Bueno, pues no sé si acabaréis de descubrir estas cosas o si seréis de los que lleváis años leyendo esto. Lo importante es que estáis aquí, que yo también lo estoy y que ahora toca toda esa pila de texto sobre la cosa de los libros de este año.
Pero vamos con el texto de siempre:
Un año más (17 años ya, y parecía que fue ayer cuando empezamos con la tontería) aprovecho el comienzo de año para entregar el “Sark de Oro” al libro que más me ha gustado del año recién concluido
Comienzo con la clásica advertencia así que quien quiera pasar al resumen del año que se salte este párrafo. Las listas de “Lo mejor de…” acaban siendo los resultados de la intersección de los gustos personales con los libros leídos a lo largo del año. La posibilidad de que haya aparecido un libro revelador y no salga en esta lista puede deberse más a no haberlo leído que a criterios de selección. Recapitulando en estos años y para que quede constancia, los anteriores Sark de Oro recayeron en “El Hada Carabina” de Daniel Pennac, “Huérfanos de Brooklyn” de Jonathan Lethem, “Cíclopes” de David Sedaris,“La Disco Rusa” de Wladimir Kaminer, “La Mosca” de Slawomir Mrozek, “El Martillo Cósmico” de Robert Antón Wilson , “Pégate un tiro para sobrevivir” de Chuck Klosterman, “Las Ovejas de Glenkill” de Leonie Swann, los“Cuentos Completos” de Connie Willis, “Al pie de la escalera” de Lorrie Moore, “Mi Tío Napoleón” de Iraj Pezeshkzad, “Los amigos de Eddie Coyle” de George V. Higgins, “Hermana mía, mi amor” de Joyce Carol Oates, “Boston. Sonata para violín sin cuerdas” de Todd McEwen, “Americanah” de Chimamanda Ngozi Adichie, “La hoguera pública” de Robert Coover y «Descolonizar la mente» de Ngũgĩ wa Thiong’o.
Al final tendré que crear una wiki o un algo para que entren todos. Sin contar con que debería empezar a pensar en poner también los Sark de Plata y las otras dos categorías inventadas, el premio a No-Ficción Sark de No-Oro y el premio a libro en lengua inglesa Golden Sark. Porque esto cada vez queda más largo.
Aviso, también como casi todos los años, de que mis lecturas suelen determinarse por escuderías, es más sencillo que lea algo de las editoriales pequeñas y medianas a que lo haga con lo que sacan Planeta, Alfaguara o Anagrama. Vamos, que no pretendo engañar a nadie: No me he leído todo lo publicado ni de lejos. Dicho lo cuál y antes de entrar en los ganadores de este año vamos a repasar lo que han hecho los editores.
En cuanto a los libros…
Otro buen año y, sobre todo, otro año variado. Bien es cierto que se siguen resintiendo las estructuras del negocio libresco que este año se ha notado sobre todo en la distribución, ahora mismo el gran problema de la cosa de los libros. Por suerte las grandes siguen con sus saraos y las medianas y pequeñas siguen, aunque sea como en una carrera de relevos, intentando sacar más y mejor. Así que en general podemos hablar de un buen año. Algunas editoriales pequeñas parecen ya consolidadas, Hoja de Lata ha tenido un año magnífico en el que la calidad de su docena de novedades ha sido tan alta como la del año anterior y ha contado con títulos revelación como Tea Rooms, Héroes de Papel ha seguido publicando libros sobre videojuegos muy interesantes aunque haya perdido por el camino la posibilidad de una distribución razonable, Dos Bigotes ha publicado la divertidísima La increíble boda de Gilbert y Moira, Rayo Verde ha seguido con Saer y se ha puesto con Ngũgĩ wa Thiong’o -que este año tampoco ganó el Nobel-, Dioptrías sacó la chifladura de El delirio blanco, EsPop ha sacado un magnífico libro sobre el Ulises y un nuevo Klosterman -¡bravo!- y Dirty Works publicó obras como la Autobiografía de un Búfalo Pardo de Zeta Acosta. O que se siga publicando a Jaroslav Hašek, este año en Mármara y en La Fuga. Un poco de todo, como os decía. Incluso un par de obras maestras en editoriales chiquititas como La familia real de Vollman en Pálido fuego y Mumbo Jumbo de Ishmael Reed en la antes mentada La Fuga.
Pero no solo entre las más pequeñas han salido cosas interesantes. Incluso entre las que son más grandes, sea en un tamaño pequeño para mediano como Sajalín que entre sus novedades ha publicado la áspera pero brillante Cutter y Bone o también La escena y Glanbeight, algo mayor es Capitán Swing que ha publicado entre sus ensayos no solo a Lakoff, también el Los hombres me explican cosas y, sobre todo, el Mala feminista de Roxane Gay, mientras Impedimenta recuperaba a Margery Allingham y Angela Carter entre otras. O de tamaño intermedio como Turner que se ha asomado al comentario cultural con Muerte por videojuego, además de publicar pequeñas maravillas como El primer bocado y Huellas. Por su parte Renacimiento ha sacado el inesperado Oculto sendero de Elena Fortún demostrando que una edición sistemática de un autor conocido puede seguir ofreciendo sorpresas y Blackie se ha acercado por la crítica cultural con Time of my life. También es destacable Siruela, con un año especialmente de provecho en novela negra, no solo por lo último de Rosa Ribas sino por todo un año publicando a Ms. Fisher o Una chica con pistola y, sobre todo, la estupenda colección de clásicos con la que se ha recuperado a Ngaio Marsh o a Christopher St. John Sprigg y ese librazo que es Misterio en blanco e incluso en las más grandes, que Random House sacó el Sin Palabras de St. Aubyn, en Debate un nuevo Packer con La puerta de los asesinos, en Taurus Velázquez Desaparecido y en Fantascy tuvieron a bien publicar a Morán con El dios asesinado en el servicio de caballeros.
Por cierto, buen año para el fantástico, con Ediciones B apostando por él y sacando un éxito con Cixin Liu además de publicar El despertar del Leviatán de James S.A. Corey. Nevsky ha hecho una gran labor publicando desde Amatka al más gótico Los que no perdonan pero, sobre todo, el primer volúmen de la colección de Ciencia Ficción Rusa y Soviética. Y en terror hemos tenido el Varney el vampiro de Pulpture pero, sobre todo, las locas novedades de Orciny Press que está ofreciendo terror contemporáneo que complementa perfectamente a la oferta más clásica que Valdemar o Ediciones del Laberinto han estado publicando. Y es que con su Colección Bizarro los de Orciny han sacado ya un trío de títulos – Fantasma, La casa de arenas movedizas, Ciudad revientacráneos– a la vez distintos entre sí pero con una cualidad unificadora. Aunque si un nombre propio ha tenido el fantástico este año ha sido el de Rampo Edogawa, tras años desaparecido y con solo tres libros publicados en español este año se han publicado ¡otros tres! Dos en Satori, El extraño caso de la isla panorama y el libro de relatos La mirada perversa, y uno más en Quaterni: Los crímenes del jorobado. A ver si dura la racha, que es un autor magnífico. De momento ya sabemos que en enero Salamandra Black publicará El lagarto negro así que por lo menos de momento algo coleará.
Como todos los años ha habido llegadas y añadidos entre las editoriales. Han llegado nombres como Defausta y su La edad ingrata o La familia al completo, Rata y su estreno de éxito con los Diarios del Sáhara de Sanmao, Palabrero nos ha traído a España por primera vez a Ann Petry además de publicar a Edith Wharton, Sherwood Anderson o Arnold Bennett o El vergel en llamas de Shena Mackay, y Underwood ha recuperado Fat City y está preparando ya para el año próximo el desembarco de Rudy Wurlitzer en España. Y no es su año de creación pero sí de despegue porque Aventuras Literarias y sus mapas del Londres de Sherlock Holmes o Jane Austen, del Madrid de Galdós o de los Yokai de Japón -a medias con Satori-, por poner solo algunos ejemplos, han logrado hacerse con un rápido lugar entre los obsequios y coleccionismos librescos.
¿Qué más os podría contar en este repaso? MalPaso sigue a tope con sus cosas, publicando sus libros de premio como Historia de siete asesinatos y extendiéndose a otros intereses y editoriales, incluyendo el servir de puente entre América y Europa. Lo hemos visto con Jus y quién sabe lo que pasará después. Porque esa ha sido otra de las características de este año, el acercamiento entre las editoriales sudamericanas y el mercado español, sea buscando afianzarse en nuestro mercado como ha demostrado Eterna Cadencia que ha sacado este año algunos títulos memorables como el Interestatal de Stephen Dixon o las novedades de Edouard Levé o Sylvia Molloy -además de seguir trayéndonos a Kobo Abe-, con tratos nuevos como el de Cuenco de Plata -y sus nuevas traducciones de Joyce– con Akal o con los cambios de distribuidores que han servido para *snif* que sea un poco más complicado encontrar La bestia equilatera en nuestras estanterías.
Ah, y el libro infantil sigue bien fuerte, gracias. Desde el magnífico El mejor libro para aprender a dibujar una vaca en Barbara Fiore al de múltiples lecturas El Viaje en Impedimenta pasando por la labor de editoriales como Apila y su Guapa o Andana con los libros de Benji Davies. Un repaso breve pero no por ello menos merecido,que están que no paran con este tipo de libros. Igual que debería hacer un breve repaso a los cómics, del Que no, que no me muero de Modernito al Leñadoras en Sapristi pasando por tantas otras cosas (La Visión, Archie, Chaland…) pero tampoco voy a enrollarme más que ya llevo mucho escrito.
Y sí, también podríamos dejar un hueco para lo malo. Para las editoriales que han hecho el ridículo -más o menos anarcocapitalista- este año. Pero, total, ¿para qué? Pasemos de ellas y hablemos de libros.
Pero ya está bien de tanto título y tanta cosa, ¡que tampoco habéis venido para que os aburra durante todo el día! Así que pasemos a lo que os interesa de verdad. ¡Los Sark de Oro! Y los ganadores son…