Más adaptaciones: «Cuentos y leyendas» (1968-1976), «Teatro de misterio» (1970), «El quinto jinete» (1975-1976)

El éxito de las antologías de terror continuó durante la primera mitad de los años setenta, si bien de diferentes maneras. Quizá la más clásica fuera la serie de 1970 Teatro de misterio, adaptación de nuevo de obras de teatro para televisión, una suerte de Estudio uno temático que empezó por una muy festejada versión de Luz de gas dirigida por Chicho Ibáñez Serrador con Berta Riaza y Jesús Puente en los papeles principales, recuperaciones de obras que muchas veces habían olvidado su origen teatral como El gato y el canario, con un plantel de actores y directores cambiantes pero de la mayor experiencia. Por ejemplo, El sello de lacre estaba dirigido por Pilar Miró y protagonizado por Simón Andreu y Fiorella Faltoyano. Duró solo una temporada, quizá porque ya había varias series centradas en estas adaptaciones, no desde luego por su falta de calidad.

Quizá la más conocida de la época sea Cuentos y leyendas, sobre todo por lo extenso que fue su existencia. Creada originalmente para reflejar obras de autores españoles, obras cortas sobre todo, adaptadas a la pantalla, pero tras su estreno en 1968 en la segunda candena pasó a ser complementada por ampliaciones en años siguientes, primero emitiéndose de nuevo esta vez por la primera cadena en 1972 y luego con nuevos episodios de 1974 a 1976, que ya incluían obras extranjeras -aunque no muy lejanas, autores sudamericanos y algún invitado más como Eça de Queiroz – y que tenía sobre todo un cambio de responsable. La primera temporada había estado al cuidado de Pio Caro Baroja, de la segunda se ocuparía Jesús Fernández Santos. Dentro de ella habría obras de corte fantástico, sobre todo las que tienden a ser más asociadas con esta obra como las de Gustavo Adolfo Becquer, -mezclándolas a veces, me atrevo a sugerir, con las tres historias incluidas en la película La cruz del diablo que John Gilling dirigió en 1975,  reuniendo en ella las historias de El monte de las ánimas, La cruz del diablo y El miserere– probablemente la adaptación de La promesa y, sobre todo, Maese Pérez el organista, son las más recordadas pero eso no significa ni mucho menos que fueran las únicas. El estudiante de Salamanca, El libro de los tesoros o La inocencia castigada también se ocupan de traer, bien desde la fuente original, bien por decisión del adaptador -de nuevo con una amplia cantidad de directores, guionistas y actores de gran calidad implicados- aún sin ser lo único que se tuvo en cuenta. Igual que también hubo adaptaciones de textos más extensos. En los ochenta se recuperaron algunos capítulos para una serie de reposiciones de material clásico. Posiblemente eso haya ayudado a que hoy puedan ser disfrutados en la web de RTVE dentro de la sección A la carta. Para un estudio de mayor profundidad de esta serie recomiendo echar un ojo a este estudio que realiza un despiece más detallado de la misma.

La última de estas series de los años setenta que adaptaron obras en formato antológico es una de las que, para quien esto escribe, resulta más inexplicablemente desconocidas. Me refiero a El quinto jinete que en 1975, recuperada también en los años ochenta pero menos recordada. En este caso se trató de un total de trece capítulos adaptando otras tantas historias de clásicos del terror universal o, al menos, occidental. Con los franceses Guy de Maupassant o Prosper Mérimée, los estadounidenses  Edgar Allan Poe, Henry James, los ingles Robert Louis StevensonWilkie Collins, el irlandés Sheridan Le Fanu, el alemán E.T.A. Hoffmann, los rusos Alexei Tolstoi y Leonidas Andreiev, e incluso un español. De nuevo Gustavo Adolfo Bécquer, esta vez con La bruja. Como veis una selección de los autores más clásicos tratados, además, con un estilo cercano al de las producciones de la Hammer, procurando limitar las… estridencias… y hacer que el buen gusto predominara. Al frente de este proyecto se encontraba Jose Antonio Páramo que hizo todo lo posible para llevarlo a buen término. Quizá no era el año más adecuado, pero cierto es que lograron sacarlo adelante entre el otoño de 1976 y la primavera del año siguiente. Quedaría un episodio suelto, Los dados, basado en un relato de Thomas de Quincey, que se emitiría al año siguiente. La prensa recibió con agrado la nueva propuesta pero no hubo continuidad. Por suerte hace unos años se reeditó al completo en DVD, dentro de un estuche para la serie completa -junto a una edición limitada que incluía un libreto de acompañamiento- propiciando además textos explicativos como este que repasa la serie.

Pero había empezado una época de cambios, casi todos para bien, pero parecía que ni el éxito del fantástico terror en el cine dentro de aquello que ha dado en llamarse el Fantaterror ni los ecos, alejándose ya, de esas Historias para no dormir apoyarían la transición a una televisión que dejaría los miedos mostrados en paráfrasis mediante aproximaciones situadas casi siempre en parajes extranjeros y abrazaría el realismo. Sin embargo aún quedarían batallas por delante para el fantástico español.

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