Hecho el repaso del año vamos a hablar un poco más de las dos series que han merecido los premios opinión de quien esto escribe. Así que lo que toca ahora es… ¡la explicación de todos los años!
Como cada año he de señalar que el criterio para el premio es tan sencillo o complicado como el mío propio. De entre todas las series nuevas que veo -es decir, que no me quedo solo en el piloto sino que continúo con ellas hasta su final de temporada o, como poco, su hiato de media temporada- elijo aquellas que más me han gustado. Como veis el único miembro del jurado con el que me tengo que poner de acuerdo soy yo. De modo que paso a indicar cuales son estos ganadores de tan simbólico galardón y cuáles han sido los motivos. (Y un año tengo que poner las listas de Sark de Plata y Oro Tv pasados) (¡Este mismo: Desde que comenzó ElReceptor allá por 2009 en Libro de Notas hemos tenido Sark de Plata y Sark de Oro. Por orden de aparición los Sark de Plata han ido para: Misfits, Justified, Revenge, Bullet in the Face, Sleepy Hollow, Jane the Virgin y Agent Carter. Siguiendo ese mismo orden, los de Oro han recaído en: Better off Ted, Louie, SPY, Moone Boy, The Americans, Inside Nº.9 y UnREAL. ¡Mucho más organizadito ahora!)
Tras esta debida precaución vamos a ello. Venga el redoble.
Sark de Plata Tv para…
Atlanta
De entre las novedades de este año creo que puedo decir con tranquilidad que esta Atlanta es la menos puedo explicar. Supongo que es comedia pero su carga dramática es enorme. O al revés. Solo que su humor no es ni habitual ni sencillo. Casi no parece ni que esté buscando tanto el humor como la extrañeza. Una sensación que se usa en ocasiones para realizar un comentario político o social, otras simplemente como si quisiera ver la cara de tontos que se nos queda. Y, sin embargo… En una serie en la que no te puedes fiar ni de los anuncios esa irrealidad acaba siendo precisamente lo más valioso. Atlanta podría haber sido muchas cosas, al final ha acabado siendo Atlanta.
American Crime Story: The People v. O. J.
Quizá sea un poco injusto para Ryan Murphy que haya sido esta última serie suya la que mayor aclamación esté logrando. Entre otras cosas porque responde a la famosa pregunta, ¿qué podría ser de Ryan Murphy si fuera capaz de contenerse un poco? Y precisamente lo último que Murphy significa es contención. Sin mencionar que eso mismo se podría haber dicho de The New Normal y todos sabemos cómo acabó aquello. Pero para los que venimos siguiéndole desde Popular, de locura en locura o de Nip/Tuck a Glee y de allí a American Horror Story y Scream Queens, Murphy se había convertido en un sinónimo de caos inesperable tal que pocos anuncios produjeron más sorpresa que el de que se iba a centrar en una historia real. Parecía el clásico anuncio de prestigio para ganar premios. Pero, claro, en todo hay clases. Murphy (y Scott Alexander y Larry Karaszewski, no nos olvidemos de ellos) ha sabido centrarse en hacerlo lo mejor posible sin salirse de la realidad. Quizá porque la obra en sí, que va funcionando en tensión creciente y que ha logrado sorprender incluso a los que recordamos todo el circo -no digamos ya a los que no lo hicieron, no lo recuerdan o nunca lo supieron- por la forma en la que ha articulado la narración y, de hecho, ha usado la misma para establecer su importancia pop. El caso fue muy popular, sí, pero también tuvo una de las persecuciones más seguidas -y locas, claro, una persecución lenta- de la televisión. Su existencia sirvió a los medios para establecer los superjuicios, establecer las noticias durante 24 horas, cimentar la mezcla de información y entretenimiento en el que un personaje popular de un lado podría salir en el otro. Todo aquello de lo que se hablaba ya en Chicago y que se multiplicaba hasta la locura. A partir de ahí un reparto excepcional en el que -para mi eterna sorpresa- destaca por encima de todos Sarah Paulson, una habitual de la troupe de Murphy que hace aquí el que podría ser el papel de su vida. Y no es solo ella, Courtney B. Vance está inconmensurable, Sterling K. Brown enorme, Nathan Lane brillante, John Travolta y David Schwimmer no lo hacen mal y Cuba Gooding Jr. logra ser patético sin estorbar demasiado. De modo que al final la historia interna, ya conocida, y la historia de esa realidad falsa creada a aprtir de ella y que sería una manera de reenfocar los realities -algo en común con la magnífica Roanoke que ha sido este año el AHS de Murphy y, quizá, la versión incluso más pasada de esta mirada a lo qeu la televisión decide que es la realidad y por qué no te puedes fiar nunca, ni de los teasers– permitiendo un discurso completo que ha durado casi todo el año y que ha terminado estableciendo lo que podríamos considerar el perfecto resumen del año: A veces la realidad es la mejor de las ficciones.
Y, un año más, esto es todo. Ponemos el contador a cero, empiezo a apuntar cosas para los Pilotos Deathmatch y ya veremos dentro de un año con qué nos encontramos.