración cómica. Ficción cómica televisiva en Estados Unidos de Joan Pons, un texto que no es ya de un nivel bajo o unas conclusiones peregrinas sino, directamente, plagado de datos erróneos. Y así hemos llegado al principio de la columna de nuevo.
¿Qué sentido tiene que escriba esto? Es decir, es poco probable que nadie se cruce este libro de manera natural, mucho menos que se le ocurra buscar información en el apartado de sitcom, entonces ¿para qué removerlo?, ¿qué necesidad hay de darle relevancia?
Pues supongo que será porque estoy cansado de leer textos de gente que cree que la televisión empezó a crear series cuando ellos empezaron a encenderla, que considera que lo único que existe es lo que vieron de pequeños y que el equivalente a investigar es tratar de verse más series recientes y no profundizar y relacionarl las de ahora con las de antes. Porque hubo un antes, lo juro.
El problema es que las doce páginas que ocupan dan motivos más que de sobra para un par de columnas dedicadas y en realidad no tenemos tanto espacio en internet así que voy a intentar centrarme en los problemas más graves y tratar de dejar la posibilidad de, por ejemplo, discutir por qué nadie pondría la frase “Si deja de hacer reír, deja de ser comedia” en un libro sobre NCA. Y empezamos por una de las primeras y más clamorosas metidas de pata.
“La sitcom clásica, la heredera de I Love Lucy (Jess Oppenheimer, Madelyn Davis y Bob Carroll Jr., 1951-1957), The Honeymooners (Frank Satenstein, 1957-1971), Días felices (Happy Days;Ron Howard, Henry Winkler y Marion Ross, 1974-1984) o Enredo (Soap, Susan Harris, 1977-1981), la de 25 minutos con un par o tres de sets en plató, trama principal y trama secundaria autoconclusivas y chistes blancos, (…)”
Hay más problemas aún siguiendo el párrafo pero vamos a centrarnos en esto. Vamos a aceptar los créditos de creador de la Wikipedia de I Love Lucy, pero The Honeymooners me temo que no duró de 1957 a 1971… Duró 39 episodios. De Octubre de 1955 a Septiembre de 1956. Le podemos meter más años si aceptamos que realmente empezó en 1951, cuando eran aún sólo sketches para Cavalcade of Stars en DuMont —¿ veis cómo nadie recuerda nunca a DuMont? —y no una serie con entidad propia, algo así como discutir si Los Simpson empiezan en el Show de Tracey Ullman o en su propia serie. Pero, venga, admitimos que llega cuando pasan a la CBS y tras comprobar que eran los segmentos más interesantes de The Jackie Gleason Show deciden convertirlo en una serie pero Gleason decide que, pese a haberse comprometido a hacer más episodios, no puede mantener el nivel, así que sólo se ruedan y emiten esos famosos 39; luego volverá a tener programa propio y dentro de él, de cuando en cuando, aparecerán algunos segmentos de The Honeymooners. No sólo eso, también decidieron hacer varios especiales a lo largo de los años. En 1970 era cancelado el programa de Gleason y tras ello sólo se hicieron cuatro especiales más, el último de los cuales fue emitido en… 1978. ¿De donde sale la mágica cifra de 1971? Lo único que se me ocurre es que cuando ha mirado en la Wikipedia haya visto “Distribuido por: CBS Films (1957?1971)” sin pararse a mirar que se refiera a la empresa que se dedicó a gestionar los derechos para emisión de esos 39 originales, los perdidos, los remontados y todos esos especiales.
En el caso de Happy Days, o Días felices, las fechas están bien pero… ¿qué son esos nombres? Ron Howard, Henry Winkler y Marion Ross… Ninguno de ellos se parece al del creador, Garry Marshall… Ron Howard ahora es director y productor pero por entonces no era más que un chaval que había dejado de ser un niño en The Andy Griffith Show para protagonizar… esta serie. Vale, pronto se vió eclipsado y se largó dejando el centro de la serie a Arthur Fonzie / The Fonz Fonzarelli, el célebre personaje interpretado por.. ah, sí, Henry Winkler. Venga, que seguro que ya lo sabéis todos: ¿Quién era Marion Ross? No, no era la novia de nadie. Era la MADRE de la familia protagonista. En serio, ¿esto de los nombres cómo ha sido?.
Pero quizá el más grave de todos los casos sea el de Enredo porque, en fin… ¿chistes blancos? ¿En serio? Una serie que ANTES del estreno ya había conseguido plataformas en contra, que durante su emisión vivió todo tipo de episodios de boicot y que logró que todo tipo de asociaciones, algunas contrapuestas, decidieran demandarles? ¿Una serie que es la primera en mostrar un personaje principal abiertamente gay? ¿Una muchacha seduciendo a un cura? ¿Adulterios, asesinatos, la Mafia, criados negros? Creo que no tenemos el mismo concepto de humor blanco. Pero claro, tampoco lo tenemos de tramas autoconclusivas porque una serie que abre y cierra siempre haciendo repaso a las, ¿cómo decirlo?, a las tramas abiertas que recogemos y dejamos por ser una —cuidado SPOILERS—- versión paródica de los culebrones. Si se hubiera molestado en hacer algo de eso que llamamos investigación o estudio sabría que tanto Susan Harris como su marido reconocían que al crear Soap pensaron que sería más sencillo escribir una serie sin tramas autoconclusivas.
Imaginad la cara de sorpresa al encontrarme esto. Como decía, puedo llegar a aceptar que alguien tenga los bemoles de escribir “Como dice en los extras de la edición en DVD de la primera temporada Larry David, productor ejecutivo y creador de la serie junto al protagonista Jerry Seinfeld, querína hacer una serie sobre… nada en particular.” ¿En serio? ¿Eso lo sabe por los extras del DVD? ¿Es para eso que lo ponen? Porque, claro, que Seinfeld es una serie sobre nada posiblemente no lo hayan comentado en inguna entrevista antes, ni en texto, ni, en fin, en la publicidad de la serie. Menos mal que teníamos los extras.
Por cierto, la historia de la creación de la serie es más interesante que eso. Originalmente iban a ser Seinfeld y David —ambos respetados cómicos de stand up en aquella época— andando por la calle y hablando. Pero la cadena… bueno, os lo cuento otro día. Quedaros con que David y Seinfeld son cocreadores al 50% y no el genio y su actor .
Pero, como decía, son muchas más las afirmaciones discutibles, por ejemplo cuando dice “¿Cómo conseguía una sitcom dejar de ser una sitcom más? Pues, en el tránsito de los 80 a los 90, introduciendo variables en el factor racial, como La hora de Bill Cosby (The Cosby Show, Bill Cosby, Ed Weinberg y Michael Lesson, 1984-1992) (…)” OH, REALLY?! La enumeración de factores y series sigue, con el mismo criterio de una gallina sin cabeza, así que hagamos parada en la primera. Tranquilos, el nombre, los creadores y las fechas están bien. El asunto es que… ¿introducir una variable racial en los años ’80? ¿En serio? Pero… ¿Comparado con qué?
Es decir, en la radio había un par de programas cómicos protagonizados por negros, la bastardilla es porque en el caso más famoso, Amos ‘n’ Andy, esos negros eran una especie de precuela de Milli Vanilli con dos blanquitos, Freeman Gosden y Charles Correll que empezaron en 1928 con estos personajes con tanto éxito que para 1950 quisieron llevarlos a la tele, su intención inicial fue usar actores negros que hicieran playback sobre las frases pronunciadas por Gosden y Correll, como eso no era posible acabaron imitando los acentos que los blanquitos ponían, la serie se emitió del 51 al 53.
Y no fue ni la primera, Beulah, una serie sobre una criada negra que resuelve los problemas a sus amos blancos, empezó en la radio en 1943 y pasó a la tele en 1950. En ambos casos demostró la misma capacidad para cambiar a su actriz principal cuando esta decidía largarse, había problemas o, simplemente, se ponía enferma. Duró hasta 1952.
Por supuesto ninguna de estas dos series cincuenteras tienen nada que ver con lo que en 1968 protagonizaría la cantante Diahann Carroll en Juliasitcom sobre una viuda de guerra que trabaja como enfermera para un doctor blanco mientras cría a su hijo pequeño. Duró hasta el 73, aunque los aspectos raciales estaban bastante tamizados frente a la comedia familiar.
Como tampoco vamos a estar hablando de TODAS las sitcoms que hubo entre los años ’70 y la aparición de la serie de Cosby quizá sea más fácil sugerir que se mire cómo llegó el exploit setentero gracias a los buenos resultados de Sanford and Son y, sobre todo, de The Jeffersons, la serie negra más exitosa de la historia hasta la llegada de Tyler Perry. Gracias en buena parte a la plataforma de lanzamiento que fue All in the family. [Y como os lo estaréis preguntando: No, Joan Pons no menciona All in the family en todo el texto, ¿para qué? Sólo fue la serie más exitosa de los ’70, principal culpable de la comedia política y enorme influencia además de la obra más recordad de Norman Lear, mencionarla tiraría por tierra esa idea de refinamiento reciente que nos trata de vender.]
Por supuesto no eran sólo estas dos, hubo alguna sitcom negra más, digamos… Baby, I’m Back, Barefoot in the Park, Benson, Fat Albert and the Cosby Kids, Good Times, Grady, Mr. Dugan, Roll Out, Sanford Arms, That’s My Mama, The Fosters, What’s Happening!!
Y esto sólo hasta 1979, sin entrar en lo que hubo en los ’80 hasta la llegada del programa de Cosby.
¡Parece mentira lo útil que resulta que en la wikipedia haya una página sobre sitcom negra con series ordenadas por años!
Si no me hubiera dejado alguna y… ¡Pero que embarazoso! ¡Si SÍ que me he dejado una! Vaya…
Resulta que a finales de los años ’60 —tan a finales que normalmente se lista como de los años ’70 por haber empezado en Septiembre de 1969— un famoso cómico de stand up, superventas en discos de comedia y con actuaciones siempre llenas, que venía de protagonizar a medias una serie de humor y acción sobre espías —era la época— tuvo la oportunidad de protagonizar su propia serie. Su idea fue basarse en su propia vida e interpretar a un profesor de educación física que interactúa con sus alumnos y con otros profesores metiéndose en líos o ayudándoles; lamentablemente no llegó muy lejos y fue cancelada durante la segunda temporada. Precisamente por eso, cuando quince años después quiso protagonizar otra comedia, no pudo usar su nombre completo como había usado la primera vez.
Y pasó de llamarlo The Bill Cosby Show (Ed Weinberger, Bill Cosby, Michael Zagor, 19769-1971) a The Cosby Show (Bill Cosby, Ed Weinberg y Michael Lesson, 1984-1992)
[Por cierto, si yo quisiera hablar del factor racial no me olvidaría de Chico and the Man, la sitcom hispana que puso al ya popular Freddie Prinze en la estratosfera de 1974 a 1978, cuando se acabaron los episodios grabados antes de que se decidiera suicidar por una profunda depresión.]
¡¿Veis por que no puedo corregir TODO el texto?! ¡No vamos a acabar nunca! Bueno, vale, un poco más pero no mucho…
A ver, habla de la sitcom familiar como crisol indiscutible y modelo a seguir. Podríamos estar horas discutiendo pero, ¿para qué? Si no se molesta en citar All in the family, luego dice que “la institución del hogar por encima de sitcoms, también con el aplauso del público mayoritario, sobre lucha de sexos como Loco por ti (Mad about you; Paul Reiser y Danny Jacobson, 1992-1999)” Por lo visto si están recién casados y acaban teniendo un hijo no es una familia, es un reloj de cuco. No como sus ejemplos de sitcom familiar: Primos lejanos está claro que no va de dos tipos de personalidades contrapuestas que comparten piso sino de ¡Una familia!
Ah, sí, que los dramas televisivos empezaron a incorporar elementos de comedia y eso creó el dramedy a partir de Con ocho basta (Eight is Enough; Lee rich, Philip Capice y Lee Mendelson, 1977-1981) o, y resulta que hubo obras como Sports Night (Aaron Sorkin, 1998-2000) que fueron incomprendidas y su cadena le metía risas en unos episodios pero no en otros.
Pues imagina lo que pudo suceder con M*A*S*H, se combatió por las risas en latas y al final se logró reducirla a la mínima expresión y que algunos capítulos no llevaran además, claro, de tratar temas importantes, dramático en ocasiones —eso de la guerra, los muertos y tal, ya saben— que adem… Uy, la ficha. M*A*S*H (Larry Gelbart, adaptando la película y mucho curro y tal, 1972-1983)
¿Qué? ¡Pero NO, hombre! ¿Cómo va a citar esta serie? ¡¡¡No has entendido nada de cómo funciona esto!!! Además, que empezaron a emitirla a continuación de All in the family, así que el Triángulo de las Bermudas se tragó esas emisiones y ahora no existen. No como las voces en mi cabeza, que según voy leyendo más texto las voy oyendo más claras.
Francamente, creo que esto hace rato que dejó de tener gracia. ¿De dónde ha salido este tipo? ¿Por qué escribe sobre sitcom cuando parece no saber más que lo que se emitió en TVE y no haberse molestado jamás en investigar, estudiar o profundizar?
Ah, mira, aquí está la ficha.
JOANPONSPINAC
Blablablablabla… Redactor, escritor y crítico de música, cómic, cine y series de TV en diferentes publicaciones blablablabla desde finales de 2005 y hasta 2012 trabaja en la productora de televisión El Terrat como responsable del área de I+D y nuevos formatos, así como director de la Diplomatura de posgrado sobre guión televisivo de entretenimiento y humor (IDEC–UPF)
Ah, pues mira, al final resulta que no tiene ninguna relación directa con nada que exija saber de televisión. Eso de la diplomatura suena bien, imagino que será alguna Libre Configuración en la Universidad Big Mac. Espera, ahora que lo pienso, lo mismo es el trabajo de uno o varios de sus alumnos. En ese caso, lo siento chicos, no sólo habéis pagado una pasta, además os va a caer un cate histórico.
Porque he decidido pararlo ahí pero en esas 12 páginas hay material para seguir semanas, de hecho podría pasarme más de un año haciendo una serie de columnas explicando los problemas de todo tipo del texto.
¿Cómo? ¿Exagerado yo? Venga, una más.
“Otras prueban fortuna recogiendo recursos de redes sociales, como Las chorradas de mi padre (S#*! My Dad Says; David Kohan, Max Mutchnick, Patrick Schumacker y Justin Halpern, 2010) a partir de un hastag de Twitter.”
Eso ha dicho, un hashtag. No una cuerta de tuiter o un tuiter o… No, un Hashtag. —Ah, y la serie cerró en 2011 no en 2010— Cualquiera le cuenta que, además, inspiró toda una serie de obras como la webserieShit Girls Say y sus distintas parodias y variaciones.
Pero, claro, te pones a pensar y a saber qué piensa él que son webseries… Anda, si es como continúa ese párrafo.
“Y las más afortunadas nacen como webserie, siempre una actividad creativa tan poco lucrativa, y acaban en algún canal de televisión, como Web Therapy (Lisa Kudrow, Don Roos, Dan Bucatinsky, 2008), Eagleheart (Michael Koman, Andrew Weinberg, 2010) o Children’s Hospital (Rob Corddry, 2008)”
Hombre, Roos y Bucatinsky son los directores de la serie de televisión, Childrens Hospital (Tranquilo, que NO lleva genitivo sajón se nos olvida a todos) fue creada directamente para TheWB.com antes de que lo cogiera para serie el Adult Swim y Eagleheart no ha sido webseries en su vida, pero quitando eso podría haber ido peor. Quiero decir, si no tenemos en cuenta que todas las series siguen en activo.
Mira, esto ya ha durado demasiado. Vamos a hacer una cosa, yo lo dejo aquí y vosotros me prometéis evitarlo en el futuro. Y al texto también.
Es complicado tratar de explicar la evolución de la información en televisión sin trazar una historia de la propia humanidad o sonar redundante. Recordemos que los primeros pinitos de la televisión se realizaron ya en los años veinte.
Entonces era aún una tecnología en pañales que exploraba sus posibilidades, hasta el 33 no se usó para que un presidente — Roosevelt, claro — se dirigiera a La Nación y aún faltarían 5 años más para que una cadena, la CBS, emitiera su primer informativo: World News Roundup pero como era el año 1938 surgieron otros asuntos que atender.
Terminada la distracción de la Segunda Guerra Mundial comienza, como ya dijimos en su momento, la normalización de la televisión en los hogares y, de la misma manera que con las series, surgen los primeros programas regulares informativos. De los que su primer gran éxito fue la evolución del Hear It Now de Edward Murrow y Fred W. Friendly, que comenzó en 1951.
La historia de Murrow es conocida principalmente por su enfrentamiento con el senador McCarthy pero hay mucho más detrás. Murrow entro en la CBS en el 37, con 29 años, para ocuparse de la parte educativa, en aquel entonces la cadena no tenía periodistas, sólo un pequeño programa en el que aparecían periodistas comentando las noticias del día. Pronto se estaba interesando por las noticias y antes de un año se ocupada de las operaciones de la CBS en Europa, principalmente consiguiendo voces y periodistas para que hablaran desde allí, montando una organización de noticias para que el primer jefe de Informativos de la cadena, Paul White, pudiera realizar conexiones a la vez que intentaba quitártelos a su competencia directa, la NBC– Su principal aliado en Londres sería William L. Shirer, con el que tendría que improvisar la manera de contar la Anexión de Austria por Hitler, enviándole a Londres para que pudiera contarlo mientras él mismo se desplazaba a Viena para contar la situación en directo.
Pronto se estableció la forma de tratar las noticias europeas. Shirer se ocupaba de Berlín, mientras Murrow hablaba desde Londres. — This is London — Entre los dos y un surtido grupo de periodistas desplazados por los diferentes escenarios, iban informando a Estados Unidos del desarrollo de la guerra. Poco a poco Murrow trataba de convencer a sus compatriotas de que había que oponerse con rotundidad a Hitler. Algo que no ocurriría hasta 1941, en el que su aún reciente pero ya celebre despedida, “Buenas noches y buena suerte”, empezó a ser sentida también por su propia nación.
Según avanzaba la guerra él y sus corresponsales, los Murrow’s Boys, describían y explicaban al público de todo el mundo los vaivenes de la guerra, los movimientos diplomáticos e, incluso, las liberaciones de campos de prinsioneros, como la de Buchenwald, de tanta fuerza descriptiva que se hacía evidente la necesidad de ir un paso más allá de la radio.
Tras la guerra Murrow parecía destinado a dejar los micrófonos y volver a su tranquila vicepresidencia, pero una disputa con Shirer, que terminó con este yéndose —o siéndose marchado, según la fuente— de la CBS y su buena relación con el presidente de la cadena, William S. Paley, le llevaron a volver al periodismos ante el micrófono. Primero en una serie de especiales y, para 1951, en su propio programa This I Believe, que acabaría compartiendo su tiempo con un programa inicialmente llamado Hear It Now junto al antes mencionado Fred W. Friendly.
En cuanto el programa empezó su emisión televisiva cambió de nombre por See it now, y en él se trataron todo tipo de asuntos espinosos aunque posiblemente el que más controversia creó fue el especial de 1954 sobre el senador Joseph McCarthy durante el que la situación vivida fue tan tensa que Friendly y Murrow tuvieron que pagar de su bolsillo los anuncios en los periódicos y evitar usar el logo de la CBS.
Un periodista tan reputado, mostrando con grabaciones del propio McCarthy sus contradicciones y errores, en un mundo en el que sólo existían tres canales —cierto, serían cuatro contando a DuMont, pero nadie contaba con ellos— haciendo así que sus palabras tuvieran incluso más fuerza y ayudando a un cambio de opinión sobre la labor del comité, un triunfo que, sin embargo, supuso el inicio del distanciamiento de Murrow con su en otro tiempo buen amigo Paley.
A partir de 1955, y pese a su enorme prestigio, la CBS no pudo encontrarle una hora fija, ni —en consecuencia— un sponsor, en lo que parecía una clara maniobra para sacudirse de encima a unos periodistas tan molestos. Especialmente después de que Paley decidiera apoyar que los atacados por Murrow debían tener el mismo tiempo en el aire que este empleara en atacarles, tiempo sacado de la duración total de su programa.
El final del programa había llegado, como el propio Murrow reconoció en un discurso ante la Asociación de Directores de Noticias de Radio y Televisión, quejándose de que la situación y todo lo que de ella se derivara se debía a la decisión de convertir las emisiones televisivas en mero entretenimiento y consumismo. Era el 15 de Octubre de 1958.
Durante algunos años Murrow haría programas especiales, entrevistas y similares encargos, hasta que llegó al puesto de director de la Agencia de Información Estadounidense, que no es la CIA sino un organismo de propaganda para vender la imagen norteamericana en el exterior. Allí estuvo trabajando hasta su prematura muerte en 1965, con 57 años.
Aunque para entonces el periodismo televisivo ya tenía otro rostros, uno elegido y preparado por el propio Murrow, que ya había tratado de arrebatárselo a la United Press durante la guerra, y que al fin había logrado que se uniera a él en la televisión, en 1951. Su nombre era Walter Cronkite.
Cuando se conocieron en 1938 Cronkite, de 22 años, cubría batallas en Europa y el norte de África, y llegaría a entrar en el selecto grupo de The Writing 69th, una unidad selecta de ocho periodistas que se suponía que acompañaría al ejército americano en sus bombardeos por Alemania, lamentablemente en su primera misión dos de los ochos no pudieron ser localizados — Denton Scott, del Yank, y Paul Manning de… la CBS — y de los seis que sí acudieron uno, Robert Post del New York Times, moriría durante la misión al ser alcanzado el bombardero en que iba. Eso no significa que no siguieran subiendo a los aviones para informar pero sí que hizo que fuera más un asunto individual y que tuvieran que estar dispuestos a, por ejemplo, usar una metralleta contra los alemanes.
Cronkite cubriría toda la guerra e, incluso, los hechos posteriores como Los Juicios de Nuremberg, para pasar del 46 al 48 a ser el enviado de la United Press en Moscú. Pero Murrow no le había olvidado y cuando en 1950 tuvo que formar el grupo de informativos para televisión decidió traérselo de vuelta.
En 1951 empieza a aparecer en televisión, primero en un programa breve de repaso de las noticias de la semana, Up To the Minute, aunque no tardaría en dedicarse a otros asuntos, así en 1952 fue el primer periodista en presentar y cubrir las dos convenciones políticas de Republicanos y Demócratas para todo el país. También participó en programas históricos educativos, magazines diurnos o los Juegos Olímpicos. En Abril de 1962 fue elegido para sustituir a Douglas Edwards al frente de las noticias de la noche de la CBS, cargo que el primero había desarrollado desde la creación de las mismas. Al frente de CBS Evening NewsWalter Cronkite se convirtió en un icono del periodismo para los americanos. Y eso que no lo tuvo nada fácil porque en frente, en la NBC tenía a Chet Huntley y David Brinkley.
Y así llega el momento de hablar de la NBC. Sé que lo estabais esperando. Como alguna vez he comentado al inicio de la televisión estadounidense había cuatro cadenas, las tres famosas: ABC, CBS y NBC así como la residual DuMont que sólo emitiría del 46 al 56. A mediados de los años veinte la poderosa RCA, Radio Corporation of America, había adquirido una enorme cantidad de emisoras, incluyendo algunas —Las de la WEAF con la WJZ a la cabeza— que tenían ya constituida una cierta programación de manera que los jefes de la corporación decidieron mantenerla como la American Broadcasting Company o ABC mientras lo ya existente seguía con el nombre que se le diera en 1926: National Broadcasting Company o NBC. Pero a la comisión antmonopolio no le acabó de gustar la idea y tras una larga investigación obligaron en 1940 a la RCA a deshacerse de una de las cadenas, deshaciéndose de la secundaria ABC. Esta situación de debilidad hizo que durante años, hasta la llegada de Fred Silverman para dirigir su programación de ficción, no empezaran a sacar algo de pecho, algo que la división de noticias tardaría aún en poder hacer hasta bien entrados los ochenta… Por contra en la aún propiedad de la RCA, la NBC, parecían decididos a hacer frente a la potencia de la CBS en todos los frentes. Incluidas, claro, las noticias.
En 1949 la NBC comenzó a emitir su propio espacio de noticias, —esponsorizado, por cierto— la Camel News Caravan con John Cameron Swayze , que incluía ya algunas imágenes filmadas más allá de simples compentarios o filmación de textos. Sin embargo el programa pronto tuvo problemas, bien porque la marca decidió ir retirándose y tuvieron que buscar un nuevo patrocinador, primero para los días que dejó libres Camel y luego como sustituto completo, se trataba del Plymouth de Chrysler que acabó dando nombre a la encarnación final del programa, el Plymouth News Caravan, que aunque se benefició de los nuevos rostros, en especial del corresponsal en Washington David Brinkley, sin embargo para 1955 las noticias de la CBS habían derrotado decididamente a las de la NBC y eso llevó a los ejecutivos de la cadena a decidir un cambio centrado en dos aspectos: La juventud y el estilo periodístico.
La prueba llegó con las convenciones políticas de 1956, la idea era decidir entre Brinkley y el también joven Chet Huntley para tratar de repetir el éxito que cuatro años antes había logrado la CBS con Walter Cronkite.
Chet Huntley empezó su carrera como periodista radiofónico, primero en pequeñas emisoras y luego para las grandes, pasando por la CBS y la ABC antes de terminar siendo fichado por la NBC que veía en él la posibilidad de un nuevo Ed Murrow, convirtiéndole así en candidato.
David Brinkley, por su parte, estaba tan centrado en la información que antes de ir a la universidad ya colaboraba con un periódico de su localidad, pero en 1941 se apuntaría al ejército y no sería hasta el 43 que volviera a la vida civil. Una vez de regreso decidió probar suerte en Washington — D.C., obviamente — y allí comenzó a trabajar para la emisora de radio de la CBS antes de ser fichado por la televisión de la NBC y a aparecer en el News Caravan.
Ante la incapacidad para elegir a uno de ellos se optó por poner a ambos a presentarlas y así tomar una decisión sobre quién reemplazaría a Swayze. La prueba resultó un éxito de una forma inesperada, la manera sencilla y directa de presentar los hechos de Huntley casaba a la perfección con el humor ácido de Brinkley logrando una química en pantalla entre ambos que llevó a la cadena a decidir que sus noticias no tendrían un presentador sino dos. De esta manera en octubre de 1956 la NBC comenzaba a emitir The Huntley-Brinkley Report, primero con patrocinio de Texaco pero muy pronto sin más nombres asociados.
Con Brinkley aún en Washignton y Huntley en Nueva York el formato de programa resultaba algo peculiar, para desesperación el productor designado, Reuven Frank, que consideraba una auténtica locura la idea de que no estuvieran en el mismo plató sino que, de verse, fuera en una pantalla del estudio del otro. Sin embargo la gran química entre ambos, la contraposición de estilos y el descubrimiento de que las pequeñas charlas entre los presentadores agradaban a los espectadores ayudaron a superar esta renuencia inicial.
Pese a una bajada inicial de audiencia y a la desaprobación del presidente Eisenhower, a quien no le agradaba en absoluto no tanto la marcha de Swayze como la llegada de los nuevos periodistas —especialmente la de Brinkley— la fórmula demostró atraer primero a los críticos y luego a los espectadores convirtiéndole en el programa de noticias más visto hasta que la llegada de Walter Cronkite a The CBS Evening News empezó a estrechar las distancias hasta finalmente vencerles a finales de los sesenta.
En 1970 Chet Huntley, de 59 años entonces, decidió retirarse del todo, de las noticias y de su programa de especiales periodísticos Chet Huntley Reporting , volver a Montana y vivir en tranquilidad el resto de su vida, que serían sólo tres años más. Brinkley, por su parte, permanecería aún durante una década trabajando en las noticias de la NBC en distintos puestos sin llegar a reeditar su éxito en ese ni ninguno de los otros programas que le fueron dando. Finalmente en los ochenta decidió marcharse de la cadena y terminó en la ABC donde creó un programa matinal de gran éxito, mitad informativo, mitad tertulia de debate de lo que se ha contado allí. Un enorme éxito —y copias inmediatas en el resto de cadenas, claro— lo acompañó durante una década y media, para 1996 ya hacía sólo pequeñas intervenciones, incluyendo comentarios políticos en asuntos como las elecciones o la cobertura de las convenciones que con tanto éxito había lanzado su carrera cuarenta años antes. En 1997 se retiró poniendo fin a una carrera que había empezado en la radio, cubriendo toda la historia de las noticias en televisión, desde los inicios de las emisiones informativas hasta la era de internet durante más de cincuenta años.
Pero regresemos al momento en que The Huntley-Brinkley Report empezó a perder audiencia y al hombre que lo hizo posible: Walter Cronkite
Tras su llegada a The CBS Evening News consiguió que la cadena confiara en ellos, que les dieran más medios con los que acompañar el periodismo en profundidad que él defendía. Tanto en momentos como el asesinato de Kennedy o las misiones espaciales su forma de manejar la información y las entrevistas le hizo ganar la confianza del público. Para el 67 ya había adelantado a la NBC y en el 69 su narración del aterrizaje en la luna fue todo un éxito tanto en lo periodístico como en las audiencias. Entre medias había hecho uno de los movimientos periodísticos más importantes del Siglo XX al decidir viajar — con 52 años — a Vietnam junto a su productor Ernest Leiser, para ofrecer otro ángulo del conflicto que enfrentaba a los dos países.
Su último reportaje allí, pidiendo una salida negociada de la guerra y advirtiendo de lo poco probable de una victoria, mostrando las dudas que las generaciones más jóvenes estaban ya enarbolando.
Su opinión serena y sosegada pero razonada a la vez seguiría durante años, hasta que la CBS decidiera seguir con su política de jubilación a los 65 y sustituirle al frente de las noticias en 1981 por otro periodista mítico: Dan Rather. Cronkite siguió, sin embargo, colaborando para este y otros canales como la CNN o la NPR.
Sin embargo este era uno de los puntos de cambio de la forma de hacer noticias, el otro sería, obviamente, el lanzamiento en 1980 de la CNN haciendo que este año marcara no sólo el principio de una forma nueva de hacer periodismo, también el final de la antigua.
Aunque para eso aún tendremos que esperar unas semanas.
Un mes más tarde y toda la buena impresión que había dejado el verano ha desaparecido con las novedades de Septiembre. ¿Qué ha podido suceder? Bueno, además de que haya más novedades estadounidenses que del resto de países… O quizá por eso mismo… Pero tampoco voy a quejarme, algún estreno concreto como el de Moone Boy —por fin— compensa con creces todos estos pilotos de la temporada de lanzamientos otoñales. Así que dejemos de darle vueltas al asunto y vamos a lo que os interesa:
¡Que comience la lucha!
666 Park Avenue Independientemente de las expectativas puestas en esta serie sólo hace falta ver el prólogo de la misma para ver que algo queda raro. Terry O’Quinn, más mefistofélico que nunca, observa el destino que le aguarda a un violinista en lo que podría ser el remate de una extraña aventura de la EC. Es decir, el horror que le espera —o se le presupone— tiene un marcado componente entre el retro y el dibujo animado. De hecho, todas las apariciones del dúo que forma O’Quinn con Vanessa Williams podrían caer en el terreno de lo risible, de las actividades de dos villanos de opereta… Aunque O’Quinn, omnipresente durante el piloto, no deja de ser el contrapunto de nuestros protagonistas: Dos lelos que llegan al edificio encantado dispuestos a mejorar su vida en un mundo en el que, por lo visto, nadie tiene un acceso a internet en el que ver qué se cuenta del edificio Dakota, digo, Drake. No es que les suceda gran cosa después, la verdad, muchos repasos a los habitantes en lo que podría ser la versión diabólica de Acosada y un aire muy vago de terror entendido como una versión tontorrona —más si cabe— de Pactar con el diablo. Es imposible no compararla con American Horror Story y, sobre todo, no hacerlo desfavorablemente. Como la ingenua pariente de campo que acaba de llegar a la ciudad. Ya puede ir mejorando rapidito, vaya.
Animal Practice Suele ser una mala señal para una serie cuando las mejores frases las tiene el animal de compañía. Aquí damos un paso más, no sólo lo mejor de la serie es un mono, además es un mono que no habla —y si has visto suficiente tele ya sabes que no tiene por qué ser lo lógico— pese a lo cuál hay una cierta voluntad, o una buena voluntad, por hacer algo si no interesante sí al menos divertido con esta serie. Lamentablemente está lastrada por todo tipo de problemas, desde un reparto que ha ido a buscar lo más raro de cada casa para ver si de ahí pueden salir unas risas a una sensación generalizada de que, en realidad, no hay tanta diferencia ni distancia entre lo que han conseguido y lo que series con menos ganas han logrado. Pero al menos tantas ganas dan motivos para seguir viéndola a ver si logran engrasar la máquina y cumplir lo que desean. Aunque para eso tengan que aceptar que están sobreutilizando al mono. —Que, por cierto, es Crystal, ya sabéis: Annie’s Boobs —
Ben and Kate Dicen que los temas que se repiten lo hacen más que por moda por ser el espíritu de un momento. Yo pienso que sin esas modas y su éxito o fracaso no lo tendríamos pero, en fin, quizá es sólo porque hubiera preferido muchas otras cosas antes de sufrir este piloto sobre uno de los temas recurrentes de la nueva temporada —y de lo que se ha venido a llamar Nueva Comedia Americana —, el de los man-childs, el peterepanismo llevado un paso más allá con adultos que ya no sólo tienen alma de niño, además se comportan como tales incluso cuando las circunstancias dictan que tendrían que ponerse a actuar ya ante sus responsabilidades. Lamentablemente en esta serie lo que se nos muestra como pueril es, en fin, todo. El personaje de Ben (Nat Faxon, un cómico/guionista que merecía algo mejor), se limita durante 22 interminables minutos a comportarse como haría un menor de edad, a veces uno de 16 años, otras como uno de 10, en ocasiones incluso como si tuviera 6… La misma encarnación de Lo Insoportable, máxime cuando le ponen enfrente a una niña, su sobrina, para que nos demos cuenta de cómo de infantil es el personaje. Un espanto, vaya.
Brickleberry ¿He dicho que la anterior serie es un espanto? Pues no os podéis hacer a la idea de lo que es esta. De hecho, mejor no miréis demasiado sobre ella porque cuanto menos sepáis de esta serie de animación realmente perezosa, tanto en lo referido a la forma de animar como en su guión, más feliz seremos todos. Y no sigo, esta patochada pseudoadolescente que sale de aplicar el humor rijoso a algo cercano al Oso Yogi podría llevar a dejarme sin adjetivos negativos y estamos sólo en la cuarta serie.
Cheer En contra de lo que yo pudiera pensar esto no es una serie deportiva, es un reality o docureality . No, no sobre cirugía plástica, sobre animadoras. Sobre concursos de animadoras, de hecho. Yo paso.
Cuckoo Otro arquetipo cómico clásico. El extraño que revoluciona una familia normal. Solo que aquí en lugar de un alienígena del planeta Melmak tenemos a un inocenton pseudohippie estadounidense que viene a amargar la existencia de toda una familia y —es de suponer— a hacerles mejor personas. Primer trabajo de Andy Samberg para televisión tras haber abandonado el SNL, la verdad es que queda todo bastante… visto. Cierto es que el personaje es poco original, y el piloto ha sido sólo una presentación de personajes, pero parece todo tan encarrilado y rutinario, que sólo los fanes de Sandberg y los que puedan superar esa sensación de déjà vu apreciarán realmente.
Cybergeddon Esto puede llevar un rato. Anthony E. Zuiker es el creador de CSI, Yahoo es una web y Norton un antivirus. Pero todos tienen un interés común; o dos, si contamos hacer dinero. De momento han intentado hacer evolucionar el concepto de webseries con una mezcla de 24 y Alias que incluye ecos a la cultura hack y a los thrillers informáticos. Los nueve capítulos —de unos 10 minutos de duración— que se pueden ver a estas alturas nos ofrecen una idea bastante consistente de lo que pretenden y lo que tienen. Entre otras cosas, poco dinero. No es que otras gloriosas webseries como el Dr. Horrible nadaran en dinero precisamente pero lograban resultar mucho más creíbles, quizá porque Whedon estuviera acostumbrado a hacer de la necesidad virtud, quizá porque los actores principales de esta Cybergeddon parecen estar más en una obra de instituto que en algo cercano a una serie real. Claro que los papeles de una especialista en cyberseguridad y su compañero del FBI tampoco parece tener mucha más salvación. En fin, un experimento más curioso que logrado, quizá con tiempo…
Elementary He aquí un caso de serie mala no sólo por si misma sino, sobre todo, por la absoluta pereza mental de los creadores de la misma. En los últimos tiempos hemos podido ver un par de adaptaciones de Sherlock Holmes interesantes, y no me refiero sólo a la de Garci. Tanto Guy Ritchie como el dúo de Steven Moffat y Mark Gatiss le buscaron las vueltas a la idea original, David Shore lo reformuló en House y el concepto de genial ayudante de la policía que podemos trazar desde Monk a Perception, pasando por las locuras de Psych o su versión mainstream de El Mentalista, nos han ofrecido toda una serie de posibilidades y variaciones, de ideas desde la que se podría haber trazado la serie. Y no. En absoluto. La idea de Sherlock Holmes en el Siglo XXI ha sido tratada con mayor o menor éxito en múltiples ocasiones pero siempre entendiendo que Holmes no es una persona más y que sus aventuras no pueden ser una serie del montón, que es precisamente el problema aquí. Estamos ante otro de esos rutinarios policiacos de la CBS, sin cualidad alguna que pueda redimirlo, tan aburrido y plano que pronostico un abandono continuo de espectadores al no encontrar no ya ideas originales tras la presentación sino un reto o una narración del misterio a la altura del protagonista sino un caso tan estúpido y rutinario que produce bochorno verlo fuera de, digamos, Diagnóstico: Asesinato. Los momentos de presunta genialidad de Holmes están a años de distancia de los de, pongamos uno, Monk y las escenas que lo muestran producen, fundamentalmente, vergüenza ajena — Un ejemplo claro de esto es la escena de los vasos rotos— de manera que uno acaba pensando que para esto hubiera sido mejor que El regreso de Sherlock Holmes (1987), descongelado en pleno siglo XX gracias a Jane Watson, hubiera conseguido pasar de piloto reconvertido en telefilm.
Go On Una de las promesas del año. Y el asunto está en promesa porque de momento le queda bastante camino que andar, pero tampoco Community había desarrollado su potencial en los 6 primeros episodios. Y la comparación no es ninguna tontería porque hay bastante de la serie de Harmon en una especie de revisión para todos los públicos que cambia a Joel McHale por un Matthew Perry tan adorable como de costumbre y una enorme cantidad de secundarios de diversas procedencias —y con un motivo para reunirse de lo más ridículo sea todo dicho— que funciona más para crear ese ambiente de camaradería artificial que acabará siendo auténtica —estos grupos cada vez tienen más gente, y mira que poner a siete personajes de protagonistas ya era un montón de gente para mover— . Ah, otro punto a favor es el magnífico trabajo de casting de los secundarios, muchos de ellos reconocibles y entre los que destaca una Julie White en estado de gracia.
Gordon Ramsay’s Ultimate Cookery Course Todo llega en esta vida, incluso un programa de cocina de Gordon Ramsay en el que en lugar de gritarle a cosas se dedica a cocinar, a demostrar técnicas, a dar sugerencias. Un programa agradable en su sencillez en el que se nota lo buen cocinero que es, por fin. A ver si logran emitir todos los episodios sin que le grite ni a una silla vacía.
Guys with kids Como decía antes, hombres que tienen que hacerse cargo de sus responsabilidades. Hombres que tienen que cuidar de sus propios hijos. ¡Oh, qué hilarHUID, INSENSATOS, AÚNESTÁIS A TIEMPO DE NO ACERCAROS A ESTETORDO!
Homefront Poco que decir de esta serie, especie de versión británica de Army’s Wives contando la vida en su país de los familiares directos de soldados en el frente. Un drama sencillote que casi podéis ir imaginado los temas que tratará.
Hot Set Vale, esto tampoco es una serie. Pero me apetecía hablar un mínimo de ello. El canal SyFy ya tenía un concurso de realizar maquillajes y efectos especiales. Pues bien, Hot set es el siguiente concepto. Un concurso de construcción de decorados, desde burdeles futuristas a naves espaciales estrelladas. Un interesante curiosidad.
Last Resort A veces las series son más de lo que parecen, otra son menos, pero casi nunca son muchas posibilidades. Con una apariencia original de miniserie pasada a serie regular —aunque por las cifras del piloto lo mismo acaba siendo mini— esta extraña idea que remite a submarinos nucleares y oscuras tramas gubernamentales tiene los materiales —y los actores— para llegar a ser una buena serie. Veremos cómo evoluciona y si hay un plan de contingencia por si lo cortan en el 6º.
Leaving Historia romántica en tres partes sobre un joven veinteañero desencantado y una cuarentona casada y con hijos que un día conectan. Me temo que estoy muy lejos de ser el público de este tipo de dramas.
Made in Jersey ¿En dos palabras? Snooki Abogada. No os riáis que es en serio. Una muchachita de New Jersey —menos esférica y retaco, eso sí— entra en una firma de Nueva York, allí tiene que hacer valerse por encima de sus snobs compañeros y jefes. ¿Quién metió en medio de esto a Kyle MacLachlan? ¿Quién ha pensado que esto podría funcionar? Una tontería, vamos.
The Mindy Project De las tres series que ha estrenado la FOX este mes esta es la única que merece la pena. Porque Mindy Kaling, a quien quizá recordéis de The Office, es más que la protagonista, también es una buena cómica. El pero es que ha elegido un tipo de comedia que bebe no tanto de 30 Rock como de Bridget Jones, aunque sea una versión algo más feminista —sin pasarse—, centrándose en el aspecto romántico de la misma. Sin embargo las tablas y los actores, invitados incluidos, salvan los muebles. Una vez más, habrá que esperar a ver cómo evoluciona.
The Mob Doctor A esta, tercer estreno de FOX junto a Ben & Kate y The Mindy Project, no vamos a verla evolucionar mucho más. Quizá incluso la cancelen esta misma noche. Y será difícil saber a qué echarle la culpa. Es decir, el título es estúpido. No hay dudas. Pero una vez tienes ese título… ¿a quién se le ocurre coger la historia de una doctora que paga las deudas de su hermano con la mafia haciéndoles trabajitos y lo convierte en Anatomía de Gray? ¡No se puede tener contentas a TODAS las Mafias! De manera que si te interesan los mafiosos acabas aburrido de las tramas de hospital —tramas ridículas, más parahospitalarias que realmente de médicos— y esperando que salgan los mafiosos, aunque estos se dediquen a trabajar de una manera ridícula y caricaturesca de cliché en cliché. En fin, otra vez será.
Moone Boy Enorme. Grandísima. No sólo la mejor serie del mes, también una de las series del año. Chris O’Dowd crea esta serie, junto a Nick Vincent Murphy, a partir de su participación en el espacio de cortos humorísticos navideños Little Crackers en la que adaptaba un recuerdo de su niñex. En esta nueva serie el componente memorialístico sigue presente, pero aunque haya ecos de Aquellos maravillosos años no será la nostalgia lo que haga funcionar a la serie sino el humor, las aventuras del pequeño Martin Moone, su familia, sus amigos, en la Irlanda de finales de los ochenta, sus aventuras acompañado de su amigo imaginario Seàn —efectivamente, este es el personaje interpretado por O’Dowd— van más allá mostrándonos toda la vida del pueblo, y permitiéndose un surrealismo ligero pero contundente. ¡¡¡Por series como esta merece la pena verse todos los pilotos del mundo!!!
Mrs. Biggs Imagino que el nombre de Ronnie Biggs no os dirá gran cosa. Una lástima, porque estamos hablando de un auténtico hombre infame, uno de los responsables del famoso Gran Robo del Tren de los años sesenta, fugado posteriormente de la cárcel, responsable de varios montajes publicitarios que, finalmente, regresó a su país para cumplir algunos años de condena y ser puesto en libertad rápidamente. Aún hoy, con 83 años, sigue viviendo… Pero no es de él de quien habla esta curiosa serie inglesa. Es de su mujer. La esforzada Charmian Powell, de casada Mrs. Biggs, luchando primero por salir adelante, teniendo que pasar de la ingenuidad a llevar una familia y, tras el Gran Robo, muchos más problemas saldrán y muchos más personajes son puestos en juego — de hecho, volveremos a encontrarnos la sombra de una figura fundamental de la televisión australiana, Kerry Packer — en lo que no deja de ser una curiosa versión del drama biográfico.
The Neighbors Una mala serie no es sólo mala por su punto de partida. Me explicaré, no sólo porque el punto de partido parezca una estúpida ridiculez la serie tiene que ser mala, igual que no sólo un buen punto de partida hace una buena serie. En este caso el punto de partida es de lo más idiota que alguien se pueda imaginar: Una flotilla de avance extraterrestre lleva diez años atascada en la Tierra que tienen formas de ser distintas a la nuestra. ¿*_Los Caraconos_*? ¿*_3rd rock from the sun_* alguien? Y quien dice eso dice tomar ideas de Alien Nation y llevarlas al terreno de la sitcom. El problema aquí no es pues el punto de partida, es el desarrollo. En todo el capítulo se limitan a mostrarnos a los nuevos vecinos, humanos normales, que se encuentran con estos raros y la forma en que se adaptan a estos cambios. Y ya. No hay ningún intento real de una trama o de una construcción de gag más allá de Oh, son raros, comen lecturas y sangran por las orejas… Quizá sea pura necesidad de rodaje pero, francamente, es el tipo de cosa que hace desconfiar de una serie.
The New Normal Otra de esas series que no están mal pero que quizá con algo de rodaje puedan ser verdaderamente buenas, sobre todo porque el reparto es estupendo, especialmente una desatada Ellen Barkin como una abuela controladora y ultraderechista, y detrás de las cámaras hay gente con demostrado talento —y cierta maldad refinada— como Ryan Murphy. Una vez más: Esperar y ver.
The Paradise Por difícil que parezca creerlo estamos ante un drama de época de la BBC que está más cerca de Amar en tiempos revueltos que de Downton Abbey, y eso teniendo en cuenta que el material de partida es El Paraíso de las Damas (_ Au Bonheur des Dames_) de Émile Zola… En fin, ni los británicos aciertan siempre. Pero para los aficionados a las obras de época con fondo culebronesco y valores de producción medios/ altos seguro que os vale.
Partners La forma sencilla de tratar esta serie sería decir que es un espanto y difícilmente llegará a los seis capítulos. La forma algo más elaborada incluye dos comentarios: El primero; que ver a Brandon Routh en la televisión, en un papel secundario de una sitcom, hacen ver lo rápido que una carrera se puede hundir, y menos mal que por lo menos esta vez es fijo, no como en Chuck. El segundo; que no me puedo creer que una historia tan tonta y manida con unos guiones tan ramplones puedan seguir viendo la luz teniendo en cuenta que ya en los noventa lo que contaban sonaba a viejo.
Revolution El gran éxito de espectadores… de estas dos semanas. No olvidemos que pese a la retórica de las cadenas españolas que las compran y empacan ya antes otras series tuvieron un gran despegue para luego ser canceladas. FlashForward y The Event por citar dos de los ejemplos más claros y cercanos. En cuanto a la serie en sí… Poca chicha, da igual que JJ Abrams —que lleva un historial televisivo reciente de dos cancelaciones en la primera temporada, por cierto— se diga a los mandos. En el mundo la energía desaparece —Bueno, algo así, o a ratos, la verdad es que no parece que los guionistas tengan claro de qué va el asunto o cómo manejarlo— y ante un nuevo orden más cercano al medievo que a, pongamos, el siglo XIX en sus variantes europea o viejo oeste, los pueblos se organizan así, de cualquier modo. El batiburrillo de partida sirve para estrechar lazos con los juegos del hambre, la incapacidad de los guionistas obliga a empezar con un Quince años en el futuro para justificar el momento actual, la degradación total rápida y que, en fin, parezcan haber perdido la capacidad de leer de los libros. Si olvidamos cualquier intento de encontrar la lógica en el punto de partida o las acciones de los personajes —Es decir, si aceptamos que es otra de esas series de Abrams — lo que tenemos es una serie de acción de baja intensidad con un componente fantástico que, en fin, para tener puesta mientras escribes sin prestarle mucha atención puede servir. Poco más.
The Rickey Smiley Show Dado un número infinito de universos conteniendo un número infinito de posibilidades que permitan iteraciones en quiénes somos y qué nos gusta puedo llevar a intentar aceptar que alguna encarnación mía podría decir algo bueno de… esto. Pero está a demasiados universos paralelos de distancia de aquí. ¿Qué puedo destacar de una serie sobre un DJ especializado en bromas telefónicas y hacer el chorras autointerpretándose en una mezcla entre comedia de los noventa y película de Tyler Perry ? Pues eso, mejor no decir más.
Room At The Top Dos episodios adaptando la novela del mismo título de John Braine sobre un jovencito que en los años ’40 se abre paso desde otro escalafón social tratando de trepar… Teniendo en cuenta que parece una especialidad inglesa no hay mucho más que pueda o deba decir.
The Scapegoat Adaptación de una curiosa novela de Daphne du Maurier” sobre doppelgängers, este telefilme obra del gran *Charles Sturridge juega tanto con ese concepto como con la propia trama llena de suspense y humor de la obra original. Un hombre descubre que se parece mucho, de manera prácticamente idéntica, a otro que vive lo que parece la gran vida, con un buen puesto y una gran casa. Rápidamente se cambian los puestos y, a partir de ahí, empezará a descubrir los trapos sucios y a considerar que quizá no fue una buena elección aceptar ese cambio. Os sugiero que le deis al menos una oportunidad.
Teenage Mutant Ninja Turtles Nuevo concepto de la mano de Nickleodeon de las Tortugas Ninja, esta vez con una animación por ordenador cuyo mismo aspecto refleja los dos intentos de dirección de la serie: Una apariencia adorable, tirando a cartoon, y unas ideas algo más adultas por debajo, aún sin llegar a acercarse a los cómics en los que se basan pero sí alejados de la famosa serie original. El resultado es agradable, y no dudo de que encantará a los pequeños gracias a la suma de estilos que incluyen toques de la Cartoon Network de finales de los ¡90 y del humor manganime de exitosas series como Naruto. Ahora, si además se preocuparan por hacer algo más… elaborado.
Vegas Un concepto curioso, no muy original pero sí interesante, durante el proceso de construcción y evolución de la ciudad de Las Vegas en lo que hoy conocemos un ranchero es colocado por el alcalde a dedo para que se encargue de resolver un asesinato. De fondo irán apareciendo pronto el turbio mundo de los casinos y los lazos de poder y amistad entre políticos, abogados y mafiosos. Entre medias la batalla —insinuada de momento, tras un primer topetazo— entre el vaquero buenazo (Dennis Quaid), que estará acompañado de su hermano y su hijo en las labores policíacas, y el enviado de una de las familias, un hombre con un código de actuación pero también con una misión (Michael Chiklis) y entre ambos una ambigua asistente del fiscal del distrito (Carrie-Anne Moss) que parece que se convertirá pronto en otra de las fuerzas que se muevan alrededor de la ciudad. Interesante como punto de partida, aunque la idea de CSI: GOLDENDAYS sea inevitable al ver la serie.
Me gustaría poder decir que tras estas treinta series el mes que viene se estrenará lo bueno pero, francamente, no parece que ese vaya a ser el caso. Quizá cuando empiecen a caer —y mucho me sorprendería que esta semana terminara sin que al menos una serie mordiera el polvo— se animen a sacar el material guardado para el futuro. De momento sólo puedo decir que los estadounidenses están haciendo un papelón este año. ¡Nos vemos en un mes! ¡En dos si octubre es especialmente malo!