Emisiones televisivas y sus problemas para encuadrarlas

Vamos a ir terminando ya esta parte más árida, aunque necesaria, de las explicaciones sobre televisión. Lo vamos a hacer con un repaso a los principales formatos televisivos, entendiendo formato como los diferentes tipos de emisiones que pueden realizarse. Por aquello de tratar de dejar explicadas las distintas diferencias entre unos y otros programas. Como siempre en estos casos eso significa introducirnos en un laberinto.

En contra de lo que la misma idea de simplificación pueda hacernos creer, no es tan sencillo colgarle la etiqueta a una emisión. Empezando por la propia palabra para definirla: Un programa sería, por definición, la emisión regular y periódica dentro de una misma cabecera, aunque esto deja fuera tanto a los especiales como a las emisiones periódicas de contenido deportivo, películas y, en general, las emisiones de ficción como series o informativos; un formato es a la vez más genérico y más concreto, teóricamente debería usarse para hablar de un tipo o estilo concreto de emisión pero, en su aplicación práctica, acaba siendo usado precisamente para hablar de la globalidad; serie se centra, por supuesto, en las emisiones de ficción, de igual manera que al llamarlas dramáticas parece que dejáramos fuera a las comedias. Un follón.

Si nos ponemos ya en las emisiones propiamente dichas podemos hacer una separación entre Ficción y No-Ficción y silbar muy fuerte cuando haya que justificarlo. Podríamos decir que las de Ficción son Obviamente ficticios mientras que los de No-Ficción tratan de no serlo. Porque guionizado, lo que se dice guionizado, está todo.

Otra cosa es que los guiones de la no-ficción sean más abiertos que los de la ficción, bien porque se limiten a crear unas preguntas o unas líneas generales o porque, como en el caso de los Telediarios, la idea sea presentar una verosimilitud. Del mismo modo los Documentales ya hace años creaban estos problemas y ahora con la aparición de los realities la problemática se dispara.

Finalmente, los criterios para separarlos pueden llegar a ser incluso más arbitrarios -por difícil que parezca- de modo que la elección en su organización a la hora de emitirlo, en el género, en el momento de situación de la acción o en la misma mecánica interna puede llevar a distintos tipos de clasificaciones.

Pero qué vamos a hacerle, el mundo es complejo pero nos empeñaos en tratar de explicarlo.

Quizá la explicación más sencilla esté en el género. Aplicado fundamentalmente a las series dramáticas según la intencionalidad de su trama aunque, desde hace años, cada vez más proclive a la mezcla. Género sería por ejemplo el Negro, el de Acción o el Fantástico. No sería el aspecto -serio o cómico,a demás del tan querido últimamente dramedia que parece haber sustituido con éxito el melodrama reservado ya solo para auténticas tragedias azucaradas- de la misma y, como vemos, una serie puede tener a la vez elementos fantásticos y negros. Por supuesto, dentro del mismo género hay diferentes posibilidades, así una serie Negra puede ser un Policíaco (que a su vez puede ser un mystery, procedimental, etc..) o una serie Criminal (Mafias, atracadores, asesinos…) entre muchas muchas más opciones que no vamos a explicar aquí porque ya habrá algún año libre en el que ir desentrañando los diferentes tipos y modelos. A continuación llegaría la ambientación, la localización temporal, que nos mostraría junto a aquellos centrados en el momento actual a series históricas o de época, o programas futuristas -que siempre tienen un algo de fantástico, aunque pueda ser mínimo o intente ser disimulado como anticipación-. Resulta comprensible que la gente, o incluso los medios -total-, hablen de una serie «futurista» o «del oeste» por centrarse en su aspecto más importante, pero eso no quita que tengan más caras. -Por ejemplo Firefly-. Luego ya estaría el asunto de la duración: Series, miniseries -generalmente por tener un final predefinido más que por el número de episodios, aunque eso daría lugar también a las maxiseries-, seriales -que como suena a eso que ponían en los cines ahora suelen llamarlos «tiras»- o, por su contenido, series antológicas bien por temporadas -que es lo que se lleva ahora- o por capítulos -las de aquellos gloriosos tiempos de Alfred Hitchcock Presenta o The Twilight Zone-, porque con todo se puede ir definiendo.

En cuanto al resto de emisiones, nos encontramos como siempre con la posibilidad de especificar mediante un concepto concreto -por ejemplo, los Court Shows que son esos programas de juicios como el que presentaba Anarrosa– que resuma el concepto general del mismo. O podemos intentar hacer también con ellos el mismo laberinto de categorías y subcategorías, por mucho que ahora estén todas mezcladas.

Así, podemos decir que hay Concursos, que serían los programas cuya finalidad es ofrecer la posibilidad de que una persona (o grupo de personas) se lleve un premio. Y luego ya ir bajando categorías: Si el premio se le da a cambio de demostrar sus conocimientos a través de una serie de interrogatorios será de Preguntas, si es mediante sus capacidades propias será de Talentos… luego ya empezamos con los líos porque se está usando desde hace unos años el término Game Opera para definir a esos concursos de larga duración que van eliminando concursantes uno a uno frente a los que establecen una idea de ganador definitivo en cada emisión. Lo que significaría admitir una nueva diferenciación para, sobre todo, los de talentos. El día que monten uno de preguntas y respuestas por eliminación vamos a tener una juerga.

Luego tendríamos el reinado de los Realities, una palabra que en si poco quiere decir salvo manifestar su intencionalidad: Tratar de acercarse a la realidad. Sin embargo los realities -que están tan guionizados como todo lo demás, por supuesto, y que ofrecen las mismas posibilidades de narrar una historia gracias a la elección de lo que se nos muestra y el montaje realizado a partir de los brutos de sus grabaciones- han sido una revolución de algo que lleva ahí desde los mismos inicios de la televisión: Los documentales.

Cierto es que muchos de ellos mezclan aspectos del documental con los del concurso, pero no es menos cierto que frente a los documentales clásicos, bien en sus formatos más educativos o divulgativos como en los que pretendían ser simples transcripciones de la realidad -lo que los ingleses llaman fly in the wall, vaya-, existió siempre un aspecto complejo en los llamados docudramas, recreaciones con pretensiones de documental de hechos que no habían podido ser filmados con una cercanía y fuentes más o menos creíbles o comprobables según el tema.

Ya hemos hablado por aquí de los programas de cocina y algo de los informativos, si bien podríamos precisar que se podría haber desarrollado más los programas que tratan de separarse del clásico noticiario o incluso documental -de nuevo la intencionalidad y el formato se entremezclan en la definición más adecuada para nuestra emisión- permitiendo, además, la presencia de revistas de prensa o su aparición dentro de otros programas.

Esos programas variados son los conocidos como magazines. Luego hay otros programas variados llamados de variedades. ¿Cómo diferenciarlos? Bien, en principio los magazines entrarían en el reino de los programas de charlas mientras que los de variedades entran en espectáculos. Es decir, un espectáculo de variedades incluye una serie de actuaciones -musicales, humorísticas, alguna pequeña pieza de ficción generalmente cómica y salaz…- frente a otro en el que un presentador va hablando bien al público o bien en entrevistas con invitados.

Esto último es lo que se conoce globalmente como talk shows -o en UK como Chat shows porque ellos son así- y que nosotros llamamos magazines por la cantidad de temas y de variedades que se pueden tocar. Así, a primera hora de la mañana suelen estar los de Desayuno que suelen ser de actualidad para poner al día a los espectadores con las noticias más importantes del día anterior o que se van producir durante la jornada, luego llegarían los Diurnos -sí, estoy traduciendo libremente del inglés, qué le vamos a hacer- que suelen ser más relajados e incluir entrevistas a famosos, algo de cotilleo y, por supuesto, mesas de debate sobre los temas que se consideren necesarios. Incluso puede emitirse alguna serie o incorporar microespacios de cocina, belleza, etc.. Por algún motivo estos formatos mutan por la noche a los Nocturnos en lo que tiene más presencia el humor tanto en actuaciones -piezas, monólogos, personajes recurrentes, sketches- como en el estilo desenfadado de sus presentadores.

Con esto y con todo aún podríamos seguir desgajando porque, por ejemplo, los programas cómicos no se limitan a las comedias de ficción -e incluso entre ellas no es todo sitcom por mucho que pueda parecerlo a veces- pues la existencias de programas de sketches o de bromas demuestran una mayor variedad. Podríamos incluso volver a entrar en una discusión de Intención vs. Formato al hablar de las Cámaras ocultas, pero lo mismo nos sirven para un programa de bromas que para uno con pretensión de informativos.

Lo que me recuerda que se podría desarrollar también la diferencias entre los educativos y los divulgativos. En los primeros la meta es educar a su público en algo, y no es solo que sean más académicos sino que el centro está en la lección. Por contra los divulgativos intentan enseñar algo a la vez que entretener hasta el punto de que muchos han sido atrapados en las redes del Entretenimiento Televisivo creando el famoso monstruo del Infotainment, programas de información y entretenimiento a la vez que suelen ser programas de entretenimientos con pretensiones.

Aún quedaría hueco para otra separación de formatos como son las series animadas en las que, debo decir, las series animadas con pretensiones de drama parecen haber desaparecido hace ya tiempo ofreciéndosenos, como mucho, versiones fantásticas o aventureras de las mismas.

Añadamos a todo esto las emisiones deportivas más o menos periódicas, las ocasiones especiales como galas de premios o maratones, y aún nos quedarán cosas fuera.

Por un lado la llamada Slow tv, que son esos canales que muestran imágenes sin más finalidad que la misma relajación. Acuarios, chimeneas, gente tejiendo o durmiendo…

Por otro, la existencia dentro de las diferentes características nacionales de programas propios que, aunque exportables en principio se podría decir que están fundamentalmente circunscritos al carácter de sus creadores. Nosotros tenemos los intercambios de gritos de gente inacabables con escasa preparación sobre temas elegidos de manera discutible a los que llamamos debates y los filipinos las fantaseryes, mezclas de culebrones con aventuras con fantástico con un poco lo que pillen, o las telenovelas apasionadas y un poco excesivas sudamericanas…

Sirva esta columna, una vez más, como demostración de lo inabarcable que es la televisión incluso en sus formas más superficiales y como recordatorio de que me podría pasar una década hablando de sus distintos modelos y temas y no llegar más que a arañar la superficie.

La intención de esta primera parte era explicar y mostrar algunos puntos fundamentales que, espero, hayan quedado ahora más claros. Si no es así -o si hay algún término o asunto sobre el que consideréis necesaria más luz- no tenéis más que dejarlo en los comentarios y trataré de explicar lo que se ha escapado. Aunque no puedo comprometerme de en qué año sucederá eso.

De momento cerramos esta parte y a partir de junio comenzaremos a seguir explicando la televisión, esta vez desde dentro.