Aburrimiento pilotesco octubresco novembrino

Podemos echarle la culpa a casi cualquier cosa, como hemos hecho siempre. Pero este año parece que lo más sencillo es simplemente mirar lo que tenemos alrededor y comprender que los canales han decidido que no sacan de la programación los programas que fulminan —y es que, puestos a ser sinceros, poco tienen de fulminación —, de manera que si no se hace sitio no pueden entrar novedades. Por eso este año tenemos con la suma de octubre y noviembre menos novedades que el año pasado sólo en octubre.

Por suerte estamos hablando de la televisión estadounidense, que lleva todo el año en un estado letárgico aburridísimo. Por suerte, también, los ingleses con sus extrañas costumbres — ahí están ellos recuperando Peep Show y Red Dwarf — han proporcionado oxígeno y carnaza a la sala de máquinas.

La parte buena, en realidad, es que esto ha significado una mejora general de la calidad. Es decir, de la global, la americana sigue perdida para el mundo. Por otro lado las series con mejor pinta, Cult, Zero Hour o The Following, se unen a las series en desarrollo como Crossbones de Neil Cross ( Luther, Spooks) para hacer algo más prometedor 2013.

Pero si tenemos que esperar a que alguien cambie las listas de Lo mejor del año volvemos a estar en manos británicas. Pero eso será más adelante; de momento vayamos poniéndonos a tono con las fechas, y vamos al turrón:

¡Que comience la lucha!

Angry Little Asian Girl
Lo primero que hay que explicar sobre esta serie de animación es el canal que la emite. MNet America es un canal teóricamente para cable —pero más sencillo de localizar por internet— que se centra en la cultura asiática, especialmente la coreana. Motivo de sobra para contactar con Lela Lee para hacer una versión de sus Angry Little Girls más asiática. Aunque no mucho. El resultado, más cercano al corto animado que a una serie en sí, resulta así más comprensible: breves momentos cómicos protagonizados por niños terribles sin demasiada trama.

Arrow
Me lo estoy pasando en grande con ésta, y mira que no esperaba yo algo así. Frente a un nuevo Smallville me he encontrado con que, efectivamente, se vieron la serie del Li’l Clark y tomaron nota de lo que funcionaba y lo que no: Fuera los cinco primeros años, los tres primeros con la ingenuidad y los monster of the week por poner kriptonita hasta en los cereales; de los dos siguientes, el desastre que supuso tener a Loeb de guionista y los intentos de sacar réditos sexuales. Aquí el único personaje sexualizado es el protagonista, y ya te pueden gustar los cachocarnes porque el pobre poco más puede hacer; eso sí, la finalidad secundaria de sacarle tan desnudito al pobre es que veamos tatuajes, marcas y otros accidentes de su cuerpo. Algo en apariencia irrelevante pero que según se va descubriendo en la serie tiene a cada cual con su propia historia. De momento que van para las temporadas 6 a 10, con sus líos entre personajes, su estructura de culebrón extremo y sus escenas de acción. Incluso esto lo han mejorado en la serie nueva; las escenas de pelea en, por ejemplo, el capítulo del arresto domiciliario son mejores que las de prácticamente cualquier otra serie en emisión. Por lo demás, los otros tres tonos que toma son los de la enorme Revenge para organizar su culebronismo y el retorcido transfondo de muchos de sus personajes, mientras que nuestro héroe se distancia de los supes con una creación torturada entre el nolanismo y el Punisher que ríete tú de Walker Texas Ranger. Todo ello con algunas pequeñas gotas de ingenuidad o de naïf tan diluidas que casi hacen sentir nostalgia de ese entrañable desastre que fue The Cape. Todo ello mientras van creando un mundo en el que no hay supers, sólo héroes y antihéroes, y la marca de lo que es un villano o un vigilante se va difuminando. Todo ello mientras los guiones van construyendo cada vez más y mejor una trama. Esperemos que tuvieran algo pensado más allá de los primeros 13 capítulos porque están logrando lo inesperado: Que sea una de las más interesantes series de su semana.

Beauty and the Beast
Aquí, sin embargo, la CW ha logrado justo lo contrario. Desde el interesante entorno de la serie original con su inframundo hemos pasado a un rutinario —hasta el aburrimiento— policiaco de consultor, sólo que aquí el ayudante es indeseado y se trata de un tipo peculiar, un médico que puede bestializarse y que, en fin, tratar de definirlo es caer en el mismo ridículo detrás de la serie. Porque eso es lo que lo representa mejor, frente al papelón de Perlman en la original construyendo esa especie de deforme hombre-león, aquí tenemos a un guapo modelo con una cicatriz. En serio, incluso Beastly lograba construir una Bestia más creíble en lo que a ser rechazado por la sociedad se refiere. Y luego está el problema secundario de Kristin Kreuk, quizá la recordéis por su papelón como Lana Lang en Smallville, que aquí es protagonista y marca el nivel. No hay ningún personaje femenino más atractivo ni tampoco ningún implicado que sea mejor actor que ella. En ambos casos por lo que parece un sorprendente proceso de casting, no porque ella logre destacar de ninguna de las maneras en alguno de los dos campos. Así que imaginad el nivel. Uno de los desastres del año. Y sólo es divertido de ver a ratos.

Chicago Fire
Esperaba más de Dick Wolf — ese hombre — incluso cuando decidió hacer una serie de bomberos y lo llenó de cachocarnes; claro que debí sospecharlo cuando le dieron el puesto principal al blandito Jesse Spencer. El resultado está más cerca de Turno de guardia que de Rescue me, más aún, está más cerca de un Anatomía de Grey con bomberos que de cualquier otra presentación de bomberos. Claro que tampoco es que yo fuera a creer que fuesen a rescatar Llamaradas, así que, bueno, si quieren ver la primera serie de televisión que parece la adaptación de un calendario…

DTLA
Me duele la cabeza sólo con tratar de explicar esto. Veamos… El canal Logo, especializado en temática gay, acabó acogiendo la serie sobre un grupo de amigos, sus problemas cotidianos, su vida y amores, que parece rodada poco menos que con coste cero. Y entonces es cuando descubres que la serie utilizó el método del crowdfunding para financiar su rodaje Kickstarter mediante. Que lo mismo os interesa una serie casi amateur pero es que yo estoy muy mayor ya.

Emily Owens M.D.
Terminemos con la CW con una serie agridulce; no es el enorme desastre de Beauty and the Beast ni el acierto de Arrow, sino una serie con mejores intenciones que resultados, notablemente fallida. Las buenas intenciones de hacer una serie sobre médicos jóvenes y con un punto de ingenuidad y sueños, con un tono ligero, parecían que la alejaría del ya clásico culebrón médico o de las series de procedimiento médico y gran intensidad. El resultado, sin embargo, era algo casi más cercano a una serie juvenil de Nickelodeon que, a estas alturas, ya ha sido incluso cancelada en USA. Buen intento, mal logro.

Falcón
Cuando vean esto anunciado como una serie española recuerden que es una coproducción. Valores de producción europeos, eso sí, pero una trama bastante tirada. Claro que los libros en que se basan tampoco daban para mucho más.

Full English
¿Recuerdan ustedes ese espanto de inspiración entre Los Simpsons y Padre de familia que produjo Emilio Aragón para Tele5 hace un par de siglos? Bueno, vale, era 2001 y la serie se llamaba ¡Qué bello es sobrevivir!. Pues ahora a los británicos se les ha ocurrido hacer ¡LO MISMO! No creo que nadie pueda soportar el visionado de más de dos episodios de… esto.

Hebburn
He aquí una comedia británica cuya mejor definición es agradable. No hay mucho más que se pueda decir, no por falta de entusiasmo, claro, sino porque todo suena más o menos visto —una pareja joven regresa al pueblo de uno de ellos después de una boda sorpresa para convivir con los padres y vecinos, imaginad —, de manera que aunque los actores dan lo mejor de sí, especialmente Jason Cook, que para algo es el creador y coguionista de la serie, la sensación de que necesitaba una vuelta para sorprender está ahí. Una lástima, porque no es en absoluto una mala serie.

Hunted
Una buena serie de espías. Y de manera totalmente inesperada porque todo parece deliberadamente sencillo a primera vista: Una mujer, parte de un operativo, sufre un atentado contra su vida del que logra escapar pero que le hace sospechar que alguno de los miembros de su equipo quiere quitársela de enemedio, la búsqueda de la respuesta a quién y por qué, que incluye mucha paranoia y un cierto suceso de su infancia. Todo ello orquestado por Frank Spotnitz, conocido guionista de Expediente X. Inicialmente una coproducción de la BBC con la estadounidense Cinemax, la primera pronto se desvinculó de la serie por sus bajos resultados británicos, quedando los americanos con la intención de continuar la serie moviendo por distintos países europeos la trama. En cualquier caso, y pese a lo ligero que pueda parecer el reparto y la trama —especialmente ahora que tienen que vivir a la sombra de la siempre magníficamente desquiciada Homeland — la serie merece, por lo menos, un poco de confianza.

Jack Irish
Volvamos a lo básico con esta serie / miniserie / telefilmes que han creado en Australia (con apoyo de la alemana ZDF, así que cualquier día la vemos por aquí) alrededor del personaje del australiano por adopción Peter Temple. Ejemplos de una sólida y clásica intriga criminal con todo su peso centrado en Guy Pearce interpretando al personaje principal. Bien, sin más.

Last tango in Halifax
Es curioso lo de esta serie, no ya su retraso un par de meses sino que lo que a primera vista parecería simplemente la crónica de un reencuentro entre dos antiguos enamorados y la clásica historia en la que la familia (de él, de ella, de ambos) se interpondría antes de que el amor pudiera triunfar acaba convertida en algo diferente. Y no será porque Anne Reid y Derek Jacobi no hagan bien sus papeles. Pero parece que algún productor avispado debió de pensar que el sex… romance entre sexagenarios no interesaba, así que le pegaron unas tramas extrañas en las respectivas familias, desde una historia de suspense con posible asesinato a otra sobre un igualmente ambiguo lesbianismo, quizá buscando que cada tipo de espectador tuviera algo que le llevara a ver la serie y ,en realidad, haciéndola más ajena con cada trama que no parece tener intención ni planificación. Pero bueno, al menos la trama principal y las interpretaciones son, a su manera, interesantes.

Malibu Country
Buf. ¿Recordáis Reba ? Se trataba de una suerte de sitcom protagonizada por Reba McEntire, actriz y cantante de country, que tenía suficiente éxito como para durar 6 temporadas, hasta que su cadena, la WB, se convirtió en la CW y la nueva responsable decidió que daba igual su alta audiencia, ella buscaba jovencitas y la edad de Reba era demasiado alta. Ah, Dawn Ostroff, es que no dabas una. En cualquier caso, esto parece Reba: La venganza. Lamentablemente parece que se quería vengar de los espectadores porque es mucho menos interesante, quizá al dar entrada a su faceta como cantante de country frente a su serie anterior en la que era clase trabajadora. La nueva serie, centrada en una mujer que trata de reconstruir su vida tras un divorcio desastroso, tiene además demasiados toques dramáticos y muchas actuaciones estereotipadas en las que sólo consigue evitar el naufragio, pese a su lamentable papel y una apariencia realmente extraña como la madre sarcástica y porrera de la protagonista, la siempre enorme Lily Tomlin.

Me And Mrs. Jones
Otro programa agradable. Sarah Alexander (Coupling) es una madre superviviente. A sus tres hijos, a su divorcio y a su trabajo… Pero ahora parece, además, el objetivo de los hombres: desde un pomposo padre de una de las compañeras de sus dos pequeñas hijas hasta su propio exmarido —quizá más celoso de ella de lo que debiera—. Y, por si no fuera suficientemente problemático, resulta que su hijo mayor —fruto de un embarazo adolescente con otro señor completamente distinto— viene de vuelta de un viaje para encontrarse y lo hace acompañado por un amigo que hizo durante su ruta, nada menos que un Robert Sheehan absolutamente encantador y maduro en lo que parece el negativo social de su personaje de Misfits. Así que si no pide mucho más a una serie que contiene algo de humor y bastante de romance, quizá le interese ponerse con esto.

Mockingbird Lane
Bueno, aunque no sea una serie es un piloto, ¿no? De hecho, resulta interesante lo que esto pueda ser o no ser. Casi tanto como la idea —brillante, sin lugar a dudas— de la NBC de gastarse una enorme suma de dinero en algo para no pasar del piloto. Un movimiento muy propio de la cadena, por otro lado. En cualquier caso los que se preguntaran por el cambio de nombre de La familia Monster a este Mockingbird Lane sepan que existe un motivo más que razonable: Bryan Fuller —que tanto ha hecho por la televisión con sus series Pushing Daisies, Dead Like Me o la mitad de Wonderfall— logra aquí un giro diferente, tanto que estamos más cerca de una Familia Addams que de Los Monsters, porque la sátira a partir de la idea de los monstruos que intentan encajar en nuestro mundo está en constante lucha con la idea tan Addams del orgullo de la diferencia. Algo que de manera secundaria representaba el Abuelo en la vieja serie y que aquí un enormísimo Eddie Izzard lleva al plano principal, junto con el cambio de registro estético vampírico al mostrarse hilarantemente más cercano al Gary Oldman de Coppola que al Lugosi de Browning. Y mientras la habitualmente despampanante Portia De Rossi está aquí a la vez hermosa pero contenida, el habitualmente desastroso Jerry O’Connell logra hacer creible la reinvención de Herman Munster, que podría vivir sin problemas en la sociedad. Toda esta dinámica nueva, esta revisión de personajes y este intento de mostrar una nueva sensibilidad se queda, sin embargo, en tierra de nadie. Una lástima.

Nashville
Ésta es complicada. Probablemente una de las mejores nuevas series del año y, a la vez, llena de pequeños detalles que la hacen difícil de soportar. De entrada, el situar la acción en la doble vertiente de la ciudad como centro de música y centro político podría dar una idea de por dónde van los tiros; el problema es que la parte principal se la lleva la intriga musical que, francamente, me interesa bastante poco. El country o country pop que aquí se gastan y que ocupa parte del metraje semanal logra, en el mejor de los casos, que tarde un rato antes de darle al FFW, cuando no que me lo salte del todo. Las luchas de divas tampoco parecen muy apetecibles desde el momento en que la pobre Hayden Panettiere hace un papelón como una mezcla de Taylor Swift y Miley Cyrus que destaca por una interpretación tan lamentable que uno sólo puede suponer que es parte del papel que le toca interpretar, mientras que Connie Britton —estupendísima como ella siempre está— sólo logra hacer medio-tragable su papel como reina del country que inicia su decadencia. Por suerte tiene unos secundarios magníficos entre los que destaca, sin duda, J. D. Souther como el productor y creador de canciones Witty White. Es difícil recomendar esta serie sin suponer que a la mayor parte de los que la vean no les va a pasar lo mismo, dándoles un poco lo mismo lo que en ella pasa. Pero no puedo dejar de hacerlo.

Primeval: New World
¡Canadienses! ¡Haciendo una versión de una serie inglesa! ¡Y logrando un resultado… estadounidense! Si habéis visto Primeval —que tiene título a la española, espera que lo busco… Invasión jurásica o Mundo primitivo, tacatá — posiblemente os preguntéis a qué me refiero. Pues bien, se trata de una versión más orientada a la acción sin mucha complicación y menos a los personajes, casi como si la hubiera desarrollado el canal SyFy. Ni más, ni menos.

The Secret Of Crickley Hall
Una encantadora historia de fantasmas y dos líneas temporales con la consiguiente aparición de elementos de época que parece inevitable en una serie británica. Adaptación de uno de los últimos libros de James Herbert, lo que le da un sabor a serie clásica, tanto en planificación como en temas, de modo que aunque no ofrezca ninguna novedad real sí que merece el buen rato que se pasa con ella en su cómoda y familiar compañía.

Secret State
Otra buena, sólida, interesante serie que podría haber sido más. Y mira que Gabriel Byrne lo da todo por su papel como segundo del Primer Ministro británico, que se encuentra entre las manos con la gestión de una explosión en una plataforma petrolera estadounidense en el Mar del Norte que ha causado graves daños a pueblos y personas ingleses; una situación complicada cuando los poderes fácticos y ominosos empiezan hacer de las suyas para evitar que la verdad salga a la luz o que se tomen medidas y represalias. Lamentablemente este comienzo, cercano a grandes clásicos como State of Play o Edge of Darkness, cae en ciertas repeticiones y lugares quizá no comunes pero sí ya transitados haciendo que lo que podría haber sido grandioso se quede solo en magnífico.

See Dad Run
Explicar quién es Scott Baio, su comienzo en Happy Days, su propio spin-off, su serie propia en Charles in Charge, que terminara como secundario en las dos primeras temporadas de Diagnóstico asesinato … Por lo menos éste no le echa la culpa de todo a ser republicano. En cualquier caso, la serie que nos presenta ahora para el canal Nickelodeon trata de un actor que se ha hecho famoso interpretando durante una década al padre ideal, una comedia amable televisiva, y que ahora ha decidido cerrar la serie para dejar que su mujer —actriz de culebrones— vuelva a su trabajo mientras él cuida a los niños. Creo que el resto de lo sucedido os lo podéis imaginar desde 1973. El padre-diva tiene que adaptarse a no ser el centro de atención y a vivir una vida no televisiva que, además, le demuestra lo complicado —a nivel Nickelodeon, claro— que es ser padre. Una historia vieja que quizá hubiera podido funcionar en, ahm, no sé… ¿una sitcom más canalla en la FOX con Bob Saget? En fin, al menos no es un drama.

Some Girls
Hablando de lo cuál: La vida de unas cuantas muchachuelas británicas, sus problemas, sus líos, sus amores. Si yo estuviera más lejos del público al que va dirigido esta serie posiblemente sería un dinosaurio nazi pirata. De verdad que me gustaría destacar algo, pero no he encontrado en guión ni actuaciones nada más reseñable que un intento tan obvio por ser étnicamente variados, lo que incluye a una chica —supongo— en burka.

The Strange Calls
Una serie con más buenas intenciones que grandes logros y, sin embargo, la potencialidad de acabar siendo de culto. Un vejete especializado en sucesos extraños, un policía con mucha paciencia y todo tipo de peripecias paranormales. Todo ello con un sentido del humor al borde de lo socarrón en esta peculiar serie australiana que se mueve en lo que su estrecho presupuesto le permite por los límites de las ficciones de Edgar Wright o de Gravity Fall. ¿Cómo no apreciar este esfuerzo del bajo presupuesto?

Switch
Son jóvenes, son brujas… pero me temo que no son Jóvenes y brujas. Como esto es una serie inglesa la parte fantástica queda supeditada a la construcción e indagación en los personajes, mucha muestra de relaciones no desde el culebrón —aunque algo haya— sino desde un cierto aspecto psicológico bastante más… ahm… aburrido. Imaginad Embrujadas menos orientada a la acción o la recordada Hex, reconvertida en una suerte de Degrassi; pues eso es lo que tenéis aquí.

Underemployed
Jóvenes preparados que trabajan muy por debajo de sus posibilidades, una realidad que la MTv trata de convertir en una serie que, por sus signos externos, podría tratar de ser una comedia. Cabe incluso plantearse que como respuesta al —jamás entenderé— éxito de Workaholics en Comedy Central y, como en ésa, el teórico humor tampoco acaba de llegar. Un desastre.

Wedding Band
Otro actor desaparecido, Brian Austin Green, reaparece en esta sitcom sobre una banda de bodas que parece reunir ideas de Party Down uniéndolas con The wedding singer para lograr un más de lo mismo de sitcom sobre grupo de música con gags que ya parecían viejos cuando los usaban en The Monkees. Que habrá a quien le guste.

Wizards vs. Aliens
Pues… ¿Qué hace falta explicar? Serie británica para niños con un grupo de chavales que son magos en secreto tratando de evitar la llegada de unos malvados alienígenas que se nutren de la magia y… esas cosas… Muy poco memorable.

The Work Experience
Terminamos el repaso con esto. Y digo esto porque pese a tener una parte de ficción importante lo que tenemos es, fundamentalmente, a una panda de hijos de puta. Es duro juzgar un trabajo de ficción desde un punto de vista moral de manera que no lo haré: La serie en sí es la mezcla de una serie sobre lugar de trabajo, una oficina de relaciones públicas orientada al mundo de la moda, historias pasables y no muy distinto de casi ninguna comedia aleatoria de oficina. A eso se añade, además, el concepto en sí. Dentro de esta empresa ficticia y chalada meten durante la semana que dura la grabación a dos becarios que no están al tanto en una suerte de cámara oculta de larga duración. El puteo a estos becarios ocupa buena parte de los capítulos, a costa de acortar su trama. Cierto es, eso sí, que al acabar la semana les dan una recompensa monetaria razonable y les facilitan un mes de prueba como internos en otras agencias de relaciones públicas, pero no deja de haber una idea subyacente de que en estos momento la gente está tan desesperada por conseguir un trabajo que se les puede humillar sin mayores problemas. En eso se han centrado la mayor parte de críticas al producto, quizá porque la mediocridad general de la serie no daba para mucha más discusión.

Terminamos con esto los dos últimos meses, aunque no el año. Imagino que al final de diciembre aún se podrá hablar de algunos de los estrenos —británicos en su mayoría, de nuevo— que quedan para completar el año. Aunque la verdad es que ya estoy con un ojo puesto en el año nuevo porque éste parece bastante condenado. Y menos mal que tuvimos un buen verano.


Informativismos españoles continuacionales contemporaneos

Como vimos la semana pasada, el uso y abuso de los informativos televisivos convirtió lo que se emitía en algo complicado de aceptar sin más.

Pero antes de volver a los Telediarios y todas las risas que nos permiten, debo aprovechar para recordar que no fueron los únicos programas puramente informativos desde un punto de vista periodístico —esto es, dejando de lado los documentales de finalidad educativa—. Empecemos por uno de los más importantes, creado aprovechando el cambio de aires que Adolfo Suárez permitió antes de partir llamado por los mayores poderes.

Se trata de Informe Semanal, imit… afortunada versión del 60 Minutos estadounidense, creado por Pedro Erquicia con el formato de cuatro reportajes que ha sido el más habitual (aunque cuando llegó a la dirección Jorge Martínez Reverte pasó a incluir una entrevista) hasta el momento. En estos momentos es uno de los más prestigiosos programas informativos de la televisión española, ganador de numerosos premios aunque, se podría criticar, más ocupado en constatar la historia como un notario que en buscar la verdad como un periodista. Pero claro, no es fácil lograr aguantar 40 años en antena.

El siguiente programa en llegar lo hizo a la francesa: La Clave de Jose Luis Balbín, que comenzaría a emitirse en el segundo canal en el 76, siguiendo un esquema francés, con un tema para la discusión, una película alusiva y un debate posterior. Era, por tanto, un programa extenso pues entre la breve introducción, película y debate posterior tendían a ocuparse un mínimo de cuatro horas. Todo ello con la presencia entre los comentaristas de relevantes periodistas, intelectuales y expertos en lo que sería un inicio del tertulianismo televisivo. Aunque aún fuera de gran nivel, como demostraría el paso por el programa de invitados como Olof Palme, Severo Ochoa o Bernard-Henri Lévy y el que entre los temas tratados hubiera algunos tan delicados como el aborto o la legalización del Partido Comunista.

Con algunos problemas —el programa fue tan polémico que en un principio pareció destinado a tener sólo una temporada; en los años 80 se pensó en emitirlo en diferido abriendo la posibilidad de editarlo, lo que causó un parón al encontrarlo inaceptable los responsables; además, claro, de las alteraciones propias de la emisión de distintos eventos deportivos— avanzó La Clave como gran referente no tanto crítico como reflexivo, permitiendo la aparición de una gran variedad de temas y que un espectador interesado pudiera encontrar argumentos variados y fundamentados.

Lo que acabaría pudiendo con el programa sería, irónicamente, el paso a la democracia. Tras la llegada como Director General con los socialistas de Jose María Calviño, el nombramiento de Jose Luís Balbín como jefe de informativos parecía dificultar su participación en el programa, pero logró compatibilizarlo gracias a, por ejemplo, que no llegara al año en el puesto. Su salida de informativos fue sólo sólo el primer capítulo de las desavenencias entre Balbín y Calviño que harían crecer los enfrentamientos por los temas e invitados del programa. El gobierno aprovechó para suprimirlo el 23 de Diciembre de 1985 aduciendo la bajada de audiencias. Sí, en serio, sólo dos canales, ambos controlados por el gobierno y tuvieron el cuajo de usar esa excusa. Balbín declaró que se habían convertido en un programa incómodo y que el 86 era el año de votar sobre la OTAN, tema este que le habían vetado en su programa.

El último programa previsto, sobre La Movida madrileña, nunca llegó a emitirse, aunque eso no significó que no hubiera un cierre de gala: Balbín, colaboradores del programa, periodistas y tertulianos se reunieron en el Hotel Palace para realizar una última tertulia sobre la situación del Ente, la falta de libertad en RTVE y la tiránica actitud del gobierno.

Como muchos otros profesionales desencantados con el gobierno socialista y enfrentados a éste, Balbín acabaría moviéndose a posiciones más de derechas, encontrando acomodo en el grupo Antena 3, centrado entonces en la radio. La llegada de las privadas serviría para que en 1990 regresara el espacio a esta cadena. Allí se emitiría de nuevo, recuperando el espíritu —ahora más escorado— hasta el Antenatresazo de 1992, que daría para columna incluso sólo en su sección de televisión. Pero es que el día que haga el post sobre la adjudicación de licencias y los movimientos posteriores me tengo que tomar luego unas vacaciones. En cualquier caso, esto supuso el desmantelamiento de la marca, pasando la televisión a depender de un grupo liderado por Antonio Asensio que iría arrinconando al programa de Balbín hasta sacarlo de la programación en 1993. Pese a lo cuál no se le ocurrió entrar en Moncloa con una recortada —o, si lo intentó, nunca nos enteramos—.

Pero, volviendo a 1986, el gobierno decidió impulsar otros dos programas de información. En primer lugar el espacio Punto y Aparte, que empezó como una sección interna del telediario de la noche; de él se encargaba Manuel Campo Vidal, pese a que acababa de ser enviado al mediodía —no hagan que tenga que recordarles lo de la semana pasada— para ser convertido en un programa independiente en 1986. En ambos casos se trataba de una entrevista de un cuarto de hora que permitía abordar con profundidad un tema de actualidad.

Para 1987, y tras el mareo de turno de profesionales en TVE, Campo Vidal pasa a hacer su Punto y Aparte en el Hora 25 de la SER, dentro de los cambios que el nuevo director, Julio César Iglesias, incorpora al espacio. Punto y aparte acabaría siendo un programa propio de la emisora hasta que en 1989 le pidieron que regresara a TVE para realizar un informativo diferente, con una entrevista, una tertulia y varias piezas que trataban de buscar un nuevo punto de vista.

Dentro del programa se procuraron tratar todos los temas, incluido el de la manipulación informativa en televisión, en el que media docena de profesionales españoles discutieron sobre los problemas de la manipulación informativa… en Italia. Porque este es un país de tradiciones, señores, y si queremos hablar de lo de aquí nos conviene fingir que estamos hablando de algún otro lugar.

Siguiendo con la forma habitual de manejar la cadena, este programa tampoco duraría mucho y, tras concluir la temporada con una entrevista a Carlos Solchaga, se cerró sin que el entonces jefe, Ramón Colom, decidiera volver a contar con Campo Vidal para la siguiente temporada, siendo así reemplazado por el magazine Un día es un día de Angel Casas.

En 1986 otro programa informativo se estrenó, esta vez con más éxito: Documentos TV, fundado por Miguel Veyrat y que en 1990 pasaría a ser dirigido y presentado por Pedro Erquicia hasta su salida por jubilación en 2008. El programa es, en realidad, un contenedor de reportajes documentales, mayoritariamente de contenido extranjero, de manera que el ocasional documental español — generalmente producción propia del canal — no escuece tanto como para eliminarlo.

Para aquellos que suponen que la competencia es buena siempre, ya estamos en ese punto en que aparecieron las cadenas privadas. Permitiendo una mayor y más profunda cantidad de programas que ofrecieran una programación informativa de calid… PPPFFFF… JA JA JA JA JA. No, n-no puedo.

La llegada de las privadas, de las que hablaré algún día en que haya perfeccionado mi zen, supuso en realidad que en los informativos de TVE las cosas se ataran incluso más en corto, que los profesionales rebotados tuvieran un lugar al que ir y, sobre todo, que descubriéramos en la nueva década que se podía hacer televisión como si aún fueran los 50 —aunque estoy dispuesto a afirmar que en España esta frase se puede aplicar en casi cada una de las década siguientes—.

Y si esto es 1989, en 1990 el puesto de director de turno de TVE, un puesto con más movimiento que el de secretaria de Murphy Brown, fue para Alfonso Cortés Cavanillas, que sería cambiado por Ramón Colom tras la salida de Luis Solana como director general de RTVE y su sustitución por Jordi García Candau, lo que llevó, además, a una nueva Jefa de Informativos: María Antonia Iglesias. Con ellos llegó por fin una cierta estabilidad, hasta la victoria del PP en 1996, al centrarse todos en la competencia. No en ser competentes, claro, sino en que el público cautivo no se fuera ahora a la competencia.

En el Telediario hubo cambios, como siempre, empezando por la marcha de Luis Mariñas a Tele 5, pero se incluyeron en la remodelación los informativos de la segunda cadena, que pasan a tener más emisiones que la de madrugada, y que sirven para destacar a un joven profesional que viene de la sección de deportes.
El primer paso en TVE fue confiar en Pedro Piqueras para que presentara junto a Elena Sánchez el Telediario de mediodía, mientras Hermida se queda el de la madrugada. La sorpresa estuvo en el de noche, que permite por una vez que Rosa María Mateo tuviera un horario normal. Duró poco, claro, porque a Hermida no le aguantaron tres meses las ganas de estar en la madrugada y desplazó a un ridículo puesto sin puesto a Mateo. El puesto de Hermida era rellenado por Antonio Martín Benítez, presentador del telediario nocturno de La 2, llamado Noticias 2.

Si ustedes creen que esto es divertido sepan que Hermida tampoco aguantó demasiado, porque en 1991 decidió largarse a Antena 3, de modo que ooootra vez mueven a los personajes. Empezando por una de las presentadoras de los fines de semana, no la joven Ana Blanco, que había entrado a cubrir el hueco que dejó vacío Mari Pau Domínguez al dimitir, sino la otra presentadora, Francine Gálvez a la que la prensa de derechas venía ridiculizando por no hablar español correctamente —en realidad, por su tendencia a trabucarse al más puro estilo Rosa Conde y tropezarse con el teleprompter, pero la expresión no hablar correctamente español, que era la que usaban suena más… ajena. Y no le pidieron la partida de nacimiento porque no se les ocurrió—. Así que en su lugar decidieron mandar a… efectivamente, Rosa María Mateo. Lo que significa que el puesto de Hermida había quedado vacío. Como habían decidido prescindir del presentador del Telediario de Madrugada en favor, de nuevo, del presentador de Noticias 2, el puesto al frente del Telediario 2 fue para Josep María Balcells, que también se ocupaba del nuevo programa de debate conocido como… ahm… A debate.

Aún no terminaría el baile porque para el siguiente año los que se irían a las privadas serían Olga Viza y, esto os pillará por sorpresa, Rosa María Mateo.
Lo que llevó a una nueva restructuración: Benítez volvió brevemente antes de dar paso a Pedro Altares, Pedro Piqueras pasó a poner de presentador del mediodía a Ramón Pellicer. La salida de Mateo sirvió para que en el fin de semana entraran Fernando G. Delgado y María Escario y, de paso, llevar a su compañera, Ana Blanco, a las noches. Ahí no estaría sola, ya que el antiguo presentador de la madrugada lograba el puesto de presentador del telediario nocturno. Su nombre era, por supuesto, Matías Prats, hijo.

Los datos de audiencia se duplicarían, lo suficiente como para que decidieran hacer un cambio de presentadores. Pellicer a la noche y el dúo PratsBlanco al mediodía. De modo que así —bueno, Eduardo Sotillos sustituyó a Altares— se llegó hasta la victoria del PP en 1996.

Un buen momento, por tanto, para regresar al pasado y ver lo que las privadas hicieron al empezar su turno.

Durante sus primeros años hicieron esa televisión como de los años 50: en Tele5 tiraron por las tetas y se olvidaron de los informativos mientras que en Antena3 optaron por adaptar lo que hacían en la radio a la televisión. De ahí ideas locas como filmar una tertulia en un bar llamada Café, copa y puro u otra, en una auténtica locura de imaginación, titulada La Tertulia, presentada por Miguel Ángel García Juez con la colaboración como contertulios de Luis Ángel de la Viuda, Luis Carandell y Carlos Pumares; pero claro, estamos hablando del canal que según se abrió puso en marcha el late J.M. con Juanjo Menéndez.

También estuvo la creación de la serie de programas especiales La picota, en la que Manuel Marlasca intentaba hacer una suerte de especiales de investigación, o algo así. Al fin y al cabo estamos hablando de un canal que empezó su andadura diciendo que si había algún fallo por el que el canal no se podía ver en partes de España era culpa del gobierno socialista.

El primer periodista en aparecer para dar las noticias pudo ser también el que más impactaría: Jose María Carrascal. Pronto empezarían a adaptarse; Carrascal pasaría a las madrugadas, Luis Herrero presentaría al mediodía acompañado por Miriam Romero y un comentario político de Federico Jiménez Losantos. Esmeralda Velasco se ocuparía del informativo de la noche hasta su cambio por Fernando González Urbaneja y Vicente Mateos los fines de semana.

Claro que con el antenatresazo esto tampoco duró demasiado. La llegada de Asensio trajo una serie de cambios, empezando por la salida de los antiguos —con la excepción de Carrascal — y la llegada de reconocidos profesionales como Manuel Campo Vidal como nuevo presidente de la cadena. A partir de ahí llegaría el tránsito de periodistas de TVE: Olga Viza, Rosa María Mateo y, en 1993, Pedro Piqueras. También de profesionales de otros medios como Roberto Arce, José Antonio Gavira, María Rey, Marta Robles o Carlos García Hirschfeld, que acabaría inaugurando en 1995 un informativo matinal. Tras ese primer bache aquí todo estuvo muy tranquilo hasta la llegada del PP al poder.

Por su parte Tele5 apostó, Luis Mariñas mediante, por un solo telediario a media noche. Un formato corto pero con mucha firma en la que gente destacada en un campo concreto analizara las noticias. La presentación quedaba, aparentemente, en una tierra de nadie entre Mariñas —en las noticias serias— y Andrés Aberasturi. Fue todo un éxito que acabó por derrotar al telediario de madrugada de TVE, no digamos ya al de Carrascal.

Esto derivó en la llegada de nuevos informativos a mediodía y por la noche, como en el resto de cadenas. Mariñas se ocupaba también de presentar el del mediodía, Julio Fernández el de la nocturna, entre ambos seguían con Entre hoy y mañana y los fines de semana eran para Felipe Mellizo. Sobre estas bases irían evolucionando los espacios ahora conocidos como Las Noticias, incorporando secciones como los minidebates entre Miguel Ángel Aguilar y Luis Herrero, que seguían el esquema del americano Punto / Contrapunto, al que aquí se llamó Cruz y Raya —quienes, por otro lado, trabajaban en Tutti Frutti, así que todo quedaba en casa—. Posteriormente pasarían a ser sustituidos por Federico Jiménez Losantos y Carlos Carnicero y el nombre por Fuego cruzado. Aunque también aquí la llegada del PP al poder crearía algunos cambios en los presentadores.

Pero no voy a aburriros más. Obviamente el baile de presentadores siguió en todas las cadenas, más aún ahora que podían irse de una a otra sin mayores problemas que la conmoción creada, como en el caso de la marcha de Matías Prats, hijo, un hombre que había hecho de todo en todo tipo de programas de RTVE, a Antena 3 en 1998. Así que fijémonos en los espacios externos y ya habrá tiempo de volver para hacer un pequeño cierre al respecto de los noticieros.

Como decía, hubo informativos en todas las cadenas y pronto también distintos intentos de programas de información semanal, con mucho reportaje, como por ejemplo A toda página (1994) o Espejo público (1996) en Antena 3 o la semana que viene en Tele5 (1998). Generalmente son programas que cumplen una de estas dos premisas: O se hacen amarillistas centrándose en el famoseo y los sucesos, siguiendo el ejemplo de Gente (1995) de TVE, o desaparecen. En algunos casos, como Espejo público, se pueden lograr ambos, con el paso de informativo semanal a magazine mañanero presentado por la ex-compañera de Prats en el informativo nocturno de Antena 3, Susanna Griso.

Por otro lado hay pequeños intentos de programas de análisis de la actualidad como Los desayunos de TVE (1995) o La mirada crítica (1998) en Tele5, cuya cara más emblemática fue la de Vicente Vallés, que reúnen la idea de informativo y tertulia, desgajándose de sus respectivos informativos de mañana para ofrecer otro enfoque, algo que los iría acercando al enfoque de tertulia- magazine, como demuestra que el programa de Tele5 acabara siendo presentado por Maria Teresa Campos, y cancelado, en 2009.

Otro fenómeno que surge es el del informativo cercano, principalmente en las televisiones autonómicas. Muchas veces tomando como referente Madrid Directo (1993) y su mezcla de pequeñas noticias, reivindicaciones y color local, aunque a la vez que iban surgiendo por el resto de España —*Andalucía Directo* en 1998, por ejemplo— se iba notando la tendencia a limitar la información cercana a mayores dosis de pintoresquismos y sucesos.

De hecho, los programas de reportajes como En portada (2002) parecerán limitarse a cubrir el exceso de producción sin que a la gente le interese o importe en exceso lo que allí se diga.

Ese fue otro de los logros de la multiplicación de cadenas. La relevancia que daba tener sólo una fuente de información se fue diluyendo —no digamos ya con la popularización de Internet— hasta el punto de que ya parece que los diferentes informativos y a sus presentadores ya sólo los conocen en la Familia Real. Si a esa multiplicación se añaden los añadidos de Cuatro y La Sexta así como los de la TDT y los —pocos ya— canales externos, tenemos un impacto mucho menos importante que cuando sólo había un Telediario Noche.

El descrédito de la información televisiva quizá sea a lo que se pueda achacar las malas audiencias y posteriores cierres de intentos tan interesantes como el de CNN+ (1999 – 2010) o las muchas vueltas del canal 24 horas, que lanzó en 1997 TVE durante las famosas Guerras de los satélites —de las que, de nuevo, hablaremos otro día.

Esa caída del interés por la información explica también que los intentos de nuevos programas sean menos como Reporteros Cuatro (2010) y más como 21 días (2009) o Callejeros (2005), que buscan más un impacto ofreciendo entretenimiento desde la información que una información real. Pero es que ese parece el estado real de la televisión en España.

De entrada porque muchas veces se vende la confusión de que las tertulias son informativos. Y no, claro. Poner a mucha gente junta a hablar, o a gritar, no tiene rigor alguno. Especialmente cuando se cuenta con la misma gente para todo, nadie vigila los datos que se dan y, desde luego, se consideran más importante los puntos de vista que los hechos demostrables. Pero este griterío siempre ha gustado en España, ya fuera en formato Moros y cristianos (1997 – 2001) o buscara una apariencia más seria como 59 segundos (2004 – 2012).

En segundo lugar, por esa misma sensación de seriedad y credibilidad que da el estar haciendo un espacio informativo o con pretensiones de informar se suele fingir que lo que prima en un programa de otro tipo es la información sobre el espectáculo, de la misma manera que al hacer las salchichas a uno le pueden intentar vender que son de ternera aunque dentro le estén metiendo burro. El uso extenso del burro disfrazado en magazines y programas de sucesos —si es que aún podemos separarlos gracias a las secciones de consejos para los espectadores e intermedios gastronómicos de los primeros— ha servido también para estragar el gusto del espectador, que ya sólo reconoce los sabores más fuertes de la información. Si Susanna Griso tiene que montar un espectáculo en torno a unos pocos niños muertos para lograr ganarle la audiencia a Ana Rosa Quintana, ahí estarán ellos, peleando incluso por la participación de los familiares de los fallecidos.

Todo esto acabó repercutiendo, claro, en los propios informativos. Así, bien por presiones políticas o por el lamentable estado en que se encuentran, tuvimos que ver cosas como que el presentador del telediario nocturno en 2003, Alfredo Urdaci, fuera condenado a leer una rectificación, o la sobreabundancia de youtubes en los telediarios de la actualidad. Incluso provocando que profesionales respetados en otro tiempo como Pedro Piqueras parezcan ahora sufrir de algún tipo de interna agonía y ansia de tremendismo.

Yo sugiero siempre que cuando alguien vea un informativo televisivo tenga no ya una mente crítica y despierta con lo que está viendo, que eso siempre, sino que se haga directamente una tarjeta de bingo.

Pónganse en ella las definiciones de lo que puede verse en la actualidad en un informativo televisivo: Sucesos, Alarmismo, Corazón, Sectarismo, Tetas, YouTubes… Por lo menos así existe la posibilidad de que alguno de sus espectadores salga ganando algo con su visionado.

O quizá es sólo el pesimismo de ver la evolución de los informativos en España. Pero es que así están las cosas…


Recontando información televisiva española

En realidad trazar la evolución de la información en España está lejos de ser algo complicado. Sobre todo si tenemos en cuenta que desde 1956 hasta el 88 sólo dos cadenas emitían para toda España.

Hasta el 31 de diciembre de 1982 no empezó a emitir el primer canal autonómico, ETB. Al año siguiente TV3 se unió y a partir de ahí TVG (1985), Canal Nou, Canal Sur y Telemadrid (1989), las cinco cadenas que crearían la FORTA ( Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos ) y colaborarían durante una década. En 1999 comenzó a emitir la televisión canaria. Desde entonces hasta este mismo año con el lanzamiento de la Televisión Navarra se pondrían en circulación 11 canales autonómicos más.

Pero volvamos a la información. TVE, como hemos dicho en más ocasiones, empezó a emitir en el año 1956. Si alguien se pregunta por qué había 600 televisores en España antes de que comenzaran las emisiones regulares tal vez debería preguntarse cómo se logran siempre los avances. Claro que no hay mucho grabado porque hasta 1963 todo se emitía en directo —sí, ya, bueno—. Hasta el ’66 no llegaría la segunda cadena, en el 69 empezarían las emisiones en color, que serían las habituales desde 1973. Hasta 1988 no empezaría a emitirse programación matinal y, antes de eso, entre semana se iniciaba la transmisión a la una de la tarde y terminaba a las doce y media de la noche. Y eso la primera, la segunda no empezaría a emitir hasta casi las siete de la tarde. Si quieres ver llorar a los niños no tienes más que contarles estas cosas.

Durante todos esos años la información se limitaba al telediario de las 3 (el más largo), luego a las ocho y media y finalmente uno a las doce en ambas cadenas. En un principio, durante la etapa de Paseo de la Habana, los presentadores eran poco menos que bustos parlantes leyendo el parte, algo que cambiaría cuando Manuel Fraga llega al Ministerio de Información y Turismo en 1964 para modernizar la nación, incluida su televisión.

La apertura de los estudios de Prado del Rey, el nombramiento de un nuevo director de la cadena — Jesús Aparicio-Bernal Sánchez — y, por primera vez, de un responsable de informativos —*Ángel Marrero*, que desde el 57 venía siendo co-director del Telediario junto a José de las Casas— eran parte de un intento de renovar y dar más soltura al formato incorporando en la plantilla a Maruja Callaved, Pedro Macía, Santiago Vázquez o Rosa María Mateo, entre otros, o abriendo corresponsalías como la que ocupó en Nueva York desde finales de los sesenta y durante una década Jesus Hermida.

Todo esto continuaría con el apoyo del que sería nuevo Director General del canal tras la salida de Aparicio-Bernal en 1969. Al menos hasta que en 1973 decidiera irse él también en busca de otras responsabilidades. Antes de su partida le dio tiempo de supervisar la puesta en marcha de un nuevo programa: Informe semanal. Sus siguientes apariciones en el Telediario serían ya como protagonista de las informaciones. Se llamaba Adolfo Suárez.

Su llegada al gobierno tras la muerte del dictador trajo también a un nuevo Director General, Rafael Ansón —sí, es el hermano—, que de inmediato trató de dar una apariencia nueva a la programación de informativos renovando a los presentadores, que pasarían a ser Ladislao Azcona, Eduardo Sotillos y Pedro Macía, con apoyos como Nieves Romer o Ricardo Fernández Deu. Al mismo tiempo la segunda cadena vería una mayor libertad aún para su telediario de la mano de Miguel Ángel Gozalo.

En 1977 se produce una completa y compleja remodelación que incluye el cambio de la denominación Organismo Autónomo y, en consecuencia, un nuevo director: Fernando Arias-Salgado — sí, también el hermano—. Un movimiento de maquillaje realizado con la tradicional sutileza española que causó, por ejemplo, la presentación de una dimisión en bloque de los presentadores y responsables de informativos en 1978 por entender que se estaba intentando limitar su labor. Fueron unos años convulsos que tuvieron como parte buena una mayor rotación ante las cámaras, permitiendo que se incorporara gente como Adela Cantalapiedra o Cristina García Ramos a la vez que se le da más presencia a otros como Matias Prats o Rosa María Mateo. Sin embargo, la manipulación por parte del gobierno seguía ahí, como comprobó Pedro Macía, en ese momento director del telediario de mediodía, que se vio despedido tras un rifirrafe con Arias-Salgado sobre la información de una huelga de RENFE.

En 1981 la llegada al gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo vino con un nuevo cambio de denominación, se iban las caretas y el Organismo Autónomo pasaría a ser Ente Público, denominación que mantendría hasta 2007. No sería la única novedad; la llegada de Fernando Castedo supondría una enorme cantidad de cambios, empezando por la contratación de un nuevo Director de Informativos que decidiría, además, ser el presentador del Telediario nocturno: Iñaki Gabilondo. Pedro Macía volvería a dirigir durante un mes el telediario de mediodía, ahora con el nombre de Crónica 3, para ser sustituido a su marcha por Jesús Hermida y Rosa María Mateo. En cuanto al telediario de madrugada, ahora Al cierre, se encargarían de él Joaquín Arozamena y Victoria Prego; además, se buscaría una mayor cohesión entre los tres creando equipos de redacción por temas en los que intervendrían nuevos profesionales como Luis Mariñas o Baltasar Magro. Sin embargo Gabilondo tendría problemas por su manera de informar sobre el paro, lo que terminaría con su destitución.

Poco después sería el propio Castedo el sustituido, esta vez por Carlos Robles Piquer —eso es, directamente él. Aunque podemos seguir con el tema familiar recordando que además de exministro franquista era cuñado de Fraga— y ya en 1982 por Eugenio Nasarre —sin relación de parentesco con Eva—, lo que provocó, sin duda para vuestra sorpresa, todo tipo de enfrentamientos con sus propios periodistas —con cartas públicas firmadas entre otros por Mateos, Mariñas o Magro y la salida de Hermida como presentador— y bronca continua con el PSOE y el PCE por la intoxicación informativa. Y ya os voy avisando de que este tipo de acusaciones no pararían nunca de salir de la oposición, generalmente con razón.

Como demostración más palpable de esto, la llegada del PSOE al poder el año siguiente supuso el nombramiento como director de La Casa de Jose María Calviño, quien colocó a José Luis Balbín como jefe de informativos. El siguiente baile de nombres llevó a dirigir los telediarios a Asunción Valdés, Luis Mariñas —con Secundino González de ayudante y ocasional sustituto— y Pablo Sebastián en el Telediario 3 junto a Rosa María Artal que pasa a ser realizado por Jose María Fraguas, “Pirracas —cómo os lo diría yo… Sí, el hermano— . Delante de la pantalla se barajan los puestos y aparecen un par de nuevas caras como Baltasar Magro o Manuel Campo Vidal. El mandato de Balbín —que llevaba desde 1973 en TVE al mando de un programa mítico del hablaremos más adelante— fue como de costumbre breve: en cosa de un año, a la primera bronca por el poco cambio respecto a los anteriores informativos, Balbín se va de regreso a su programa y entra Ángel Vázquez a darle un repaso a la plantilla que termina con cambios otra vez en todos los telediarios. Aún a Asunción Valdés le da tiempo de dimitir, pero a Sebastián y Rosa María Artal se los sacuden sin más. Campo Vidal pasa al telediario nocturno mientras por la mañana prueban primero con Pepe Navarro y después con Paco Montesdeoca. Pero no acabarían aquí los cambios porque al año siguiente, en 1984, Mariñas fue despedido. A Mariñas le seguirían Rosa María Mateo y Arozamena, todos defenestrados por la maquinaria de TVE, convertida en una trituradora a manos del poder que debería haber hecho saltar algunas señales de advertencia. Los intentos de independencia que la cadena había estado teniendo desde mediados de los años setenta molestaban ahora a los democráticos nuevos jefes y los nombres de directivos, directores, productores y presentadores iban saltando con rapidez como palomitas en sartén.

En 1985 sale Vázquez y entra en su lugar Enric Sopena, que trae con él a jóvenes profesionales: Ángeles Caso, Concha García Campoy y Carlos Herrera. Les agrupa con otros periodistas de plantilla y logra que Rosa María Mateo regrese, esta vez a la madrugada. A los fines de semana pasa Luis Carandell.

Por suerte lograron estar durante todo un año con casi los mismos presentadores; Caso y Herrera acabaron siendo sustituidos respectivamente por María Escario y Paco Lobatón, aunque las acusaciones y broncas seguían activas. La más curiosa fue la de sobreimpresionar las siglas del PSOE sobre los goles de Butragueño al emitir el resumen del partido España-Dinamarca del Mundial del 86.

La tranquilidad dura poco en RTVE: la llegada de Pilar Miró en 1987 trajo, una vez más, cambios en los equipos. Julio de Benito es nombrado director de informativos; sus cambios más importantes son la llegada al telediario de medio día de Luis de Benito —efectivamente, puso a su hermano— y la reformulación del telediario de los fines de semana en 48 horas, primero con Pedro Erquicia y luego con Andrés Aberasturi, ambos con María Escario.

Con el cambio de año cambia de nuevo el director y presentador de los telediarios de mediodía y noche, ejerciendo a la vez labores de presentador en este último. El repuesto era el joven valor radiofónico Pedro Piqueras.

Esperad un momento, ¿hay alguien que aún me siga? Porque el periodo socialista es un auténtico festival de idas, venidas, llegadas y patadas para fuera a profesionales. Me sorprende que Mayra Gómez-Kemp no acabara presentando un telediario o Chicho Ibáñez Serrador como jefe de informativos. Tranquilos, prometo que terminamos en un par de párrafos y os dejo reposar hasta la próxima semana.

Con Pedro Piqueras cambian las labores de las las copresentadoras. De entre lo que más se destaca es que María Escario y Elena Sánchez pasan a especializarse en deportes. Pero tampoco hace falta que os fijéis mucho, porque en 1989 Pilar Miró es licenciada sin honores y un nuevo director general llega al Ente, en esta ocasión le toca a Luis Solana —sí, el hermano. Pero, eh, ¿quién no ha sido director de un canal televisivo público mientras su hermano era Ministro de Educación y Ciencia de ese mismo país? Ya, bueno. Yo no pierdo la esperanza—. Entra Diego Carcedo como director de informativos.

La llegada de las privadas no afectó tanto a la pública como la bronca postelectoral del año 89. El pifostio lleva al PSOE a no renovar a Solana como pretendía sino a traer a un nuevo —¡OTRO!— jugador al tablero, Jordi García-Candau.

Y lo dejo por no poneros la cabeza como un bombo. Como irregularidad, seguiré la semana que viene hablando ya desde la presencia de las privadas. Y contando también con los otros programas informativos ajenos al Telediario que hemos tenido. Si por un casual todas estas intrigas palaciegas os hubieran dejado ganas de más os recomiendo la búsqueda de Las guerras del Pirulí de Ramón Tijeras (Debate, 2005) que con todas sus carencias es la mejor historia sobre RTVE desde el final del franquismo hasta su publicación que tenemos a mano.


Elecciones informacionales televiseras extrainternas

Como decía la semana pasada, hoy toca hablar de la importancia, influencia e implicación de la televisión en y durante las elecciones USA. Y pese a todo lo que ha pasado estos días sigo teniendo intención de hacerlo. Dentro de un rato.

Hay dos asuntos importantes o interesantes que se han colocado en medio. En primer lugar la crisis en El País y su ERE. Hay muchas cosas que se podrían decir, sobre todo después del… infame comunicado en forma de Tribuna sin firma que sacaron ayer. Pero no es este el lugar ni el momento de sacarlo. En lugar de eso quiero fijarme en un aspecto que sí compete a este blog y es que despidieran a Miriam Lagoa, una de las principales responsables del blog sobre series Quinta temporada. En realidad hay más compañeros que podrán seguir adelante con el blog y, sinceramente, no es que me parezca una visita especialmente informada o recomendada. Pero entra dentro de lo que algunos comentan, y otros se maliciaban ya con la aparición del HuffPost entre lo que se escucha sobre la posibilidad de suprimir los blog de pago —que están pagando ellos, vamos— por blogs de… visibilidad. Y no me parece el camino. El que quiera escribir de gratis que lo haga, faltaría más. Pero si detrás hay un medio con pasta no entiendo la necesidad de hacer la competencia desleal no ya a uno mismo sino también a los propios periodistas del medio. Una vez más vuelvo al poema de Pushkin sobre escribir por placer y publicar por dinero. Sobre todo porque sin dinero de por medio no creo que el autor sienta la necesidad de ceñirse a las fuerzas y normas que traten de ponerle desde arriba. Sobre todo porque arriba tendrá a una empresa en busca de beneficios.

El otro es la BBC. Después de lo escrito la semana pasada esta les ha estallado otro especial informativo en la cara, en un caso sorprendentemente similar al que se llevó por delante a Milne cambiando neonazis por pederastas. Y, de nuevo, ha habido dimisiones, en este caso la de George Entwistle, el director general de la cadena, por los problemas con el nivel de sus informaciones de manera que el director del BBC Trust, Lord Chris Patten, ha salido a defender la necesidad de una BBC independiente y con un alto nivel de auto exigencia porque no pueden perder la confianza de su público. Esa forma de gestionar una crisis, no sólo las dimisiones sino también la completa comprensión de su propia situación. Si mal está que den información poco contrastada —que parece mentira— por lo menos demuestran que saben lo que tienen que hacer cuando se les pilla. Un consuelo menor, me temo.

Así que, mientras nuestra fe en la humanidad sigue siendo un terrón de azúcar en un frasco de vinagre, vamos a regresar a nuestro tema de interés: La televisión americana y las elecciones USA. Un asunto con distintas caras y puntos de vista que van más allá de los programas informativos en sí.

El primer punto sería el de los programas de entretenimiento que pasan a recibir más visitas de políticos. En 2008 la visita de Sarah Palin al SNL causó un auténtico terremoto no tanto dentro del programa como entre la audiencia y las redes sociales. Fue un asunto de sobra conocido por la enorme capacidad de la ex- SNL Tina Fey de aprovechar el parecido con la candidata a la vicepresidencia. —Algo que acabaría apareciendo de manera finjamos que sutil en 30Rock— Este es el movimiento más conocido pero no el único. Dejarse caer por magazines y otros programas era algo habitual que Obama llevo al máximo, especialmente gracias al impulso que Oprah le ofreció. Estos cuatro años ha seguido apareciendo por la tele, aunque sea Michelle Obama la que más tiempo ha pasado en los platós con sus campañas contra la obesidad infantil. Sin embargo uno de los aspectos que más claridad ofrecían al respecto fue el famoso vídeo del 47%. en el que también explicaba que no tenía intención de ir a la tele, que no podía ir a Letterman porque era terreno enemigo y, además, le odiaba por haber ido más a Leno. Tampoco quería ir al SNL porque sospechaba que eso podría ridiculizarle —COF— y, desde luego, sabía que ir a The View era un peligro porque sólo había una conservadora y las otras cuatro tenían lenguas afiladas como navajas. El resultado de la indiscreción no se hizo esperar: En Letterman prometieron no ser muy duros con él con la misma ironía con la que el SNL se tomó el episodios, con The View la cosa fue peor. Primero las presentadoras actuales ( Barbara Walters, Joy Behar, Sherri Shepherd, Whoopi Goldberg y la conservadora Elisabeth Hasselbeck) comentaron el tema en su siguiente programa llegando a afirmar que parecía poco presidencial puesto que si un aspirante no era capaz de manejar a cuatro mujeres de lengua afilada menos aún iba a ser capaz de manejar un país. El hiriente comentario —propio de sus lenguas que, no sé si lo hemos comentado, son afiladas— surtió efecto en apariencia y Romney aseguró que pasaría por el programa. Al fin y al cabo los habitantes urbanitas y jóvenes estaban perdidos pero las mujeres aún le daban una oportunidad. Sin embargo en el último momento decidió no arriesgarse y mandar a su magnífica mujer, Anne, que como de costumbre demostró más tablas que él y supo soportar el chaparrón de preguntas e insinuaciones aunque quedara claro que su marido había decidido evitarlas. Este juego de entradas y salidas, de presencias y ausencias en la televisión, marca una de las maneras en que se relacionan los candidatos con la televisión.

La segunda, quizá más conocida, es mediante los debates . La finalidad de los mismos es poco conocida- Es decir, se supone que tratan de modificar la opinión de la gente pero acaban siendo tan envarados que sólo el segundo se apartó realmente del clásico Candidatos y Moderador. Ocurre una cosa curiosa con ellos, no están limitados a un canal. De hecho, la señal es casi pública motivo por el cuál suelen emitirlos todas las cadenas, incluidas las informativas de cable, del mismo modo que otras —digamos, la CW— pueden pasar del asunto. El culto al debate es algo típico estadounidense, aunque cada vez parezca más marcado por estrategias y límites que lo hacen aburrido. Incluso se preparan zingers que tanto nos entretendrán luegos — Digamos: “Es cierto que el Ejercito Norteamericano tiene menos barcos, pero también tiene menos caballos y bayonetas” — De todas maneras los debates suelen servir para que alguno de los candidatos la cague fuera de su zona de confort. En las Primarias Republicanas —Sí, también las Primarias de cada partido tienen sus debates televisados, aunque suelen serlo por cadenas más pequeñas o especializadas, tipo C-Span — Los Republicanos acabaron teniendo entre finales del año pasado y principios de este casi veinte debates al final de los cuales algunos de los candidatos como el Gobernador de Texas, Rick Perry, que la cagó no sólo pareciendo, ahm, intoxicado por algún alimento en mal estado — COF — sino, incluso, siendo incapaz de expresar sus argumentos con claridad:

.

De manera que en los últimos debates era casi más una cuestión de quién había metido menos la pata que de quién funcionaba. Esto facilita, por supuesto, tomar al finalel punto medio y moderado, bien sea presentando un ficus de plástico o a Mitt Romney, si es que se puede distinguir a ambos. Excepto, claro, porque un ficus jamás hubiera pasado por este trago:

En cualquier caso, esta es la cara más visible de las elecciones de una manera clara y activa, aunque hay otra versión que suele ser la que se lleva más atención. Los anuncios publicitarios. Olvidad todo lo que sabéis de los anuncios, nacido de lo que hay por aquí, si nunca antes habéis visto lo de allí. Generalmente creados para atacar algo y con una virulencia que… Os pongo unos pocos:

¿Os ha quedado claro? Además de que China es ma-la, digo. Mensajes cortos, letras, subrayados, etc… La comunicación tiene que ser reducida, clara y directa.
Además de invasiva. Poco tardan el resto de los programas en hartarse y aburrirse, allí no hay límites ni reglas de Espacios electorales que valgan.

Normalmente hay alguno que se pasa tanto de la ralla que tienen que quitarlo. Este año ha ocurrido cuando Romney tuvo la ocurrencia de decir que cerraría del todo el grifo a la PBS, la cadena pública estadounidense, si ganaba por muy fan que fuera de La Gallina Caponata ( Big Bird en el original) lo que llevó al equipo de Obama a hacer el siguiente anuncio:

Metidos en medio de la refriega y habitualmente acusado de izquierdistas por el Partido Republicano, la productora detrás de Barrio Sésamo, la siempre encantadora Jim Henson Company, pidió, por favor, que se retirara el anuncio por no haber dado ellos permiso. Su puesto, decía, tiene que ser lo más políticamente neutral que se pueda para educar a los niños de américa. COmo mucho Big Bird apareció en el SNL comentando la noticia.

Con asuntos como este parece obvio por qué el comentario político, sobre los temas tratados en debates o lanzados por la prensa, acaban llegando a todas partes. Lo que incluye la propia ficción televisiva.

De manera que pasamos al contagio, bien por ser un tema de actualidad, un tema sencillo o porque todo el mundo tiene sus creencias políticas, rara vez las series —especialmente las comedias— logran evitar el tema. En este año, por ejemplo, tenemos dos grandes ejemplos. Uno en la reflexión política de la irregular serie cocreada por Ryan Murphy The New Normal, pero mejor aún en un doble capítulo de 30 Rock que repasaba desde distintos puntos de vista la política —tema habitual de la serie que, anteriormente ese mismo año, había hecho un paralelismo con la situación Palin— hasta que la situación terminaba en un debate representativo y satírico de los mayores respaldos de ambos partidos.

Todo lo cuál se va acercando poco a poco al momento en sí, a la noche electoral. Una noche en la que la televisión tiene un gran valor. Incalculable incluso. Porque una de las inesperadas fuentes de poder televisivo está la fiabilidad con la que declaran que los estados van para uno u otro candidato. Un tema especialmente delicado tras el fiasco en Florida en 2000. Ya sabéis.

Por ese motivo en las elecciones importantes las cadenas últimamente se han comportado con más cuidado para no meter la pata. Pueden declarar que los feudos van a sus partidos de cabecera con un 0% escrutado, arriesgándose pero no mucho. Pero cuanto menos claro esté —Digamos Carolina del Norte, Virginia o Pensilvania— más tiempo esperarán. Su fórmula según el total del recuento + las encuestas previas y las encuestas a pie de urna no les impide que en algún estado como estos se esperen a prácticamente el 99% escrutado antes de hablar. Tampoco impide escenas como esta, en la que se ve cómo le sienta a un asesor político —en este caso el en otros tiempos todopoderoso Karl Rove— que se declare a un estado controvertido para su rival con un 75% escrutado, como pasó la noche electoral con la cadena FOX y Ohio.

Esta fue una de las anécdotas de la noche, la más relevante a nivel político, porque quizá la más relevante como televisión lo protagonizó Diane Sawyer, la presentadora de las noticias de la noche de la cadena ABC, que tuvo algunos comportamientos peculiares durante la noche electoral.

Unos momentos muy propios de telecomedia, la verdad.

En resumen, las elecciones trastocan los planes y maneras de la televisión, y le añaden algo de sabor a las pantallas. Así que lo raro es que las televisiones no hayan intentado que sean cada menos de cuatro años. Quizá sólo porque no saben si sus espectadores lo podrían soportar.


Repasando televisiva información europea

A un día de las elecciones americanas, de las más ajustadas que se recuerdan —aunque yo supongo un triunfo de Obama por la mínima— lo más sencillo sería hacer un recuento de cómo han estado presentado las cosas en las cadenas, o seguir con la historia de la información televisiva estadounidense en la actualidad.

Pero, francamente, pese a los esfuerzos de la FOX por hacerlo relevante —con su inexplicable bronca contra Chris Christie, el gobernador republicano de Nueva Jersey que tuvo la ocurrencia de felicitar a Obama por su rapidez al actuar ante el Sandy y por lo bien que había organizado todo, o acusando a la NBC de que el concierto-maratón a favor de los afectados por el huracán era en realidad un acto electoral pro- Obama; por poner dos ejemplos— me parece que un repaso será más interesante incluyendo la noche electoral. Es decir, la semana que viene si no hay ninguna cosa más importante.

En lugar de eso conviene volver los ojos a Europa. Mi idea era, como de costumbre, hablar de los dos países que mejor conozco, Reino Unido y España. Generalmente intentaría meterlos en la misma columna, aunque hoy por hoy es difícil que un repaso a la información española televisiva no tenga un tono apocalíptico y desesperanzado. Así que tendrá que esperar un poco más para tener su propio turno.

Hablemos, por tanto —y me temo que también por encima— de cómo funciona la información televisiva en UK y cómo ha venido funcionando desde sus inicios.

La BBC era originalmente una empresa privada, formada por varias de las empresas punteras en telecomunicaciones de los años veinte, con la Marconi o General Electric entre ellas, y Correos. Las pérdidas y la insistencia de su primer director, John Reith, al gobierno sobre la necesidad de una gran empresa estatal y, a la vez, independiente del control del estado y las empresas mediante un impuesto directo que le permitiera financiarse — Si bien el gobierno estaría encargado de decir la cuantía de ese impuesto— logrando que se aprobara en 1927.

De manera que, como dijimos en su día , la televisión británica empezó con las pruebas desde los años veinte y ya en los treinta empezaba a funcionar con cierta soltura que paró de raíz la segunda guerra mundial, de modo que hasta los años cincuenta no se puede hablar en realidad de unas emisiones cercanas al modelo actual de funcionamiento televisivo.

Eso sí, en el momento en que se pusieron se dedicaron con esfuerzo a la información, casi más que al entretenimiento y casi tanto como a la educación. Mientras la televisión fue menos algo cotidiano y más excepcional el control sobre lo emitido facilitaba que la vocación de servicio público estuviera al máximo.

Ya en febrero de 1950 se emitieron los resultados de las elecciones —En las que Winston Churchill vencía a Neville Chamberlain y recuperaba el puesto de Primer Ministro— y para mayo se pudo retransmitir el primer boletín de noticias.
Incluso llegaron a emitir la primera competición deportiva en exteriores cuando filmaron en primavera la clásica regata Oxford-Cambridge, el remo tiene ese tirón entre los británicos, ya saben.

El siguiente gran evento en exteriores fue la emisión de los funerales del Rey Jorge VI —Un día tengo que preguntar por qué le traducimos los nombres a los pobres monarcas extranjeros— que preparó para lo que estaba por venir el año siguiente. Porque aunque el reinado de Isabel II comenzó de inmediato su coronación no tendría lugar hasta el 2 de junio del año siguiente, 1953. Ese mismo año la televisión vería la creación de Panorama, un programa de reportajes documentales semanal que ha sido una de las cabeceras habituales de la BBC a lo largo de los años hasta el punto de que aún hoy sigue presentándose sin periodicidad fija. Su importancia, sin embargo, sigue siendo alta, ya sea para lograr una entrevista con una recién separada Diana de Gales o por sus investigaciones sobre la cienciología, la iglesia católica o el fútbol organizado.

Tanto da que el tema fuera aparentemente poco transitado o que siempre haya acusaciones de manipulación por uno de los bandos, cuando no por ambos. Bandos que incluyen, por supuesto, el propio Gobierno del Reino Unido que ha visto con horror diversos reportajes, por ejemplo cuando se exponían afirmaciones de robo de los fondos para la guerra en Iraq o la represión policial a los manifestantes. En resumen, un programa que a punto de cumplir 60 años y que aún demuestra su utilidad.

Pero volvamos a la mitad de 1953 porque para entonces la BBC ya había hecho sus pinitos retransmitiendo no ya desde la calle sino, incluso, desde Francia. Y ese mismo año aún tendrían tiempo… no ya de emitir la primera historia del ciclo Quatermass, también de emitir desde un barco. Así como competiciones de Fútbol, Rugby o Tenis.

Parecía estar ya todo suficientemente maduro, o al menos así lo entendían los conservadores, para abrir la puerta a la televisión privada. Un tema debatido en 1954, en parte tras la reunión de Ginebra de finales de Julio que sirvió para que las distintas cadenas televisivas europeas para… Bueno, ya sabéis:

Eurovisión. Creada con la intención de facilitar la cooperación entre las televisiones de Europa —por aquel entonces en su mayoría de control estatal— permitiéndoles intercambiarse programas y poner en común para emitir otros. No sólo el famoso festival, también otros como el concierto de año nuevo.

El lanzamiento de la ITV en 1955 significó también un cambio en la forma de relacionarse la BBC con el nuevo gobierno de Anthony Eden, también conservador pero llegado al cargo tras la renuncia de Churchill a volver a presentarse a las elecciones. Se buscaba una forma nueva e independiente de contar la actualidad, algo más que el anterior Television Newsreel con sus voces en off y algún ocasional busto parlante.

Un ejemplo de esta tensión entre periodistas y gobernantes se puede ver en la Crisis de Suez, tan dramatizada —lástima de trama de espionaje— en la serie The Hour que presentaba de manera bastante ficcionalizada lo que pudieron ser los primeros tiempos del programa Tonight, aunque su inicio es algo menos romántico. El principal motivo para crearlo fue que de seis a siete no se emitía nada en la televisión. No algo bueno sino, literalmente, nada. La seis marcaban el final de la programación apta para niños y la desconexión hasta las siete —rellenada con música, la radio era aún un monopolio estatal que duraría hasta los setenta— se suponía que servía para mandarlos a la cama hasta que empezara la programación adulta nocturna. De ahí que se conociera popularmente como Toddlers’ Truce.

Obviamente la llegada de la ITV cambió esto, una televisión privada no podía permitirse perder una hora entera de programación —no digamos ya de anuncios— sólo por las particulares ideas de la BBC. De manera que en febrero de 1957 eso se acabó. El resultado fue que la BBC tuvo que rellenar con algo ese espacio y la solución diaria fue Tonight, un espacio que durante una hora — COF — reunía información de varios tipos y modos, desde reportajes en profundidad y entrevistas incisivas hasta temas de lo que ahora se conoce como interés humano y piezas de divulgación científica o cultural.

Una de las recompensas del programa fue que para 1958 se decidió separar la redacción de televisión de radio de la televisión permitiéndoles así una mayor autonomía.

Para 1960 no sólo había ya una periodista femenina en pantalla, Nan Winton, además se abría un programa noticiario diario conocido como The Ten O’clock News y ya en 1962 se presentó una de las joyas informativas del siglo pasado, el programa satírico con base de noticiario That Was The Week That Was de David Frost a la que, sin embargo, no le dedicaremos hoy el tiempo que se merece.

Cuando un informe señaló la falta de calidad de la ITV se decidió permitir que la BBC tuviera un segundo canal y, por las mismas, en la nueva BBC 2 se abrió su propio programa de noticias: Newsroom.

Sin embargo la innovación llegó en 1965 cuando se decidió emitir a la hora de comer un noticiario: The World at One. Esto, junto con la creación de programas semanales de repaso de la actualidad —es decir, la respuesta seria a TW3— marcaron un punto de producción de noticias.

Y por fin en 1970 las noticias pasaron a ser las famosísimas Nine O’Clock News , en un movimiento que las adelantaba una hora debido a que la ITV había lanzado, tras años evitando meterse en el periodismo, hacía tres años ITV News at Ten que les estaba comiendo la audiencia.

Por si quedaba alguien sin atender en 1972 se lanzó Newsround, un programa pensado para acercar la actualidad a los niños entre 6 y 16 años explicando con más claridad los temas pero no por ello tomándolos por tonto ni evitando asuntos problemáticos. Ellos fueron los primeros medios ingleses en contar, por ejemplo, el intento de asesinato al Papa Juan Pablo II.

No sería hasta 1980 que tuvieran un programa de noticias matinal, de un estilo más relajado, más cercano a un magazine, creado con rapidez para adelantarse a la idea de la ITV de lanzar un canal que cubriera ese hueco. Pero la auténtica revolución llegó para la BBC en los años ’90. Y la culpa fue, una vez más, de Rupert Murdoch.

El magnate australiano había decidido emular los canales de noticias 24/7 americanas fijándose sobre todo en la CNN. El lanzamiento, englobado dentro de sus canales por satélite bajo la cabecera Sky, se llamaría Sky News y empezaría a emitir en 1989 —7 años antes que FOX News, por tanto— adelantándose así no sólo a la BBC, que no tendría su propio canal en marcha hasta 1997, sino también a EuroNews, el canal multilenguaje de noticias que la suma de varias cadenas europeas —de nuevo, fundamentalmente las públicas— lanzaron con relativo éxito en 1993. (Los discretos resultados son parte de la explicación de que en 2008 RTVE decidiera abandonar el grupo, pero, de nuevo, ya hablaremos de eso). Lamentablemente para poder manejar todo esto tuvieron que volver a unir los departamentos para que se realizaran piezas para radio, televisión —o televisiones— y, claro, internet. El aprovechamiento de los periodistas como si fueran mondas de patata lleva ya años, como veis.

En cualquier caso, esto serviría a la BBC para replantearse su forma de ofrecer noticias y separarse en dos, BBC News para las noticias de verdad, que iría preparando la salida de su propio canal de noticias 24 horas, que lo separaría de BBC Prime —luego Entertaiment— que se centraría en el entretenimiento.

Por cierto, cuando la ITV, ahora ITN pasó a las once sus noticias las de las nueve pasaron a las diez en la BBC y como quiera que las de la privada se estrellaran tanto en esa hora tardía como en su intento de volver a su horario original en ese espacio original, siguen aún ahí las de la BBC.

Dejo para el final uno de los puntos más sabrosos. La independiencia de la BBC y sus luchas recurrentes. Una vez clara su posición en los años ’50 parecía claro que la postura sería defendida con uñas y dientes. Efectivamente así ha sido, y como con Panorama todo el mundo se siente poco representado o injustamente tratado por sus noticias. Gobierno y Oposición, por ejemplo, y en caso de haber guerra los periódicos más nacionalistas así como aquellos que consideraban que se daba mucha cancha a los enemigos, ya fuera en la Guerra de las Malvinas o en la de Iraq. Por supuesto eso sirve también internacionalmente para acusarla de pro y anti americana o para asegurar que está a favor de cualquiera de las fuerzas en conflicto en casi cualquier cosa que cubran, especialmente cuando se refieren a algo como el conflicto palestino-israelí. De hecho, sus reporteros y emisiones han sido prohibidas en países tan distintos como la Sudáfrica del Apartheid, Birmania, Uzbekistan, China o Pakistan.

Aunque posiblemente las mayores luchas se produjeron durante la estancia en el poder de Margaret Thatcher. De entre las muchas broncas quizá la más fuerte fue la que se ocasionó durante la muy criticada guerra de las Malvinas que incluyó la permisividad absoluta con la que se permitió al año siguiente a una maestra, Diana Gould, preguntar una y otra vez, cada vez con más datos, sobre la orden de hundir a un barco argentino en el transcurso de una entrevista abierta en el programa Nationwide. Thatcher no podía creer que la presentadora, Sue Lawley, no hiciera nada. Más aún, una vez terminado el programa fue acusada de alentar a la maestra a seguir con sus preguntas y de haber conducido a Thatcher a una encerrona que no se esperaba. El programa, que llevaba en emisión desde el año ’70, acabó siendo retirado por las presiones del gobierno.

La realidad es que la BBC tiende a mirar desde arriba a sus primeros ministros, siendo hasta la aparición de La dama de hierro el progresista Harold Wilson el ocupante del cargo que más veces y con más fuerza había chocado contra la información pública. Hasta el punto de que se suele sugerir que es este continuo encontronazo lo que hizo que su sucesor, el conservador Ted Heath, según llegó al cargo en 1971 decidiera abrir las ondas radiofónicas a emisoras privadas para contrarrestar las posibles críticas de la BBC.

Cierto es que Thatcher había demostrado poca previsión al declarar en 1969 que estaba en contra de la financiación de la BBC y que consideraba que el pago anual de la licencia era una locura incluso aunque el canal no fuera políticamente sospechoso. Un ejemplo claro de cómo hacer amigos. Pese a lo cuál pensó que serían unos aliados fáciles cuando llegó al poder en 1979. Idea que le duró sólo unas semanas, hasta que Panorama emitió un reportaje sobre el IRA y sus bloqueos de carreteras que le pareció dejaban mal a su gobierno. Así que decidió ponerles en su lugar, algo que parecía fácil porque Michael Swann, el presidente de la corporación, había anunciado su deseo de retirarse.

Sus tejemanejes hicieron que el sucesor propuesto por Swann, Mark Bonham-Carter, fuera rechazado por ser excesivamente liberal. En su lugar se colocó a Lord Howard y como vicepresidente a William Rees Mogg, un bien conocido conservador y ex-editor de The Times.

Con éxito nulo. Antes de un año las noticias cubrían con normalidad las revueltas causadas por las políticas de recortes y privatizaciones mientras Thatcher clamaba que estaban alentando que otras ciudades repitieran los disturbios.

La forma impersonal en que cubrieron la Guerra de las Malvinas, como si fueran dos países desconocidos los que se enfrentaban, hizo que sus peores sospechas se confirmaran. Episodios como el de Nationwide no hicieron más que desbordar su odio. Los siguientes años la guerra se recrudecería y afectaría a toda la cadena, desde el Doctor Who a las miniseries. Todo parecía parte de una política de estrangulamiento y lucha greco-romana entre ambas partes.

Bajo el gobierno de los recortes la BBC no tenía casi dinero para comprar series o desarrollarlas, mucho menos ideas que se le permitieran usar, de manera que su audiencia languidecía. Obviamente esto fue utilizado por los tabloides de derechas, que adoraban a la Lideresa, para sugerir que si nadie veía esta televisión tan costosa la única solución lógica era eliminarla de los impuestos. Y quizá que buscara otras formas de financiación… Lo típico, vaya.

Tras mucha batalla en 1985 consiguieron un aumento en el impuesto —no sin el correspondiente cabreo de Thatcher que no entendía cómo el órgano de discusión con el gobierno no había propuesto con más fuerza convertir la BBC en una cadena comercial— y empezaron a emplear ese dinero extra en hacer programas que, aunque baratos, fueran también populares, o lo que es lo mismo, culebrones como Eastenders que elevaron la audiencia y el apoyo popular. Imagino que soy el único que la visualiza en su despacho comiendo sombreros.

Que sin duda se le atragantaban cuando veía documentales de Panorama como el que exponía la progresiva infiltración de fascistas del ala dura del Frente Nacional entre la base conservadora que, de rebote, estaba poco documentado y realizaba acusaciones sin mucho respaldo causando un escándalo que casi se lleva por delante el programa.

La siguiente fue una prohibición directa de uno de sus programas, un documental sobre el problema en Irlanda que incluía dos visiones contrapuestas, una de ellas del ex-terrorista convertido en político Martin McGuiness. La bronca se saldó con editoriales en apoyo de la BBC en los periódicos y una huelga de un día de la cadena.

Pese a lo cuál no dejó de conceder entrevistas —comprobando antes que no pudieran tener truco, desde luego no en directo— e, incluso, en manifestar su preferencia por la comedia Sí, Ministro.

Hacia el final de su mandato Thatcher aún tuvo una refriega más. Primero tratando de meter en vereda al comité de control de la cadena, aprovechando para ello una serie de reportajes sobre el MI5 que llevó al gobierno a mostrarse paranoico hasta el extremo de mandar a la policía a registrar la cadena y a dimitir al director de la cadena, uno de los periodistas más odiados por ella, Alistair Milne. Una práctica que logró el efecto contrario al demostrar lo abierta que la lucha entre el gobierno y la cadena estatal era.

Sin embargo la salida de Milne sirvió para domar un poco esos últimos años. Menos reportaje problemáticos, menos crítica social y más tranquilidad para el gobierno. Sin embargo los intentos de convertirla en una emisora comercial fallaron de nuevo en 1989. Una vez más se renovó el pago de impuesto para mantenerla aunque se llevaran por delante el Acta de Emisión que garantizaba la presencia de la BBC y la ITV abriendo las ondas televisivas a más competencia. Algo que acabaría siendo peor para la segunda al tener que repartir la tarta, aunque a los conservadores no les vino nada mal para permitir entrar a su aliado de los tabloides, Rupert Murdoch, en el negocio televisivo terrestre.

—Algo que, por otro lado, puede que se debiera a uno de los escasos escarceos entre el gobierno y la ITV por un documental sobre la caza de terroristas del IRA en Gibraltar que les hizo temer que tras lograr meter en cintura a una cadena tendrían que lidiar ahora con la otra—

En cualquier caso, Margaret Thatcher decidió renunciar a todo en 1990 haciendo que la BBC tuviera un respiro y volviera poco a poco a ser lo que fue. Al menos hasta que el asesor de comunicación de Tony Blair, Alastair Campbell, le convenciera de presionar a la cadena a cuenta de las informaciones contrariar a la guerra de Iraq. Una nueva lucha con un gobierno de signo contrario que sirvió para que muchos vieran que, efectivamente, la cadena pública no se casaba con nadie.

Y es que si algo tiene convencidos a los británicos es la necesidad de que la BBC mantenga su independencia. Les cueste lo que les cueste. En estos momentos, £145.50 anuales para las televisiones en color.


Extrañas situaciones ficcionalizadas estadounidenses

Hoy tocaba hacer un Pilotos Deathmatch pero la situación estadounidense este año es, cuanto menos, peculiar. El octubre pasado se emitieron 23 series nuevas mientras que este año apenas pasamos de la decena. Y todo gracias a los americanos, que están pasando por una fase rarísima.

Tranquilos, habrá Pilotos Deathmatch, a finales de Noviembre —mientras tanto podéis ir dándole un tiento a Arrow y si os sentís algo ñoños a Me and Mrs. Jones, de nada— pero parece interesante echar un ojo a lo que les pasa a los americanos.

¿Cómo es posible un número tan bajo de estrenos? Pues por un nuevo paso en los asuntos de la crisis. En primer lugar a las cadenas de cable les va bien. El éxito de Los muertos vivientes es tan extraordinario que se está debatiendo si han encontrado una manera de amañar el sistema de audiencias. Además, series como Homeland o Sons of Anarchy están arrasando en espectadores.

Por contra, las series de las generalistas funcionan como siempre. Unas más, otras menos… Y, sin embargo, desde el septiembre pasado se han cancelado sólo… dos. La primera, Made in Jersey, tardó tanto tiempo en ser cancelada que las webs especializadas americanas empezaban a pensar que este año estaban compitiendo por ver quién era la última en cancelar una serie. De hecho, los espantosos datos de The Mob Doctor y que se emitiera en FOX hacía pensar en una cancelación rápida ya tras el primer capítulo. Eso no sólo no ha ocurrido sino que, en realidad, la serie —cuyos datos, encima, han empeorado— aún no está cancelada y el canal ha asegurado que no piensa retirarla, al menos antes de que se terminen de emitir los 13 episodios comprometidos.

Más aún, varias series con números discretos han visto encargadas ya temporadas completas pese a todo. Parece que las cadenas han decidido que más les vale apostar por lo que ya tienen aunque lo que tienen esté muy lejos de funcionar. Hasta el punto de que la otra novedad cancelada, Animal Practice, no lo ha sido tanto por ser una de esas novedades de la NBC como porque a sus espantosos datos les acompañó una noche en la que acabó quinta. Sí. Arrow, de la CW, quedó por delante —en el tercer puesto— y eso hizo que, finalmente, decidieran deshacerse de ella.

Aún así la NBC había encargado nada menos que 12 series nuevas, a las que de alguna manera tendría que darles salida. Su idea ha sido cancelar series antes de estrenarlas. Do no harm —una revisión de Jekyll y Hyde en la actualidad—, Mockingbird Lane pasó a ser un especial de Halloween con posibilidades de pasar a serie, mientras que Next calling directamente ha sido eliminada.

Parece que el dinero ha sido gastado ya y nadie tiene muy claro cómo se mueven las series, ni tiene muchas ganas de competir, así que mientras tanto, la situación en series estadounidenses se ha convertido en un auténtico aburrimiento a base de alargar series establecidas, repetir fórmulas conocidas y remakear otras ya existentes…

En cualquier caso es de esperar que Noviembre nos traiga alguna alegría. O alguna sorpresa. Aunque, francamente, lo que más espero es que las audiencias de The Walking Dead se acaben explicando de alguna manera. Sea como sea, dentro de un mes nos encontraremos de nuevo y espero que pueda contar que ha aparecido algo interesante.


Despeñamiento informantretenitivo estadounidense contemporáneo

Ayer murió George McGovern. Uno de los políticos más de izquierdas del Partido Demócrata, que trató de modernizar los postulados del mismo y que en 1972 fue candidato a la presidencia, perdiendo de manera abrumadora contra Richard Nixon.

Ya durante la convención del 68 se había presentado para sustituir al presidente Johnson quedando detrás no ya del vicepresidente Hubert Humphrey sino, incluso, del poeta y político Eugene McCarthy, con quien formó el frente antiguerra que tanto daño hizo a las aspiraciones demócratas, no digamos ya en los enfrentamientos con los manifestantes en el exterior.

Cubriendo la convención para Walter Cronkite, junto a algunos de los Murrow’s Boys que aún quedaban en la CBS, se encontraba uno de los últimos nombres propios del periodismo televisivo americano en la época de las Tres Grandes: Dan Rather.

Dan Rather tuvo que abrirse paso por pequeños puestos en las radios y periódicos hasta lograr en 1961 llegar a la televisión, a la CBS, en donde tuvo la oportunidad de probar su ingenio narrando huracanes. A finales del 62 era el encargado del suroeste para la cadena y, como tal, se encargó de cubrir la visita presidencial de noviembre del 63.

Es decir, El Asesinato de Kennedy. Dan Rather fue el primer periodista en comunicarlo y esto sirvió para acabar de darlo a conocer a toda América. De ahí a ocupar el puesto como periodista para la Casa Blanca, después Londres, luego Vietnam, y, de nuevo en 1967, de regreso a América para ocuparse otra vez de la Casa Blanca, primero en las elecciones a las órdenes de Cronkite y luego siguiendo los pasos de Nixon tanto en su visita a China como en el asunto Watergate. Y aquí hubo un nuevo momento de importancia.

En 1968 Don Hewitt tuvo una idea revolucionaria. El que fuera primer director y coproductor del See It Now de Murrow, productor del primer debate presidencial en televisión, entre Kennedy y Nixon y colaborador habitual de Cronkite en las noticias y en especiales como el del asesinato de Kennedy, se había dado cuenta de que había un hueco para un espacio de noticias en profundidad. ¿Qué mejor que un formato que permitiera realizar reportajes exclusivos y en profundidad, en el que se pudiera ahondar en diferentes cuestiones importantes?

Así nació 60 Minutos, el único programa regular de noticias que ha logrado aparecer entre los más vistos del año en la televisión estadounidense, responsable de modelar una forma de entender el periodismo y de destapar grandes casos como el de los conocimientos de la industria tabacalera de las enfermedades relacionadas con su consumo.

El programa comenzó como un noticiero quincenal entre semana antes del Late night, una manera de generar prestigio para el canal y sus noticias, buscando un formato interesante e introduciendo ideas como la famosísima Punto/Contrapunto, en la que dos periodistas de dos opiniones contrapuestas debatían un asunto de actualidad. Sección imitadísima y parodiada hasta la saciedad —recordemos el SNL: – Jane, you ignorant slut!Dan, you pompous ass!

En 1971 la FCC decidió que las cadenas estaban ejerciendo una asfixia monopolística que debía ser evitada, para lo cuál debían dejar libre media hora de lunes a sábados y una hora completa los domingos en los que las afiliadas produjeran su propia programación. Ya, bueno, esa es la manera suya de funcionar.

Eso creó un problema para encajar un espacio como éste teniendo en cuenta que tenían, además, los derechos para emitir los programas de Football Americano. Fue una auténtica pesadilla para cadena y programa, de manera que cuando en 1975 les devolvieron esa hora, 60 Minutos decidió que tenía que reforzarse para la nueva temporada. Entre otras decisiones estuvo la de nombrar a Dan Rather como uno de los corresponsales fijos, logrando que el programa se convirtiera en un éxito aún mayor y colocándole como sucesor en las CBS News, en donde permanecería hasta que se produjo un escándalo sobre el servicio militar y la no participación en Vietnam de Bush hijo, con unos documentos que se demostraron no falsos pero sí de autenticidad no demostrable. Todo el asunto fue un claro ejemplo de cómo habían cambiado los tiempos en el periodismo y de qué manera el reinado de las noticias contrastadas y la información pura, de Murrow, Brinkley, Huntley o Cronkite, había acabado, igual que al año siguiente dimitiría Rather, aunque siga dando charlas y escribiendo columnas.

Pero, ¿qué fue eso que había pasado? Pues, de entrada, la llegada de la competencia.

A mediados de los años setenta las primeras emisiones por cable o por satélite se iban haciendo más habituales, empezaban a surgir canales, muchos de ellos temáticos, y ahí regresa un conocido de estas columnas: Reese Schonfeld.

En 1979 formaba parte del grupo de periodistas a los que Ted Turner recurrió para consultar su idea de realizar una cadena de noticias 24h, de ahí a formar parte de los 25 que junto a Turner fundaron el canal, del que fue su primer director. Duraría en ese puesto hasta 1982, cuando Turner decide ocuparse él mismo del canal, dejando libre a Schonfeld para dedicarse a otros asuntos como, por ejemplo, lanzar un canal centrado en programas de cocina.

Con Turner al mando se empezaría a buscar un acercamiento a a los programas televisivos más generalistas, a un entretenimiento que atrajera a espectadores para cuando se dieran las noticias; de ahí la aparición de programas como Crossfire, en el que dos periodistas o políticos de opiniones contrapuestas debatían temas de actualidad. Sí, claro que os suena de algo. Y eso que no sabéis que hay una versión del mismo año 82 pero con mucha más gente gritándose: The McLaughlin Group; claro que ésta se emite por sindicación, no en una cadena.

Aunque sin duda el otro gran nombre que saldría de aquí es el de Larry King. Veterano periodista, habitual de la radio y experto en entrevistas que cada noche se dedicaba a la mezcla de radio y televisión, entrevistando a la gente más importante del momento y dando paso a los espectadores. Desde su inicio en 1985 se convirtió en uno de los programas punteros de la cadena y pronto sería el de más audiencia de todos los periodísticos emitidos en televisión, al menos hasta 2001.

Porque si con la CNN empezó un cierto movimiento hacia la información mezclada con entretenimiento y la Primera Guerra del Golfo acabó de consolidarla como un canal de referencia, también puso el periodismo, especialmente el de noticias continuas, como ejemplo de algo a lo que se podía sacar dinero.

Y como siempre que hay dinero de por medio llegan los competidores como la NBC y los tiburones como Rupert Murdoch.

Lo fácil sería empezar a hablar ahora de FOX News, despotricar un rato y rematar con algún chiste sobre famosos. Pero, ¿cuándo hemos elegido aquí lo más fácil?

Así que hablemos de la FNN. Decididos a crear un canal de noticias centradas en la parte financiera por parte de Rodney Buchser y Glenn Taylor, la idea era anterior al nacimiento de la CNN pero el desarrollo de ésta demostró que podía haber dinero en las noticias. Especialmente en las de índole económica.

Irónicamente no sólo no lo lograron hacer sino que, para cuando llevaban una década , tuvieron además problemas como para salir en sus propias noticias: Un escándalo financiero que incluía contabilidad creativa hasta el punto de acabar echando a directivos y cambiando de empresa de contabilidad. Unas risas. En cualquier caso, acabaron vendiéndose al mejor postor. Casi literalmente. Es decir:

En 1989 la NBC decidió que ellos querían también un canal de noticias. Es lo que tiene estar en racha. Y eso que Brandon Tartikoff estaba preparando su marcha del canal. De modo que pillaron uno de sus canales, el SPN, y lo reconvirtieron en el CNBC, el canal especializado en finanzas de la NBC, que —sorprendentemente— resultó ser un éxito. Al menos de la manera moderada en la que la NBC pone el listón del éxito.

De modo que en 1996 decidieron sacar un nuevo canal de noticias 24 horas coparticipado por Microsoft, el MSNBC. —Aprovecho para decir que el pacto con Microsoft duró hasta julio de 2012, teóricamente desde esa fecha es NBCNews pero, ¿quién va a hacerle caso a la NBC? —que acabaría teniendo un exito razonable — para la NBC— aunque lo más cercano a un periodista conocido que tienen es Rachel Maddow, quien tuvo varias apariciones con éxito sustituyendo a Keith Olbermann; lesbiana y abiertamente liberal que demuestra siempre que se pueden exponer con inteligencia y elocuencia los puntos de vista sin caer en la provocación o la agresividad propia de…

Vale, venga, hablemos de FOX News. En 1996 el magnate de los medios, el australiano Rupert Murdoch, decidió seguir el camino que había abierto cuando en 1985 puso en marcha la FOX. Si en aquel momento quiso lanzar una apuesta por la juventud ahora lo hacía por la audiencia, tratando de atraerles con casi cualquier truco tonto que se les pudiera ocurrir. Incluido el uso de colores brillantes, la polarización y el tratamiento de todas las noticias como si el apocalipsis estuviera a la vuelta. Si agitaran llaves ante las cámaras podríamos decir que tratan a los espectadores como a bebés.

Eso sí, lo han hecho con enorme éxito. Para 2001 El Factor O’Reilly era el programa de noticias más visto de la televisión americana, para 2011 los DIEZ programas más vistos eran todos de FOX. No sólo Bill O’Reilly; también harían programas de éxito Sean Hannity o Greta Van Susteren, y durante más tiempo del que podríamos considerar lógico también fue el hogar de Glenn Beck.

En general el espíritu de todos estos programas es mucho movimiento, muchas declaraciones impactantes y un barniz de equidistancia, en la cadena que tiene entre sus colaboradores habituales al varias veces candidato a candidato republicano Mike Huckabee. Pero todo ese ruido, todas esas declaraciones que hacen necesario que usen comprobadores de datos, se han demostrado no sólo como un importante generador de audiencia y publicidad y, más aún, en un servicio que marca tendencias, cambia direcciones y es capaz de influenciar ya no a su público sino, incluso, a al aforma de hacer periodismo.

—No es de extrañar que cuando Beck fue invitado a abandonar, la cadena intentara crear una nueva versión con TheBlaze. Y ha tenido casi tanto éxito como la creación de esRadio

No es que no surgieran más canales de noticias 24h… sin ir más lejos los texanos cuentan con dos, la TXCN y la YNN, pero sí que el giro que toman estos programas para atraer espectadores deja de ser el de la información veraz y la credibilidad y pasa a ser el sensacionalismo y, peor aún, decirle a la gente lo que quiere oír.

Frente al momento en que Estados Unidos sólo podía elegir una de entre tres maneras de conocer una noticia, ha pasado a haber múltiples canales, varios de ellos con servicios de noticias y, además, los grandes servicios de noticias durante todo el día por cable. Incluso si no estuviéramos en un mundo que permite comprobar noticias en tiempo real gracias a internet y las diferentes redes sociales, y da todas las oportunidades posibles para comprobar su veracidad o, cuando menos, la posibilidad de que la fuente sepa de lo que habla, la gente ha demostrado que lo que prefiere no es lo que es mejor para ellos sino lo que más les gusta. Los liberales verán MSNBC y los conservadores FOX; si un programa deja de decir lo que les gusta simplemente lo quitan, lo que lleva a otro de los grandes problemas del periodismo moderno: La gente deja de ver las noticias para informarse, en su lugar lo hace para reafirmarse. Que la FOX use como eslogan Fair & Balanced no es el mayor sarcasmo del mundo de la comunicación de masas porque ahí está la salida a bolsa de Facebook. Y da igual las veces que se señalen errores y mentiras, siempre serán los otros, la prensa liberal, los que se obstinan en negar la verdad. Ante semejante panorama de poco sirve el concepto de credibilidad, las noticias pasan a ser capaces de decir lo que quieran con total impunidad. Y si esto parece exagerado, pregúntense dónde nació el presidente Obama.

Ante tal disparate, tanta locura, y aún existiendo la necesidad de informarse de la gente lo lógico era era que buscaran algún medio informativo para lograrlo… Pero de eso hablaremos en varias semanas, cuando volvamos para horrorizarnos de que la única forma de hablar de la actualidad en serio sea hacerlo en broma.


Problemático Ensayismo Very Unfunny

Cuanto más lo pienso menos sentido le veo a esta columna que voy a escribir hoy. Es decir, sí, cierto, el asunto está más que justificado por lo lamentable y escandaloso que… Espera, he empezado por donde no debía. Mejor retroceder un poco.

Aprovechando el Festival de San Sebastián —aunque lleva sellos también de la Generalitat de Catalunya y la de Valencia así como de las filmotecas de sus respectivas comunidades— se ha publicado el volumen Very Funny Things, una obra que reúne artículos sobre eso que se ha dado en llamar Nueva Comedia Americana. El resultado es… siendo amables podemos decir que pasable.

Empecemos señalando algo propio al libro en sí que no pudo más que llamarme la atención. Y no me refiero a los bailes al decidir cómo citar las películas y series porque a eso ya he acabado acostumbrándome a base de libros descoordinados. Hablo de la inexplicable ausencia de mención a los textos españoles que han tratado del tema. Nada sobre Miradas de Cine, pese a ser los que prácticamente acuñaron el término de Nueva Comedia Americana, y tampoco nada sobre Una risa nueva, el libro de ensayos y guarnición que capitaneó Jordi Costa y del que ya hablamos aquí en su día. Me sorprende, sobre todo, porque no entiendo si lo hacen por desconocimiento o maldad. Si es por desconocimiento, me parece triste por lo que demuestra de carencia de lecturas; si es por maldad, me parece considerar muy tontos a los lectores, sobre todo contando con el propio Costa entre los firmantes. Una situación más que extraña que, sin embargo, se puede tratar de manera independiente a la calidad de los textos incluidos.

Hay textos excelentes, sí, pero son los menos. De los catorce sólo son realmente buenos, más allá de temas discutibles, el de Mutantes y mediáticos. La fisicidad del cómico en la Nueva Comedia Americana de Manu Yáñez Murillo y Girls just wanna have fun?. Mujeres en la Nueva Comedia Americana de Maria Adell. Del resto hay artículos interesantes pero con relación tangencial con la Nueva Comedia Americana —que casi mejor llamamos NCA para abreviar—, como pueden ser los de Jordi Costa y Quim Casas, artículos cumplidores como los de Carlos Losilla, Desireé de Fez, Borja Crespo o el artículo sobre el SNL de Manu Yáñez Murillo, segundo en el volumen y menos brillante, más rápido y superficial que el otro, y cinco artículos que van de lo flojo, como el de Jacky Goldberg, a lo que no sólo está alejado de la NCA como el de Adrian Martin, que merece sin embargo un segundo puesto en el concurso de namedropping por detrás sólo de las Páginas Blancas, el inexplicablemente desinformado o solipsista texto sobre política y comedia de Robert Koehler y los tres grandes desastres del libro.

El artículo que se autoadjudica la coordinadora, Violeta Kovacsics, está aún más disperso que mis columnas reflexivas y —tal y como hacía temer la introducción— da la sensación de que o pasa de lo que no le conviene para sus teorías o ha decidido centrarse de manera casi obsesiva en lo que a ella le interesa. Eso sin contar con la extraña sensación que produce leer un párrafo como este:

Justin Timberlake resumió perfectamente la estructura cerrada del Saturday Night Live (SNL) en uno de los sketches del programa. Sentado en la mesa del falso noticiero, junto a Seth Meyers, el actor y cantante deja claro que no tiene la más mínima intención de hacer algo en el programa, que, total, todos sabemos qué va a pasar. Se desquita condensando el programa en un par de minutos de ágil verborrea —digna del David Fincher de La red social (The Social Network, 2010)—. [Lamento interrumpir el párrafo, pero es que no puedo evitar pensar que se refería al guionista de la película, Aaron Sorkin, y no al director] Cold Open, créditos, Kristen Wiig (e imita la pose femenina de la actriz), el chico negro (mofándose del hecho, políticamente correcto, de que siempre tenga que haber un negro en el show), sketch, número musical, weekend update, el numerito de Andy Samberg (compañero de Timberlake en muchos gags), más música (se sube sobre la mesa, baila y entona una estrofa de una de sus canciones), etc. Timberlake riza el rizo del programa de humor: convierte la propia estructura del show en el núcleo del chiste. En el fondo, la estructura cerrada del SNL evoca también lo serial. Y si hay algo que en los últimos tiempos ha puesto en duda la cuestión de la autoría es el auge (o el apogeo) de la serialidad.

No volveré sobre Sorkin ni trataré de explicar que sin un negro en el show interpretar a Will Smith o incluso Obama podría ser un tema más peliaguado del que ya fue con Armisen, el problema está en que recuerdo a la perfección la aparición de Timberlake a la que se refiere —es imposible no recordar las apariciones de Timberlake en el SNL porque es un auténtico fuera de serie— y mucho me temo que o no se acordaba de cómo ocurrió o decidió una vez más que no le servía a su propósito. Pero, como decía, vivimos en los tiempos de internet así que aquí está:

Y, en caso de que no podáis reproducirlo, me he tomado la libertad de traducir de esta web de transcripción de guiones del SNL el texto original de la intervención:

Seth Meyers: Ahora con un mensaje especial para Weekend Update, Justin Timberlake.

Justin Timberlake: Gracias, gracias (…) Chicos, probablemente os estéis preguntando qué estoy haciendo aquí estea noche. Sí. Bien, la cosa es, dije que haría el programa de Acción de Gracias la semana que viene, y por desgracia, he tenido que cancelarlo. Y me siento mal porque ya lo había preparado todo en mi mente. Así que… ¿te importa que lo haga ahora?

SM: No, desde luego. Quiero decir… Nos encantaría.

JT: ¿Sí? Okey. Muy bien. Empezamos con un primer plano del escudo presidencial, algo político en lo que no estoy. Y [Imita a Don Pardo] “Live from New York, it’s Saturday Night! Con Fred Armisen, Will Forte, el chico guapo, el chico negro, Kristin Wiig. Y presentando al tío nuevo y a las nuevas chicas. Y vuestro presentador e invitado musical, Justin Timberlake. “Oh, gracias, gracias” Aplausos, aplausos, aplausos. Trato de empezar a hablar, más aplausos. “En serio, gente, sentaos.” Más aplausos. “¡Vale, ya!. Hey, Acción de Gracias es el jueves. Bla, bla, bla.” “¡Tengo preparados chistes de parte trasera del pavo! ¡Lo que sobre lo tomaré como aperitivo!” Andy y Bill como bailarines al fondo, porque no van a hacer nada más. Ja, ja, ja. “No os mováis. Tendremos un gran programa. Volvemos ahora mismo.” Alguna parodia de un anuncio en el que no estoy, entonces… “De vuelta a Ciudad Pavo.” Auncios, y [Imitando el personaje de Bill Hader] “Buenas tardes y bienvenidos de nuevo al “Especial de Acción de Gracias con Vincent Price” conmigo y otros tres muertos.” Yo interpretaré, por supuesto, a James Dean. Y pasamos al Digital Short. [Al estilo de Dick in a box] Primer paso: “Haz un agujero al pavo”. Segundo paso:… Mala idea. No deberíamos hacer eso. Y canción. “Ladies and gentlemen, ¡YO!.” [Cantando] “Ain’t another woman that can take your spot my love.” “So don’t give away my love, so don’t give away.” Las chicas se vuelven locas, yo hago algunos pasos de bailes molones y fuera. La audiencia va a por un bocado. Anuncios. Y es Weekend Uupdate No estoy en este, estoy tomándome un respiro, mensajeando con Jessica. Chiste, chiste, chiste. Kenan travestido. Tengo un momento instrospectivo. Tío, este programa es realmente en vivo. Quiero decir, está pasando ahora. Chiste, chiste, chiste, Nicholas Fehn. [Imita al personaje de Fred Armisen] “Okay, lo que quiero decir es… okay… ¿cuánta gente…?” Chiste, chiste, chiste y Target Lady [Imita al personaje de Kristen Wiig] “Voy a poner la vela en mi baño de invitados, para que mis invitados se sientan como cagando en un monasterio”. Pasamos a “Talkin’ it up on the Barry Gibb Talk Show…” [Imita el falsete de los Bee Gees] No! No, lo haré. Segunda canción. Sentado tras el piano, me pongo un gorro pequeño y “Sing the song be intense and you look at the… camera.” Pasamos al último sketch. Es “Mi imitación de Michael Macdonald…” Guao, qué gran programa. Quiero agradecer a Jimmy Fallon y al Senador Chris Dodd por pasarse por aquí. ¿Qué decís? ¿Que queréis una canción más? No, no podría… Bueno… ¡Voy a hacerlo!

[Se sube a la mesa y comienza a cantar] “I’m bringing sexy back
Them other boys don’t know how to act
I think you’re special what’s behind your back
So turn around and I’ll pick up the slack.
Seth, take it to the bridge!”

SM: Para “Weekend Update,” ¡soy Seth Meyers!

JT: Yo soy Justin Timberlake. ¡Buenas noches!

El sketch, magnífico —si algo ha demostrado el SNL es el enorme potencial cómico de Timberlake— sin duda, no apunta sin embargo en la dirección que Kovacsics sugiere. Timberlake hace un acto de repaso, no de crítica. Similar al que se podría encontrar en, por ejemplo, al repaso de toda la obra que hacen en Betrayed hacia el final de Los Productores. De hecho, varios de los sketches y personajes que mencionan aparecerían efectivamente en la siguiente aparición de Justin Timberlake como presentador en el programa —esa misma temporada en el penúltimo programa— y le valdrían ganar un Emmy a invitado en un programa cómico. En fin.

Peor aún es el intento de imitar uno de los para mí más incomprensibles éxitos del libro Una risa nueva. Si ahí los Vengamonjas convierten lo que debería haber sido un ensayo sobre el SNL en un monólogo interno de Bill Murray en la ceremonia en que fue candidato al Oscar, aquí Fernando de Felipe demuestra que Eso lo puede hacer cualquiera no era cierto con una bochornosa falsa entrevista a Leslie Nielsen cuya finalidad real, contacto con el NCA o motivo por el que fue incluido en este volumen, no podemos más que especular.

Pero nada de esto nos prepara para el motivo de que lleve ya un rato escribiendo sobre este libro. Me refiero a La transfiguración cómica. Ficción cómica televisiva en Estados Unidos de Joan Pons, un texto que no es ya de un nivel bajo o unas conclusiones peregrinas sino, directamente, plagado de datos erróneos. Y así hemos llegado al principio de la columna de nuevo.

¿Qué sentido tiene que escriba esto? Es decir, es poco probable que nadie se cruce este libro de manera natural, mucho menos que se le ocurra buscar información en el apartado de sitcom, entonces ¿para qué removerlo?, ¿qué necesidad hay de darle relevancia?

Pues supongo que será porque estoy cansado de leer textos de gente que cree que la televisión empezó a crear series cuando ellos empezaron a encenderla, que considera que lo único que existe es lo que vieron de pequeños y que el equivalente a investigar es tratar de verse más series recientes y no profundizar y relacionarl las de ahora con las de antes. Porque hubo un antes, lo juro.

El problema es que las doce páginas que ocupan dan motivos más que de sobra para un par de columnas dedicadas y en realidad no tenemos tanto espacio en internet así que voy a intentar centrarme en los problemas más graves y tratar de dejar la posibilidad de, por ejemplo, discutir por qué nadie pondría la frase “Si deja de hacer reír, deja de ser comedia” en un libro sobre NCA. Y empezamos por una de las primeras y más clamorosas metidas de pata.

La sitcom clásica, la heredera de I Love Lucy (Jess Oppenheimer, Madelyn Davis y Bob Carroll Jr., 1951-1957), The Honeymooners (Frank Satenstein, 1957-1971), Días felices (Happy Days;Ron Howard, Henry Winkler y Marion Ross, 1974-1984) o Enredo (Soap, Susan Harris, 1977-1981), la de 25 minutos con un par o tres de sets en plató, trama principal y trama secundaria autoconclusivas y chistes blancos, (…)

Hay más problemas aún siguiendo el párrafo pero vamos a centrarnos en esto. Vamos a aceptar los créditos de creador de la Wikipedia de I Love Lucy, pero The Honeymooners me temo que no duró de 1957 a 1971… Duró 39 episodios. De Octubre de 1955 a Septiembre de 1956. Le podemos meter más años si aceptamos que realmente empezó en 1951, cuando eran aún sólo sketches para Cavalcade of Stars en DuMont —¿ veis cómo nadie recuerda nunca a DuMont? —y no una serie con entidad propia, algo así como discutir si Los Simpson empiezan en el Show de Tracey Ullman o en su propia serie. Pero, venga, admitimos que llega cuando pasan a la CBS y tras comprobar que eran los segmentos más interesantes de The Jackie Gleason Show deciden convertirlo en una serie pero Gleason decide que, pese a haberse comprometido a hacer más episodios, no puede mantener el nivel, así que sólo se ruedan y emiten esos famosos 39; luego volverá a tener programa propio y dentro de él, de cuando en cuando, aparecerán algunos segmentos de The Honeymooners. No sólo eso, también decidieron hacer varios especiales a lo largo de los años. En 1970 era cancelado el programa de Gleason y tras ello sólo se hicieron cuatro especiales más, el último de los cuales fue emitido en… 1978. ¿De donde sale la mágica cifra de 1971? Lo único que se me ocurre es que cuando ha mirado en la Wikipedia haya visto “Distribuido por: CBS Films (1957?1971)” sin pararse a mirar que se refiera a la empresa que se dedicó a gestionar los derechos para emisión de esos 39 originales, los perdidos, los remontados y todos esos especiales.

En el caso de Happy Days, o Días felices, las fechas están bien pero… ¿qué son esos nombres? Ron Howard, Henry Winkler y Marion Ross… Ninguno de ellos se parece al del creador, Garry MarshallRon Howard ahora es director y productor pero por entonces no era más que un chaval que había dejado de ser un niño en The Andy Griffith Show para protagonizar… esta serie. Vale, pronto se vió eclipsado y se largó dejando el centro de la serie a Arthur Fonzie / The Fonz Fonzarelli, el célebre personaje interpretado por.. ah, sí, Henry Winkler. Venga, que seguro que ya lo sabéis todos: ¿Quién era Marion Ross? No, no era la novia de nadie. Era la MADRE de la familia protagonista. En serio, ¿esto de los nombres cómo ha sido?.

Pero quizá el más grave de todos los casos sea el de Enredo porque, en fin… ¿chistes blancos? ¿En serio? Una serie que ANTES del estreno ya había conseguido plataformas en contra, que durante su emisión vivió todo tipo de episodios de boicot y que logró que todo tipo de asociaciones, algunas contrapuestas, decidieran demandarles? ¿Una serie que es la primera en mostrar un personaje principal abiertamente gay? ¿Una muchacha seduciendo a un cura? ¿Adulterios, asesinatos, la Mafia, criados negros? Creo que no tenemos el mismo concepto de humor blanco. Pero claro, tampoco lo tenemos de tramas autoconclusivas porque una serie que abre y cierra siempre haciendo repaso a las, ¿cómo decirlo?, a las tramas abiertas que recogemos y dejamos por ser una —cuidado SPOILERS—- versión paródica de los culebrones. Si se hubiera molestado en hacer algo de eso que llamamos investigación o estudio sabría que tanto Susan Harris como su marido reconocían que al crear Soap pensaron que sería más sencillo escribir una serie sin tramas autoconclusivas.

Imaginad la cara de sorpresa al encontrarme esto. Como decía, puedo llegar a aceptar que alguien tenga los bemoles de escribir “Como dice en los extras de la edición en DVD de la primera temporada Larry David, productor ejecutivo y creador de la serie junto al protagonista Jerry Seinfeld, querína hacer una serie sobre… nada en particular.” ¿En serio? ¿Eso lo sabe por los extras del DVD? ¿Es para eso que lo ponen? Porque, claro, que Seinfeld es una serie sobre nada posiblemente no lo hayan comentado en inguna entrevista antes, ni en texto, ni, en fin, en la publicidad de la serie. Menos mal que teníamos los extras.

Por cierto, la historia de la creación de la serie es más interesante que eso. Originalmente iban a ser Seinfeld y David —ambos respetados cómicos de stand up en aquella época— andando por la calle y hablando. Pero la cadena… bueno, os lo cuento otro día. Quedaros con que David y Seinfeld son cocreadores al 50% y no el genio y su actor .

Pero, como decía, son muchas más las afirmaciones discutibles, por ejemplo cuando dice “¿Cómo conseguía una sitcom dejar de ser una sitcom más? Pues, en el tránsito de los 80 a los 90, introduciendo variables en el factor racial, como La hora de Bill Cosby (The Cosby Show, Bill Cosby, Ed Weinberg y Michael Lesson, 1984-1992) (…)” OH, REALLY?! La enumeración de factores y series sigue, con el mismo criterio de una gallina sin cabeza, así que hagamos parada en la primera. Tranquilos, el nombre, los creadores y las fechas están bien. El asunto es que… ¿introducir una variable racial en los años ’80? ¿En serio? Pero… ¿Comparado con qué?

Es decir, en la radio había un par de programas cómicos protagonizados por negros, la bastardilla es porque en el caso más famoso, Amos ‘n’ Andy, esos negros eran una especie de precuela de Milli Vanilli con dos blanquitos, Freeman Gosden y Charles Correll que empezaron en 1928 con estos personajes con tanto éxito que para 1950 quisieron llevarlos a la tele, su intención inicial fue usar actores negros que hicieran playback sobre las frases pronunciadas por Gosden y Correll, como eso no era posible acabaron imitando los acentos que los blanquitos ponían, la serie se emitió del 51 al 53.

Y no fue ni la primera, Beulah, una serie sobre una criada negra que resuelve los problemas a sus amos blancos, empezó en la radio en 1943 y pasó a la tele en 1950. En ambos casos demostró la misma capacidad para cambiar a su actriz principal cuando esta decidía largarse, había problemas o, simplemente, se ponía enferma. Duró hasta 1952.

Por supuesto ninguna de estas dos series cincuenteras tienen nada que ver con lo que en 1968 protagonizaría la cantante Diahann Carroll en Julia sitcom sobre una viuda de guerra que trabaja como enfermera para un doctor blanco mientras cría a su hijo pequeño. Duró hasta el 73, aunque los aspectos raciales estaban bastante tamizados frente a la comedia familiar.

Como tampoco vamos a estar hablando de TODAS las sitcoms que hubo entre los años ’70 y la aparición de la serie de Cosby quizá sea más fácil sugerir que se mire cómo llegó el exploit setentero gracias a los buenos resultados de Sanford and Son y, sobre todo, de The Jeffersons, la serie negra más exitosa de la historia hasta la llegada de Tyler Perry. Gracias en buena parte a la plataforma de lanzamiento que fue All in the family. [Y como os lo estaréis preguntando: No, Joan Pons no menciona All in the family en todo el texto, ¿para qué? Sólo fue la serie más exitosa de los ’70, principal culpable de la comedia política y enorme influencia además de la obra más recordad de Norman Lear, mencionarla tiraría por tierra esa idea de refinamiento reciente que nos trata de vender.]

Por supuesto no eran sólo estas dos, hubo alguna sitcom negra más, digamos… Baby, I’m Back, Barefoot in the Park, Benson, Fat Albert and the Cosby Kids, Good Times, Grady, Mr. Dugan, Roll Out, Sanford Arms, That’s My Mama, The Fosters, What’s Happening!!
Y esto sólo hasta 1979, sin entrar en lo que hubo en los ’80 hasta la llegada del programa de Cosby.

¡Parece mentira lo útil que resulta que en la wikipedia haya una página sobre sitcom negra con series ordenadas por años!

Si no me hubiera dejado alguna y… ¡Pero que embarazoso! ¡Si SÍ que me he dejado una! Vaya…

Resulta que a finales de los años ’60 —tan a finales que normalmente se lista como de los años ’70 por haber empezado en Septiembre de 1969— un famoso cómico de stand up, superventas en discos de comedia y con actuaciones siempre llenas, que venía de protagonizar a medias una serie de humor y acción sobre espías —era la época— tuvo la oportunidad de protagonizar su propia serie. Su idea fue basarse en su propia vida e interpretar a un profesor de educación física que interactúa con sus alumnos y con otros profesores metiéndose en líos o ayudándoles; lamentablemente no llegó muy lejos y fue cancelada durante la segunda temporada. Precisamente por eso, cuando quince años después quiso protagonizar otra comedia, no pudo usar su nombre completo como había usado la primera vez.

Y pasó de llamarlo The Bill Cosby Show (Ed Weinberger, Bill Cosby, Michael Zagor, 19769-1971) a The Cosby Show (Bill Cosby, Ed Weinberg y Michael Lesson, 1984-1992)

[Por cierto, si yo quisiera hablar del factor racial no me olvidaría de Chico and the Man, la sitcom hispana que puso al ya popular Freddie Prinze en la estratosfera de 1974 a 1978, cuando se acabaron los episodios grabados antes de que se decidiera suicidar por una profunda depresión.]

¡¿Veis por que no puedo corregir TODO el texto?! ¡No vamos a acabar nunca! Bueno, vale, un poco más pero no mucho…

A ver, habla de la sitcom familiar como crisol indiscutible y modelo a seguir. Podríamos estar horas discutiendo pero, ¿para qué? Si no se molesta en citar All in the family, luego dice que “la institución del hogar por encima de sitcoms, también con el aplauso del público mayoritario, sobre lucha de sexos como Loco por ti (Mad about you; Paul Reiser y Danny Jacobson, 1992-1999)” Por lo visto si están recién casados y acaban teniendo un hijo no es una familia, es un reloj de cuco. No como sus ejemplos de sitcom familiar: Primos lejanos está claro que no va de dos tipos de personalidades contrapuestas que comparten piso sino de ¡Una familia!

Ah, sí, que los dramas televisivos empezaron a incorporar elementos de comedia y eso creó el dramedy a partir de Con ocho basta (Eight is Enough; Lee rich, Philip Capice y Lee Mendelson, 1977-1981) o, y resulta que hubo obras como Sports Night (Aaron Sorkin, 1998-2000) que fueron incomprendidas y su cadena le metía risas en unos episodios pero no en otros.

Pues imagina lo que pudo suceder con M*A*S*H, se combatió por las risas en latas y al final se logró reducirla a la mínima expresión y que algunos capítulos no llevaran además, claro, de tratar temas importantes, dramático en ocasiones —eso de la guerra, los muertos y tal, ya saben— que adem… Uy, la ficha. M*A*S*H (Larry Gelbart, adaptando la película y mucho curro y tal, 1972-1983)

¿Qué? ¡Pero NO, hombre! ¿Cómo va a citar esta serie? ¡¡¡No has entendido nada de cómo funciona esto!!! Además, que empezaron a emitirla a continuación de All in the family, así que el Triángulo de las Bermudas se tragó esas emisiones y ahora no existen. No como las voces en mi cabeza, que según voy leyendo más texto las voy oyendo más claras.

Francamente, creo que esto hace rato que dejó de tener gracia. ¿De dónde ha salido este tipo? ¿Por qué escribe sobre sitcom cuando parece no saber más que lo que se emitió en TVE y no haberse molestado jamás en investigar, estudiar o profundizar?

Ah, mira, aquí está la ficha.

JOAN PONS PINAC
Blablablablabla… Redactor, escritor y crítico de música, cómic, cine y series de TV en diferentes publicaciones blablablabla desde finales de 2005 y hasta 2012 trabaja en la productora de televisión El Terrat como responsable del área de I+D y nuevos formatos, así como director de la Diplomatura de posgrado sobre guión televisivo de entretenimiento y humor (IDECUPF)

Ah, pues mira, al final resulta que no tiene ninguna relación directa con nada que exija saber de televisión. Eso de la diplomatura suena bien, imagino que será alguna Libre Configuración en la Universidad Big Mac. Espera, ahora que lo pienso, lo mismo es el trabajo de uno o varios de sus alumnos. En ese caso, lo siento chicos, no sólo habéis pagado una pasta, además os va a caer un cate histórico.

Porque he decidido pararlo ahí pero en esas 12 páginas hay material para seguir semanas, de hecho podría pasarme más de un año haciendo una serie de columnas explicando los problemas de todo tipo del texto.

¿Cómo? ¿Exagerado yo? Venga, una más.

Otras prueban fortuna recogiendo recursos de redes sociales, como Las chorradas de mi padre (S#*! My Dad Says; David Kohan, Max Mutchnick, Patrick Schumacker y Justin Halpern, 2010) a partir de un hastag de Twitter.

Eso ha dicho, un hashtag. No una cuerta de tuiter o un tuiter o… No, un Hashtag. —Ah, y la serie cerró en 2011 no en 2010— Cualquiera le cuenta que, además, inspiró toda una serie de obras como la webserie Shit Girls Say y sus distintas parodias y variaciones.

Pero, claro, te pones a pensar y a saber qué piensa él que son webseries… Anda, si es como continúa ese párrafo.

Y las más afortunadas nacen como webserie, siempre una actividad creativa tan poco lucrativa, y acaban en algún canal de televisión, como Web Therapy (Lisa Kudrow, Don Roos, Dan Bucatinsky, 2008), Eagleheart (Michael Koman, Andrew Weinberg, 2010) o Children’s Hospital (Rob Corddry, 2008)

Hombre, Roos y Bucatinsky son los directores de la serie de televisión, Childrens Hospital (Tranquilo, que NO lleva genitivo sajón se nos olvida a todos) fue creada directamente para TheWB.com antes de que lo cogiera para serie el Adult Swim y Eagleheart no ha sido webseries en su vida, pero quitando eso podría haber ido peor. Quiero decir, si no tenemos en cuenta que todas las series siguen en activo.

Mira, esto ya ha durado demasiado. Vamos a hacer una cosa, yo lo dejo aquí y vosotros me prometéis evitarlo en el futuro. Y al texto también.

¡Se acabó!