“Cuando el humor era peligroso.” ¿Buen título, verdad? Para un documental o un libro, algo similar. Y, sin embargo, no existe. Aún. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que difícilmente podrá centrarse en la actualidad. ¿Qué humor es peligroso hoy en día?
A principios de año, mientras pensaba en algunos temas que quería tratar cuanto antes en esta columna, me encontraba recordando el anuncio de Campofrío mientras leía sobre un proyecto cercano de David Steinberg para el canal Showtime. El proyecto se llama Inside Comedy y consiste en veinte minutos a rellenar con entrevistas a diferentes cómicos, desde Don Rickles a Sue Lynch pasando por Garry Shandling o Jerry Seinfeld. Desde episodios repartidos entre tres cómicos, como el de Billy Crystal / Martin Short / Brad Garrett hasta los monotemáticos con Chris Rock o Larry David.
Pero Steinberg estaba presente de más maneras, no sólo en esta faceta o como secundario, guionista o director de sitcoms, además aparecía entre los irresponsables que había logrado que la CBS decidiera que lo mejor para todos era retirar de la parrilla The Smothers Brothers Comedy Hour tal y como se relataba en el libro que estaba leyendo en esos momentos Dangerously Funny. Porque resulta que sí hubo un momento en que el humor fue peligroso.
Espera un momento, precisamente Sarah Silverman, otra de las entrevistadas por Steinberg, contaba en su entrevista cómo su charla TED nunca fue subida a internet. Las TED, o TED talks, son una serie de charlas auspiciadas por una organización llamada Technology, Entertainment, Design (Sí, TED) que quiere difundir ideas. Pretenden cambiar el mundo y reúnen a personalidades de todo tipo para que den su visión, hablen de algún tema o divulguen los asuntos que creen que pueden ser interesantes. Y si bien algunas pueden ser más superficiales o más recreativas que formativas el nivel general es sorprendentemente alto. Además, como parte de una idea para difundir esas ideas, se encuentran a libre disposición de todos en internet todas ella. Bueno… Casi todos. Resulta que la charla que dio Sarah Silverman se consideró demasiada extrema, demasiada fuerte… ¿para internet? Parece poco probable. Digamos, más bien, para que se pudiera asociar su nombre al de TED. Así que ya veis, desde 1969 a 2010. Parece que aún puede haber humor peligroso.
O quizá salten de inmediato las diferencias. Primero las más leves. Como que los Smothers tuvieron el apoyo de los periódicos y las revistas contraculturales de la época. Ahora los periódicos suficiente tienen con lograr que alguien los lea, y con seguir ejerciendo como la voz de su amo de sus consejos de administración y anunciantes. En cuanto a la escena contracultural… bueno, quizá quede algún vestigio en papel de las revistas de entonces pero si admitimos que pudiera quedar algo parece más fácil que fuera en Internet.
Lo que nos lleva a la segunda levedad. La existencia de otros medios como Internet o como los canales alternativos, del cable en adelante, que permiten decir a Bill Maher que los tiempos han cambiado para bien. Y que él había logrado seguir en la televisión cuando perdió su programa en ABC. Pero, claro, no es lo mismo la importancia de un canal de televisión mayoritario —no digo entonces, cuando sólo existían esos, digo incluso ahora— o los problemas de publicidad y caducidad en Internet.
Pero sí, al menos existen alternativas con mayor difusión que un par de hojas xerografiadas y televisión monolítica, el problema es que no parece que haya salido tan reforzado con ello la libertad de expresión como podríamos creer. Se ha reforzado la impresión de libertad de expresión, más bien. Al fin y al cabo los americanos tienen una televisión en la que aún hay palabras y temas más que vetados lejos, y mucho, de esa teórica libertad de los canales de cable que, en realidad, tiende más a favorecer el sexo y la violencia como reclamo por ser algo que no se puede encontrar en los generalistas. —A ver si os creéis que internet le ha hecho daño a la televisión sólo con vídeos de gatitos—
Podríamos incluso hacer un poco de memoria. Volvamos a los Smothers y aprovechemos para traernos a un antiguo odiado de esta columna ya puestos. Cuando los Smothers hicieron botar la televisión conectando con un público que acabó siendo más reducido aunque más joven, lanzando a los programadores una idea: ¿Y si hay que renovarse? ¿Y si la audiencia a la que hay que prestar atención es esa? Motivo por el cuál nuestro villano entró en la CBS en tromba, decidido a acabar con esos programas rurales que tanto éxito tenían, con esos vaqueros que tan de moda estaban, y convertir la cadena en algo más urbano, más joven, trayéndonos a The Mary Tayler Moore Show y All in the Family lo que acabaría contribuyendo a hacer avanzar la televisión. Pero de todo esto, igual que del malvado Fred Silverman, ya hemos hablado por aquí antes.
¿Está tomando notas de los canales de cable o de internet? ¿Ha avanzado algo la CBS desde la última vez que le dieron un meneo, cuando la FOX abrió el tablero pero cambió las reglas? ¿O parece más centrado en desevolucionar las series que les van funcionado y enviar lejos las otras para mantener su propia ilusión de superioridad?
Fijémonos en otro detalle interesante, la diferencia en la peligrosidad de la ofensa de los primeros, cuestionando el sistema, los poderes establecidos y a su propia cadena, que no está nada mal. Mientras que Sarah Silverman se atrevió a hacer su papel cómico acostumbrado de humor incómodo, parodiando las propias charlas, sí, pero causando la conmoción y la desazón no por ello sino por el motivo elegido, la parodia inmisericorde de ese mismo buenismo que impregna parte de esas charlas, esa idea de los deseos para un mundo mejor, en una mezcla de deformación turbia del narcisismo inminente en la exposición de una propia grandeza y su capacidad para hacer humor con temas que parecen delicados. Capacidad demostrada de sobra en… televisión. De hecho, resulta difícil pensar que su charla para la TED no pudiera ser emitida dentro de un capítulo del Sarah Silverman Program en Comedy Central. ¿Cómo es posible que internet se quede por detrás de la televisión? ¿Quizá proque el problema en sí no es realmente el medio que distribuye sino la persona detrás impulsándolo y respaldándolo? No se trata de que una cadena no quiera que la unan a ello, a Comedy Central no le importa que se asocie su nombre con el de Silverman, como no le importa que lo hagan con South Park o los roast —pese a lo cuál entre los programas emitidos y los de dvd, como también hemos dicho ya, parece en ocasiones que los de la tele no son más que trailers — una asociación con la que, sin embargo, no se sentiría contenta en absoluto una organización progresista como la que organiza las TED.
Así, de una megacorporación a un grupo filantrópico. Y aún con eso podemos dudar si existe el humor peligroso aún. Porque, ¿dónde lo veríamos? ¿en qué momento lo podríamos separar del que es simplemente duro con los contrarios pero complaciente con los suyos? El dibujante de cómics Gary Trudeau, autor de una de las obras que mejor explicarían las últimas décadas estadounideneses, Doonesbury, acaba de tener problemas por algo tan sencillo como exponer una situación real. El gobernador de Texas y ex-candidato a la elección por los Republicanos para enfrentarse por la presidencia contra Obama^, Rick Perry, ha aprobado una serie de reformas legales para las mujeres que tengan que abortar que se enfrentarán ahora a una auténtica ginkana de humillación, vergüenza y remordimientos antes de poder hacerlo, incluso aunque se trate de víctimas de violaciones. Entre las pruebas están exámenes intrusivos o confrontación con imágenes 3D de lo que quiera que se encuentre dentro de sus cuerpos. Convertirlo en el tema de la semana, denunciarlo gráficamente —aunque no tanto— y cuestionar estos métodos ha supuesto la retirada, total o temporal, de Doonesbury en multitud de periódicos. Aunque lo que más me interesa es la idea que ha tenido el Standar Examiner de sustituirlo por repeticiones en su versión en papel y subir las tiras controvertidas en la edición por internet. La forma más directa de reconocer que uno de sus públicos se ha quedado antiguo que se me pueda ocurrir.
Así que volvamos al principio. Y tratemos de no preguntarnos ahora más que una cosa; ¿queda aún hueco para un humor peligroso? ¿Contra quién? ¿Dónde? Y, ya puestos, ¿encontraría lugar en la televisión?
[Efectivamente, no he hablado de España. En primer lugar porque el humor está bastante estancado, en segundo porque decidir que algo es peligroso aquí me parece incluso más complicado, y, sobre todo, porque todos sabemos que lo que aquí se lleva es dedicarnos a usar fiambres para ganar dinero, como Campofrío. En España lo peligroso sería quedarse sin sentido del humor para aguantar.]
A veces las noticias modifican nuestra vida más allá de lo que hacen los propios objetivos. La primera vez que retrasé esta serie de columnas fue por una noticia —la del cierre de Megaupload— y ahora me encuentro habiendo cambiado de orden dos columnas, esta y la inmediatamente anterior de la serie, por la publicación de un libro. Pero, al fin y al cabo, las noticias están en el mismo origen de los canales temáticos televisivos. Concretamente del primero de ellos.
La especialización de canales que llegó a Estados Unidos durante la década de los ochenta, gracias en gran parte al éxito de la MTv cuando aún era temática, facilitó la creación de otros canales centrados en un nicho específico. Y eso le dio una idea a Reese Schonfeld.
Schonfeld era un periodista, licenciado en la Universidad de Columbia y con una larga carrera en los noticieros, en 1975 creó la ITNA, una empresa que servía noticias vía satélite de manera independiente a las cadenas de todo el mundo. De ahí pronto le surgió una idea y para 1979 logró convencer a Ted Turner para lanzar la Cable News Network o como fue conocida desde entonces: CNN.
Primer presidente del canal, apenas un par de años, pasó a ayudar con más servicios de noticias y puso en marcha varios canales temáticos, el primero de los cuales fue de nuevo con Ted Turner, el International Business Channel, para principios de los noventa había lanzado entre otros el Medical News Network y tenía lista una reunión más.
En 1993 se reunió con Trygve Myrhen, en esos momentos director de The Providence Journal, y juntos convencieron a un par de inversores y cadenas de medios entre las que destacaban Cablevision o el grupo Tribune de Chicago, que proporcionaría el músculo tecnológico para permitir las emisiones, para lanzar The TV Food Network o como luego se llamaría Food Network. Con el paso de los años Schonfeld —culo de mal asiento que lo mismo aparece en la directiva del Culture Change Institute que se abre un blog en The Huffington Post — dejó primero la junta directiva y acabó vendiendo su parte a la empresa de contenidos E.W. Scripps Company, creada a finales del S. XIX y centrada en estilo de vida, propietarios por su empresa centrada en la televisión, Scripps Networks Interactive que incluye el Travel Channel.
Durante esos primeros años los programas de encimera, los famosos instructionals, eran los que mandaban. De ahí la necesidad de crear un plantel de estrellas de la cocina. O, en su defecto… Emeril Lagasse como gran estrella, antiguo chef por cuenta ajena, vivía el éxito de la apertura en 1990 de su restaurante en Nueva Orleans, Emeril’s —ya, no se suelen matar con los nombres, no—. Su aparición en el antecedente de todo esto, el programa de la PBSGreat Chesf —que luego iría parar al Discovery Channel— demostró a los productores que tenían a alguien con talento para el espectáculo. He incluso sus propias coletillas, como kick it up a notch o…
Y si no sabéis cómo medir su popularidad fijaos en esto:
Futurama
Efectivamente, Elzar de Futurama está basado en Emeril.
Junto a él empezaron otros cocineros más o menos conocidos como el francés Jacques Pepin —que llegaría a cocinar en la PBS con Julia Child—, Donna Hanover —que llegaría a ser Primera Dama de la ciudad de Nueva York— y unos pocos más que, sin embargo, no lograron darle todo el empuje que el canal requería.
Sobre 1995 comenzaron a cambiar cosas, Emeril empezó con su programa diurno Emeryl Live! de mayor éxito que la nocturna y contrataron a otros dos cocineros Mario Batali y Bobby Flay. Flay se caracteriza por dos cosas, dedicarse a la carne asada a la manera rústica y poner su nombre en los programas cada vez que puede. Tras años de extrema sencillez en sus recetas y participación en Iron Chef primero y Worst Cooks in America después (Tranquilos, ya hablaremos de esos programas… otro día) ha logrado convertirse en una de las caras del canal. De Batali ya hablamos hace un par de semanas por su participación con Paltrow en el viaje por España. A su favor cuenta haber empezado desde abajo, tomó clases en Le Cordon Bleu hasta que se aburrió de la lentiutd de su método y entró en una cocina profesional como limpiaplatos. Fue subiendo de categoría y cambiando de restaurante con rapidez y pronto abrió su propio restaurante. Con un estilo visual… ahm… extravagante, se especializa en la cocina de Italia, sobre todo en Molto Mario y el programa gastroturismo Mario eats Italy, actualmente co-presenta con gran éxito The Chew… Y también de eso hablaremos.
Para rematarlo pusieron en marcha en 1999 Good Eats en el que Alton Brown unía la ciencia, el humor y la cocina en un programa más que curioso que usaba la idea de ser didácticos y bienhumorados.
Ese fue el punto de entrada de otros programas como los de viajes de Bourdain o Rachel Ray, luego reconvertida a presentadora de talk shows. El asunto es, claro, que se dieron cuenta de que otro tipo de programas eran más atractivos para el público. Y les faltó tiempo para ponerse a ello.
No por ello dejaron de sacar presentadores épicos. Gente como Ina Garten, la Barefoot Contessa, siempre tratando de colarse en fiestas ajenas y evitar que su marido robe algún alimento en la cocina. Une experta en cocina de fiesta, como os podéis imaginar de alguien que es MBA en Dirección de Empresas y trabajaba en la sección de Política Nuclear de la Casa Blanca antes de pasarse a la comida. Hasta que se cansó y decidió montar una tienda centrada en la comida. Gracias a lo cuál puntuó para el canal y pudo entrar a preparar recetas en sus fiestas como esta Paella sencilla de bogavante
La mentada en la columna anterior, Giada De Laurentiis, sobrinísima y curioso cruce de cocinera con Predator que gusta de lucir acentazo y que tiende a presentar programas de cocina italiana. Estudió en Le Cordon Bleu , trabajó en los fogones a las órdenes de Wolfgang Puck antes de pasarse al estilismo de cocina y ahí fue cuando la reclamó Food Network.
Guy Fieri por su parte podría parecer la parodia que de él hacen en el SNL. Auténtico hombre espectáculo, cualquier podría pensar que es más fácil verle viajando y, ahm, exhibiéndose que cocinando. Es cierto. De hecho, nunca ha trabajado o recibido formación como cocinero aunque sí ha administrado, dirigido y poseído restaurantes. En fin. Pero también una muestra de la fuerza del canal, capaz de lograr que parezca un cocinero… respetable.
Aunque no es el único personaje extraño que puebla ese canal porque la reina de las nieves, o del Vodka helado, Sandra Lee. Una mujer… peculiar… Estuvo en Le Cordon Bleu durante… una semana. A partir de ahí decidió dedicarse a los negocios, por ejemplo, unos infomerciales sobre un producto de… cortinajes francamente extraños. De tanto salir en la tele logró vender su producto y, además, que en el Food Network se fijaran en ella.Su sistema de cocina es, en fin, sencillo. Básicamente, abrir botes, mezclarlos y prepararse un martini. Y para muestra:
Y, finalmente, por difícil que pudiera ser superar a lo anterior… Paula Deen. Hablar de esta reina de la mantequilla podría sonar parcial así que mejor dejar que uno de sus platos hable por ella.
Sorprendente para todos, imagino. Aunque más extraña es la vida de Paula Deen, que empieza con la muerte de los padres, ataques de pánico y agorafobia, un trabajo en la ventanilla de un banco y, finalmente, el abandono de su marido con dos niños pequeños forzándola a buscar dinero de otra manera, por ejemplo, haciendo caterings y de ahí a un restaurante de buffet libre lleno de recetas como… bueno, cosas fritas, desde patatas a Twinkies .
Llegamos así hasta el principio. ¿Recordáis el libro que mencionaba? Se trata de En Crudo la continuación de las memorias de Anthony Bourdain que RBA saca ahora, año y pico después de su aparición original. En él Bourdain continúa desde el punto en que lo dejó en Confesiones de un chef, con su llegada al estrellato de la televisión culinaria. Y lo hace como todo en él, diciendo sin cortarse lo que opina. Incluso algunas cosas que quizá debiera no decir. No es que haga gala de nada, ni siquiera de su vida de excesos, pero sí que conoce el peso de su opinión y no tiene problemas en señalar algo que no por evidente levanta menos ampollas.
En esta caso, el repaso que le metió a los presentadores del Food Network, nada que no hubiera hecho antes, claro, pero tampoco algo que fueran a perdonar con facilidad. Sobre todo cuando dijo que la mayor parte de ellos no eran chefs y mucho menos cocineros de verdad, carecían de una formación y, desde luego, desconocían lo que era trabajar en una cocina bajo presión. Salvaba de ello a unos pocos, a Batali, por ejemplo, o a Emeril cuyo currículo era innegable —de este decía que se había quedado anticuado— pero incluso reconociendo algunas virtudes a distintos cocinero ssugería a Rachel Ray que se limitara a presentar sus talk-shows y no a intentar cocinar, a Guy Fieri que ni siquiera intentara presentar, a Sandra Lee… Bueno, con recordarle su pastel para Kwanzaa suficiente sería:
Pero es que, además de esto, señaló que no es sólo un viral de puro humor ante el desastre creado. Además ella es poco más que una persona con el talento de Britney Spears para cocinar.
Ahora, Bourdain fue a tope no ya con ellos o con los valores de producción y la política de Food Netwrok, el gran blanco en los últimos tiempos ha sido Paula Deen a la que ha llamado La persona más peligrosa de América asegurando que su estilo de cocina es lo que les ha convertido en un país de gordos y que es más peligroso todas esas recetas de cosas hechas con mantequillas, o fritas, o hechas con mantequilla y fritas — Y aquí Bourdain podría presentar esta página por si alguien dudara. — que la convierten en alguien de responsabilidad casi criminal.
Obviamente Deen no se quedó callada, acusó a Bourdain de elitista, de no pensar en la gente que no se puede gastar dinero en comida — Y lo terriblemente grave es que ciertamente en USA no todo el mundo se lo puede permitir — y no aportar nada más que ser un quejica bocazas.
El asunto es que cuando Deen fue al programa The View a presentar su nuevo libro Barbara Walters la atacó sin piedad por recomendar a los niños desayunar cheesecake, u ofrecer sólo comidas llenas de grasa y azúcares, a lo que Deen, visiblemente sorprendida por el trato, sólo pudo responder que no era comida para todos los días y que se puede tomar de todo con moderación.
Hasta el punto de que el debate se reabrió hace cosa de mes y medio cuando se supo, por este orden:
– Que Paula Deen había desarrollado diabetes de tipo 2. – Que lo sabía desde hace años y no había dicho nada. – Hasta ahora. – Y ahora decía algo porque una compañía farmacéutica nórdica se había ofrecido a convertirla en su cara en USA para su medicamento anti-diabetes.
Decir que provocó reacciones negativas tal vez sea quedarse corto sobre todo porque los que ya habían hablado aprovecharon para señalar que eso es lo que les esperaba a su público, como resumen, que Bourdain estuvo mucho más rato largando.
Ese es un punto interesante, para la reflexión, ¿hasta que punto pueden modificar para bien o para mal los cocineros del gran canal?, ¿cuánta culpa será suya?, ¿no será que Paula Deen o Sandra Lee son más divertidas que formativas?
Sobre todo porque estos son los programas de enseñar recetas, sugerir platos, más allá de lo que veremos pronto que ha acabado conviertiéndose el canal.
Sólo una última cosa. Prácticamente cada país tiene o ha tenido un canal similar al Food Network, en España de la mano de Chello Multicanal y desde 1999 tenemos Canal Cocina, en 2001 apareció en Francia Cuisine.tv del grupo Canal +, de 2002 hasta 2008 en Reino Unido tuvieron BBC Food, la respuesta australiana es de 2004y se llama LifeStyle Food, Asia Food Channel podéis imaginar quienes lo ven, en 2010 apareció el canal francocanadiense Zeste… Vamos, que siempre ha habido un interés, aunque el que abriera el hueco fuera este Food Network que tuvo que reinventarse.
A finales del pasado año — y me permito recordaros que de eso ya hace dos meses— repasamos los últimos pilotos aparecido. Octubre había sido esperanzador tras un año más que flojo y parecía que, por fin, empezaba a moverse la situación. Entre Noviembre o Diciembre de entre los estrenos brillaba, como comentamos en su momento , Black Mirror y el resto de novedades… cuanto menos habláramos mejor. Sin embargo aquí estamos, en un año nuevo y extraño con una pila de novedades e, incluso, alguna cosa que quizá se podría desarrollar algo más de entre lo que sobrevivimos el año pasado. Todo lo cuál nos lleva a un punto muy concreto:
¡Que comience la lucha!
4 O’Clock Club Esta entrada os vais a aburrir de series infantiles, ha debido haber una hecatombe y han empezado una enorme cantidad con el nuevo año. Esta, por ejemplo, es una serie británica sobre un par de hermanos que… pues lo de siempre: Los problemas de la escuela, los problemas entre ellos y, claro, la música. Que para algo quieren ser raperos. Un aburrimiento, vaya.
Alcatraz Lo fácil sería decir que esta serie es aburrida, pero no lo haré por dos motivos. EL primero es que lo acabo de decir de la serie de arriba, y para eso creo una categoría y pongo detrás los nombres. O lo pongo de nombre de la columna. Tanto da. El segundo es que es lo más fácil. Vale, es aburrida, ¿pero por qué? Decirlo de una serie infantil parece que no merecerá mayor explicación pero con esta cosa de Abrams vamos a profundizar un poco más: Salimos de una fórmula similar a la de los 4400. La gente que desapareció de Alcatraz —reclusos, especialmente, pero también guardias— va reapareciendo. Y, como siempre, hay una agencia gubernamental que va a atraparlos. Como siempre hay una ominosa conspiración que parece no haber sido decidida por ningún guionista aún. Más de lo mismo, vaya. Así que para encontrar algo interesante que decir de ella no queda más remedio que ir a tuiter y escuchar a @gastronfo y @Zor76 descubrir el secreto tras la serie: El esquema, en su segunda parte, es un remake de Contra el gang del Chicharrón, salvo por la parte divertida. Así que ahí lo tenéis. Aunque no sé durante cuánto tiempo.
Arctic Air Lo primero que pensé al saber que los canadienses iban a hacer una serie sobre una familia con un negocio de avionetas es que sería algún tipo de Doctor en Alaska, para mi alegría en realidad está más cerca de Aventureros del aire dando un recital de aventuras que quizá no resulte innovador pero sí agradable.
Are You There, Chelsea? No sé si Chelsea Hadler está, pero posiblemente sea la única. Es una p… Es una sitcom deficiente en su humor y desarrollo que no sólo está hundiéndose sino que, además, se lleva consigo a su compañera en la noche de humor para chicas, poniendo aún más de relieve sus problemas. Con un poco de suerte se irán las dos a su casa y dejarán espacio para otras comedias de la NBC que lo merecen más.
Awake Un buen punto de partido puede lograr muchas cosas, pero lo que demuestra antes que nada es que… Las cadenas no saben qué hacer con ellas. Awake comienza con una idea que parece sacada de mezclar La noche boca arriba con la CBS, tras un accidente que habrá que considerar como misterioso un policía se encuentra durmiendo y despertando de manera cíclica y descubriendo que se murieron su mujer o su hijo. Entendámoslo, siguiendo la explicación, como una cinta, al acostarse por la noche se encuentra repitiendo el día en un universo distinto. Marcado al espectador con una iluminación diferente, y para el protagonista con una goma en la muñeca que discrimina ambos mundos según su color, los crímenes investigados demuestran ser diferentes y, sin embargo, con puntos en común en ambos universos. Del mismo modo su vida tiene parecidos y separaciones… Una buena premisa pero que trae tan locos a sus creadores y su cadena —idiotas, tenéis multiversos y un buen punto de partida, si no sabéis avanzar llamad a Abams — que está congelada a la espera de ver qué se les ocurre y cuál es su acogida. Hasta el punto de que han colgado el piloto en internet para que todo el mundo pueda verlo — y opinarlo — antes de seguir con la serie. Señor, señor.
Battleground Quizá alguna vez me hayáis oído hablar sobre los servicios en Streaming para ver series y su revolución, creo que he podido hablar de ellos en algún momento, sí… A lo mejor incluso os suena el nombre de Hulu. Pues bien, ya tienen su primera serie. Y es un falso documental político sobre los asesores de un candidato externo que quiere hacerse con un hueco para luchar por un puesto de senador. Interesante como inicio, habrá que ver cómo continúa y qué tal le cuadran las cuentas a Hulu.
Birdsong La novela de Sebastian Faulks llamada aquí La canción del cielo es adaptada por la BBC en una miniserie de dos capítulos de casi hora y media cada una. Para mi gusto, un exceso. Cierto es que Faulks está siendo más conocido ahora por sus adaptaciones de Bond pero no tiene nada que ver eso con su obra anterior, pese a que se trate de una obra sobre las trincheras de la Primera Guerra Mundial que se transforma en una obra sobre el amor y sus problemas. Ustedes verán las ganas de encarar un dramón belico-romántico.
Blade De los creadores de las series manga basadas en los personajes Marvel le toca turno a Blade y, una vez más, demuestra ser poco interesante lo que tienen que aportar.
The Bleak Old Shop of Stuff De esta alguna cosa comenté a finales del año pasado, cuando acababa de ponerse en marcha esta parodia de todo lo parodiable y algunas cosas más de Dickens, todo un resumen de tramas, perssonajes y tics además de una desmitificación que celebra también al genial escritor inglés. (Y, de paso, Stephen Fry)
Bomb Girls Olvidaos de ver mujeres tremendas, que para eso tenéis ya el realityBikini Barberie New Jersey, aquí lo que toca es una serie dramática histórica sobre mujeres trabajadoras durante la Segunda Guerra Mundial. Y eso es lo que tenemos, ni más, ni menos.
Call the Midwife Otra serie de época de la BBC, ambientada en los años ’50 y con las monjas y parteras —en ocasiones ambas cosas— de la Casa del Nonato. A partir de esta premisa podéis decidir si os apetece o no porque, la verdad, no hay más sorpresas.
Comic book Men Esta excepción, semi-reality, sub-docu, es para dejar claro una cosa: ¡Huid mientras podáis! No sólo carece de interés para los de fuera porque se pierde en las referencias, además para los de dentro no tiene interés alguno. Es como si Kevin Smith fuera el… Oh… Claaaaaaro…
Conspiracy 365 Más que sorprendente, esta es una serie atípica. Realizada en Australia y usando como base una serie de 13 novelas sobre un joven a la fuga que trata de resolver una extraña conspiración que envuelve la muerte de un familiar que le ha puesto en el centro de la diana. La decisión del canal ha sido seguir la idea original de que cada novela fuera un mes, así cada mes se emitirá su capítulo correspondiente de una hora de duración . Así que ahí tenéis: Aventuras, conspiración y una forma complicada de emisión.
Endeavour Aquí tenemos la precuela del Inpector Morse con sus años como recién llegado al cuerpo. Y pasa como casi siempre con él, nada reprochable como serie pero tampoco nada reseñable. Muy bien hecha, muy ajustada y muy olvidable. Ideal para echarse una siesta.
Eternal Law Lo bueno de los ingleses es que si una serie es mala da lo mismo porque tras seis episodios se limitan a no preparar más. Y con esto en mente uno no se extraña de que emitieran toda la temporada. Si llega a ser americana la echan al tercer capítulo. Esta serie desastrosa y desastrada parte de la loca idea de que unos ángeles —del estilo de la guarda poco menos— deciden que la forma correcta de ayudar a los humanos es hacerse pasar por abogados… En fin.
The Finder Si el episodio de presentación de esta serie en Bones probó que era un tostón el piloto y subsiguientes han demostrado que puede ser incluso más copia sin vida ni personalidad de esas series de consultores excéntricos que hace unos años llenaron la pantalla.
The Firm Creo que a estas alturas ya estará cancelada la serie pero, por si os apetece algo anacrónico, como salido de los años noventa, actuado sin ganas ni esperanza, o simplemente queréis torturar a alguien, entonces habéis encontrado la mejor posibilidad de la tarde.
Fred, The Show Otra espantosa serie infantil basada en una serie de películas basadas en un personaje creado para el canal de YouTube del propio actor y sus primos. DE aquí se pueden saca algunas buenas enseñanzas, incluso varios ejemplos sobre el negocio digital, lo único que no sale de aquí es una serie que merezca la pena ver.
House of Lies Con lo interesante que parecía sobre la mesa esta serie con Don Cheadle y Kristen Bell y el resultado final que hemos sacado. Qué decepción. Teóricamente se trataba de un grupo de consultores pensado para Arreglar los programas de las grandes firmas y personajes, con una intención irreverente y mucha ruptura del cuarto muro. Pero en lugar de una versión nueva y mejorada de Better Off Ted nos hemos encontrado con un Hustle de baratillo en el que todo el mundo parece pasado de coca. Otra vez será.
How To Cook Like Heston Vamos con la primera excepción del día. Un programa de cocina de Heston Blumenthal, el propietario del Fat Duck en el que trata de explicar técnicas y movimientos, a la vez que ofrece sus ideas para mejorar la cocina diaria. Sin ser tan revolucionario como tener a Adriá haciendo el programa de Arguiñano sí que resulta tan interesante como inesperado es que logre realizar algo tan aparentemente distinto dentro de un entorno tan igual, claro que eso es parte del sello de Heston.
How To Rock Niños en una serie sobre hace música. Y pensar que en el algún momento quisieron ser astronautas o vaqueros… Ahora, si os cuento que esta serie de Nickelodeon va de una chica que era —¿era?— insoportable y tocaba en un grupo llamado The Perfs que al sufrir la transformación de tener que llevar aparato y gafas es dada de lado y acaba uniéndose a otro grupo desde el cuál competirá con sus examigas y encon… ¡¡¡Que es de verdad!!! Puede parecer una broma de algún guionista con pocas ganas de trabajar, puede parecer coña sobre todo porque su estrella se llama Cymphonique Miller. ¡Viene de una dinastía de… creativos! Quizá no como para guionizar series, pero sí muchas otras cosas…
Inside Comedy Otra gozosa excepción. Un programa de entrevistas —razonablemente breves— a cómicos americanos. Por ahí pasan desde Don Ackles a Chris Rock, de Billy Crystal a Sarah Silverman… Así que, en realidad, es más un festín para los aficionados que otra cosa.
Inside Men Esta mini británica de cuatro episodios empieza por el momento más importante de la trama, el golpe, a partir de ahí veremos cómo se fue decidiendo el plan, qué movió a estas personas envueltas con la seguridad que debían defender y qué pasó a continuación. Inteligente, dura e interesante, aprovecha el envoltorio de acción para proponer una de esas versiones de ellos contra nosotros tan agradecidas.
Jane By Design He aquí una serie para jóvenes que, sin embargo, se centra más en un problema grave de los mayor, el de la jefa de Jane, la pobre mujer interpretada por Andie McDowell cuyos excesos con el alcohol y las drogas son lo único que justifica que considere que una chica de instituto es en realidad una jovecita que merece un trabajo como su asistente en el prestigioso mundo de la moda. Eso o que la actriz sigue la moda de siempre y tiene 25 añazos de manera que la sorpresa de que la tomen por una adulta es… En fin, ¿Os imagináis un magical girl con la chica compatibilizando sus dos vidas siendo la otra la de asistente? Pues así están en ABC Family ya.
Key and Peele Muchos pensarán que lo único rescatable de MAD tv fue lo que el listo de Lorne Michaels aprovechó para llevarse al SNL: Taran Killam. Pero eso no significa que al desmontar ese programa no quedara por colocar el resto de la troupe y así llegamos a este programa de sketches de humor en el que Keegan-Michael Key y Jordan Peele hacen sus cosas intentando tener gracia. Lo intentan, lo intentan.
The L.A. Complex Una aspirante a actriz se muda a Los Ángeles para tratar de hacer carrera pero se encuentra conque la real… ¡¡¡¿PERO OTRAVEZESTO?!!! ¿Otra vez? ¿No hay más ideas? ¿Han metido todos los tópicos en un sombrero y ha salido este? Y esta vez, encima, es canadiense. La serie y la chica. Pasando, que para esto mejor Cobie Smulders.
Level Up Pues.. más chavales. Esta vez con un videojuego que abre una puerta a nuestro mundo y que les lleva a tener que luchar contra… En fin, que para ser juvenil y blandita aún tiene un pase.
Miss Fisher’s Murder Mysteries Un buena noticia esta serie australiana cuyo punto débil es un guión sencillito que, sin embargo, permite que nos fijemos en… Espera, ya sé lo que estás pensando. Que es una de esas Miss Marples de la vida. Bien… Vuelve a adivinar:
Efectivamente, una dama dura e independiente, rica — claro — e incluso aristocrática — no tan claro— de menos de treinta a finales de los años veinte. Todo ello con grandes personajes. Así que si la trama es un poco tonta… ¿tampoco vamos a ponernos exigentes, verdad?
Mr D Imaginad que la serie que preparaban en Episodes, esa que iba a interpretar LeBlanc, saliera adelante. Pues os encontraríais con qlgo como Mr. d. Una comedieta amable sobre un inútil que llega a profesor de Sociales, aunque él hubiera preferido Educación Física, y que compone una sitcom de lo mas clásico. Todos los chistes parecen de segunda mano.
My Phone Genie Otra serie infantil más, esta vez con temática mágica gracias a un móvil con un genio dentro que concede deseos. No es gran cosa pero, al menos, no hay ningún estomagante Nobita de por medio.
Mudpit Este espanto canadiense mezcla un poco de todo logrando el equivalente a una Morcilla Infantil. Tenemos a un grupo de música —sí, otro— con chicos muy diferentes dentro que tratan de hacerse famosos gracias a una competición en un mundo de videojuegos. Sólo les ha faltado meter mascotas. El resultado es insoportable de puro rutinario, con un producto que parece realizado por un comité.
Napoleon Dynamite Versión animada—entendámonos: en dibujitos que de donde no hay…— a partir de la película, salvo que Napoleon Dinamite tiene mucha menos cancha que, digamos, Los Cazafantasmas. Imagino que si la peli te gustó esto también lo hará. Aunque yo estoy más por bloquear el recuerdo de esta serie.
Noel Fielding’s Luxury Comedy Otra serie de sketches a cargo de un mas recordado que respetado actor ingles. Ahm… Más te vale ser fan suyo antes de ponerte a mirar esto.
Outland Esta serie australiana sobre un grupo de gays que hacen un club de ciencia ficción porque lo segundo está peor visto que… ¡¡¡AAAARGH!!! Si una virtud tiene esta serie es lograr llevar la vergüenza ajena por su pura existencia a un nuevo nivel. Eso sí, no caeré yo sólo:
Pramface Una serie sobre una pareja adolescente que se encuentra con que va a tener un hijo… Ah, qué sorpresa, que diferente de las que se pusieron de moda hace dos años. Y además británica, que allí el tema es una novedad para ellos.
Prisioner’s Wives Seria, centrada en personajes y sus circunstancias más que en crear o desarrollar la acción que les rodea. Esta serie es género negro que podría pasar por social y que, sin duda, abrillanta y engrandece el género. Aunque quizá con una nota de humor…
Public Enemies Otra serie de género, otra serie negra, de nuevo británica. Y no está mal, no. Aunque, no llega a los grandes niveles de Prisioner’s Wives o Inside men por lo menos intenta crear una tensión entre los dos personajes principales. Aunque —y parecerá ridículo decir esto de una serie inglesa— hubiera mejorado de ser más… corta.
The River ¡Uf! Mezclar Paranormal Activity con el Capitán Cousteau no parecía la mejor idea, sobre todo con un desarrollo de guión propio de Lost. De momento está al borde de la cancelación, a la espera de que alguien… iba a decir que la vea, pero a lo mejor si no la ven son más compasivos con ella.
Rob De pein. De jorror. Di en.
The Royal Bodyguard La idea era buena, una especie de Johnny english protegiendo torponamente a la familia real. El problema fue… todo lo demás. Y claro.
Smash Una de las series nuevas que se suponen estrella y que más pereza me da. No me importa nadie, la música me da lo mismo, las canciones sobran más que en Glee! —si eso es posible— y en general todo es más intenso que entretenido. Con todo seguro que a alguno le gusta. Por estadísitca y eso.
Stella Una madre cuarentona se enfrenta a la vida y el amor con una mezcla de comedia y drama. Ingleses… Qué complejos son siempre. Mira que hacer Grace under fire sin contar al látigo de Chuck Lorre. Así le salen de desvaídas luego las series.
The Straits Una serie de género negro, con una familia de criminales y muchas intrigas familiares… ¡y no es británica! Vale, es australina, pero no es inglesa. Ya, bueno. El caso es que es suficientemente entreten… ¿Qué clase de justificación es esa? La serie está bien, no da mucho más de lo que promete pero, eh, tampoco es ninguna niñería. ¡No sale ningún grupo musical! ¿Qué más queréis?
Touch El tipo de Heroes ha vuelto a hacerlo. Literalmente. La misma serie. O más aburrida aún. Y mira que parecía difícil. Con Sutherland el hijo de por medio. Pues nada. Ni por esas. Si alguien llega vivo al tercer episodio de Mercury Rising: La Serie que avise. Le daré un remedio natural con tila contra el imsomnio. No funciona tampoco pero lleva menos azucar que… esto.
Unsupervised Esta serie animada es tan juvenil y rompedora que por un momento parecía que habían remakeado el rebooteo de Beavis & Butthead. Para hacerlo incluso peor que la última vez. Pero, eh, por lo menos habían intentado algo dif… Vamos a dejarlo.
Watson & Oliver Mujeres haciendo sketches. No lo hacen mal. De hecho no debería tener importancia alguna que sean mujeres. Pero por lo visto para ellas es importante. ¡¿Quién entiende nada?!
Woodley Comedia australiana sobre un tipo bueno para nada que tiene una hija que trata de reunirle con su ex-mujer. Mi teoría es que querían hacer una versión actualizada de Inspector Gadget y se liaron.
Work It Esta ya está cancelada. Dos episodios duró. Que fueron dos más de lo que cualquier cadena sensata o la NBC debía haber permitido. Si os cuento que va sobre un par de travesties lo mismo creéis que me lo invento así que… ¡SUFRID!
Bueno, no ha sido tan doloroso… vale, sí…. pero PARA MÍ así que no os quejéis muy alto. Además han traído de nuevo un par de minis adaptando clásicos, de Dickens o La isla del tesoro, por ejemplo, y ha continuado I Just Want My Pants Back tratando de convertirse en Hipsters Friends.
¿Qué más puedo decir? Ha habido series de género negro británico para entretenerme —¿qué les pasa a los british? ¿tienen un trauma o algo?— y… bueno… siempre puede pasar como con Todd & the book of pure evil e ir mejorando la serie según avancen los capítulos.
Ahora a ver qué nos trae los próximos meses… Sospecho que la locura… y sólo para mi mente. Me conformaré con el regreso de Community el 15 de Marzo.
De las muchas evoluciones de la cocina en televisión lo más habitual es que le podamos echar la culpa no a los creativos de estos programas sino a otras ideas populares transplantadas a los mismos. Quizá el ejemplo más popular de esto fue la aparición de los programas de viajes con una excusa gastronómicas.
En esto tiene mucho que ver las dos formas de entender los programas de viajes. La primera, que podríamos llamas De observador y que tiende a identificarse con una perspectiva europea/francesa en la que el protagonista es el viaje más que el viajero, a la manera de un clásico documental. La segunda, muy inglesa, muy estadounidense, es esa De interacción en la que el viajero aparece prominentemente dando su opinión y mostrando las reacciones que la zona visitada la produce. (Y en más ocasiones de las deseables, haciendo el payaso o el idiota. Pero no me quejaré mucho porque gracias a eso tenemos An idiot abroad)
En más ocasiones de las que parecería justo mencionar ese choque cultural venía de la ingestión —a falta de un término mejor— de la comida tradicional, tanto daba que se tratara de un muy especiado plato sudamericano o asiático, algún preparado con insectos o, incluso, unas criadillas españolas. — Lo que lleva a la idea de que ninguna cocina es realmente tradicional si no puedes putear con ella a los forasteros, tomad nota la próxima vez que un madrileño os ofrezca gallinejas.— De manera que era lógico que pronto ambos puntos de vista, el intrusivo y el frío, decidieran que las rutas gastronómicas duplicaban sus espectadores potenciales.
Todo lo cuál podría llevarnos a una discusión sobre si el Travel Channel y el Food Channel están compitiendo porque sólo puede quedar uno, pero mejor eso lo leéis en TVTropes porque esos travelogues y volvemos a la historia. Aunque, la verdad, sería realmente complicado señalar cuál fue el primer programa que usó la mezcla mágica.
Lo que sí puedo decir es que el ejemplo más exitoso lo tenemos de la mano de Anthony Bourdain_, nacido en Nueva York aunque con raices francesas que le llevaron a abrazar ese estilo de cocina, presentó para el Food Network en el año 2001 un programa llamado A Cook’s Tour en el que viajó durante dos temporadas por todo el mundo para presentar los cocineros más importantes y sus platos más representativos.
La serie fue un éxito que causó varios efectos:
— Convirtió en un chef célebre a Bourdain y le dio una importancia que no tenía antes. Eso no significa que le mejorara el carácter porque parte de la gracia consiste en que es un tipo tan apasionado como bocazas.
— Esta mezcla, a su vez, dio lugar a un libro de recuerdos llamado Confesiones de un chef que es una de las lecturas más entretenidas que se puedan encontrar sobre una cocina desde dentro contando al menos desde por lo menos Sin blanca en París y en Londres. Además dejaba claro lo poco conforme que está con sus situación como estrella y la opinión —mala, claro— que le merecen los cocineros de la tele, especialmente los del Food Channel. Y si poco bueno dijo de ellos en el primer libro en su continuación En crudo —Que, por cierto, sale en español la semana del 9 de Marzo de la mano de RBA y es el motivo de este pequeño y extraño salto temporal en esta serie, pero ya lo explicaré mejor en dos semanas— el vapuleo hizo olas.
— Sirvió, además, para poner de moda los programas de comida y viajes y descubrir al público americano una variedad de autores y cocinas alejadas.
¿La consecuencia más directa? Bourdain, que es un tipo temperamental, acabó llevándose el programa al Travel Channel con el nombre de No reservations y una idea aún más abierta, digamos que añadió más viaje.
— Obviamente visitó más lugares que España pero ambos vídeos me parecen más que interesantes como para colocarlos aquí—
El éxito de este programa sirvió para sacar a la gente de detrás de las encimeras para algo más que realizar realities , así que sólo quedaba por decidir cómo articular los viajes, que podría parecer no tan sencillo hasta que, claro, se pusieron a ello. Una vez observadas las opciones las excusas parecían centrarse en dos y media. La primera era la más obvia, tirar de Gira Gastronómica eligiendo una región o un país y recorriéndolo. Normalmente sin demasiado sentido del viaje, no mediante etapas continuadas. La segunda idea era identificar un tema y buscarlo por todo el mundo / país/ región… Precisamente este era el que seguía Bourdain repasando a los chefs del mundo.
En cuanto a la media solución, se trata como siempre de buscar un truco que cumplir para darle algo de interés al tema. Como el siguiente éxito, $40 a Day que en 2002 se puso en marcha con Rachel Ray, que ya tenía un programa enseñando a realizar platos en 30 minutos o menos, se iba de viaje teniendo que realizar al menos cuatro comidas — normalmente entre desayuno o brunch, comida, merienda, cena y algún snack durante el día — contando sólo con ese presupuesto. Una forma curiosa de ponerle un reto a su programa como el límite de tiempo en su predecesor. Tres años más tarde ya estaba lo suficientemente harta como para pasar a Rachel Ray’s Tasty Travels siguiendo el concepto mucho más descansado de presentar la comida de sus viajes.
Pronto surgieron más programas buscando desde bebidas ( The Thirsty traveler) a barbacoas (BBQ with Bobby Flay), en USA, UK o el país que se os ocurra.
Como podéis ver en muchos momentos el concepto era que un cocinero —o presentador, que no todos los que salen en estos programas son chefs — con suficiente gancho se iba a pagar unas vacaciones de trabajo. A veces incluso pseudofamosos (Dweezil & Lisa ) De forma que Giada de Laurentiis_ (Giada in Paradise / Giada’s Weekend Getaways), David Rocco ( David Rocco’s Dolce Vita) y, por supuesto, Gordon Ramsay ( Gordon’s Great Escape ) se han dedicado a ellos poniendo bien clarito su nombre en el título.
Claro que si alguien se merece el premio de Cocinero Viajero con su Nombre en el Título el rey sería Jamie Oliver, polarizador de espectadores, aficionados, expertos y casi cualquiera que le eche un ojo a sus programas, pero del que hablaremos en más profundidad otro día. De momento demos un repaso a sus programas que incluyen:
Jamie’s : Great italian Escape (2005), American Road Trip (2009), Great Britain (2011) además de su programa de 2010 Jamie Doesinserteaquínombredelugar que en USA pasó a llamarse Jamie’s Food Escapes —imagino que por si alguien cogía el chiste—. Sólo contando los programas que van sobre el viaje en sí.
En cuanto a los temáticos, también podemos notar la diferencia entre los dos estilos con facilidad, por ejemplo con Three Sheets, un programa que ha ido dando vueltas por distintas cadenas mostrando bebidas y competiciones de bebidas por todo el mundo con gran implicación de su creador y presentador, el cómico Zane Lamprey, que también crearía Driking made easy centrándose en los alcoholes estadounidenses. Por contra la idea temática de seguir efectivamente una ruta e ir explicando lo que se come o los pasos que siguen está detrás de The Spice Trail y demuestra un acercamiento más lógico e interesante a las posiciones documentales de los programas sobre viajes.
Pese a lo cual posiblemente los más famosos sean esos gemelos separados al nacer de Bizarre Food y Man vs. Food. Entendamos que no son gemelos idénticos, claro, uno muestra rarezas culinarias, a ratos incluso monstruosidades, y ahí llega la divergencia. En Bizarre FoodAndrew Zimmern trata de hacer un Mondo Comida, incluso con un cierto acercamiento antropológico — Que se engrandecía en el spin-off fallido Andrew Zimmern’s Bizarre World , como ven ya ponía su nombre en grande — en el que cabe un poco de todo. Con deciros que en el capítulo de España estaba incluida la… Gasp¡¡¡HORCHATA!!!
Por el otro lado Man vs. Food que realiza una búsqueda más… sutil. Aquí parecería un programa sobre cocina interna estadounidense de no ser porque siempre acaban virando hacia… no tanto lo bizarro —definición inglesa— como lo grotesco. Sí, también hablan de cosas picantes, o cualquier otro extremo que les sirva para justificar esa apuesta, ese enfrentamiento. Y lo más sencillo es sacar no algo extremadamente grasiento, sino algo extraordinariamente grande.
Lo que según mi punto de vista le quita gran parte de la gracia al asunto. Al final es simplemente un… Desafío Homer Simpson. Ver quién puede comer cuanto. Muchas veces ni la elaboración ni, desde luego, la calidad juegan algo importante. Sólo el tamaño, de una manera parecida a la que las explosiones acaban condicionando Mythbusters el gigantismo vertebra el interés y la búsqueda de diversión de Man vs. Food, que es —con todo— uno de los más importantes programas del canal por espectadores. Hasta el punto de acabar creando una versión temática a partir de la edición de programas antiguos llamada Amazing Eats.
La búsqueda de una conexión temática ha estado presente durante años, si bien en demasiadas ocasiones ha sido por el simple concepto de que si se habla de comida en viajes se puede hablar de los sitios de comida durante los viajes. El comer en carretera pasó a vertebrar entre 2006 y 2007 distintos programas y aproximaciones, desde Feasting on Asphalt, Road Taste —presentado primero por los hijos de Paula Deen y, después, por los Neely— y, por supuesto, Diners, Drive-Ins & Dives. Celebraciones más o menos efectivas de los locales de carretera, las dietas grasas y todas esas cosas divertidas.
En el lado contrario de la mesa se encuentra _The Best thing I ever ate _ que pone a distintos chefs y correlatos a guiar una visita al lugar en el que se hace su plato favorito y explicar cómo se consigue esto. Restaurantes, claro, no la cocina de la casa de su madre. Todo ello, lástima, en los Estados Unidos. Aunque las recetas están ahí para algo. Claro que según qué cosas …
Por supuesto todo este tipo de programas no podían dejar de lado España. Como decía en la anterior columna por aquí tuvimos el antecedente de Un país en el buch… en la mochila el programa que durante un lustro, de 1995 a 2000, mostró al cantautor Jose Antono Labordeta realizando un descubrimiento de España según sus paisajes, gentes, ocupaciones y, por supuesto, al comida. Ahora tenemos UN país para comérselo y entre medias… poco. Alguna cosa del Canal Cocina, que incluye ideas tan originales como Cocineros españoles por el mundo, con un episodio dedicado a Gibraltar que es como para montarle una fiesta. Por suerte España por eTapas o Escapadas con gusto sirven para atenuar lo que se realiza para el mercado interior.
Sin embargo para el exterior los dos grandes referentes son dos programas del mismo año, 2008, uno presentado por un español establecido allí, Jose Andrés, que en Made in Spain daba el clásico repaso a las gastronomías. En frente tenía a la actriz e hija adoptiva de Talavera, Gwyneth Paltrow que en compañía del chef Mario Batali —otra estrella del Food Network USA — y otros dos compañeros de viaje. En general se diría que su mayor atractivo ha sido exponer al exterior la riqueza gastronómica de España (¿Era algo así el cliché, no?) aunque algún beneficio añadido tuvo.
Mientras tanto Anthony Bourdain, a quien también volveremos a ver por aquí, tiene otro programa más, The Layover, en el que usa un truco. Tiene sólo 24 horas en cada destino. Vaya, vaya.
¿Qué hemos sacado en claro de todo esto? Pues que divulgar está bien, conocer cosas nuevas mejor, y que hacer el payaso no debería ser imprescindible. Pese a lo cuál quizá una de las mejores cosas que han salido de estos gastro-travelogue es The Trip. El repaso que Steve Coogan y Rob Brydon, con Michael Winterbottom a los mandos, le meten al formato: Disfrútenlo.
¿Se han leído alguna vez el texto de entrada de esta columna? Eso a la derecha del dibujito que Efe tuvo a bien realizar —casi sin chantaje por mi parte— para ilustrar la tontada. En cualquier caso, en esa entradilla dijo, entre otras bobadas, que “Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante.” Hum, autocitarme para empezar es algo que tenía que haber hecho antes.
Cuando lo escribí ya habían salido los primeros estudios —bueno, o los terceros o cuartos— que hablaban de cómo las jóvenes generaciones se están desenganchando de la televisión a favor de internet —lo de los porros y el caballo de toda la vida, vamos— y cómo eso había llevado a algunas grandes empresas a tomar decisiones importantes para seguir manteniendo su negocio con unos pequeños ajustes.
Lo hilarante es que esas empresas eran las de televisiones. Que en cuanto se olieron el percal empezaron a convertir la forma correcta de ver la tele en la forma correcta de usar una pantalla. El pantallismo se iba a convertir en una forma más de cultura del siglo XXI. Los fabricantes se volverían relevantes e imprescindibles para los juegos de las consolas e irían integrando y mejorando las cosas que se pueden hacer cuando se les enlaza con el ordenador. “Tonto, que más grande es mejor” parecía ser su lema. Y, con el tiempo, incluso han empezado a integrar otro tipo de servicios y a buscar la forma de separarse de las propias emisiones, bien integrando sus propios enlaces de contenido web o apoyando a estas compañías.
Dicho en breve: Las televisiones se apartaban de las televisiones. Perdón: Las pantallas se apartaban de las cadenas de emisión de contenido. Algo que debería haber hecho sospechar a las cadenas.
De hecho, las cadenas deberían haber estado moscas desde los años ochenta. Antes de eso la mayor parte de cadenas eran monolíticas, había poca alternativa y siempre de manera local o regional. —Aquí, en USA, incluso en UK— De manera que lo que pasaba en las grandes cadenas tenía un peso. La importancia histórica del programa de los Smother Brothers se basada en parte en eso. Eran tres cadenas, Bonanza llevaba temporadas mandando de manera absoluta. La aparición del cable, el básico y el premium, o de los canales menores organizados, ha ido limando todo eso. Hoy en día un programa revolucionario, digamos Community, puede emitirse en una gran cadena y tener que competir contra el cable de FX o los programas de Commedy Central. Cuanto más difusa está la relevancia menor es el poder que se tiene.
Volvemos por un momento a un pensamiento del pasado. “La posibilidad de reproducir en cualquier parte cualquier programa como nuevo estándar del consumo digital.” (Lo he puesto entre comillas pero no sé si llegué a expresarlo así, en cualquier caso esto de autocitarse es adicitivo) Y veamos cómo eso casa de nuevo con los fabricantes de pantallas. Pantallas en el teléfono, la consola portatil, el ordenador igual de portatil o los famosos y nuevos pdas, pantallas por todas partes que te permiten conectarte y ver.
Ya tienes la infraestructura pero ahora falta la segunda parte: el contenido. Y ahí es dónde tocaba actuar a las cadenas de televisión. ¿El resultado?
El resultado ha sido que frente a la creación de plataformas específicas — es decir, Netflix como paradigma, Hulu como poco menos que un YouTube de marca, un montón de empresas seguidoras de la idea corriendo detrás — la lógica hubiera supuesto que el canal tendría que escuchar y buscar una forma de acceder a ese público. La realidad ha sido, como casi siempre, otra bien distinta.
La mayor parte de las cadenas se han limitado a buscar un método mixto de aproximación, no creando ningún espacio exclusivo para internet pero sí incorporando internet en sus contenidos. Y por una vez no me refiero a meter YouTubes en las noticias vengan o no a cuenta. Me refiero a usarla como plataforma de comunicación en un primer momento, casi como si fuera un teléfono/fax de extraño aspecto, después como fondo de información en el que poder buscar datos — que significa muchas cosas, desde su condición de biblioteca Infinita y, por tanto, Caótica hasta su condición de un buen lugar para fusilar contenidos según la moral del usuario— o para colocarlo en busca de visibilidad.
Casi todas las cadenas tienen algún caramelito para la red, unas pocas están empezando a usarla como un medio en el que pueden tener a disposición del público los programas atrasados. No todos, fundamentalmente series y algunos clips que consideran importantes de noticias y magazines. Pero ya es algo. Tengamos en cuenta que internet está inexplorado en muchos sentidos y uno es el de los derechos de emisión. Que os puede hacer muchas risas pero que veremos cómo se irán regulando durante los próximos años.
El caso de South Park es un ejemplo, no es la cadena la que lo tiene a disposición de todo el mundo sino sus propios autores. Cualquier capítulo desde cualquier localización puede ser consultado. —Aquí entrarían, además, las ideas de los mismos autores, libertarios de izquierdas, uniéndose a la idea comercial— Por contra señores como los de la BBC tienden a limitar la disposición geográfica de su contenido. Y nuestra TVE va recuperando poco a poco los clásicos que tiene en su fondo.Y repito con pesar lo de poco a poco.
A esos usos aún existentes se ha unido, finalmente, una idea de entender internet como una mezcla de forma de medir el pulso de la realidad y competidor: Un termómetro rectal.
De manera que cuando necesitan comprobar la relevancia o justificarla usan intenet —fundamentalmente ahora las redes sociales— para refrendar lo dicho y, ya puestos, darle un aire nuevo a lo que en la película Network se satirizaba como Vox Populi, esos segmentos en el que gente sin conocimientos que pasa por la calle demuestran que tienen una opinión sobre cualquier tema.
En cuanto a la parte de la competencia… Como el periodismo está cada día más hundido en el amarillismo por su necesidad de generar beneficios económicos tangibles e inmediatos [Es decir, no tanto dar una buena imagen de la cadena y atraer a gente que les considere con una visión del mundo si no imparcial sí sesgada de la misma manera, que da sus beneficios en atracción y fidelización de la audiencia, sino en poder poner anuncios y vender lo que toque con el menor gasto posible.] que favorecen el uso del alarmismo entre los espectadores. Y allá que van con internet como un nido de pedófilos malvados que van a por nuestros hijos, una taberna de piratas que tratan de hundir a la sufrida industria del espectáculo —que a estas alturas ya ha comprado o está comprando en estos momentos todos los medios que se ponen a tiro—- y, desde luego, peligrosos revolucionarios que ponen en peligro el estado, la seguridad nacional y las recetas de cocina sin clembuterol.
– ¿Y todo esto venía a cuenta de?
Como decía al principio. Antes incluso de empezar con esta columna habían salido datos hablando de cómo cada vez hay menos gente que le hagan caso a la televisión. Pero es que el último resultado ya dibuja un futuro bastante negro para ellos: Según la empresa de mediciones Nielsen los jóvenes menores de 35 años cada vez ven menos televisión. En ese mismo informe se comenta que los mayores, sin embargo, cada vez ven más minutos de televisión.
Podríamos discutir la validez de esos datos o buscar explicaciones a lo allí expuesto, digamos por ejemplo que el aumento se pueden deber a motivos sociopolíticos como el incremento del paro en esas franjas de edad. Me da lo mismo. Primero, porque para cualquier asunto se pueden crear múltiples explicaciones a posteriori que lo expliquen. Segundo, porque me interesa más esa polarización progresiva. El panorama trazado señala que la generación que no nació con la informática pro defecto tiende a depender aún de la televisión. y mientras esa generación dure los problemas serán limitados. Es decir, la situación de la televisión será la misma que la de la radio. —Con la diferencia obvia de que la radio se puede usar en muchas circunstancias en las que prestar atención a una pantalla es poco recomendable.— Así que ahora pensad en esos señores que hablan de cuando en la radio salía, y esas imágenes de familias escuchando la radio con aprensión. Felicidades, en diez años seréis vuestro propio guión de Cuéntame.
Pero lo más importante es el rango de edad. Ya estamos hasta los 34 años. ¿Por qué es importante ese dato? Pues porque los anunciantes tienen una franja de edad deseable —la vieja bronca entre FOX y CBS— que indica que lo mejor es tener espectadores entre 18 y 49 años y, dentro de esos, mejor aún si no sobrepasas los 34. Tu vida estará aún en ese momento de realizar gastos y ser impulsivo. Menos establecida y restrictiva en el dinero que tienes y cómo te lo vas a gastar. —Y yo sigo suponiendo que todos esos programas sobre adolescentes mentales tienen como objetivo parcial atraerlos. Al menos ese es mi sueño para dotar de sentido las decisiones de las cadenas—
De manera que ahora ese público objetivo que nos va a dar de comer se encuentra…
En Internet.
Así que ahora es cuando deberíamos ver cómo ocurre una de estas posibilidades:
— Regresa la polémica FOX vs. CBS y bien se empieza a hacer más caso a los mayores, bien se redefine de nuevo una franja de edad interesante. ¿12 a 18? ¿49 a 59?
— Los anunciantes empiezan a meter pasta en internet, como en tiempos de la burbuja. Pobres idiotas. En consecuencia las cadenas tiene que empezar a buscarse la vida para adaptarse en internet.
— Empiezan las luchas para domar definitivamente Internet, convertirla en un redil más manejable y sacar a la gente que ha ido allí buscando algo nuevo e interesante. Como siempre se ha hecho antes.
— Todas las anteriores y, además, el final de la electricidad. O quizá una guerra. Bien pensado, todas las anteriores y varias de las posteriores.
El punto del cambio, en cualquier caso, es este. Demográficamente estamos en el centro del giro y aún no hay tanto control en la red como parece. Ya ha habido adaptaciones variadas, de series de ficción a servicios de noticias, que serán los nuevos pioneros, y pronto estará por ver cómo siguen los demás.
Pero, tranquilos, la televisión no desaparecerá, igual que no han desaparecido la radio, los cómics o los libritos pulp… Como veis la extinción no es el peor destino posible.
Hay mucha gente a la que le gusta comer. A otros les gusta cocinar. A los más afortunados les gusta ambas cosas. —Y antes de que digáis nada, existen los segundos, lo afirmo de primera mano— De manera que los programas de cocina siempre han sido valorados y populares.
En las viejas revistas venían recetas, en la radio popular abundaban los consultorios y pronto hubo programas en la televisión de lo que podíamos considerar “encimera”, programas en los que salía un señor que cocinaba explicando cómo realizar estas maravillas de la cocina.
Kathleen Collins asegura que todo fue una sucesión de casualidades, primero para enseñar el público cómo sacar más rendimiento a las raciones durante la segunda guerra mundial, luego para aprovechar lo poco que había en la postguerra. No digo que no ayudara a popularizarlo en televisión —y radio— pero sí que ya a finales del S XIX había publicaciones de tema culinario y secciones en revistas femeninas de manera que algo más debe haber ahí.
En Estados Unidos ponen como punto de inflexión la figura de Julia Child, una mujer extraordinaria en muchos aspectos que se alejaba de los modos y maneras del cocinero tradicional. Quizá hayáis visto ya Julie & Julia pero dejad que os ponga un clip de la auténtica Julia Child
Sí, esa es su voz. y esa forma de aproximarse a la cocina es la que la hicieron una celebridad. Y la que causó que Dan Aykroyd realizara una de las parodias más conocidas del SNL clásico.
Y ese fue el punto de movimiento en los programas De encimera, la personalidad del cocinero tiraría del programa de manera que sólo los que más destacaran podría hacer algo. Lo que aplicado a España significa:
He ahí el Robin Williams de la cocina española. Pero pensad en lo importante de la presencia. Antes de su llegada había habido programas de cocina, por supuesto, pero ninguno que se convirtiera en un auténtico fenómeno. Hasta el punto de que el más cercano, Con las manos en la masa era —y es— menos recordado por las recetas de Elena Santoja y sus ilustres invitados, o por las charlas que allí tenían lugar, que por la sintonía de su cabecera:
Lo dicho, poco éxito. Y no porque no se buscaran cocineros mediáticos o carismáticos o como lo quieran llamar. Hasier Etxeberria comentaba en Porca Memoria, el libro de memorias de cocina que escribió a medias con ese otro genio todoterreno que es David de Jorge, que buscó a alguien que hiciera interesante ese tipo de programas y que cuando por fin lo encontró se lo quitaron en el último momento —se refería, claro a Arguiñano— porque el problema es que puedes tener a un cocinero magnífico como Pedro Subijana pero ponerle ante una cámara no significa que vayas a lograr ese espectáculo que es lo que hace que la gente se quede viendo el programa.
El problema de ir más allá de una persona cocinando es, precisamente, lo que ha llevado al resto de países a intentar variar y ampliar las experiencias y expectativas de este tipo de televisión, especialmente cuando los americanos descubrieron que había todo un campo gracias a los distintos géneros y sus hibridaciones, o cuando los continentales decidieron que la comida no es más que un método de transporte… Ya hablaremos de todo ello aquí. De momento nos queda la reflexión con España. Pensad en los programas de cocina que se emiten. En lo que hay, en lo que estáis viendo. Incluso en el propio Canal Cocina y sus producciones locales. ¿Por qué en un país con tanta tradición, gusto e interés nos hemos quedado tan detrás? ¿Por qué parece que vamos a remoquete de lo que hacen los demás, en un furgón de cola poco interesante?
Imagino que los problemas son los habituales: Por un lado nuestra poco desarrollada cultura audiovisiual, por otro lo justo que suelen ir de dinero las producciones que realizamos. Eso es lo único que justifica en mi cabeza que sigamos tirando de programas de encimera y tratando de encontrar a gente con suficiente carisma como para sacar a flote al barco.
Sí, en los últimos años parece que algo se ha empezado a mover. Sobre todo en cuanto a imitaciones de formatos extranjeros se refiere. Y si creéis que exagero pensad en uno de los puntos más bajos de la cocina española en televisión —el programa llegó a ser retirado antes de tiempo— y, en general, de los realities de Tele5: Esta cocina es un infierno o el intento de adaptar el Top Chef aquí.
Famosos toreando profesionales. La cocina como lo último que le interesa a nadie allí. El gusto por el amarillismo y la confrontación por el puro gusto por el choque, no como finalidad o narración. Y, por supuesto, la paciencia de los chefs españoles. Esto con Anthony Bourdain, Tom Colicchio y, sobre todo, Gordon Ramsay hubiera terminado como Justified. pero si algo tiene a bien la televisión en España es menospreciar la educación, igualar por abajo y ensalzar la falta de educación. Quizá eso influya también en el estancamiento.
Así que, mientras tanto, iremos viendo cómo se lo montan fuera.
En el momento actual se puede hacer ya una lista de las tendencias para la televisión si dividimos como Curso 11/12 lo estrenado de Septiembre del pasado año hasta Agosto. Lo más obvio es la llegada de la moda de los cuentos. Las series estrenadas, aprobadas o encargadas se multiplican. Detrás podríamos poner los futuros distópicos, las comedias multicçamara —que es un eufemismo para cutre — y, como siempre desde hace más de un lustro, las adaptaciones. Pero, además, este año está siendo muy productivo el desmadre.
No se trata de una cosa a la National Lampoon sino de una forma actual de interactuar con la ficción. La decisión consciente de que hay que ir más allá constantemente, de que no puede haber límites, algo que muchas series han intentado lograr a lo largo de la historia —y aquí pienso una vez más en esa gran precursora de subir las apuestas que fue Dark shadows — ir un paso más allá en cada ocasión. Un concepto que parece forzado a chocar de frente contra el famoso tiburón de la tele.
Antídoto contra el formulismo, espoleo para tratar de enganchar al espectador, que no sepa por dónde vendrá la siguiente, reivindicación viva del desmadre que ha tenido sus más y sus menos televisivos, con grandes momentos en los ochenta gracias a los megaculebrones, siempre tan proclives a los giros locos, y a principios del nuevo milenio, demolida la capacidad de sorpresa junto con las torres y enfrentada la ficción a la duda de ofrecer un refugio seguro y clásico y tratar de ofrecer un más difícil todavía que parecía obligatorio ir más allá y que frente a la comedia, en la que parece casi inevitable considerarlo como un método de crear el impacto necesario para el humor, podría acabar creando el efecto contrario: Convertir el intento dramático en un ejemplo de humor involuntario cayendo en el ridículo.
Los seguidores, más aún los espectadores ocasionales, podrían discutir hasta que punto esto sucedía en Lost, o qué parte del interés de 24 residía precisamente ahí, en ver cómo superarían la situación metiéndose en algo incluso más grande. El defecto consiguiente fue que muchas series decidieron que era este truco el que les daba carta de naturaleza y lograba su éxito convirtiéndolo en un ingrediente principal de una serie de producciones que parecían diseñadas por algún tipo de mamífero zoológico adicto que se lanzaban sin casco contra la pared televisiva. De manera que a la vez que nos permitía refocilarnos ante The Cape o Persons Unknown hacían que la siguiente vez fuera más complicada porque los ejecutivos y el público empezaban a temerse lo peor de este recurso. Y tras una temporada casi sin excesos, de improviso, varias series acertaron en tono y tiempo para acertar la misma nota, cada cual desde un punto diferente. Porque, aunque os parezca una tontería, lo más importante de todo es no sólo darse a los excesos sino ser capaz de fundamentarlos.
Empecemos por lo más sencillo, por la comedia. Suburgatory parte de una idea simple, un padre y una hija oponen su visión urbanita de NY a la aparentemente plástica de los suburbios del estado. Un principio con el que se podría haber estado años sin lograr un buena guión o, peor aún, sin notar la diferencia entre un capítulo y otro. (Mirad 2 brooke girls que podría haber formado pareja por las noches con Becker a finales de los noventa o con Alice a mediados de los setenta) Pero aquí tenemos sobre el esqueleto —nunca mejor dicho— de Mean girls el empuje y, sobre todo, la intención de expandirse que ha hecho que en menos de media temporada tengan una extensa galería de personajes secundarios y una indudable preferencia por llevar más allá los conceptos. Ciertamente no llega a los excesos de Community pero sí sobrepasa los de HIMYM o Scrubs en esa intencionalidad que permita distinguir el programa.
En cuanto a AHS, American Horror Story, juega a las dos barajas del género del horror, porque dentro de todo el desmadre que el fantástico permite —y ya sabemos que es mucho— no sólo juega a no poner reglas sino a que parezca que las pone para romperlas a continuación y, por supuesto, a que esas transgresiones puedan parecer simples retazos de melodrama cuando, en realidad, hace un estudio y repaso del gótico americano en todos su espléndida magnificencia. De manera que las barbaridades se suceden de tal manera que se cotidianizan y, al final, pase lo que pase nos encontramos en el propio ambiente familiar y hogareño, retorcido pero no ajeno, de manera que las partes más cotidianas —que son, por cierto, las más cercanas a ese gótico suburbano de Jackson, Leiber o Levin, y menos mal que no les dio por aproximarse a V.C. Andrews — acaban siendo las que demuestran más claramente lo mal que estamos: Tanto como para que eso que les ocurre nos parezca normal.
Pasemos a esa extraña serie llamada Revenge que coge otro de los géneros clásicos en el exceso, el melodrama culebronesco, que demostró durante los ochenta y parte de los noventa su absoluta falta de desvergüenza, y lo reinventa con una tibia justificación de suspense para poder jugar a tirar de la cuerda con caídas desde grandes alturas, comas que no lo son y, por supuesto, ninjas. Si Soap realizaba un homenaje realista en Revenge tenemos poco menos que una reivindicación de un género que ha sabido ir inoculando otros porque, al fin y al cabo, si se le da suficiente tiempo a una trama siempre acaba tendiendo al culebrón.
Lo que vendría a demostrarse en el último ejemplo, Homeland, pues el espionaje en sí fue uno de los más afectados por esa mordedura melodramática, y, a la vez, la locura en sus dos vertientes, la del improbabilismo que predomina en tantos relatos de espionaje de Bond a Los Vengadores, permitiéndoles locas piezas de tecnologías y grandes planes de dominación mundial bajo la base de que algo ocurre porque no es imposible, sólo sumamente improbable, y la de la conspiranoia que asegura que todo el mundo está tejiendo uno de estos planes para atraparnos. Y lo lleva a un nuevo nivel apoyándose en que frente a 24, que llevaba al tope y poco más ese improbabilismo, aquí se pueden estudiar los círculos de locura que confluyen y se tocan en la separación entre una locura externa —es decir, la existencia real de la manifestación de esa locura improbable en forma de conspiración— y la interna, con una protagonista que detecta este plan porque los ve por todas partes de manera que es su propia situación de estar, digamos, como las maracas de Machín, la que permite que trace las líneas de la conspiración. Una vuelta del calcetín que va estirando un poco más allá el renacido interés por el género de espionaje que este año pasado dio tantas alegrías. Como vemos, todos son géneros en los que parece fácil que se produzcan estos cambios, parecen preparados para ello, y como decíamos antes ha habido siempre antecedentes, siempre hay alguna serie que va más allá.
¿Significa el éxito de estas propuestas que están perdiendo los escrúpulos, por fin, y que empiezan a decidir olvidar los aburridos sucesos que usan ahora? ¿O es que han decidido que algo de juerga y algarabía al elegir las tramas siempre anima la serie? ¿O aún no han caído en el motivo real de que se diga que la realidad puede ser más extraña que la ficción? ¿Pero no debería pasar también con el resto? ¿Cuánta credibilidad tenemos que matar para ver una serie policíaca o para aceptar los resultados de las de abogados o, por qué no, para aceptar ver una serie de aquí? ¿Por qué no matar la credibilidad necesaria para asumir ese te violo en la primera cita que es Toledo en algo más ambicioso?
Es la rutina, el convencionalismo, lo que resulta más peligroso para una serie. Si haces una historia con un mono detective, con una madre reencarnada en coche o con una capa con poderes puede que te la pegues pero serás recordado sin duda.
Muy bien, aparcaré a los pobres cocineros un rato. Si algo cae en mi negociado —y merece la pena— es la forma en que la televisión llega al público y resulta que por algún motivo la gente parecía creer que TV en internet = Megaupload
Todo lo cuál me lleva a un pequeño proceso doble: Hay que hablar del pasado y del futuro.
El pasado… Soy contrario a la nostalgia pero no a la memoria. Hace unas semanas en tuiter @fosforoblanco preguntaba cómo seguíamos las series hace unos años. En cierto modo era como hacer un ejercicio de arqueología de las ciencias del compartimiento. Antes de que apareciera internet en nuestras vidas teníamos copias de VHS, o entre cassettes para música o juegos, incluso el contenido de los discos de 8, 5 y 1/4, 3 y 1/2… Si algo parecía claro era que la idea de compartir estaba ahí antes de que alguien decidiera poner las cosas más sencillas. Para la comunicación, digo.
Obviamente en cuanto hubo comunicación apareció gente dispuesta a compartir lo que tenía. De ahí que pronto surgiera la idea de usarlos. Lo primero que pude utilizar para ver una serie extranjera fueron las news, un espanto completo de bajar trozos y pegarlos. Las news eran —son— grupos de “noticias”. En realidad casi más de discusión o charla. De cuando en cuando alguien colgaba pedacitos de una foto o una película o capítulo de serie… más pedacitos aún a una velocidad de bajada enervante.
Tras esto pronto se fueron probando otros métodos: intercambios directos por el IRC, ftps de dudosa situación y, por supuesto, los primeros pinitos de los programas de P2P : desde el Napster hasta más moderno — y aún activo— eDonkey o el precedente directo de AudioGalaxy pasando por una larga retahíla de nombres como SoulSeek, Ares o el siempre infame Kazaa…
Ya en tiempos tuvimos unas cuantas desgracias a lamentar. Con el mismo crujir de dientes pero en otros campos, menos gente y más corralito. Los foros estaban para estas cosas, habían relevado las ML — Listas de correo, vaya— y los blogs en pañales. Claro que no estamos aquí para hablar de Usenet y sus alrededores.
Mientras tanto aparecían también los torrents y sus gestores y, andando el tiempo, las páginas de almacenamiento y descarga. En los que entra MegaUpload.
Debo decir que a consecuencia de la petición —y dada mi mala cabeza, y memoria— recurrí a amigos y conocidos, gente que estuvo también ahí en esa época en la que lo más movido era el anime. Y aunque algunos nombres salieron — sobre todo el de Isla Tortuga — y multitud de anécdotas surgieron en cascada todo quedó en el terreno del no se lo digas a nadie y el pero esto es offtherecord. Ah, los deslices del pasado.
Como decía, estos métodos, que al público poco instruido podría parecer complejos frente a la sencillez de entrar en una web y darle a un botón — al fin y al cabo incluso las webs de descarga en _rar_s automontables tienen sus detractores por complejos— eran el pan de cada día para ver material, algo a lo que la gente se acercaba ante determinados momentos como el episodio musical de Buffy (¡Noviembre de 2001, queridos!)
Es momento de regresar al futuro. Y eso significa no tanto hablar de todos los que como MegaUpload ofrecen almacenamiento o de las webs que listan estos enlaces — O los hubs, que es otra lucha— hasta las páginas que permiten ver en streaming el contenido. Tanto el legal y aprobado como el pirateo de casi cualquier canal. Es decir, la forma más sencilla de ver retransmisiones instantáneas para premios, programas en vivo o… Pero qué os voy a contar que no sepáis.
En cualquier caso el asunto “Internet hace que cierre mi negocio” suele incluir un giro “Internet es mi negocio” que en el caso del entretenimiento audiovisual es tan sencillo de explicar como Blockbuster vs. Netflix. Y precisamente Nextflix es el Godot que está toda Europa esperando. La discusión sobre la caída del negocio de Blockbuster y su posterior hundimiento parece chocar con la enorme subida de Netflix cuando, en realidad, son sólo dos versiones de un mismo servicio, la diferencia es que el segundo elimina la molestia del desplazamiento y —mejor aún— tener que interactuar con humanos. Todo lo que sea no mover el culo del asiento, aunque signifique esperar un poco para tener lo que ya hemos pagado, será sin duda bien recibido.
Netflix, los problemas de su éxito y sus intentos mil veces postpuestos de llegar a Europa merecerían post aparte si no se le estuviera dedicando alguno casi cada semana. Para cuando logren ponerlo en marcha aquí —si tal cosa sucede— su hype, su leyenda, será demasiado grande para permitir la existencia de una realidad publicable.
Pero, mientras tanto, van llegando otros a ocupar ese mismo espacio. De momento podemos hablar de Voddler, Youzee y Wuaki como intentos de recoger le testigo y ofrecernos series y, sobre todo, películas. El problema, al menos para los que consumismos series, es que hay una grave diferencia con USA. Parece que ninguna va a ir a por el espectador que quiere el capítulo de hoy, con los subtítulos que haya. Un problema que no existe en USA, claro, y que no es comparable a campos como el musical. —De canciones, no de obras, el día que se molesten en grabar las obras seré el primer sorprendido y quizá el único paganini —
En cualquier caso, estos tres portales ofrecen una cantidad de series de diversa procedencia y distinta intención.
Wuaki es la más inmediata, facilita el registro sin invitaciones de por medio y te deja acceder de inmediato a sus contenidos. Como casi todos tienen una parte muy importante de pago directo por consumo, y resulta incluso complicado decidir por qué pagar por una temporada sólo 2/3 de lo que costaría comprarla en DVD. Aunque a mí me parezca más grave que no permita contenido en VOS.
Voddler Quizá sea yo pero Voddler está justo en el punto intermedio. No es que tenga muchas series que mirar, casi prefiero directamente no mirarlas, pero ya cambiando el modelo de invitación por el modelo abierto. Aquí para elegir ver algo en VOS hay que elegir concretamente ese archivo lo que lo acerca a ese mínimo común que eran las páginas tipo SeriesYonkis. Aquí hay contenido gratuito y contenido de pago y uno casi agradecería algo más de lo segundo a ver si así mejoraba la oferta.
Youzee finalmente es, o debería ser, el más conocido de los tres. Aunque fuera sólo por la pasta que se gastan en promocionarlo. Sigue aún el estilo de invitación y carece de contenido gratuito. Más aún, en parte del contenido “de pago” sólo está la carátula, no los enlaces para verlo. Pero parece que será la más seria por ese intento de mimetizar clásicos como Hulu o Spotify en el aspecto y organización.
Lejano aún el momento en que haya una alternativa concreta y correcta o un único formato para ver y poder disfrutar de aquello que queremos, cuando queremos y cómo queramos. De hecho, los canales tradicionales van viendo cómo funciona esto y subiendo los capítulos de sus series propias a Internet con enorme celeridad.
Sobre todo porque, como hemos visto al mirar al pasado, lo único que se consigue al cerrar una vía es que se busque otra. Así que el asunto es, ¿qué se puede ofrecer para evitarlo?
[Añado: No he hablado de Filmin y debería, pero es por puro desconocimiento. La verdad es que ofrecen algunas de las mejores series inglesas —y, ya puestos, universales— de todos los tiempos como Sí, Ministro o House of Cards, pero desconozco su funcionamiento, sus pros, sus contras…
No sólo eso, también soy consciente de que puede haber más plataformas —De las legales, de las otras ya sé que las hay a patadas, que parece que lo más popular es lo único que existe y luego se cierra lo que se cierra— de manera que cualquiera que crea que puede añadir, sugerir o rectificar tanto la parte del futuro presente como la del presenta pasado es más que bienvenido a comentar y modificar]