No es que haya muchas novedades esta semana pero desde luego no han dejado de aparecer, así que aquí seguimos con los pilotos que, hasta cierto punto, resultan de lo más interesante. Tomemos como ejemplo nuestra primera serie de la semana, Life in Squares (UK), una mini en tres capítulos para BBC2 que recrea la vida del Grupo de Bloomsbury, es decir: Las hermanas Virginia Woolf y Vanessa Bell y sus amigos de diversa sensibilidad artística, principalmente el pintor Duncan Grant pero también apariciones menos esperables como la de John Maynard Keynes. El resultado está un poco llena de relaciones y trascendencia en su significado pero, cuanto menos, sirve para informar y acercar un poco más un círculo tan curioso y diverso.

Por el otro lado Partners in crime (UK) propone un acercamiento iba a decir que nuevo pero tampoco os hagáis muchas ilusiones a la pareja de Tuppence y Tommy Beresford, una de mis creaciones favoritas de Agatha Christie. Hubiera agradecido también que, ya que se ponían, hubieran realizado algún tipo de actualización aunque fuera solo del ambiente pero, en fin, es la BBC, tienen roperos infinitos. El resultado es el esperable, y uno casi considera que para esto podían haber repuesto las viejas versiones pero en fin.

En SyFy han pensado que necesitaban un… algo… en parte talk show, en otra sketches y crítica de la cultura popular, en el fondo un batiburrillo poco interesante. Y de ahí salió Reactor (USA) Quizá si tomara alguna decisión sobre lo que quiere ser.

En cuanto a We Bare Bears (USA), nueva serie de animación de Daniel Chong para Cartoon Network, solo puedo decir que los diseños son encantadores, pero el humor no está muy definido hacia uno u otro lado de manera que el resultado es más agradable aunque insulso que cualquier otra palabra que se me ocurra para definirlo sin usar drogas recreativas.

Terminemos con el estreno de esta semana de NetflixWet Hot American Summer: First Day of Camp (USA), precuela de la fallida película de campamentos del mismo nombre revivida gracias a su condición de culto y que ahora aprovecha para, casi 15 años después, recuperar a los personajes de la original y meter muchos más cameos de cómicos y amigos logrando multiplicar trama y personajes tanto que llegan incluso a salir alguna minoría étnica. El resultado es tan irregular como la película original, en parte porque presupone que conoces muchos de sus futuros gracias a la película -que más te viene revisitar antes de ponerte con ella- y en otra más por problemas que debieron ser de agenda (Josh Charles se sale en la absoluta nada que hace, pero es una lástima que no se mezcle más) que por el absurdo de las situaciones a las que se ha añadido el problema de que si ya hace 15 años era difícil creer que la mitad del reparto era adolescente no os voy a contar cómo es ahora. Excepto Amy Poehler, que parece que está en la misma semana. Y Paul Rudd, que parece que ha rejuvenecido desde que la hizo. En fin, si queréis una serie con pelucones imposibles ahora que está de parón podéis echarle un ojo a esta. O poneros la película y luego decidid si os apetece ver la serie.


Lo que llevamos en el año

Última columna antes del tradicional no-parón temático de agosto. (De LaColumna, el resto de secciones… bueno, si hay algo se comentará). Podría aprovechar para hablar de algún tema concreto pero como tampoco creo que quede nadie leyendo voy a hacer un muy breve resumen de lo que llevamos de año. Que ya sé que habrá quien piense que acaba de terminar, si es que sigue esa idea de los cursos escolares, o que estamos a la mitad si es que no acaba de ver que hasta septiembre son dos de tres los cuatrimestres de 2015 recorridos. Pero, eh, no voy a enrollarme que esto se supone que iba a ser una entrada facilita.

01) Lo primero es diversidad. Parece que les ha costado un mundo pero empiezan a perderle el miedo a sacar por televisión otras razas, sexualidades y culturas. Quizá sea porque el primer gran éxito del año haya sido Empire o porque la ABC haya visto subir -desde casi el cero- las audiencias apostando por ella. Pero, como siempre, es un paso. Queda mucho por recorrer hasta que en canales como la CBS no parezca que si sale un protagonista de color le vayan a pegar un tiro.

02) Parte de los beneficiarios de esto son las mujeres. Tanto entre las novedades de ambos lados del Atlántico (Agente Cárter, No Offence, iZombieUnREAL) como en los movimientos de lo que ya había como Inside Amy Schumer, parece que también aquí hay pasitos a su favor. Ahora a convencer a gente de que se vea Orphan Black.

03) Hablando de UnREAL: no es solo una de las series del año, también es la muestra de que las cosas en Lifetime parecen estar cambiando. No está claro que es lo que buscan, pero entre esta serie y el telefilme A deadly adoption con WIll Ferrell y Kristen Wiig parece que están tratando de expandirse más allá de los realities y los telefilmes con dramas más o menos locos. Claro que pocas cosas más locas hay que sus elecciones para la intersección que han encontrado entre ambas tendencias, telefilmes que prometen contarlo todo sobre la trastienda de las series con repartos que parecen fruto del azar.

04) No es lo único que crece. Los servicios de streaming están cada vez más claramente aquí para cambiar la forma de consumir televisión y, ya puestos, para crear series interesantes. Y tienen un poco de cada. Desde El hombre del castilloUnbreakable Kimmy Schmidt pasando por DareDevil o repescas como las de Community. Estamos viendo venir el tiburón.

05) De un tiburón a otro porque la creación de webseries sigue adelante incluso al margen de las plataformas de streaming. Parece increíble que aún no se le esté prestando la atención debida a lo que sale por la red de manera independiente o en YouTube, que cualquier día nos da la sorpresa y además de ser el lugar en el que se crean las nuevas personalidades y los famosos, se convierte en un generador de ficción insoslayable.

06) En cuanto a los géneros, parece que el espionaje sigue al alza. No acaba aún de dar con una serie que sea un éxito de público tanto como lo es de crítica -o de cierta parte de la crítica- con la ya veterana The Americanas y con la recién llegada mezcla de europeo y americano en Deustchland 83. De momento los intentos de las networks pinchan en hueso pero si siguen por ahí acabarán acertando.

07) La animación, por su parte, sigue bien. Yo aún no he desesperado en que estrenen de una vez el nuevo Scooby Doo. De momento lo que volvió ayer fue Rick y Morty.

08) Si la animación va bien y el espionaje sube, el terror se dispara. No solo por lo que dije en su momento aquí mismo o en Sabemos, también porque se van preparando lanzamientos para el futuro (Scream Queens, Fear the Walking Dead, Slasher)  afianzando los del presente (American Horror Story, The Walking Dead, Bates Motel). A ver si la cosa cuaja.

09) Hablando de lo cuál, la forma de lograr originalidad en historias cortas pero crear alrededor un nombre ha dejado de ser el creador y ha pasado al éxito del formato de miniserie en arco. Cada temporada uno diferente. Y así vamos sumando cabeceras (American Horror Story, Fargo, True Detective, American Crime) y futuribles, de las estrenadas como miniseries que han decidido pasarse a este truco (Wayward Pines, Agent Carter) a las pendientes de estreno como American Crime Story. Poco a poco nos acercamos a que se animen a recuperar las series antológicas.

09) Ya que menciono Wayward Pines, parece que entre esta y Zoo se ha recuperado la idea del locurón de verano. Ninguna llega al nivel de Persons Unknown pero por lo menos mantienen el juego vivo.

10) Quizá el mayor cambio televisivo que veamos este año es el fin del late, o de cierto tipo de late que se va a reconfigurar en otra cosa. Entre que el adelanto de horario de Kimmel en la ABC puso nervioso al resto de las cadenas y el cansancio de los años lo que comenzó el año pasado con el abandono de Leno y la promoción de Jimmy Fallon y Seth Meyers se ha convertido en una auténtica marcha de pesos pesados entre la jubilación de Letterman, el despido de Ferguson, la dimisión de Stewart y que Colbert cambie de programas. Cuando se pose el polvo no sé si reconoceremos el estado de las noches. Pero de momento en los fines de semana tiene la cara de John Oliver.

11) A propósito de lo cuál, parte de estos nuevos presentadores, como Fallon y Kimmel pero también el novato Corden, tiene como centro de la lucha nada menos que Lo Viral. Probablemente porque la viralidad es como se pasa del estado televisivo al internetero. Por suerte no todo son bromas diversas y Lip Sync Battles (en el programa o como concurso autónomo) y algunos como John Oliver han sabido crear piezas con contenido y duración que logran llegar a un público amplio.

12) Aunque en realidad lo que se lleva en las últimas semanas es darle duro y a la cabeza a True Detective. Reconozco que no entiendo la necesidad de hacer recapitulaciones de cada entrega para webs. Quizá si fuera como crítica y no como contar lo que ocurre. Pero en fin, ese es otro tema- Este es el resultado de tener que hacer recapitulaciones de algo que no puedes evitar pero que, evidentemente, el crítico detesta. Eso da la posibilidad de tratar la serie con una suficiencia, desprecio y crueldad que suele dedicarse a los pilotos más flojos o las películas de Adam Sandler, solo que aquí en lugar de parar porque no merece la pena siguen. Cada semana. Golpeando sin misericordia y buscando métodos de ser cada vez más snarkies como si la sección de crítica y comentario televisivo de los medios digitales fueran la nueva ubicación de Television without pity. Claro que también podemos considerar este tipo de críticas lo más cerca que van a estar de practicar la insult comedy en su vida. Quizá por ahí.

Tanto da, ya está hecho el breve repaso, así que ahora a entretenerse. Porque para el regreso de LaColumna y el Fantástico Español y los Libros que Salen me temo que habrá que esperar hasta septiembre. Mientras aquí seguirán apareciendo todos los lunes las columnas temáticas de agosto y los Pilotos Deathmatch cuando toquen, y seguiré hablando de televisión en Sabemos… Así que tampoco tengo tan claro que vaya a haber mucho descanso por mi parte. ¡Con la de secciones que tengo desatendidas aquí!


Esta semana toca empezar por Nueva Zelanda, que parece que quiere recordarnos que ellos también tiene programas a ratos. El de hoy es Chopper’s Republic of Anzakistan (NZ), un programa cómico que mezcla stand-up con sketches y alguna charla de camerino mientras intenta seguir con una premisa sobre el personaje principal, la creación de Heath Franklin conocida como Mark Chopper Read llegando a dictador de una versión unificada de Nueva Zelanda y Australia. A partir de ahí humor de dictador y humor tópico sobre unos y otros. Que lo mismo si eres de ahí le ves la gracia, pero si no… ahm… poco probable.

Por su parte Disney XD deja pocos puntos de agarre para que a alguien le pueda gustar Gamers Guide to Pretty Much Everything (USA), no solo la premisa vuelve a ser meter gente en el instituto que sería más interesante fuera -en este caso algo así como un Campeón Mundial de Videojuego- intentando agradar a Lo Gamer mientras se quedan no solo en lo antiguo sino también en lo ridículamente inoperante y, de postre, colocan al peor actor principal de una serie Disney que haya visto jamás. Desastre de proporciones épicas.

La BBC aprovecha lo que le queda de libertad para sacar programas como The Javone Prince Show (UK) en la que el cómico que aparece en el título junto con el también cómico, escritor y muchas más cosas Phil Bowker preparan un programa de sketches con algo de stand-up y más contenido de raza. No es que sea ninguna locura pero lo mismo en unos meses nos dan una sorpresa.

La nueva serie de Nickelodeon, obra de Dave Cooper y Johnny RyanPig Goat Banana Cricket (USA) con un estilo de dibujo que recuerda por un lado a los cartoons clásicos (Out of the Inkwell, Silly symphonies o los primeros Looney Tunes) y por otro a los más modernos de Ren Stimpy o Bob Esponja -y algo de Underworld también, claro. ¿Qué otra cosa podría esperarse con Johny Ryan como uno de los responsables?-. En cualquier caso, la serie está más centrada en un humor absurdo relacionado con cada uno de los personajes que tienen algo así como microsecciones que luego pueden interconectarse. Pig es un personaje bobalicón, Goat es bienintencionada y cantante, Banana es un pasota y Cricket -originalmente Mantis, pero estas cosas pasan- es un científico loco, hasta luego reunirse en una última sección. El resultado es cuanto menos curioso.

Resulta curiosa tanta la idea del programa de ITV Safeword (UK) como el resultado. Aparentemente era un panel show pensado para seguir las reglas de los Roast. En realidad está más cerca de ser un Panel Show dedicado a una mezcla de insult comedy y puteo. Un presentador, dos cómicos jefes de equipo, un cómico invitado para cada equipo que cambia en cada programa y también en cada equipo un invitado famoso (o, digamos, famosos para televisión) que es el centro real de la situación. Durante tres rondas ese invitado se le secuestrará la cuenta de tuiter, se le le hará un mini-roast por parte de los dos cómicos del equipo contrario y se le meterá en una pelea e insultos, todo ello con una safe word para dejar de ser el objeto de ataques y burlas. El resultado funciona solo a ratos pero es una idea desde la que algo se podría trabajar.

A este pobre no le han subido vídeo
Terminamos con la miniserie Tut (USA) que va sobre Tutankamon y tira sobre todo de Ben Kingsley. Es lo bueno de los actores ingleses, que pueden interpretar muchas razas distintas. En cualquier caso, el resultado es una mini sobre la vida del faraón que les ha quedado perfecta para echarla un fin de semana por las tardes. Emitiéndola en mitad de julio entiendo que cumple con creces su objetivo.


«Crónicas del mal» (1992)

La juerga con las series de terror iba a llegar a su final con Crónicas del mal, una última iniciativa que parecía partir de la idea que ya habíamos visto intentar desarrollar por Chicho Ibáñez Serrador cuando a principios de los ochenta buscaba realizar un nueva tanda de Historias para no dormir en la que él sirviera solo como Productor ejecutivo, cediendo a profesionales y promesas del terror español los guiones y dirección de los capítulos. Al final la cosa se fue desinflando y acabó siendo solo cuatro capítulos. Chicho seguiría dándole vueltas a la idea pero de momento no fue con su título que tuvo continuidad. Pero esa idea de historias antológicas sí seguiría aprovechando la tradición que ya había en nuestro país y tratando de hacer -una vez más- lo mismo en dos campos diferentes como son el género negro -negrísimo en el caso de La huella del crimen– y el terror con este Crónicas del mal que buscaba, además, reunir a esos autores y guionistas que Chicho suponía.

Detrás de este proyecto estaba Ramón Gómez Redondo, que contaba una amplia experiencia añadiendo el ser Director de Programas de TVE con el Partido Socialista, entre 1982 y 1986. Esto, que podría parecer anecdótico, tuvo mucho peso en los meses subsiguientes al estreno. En un primer momento las críticas la compararon con los dos esfuerzos anteriores: Sabbath e Historias del otro lado. Frente a la de Garci aquí habría variedad de directores y una duración de la mitad de duración. Frente a Sabbath y su acercamiento sucio a las historias de brujas en esta serie se proponía un terror cotidiano y el propio Gómez Redondo declaraba que buscaban unir grandes dosis de humor con secuencias de terror puro. De modo que algún periódico llegó a hablar de una moda del terror en la televisión.

Mientras tanto, en abril de 1991 comenzaba el rodaje de la serie que concluiría en noviembre de ese mismo año, pero antes incluso de que se pudiera estrenar, en junio de 1992, comenzó el acoso contra ella al incluirla dentro de los ejemplos de corrupción que alrededor del PSOE parecían aparecer de continuo en esos años. La queja, realizada por Javier Árenas, entonces vicesecretario general del PP, en rueda de prensa durante la que denunció que el coste de la serie había sido de 585 millones de pesetas.La cosa siguió con una demanda por parte de la productora al PP por daños y perjuicios que incluía la afirmación de que ese dinero había sido usado para tres series y un vídeo musical -¿?-  y un intento de unirla a la trama de financiación ilegal del PSOE en la conocida como Trama Filesa.  ¿Por qué pagar esto por 13 capítulos de media hora les parecía inadmisible pero cuando el año anterior Garci contaba que los primeros 7 capítulos -de una hora- de Historias del otro lado habían costado 600 millones nadie pareció sorprenderse? Quién sabe, cosas de la política, y la utilización de RTVE como campo de batalla, supongo.

En cualquier caso, en agosto de ese mismo año hicieron la presentación que acabaría siendo estrenada a principios de octubre. El primer capítulo, Su juguete favorito, obra de Antonio Drove sobre la maldad y la infancia, demuestra que el formato tenía posibilidades pero que quizá media hora era poco tiempo para un desarrollo suficiente. También mostraría el que iba a ser uno de los problemas de la serie, buenas ideas pero poca capacidad o posibilidad para desarrollarlo. Como ocurría con la historia de fantasmas de José María CarreñoPedro Montero El ascensor, que pese a su ambientación muy lograda se va desinflando.  Algo similar ocurriría con la también de fantasmas  aunque bastante más floja La casa embrujada de Luciano Valverde y Ángel Francisco López Santiago que intenta reconducir con humor lo que no puede arreglar de otra manera y con La visita de Luis Ariño, que funciona como variación sobre el tema de las casas encantadas.

Tampoco mucho mejor librados salían los centrados en la represión propia de la vida cotidiana, Un corazón solitario vuelve a tratar de fantasmas y como punto más destacable está el hecho de contar con Sylvia Zade en la dirección, la única mujer dentro de la parte creativa, aunque el guion fuera Manuel Marinero sobre argumento de Pedro Costa.  En el caso de Una bola de nieve en el infierno el tema es la licantropía, logrando M. Vidal EstevezManuel Marinero si bien no algo rupturista sí por lo menos digno. Las visiones se juntan con la represión en Matar el tiempo de Manuel MatjiPedro Montero en el que sería uno de los primeros intentos meta y uno de los capítulos más flojos. Algo mejor aunque también lejos de los mejores capítulos de la serie, La salida del laberinto de Enrique Nicanor con guión de -una vez más- Manuel Marinero basado en un relato de Alberto S. Insua, que intenta combinar la mitología clásica con las visiones.

El juego metalingüístico se convertiría en otro de los puntales de la serie como el más que correcto El ojo que te ve, jugando con la realidad televisiva que se repite en la vida real mientras saca elementos de varios clásicos del suspense y el terror, si bien se acredita como creadores a Pedro CostaÁngel Santiago y Pedro Costa. O la mucho más notable Compañeros en el crimen de Juan MiñónCarlos Pérez Merinero, con un asesino –Carlos Hipólito– sirviendo como inspiración y quizá algo más de un director de cine – Juanjo Puigcorbé–  y de este a otro episodio de reinvención del cuento clásico en La puerta del éxito de Ramón G. Redondo y guión de Carlos Pérez Merinero, de nuevo con niños y ficciones pesadillescas respaldadas en este caso por la magnífica actuación de Pepe Sancho.

Pero, sin duda, los dos mejores capítulos fueron No habrá flores para los muertos de Ricardo Franco sobre guión de Carlos Pérez Merinero  que tiene no solo una brillante actuación de Manuel Alexandre, también una forma de tratar con las historias de los muertos y sus relaciones con los vivos que desprende a la vez delicadeza y humor negro.

Todo esto, en realidad, no hace sino ser teloneros del auténtico plato fuerte. Ritesti, el regreso a los rodajes -y casi lo último que hizo, Ivan Zulueta que con guión de Pedro Montero según relato de José Luis Velasco Antonio, crea una imagen a un tiempo misteriosa y adictiva, en el que la idea del sueño es a la vez el túnel y la misma causa. El regreso de Zulueta se acompañó, además, de artículos celebrándolo gracias a la cualidad de director de culto que ya entonces tenía.

Lamentablemente ni siquiera esta milagrosa resurrección sirvió para borrar bien la tibia acogida propia quizá del horario de estreno elegido, de la calidad media o de la carga mediática que había subido. Lo que sí sucedió es que esa revitalización del terror en televisión que había sido prevista acabó, en realidad, quedando en nada durante aproximadamente una década.


¡Libros que Salen! Harper Lee, «Gokumon-Tō (La isla de las puertas del infierno)» y E.L. James

La semana que viene no hubo ¡Libros que Salen! y esta casi que tampoco. La mayor parte de editoriales ya ha cerrado si no por vacaciones por inventario y poco más hay para rascar hasta finales de agosto. ¡Pero! Aún nos quedaban dos sorpresas tirando a lo indigesto y, por fortuna, una última gran novela antes de irnos de vacaciones. Así que venga, por última vez en una buena temporada…

¡Que entre la pila!

Gokumon-Tō (La isla de las puertas del infierno) de Seishi Yokomizo, ed. Quaterni


9788494285875-300x450Un clásico, un monumento al misterio clásico, una completa delicia de antaño, no solo Quaterni ha tenido el buen gusto de recuperar a Seishi Yokomizo, de quien parecía que solo veríamos El clan Inugami, sino que lo hace con una de sus grandes novelas: Gokumon-Tō o La isla de las puertas del infierno que nos trae una historia tras la guerra mundial que reúne todos los elementos clásicos: una sucesión de cadáveres, una isla aislada, enfrentamientos familiares, figuras sospechosas, policías poco útiles y fuerzas locales de los que uno solo puede desconfiar. Se nota que está escrita en 1947, pero no porque se haya quedado vieja sino porque conserva aún el encanto de aquella época mágica para las novelas de misterio.

– Ven y pon un centinela de Harper Lee, ed. Harper Collins

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Con un título en español que puedes sonar a Ven y planta un pino, la controvertida aparición de una novela que parece tener un objetivo recaudatorio y plantas una peineta autoral en el recuerdo de su anterior obra, no hay duda de que al menos servirá para que la gente descubra que HarperCollins puede editar también en un idioma que, dicen, es español.

Grey de E.L. James, ed. Grijalbo

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Que ya es más de lo que pueden soltar en Grijalbo que, al perder los pantalones por publicar esta obra a mayor gloria de sacar dinero para mantener la editorial, han acabado perdiendo por el camino la página 421. Pero tranquilos, que ya la han impreso al lado y encartado. ¡Ah, la industria editorial española!

Bueno, pues ya está. Aprovechad para leeros Gokumon-Tō o La isla de las puertas del infierno , para ir rebajando la pila de libros que seguro tenéis y en cuando llegue el final de agosto nos volveremos a ver por aquí. Mientras tanto… ¡Nos leemos!


Incluso en las semanas más flojas -de calidad- hay picos de calidad. Este semana todo se me pasa, más o menos, gracias a 7 days in hell (USA). Especial a mayor gloria de Andy Samberg -aunque no sea propiamente dicho el protagonista- que la HBO autorizó a saber si para mover Wimbledon o para qué. El caso es que su creador, Murray Miller, uno de los escritores de Girls y también productor, puso en marcha a toda una notable cantidad de talento a ambos lados de la pantalla para lo que podría ser un sketch bastante extremo. El resumen es una locura que a ratos recuerda la brillantez de los Monty Python para la sátira y la locura mientras que en otros nos recuerda que es la HBO y no tienen necesidad de cortarse en lo sexual. Ojalá más pequeñas piezas como esta.

Esto compensa cosas como el último resultado de los Commedy Feeds de la BBC, que no puede ser peor porque ya el año pasado tocaron suelo, que si no… En fin. La primera de las seis propuestas que sacan a ver si le dan series completas este año es Dead air (UK) que trata de aprovechar a un tipo con éxito en la radio de allá, Greg James, para ponerle en un ambiente de sitcom clásica. Tanto que casi ni parece que se esfuercen: Nuestro héroe, en un pequeño puesto, tiene la posibilidad de llegar a un programa mayor pero, claro, eso significaría blablalba y su jefe es un blablalbla, y el colega exitoso, la chica, el amigo idiota… ¿Para qué querría la BBC aprobar algo que sin duda cancelaron hace años?

Si creías que la anterior era mala espera a encontrare con esta historia familiar de una chica que tras múltiples problemas deja la universidad y vuelve a casa con sus padres, lo llaman Fishbowl (UK) porque el cuenco del perro hubiera sido demasiado descriptivo. Ni los esfuerzos finales del capítulo lograrían que viera el siguiente.

Cuando el año pasado Funz & Gamez (UK) recibió un premio en el Festival de Edinburgo sospeché que algo se me escapaba. Ahora que lo veo convertido en piloto y con la más que probable posibilidad de ser convertido en series solo puedo decir que algo me he perdido por el camino. Supongo que esta forma de tomar los concursos tradicionales tiene algo de gracioso que solo puedo achacar a un condicionamiento cultural del que yo carezco. Mogollón. Porque me resulta insoportable.

¿Alguna vez te has preguntado si TVLand podría montar su propia versión de Serie B de Louie? ¡Enhorabuena, aquí llegó The Jim Gaffigan Show (USA)! Un cómico de stand up con muchos amigos famosos que van haciendo cameos mientras él cuenta su vida como casado con muchos hijos y pocas ganas de atenderlos. ¡Quizá hasta puedas entender qué era lo que hacía tan grande a Louie en esas primeras temporadas! Si el canal no lo ha hecho lo mismo los espectadores sí puedan sacar alguna lección.

Como la BBC no solo hace pilotos de mie…ntras terminan de recortarles los fondos también nos hemos podido ver The Outcast (UK), adaptación del mismo libro de Sadie Jones que sigue la madurez de un joven en la mísera Inglaterra de postguerra y que es ideal si quieres deprimirte un buen rato mientras en la pantalla los de imagen y sonido hacen todo lo que pueden por buscar aquello del aliento poético. Particularmente no me atraen nada este tipo de historias así que paso mucho, pero sospecho que si alguien quiere deprimirse bellamente es su oportunidad perfecta de hacerlo este verano.

En cuanto a Paris (O) (F) y pese a las muchas obras con el mismo nombre, lo que tenemos aquí es una mini para ARTE creada por Virginie Brac y Gilles Bannier que ya colaboraron en Engrenages, de modo que ya sabéis lo que os podéis encontrar. Una historia de personajes con trasfondo criminal que, en este caso, une desde el primer ministro a una cantante transexual de cabaret. No está mal, vaya.

Esta serie de sketches llamada People time (UK) que debería funcionar aunque solo fuera porque en teoría reúne a siete jóvenes cómicos y les da hueco para que recuperen la brillantez de los programas de sketches que un día hicieron grande a su país, o está muy verde o es poco probable que encuentren un centro en el que fijarse, desde luego está muy lejos de otros intentos que hemos visto este año, incluso siendo consciente de que en este tipo de programas raro es que el piloto diga gran cosa. En fin, si hay suerte.

En cuanto a Radges (UK), se ve que hacía falta también una comedia de jóvenes descontrolados. En realidad hay gente más o menos conocida como Sarah Hadland que, bueno, sale en el programa y eso porque lo que se ve es lo que hay. Otro pequeño desastre.

Queda la duda con Sex&Drugs&Rock&Roll (USA) de qué era lo que buscaba Denis Leary, ¿mostrar la decadencia del personaje o la suya propia? Bien es cierto que de viejos rockeros ha estado llena la televisión, incluidos los canales infantiles, pero esto que su propia cadena parecía vendernos como una versión musical de Californication no solo no lo es, y casi diría que lo agradezco, sino que carece de cualquier excentricidad o dureza de las que Rescue Me pudiera haber hecho gala. De manera que si hubiera que compararlo a una serie sería a… Ruby & The Rockits. Para esto has quedado, Leary, y ni siquiera tienes la mitad de magnífica biografía de los Cassidy.

Terminamos el repaso a esta semana y al Comedy Feed de la BBC, las dos a la vez, con Sunny D (UK) a mayor gloria de Dane Baptiste que parece más convencido de su propia brillantez que de cualquier otra cosa, quizá por ello no deje de sonarnos todo a conocido ni ser poco menos que los exteriores de un acto de stan-up, en el que todo está ahí como fondo para el personaje central. Urgh.


La ruta del ‘slasher’ desde el cine a la televisión

Esto iba a empezar de otra manera pero la San Diego Comic Con tiene caminos inescrutables y han renovado para una segunda temporada Scream mientras escribía esto. Ha sido una renovación un tanto peculiar porque parece que nadie se ha molestado en hacer un comunicado y enviarlo a las redacciones habituales con lo que estas no están dándolo como hecho. Un poco confuso todo, pero nada que la propia serie no parezca favorecer.

En el primer capítulo, dentro de lo que podría llamarse El momento de las charlas meta -pues los dos capítulos han tenido el mismo espacio para ellas hasta el punto de que parezca una sección- señalan la imposibilidad de hacer una serie basada en un slasher. Lo hacen sin reconocer los intentos anteriores. Las referencias lanzadas son de series actuales en su mayoría pero precisamente para esto podrían haber hurgado un poco más, aunque fuera solo para centrarse en Harper’s Island  (2009) que aún está fresca en la memoria. No sé si habréis leído mi -breve- repaso al terror en la televisión para Sabemos pero fue el primer intento que vocalmente se declaraba un slasher, y, sin embargo, podríamos discutir si fue el primero. Eh, ¿no tuvo Freddy una serie propia a finales de los ochenta? Efectivamente, Freddy’s Nightmares duró dos temporadas, entre 1988 y 1990. Y siendo Freddy una de las caras -de pizza- más conocidas del slasher, ¿por qué no se considera así esta serie? Bueno, de entrada porque seguía el formato de antología, de manera que incluso los episodios realacionados con las tramas de Pesadilla en Elm Street eran una minoría dentro de una extensa línea en la que Freddy ejercía de presentador de asuntos en los que no intervenía. La segunda parte del problema es que, en realidad, nadie parece tener muy claro lo que es un slasher.

Como fan del género que soy trataré de explicar este aparente contrasentido: A estas alturas parece que se usa slasher para cualquier obra centrada en el terror en el que un grupo de adolescentes van siendo asesinados en lo que dura la película. Algo complicado porque en tiempos tenía un significado bien distinto. Que es mi forma de realizar la introducción al asunto: ¿Cómo se llegó al slasher?

Lo primero que conviene que hagamos es irnos a la literatura. Concretamente a la llamada Edad de Oro del Mystery Inglés. Que sí, que podríamos ponernos a discutir que si E.T.A. Hoffman o si Edgar Allan Poe pero vamos más allá de las historias detectivescas hacia el momento en que se abandonó las formas victorianas a favor de una narrativa quizá más convencional pero también más centrada en el crimen como problema: Un detective, un grupo de sospechosos y un asesinato = Whodunit? Estos ¿Quién lo hizo? tampoco eran tan exageradamente rutinarios como podría parecer desde fuera y un buen número de grandes autores, sobre todo mujeres, fueron apareciendo para aprovechar el campo de juego. Sin embargo es a un hombre a quien debemos buscar para llegar a nuestro destino. Se trata de Edgar Wallace, nacido en 1875 y que con una vida complicada ya a sus espaldas que incluía multitud de empleos, el paso por el ejército, la entrada en el periodismo trabajando muchas veces como corresponsal hasta llegar a un matrimonio en Sudafrica y un regreso a Inglaterra tras la muerte de su primera hija. De modo que en 1905 comenzó a escribir estas novelas criminales que aún no acababan de cimentarse (lo que podríamos llamar cronología aprobada pone esa Edad Dorada entre el inicio de la Primera y el final de la Segunda Guerra Mundial, luego ya nosotros podemos hacer lo que queramos) una de cuyas características era que, además de los habituales detectives amateurs, colocaba como protagonistas de sus historias a miembros del cuerpo de policía. En realidad no fue lo único que escribió, también hizo sus incursiones en la ciencia ficción y en las novelas de aventuras, sobre todo las africanas, y trabajó realizando reescrituras y guiones originales para la industria cinematográfica. De hecho, cuando murió en 1932 estaba escribiendo el guión de una futura película llamada King Kong. Pero esa es otra historia.

Vayamos un poco más adelante. A 1959 en una Alemania que está saliendo de la posguerra pero que aún tiene por delante mucho y, sobre todo, por detrás mucho más. El auge de las coproducciones y el cine de explotación europeo se extiende a la vez que la posibilidad de unos entretenimientos baratos van apareciendo. Entretenimientos que se colocaban en otros países, como el regreso a los westerns ‘estadounidenses’ del alemán Karl May o a los mysteries ‘ingleses’ del mencionado Edgar Wallace. La popularidad de estos filmes, lanzados por la germano-danesa Rialto en los últimos años de los cincuenta y que acabarían llegando hasta los primeros de los setenta, crearon toda una escuela de lo que se conoció como Krimi. Ya hablaré más sobre ellos el año que pueda dedicar una entrada aquí a hacer La Krimi Lista, de momento quedémonos con que estas adaptaciones más o menos libres de las obras de Wallace que solían tener en común una serie de misteriosos asesinatos con un número de muertos (el tan traído body count) bastante elevado y una trama embrollada en la que solían intervenir por separado pero también juntos: Misteriosas herencias, grupos de criminales que tratan de operar en la sombra y conspiraciones a varios niveles. La guinda al asunto solía ser que el cabecilla de las bandas -o el culpable de los crímenes, dependiendo de cuantas casillas tocaba marcar- tenía una cierta querencia por ponerse elaborados disfraces tomados directamente de la literatura pulp y que permitían un toque extra tanto de melodrama en la historia como de suspense en su desenmascaramiento. El abad negro, El monje rojo, El cadáver carcajeante entre otros, y figuras ambiguas como El Brujo (protagonista de dos de estas películas) hacían del disfraz parte de su uniforme para cometer crímenes y creaban una ambientación tan distinta, cercana a la vez al pulp y al género negro, que la necesidad de aprovechar su éxito llegó a la creación de títulos tan alocados como El gorilla del Soho (1968The gorilla gang en inglés, aunque su título original alemán es Der Gorilla von Soho) de la que os dejo descubrir más detalles. En cualquier caso, la decadencia de esta serie de películas dio un poco igual porque ya habían sembrado la semilla por toda Europa.

Empezando por los propios ingleses que lo mismo hacían sus propias adaptaciones independientes como la desvergonzada explotación ya desde 1960 de Edgar Wallace Mysteries, o las coproducciones anglogermanas de Harry Alan Towers. Claro que el mismo año de 1960, quizá por el impacto de la historia de Ed Gein, vio también la aparición de El fotógrafo del pánico (Peeping Tom), que junto a Psicosis en USA -de nuevo el mismo año- pusieron de moda los asesinatos elaborados y ambientes tenebrosos que se aprovecharían a ambos lados del Atlántico, desde las aproximaciones más cercanas al gótico de Robert Aldrich a otras con agresiones que buscan más la violencia que el misterio, desde las invenciones gore de Herschell Gordon Lewis a ejemplos del cine de venganza mezclados con el de thriller quinqui como podría ser la Satan’s Bed en la que se hace, Yoko Ono por medio, también un cierto acercamiento temático a los Pink Films japoneses, o la poco sutil ya desde su título The Sadist (1963). Pero quizá el que mejor lo entendió fue William Castle que, como era habitual en él, fue ver un filón y tirarse encima: Homocidio (1961), El caso de Lucy Harbin (1963) o Jugando con la muerte (1965) le lanzarían a los brazos de los psicópatas. Jim O’Connolly hizo un poco de cada también, con El circo del crimen (1967) o La torre del diablo (1972). Y, por supuesto, la Hammer: El sabor del miedo (1961), ManiacParanoiac, ambas en 1963, Nightmare al siguiente, Fanatic, Hysteria y The Nanny (con el alocado título español de A merced del odio) en 1965. No es que se quedaran sin títulos terminados en c pero sí que fueron surgiendo más acercamientos a esta mezcla del suspense con el terror como la absolutamente clara explotación que la Amicus realizaba en una película que, no se fuera a perder alguien, se llamaba The Psychopath (1966). Pero quizá los británicos podían mirar para atrás hacia lo que su teatro había hecho siglos antes, porque si los franceses podían hablar de Le Théâtre du Grand-Guignol abierto a finales del S XIX ellos tenían toda una tradición de obras de venganza que usando bases históricas y exacerbando algunos rasgos de las tragedias griegas, habían llenado de sangre y muertes los teatros de los siglos XVI y XVII. Obras cuyo mayor exponente podía ser La tragedia española de Thomas Kyd pero también en otras como Lástima que sea una ramera de John Ford e, incluso, aportaciones atribuidas a Shakespeare como Tito Andrónico. De ahí que no resultara extraño encontrarse a un actor como Vincent Price realizando grotescas venganzas, unas veces con disfraces que cubren sus deformidades (El abominable Doctor Phibes y su continuación)  y otras como método para acercarse a sus víctimas sin ser reconocido a la vez que se jugaba la cercanía temática shakespeariana (Matar o no matar) que, a razón de uno cada año entre 1971 y 1973, llenaría de nuevas muertes complejas y efectistas el cine.

Pero si algún país puede reclamar la herencia del Krimi es, sin duda, Italia donde se adaptaría este peculiar gusto por el crimen refinándolo en lo estético hasta crear el Giallo – y aquí sí que me ahorro explicaciones que para algo escribí La Giallo Lista. – que usando algunos registros de la novela de misterio como el asesino sin rostros -en ocasiones no con vistosas máscaras pero sí con mmedias o telas cubriéndole el rostro haciéndolo a la vez irreconocible y anónimo hasta acercarlo a la nada- vestidos de manera que poco se vea de ellos – largas gabardinas, sombreros de ala ancha- y procurando no dejar nunca huellas gracias a los imprescindibles guantes de cuero negro van despachado víctimas contando con cierta predilección no por los miembros de la sociedad que se interponen en los planes y pueden tener casi cualquier edad y desde luego suelen ser de clases acomodadas, como en los Krimi, sino por presas adultas y bien formadas pero en general femeninas, con una predilección por las posibilidades lascivas del male gaze cinematográfico a la hora de perseguirlas, capturarlas y acabar con ellas para sus locos planes.

Todo lo cuál nos iría llevando a 1974, año en el que nos dejamos finalmente de todas esas obras que iban acercándonos poco a poco a un nuevo género y ponemos como una de las posibilidades para hablar ya del slasher propiamente dicho. Una convención como otra cualquiera pues, en realidad, podríamos haber intentado justificar que en 1971 Hielo sangriento (espantosa traducción de Blood and Lace) ya había tendido un puente entre lo que estaba haciéndose en Italia y lo que los estadounidenses parecían querer creer. Pero, claro, es en 1974 cuando se estrenó la canadiense Black Christmas que reúne muchas de las características que iríamos viendo luego: llamadas telefónicas, un escenario único, muchachas acosadas y asesinatos violentos y efectistas, todo ello orquestado por un hombre misterioso. Ese mismo año llegaría La matanza de Texas, con un grupo de chavales tratando de sobrevivir al encontronazo con la familia Sawyer (pues ese era su apellido inicial) y, especialmente, con Caracuero. Aunque no es menos cierto que podríamos retrasar el inicio hasta 1978, con Halloween, o a 1980 con Viernes 13.

Precisamente la complicación de establecer qué es lo que conforma un slasher es a lo que me refería desde el inicio: Dos de las películas llevan a un asesino con la cara tapada, en en caso de Halloween para borrar su humanidad, en el de Caracuero sirve además de monumento a la otredad como referencia externa a Gein (como el travestismo) y también para tapar una teórica deformidad propia de la situación incestuosa de su paleta familia. En Viernes 13 se sigue aún la tradición del asesino misterioso cuya identidad es descubierta al final, algo con lo que Black Christmas coquetea pero prefiere dejar en el aire. Poniéndonos más cláscos la unidad de lugar es respetada en las cuatro localizaciones por mucho que La matanza de Texas logre ser la que más la extienda; en cuanto a la de tiempo, ninguna ocupa más que unos días y Halloween logra que sea en menos de 48 horas. No solo eso, además esta y Black Christmas unen la acción con un acontecimiento festivo que realza lo especial de la situación. Las otras dos están ligadas a vacaciones, bien por ser la actividad de las víctimas o el entorno que esperan aprovechar los trabajadores/ monitores de Crystal Lake. En todos los casos hay una preferencia por la víctima joven femenina que no elimina las de otras edades y géneros pero sí las convierte en algo especial hasta lograr que todas ellas tengan su propia versión de lo que sería conocido con la última superviviente, la Final Girl, Jess, Sally, Laurie y Alice podrían ser ejemplos  incluso aunque tengan distintos estilos del que esas teóricas heroínas puritanas acabarían representando para el término. Como vemos, mucha variedad posible.

Incluso en su misma evolución. Black Christmas no tuvo secuelas aunque sí el inevitable remake/reboot que a estas alturas han sufrido las cuatro y gran parte de las demás. La matanza de Texas tendría de inmediato un paso a la comedia, Halloween extremaría su esteticismo a la italiana perdiendo parte de la sutileza en segundo plano de la primera mientras que Viernes 13 comenzaría la construcción de Jason, una historia que llevaría hasta el cuarto film para crear lo que parecía un arco completo. Los intentos de ruptura tanto la tercera de Halloween como en la quinta de Viernes 13 sirvieron de poco, en una por romper con el slasher a favor de un estilo de antología de terror, en el otro por intentar un regreso a la fórmula del misterio en la identidad del asesino, haciendo que la pregunta fuera si el Jason que cometía los crímenes era él o alguien disfrazado como él. Aunque para entonces las dos principales ramas del slasher se habían ya separado del todo.

Por un lado tenemos a los asesinos misteriosos, la integración entre el género de misterio con sus disfraces y sus motivaciones en un paso más allá desde los seriales pulps como The Crimson Ghost que tanto éxito tuvieron en las primeras décadas del S XX hasta la que había sido la gran serie animada de éxito en 1969, Scooby Doo, where are you?. Solo que aquí el villano enmascarado había pasado de ser un tipo con planes pintorescos y un inexplicable sentido del espectáculo para convertirse en toda una institución que va más allá. En películas como El dulce rostro de la muerte (1976 Alice, Sweet Alice), Savage weekend (1979), El tren del terror y Prom night (1980), My bloody Valentine, El asesino de Rosemary (The Prowler), Night school (todas de 1981) o Curtains (1983)  el uso de una máscara o disfraces tiene la intención clara de no ser reconocido por potenciales testigos (?), mientras que en The Burning (1981) esconde una deformidad y en el caso de The town that dreaded sundown (1976 ) recrea un hecho real y esconde así la identidad del asesino. No todos ellos entran igual de bien en las características del slasher, aunque hablar más de estas películas es algo que prefiero dejar para el año que le toque a La Slasher Lista, pero baste señalar que las pre-ochenteras tienen un estilo propio más cercano al giallo y con menos adolescentes muertos. No significa esto, por supuesto, que siempre lo hubiera. En ocasiones como Cuando llama un extraño (1979) el asesino se revela en el prólogo -y casi podríamos decir que pasa a ser otro tipo de película-, en The mutilator (1985) mata a cara descubierta, mientras que en Happy birthday to me (1981) o Sleepaway camp (1985) se las apañaban para deja en sombras al culpable sin que tenga que vestir de forma especial alguna mientras que en Girls Nite Out (1982) el culpable va disfrazado de mascota deportiva -un oso, nada menos- pero su estilo particular lo convierte en un slasher en el que lo que tapa no es la identidad del culpable -del mismo modo que ocurriría en 1987 con el magnífico pseudoGiallo Aquarius de Soavi-, algo que podríamos encontrar también con los juegos de Inocentada sangrienta (1986, April Fool´s Day), mientras que Sweet sixteen (1983) o Night game (1989) está más cerca de ser un thriller de misterio que un slasher, y otros como Visiting hours (1982) están centrados más en un psicópata obsesionado, un stalker, que en nuestras enmascaradas figuras, una característica curiosa porque aquí es el odio machista hacia una feminista la que pone la situación en marcha frente a la más habitual situación en los slashers de obsesión de centrarse en un interés de tipo romántico como la centrada también en el mismo entorno Hospital Massacre (1982).

La motivación puede parecer una tontería pero en realidad es una parte fundamental. Frente a las motivaciones de los Krimis que solían ser económicas y las de los Giallos que le añadían un componente romántico/sentimental al asunto en los Slasher predomina sobre todo ese afán de venganza de la tradición anglosajona del que hablábamos antes. Sí, puede haber obsesión romántica como la antes mencionada y, por supuesto, puede haber algún ejemplo que trate de explicar el asunto mediante la inestabilidad mental bien por herencia de Psicosis -que no en vano se ganó una secuela en 1983, Psicosis II, 23 años después del estreno de la primera, primera de muchas recuperaciones- o por ser la carta de escape más sencilla para justifica que cualquier personaje – generalmente con un trauma en su infancia- puede ser el responsable. Sin embargo también con eso logran buscar un atajo: El trauma que causa el desequilibrio será el motivo de la venganza en muchas historias. Especialmente en aquellas con adolescentes a las que un Error del pasado viene a buscar. Cierto, también habrá alguna en la que sean los Pecados de los padres, pero es menos habitual. De modo que frente a esos errores, incluso en el pasado inmediato como en The house on Sorority Row (1983) encontramos venganzas de personas maltratadas en su años de instituto de forma directa o en cabeza de alguien a quien apreciaban. Algo que servía en general cuando el daño se realizaba a una persona al azar pero que tenía un componente más personal cuando se trataba del puteo realizado a un estudiante menos afortunado. La dura vida del instituto junto con la preferencia por cadáveres jóvenes facilitaba colocar el centro de la acción en el instituto, aunque no todas las películas fueran iguales. Al fin y al cabo ya había habido películas anteriores a Halloween como The Redeemer (1978) que tiraban de la idea de reunir y asesinar a un grupo de compañeros de clase -uniéndolo a un inesperado subtexto religioso que para eso estaba aún fresca La profecía (1976) y películas que mezclaban asesinatos y religión como La casa del pecado mortal (1996)- , mientras que otras como Return to Horror High (1982) buscarían una aproximación más meta a los asesinatos.

El otro campo de juego fundamental sería el de las vacaciones. Encarnadas muchas veces en campamentos gracias al enorme éxito de Viernes 13 y alguna de sus seguidoras como Sleepaway camp de manera que incluso pudiendo rastrearse los orígenes de esa peculiar manera de interrumpir las vacaciones de los jóvenes a esas películas de monstruos y bikinis cincuenteras siempre se acaba encontrando algún antecedente que una campamentos y enajenados como Monster of Camp Sunshine (1964) mientras que otras simplemente aprovechaban la moda para contar su historia, caso de Summer Camp Nightmare (1987) que tiene más bien poco de slasher y mucho de adaptación de El señor de las moscas. Por lo demás, fue un destino preferente tanto para slashers de corte más clásico como Twisted nightmare (1987) -con adolescente ‘puteado’ y acompañamiento sobrenatural- o Cheerleader Camp (1988). Pero, sobre todo, como punto de contacto con lo que acabaría siendo la deriva de La matanza de Texas, subgénero que acabaría desgajándose del slasher para conseguir entidad propia bajo el nombre de Survival horror – de esto es poco probable que haga Lista- en el que un grupo de supervivientes corren mucho para que no les pille el avatar del Redneck asesino de turno, como ocurría en Madman (1982) aunque probablemente la más conocida fuera la versión de Wes Craven, Las colinas tienen ojos (1977, The hills have eyes). Por supuesto también este estilo permite giros inesperados, sea al convertir al grupo que realiza la invasión de un hogar (sí, al Home invasion aún le faltaba un tiempo para tener su propia entidad pero ya andaba dando vueltas) y la masacre de sus habitantes en víctima de lo que ellos mismos habían causado como en Grotesque (1982). En realidad las hibridaciones de géneros no eran tan extrañas y esa misma invasión de casa podía tener un giro hacia el slasher en agradables rarezas como Alone in the dark (1982),

Por supuesto en todo esto iban haciéndose un hueco las propuestas sobrenaturales. En algunos casos tan complejas que es difícil establecer cuánto tienen de slasher, como pasa con la -por lo demás estupenda- Dolls (1987), mientras que en otros casos más que un homicida tenemos toda una serie de mecanismos como en la igualmente recomendable Tourist trap (1979) aunque cuando hablamos de slasher sobrenatural estoy seguro de que lo que viene a la cabeza es Jason, Freddy y Chucky. Probablemente porque han sido las de más éxito, podéis echar un ojo a las películas nombradas antes y comprobar las secuelas que han tenido cada una. Sí, muchas han acabado teniendo un remake porque Hollywood es así pero al final son las que tienen un asesino poderoso preparado para reaparecer las que se pueden seguir estirando, de ahí las evoluciones propias de la saga. Sí, cuando encontramos a Freddy en Pesadilla en Elm Street (1984, A Nightmare on Elm Street ) -otro día discutimos lo de traducir los títulos a medias- o a Chucky en Muñeco diabólico (1988, Child’s Play) ya son entes sobrenaturales de partida. Cada uno con sus propios antecedentes cinematográficos; los unos con su arma podría encontrar antecedentes como la zarpa del krimi La criatura de la mano azul (1967) y para de la trama onírica podría llevarnos a esa película entre el giallo, el thriller y el slasher que es El asesino de la isla (1982, The Slayer), los otros con las muchas películas de muñecos poseídos, bien es cierto que casi todos de ventrílocuo. Pero estamos hablando de la mitad de los ochenta ya. Y del mismo modo que la evolución habitual acaba siendo extremar los elementos cómicos -algo de lo que serían ejemplo estas dos sagas y que no se encontraría por ejemplo en la noventera Candyman (1992)-  en otras pasaría de ser un asesino humano a uno sobrenatural. Viernes 13 no dudó en sacar a Jason de la manga y acabar aceptando su situación de golem frente a los intentos de las primeras de mostrarlas como un humano, lo mismo ocurriría con Michael Myers para el que acabarían inventando una loquísima explicación en Halloween VI: La maldición de Michael Myers (1996), y es que las ganas de explotar la franquicia llevan a la necesidad o de cambiar al asesino con los resultados problemáticos que ya vimos en Viernes 13 5: Un nuevo comienzo (1985) o a aceptar un cambio sobrenatural como ocurrió con Prom Night que decidió pasar de todo lo contada en la primera para para inventarse en la segunda y tercera a Mary Lou Maloney y tirar para la cuarta por un asesino religioso poseído.

O al menos así era hasta que, cuando todo el mundo parecía dar por abandonado el slasher -en realiad seguían haciéndose pero, como siempre, en menor cantidad y con poca repercusión-, Wes Craven tuvo la suerte de que su película Scream (1996) bien por el guión de Kevin Williamson o por llegar en el momento adecuado, los ponía de moda de nuevo. Eso significó nuevas obras que rara vez tenían continuación y mucho aprovechamiento en continuaciones o remakes. Muchos de ellos espantosos, como el que sufrió Inocentada sangrienta, ahora como Abril Sangriento, o Prom night, ambas en 2008, aunque alguna vez sonara la flauta como en Hermandad de sangre (2009), nueva versión de The house on Sorority Row que lograba actualizar y ofrecer una historia a la vez cercana y lejana de la original. Pero apenas Sé lo que hicisteis el último verano (1997) -de nuevo con guión de Kevin Williamson que, a su vez, se pasaba por el arco el libro de Lois Duncan en que se basaba- y Leyenda urbana (1998) tendrían una cierta continuidad. Podría hablar de otras creaciones de la época -Cherry falls (2000), Club desmadre (2004)-  pero, como digo, algún año haré la Lista. Mientras tanto, apuntar que el cambio de siglo facilitó no solo un paso más en las películas metareferenciales y autoconscientes como Behind the Mask: The Rise of Leslie Vernon (2006) y la aparición de pequeñas películas que podían ir continuándose por su bajo presupuesto que facilitaba, además, una mayor libertad en lo mostrado como Hatchet (2006), la burrísima Gutterballs (2008) o Laid to rest (2009) que hibridaba también con otro de los nuevos sabores del terror, el Torture porn. De momento en lo que llevamos de década es más lo que tira a la mezcla de sobrenatural y humor como Stitches (2012) cuando no al batiburrillo de géneros de Detention (2011) quedando las versiones más clásicas para telefilmes como My Super Psycho Sweet 16 (2009) y sus continuaciones.

De momento que ya podemos hablar de televisión.

¡Prometo ser más breve! ¡No desesperéis!

El asunto es que todos estos -y más que me he dejado, que había que aligerar un poco- son los referentes que había cuando empezaron a probar con series para tratar de llevar el slasher a la televisión. Como decía al inicio de todo esto, Scream ha sido renovada para una segunda temporada pese a reconocer la dificultad de trasladar el slasher a la televisión. De ahí que intentáramos comprender lo que es un slasher. Pero no es lo único que se puede sacar de esa serie, en el segundo capítulo hay un comentario que intenta explicar la diferencia entre un asesino en serie y un asesino de masas, fundamentalmente el tiempo empleado para los asesinatos. Sí, el segundo puede haber matado antes o después pero al cometer la mayoría de esos asesinatos en una concreta y breve cantidad de tiempo se obtiene una figura diferente. No solo eso, además se logra una mayor cantidad de asesinatos sin necesidad de expandir el tiempo, algo que acentuaría la parte de misterio minimizando la de terror. De modo que simplemente llenar de asesinatos efectistas la trama serviría de poco, algo que pudo comprobar en carne propia Harper’s Island, que fue movida de día, enviada a internete y mal perrerías más al no cumplir con las expectaciones del canal, que hace 6 años aún tenían un límite por abajo.

De momento las decisiones tomadas entre ambas series difieren. La primera tenía, por supuesto, una ambientación cerrada siempre tan útil. Primero la isla y después el complejo en el que se está realizando una celebración. Porque no es un festivo pero sí una celebración, no un cumpleaños sino una boda que también tiene su aquel. De fondo se incluía una variedad de personajes que, por motivos lógicos, estaban más en los veintimuchos que en la adolescencia. El tema acabó siendo por un lado un Lazo con el pasado, que unía la historia de unos asesinatos del pasado con una muy convulsa historia que intentaba justificar los cerca de 30 asesinatos de la temporada como una demostración, prueba o yo qué sé puesto que parte del asunto es una obsesión amorosa que no tiene demasiado sentido en el contexto de la serie.

En cuanto a Scream, lo que han mostrado en los dos episodios que llevamos (que podría parecer pocos pero a Harper’s Island le bastaron tres para ser desterrados de los jueves al peor día de la semana y este en uno menos ha logrado ser renovado), incluye una línea argumental que, de nuevo, apunta a Errores del pasado y quizá también a Pecados de los padres, de manera inesperada ha habido cambio de localización de Woodsboro a un pueblo nuevo, Lakewood, que tiene su propio asesino de masas en el pasado, recordemos que la película comenzaba con el recordatorio de un asesinato más sencillo, el de la madre de la protagonista, en el que resulta que estuvo implicada de manera pública el desaparecido padre de la nueva protagonista y de manera secreta su madre. El punto de partida es, aparentemente, un vídeo colgado en internete de dos adolescentes dándose el lote, quizá porque ambas son chicas, quizá porque se acerca la fecha de los asesinatos, el caso es que ese mismo día hay dos muertes que irán extendiéndose en sucesivos días mientras nuestra protagonista empieza a sufrir un acoso telefónico. Los personajes secundarios tienen poco relieve y tiran más -de momento- de estereotipos mientras se adivina que habrá varias rondas de asesinado de la semana mientras van pasando los 10 capítulos. Aunque la verdad es que al menos han logrado que el número de capítulos baje y, sobre todo, el de personajes. Queda la duda de si serán capaces de hacer algo coherente, con unos asesinatos que tengan sentido dentro de la historia más allá de la necesidad de que cada turno le toque a uno. Lo que ya han ido avisando es que habrá juegos metareferenciales que se suponen guiños a la película aunque de momento estemos más cerca de un producto genérico que si a algún film recuerda es a The Town That Dreaded Sundown por mucho que pretendan actualizarlo con el uso de las redes sociales. Más aún cuando están sacándole mucho menos partido del que Jane the Virgin.

Mientras esto se desarrolla el mismo canal estrenó este mismo año Eye Candy, una serie ya cancelada que incluía también el uso de la tecnología y una buena cantidad de asesinatos por medio -a la vez que se pasaba por el arco el libro en el que se basaba, R. L. Stine– . y un asesino misterioso. En realidad el asesino misterioso no es tan raro en televisión, aunque suele ir en policíacos. Cuando se sale del puro policíaco para algo más cercano al terror como en Happy Town (2010) el resultado tiende a ser la cancelación. Con una más que notable excepción.

En 2010 comenzó una serie en la que un grupo de amigas son acechadas por una figura misteriosa, todo ello un año después de la desaparición de la jefa de su grupo de amigas. Se habían separado hasta el punto de que una de ellas se había ido de la ciudad, su regreso servirá de disparador para que una extraña serie de mensajes lleguen a todas ellas y a sus allegados. Mientras tanto algunas tramas propias de los dramas románticos y domésticos van haciendo tiempo mientras los cadáveres se van apilando de manera tranquila pero no por ello menos constante. Todo ello basándose en una serie de libros que su autora, Sara Shepard, no parece tener mucha intención de parar mientras siga recibiendo dinero independientemente de las separaciones que decidan tomar respecto a su obra. Vamos, cuando se la pasan por el forro. El caso es que los productores han organizado una serie de situaciones estéticas y tenebrosas en las que el malvado asesino omnímodo, cuya existencia se nos recuerda al final de cada capítulo, se dedica a stalkear a las chicas. Para poder ir ofreciendo respuestas sin dejar de crear nuevas dudas han creado una suerte de organización secreta cercana a la de una organización terrorista que tiene esos magníficos recursos de los viejos pulp y el mismo desparpajo para intentar lo que sea por loco que les pueda parecer. De manera que la figura de este asesino aparece embozado y con guantes negros realizando tareas incluso de las más cotidianas -como acariciar a un perro o comer palomitas- que son tratadas con absoluta y amenazante seriedad. Incluso aunque fuera cambiando el entorno y su disfraz. Porque así es como funcionan las cosas en Rosewood, donde nuestras Pretty Little Liars llevan ya seis temporadas  sin que el FBI, la NSA o a saber a qué organización de turno entren al asalto para evitar que A. y su célula de coaccionados deje de incordiar, extorsionar y, bueno, asesinar gente. Todo ello mientras hay un crimen en el pasado -que luego serán más- y todo tipo de demostraciones de poder con mucho componente estético. Sin embargo… no parece que se haya tomado como slasher porque aunque el body count siga aumentando hasta la algo más que una decena que llevamos ya las muertes nunca han sido una finalidad sino una forma de quitar de en medio a los que molestaban en los planes de A. Así que podemos mantener la incognita por el momento.

Con esto sobre la mesa, ¿queda algo para el futuro? Habrá que ver, como decía antes, cómo evoluciona Scream, que de momento -y pese a la renovación- está con unas cifras regulares, algo que no parece que vaya a atraer más series basadas en el slasher. Aunque eso no quita que ya antes de este estreno tuviéramos alguna otra en perspectiva. Que para eso están los canales como Chiller, canal de cable temático de terror que a principios de mayo encargo una serie propia, la primera que realizarán, que llevará el nombre de… bueno… Slasher. En ella, y conforme a la nota que han ido reproduciendo desde las webs de televisión a las de terror, en este caso tiene claro que se emitirá a finales de año y será una antología de arco por temporada, de nuevo con una protagonista femenina y que, en su primera temporada, se centrara en cómo al regreso de esta mujer a su pueblo natal se encontrará metida en una serie de asesinatos que recreen los de sus padres. De nuevo bajará el número de episodios, esta vez a ocho, buscando esa posibilidad compacta que ofrecen las películas.

Quizá esta vez funcione mejor, ya veremos. Pero al menos parece que las cosas vuelven a moverse para los slashers televisivos. Veremos si animan también a los del cine. Y quién sobrevive por la mañana.


Como la semana pasada, y mientras se va celebrando la ComicCon de San Diego, siguen saliendo novedades en el resto de países. Por ejemplo en Australia se estrenó en un formato peculiar Airlock (AU), una serie de Enzo Tedeschi, productor independiente de terror, que ha creado esta historia sobre exclusas para tratar de ofrecer una alternativa a la ciencia ficción. Su serie, que es aceptable sin más, resultará más memorable por la manera de ofrecerla al espectador mediante una venta directa para descarga. La serie es mejor que las de SyFy pero realmente esto último es lo que realmente parece un avance.

Otra novedad australiana, The Darkside (AU), tiene también nombre propio. Warwick Thornton, un director y guionista aborigen australiano que siempre se ha destacado por su defensa y puesta en relevancia de este grupo tan apartado por la sociedad australiana anglosajona. En este caso mediante la recreación de historias fantásticas, fundamentalmente de fantasmas, que a partir de lo contado en la película de 2013  del mismo nombre ha evolucionado a una serie de la cadena pública ABC en la que un grupo de personas van contando esos pequeños sucedidos paranormales. Interesante, más allá de lo antropológico.

Seguimos en Australia para algo también fantástico pero, a la vez, diferente. Porque esta vez Glitch (AU) -de parte del equipo de The Slap– se centra en una gente que aparece viva de manera inesperada y del policía que tiene que investigar lo sucedido. No es lo más original, sobre todo con las últimas series sobre retornados, pero resulta aceptable.

No solo los aussies han estado ocupados esta semana. En inglesa y dentro de la Playhouse Presents la Sky le dio la oportunidad a Idris Elba de hacer, en resumen, lo que le diera la gana. El resultado fue King for a Term (UK), telefilme juvenil y amable de tono cómico en el que el propio Elba se reserva un papelito pero que, bien por lo verde que está en su papel de director, bien porque lo ha entendido como una cosa intrascendente, no pasa de ser una curiosidad para fanes del actor.

Reconozco que este Residue (UK) se me olvidó comentarlo en su momento. Tres capítulos que tratan de recuperar la magia de Misfits y Utopia para la versión inglesa de Netflix y en el que más allá de caras conocidas –Natalia Tena y, por supuesto, Iwan Rheon– entran en el segmento postapocaíptico de las tendencias actuales. Lamentablemente todo queda un poco más apuntado que apuntalado, como si estuviéramos ante un ejemplo de ventas antes que una serie terminada y pulida. Quizá si le dan una segunda temporada…

De Inglaterra, BBC esta vez, y también un telefilme, nos llega A Song For Jenny (UK) que está más cerca del clásico Basado en hechos reales de toda la vida intentado recordar un luctuoso hecho y celebrar la vida de los que allí la perdieron y esas cosas para después de comer.

La segunda entrega para al IFC de las series de Will FerrellThe Spoils Before Dying (USA), tiene casi los mismos problemas que la primera. Y eso que la relación es mínima. Aquí se supone que el folletín parodiado es el de intriga, con el género negro por encima del culebrón de la anterior temporada, pero aunque de nuevo el elenco es magnífico -con una Maya Rudolph imparable- la falta de más trabajo en las tramas o de más humor acaba con otra serie floja que podría haber dado mucho más de si. Lo mismo tienen que echarle un ojo a otras series de la cadena. O incluso a lo que emiten en Adult Swim. O, mejor aún, a la forma de acometerlo de los ingleses.

En cuanto a Star Wars: Droid Tales (USA), estamos ante una miniserie en cinco capítulos que pretende reducir lo que podría haber sido una película del estilo -aunque no de los logros- de El Rey León 3 (o El Rey León 1 1/2) con una mirada irónica al estilo Rosencrantz y Guildenstern de la saga. Tiene su gracia, eso sí, incluso aunque no llegue al nivel de sus ilustres referentes.

Ya puestos a aprovechar tendencias en Estados Unidos los concursos de cocina y los niños dan para que en Nickelodeon acaben de estrenar Talia in the Kitchen (USA) sobre una adolescente que tiene algo así como un toque mágico -las especias de su padre y esas cosas inexplicables- y que compite con una compañera de clase de un pijísimo restaurante francés. Vamos, que es como tener una buena idea de partida y todo un gabinete ejecutivo cambiando cosas para estropearlo.

En cuanto a The Untitled Web Series That Morgan Evans Is Doing For MTV (USA) estamos ante una webserie de breves capítulos que funciona bien como algo cotidiano y cómico, quizá no tan divertido como crea ser pero sin duda un buen ejemplo de lo que las cadenas pueden aportar y recibir de internete.

Finalmente un programa que no es de ficción, Why? (USA) de Hannibal Buress, que es aún muy verde y a ratos complicado por su indefinición entre un programa de humor tirando de la actualidad y otro de sketches. Incluso podría ser un talk show. De momento es solo un juguete cómico que necesita rodaje, pero viendo los buenos resultados que dar tiempo para crecer ha supuesto para Comedy Central quizá debiera esperar unos meses para volver a hablar de él.