«Hay alguien ahí» (2009-2010)

Es curioso cómo funcionan las cosas en la televisión.

Cuando nació Cuatro a partir de una mutación extraña de Canal Plus parecían decididos a ir a por el público juvenil tal y como la FOX hiciera décadas antes en Estados Unidos. También La Sexta parecía dispuesta a hacerlo. Pero por medio se enredaron en la Segunda Guerra del Fútbol y la cosa acabó con ambos canales vendidos a otros dueños.

En el caso de Cuatro fue al conglomerado Mediaset/TeleCinco que tantas tardes de… bueno… lo que sea ha dado a la televisión en España. De modo que lo que parecía iba a apostar por series y fantásticas estas acabaron yendo a TeleCinco con la suerte que ya conocemos. Pero antes de eso hubo tiempo de que el canal tuviera una serie fantástica propia. Si tenemos en cuenta que entre 2010 y 2013 las novedades de ficción de producción propia para el canal fueron poco menos que congeladas.

En el caso de esta serie, ¿Hay alguien ahí?,  con su loca duración de serie española moderna de 74 minutos casi lo de menos era lo que tenía de fantástico frente a cómo rellenar de tramas locas tanto tiempo. La excusa argumental de familia que se muda a una casa en la que pasan cosas, bien fuera por lo que quedara de resonancias del éxito de El Internado o porque la cadena había caído en que el género estaba poco explotado, resultaba novedosa. Las tramas complicadas de relaciones interpersonales con una urbanización de fondo parecían sacadas de Al salir de clase, eso también. Pero lo importante es que contaban con un investigador psíquico propio, el siempre agradecido y anguloso William Miller que hacía aquí las veces de Constantine de ocasión en subsección medium, y tenían claro que lo sobrenatural tenía que estar presenta aunque diera la sensación de que la historia se iba improvisando de cuando en cuando.

Por supuesto tuvo la habitual ronda de publicidad positiva antes de su lanzamiento y unos números razonables que favorecieron que lo que cada vez parecía más un drama familiar extremadamente complicado con algún fantasma de adorno pero más peligro entre los mortales que entre los espíritus tuviera una segunda temporada. Por supuesto eso supuso intentar enmarañarlo todo más, introducir personajes nuevos y  -también- resolver el cliffhanger en el que habían fiado que al gente les seguiría de una temporada a otra. Pero resulta que no, que la segunda no iba tan bien en audiencia y, además, la cadena decidió dedicarse a moverla por la parrilla a ver si acertaban o algo. El resultado fue, claro, o algo. Para la primavera de 2010 la suerte estaba comuniqueda y se pudo buscar un final… razonable, digamos, a la historia. Uno que podía haber sido revertido con la misma capacidad con la que se hicieron giros en la anterior. Salvo que esta vez sería todo más definitivo.

Lo que no significa que la cadena dejara de confiar en ellos. Los creadores del asunto, Daniel Cebrián, Joaquín Górriz Miguel Ángel Fernández, volverían a coincidir en otra serie ideada por los dos primeros: Ángel o Demonio, que tendría que haber sido para Cuatro pero que acabaría en TeleCinco.

De manera que Cuatro se encontró de nuevo sin series fantásticas. Bueno, sin series a secas y, además, sin series fantásticas. pero es que aquí la cosas parece que funcionan de esta manera. Y si no que le pregunten a La Sexta. El caso es que no volvería a haber una ficción de este tipo hasta este mismo año con Rabia, pero ya hablaremos de ello. De momento quedémonos con lo poco habitual que resultó para el canal esta serie y lo poco que supieron respetarla.